31 de octubre de 2010

¿CUÁLES FUERON LAS CAUSAS DEL CONFLICTO MALVINAS?

Por Oscar Héctor Filippi

Muchas son las preguntas que hoy persisten sobre las causas que lo motivaron. ¿Fue una irresponsable decisión del gobierno argentino? ¿Había intereses internacionales en reforzar la presencia militar británica y necesitaban la excusa?... ¿por qué?






Las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, fueron
el único foco de conflicto con respuesta militar, de la Argentina
en el Siglo XX.






Dos Hipótesis

Todavía, a 28 años de la legítima recuperación de nuestras Islas Malvinas, los debates y discusiones sobre el génesis del conflicto con la Gran Bretaña siguen vivas. Esa polémica marca dos vertientes fundamentales de opinión. Están quienes sostienen que el mismo fue provocado por causas de irresponsabilidad absoluta surgidas del deterioro político de la Junta Militar del Gobierno argentino que necesitaba de un gran hecho “patriótico” para perpetuarse en el poder y por su cuenta tomó la responsabilidad de recuperar las islas. Hecho simple que acredita la escalada diplomática y el inicio de un conflicto internacional a causas de política doméstica. En la segunda vertiente se encuentran quienes relacionan el conflicto con la compleja y peligrosa situación mundial de la época en la que el mundo todavía bipolar, jugaba su estratégico “ajedrez fatal” sobre el mapa del mundo. Atribuyendo así, con mayor y profundo análisis, a causas externas el inicio del conflicto. En otras palabras, desde afuera nos volvieron a usar en beneficio de sus propios intereses hegemónicos. Hipótesis que queda reforzada si agregamos que el “vector” que les facilitó el camino fue precisamente el “militarismo” del gobierno de facto.





Leopoldo Fortunato Galtieri,
el dictador desconocía la historia británica,
luego de la recuperación e las Islas sentenció:
"... Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla."
Lógicamente, los ingleses aceptaron la invitación.

La primera de las hipótesis es siempre atacada por una misma razón, ¿por qué el Reino Unido se prestaría al juego del General Galtieri? La segunda es cuestionada por una falsa percepción, que nace en la escuela y tiene que ver con nuestra austral ubicación geográfica, ¿a quién le importamos, si al fin y al cabo vivimos en el fin del mundo?

Falsa Percepción

La denominada “Guerra Fría” tuvo para nosotros la falsa y simple interpretación de la confrontación de dos grandes potencias, Estados Unidos vs. la Unión Soviética o, a lo sumo, el capitalismo contra el comunismo. Por lo tanto, como no éramos ni capitalistas ni comunistas, el enfrentamiento era “cosa de ellos”, a nosotros, viviendo acá abajo, no nos afectaba.

En el colegio aprendimos a estudiar a Europa por un lado, Asia por el otro. Nunca nos dejaron ver que Eurasia es en sí misma una gran unidad geoestratégica y sumado a los programas del estudio de la historia, jamás pudimos aprender la dimensión de interrelacionar sus hechos dentro de los marcos geográficos, por lo tanto se aseguraron así que de hacer proyecciones geopolíticas y/o estratégicas los argentinos nunca seríamos capaces.

Lo cierto es que ese enfrentamiento, aparentemente tan lejano, no era otra cosa que el peligrosísimo conflicto entre el mundo continental y el mundo marítimo. Con este pequeño cambio de óptica, vemos que el conflicto lo teníamos enfrente, porque aunque no nos hayamos dado cuenta, la Argentina es un país marítimo y como tal, era parte del conflicto. Al menos para ellos.







Margaret Thatcher, la "Dama de Hierro",
su gobierno también se caía en pedazos,
MALVINAS, lo salvaría.



Dos Mundos

La exURSS lideraba el llamado mundo continental, junto a sus aliados comerciales del denominado COMECOM se hallaban unidos para su defensa en lo que conocimos como el Pacto de Varsovia (PV), ocupaban la estratégica posición de dominio del centro de Eurasia y se autoabastecían de energía y de gran parte de los elementos estratégicos vitales (73%). Hasta 1960 permaneció consolidando esta posición estratégico-continental.

Los Estados Unidos de Norteamérica lideraban el llamado mundo marítimo y junto a sus aliados de Europa Occidental (países ribereños), que entre ellos se agrupaban para sus fines comerciales en la Comunidad Económica Europea (CEE) conformaron a los fines de su defensa la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Junto a la alianza de estos con Japón y Corea del Sur, centraban su actividad comercial (Comisión Trilateral) por la vía marítima y por la misma vía el poder naval de EE.UU y la Gran Bretaña, contenían la posible expansión de influencias del mundo continental hacia el resto del mundo. A su vez, con el dominio del mar, se aseguraban de obtener los elementos estratégicos y la energía para sus industrias, solo se autoabastecían del 37%. Europa depende en un 70% del petróleo de Oriente Medio y este solo es transportable por mar (hasta ahora).

Como Estados Unidos y la Gran Bretaña construyeron, controlaban y dominaban los estratégicos Canales de Panamá y de Suez, fijaron como límite meridional de defensa para la OTAN al Trópico de Cáncer. Para ellos el Sur había dejado de existir, ambos canales nos habían excluido del tránsito marítimo, de la inclusión económica y de los fines estratégicos y de defensa. Negocio redondo y sin preocupaciones, para ellos, claro está.

Continentales y Marítimos

A mediados de los años ’50, hubo un hombre decidido a expander la hegemonía de la URSS, el almirante de la flota roja, Sergey Gorshkov y su política de mostrar la bandera navegando. Firme partidario del aumento del poder naval y llevar la presencia militar soviética a todo el mundo por la vía marítima.

La llamada Crisis de los Misiles basados en Cuba en 1962, potenciaron su decisión y para 1970 la URSS contaba con cuatro agresivas flotas, la del Mar del Norte, la del Pacífico, la del Mar Negro y la del Mar Báltico. Las tranquilas Líneas de Comunicación Marítima (LCM) del mundo marítimo estaban ya amenazadas.

La “Guerra Fría” comenzó así a “calentarse” y la principal causa de la expansión del poder naval soviético fue el conflicto de Oriente Medio. El apoyo brindado por EE.UU. y la Gran Bretaña a Israel, tras la Guerra del Yom Kippur, le facilitaron a la URSS por parte de los países árabes, puertos, bases aeronavales y apoyo logístico y operativo en Egipto, Somalia y Siria. Previamente (1969), el acercamiento político a países Africanos le habían otorgado facilidades operativas navales en Guinea, empleando la Base Naval de Cornakry. El mayor éxito de la proyección naval soviética en Africa Occidental ocurrió en 1976, cuando Moscú patrocinó en Angola la rebelión que llevó al poder al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) a partir de allí contó con los Puertos de Luanda, Lobito y Mocamedes. Desde ese momento, la URSS amenazaba las rutas comerciales de Occidente en el corazón mismo del Atlántico Sur. Los submarinos nucleares soviéticos navegaban la Ruta del Cabo de Buena Esperanza, al Sur de Africa..., frente a las narices de Argentina.



Somos parte de un Mundo que seguimos
sin querer entender y menos, interpretar.
Otra vez la historia nos pasó por arriba con
un verdadero "tsunami".


La Yugular de Occidente

La Guerra de los Seis Días (1967), entre Israel y los países árabes de la región, había demostrado que con un solo barco hundido en el Canal de Suéz, este dejaba de ser operativo. Además los superpetroleros de más de 70 mil toneladas, no podían ya transitarlo. En caso de un enfrentamiento y por 1980 era muy factible, entre ambos bloques, las fuerzas aeronavales soviéticas basadas en Cuba y Nicaragua con el apoyo de submarinos nucleares provenientes de puertos africanos, tendrían como prioridad la destrucción de las exclusas del Canal de Panamá. Para colmo de males, ya en 1981 “asesores militares” cubanos y soviéticos construían un aeropuerto en la estratégica isla caribeña de Grenada, amenazando, una vez operativo, el tráfico de las reservas de petróleo norteamericanas que provenientes de Venezuela, se transportan por el Mar caribe. La estrategia naval soviética había vuelto a colocar al Sur en los mapas del Norte.

El petróleo y materiales estratégicos que alimentaban la costa Este de los EE.UU. y a toda Europa occidental navegarían así, obligadamente, por las rutas del Cabo de Buena Esperanza, frente a Sudáfrica. Con los Canales de Suéz y Panamá activos, el tráfico mercante diario en esa zona era de 55 barcos por día, en caso de ser neutralizados, más de 90 al día..., la aviación naval y los submarinos soviéticos podían clavar sus bombas, misiles y torpedos en la yugular de occidente.

Tampoco supimos interpretar el verdadero valor estratégico e las rutas de navegación que pasan frente a Malvinas. La "yugular" de Occidente.





Bastión Estratégico

Como el lector ya se pudo haber dado cuenta, en enero de 1833, con la vandálica acción militar de la ocupación de nuestras Islas Malvinas, el Reino Unido de la Gran Bretaña, no solo se aseguró los beneficios de la pesca y la caza de focas, lobos marinos y ballenas para ellos y sus primos norteamericanos. Se aseguró de ocupar militarmente el estratégico bastión marítimo que controla una triple comunicación oceánica: a través del Cabo de Hornos; el Pacífico Sur con el Atlántico Sur y; frente a Malvinas; el Atlántico Sur con el Océano Indico. No incluimos, que es la ruta de control vital de la Antártida.

Para 1982, ante la expansión naval soviética en el Atlántico Sur, la OTAN estaba obligada a reforzar la defensa de la vital Yugular de Occidente, (si la URSS atacaba con éxito esa vía marítima, en tres meses, Europa Occidental quedaba desabastecida) para ello, imperiosamente tenía que reforzar la presencia militar en Malvinas. Si lo hacía por “motu propio” la reacción negativa de Latinoamérica ante esta unilateral decisión, podría favorecer aun más la influencia de la URSS en la región, por lo tanto se necesitaba una excusa para tal propósito.

Que mejor excusa que el intento de recuperación de las islas por parte de República Argentina. Total, el Concejo de Seguridad de la ONU, se encargaría de mostrarnos como país agresor y su propósito estratégico quedaría legitimado ante el mundo.

De lo expuesto hay pruebas más que suficientes, quienes nos visitaron, quienes nos alentaron desde afuera, quienes conspiraron desde adentro y fundamentalmente, la historia del empresario Constantino Davidoff y sus “chatarreros”, detonante de una crisis diplomática que habría de escalar a un conflicto bélico controlado..., al menos eso esperaban los británicos.

De esta parte nos ocupamos en la próxima entrega, lo importante fue demostrar y enterarnos que no vivimos en el fin del mundo..., somos parte de él y estratégicamente, como nación marítima ocupamos un lugar destacado. Solo falta que nos demos cuenta de ello y actuemos en consecuencia, con responsabilidad y de ser posible, una vez en nuestra historia, fijemos un curso de acción en una sola dirección, será bueno demostrar que podemos ser una Nación confiable con una política exterior seria.

15 de octubre de 2010

MALVINAS: PODER Y PETROLEO

Por Sergio Cerón

“!Ojo al Cristo que es de Plata!”

George Bernard Shaw, el gran dramaturgo irlandés, predilecto durante varias décadas del público británico, caracterizó con su mordaz estilo al pueblo inglés, adoctrinado históricamente por su clase dirigente. Dijo en una de sus obras:

“Nunca se encontrará un inglés que no tenga razón. Todo lo hace por principios; te guerrea por principios patrióticos, te roba por principios de comercio, te esclaviza por principios imperiales, te oprime por principios de fuerza, sostiene a su rey por principios de lealtad y lo decapita por principios republicanos…”

Aquí encontramos una de las claves que explican la trayectoria del Reino Unido en el concierto internacional.

Otra clave nos la suministra el personaje que lanzó a Inglaterra hacia su expansión imperial moderna y que, como lo señala Shaw, decapitó a su monarca por principios republicanos. Oliverio Cromwell (1599-1658).

Devenido dictador, luego de ganar la guerra civil de fuerte contenido ideológico y religioso, se convirtió en el portaestandarte del protestantismo europeo y, como tal, desarrolló una obsesiva fobia contra España, convertida en el brazo político de la Iglesia Católica. En su discurso del 17 de septiembre de 1656, explicó la política exterior que debía seguir Gran Bretaña:

“…Porque, en verdad, vuestro gran enemigo es el español. Es un enemigo natural. Es naturalmente así; es así naturalmente por razón de la hostilidad que en él hay contra todo lo que sea Dios. Contra todo aquello de Dios que esté con vosotros o pueda estar en vosotros. El español es vuestro enemigo; su enemistad ha sido puesta en él por Dios. Es el enemigo natural, el enemigo providencial ; quien le tenga por enemigo accidental no conoce las Escritura ni las cosas divinas… Con Francia se puede hacer la paz, con España… no”

Desde el descubrimiento y la colonización de América por España, lo que hoy llamamos hispanoamérica es, para el Reino Unido o, si preferimos, por los anglosajones, una unidad política, económica y social a la que consideran su enemiga, simplemente por razones genéticas, con raigambre religiosa, cultural y hasta racial.

Esa disposición de ánimo de los ingleses ha sido transmitida culturalmente a sus descendientes americanos. El término “hispanos” (a veces “latinos”) tiene en Estados Unidos una connotación despectiva, que intenta marcar una escala jerárquica, en cuya cúspide figuran los “wasp” (blancos, anglosajones, protestantes). Y esto a pesar de los esfuerzos de los sectores que luchan contra las políticas discriminativas en un medio donde se disimula la descalificación que significa el término “negro”, apelando al eufemismo de “hombre de color”. Los ingleses usan para referirse a los argentinos el término “argie”, con la misma intención subestimativa con la que denominamos a los habitantes de las islas “kelpers” (una variedad de algas) acuñada originariamente en su madre patria.

Andrew Graham Yooll, periodista británico que escribe en “The Buenos Aires Herald”, suministra una tercera clave en un interesante y transparente libro editado hace algunos años: “Pequeñas guerras británicas en la América Latina”. Comienza con una frase introductoria: “Desde hace mucho tiempo la opinión de los pueblos de las repúblicas sudamericanas ha sido que los ingleses constituyen una nación de piratas”.

Y apela luego a un singular y desconcertante argumento, creo que sincero debido a su formación inglesa: arguye que el uso de ese término es un fácil recurso periodístico porque, a su entender, no se hace distinción (comillas) “entre los piratas de costumbres salvajes y criminales del continente, y los corsarios, bucaneros o corsos: todos saqueadores de poblaciones pacíficas en interés del enriquecimiento personal o los objetivos políticos de un gobierno remoto”

El libro, dice un comentario de la prestigiosa revista Criterio del 27 de junio de 1985, …”hace un gran aporte: el de haber considerado a nuestra América como unidad desde el siglo XVI hasta nuestros días y el haber considerado guerras inglesas aun a muchas de nuestras guerras civiles”

Para Graham Yoll serían guerras británicas las grandes invasiones inglesas al Río de la Plata (la primera, en 1763, estuvo a cargo de una flota combinada anglo-portuguesa financiada por comerciantes de Plymouth y terminó con la voladura de la nave insignia “Lord Clive” por la artillería operada por vecinos de la ciudad de Buenos Aires). Y, además:

• La guerra con el Brasil por la Banda Oriental del Uruguay.
• El bloqueo francés del Río de la Plata (1838) y su secuela, el Combate de la Vuelta de Obligado (1845).
• La Guerra del Paraguay de la Triple Alianza.
• La Guerra del Pacífico, de 1879-83, mediante la cual Chile se apoderó de las costas marítimas de Bolivia y de varias provincias peruanas (guano y salitre).
• El conflicto del Límites con Chile de 1902.
• El bloqueo de Venezuela en el mismo año, por el cobro compulsivo de la deuda externa, con participación de otras naciones europeas. (doctrina Drago).
• La conquista del Canal de Panamá por Estados Unidos de Teodoro Roosevelt.
• La Guerra de Cuba y la instalación en La Habana del secretario de Estado William Taft como gobernador de la isla.
• La Guerra del Chaco, en la década de los años 30, promovida por la Standard Oil estadounidense (Bolivia) y la Royal Dutch anglo-holandesa (Paraguay).
• El nuevo conflicto por el Beagle en 1978 y el arbitraje británico que favoreció a Chile

La historia del Reino Unido está colmada de episodios que dan cuenta de su espíritu rapaz extendido, por otra parte, al resto de Europa, en particular aquella que recibió la influencia de la doctrina calvinistas: la predilección de Dios se manifiesta por medio de los bienes materiales que permite acumular a los individuos y a los pueblos. La predestinación sirve para justificar que los Estados Unidos hayan esgrimido, desde su nacimiento como nación protestante, la doctrina del “Destino Manifiesto”, en nombre de la cual se han erigido en país tutor del resto del mundo.

Tal vez uno de los episodios que mejor definen a Gran Bretaña, a la que en el siglo XIX se la definió como la “Pérfida Albión”, es la Guerra del Opio.

Bajo la conducción de Lord Palmerston, el gobierno de Su Majestad declara en 1840 la guerra al Emperador de la China, en nombre de la libertad de comercio, para obligarlo a abrogar las leyes que impedían el comercio del opio en su territorio. La droga devastaba grandes capas de la población. Se la producía en la India, dominio inglés. Y los comerciantes británicos obtenían grandes fortunas en una condición que hoy definiríamos como narcotráfico.

Entre las instituciones y los hombres que participaban de esa empresa surgen nombres como Swire, Dent, Baring, Rotschild, el Hong Kong Shangai Bank (hoy HSBC), Jardine Matheson, Chartered Bank, Peninsular and Orient Steam Navigation Company. En una palabra, la flor y nata de la dirigencia política y financiera de Londres de la época, que hoy todavía tiene vigencia.

La flota inglesa llegó desde las bases navales británicas de todo el mundo. El Ejército Chino, mal armado y corrompido por el uso del opio en sus filas, fue vencido. El Emperador debió aceptar:

• La plena legalización del uso del opio en China.
• Compensar a los comerciantes ingleses por el opio que había confiscado su gobierno.
• Pagar a la Corona la por entonces exorbitante suma de 21 millones de libras en plata.
• Conceder a Inglaterra el control del puerto de Hong Kong, que mantuvo hasta hace pocos años.

En 1860 estallaría la Segunda Guerra del Opio. Gran Bretaña y Francia, socios en las intervenciones en el Río de la Plata durante el gobierno de Rosas, actuaron de consuno sitiando al país oriental. “The Times” de Londres justificó el hecho:

“Inglaterra con Francia, o Inglaterra sin Francia si es necesario… deben darle tal lección a esas pérfidas hordas, que de aquí en adelante el nombre de Europa sea motivo de temor, si no puede serlo de amor, por todas las tierras”.

A riesgo de ser reiterativo y agobiante, un solo antecedentes más, recogido del historiador y catedrático británicos James Cable. En su libro “Diplomacia de Cañoneras” (1977) sostiene que su país había enviado, entre 1919 y 1969, 59 expediciones navales con fines de intimidación. Menciona los países que sufrieron esa acción de “mostrar la bandera”: Argentina, Italia, España, Alemania, Noruega, Islandia, Irán, Albania, Agencia Judía (antes del Estado de Israel), Guatemala, Irak, Rodhesia, Tanganika, Zanzíbar, Unión Soviética, China, Turquía, Austria-Hungría, Lituania, México, Nicaragua, Egipto, Japón y Yemen del Sur.

Esta enumeración sirve para advertir que la Guerra de Malvinas no es fruto de la casualidad, ni de los delirios alcohólicos de un “general borracho” (Leopoldo Fortunato Galtieri), ni exclusivamente del intento de salvarse de un régimen militar en descrédito.

Hasta aquí vemos como Gran Bretaña se ha movido a través del tiempo en base a una política de Poder y de expoliación de otros pueblos, en particular de los que hoy denominamos del Tercer Mundo”.

A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, el imperio británico inició su tarea de desguace. Abandonó la India, renunció a las bases de Singapur, aceptó la plena independencia de la Unión Sudafricana, se retiró de Suez, de Kenia, de Rodhesia, de Malta, de Chipre, de Palestina, en fin, de todos los puntos clave que le habían permitido controlar la estrategia mundial. En 1946 presentó ante las Naciones Unidas la lista de los territorios que se proponía descolonizar; en la lista figuraban las Malvinas.

¿Cómo explicar, entonces, que en 1982 movilizará la mayor fuerza operativa aeronaval desde l945, para disputar con la Argentina dos olvidadas y miserables islas, situadas en el Atlántico Sur, pobladas por ,menos de dos mil almas y algunos millares de ovejas y sin valor estratégico desde que se abrió el Canal de Panamá?

La tesis que he sostenido en mis publicaciones y charlas es que los dos factores más importantes que explican la contienda son la necesidad de Mrs. Thatcher de remontar su creciente impopularidad, en marzo de 1982, las encuestas mostraban un 75% del electorado en contra suya, y mantener al Partido Conservador en el poder, y el fenomenal aumento del valor de los hidrocarburos provocado en 1973 por la crisis de la OPEP. En momentos de generarse el conflicto, el precio internacional del barril de petróleo ,o gas equivalente en calorías, oscilaba en los 30 dólares; apenas una década antes equivalía a algo más de una décima parte de ese valor. Inglaterra, en momentos en que descendía en el ranking de potencias económicas, había encontrado un recurso inesperado en los yacimientos del Mar del Norte. Pero sus expertos tenían en claro que se trata de un recurso no renovable, condenado necesariamente al agotamiento. Los ojos del Imperio decadente fijaron sus fantasías de recuperación en el Atlántico Sur.

Se ha intentado explicar la acción inglesa por el valor estratégico del archipiélago. Este es un argumento inconsistente.

Al almirante Harry Train, comandante en jefe de la flota estadounidense y comandante supremo de la NATO en el Atlántico Sur, estudioso del conflicto austral, afirmó entonces que ese valor era inexistente, ya que la ruta del petróleo pasaba por el Cabo de Buena Esperanza y no por el de Hornos.

Virginia Gamba, doctora en Estrategia y en Relaciones Internacionales, con vastos antecedentes en universidades de Sudáfrica, Gran Bretaña y Estados Unidos, en un trabajo denominado “Gran Bretaña en el balance del poder en el Atlántico Sur, coincidió con el marino norteamericano:

“En este marco conviene especificar que el área general del Atlántico Sur, tanto del lado africano como del americano, es una de las más alejadas o abandonadas áreas del pensamiento estratégico global…”

Y añadía en otra parte de ese trabajo:

“Lo único que podría darle a la zona un mayor valor estratégico serían grandes hallazgos de petróleo explotable…”

La pregunta que aflora inmediatamente es: ¿Existen o no en la región de las Malvinas potenciales recursos en hidrocarburos que expliquen la actitud del gobierno de Margaret Thatcher?

En mi libro “Malvinas: ¿Gesta Heroica o Derrota Vergonzosa?”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1984, busqué la respuesta en el capítulo “Olor a Petróleo en el Atlántico Sur”.

Me limitaré a reseñar algunos antecedentes concretos:

• El periodista Daniel Muchnik. Diario Clarín, 4-12-1977, refiere que el ministro del gobierno militar, José Alfredo Martínez de Hoz, visitó Londres y recorrió el yacimiento Brendt, situado al este de Escocia. Escuchó el interés de las empresas por utilizar el stock existente en otras áreas petroleras del mundo.
• Pocos meses antes, la revista The Petroleum Economist, editada en Londres, anunciaba en su número de marzo que la Argentina alcanzaría el autoabastecimiento en 1980 y comenzaría a exportar petróleo en 1985, porque se aprestaba a explotar sus yacimientos “off-shore” (costa afuera). Aventuraba las reservas probables de las cuencas marítimas australes del país entre 50.000 y 80.000 millones de barriles.
• El 27 de julio de ese mismo año, 1977, La Nación publicaba un comentario firmado por Carlos García Matas y Peter Gruber. Aludía a un estudio publicado en 1976 por el geólogo Bernard Grossling, titulado “Latin America´s Pretroleum Prospect in Energy Crisis”. Grossling sostenía que el potencial petrolìfero de la plataforma continental submarina argentina podría estimarse en cuatro veces el del mar de los Estados Unidos, excluyendo el Banco Burwood (que linda al sudoeste con las Malvinas). O sea, se hablaba de unos 80.000 a 90 mil millones de barriles de hidrocarburos, sin tomar en cuenta las cuencas más prometedoras por el espesor de sus capas sedimentarias.
• El mismo Muchnik, en su artículo, recordó que a mediados de 1975, desde su cátedra de geofísica de la Universidad de Birmingham - Inglaterra - el profesor Donald Griffits había anunciado: “El Banco Burwood, al sur del archipiélago y al este de la isla de los Estados, podría contener un yacimiento suboceánico por lo menos tan rico como los del Mar del Norte”.
• Poco tiempo después el gobierno inglés encomendò a Lord Shackleton investigar sobre el terreno las perspectivas económicas de la zona. La prensa británica explicó la decisión diciendo que “los cateos realizados son lo suficientemente alentadores como para justificar una explotación comercial” y tras analizar el aspecto jurídico,. agregaba que “el gobierno argentino no puede ser un espectador pasivo”.
• El tema Malvinas comenzó a tener cabida en el periodismo británico por primera vez en la historia. El “Daily Telegraph” publicaba una versión según la cual la CIA estimaba que las reservas de las costas australes argentinas eran tres veces más importantes que las del Mar del Norte. “The Guardian”, por su parte, reproducía la opinión de Richard Gott, experto en asuntos latinoamericanos, en el que sugería el modelo adoptado para la restituciòn de Hong Kong a china para resolver el entredicho político con la Argentina. El analista Michael Frenchman, en “The Times”, expresaba el punto de vista más radicalizado del laborismo, entonces en el poder, al considerar a las islas como “un colgajo inútil de los viejos días del imperio y un fastidio para la burocracia de un gobierno moderno”. John Retie de “Latin America Newsletter”, con evidente pobreza de don de profecía, agregaba: “Llegado el momento y en condiciones adecuadas, el gobierno de Gran Bretaña aceptará la transferencia de la soberanía a la Argentina”.

En la ecuación política en la que se jugaba el futuro del archipiélago se había introducido, como vemos, una variable: Su Majestad el Petróleo. Variable que comenzaba a introducirse en la vida de Buenos Aires, donde los directivos de las petroleras extranjeras hablaban al periodismo sobre el tema. Así Lucio Mazzei, presidente de Shell en la Argentina, declaró el 13 de diciembre de 1977 a la revista Mercado: “Tenemos una gran expectativa en encontrar importantes yacimientos de petróleo en el Mar Austral y Shell hará un gran aporte energético a la Argentina”.

En YPF, los técnicos de la empresa nacional creían que la zona que Shell había ganado en licitación en la región del Estrecho de Magallanes podría abastecer un volumen equivalente al 80 por ciento de la producción total de la Argentina.

Mercado también informó que había llegado al país el presidente del Offshore Centar, Walter Drysdale, empresario inglés, acompañado por representantes de las empresas británicas Atlantic Drilling, Baring Brothers, British Petroleum y CIB Offshore, de la Deutsche Schachtbaund Tiefbohrgessellschaft de Alemania, la Helmer Staubo de Holanda, la Micoperi de Italia, la Eastman de Estados Unidos y la Uniòn Industrielle et D´Entreprise de Francia. Todas ellas vinculadas a la explotación del Mar del Norte. En menos de una semana dejaron planteadas negociaciones, que los avatares políticos posteriores frustraron, por 3.000 millones de dólares de entonces, con las firmas argentinas Bridas, Astra, Techint, Auspetrol, Desaci, Agua y Energía, Gas del Estado, Cometarsa, Dálmine Siderca, Itralko, Siam y Asea.

Entrevistado por Mercado en esa oportunidad, Bernard Grossling aventuró que las nuevas prospecciones submarinas y satelitales permitían suponer la eventual existencia de reservas de petróleo y gas en la plataforma continental submarina argentina del orden de los 200 mil millones de barriles de petróleo. Con lo cual coincidía con el experto geólogo Antonio Pocovi, de YPF, que daba esa cifra para la isobata de hasta 200 metros, pero agregaba que en aguas más profundas podrìa esperarse encontrar otro tanto, por lo menos.

El Wall Street Journal, siempre atento al mundo de los macronegocios, el 3 de junio de 1981, un año antes del conflicto austral, dejó asentada una serie de datos que no podemos descuidar:

• El analista Bill Paul escribió que era “posible que la Argentina llegue a ser un importante exportador de petróleo, aún más importante que algunos miembros de la OPEP”.
• “Geólogos internacionales, que han estudiado el país, dicen que la Argentina podría exportar hasta 300.000 barriles por día dentro de los próximos años”, agregó.
• La sola zona situada al este de Río Gallegos, una de las menos interesantes por su eventual potencialidad, según el diario económico-financiero, podría contener hasta 6.000 millones de barriles de petróleo, tras veces más que los yacimientos canadienses Hibernia, en explotación.

En Gran Bretaña sucedía un hecho político que modificaría substancialmente el estado de las largas y agotadores negociaciones entre ambos países que parecían ofrecer, bajo el laborismo, una salida equitativa para los mutuos intereses: los conservadores habían llegado al poder con el liderazgo de una mujer inteligente, ambiciosa y carente de escrúpulos: Margaret Thatcher. Una dama de clase media baja impregnada del espíritu victoriano y ansiosa de un encumbramiento personal.

Todo volvió, como dicen los abogados, a fojas cero.

Pero no solo la ambición política la guiaba; también la perspectiva de ser parte de un colosal negocio en el cual, según la percepción de la época, más allá de que se confirmen o no los vaticinios que hemos enumerado, se barajan cifras de alrededor de 6 billones de dólares; en la acepción castellana del término billones: seis millones de millones de dólares. Más o menos, el equivalente de cuarenta veces nuestra impagable deuda externa actual.

En 198l la Falkland Island Company, virtual dueña de las Malvinas, transfirió el control accionario al grupo químico Coalite, en cuyo directorio - y no creo que por casualidad – tenía un puesto ejecutivo el esposo de la primera ministra británica, Dennis Thatcher, un hombre cuestionado en el Reino Unido por su no demasiado transparente foja como hombre de negocios.

En 1984, la firma Firstand Oil and Gas Co., subsidiaria de Coalite, obtuvo una licencia por 30 años para la explotación de hidrocarburos en las Malvinas, el Banco Burwood y en un radio de 200 millas en torno al archipiélago. Curiosamente, el mismo radio aplicado por Thatcher a la zona de exclusión a la Argentina cuando se desató el conflicto.

Para comprender hasta qué punto se justifica el derecho a la autodeterminación de la minúscula población de las Malvinas, que pretende negociar de potencia a potencia con nuestro país, es conveniente que conozcamos cuál es su posición ancestral con respecto a la Falkland Island Company y a su sucesor, el grupo Coalite. Así lo describió el periodista Ian Jack, de The Sunday Times Color Magazine, en los años ´80:

“Los hombres de campo viven en casas añejas de la compañía, en tierra de la compañía. La tienda de los almacenes de la compañía deducen las facturas de los productos que trae el barco de la compañía de los salarios de la compañía. Mucha gente usa la compañía como un banco; la lana que esquilan de las ovejas va a Tilbury, también en los barcos de la compañía, donde descargan en los muelles de la compañía, se guarda en los almacenes de la compañía y se vende en el mercado de lanas de la compañía en Bradford. Mediante sus directores y sus accionistas y porque además es dueña de los únicos medios de transporte y comercialización existentes, la Compañía de las Islas Falkland ejerce su influencia sobre los otros pocos propietarios que existen en las islas. Para bien o para mal, las Falkland son las islas de la compañía”

Recapitulemos lo enunciado hasta ahora:

1. Gran Bretaña tiene una histórica tradición imperialista en detrimento de casi todos los pueblos del mundo, desde América hasta el Extremo Oriente; la piratería era amparada por la corona, que compartía el botín, y la expansión se hacía sobre la base de los intereses de las grandes compañía privadas que financiaban guerras y expediciones punitivas.

2. Un ejemplo dramático fueron las dos guerras del opio en 1840 y 1860 para evitar la prohibición al uso de la droga dispuesta por el emperador.

3. Andrew Graham Yooll, escritor y periodista de “The Buenos Aires Herald” sostiene que Inglaterra libró guerras contra Hispanoamérica desde 1763 a la contienda de las Malvinas.

4. A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, se inicia el desguace del imperio victoriano desde la India hasta el Africa, por diversas razones. Sin embargo, Londres se aferra con dientes y uñas a dos islas perdidas en las brumas del Atlántico Sur: ¿por que?. La explicación más evidente y razonable es que el explosivo aumento del precio del petróleo y la disminución de las reservas mundiales, coloca en primera línea de interés a las áreas hasta entonces mantenidas como reserva por los intereses multinacionales. El Mar del Norte salva al Reino Unido de la catástrofe económica y aparece la cuenca austral submarina de la Argentina como perspectiva de enorme interés.

5. En 1979 los conservadores conquistan el gobierno con Margaret Thatcher, con dos aparentes razones para lanzarse a la aventura de asegurar el dominio de las Malvinas, que los laboristas ponían en riesgo con sus largas pero esperanzadoras negociaciones: consolidar su propio prestigio, en su punto más bajo de apoyo en la opinión pública en 1982 , y facilitar al grupo empresario Coalite, en cuyo directorio figuraba su esposo Dennis Thatcher, el control de la zona, donde potencialmente existían reservas de petróleo y gas cuyo valor estimativo rondaba los seis millones de millones de dólares. Cuarenta veces la actual deuda externa argentina.

Esa potencialidad de los yacimientos submarinos del Atlántico Sur era conocida por todos los centros petroleros del mundo, aunque ninguno tenía interés en ponerla sobre el tapete público.

Sin embargo, en las postrimerías del gobierno de Isabel Perón, en septiembre de 1975, dos grupos empresarios, uno inglés y otro estadounidense, tomaron contacto con medios argentinos para asociar al país en la explotación de los hidrocarburos, a los que habría que agregar la existencia de importantes campos de nódulos de minerales estratégicos, y en última instancia, por su valor económico, la pesca.

La embajada británica envió dos expertos en negociaciones petroleras, un señor Mc Cluskey, de la British Petroleum y otro, Foster, de la Shell, quienes tomaron contacto a nivel de extrema reserva con exponentes de la dirigencia política, militar, económica y sindical argentina. El embajador organizó una recepción en su domicilio de la calle Gelly y Obes. Asistieron jefes militares que tendrían un papel destacado durante el gobierno de Jorge Rafael Videla, dirigentes políticos del radicalismo y empresarios. Sus nombres llegaron a mi poder entonces, pero no estoy en condiciones de confirmarlos con pruebas tangibles.

Los británicos ofrecieron el traspaso paulatino de la soberanía de las islas a la Argentina a cambio de la constitución de un consorcio para la explotación de los hidrocarburos, constituido por YPF, Shell, British Petroleum y la Anglo Arabian. Los ingleses se reservarían el 30 por ciento de los hidrocarburos extraídos; el restante 70 por ciento sería refinado en nuestro territorio, cuya capacidad de refinación se ampliaría con la construcción de una gran refinería en Río Gallegos.

Habrán leído en estos días sobre la propuesta de los petroleros británicos de levantar una planta para la producción de combustibles líquidos a partir del gas de los yacimientos fueguinos, con una inversión de 1.500 millones de dólares, que daría empleo a 10.000 trabajadores durante la fase de construcción y a 500 que formarían luego la planta permanente.

La oferta sumaba la realización de obras de infraestructura, líneas de crédito para la industria y la apertura del mercado británico para nuestras carnes y cereales. !Toda una tentación!

Pero surgía un obstáculo. Los petroleros estadounidense, encabezados por los magnates tejanos, también estaban al mismo tiempo en Buenos Aires. La misión era encabezada por Juan Yáñez, gerente general de ESSO de la Argentina, por el asesor del Departamento de Estado Roy Rubottons, John Arams, Leopoldo Vincent y George Rubstein o Robstein.

También los americanos hablaron con militares, políticos y empresarios. Pero mientras los ingleses se acercaban al sector “lanussista” de las FF.AA. y al radicalismo, los norteamericanos lo hacían con jefes militares enfrentados con esa línea y con políticos del justicialismo, entre ellos un par de ministros de Isabel Perón, cuyos nombres tampoco voy a revelar, pero conozco.

Solamente voy a mencionar a una persona, porque explica mucho de lo que ocurrió después: un entonces desconocido coronel llamado Leopoldo Fortunato Galtieri, cuyo ascenso a la Presidencia de facto apareció muy ligada a los cursos realizados en West Point y la imagen de “general majestuoso” difundida por la prensa yanqui. Un tanto exagerada para un hombre más bien común, tanto como la fama de borrachín empedernido que le endilgó después el periodismo. Evidentemente, era una pieza importante en el juego de ajedrez entre los primos anglosajones.

Estados Unidos, a través de sus contactos, doblaban las ofertas inglesas, aumentaron los porcentajes de utilidades para la Argentina, prometieron apoyo tecnológico para la industria nuclear, abrir sus mercados a la industria media, otorgar créditos a tasas reducidas y, además, presionar a Inglaterra para que restituyera las Malvinas.

En ese momento Yáñez y Arams fueron secuestrados por la organización Montoneros. Liberados pocas horas después, sin sufrir agresiones físicas, fueron forzados por su gobierno a abandonar precipitadamente el país. Trascendió más tarde que habían informado con amplitud de detalles el estado de las negociaciones sobre el petróleo. Con el tiempo tomó cuerpo la versión de que un grupo montonero había actuado por instigación del Intelligence Service que, al mejor estilo James Bond, le dobló la mano al Departamento de Estado y a la CIA..

Comprendo que todo esto suena a política-ficción, pero la lucha por el poder mundial se disputa a niveles inalcanzables para la percepción del hombre común. A veces la realidad supera hasta el infinito a la misma imaginación.

En 1986 tuve oportunidad de tratar a un militar belga, el coronel Pierre Du Perry. Había sido integrante del Estado Mayor del Ejército de Katanga, una región del Congo que se había separado del país, a instancias de los intereses europeos empeñados en la explotación del oro y los diamantes.

Yerno del presidente del poderoso grupo Uniòn Minière Belge, e interesado en traducir al francés mi libro sobre Malvinas, Du Perry me hizo conocer los términos de un acuerdo secreto pactado entre la Unión Soviética y Gran Bretaña, conocido como “Entendimiento Oppenheimer”. El grupo Oppenheimer es el cartel anglo-suizo-norteamericano que controlaba el oro y los diamantes de Sudáfrica, minerales que tenían su otro gran productor en la Unión Soviética. Desde hacía años ingleses y soviéticos controlaban de común acuerdo el mercado internacional del oro y los diamantes; se sumaba a ellos el del cromo, mineral estratégico de vital importancia.

Nos estamos ubicando al promediar la década de los años 70, cuando el avance estratégico soviético, desde Cuba, hasta China, pasando por Medio Oriente y los puntos más sensibles de la geografía africana, parecía tender un cerco sobre los Estados Unidos.

El tratado secreto, modelo de pragmatismo de ambas partes, establecía según mi informante:

• Moscú acordaba garantías a los intereses económicos occidentales de que no peligraría la propiedad de los yacimientos sudafricanos de oro, diamantes y cromo.
• Londres reconocía el Cono Sur africano como eventual “esfera de influencia” rusa.
• Moscú, a su vez, reconocía como “esfera de influencia” inglesa la América del Sur.

Casualidad o no, Moscú se abstuvo de votar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas cuando se trató el conflicto de las Malvinas, en contra de su tradición de enfrentar a Occidente en todos los litigios, sin importar demasiado la legitimidad democrática de los gobiernos involucrados. No olvidemos que durante el gobierno de Roberto Viola, sucesor de Videla, llegó a la Argentina una misión militar soviética y hubo un sugestivo intercambio de condecoraciones.

La implosión del inviable imperio soviético modificó este panorama estratégico con el correr de los años, pero la realidad de entonces torna, por lo menos verosímil, la confidencia de Du Perry y explica muchas cosas. Como que actualmente los grupos británicos (ingleses, canadienses. australianos) dominen prácticamente la gran minería de la Argentina y del Brasil, tanto en minerales tradicionales como en los llamados estratégicos. Estados Unidos perdió terreno, al menos temporalmente.

Analicemos la acción desplegado por los gobiernos de Londres y Buenos Aires a poco de anunciarse el envío de la Task Force, inglesa, más de 25.000 hombres y un centenar de buques, incluyendo dos portaaviones, un submarino nuclear, destructores y fragatas, rumbo al Atlántico Sur.

El antes mencionado almirante estadounidense Harry Train, durante una conferencia dada en la Escuela de Guerra Naval argentina el 26 de noviembre de 1986, sostuvo:

“Entre el 02 de Abril y el hundimiento del Belgrano, el 02 de Mayo de 1982, las autoridades argentinas actuaron en la convicción de que estaban envueltas en el manejo de una crisis diplomática. Los británicos lo hicieron en la convicción de que estaban en guerra.”

En esta diferente apreciación del conflicto reside una de las claves de la derrota argentina. Las autoridades de la Junta Militar no tomaron las medidas que hubieran volcado a su favor el escenario estratégico. No aprovecharon la oportunidad para emplear buques de carga en el transporte de artillería pesada y helicópteros para sus combatientes y equipo para prolongar la pista de Puerto Argentino a fin de que pudieran operar los A-4 y los Mirage desde el archipiélago.

La presencia de aviones en tierra sumada, tal vez, a la del crucero General Belgrano, convertido en emplazamiento de artillería de largo alcance, hubiera impedido el martilleo constante de las fragatas ingleses sobre las líneas argentinas.

Para algunos analistas, el gobierno militar, cortejado por los petroleros tejanos que aseguraban contar con el apoyo de Washington, estaba convencido de que la presión norteamericana obligaría, finalmente a Londres a aceptar una solución diplomáticas que respetara los intereses de las partes.

Se planteó una política de “legítima defensa”, a partir del primer incidente en las islas Georgias, en que Gran Bretaña apeló a la fuerza para impedir la permanencia de los trabajadores argentinos contratados por el chatarrero David Davidoff para desmantelar viejas estructuras de las abandonadas estaciones de caza de ballenas. Davidoff había firmado un contrato con el gobierno de Londres para efectuar esas tareas. Todo señala que el pretexto de que el campamento de civiles había ostentado una bandera argentina en el lugar, hecho que no representaba ningún riesgo como eventual antecedentes jurídico en la disputa de soberanía, formó parte de la estrategia de Thatcher para escalar el conflicto hasta desencadenar una guerra perfectamente planeada.

¿Por cual razón?. Porque la posición jurídica de la Argentina en el seno de las Naciones Unidas era de indiscutible fortaleza, a punto tal de que había pocas dudas en el contexto internacional de que, finalmente Inglaterra aceptaría negociar la restitución de la soberanía. Ante la fragilidad de la diplomacia. sólo restaba provocar un acto de fuerza, embretar a los militares de Buenos Aires en una trampa de la que no pudieran escapar impunemente.

Al zarpar la flota hacia las Georgias, a Buenos Aires le quedaba una sola opción: abandonar el campo y aceptar las condiciones de la “expedición punitiva” o hacer pie en Malvinas sin derramar sangre inglesa y así crear las condiciones morales para una negociación ante los ojos del mundo.

La operación del 02 de Abril, comandada por el almirante Carlos Büserr, fue impecable. Setenta buzos tácticos argentinos desarmaron a la guarnición de medio centenar de Royal Marines y abrió las puertas a la guarnición de desembarco.

Margaret Thatcher buscó permanentemente la guerra. Y lo logró cuando, en una decisión que ha sido calificada por muchos juristas como “crimen de guerra”, ordenó hundir por el submarino nuclear “Conqueror” al crucero “General Belgrano”, fuera de la zona de exclusión de 200 millas, arbitrariamente fijada por su gobierno para las naves y aviones argentinos, cuando navegaba, con todas las luces encendidas, rumbo a Tierra del Fuego, convencido de estar al abrigo de todo ataque.

Todo indica que lo hizo urgida por la presión de las Naciones Unidas, cuando la mediación del presidente del Perú. Belaunde Terry, la acorralaba para aceptar una salida pacífica.

El parlamentario escocés Tam Dalyell, laborista, lanzó una dramática acusación desde su banca:

“El cargo concreto es que la Primer Ministro, fría y deliberadamente, dio la orden de hundir el crucero “General Belgrano”, a sabiendas de que una paz honorable estaba a punto de lograrse, y con la esperanza de que los torpedos del submarino hundieran el plan de paz peruano que ofrecía dicha posibilidad”

Es más, Dalyell también afirmó contar con pruebas de que antes de la invasión argentina Gran Bretaña realizaba aprestos de guerra.

Dos días después de la dolorosa pérdida de vidas argentinas en el mar, los ingleses recibieron una contundente réplica: la aviación argentina hundió el crucero “Sheffield”. Londres, dijo un testigo presencial, se paralizó al difundirse la noticia. La guerra no iba a ser un paseo.

Así lo testimonian analistas militares de todo el mundo:

• El Coronel Jonathan Alford, vicedirector del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres sostuvo que …”Quizá con solo un poco más de fortuna en los momentos críticos, la Fuerza Aérea Argentina podría haber obligado a Gran Bretaña a abortar la expedición”.
• El as de la aviación francesa de la Segunda Guerra Mundial, Pierre Clostermann, declaró: “Las pérdidas sufridas por los ingleses representan la derrota más grande de la flota británica en los últimos 50 años. Los daños que le causó la Fuerza Aérea Argentina son increíbles. Si hubiesen explotado todas las bombas arrojadas sobre los barcos, la derrota de la flota británica hubiera sido la más grande de su historia.”
• El especialista en guerra aérea, Milton Thomas, aseveró: “El valor de las tripulaciones argentinas asombro, pero más llamó la atención de los expertos cómo sistemas de armas que no estaban muy actualizados fueron capaces de violar la avanzada defensa del navío que se tenían prácticamente por invulnerables”
• Jack Anderson, prestigioso comentarista político de Washington, escribió: “Por distintos motivos, según los informes secretísimos del Pentágono, entre el 60 y el 80 por ciento de las bombas usadas por los argentinos no estallaban. No menos de seis barcos británicos tenían bombas sin estallar en sus cascos. Entre las razones de ellos se contaban la vejez de bombas de 250 y 500 kilos y el deterioro de sus mecanismos, el hecho de que muchas bombas fueron valientemente arrojadas a alturas tan reducidas que sus espoletas no tuvieron tiempo para funcionar”.
• Pierre Darcourt, desde las columnas del diario francés “Le Figaro” reconoció que “ los británicos han subestimado el peligro que representaba la aviación de combate argentina, la determinación y el valor de sus pilotos” y recalcó que… “El “Sheffield”, hundido en pocos segundos por un misil Exocet lanzado desde un Super Etandard, era la avanzada radar del dispositivo naval británico con la misión de detectar al enemigo. Buque especializado en la lucha antiaérea, fue sorprendido por un ataque aéreo llevado a cabo admirablemente”

Al terminar la guerra, la lista de bajas de la flota incursora fue la siguiente:

04 de mayo de 1982. Destructor Sheffield. Hundido por un Exocet.
12 de mayo de 1982. Destructor Glasgow (gemelo del Sheffield) Fuera de combate por bombas aéreas.
21 de mayo de 1982. Crucero liviano Antrim . Varios impactos de bombas sin estallar. Averiado.
23 de mayo. Fragata Argonaut . Gravemente averiada.
24 de mayo de 1982. FragataAntelope. Hundida por bombas aéreas.
24 de mayo de 1982. Transporte de tropas Sir Lancelot. Averiado; bombas sin estallar.
25 de mayo de 1982. Destructor Coventry (gemelo del Sheffield). Hundido por bombas aéreas.
25 de mayo de 1982. Carguero Atlantic Conveyor. Hundido por Exocet.
25 de mayo de 1982. Fragata Broadsword. Averiada por bombas sin estallar.
30 de mayo de 1982. Portaaviones Invincible. Averiado por Exocet y bombas aéreas.
08 de junio de 1982. Transporte de tropas Sir Tristam. Destruido por bombas aéreas.
08 de junio de 1982. Transporte de tropas Sir Galahad. Destruido por bombas aéreas.
08 de junio de 1982. Barcaza de desembarco tipo LUM. Hundida por bombas aéreas.
12 de junio de 1982. Destructor Glamorgan. Fuera de combate por un Exocet lanzado desde tierra por un equipo móvil de la Armada Argentina.

¿Pudo la Argentina ganar una guerra contra Gran Bretaña? La respuesta es no, si por tal consideramos un conflicto bélico extendido en el tiempo. ¿Pudo la Argentina derrotar a la flota inglesa en Malvinas, con lo cual era muy probable el derrumbe político de Mrs Thatcher y su reemplazo por un gobierno laborista que posibilitara una equitativa solución del histórico litigio?.

En este caso la respuesta es sí. La importancia de las bajas experimentadas por la Task Force, el comienzo del invierno y los problemas de reequipamiento que experimentada el Almirante Woodward, comandante en jefe de la flota incursora, así lo hacen suponer.

Queda, tal vez, una pregunta por satisfacer. Si los intereses de los petroleros tejanos movilizaron a buena parte del gobierno de Ronald Reagan a asociarse con la Argentina para explotar los hidrocarburos de su plataforma continental submarina, ¿por qué, en definitiva, Estados Unidos terminó por abrir los arsenales de la NATO para proveer de armas de avanzada tecnología a Inglaterra, misiles aire-aire Sidewinder de última generación, misiles antiradar para atacar a las baterías antiaéreas argentina y las bombas guiadas por laser Pavewy II de alta precisión, además de combustible y buques-taller que emparcharon los buques averiados para mantenerlos a flote?

Breves palabras para referirnos al cuadro estratégico mundial en esa época. La Unión Soviética controlaba Cuba en América Latina, donde bullía la guerrilla subversiva; tenía sus soldados y gobiernos amigos en Angola, Mozambique, Somalia, Etiopía, Yemen, Argelia y Libia; en el Medio Oriente varios gobiernos árabes eran aliados tácticos en la lucha contra Occidente e Israel y en el Extremo Oriente se alzaba el nuevo coloso chino, todavía adversario de Estados Unidos y sus socios.

Los dirigentes rusos comenzaban a advertir los primeros síntomas de disolución de su imperio, ante el desafío económico y tecnológico que le planteaba Ronald Reagan, con su anunciada estrategia de defensa espacial (“Guerra de las Galaxias”) que restablecería la supremacía norteamericana. Sólo les quedaba, a juicio de muchos analistas, la huida hacia adelante; es decir, lanzarse a la conquista de Europa para ampliar su espacio y tomar posesión de sus modernas industrias.

El balance de poder establecido por la mutua capacidad de destrucción por medio de los misiles intercontinentales obligaba a la Unión Soviética a poner en práctica la vieja táctica leninista de comer el salchichón tajada a tajada. Y a especular con que el horror a la devastación nuclear limitara una eventual guerra al escenario europeo, donde contaba con la enorme ventaja que le daban sus instalaciones de misiles de alcance medio, armas tácticas que podían resolver el conflicto en zona geográficamente limitadas, llegando al borde del holocausto atómico, pero sin cruzar el límite.

Reagan, mientras intentaba, aún hoy no se pudo lograr el objetivo, armar su defensa espacial, necesitaba imperiosamente disuadir a los rusos de avanzar sobre Europa Occidental. Sólo podría lograrse ese objetivo, instalando sus propios misiles de alcance medio en bases europeas.

En ese momento surgió la garra política, la audacia y determinación de Thatcher. Ofreció facilitar, como realmente lo hizo, a Reagan bases en Inglaterra y en otros países de Europa (Alemania, Francia e Italia, entre otros) para que los misiles “Pershing” de mediano alcance equilibraran la ventaja estratégica de la URSS.

Ese fue el precio. Ronald Reagan no tenía opción posible. Entre los intereses de los petroleros tejanos, que en circunstancia normales hubieras sido decisivos y la necesidad de preservar a los Estados Unidos de un peligro cierto de enfrentar una guerra de consecuencias impredecibles, no vaciló.

La Argentina se encontró sola frente a su desafío histórico.

Fuente: http://www.harrymagazine.com. Publicado en octubre 2004

FUERZAS ARMADAS SIN DIENTES POR RECORTES: PELIGRO DE PORTAAVIONES SIN AVIONES EN LA LUCHA POR LOS RECURSOS


By Tim Shipman (*)

Podrían quitarle a las Fuerzas Armadas la capacidad de lanzar ataques anfibios y serían dotadas de portaaviones sin aviones. También podrían enfrentar un recorte en el número de fragatas, se supo anoche.

Altas fuentes de Defensa revelaron que las Fuerzas Armadas enfrentarán una enorme disminución en su capacidad operativa a menos que la Tesorería encuentre más dinero para consolidar el plan de Revisión de Defensa Estratégica.

El Canciller George Osborne está exigiendo que el Ministro de Defensa concrete recortes del 10 % en el gasto anual.

Bajo amenaza: El número de fragatas de la Armada podría recortarse. Las 18 programadas para ser construidas podrían reducirse a sólo 6. Esta es la prioridad para reducir en 10 % los 38.000 millones de libras esterlinas en el presupuesto del Ministerio de Defensa.

Pero altas fuentes del gobierno dicen que el Secretario de Defensa, Liam Fox y los tres Jefes de Estado Mayor están advirtiendo que ir más allá de un recorte del 4 % obligará a Gran Bretaña a abandonar importantes capacidades de defensa.

La mayoría de las decisiones se tomaron, en principio, en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad durante la semana pasada, e involucrarían los planes para construir a dos nuevos portaaviones.

Pero los Ministros todavía discuten sobre un exceso de fondos anuales de 1.500 millones de libras esterlinas. A menos que la Tesorería consiga esos fondos, la Armada se verá obligará a reducir su flota anfibia de desembarco, reduciendo la capacidad de Gran Bretaña de emprender una guerra expedicionaria. Ello obligará a desechar aviones a reacción, Tornado de la RAF o 3 Escuadrones de Harrier serán desprogramados pronto.

Una alta fuente admitió anoche que esto llevaría a una reducción de la capacidad, significando que los nuevos portaaviones saldrían sin aviones.

Revisión: El Secretario de Defensa, Liam Fox anunciará la primera parte de los recortes el próximo lunes. Esto obligaría a los Jefes de las Fuerzas Armadas a pedir prestados aviones al Cuerpo de Marines norteamericanos u a otro aliado.

El número de fragatas ha ser construidas podría reducirse de 18 a 6. El acuerdo debe hacerse el viernes, cuando se publiquen los planes.

El Dr. Fox y el Secretario de Asuntos Exteriores, William Hague, revelarán la primera parte de la Revisión de Defensa el lunes cuando el Gobierno publique un documento sobre las amenazas de seguridad de Gran Bretaña y la perspectiva estratégica general del Reino Unido.

David Cameron expondrá el martes ante el Parlamento un detalle de lo que precisamente recortará. El presupuesto de las Fuerzas Armadas estará asegurado hasta después que las tropas británicas se retiren de Afganistán. Pero Fox planea ahorrar cientos de millones de libras retirando el Ejército de sus guarniciones alemanas.

Fuentes oficiales gubernamentales han sido perspicaces en tratar la Revisión de Defensa como un ejercicio muy formal sobre las decisiones que han sido tomadas en el Consejo de Seguridad Nacional y que fueran planteadas por el Primer Ministro para contemplar todos los aspectos de la seguridad de Gran Bretaña.

En una decisiva reunión realizada ayer, no se pudieron resolver las diferencias. Sin otras reuniones previstas, las cuestiones de fondo probablemente serán tratadas en los próximos dos días durante reuniones privadas entre el Dr. Fox, Mr. Osborne y Mr. Cameron.

Cuando el Gabinete discutió ayer la Revisión de Defensa y los gastos, Mr. Cameron advirtió que en adelante habría “decisiones duras” y que el Gobierno está en “un camino duro”. Le dijo a sus Ministros: “Ninguna piedra quedará sin ser removida, ningún gasto por pequeño que sea podrá escapar del microscopio de eficacia. Ninguna opción dura se ha obviado. Si nos unimos para combatir la deuda hoy, en unos pocos años los resultados serán vistos por todos”.

El mes pasado se supo que el Dr. Fox había advertido a Mr. Cameron en una carta, que los recortes draconianos al presupuesto de las Fuerzas Armadas no se podrían efectuar sin tenerse en cuanta “las graves consecuencias”.

El Dr. Fox dijo que los Conservadores arriesgan “con destruir mucho de la reputación y el capital que se han construido en defensa. Advirtió sobre la existencia de una “reacción brutal” cuando estemos en guerra, si no reconocemos los peligros y continuamos empujando para que se concreten tales cortes draconianos”.

(*) Deputy Political Editor at Daily Mail

Fuente: http://www.dailymail.co.uk/. Publicado el 13 de octubre de 2010
Traducción no oficial por Roberto Briend

11 de octubre de 2010

FALKLAND ISLANDS? O ISLAS MALVINAS, DICE UN FUNCIONARIO DE LOS ESTADOS UNIDOS, A MANERA DE DESAIRE A GRAN BRETAÑA POR LA PLATAFORMA DE EXPLORACIÓN

Por Ryan Kisiel

Malvinas: Philip Crowley utilizó el nombre en español de Islas Malvinas durante una serie de malhumorados debates entre diplomáticos británicos y estadounidenses.

Muchos temores se suscitaron ayer por la noche, pensando que los Estados Unidos podrían traicionar a Gran Bretaña sobre el futuro de las Islas Malvinas, después que un alto funcionario estadounidense llamó a las islas por su nombre en español.

El Subsecretario de Estado, Philip Crowley, se refirió a las islas como "las Islas Malvinas" durante una serie de malhumorados debates con diplomáticos británicos.

El uso del nombre en español por parte de funcionarios estadounidenses se ha sumado a la creciente preocupación que la administración de Barack Obama está a favor de la causa argentina en la disputa sobre los derechos de perforación de petróleo en el Atlántico Sur.

Se supo ayer, que el mes pasado el Sr. Crowley respondió a una pregunta sobre las Falklands diciendo: «O las Islas Malvinas, dependiendo de cómo se lo vea".

Varios diplomáticos británicos han planteado serias preocupaciones en las últimas semanas, sobre el conflicto en curso. Las autoridades dijeron que varias llamadas telefónicas se hicieron y un e-mail fue enviado después de que el portavoz del Departamento de Estado llamó a las islas Malvinas por su nombre en español.

Cuando se le preguntó por qué los Estados Unidos eligieron permanecer neutrales pese a los viejos reclamos de Gran Bretaña, el portavoz evitó llamar dos veces a las islas por el nombre en inglés, Falkland, diciendo primero: "Como quieras llamarlas y luego utilizó el nombre que usa la Argentina.

El uso del nombre en español ha aumentado las ya tensas relaciones generadas cuando Hillary Clinton, apoyó el llamado de la presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner para conversar sobre la soberanía, mientras estaba en Buenos Aires la semana pasada.

Se trata de una “ruptura de las relaciones” de dos países que han tenido una relación especial en Irak y Afganistán.

Amigos: Hillary Clinton, izquierda, apoyó el llamado de presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, mientras ella estaba en Buenos Aires la semana pasada, para discutir sobre la soberanía.

Un funcionario del Pentágono, el principal responsable de proporcionarles a las fuerzas británicas "lo que sea necesario" en la campaña de las Malvinas en 1982, acusó ayer a la administración de Obama de insultar a Gran Bretaña. Richard Perle, entonces asistente del Secretario de Defensa dijo: "Creo que la utilización del término Malvinas es ofensivo para los intereses británicos”.

La Presidente Fernández de Kirchner ha puesto en marcha una serie de protestas contra las empresas británicas que llevan a cabo la perforación exploratoria de petróleo frente a las costas de Malvinas. El Gobierno británico ha desestimado sus protestas y afirmó que la soberanía de las Malvinas no está en duda.

El Subsecretario de Estado, Philip Crowley, dijo: "Estamos listos para ayudar si lo desean."

Fuente: http://www.dailymail.co.uk. Publicado el 11 de marzo de 2010

Traducción no oficial por Roberto Briend


“EL PUEBLO LLEVÓ A LOS MILITARES A LA GUERRA POR MALVINAS” - NICOLÁS KASANZEW CUENTA SU VERSIÓN DEL CONFLICTO

Por Graciela Esnaola

PERFIL: Nicolás Kasanzew, único periodista argentino que estuvo en las islas Malvinas los 74 días que duró la guerra, en abril de 1982, está en Salta, adonde vino invitado por la Asociación de Veteranos de la Guerra de Malvinas y los gobiernos provincial y municipal, para presentar su último libro “Malvinas por siempre argentinas”. Reside en Miami (EE UU), donde trabaja en la TV de habla hispana. Nació el 31 de mayo de 1948 en Salzburgo, Austria, y llegó a la Argentina cuando tenía 5 meses.

¿Qué recuerda del momento que pisó el suelo de las islas?

Una gran emoción porque yo, y creo que la inmensa mayoría de los argentinos, habíamos soñado durante toda la vida. Era un sueño hecho realidad. Después bastante rápido me di cuenta de que esto estaba hecho como un amague... Los militares argentinos no querían ir a la guerra, querían hacer un amague y retirarse, pero les salió mal porque el pueblo argentino no les dio posibilidades de retroceder. Yo hablé con el sobrino del entonces ministro de Defensa, Amadeo Frúgoli, y me contó que cuando Leopoldo Galtieri se dio cuenta de que Estados Unidos no iba a permanecer neutral, dijo que sacaría las tropas de las islas, a lo que Frúgoli le contestó: “Si sacamos las tropas de las islas ahora, la gente nos cuelga en Plaza de Mayo” . La gente había plebiscitado la guerra y todos los políticos apoyaron la ocupación de las Malvinas. Hasta un grupo de Montoneros se ofreció como voluntario. Inclusive, hubo una operación militar que fracasó, que era ir a dinamitar buques ingleses a Gibraltar, que se conformó por marinos y montoneros, uno de ellos experto en explosivos Malvinas fue una causa nacional y no la loca aventura de un General borracho, como nos lo quieren vender aquellos que quieren que la Argentina nunca levante cabeza. A Galtieri lo pescaron con un vaso de whisky en la mano un par de veces, le sacaron varias fotos, él tenía una voz aguardentosa que se prestaba a confusión. Yo hice una pequeña investigación y puedo decir que Galtieri no era alcohólico. Pero lo que importa no es eso, lo que importa es si condujo bien o no la guerra. Y claro que no la condujo bien, pero nadie lo juzga por eso, se insiste con el vaso en la mano.

¿Cómo se relaciona esto con la desmalvinización?

La desmalvinización no es otra cosa que lo que dijo Winston Churchil III, el 22 de junio de 1982, una vez terminada la guerra: “Hay que revolcar a los argentinos en el fango de la humillación”. Y nos estamos revolcando en el fango de la humillación hasta el día de hoy. Seguimos los designios de los políticos ingleses apoyados por los cipayos de nuestro país. Y esto ya tiene 28 años. Esta es una gran mentira histórica y una gran injusticia que fueron a pelear por la patria, no por una loca aventura.

¿Se puede dar vuelta esta historia?

Si no lo hacemos vamos a desaparecer como nación.

Es grave lo que dice...

Mirá, los países que no quieren tener Fuerzas Armadas (el brazo armado del pueblo), los países que se desarman, desaparecen como nación. Argentina tiene reservas acuíferas, territoriales, petrolíferas, tenemos vecinos que están armándose hasta los dientes y nosotros no tenemos Fuerzas Armadas. Entre muchísimas otras cosas que nos daría la reivindicación de la Guerra de Malvinas, que no es otra cosa que contar la verdadera historia con sus claros y sus oscuros, sería volver a existir como Nación porque no puede ser que no tengamos Fuerzas Armadas. Y esto no es belicismo sino necesario para preservar la paz. Porque tener un poderoso ejército disuasorio, honrado por la población y a los héroes que caminan entre nosotros antes de que se mueran, es una cuestión de justicia.

¿Cómo analiza la relación Malvinas-Proceso militar?

Primero, Malvinas no empieza en 1982 sino que hay 150 años de brega de los argentinos por recuperarlas. Segundo, ante una provocación de Margaret Thatcher, que manda sus buques de guerra a las islas Georgias, lo que hace el Gobierno del Proceso es pisar el palito e idear un amague que no pudo ser. Ese 02 de abril el pueblo invadió las plazas del país y en los videos de la época se escucha y se ve claramente que cuando Galtieri decía: “Yo, presidente de los argentinos”, era silbado, y cuando decía “les daremos batalla”, era ovacionado. La gente estaba plebiscitando la reconquista de Malvinas, haciendo una clara diferencia entre el gobierno de turno y la causa nacional de hacía 150 años. Los argentinos hubieran ido a la plaza con Isabelita, con Alfonsín, con el que se hubiera decidido a hacerlo. Hay fotos de esa manifestación donde se ven pancartas que dicen “Malvinas sí, Proceso no”. Este apoyo siguió durante todo el Proceso y terminó el 14 de junio en la rendición de Menéndez, en una explosión de frustración y bronca que la gente va de nuevo a Plaza de Mayo para protestar contra la rendición y nuevamente es apaleada por la policía del Proceso. Además, el Proceso llevó a cabo una guerra sucia, desatada por el marxismo, pero sucia, y por tanto inaceptable. Malvinas, en cambio, fue una guerra limpia, los nuestros rescataban a los ingleses, los ingleses a los nuestros, había códigos...

¿Cómo recuerda su tarea periodística? Usted fue una de las caras más visibles del periodismo durante la guerra de Malvinas, junto a Gómez Fuentes en ATC (actual Canal 7).

El estaba en el continente, nada que ver.

¿Bueno, qué recuerda Ud. que fue el único periodista que estuvo en las islas durante toda la guerra?

Para mí es un honor haber estado, aunque el secretario y el subsecretario de Cultura del gobierno de Raúl Alfonsín, Carlos Gorostiza y Marcos Aguinis, respectivamente, me dijeron de frente que yo no tenía derechos a trabajar porque era “la cara de Malvinas”; no se daban cuenta de que para mí es un honor hasta demasiado grande. Para mí la guerra de Malvinas son los veteranos, son nuestros héroes. Ellos usan lo de “la cara de Malvinas” como si fuera un insulto, cuando para mí es un honor haber estado allí.

¿Y sobre la información que mandaba qué tiene para decir?

Tengo la conciencia muy tranquila porque yo no desinformé ni mentí. Yo puedo probar eso. La desinformación triunfalista nacía y se propagaba desde el continente. La prueba mía es que el 90 por ciento de lo que mi camarógrafo y yo mandábamos nunca se puso en el aire; evidentemente, ese material no era funcional a la censura militar. Cuando volvimos, nuestros compañeros nos contaron que todo eso fue destruido.

¿Cómo salía el material de ustedes de las islas?

Había varias censuras. Yo tenía un censor en las islas que me impedía firmar tal o cual cosa y me hacía borrar otras, bajo amenaza de corte marcial. Porque un corresponsal de guerra está sometido al poder militar. Otra censura estaba en Comodoro Rivadavia, y la última en ATC, donde el Ejército hacía la última y definitiva censura. En definitiva, no quedaba casi nada. En parte, creo que puede deberse a que yo había desobedecido una orden para no filmar conscriptos “para que no vean que son bisoños”, si todo el país sabía que eran bisoños. Yo me negué a cumplir esa orden, primero, por ética periodística y, segundo, porque los soldados se ponían muy contentos cuando los filmábamos porque era la esperanza de que los pudieran ver en sus casas. Por ejemplo, la familia de Emilio (López, presidente de la Asociación de Ex Combatientes de Salta) lo vio en una de esas tomas que se emitieron.

Sin embargo, usted pudo conservar fotos que tomó con su propia cámara.

Yo sacaba con mi cámara cosas de la vida cotidiana de los soldados. Después de que hicieron desaparecer 7 rollos, logré guardar algunas diapositivas. Cuando se cumplieron 25 años del fin del conflicto, sufrí un nuevo ataque, esta vez desde el gobierno kirchnerista, a través de Gabriela Cerrutti y María Wembe, secretaria y subsecretaria de Derechos Humanos. Dijeron que yo era periodista de la dictadura, que había engañado al pueblo argentino, me quitaron la pensión otorgada por el Congreso Nacional a los civiles que participamos de la guerra. Desafié a Cerrutti a que encontrara una mentira mía en el archivo de ATC, por supuesto que no la encontró. En resumen, con altibajos, a mí me vienen persiguiendo desde hace 27 o 28 años por haber estado en Malvinas. Pero bueno, es un precio que estoy dispuesto a pagar porque nadie me quita el honor de haber estado allá, codo a codo con los soldados.

¿Por qué esta persecución de tantos años?

Yo soy un testigo incómodo. Cada cual estaba en su trinchera, pero yo andaba por donde podía y me dejaban, y eso me permitía una visión global, soy independiente, nunca pertenecí a las Fuerzas Armadas, nunca he sido de ningún servicio. Mi versión incomoda porque es políticamente incorrecta, completamente distinta, que se ha establecido como dogma, como pensamiento único sobre Malvinas en la Argentina.

¿Cree que en algún momento llegará el reconocimiento a los que pelearon en Malvinas?

La guerra de Malvinas tiene su propio peso histórico que se va a imponer cuando ceda la basura ideológica que está embarrando la cancha. Hoy a las Fuerzas Armadas no se les permite ni existir, es mala palabra todo lo que tiene que ver con ellas cuando en cualquier país normal existen y son respetadas. Así como nosotros tuvimos al Sargento Cabral, al Negro Falucho, ahora tenemos héroes caminando entre nosotros y mañana serán los héroes que inspiren a las futuras generaciones. Creo que el reconocimiento va a llegar algún día, no sé si lo vamos a ver nosotros...
¿Cómo era Mario B. Menéndez?

Un pusilánime, un tipo que no quería combatir, un tipo que nunca dio una orden de ataque ni de contraataque, uno de los muchos (por no decir todos) los Generales argentinos que demostraron que para ellos el “O juremos con gloria morir” del Himno Nacional es un sonido hueco.

“En todas las guerras de la historia de la humanidad pelearon chicos de 18 y hasta de 16 años. Los ingleses mismos tenían soldados de 16 años”.

“Sí teníamos armamento deficiente, pero también teníamos los Roland (artillería misilística), que en ese momento tenía el ejército suizo”.

“Los borceguíes de los soldados argentinos eran codiciados y eran el botín preferido de los ingleses; los de ellos se despegaban por el agua”.

“En la guerra hubo de todo, pero el Proceso trató de tapar las miserias y los gobiernos desmalvinizadores tratan de tapar las grandezas”.


Fuente: http://www.eltribuno.info. Publicado el 09 de octubre de 2010

ES LA AMARGA VERDAD: HOY NO PODRIAMOS ENVIAR UNA FUERZA DE TAREAS A LAS ISLAS MALVINAS


Por El Capitán Michael Clapp (*)

Nos acercamos a las Malvinas en condiciones casi perfectas. La espesa niebla nos protegía de los atacantes argentinos. Por desgracia, nuestra suerte no duró mucho, a la mañana siguiente, las nubes se levantaron, salió el sol, y nos convertimos en una presa fácil.

Como Comandante del Grupo de Tareas Anfibias, yo tenía 5.000 soldados y grandes cantidades de armas, municiones y suministros para desembarcar en Bahía San Carlos, una zona que pronto se hizo conocida como "el callejón de las bombas”.

No pasó mucho tiempo para que llegaran los primeros aviones argentinos. Ocultos por las bajas alturas hasta el último minuto, se descolgaban desde el cielo, dejando caer sus bombas sobre todo lo que veían.

Gracias a Dios que nuestros dos portaaviones, el HMS Hermes y el HMS Invincible, estaban ubicados algo alejados de la costa, aunque lo suficientemente cerca como para que sus cazas Sea Harrier pudieran darle a nuestros atacantes argentinos algo más en qué pensar, pero lo suficientemente lejos para quedar, ellos mismos, fuera de peligro. Para que no nos equivoquemos, si uno de nuestros portaaviones se hubiese hundido, hubiésemos perdido la guerra.

Muchos otros buques, sin embargo, no pudieron mantenerse fuera de peligro. Perdimos buques en la Bahía de San Carlos: las fragatas Ardent y Antelope, esta última en un intento heroico, valiente pero infructuoso de desactivar una bomba sin explotar. Nadie puede olvidar el ataque posterior al Sir Galahad, el buque de desembarco auxiliar de la Flota Real en la que tantos valientes guardias galeses perdieron la vida envueltos en un terrible infierno.

Esas pérdidas aún las tengo en mi mente. Pero esos hombres murieron haciendo lo que estaban entrenados para hacer y en la ejecución de una de las invasiones marítimas más ambiciosas y atrevidas de la historia naval británica. Sin dudas son cosas que suceden, pero el objetivo de recuperar las Malvinas para Gran Bretaña fue logrado magníficamente.

Pero si el sonido del traqueteo del sable político regresara al Atlántico Sur, ¿Podríamos hoy repetir aquel éxito? No estoy dudando de la determinación de nuestras Fuerzas Armadas, nuestros soldados, marineros y aviadores tienen una larga y orgullosa trayectoria para arrancar el éxito de la adversidad, pero siento decir que ya no tenemos ni los barcos ni el equipo para lanzar un ataque marítimo a un enemigo ubicado al otro lado del mundo.

Cuando estaba en un helicóptero en la cubierta del HMS Fearless el 06 de abril de 1982, con un clima muy adverso y en el centro del Canal Inglés, era parte de una fuerza de tareas integrada eventualmente por 111 buques. Hoy, después de los recortes de gastos producto de la reducción presupuestaria de defensa del 5 al 2,5 por ciento del PIB, la otrora temible Armada Real cuenta tan sólo 40 barcos y submarinos.

Es cierto que no todos los buques que integraban la fuerza de tareas en 1982 fueron barcos de la Armada Real, también había buques civiles. Veinte y dos pertenecían a la Auxiliar Royal Fleet y la Marina Mercante se unió con 42 de los suyos, como el de Canberra, el Atlantic Conveyor, y por supuesto, el Queen Elizabeth 2, perteneciente a la empresa Cunard, que transportó a la 5ª Brigada del Ejército, a lo largo del Atlántico.

Los barcos comerciales prestaron un vital apoyo, pero ahora ciertamente no podríamos tener el mismo consuelo. Si la flota de la Marina Real se ha reducido espectacularmente desde 1982, en aquel entonces tenía 55 fragatas y destructores hoy tiene 24, la flota mercante británica ha desaparecido. ¿Quién sabe dónde podríamos obtener hoy los buques para apoyar una guerra en el Atlántico Sur?

Menos barcos no siempre significan una fuerza de combate menos eficaz, por supuesto. Los grandes y nuevos buques de desembarco anfibio, HMS Albion y HMS Bulwark, son mucho mejores que el Fearless, que tenía casi 20 años de antigüedad cuando se embarcó rumbo a las Malvinas. Aún así, ellos debieron enfrentar algunos problemas cuando se estaban construyendo, y ciertamente hay dudas sobre su eficacia en un entorno de combate.

También tenemos a un sólo portaaviones efectivo, el HMS Illustrious. Por desgracia, sus pilotos y los bombarderos Harrier GR9 están casi permanentemente desplegados en Afganistán. El Sea Harrier que resultó tan útil en las Malvinas hace tiempo que ha pasado a ser chatarra.

De hecho, la Marina tiene tan pocos aviones disponibles que tuvieron que pedirle al Cuerpo de Marines de los Estados Unidos algunos de ellos, sólo para proporcionarles un poco de entrenamiento a las tripulaciones de Illustrious.

Las cifras son desalentadoras mires donde mires. Tuvimos 320 mil miembros de las fuerzas armadas en 1982, ahora tenemos 188.000. Y con tantos soldados que sirven en diferentes teatros alrededor del mundo, ¿De dónde podríamos sacar los miles de tropas de élite que permitieron ganar el conflicto de 1982?

Y así sucesivamente. En 1982, teníamos 17 destructores y se enviaron 8 a las Malvinas. Ahora tenemos sólo 7 y muchos de ellos están dedicados a proveer la vigilancia marítima en otros lugares.

Es preocupante, ya no tenemos los suficientes barcos para decir que si tenemos un problema lo iremos resolviendo en el camino. Como cuando el General Julian Thompson, quien comandó la 3ª Brigada de los Royal Marines durante el conflicto de las Malvinas, dijo: "Tenemos algunos soldados excelentes. El problema es llegar allí".

Entonces, ¿Qué debemos hacer? Bueno, en honor a los 258 valientes que dieron su vida en 1982 y para apoyar a los isleños con orgullo británico, es esencial que hagamos algo.

Lo que estamos viendo sólo puede ser un poco de ruido de sables, un intento de la Presidente Kirchner de distraer al electorado de sus propios problemas, pero el ruido de sables rápidamente se convierte en algo más cuando se percibe el aroma debilidad de su enemigo.

Después de todo, debemos recordar que uno de los eventos que llevaron a la última invasión argentina fue el anuncio de los planes de retirar el buque de patrulla antártica, HMS Endurance. Eso fue sólo una nave, ahora es el estado deplorable de toda nuestra flota el que podría estar enviando un mensaje similar.

La continua incertidumbre que rodea los dos nuevos portaaviones clase Queen Elizabeth, que deben entrar en servicio a finales de esta década, a un costo de miles de millones, se debe resolver lo antes posible después de la próxima elección general.

La campaña de las Malvinas fue un triunfo para las fuerzas armadas de Gran Bretaña, que desde un punto de vista naval requirieron la flexibilidad necesaria, el ingenio y una gran cantidad de buques. La simple verdad es que ya no tenemos más esa capacidad.

(*) Michael Clapp es co-autor de un informe sobre la política de defensa que se publicará este mes por la Asociación de Defensa Nacional del Reino Unido.

Fuente: http://www.dailymail.co.uk/ Publicado el 19 de febrero de 2010

Traducción no oficial por Roberto Briend

9 de octubre de 2010

COMENTARIOS DE UN MALVINENSE - "NO VAMOS A SER INTIMIDADOS POR USTED, VIEJA CARA DE PLÁSTICO"

Por Lisa Watson (*)

En una reunión de ganaderos, dedicados a la cría de ovinos en las Islas Malvinas, que se celebró en la sala de la Junta de Negocios de Puerto Stanley la semana pasada, un hombre corpulento que vestía una camisa a cuadros y ropa para esquilar ovejas se quejó a sus colegas:

“Algunos compañeros agricultores, encantados como por el canto de los cisnes, se dedicaron a la búsqueda del dinero extra que ofrece la visita de turistas que traen los cruceros, cuando deberían haber permanecido en sus propias granjas engordando corderos para enviar al matadero".

Un amable colega se inclinó sobre él, le dio una palmada reconfortante en el hombro y les contestó con ironía: "Los cruceros no serán un problema ahora compañero, los argentinos han inclinado el negocio hacia ellos".

Los apuestos pero curtidos rostros del grupo de jóvenes agricultores se iluminaron divertidamente por el giro positivo del último intento argentino de impedir la economía de las Malvinas. Pero en el fondo, nadie subestima la gravedad potencial de la situación.

Casi al mismo tiempo, la presidente Cristina Fernández de Kirchner, (o "vieja cara de plástico", como en las Islas Malvinas se refieren a ella de acuerdo a los informes que llegan de Buenos Aires sobre su apariencia quirúrgicamente mejorada), decretó que "una aprobación previa va a ser necesaria” para los buques que naveguen entre las costas de la Argentina y las aguas reclamadas por ella, y las Islas Malvinas.

El turismo transportado por los cruceros es la segunda fuente de ingresos en la economía de las Malvinas y, un hecho que preocupa, es que muchos barcos comienzan sus viajes de aventura por las Falkland y la Antártida en el puerto argentino de Ushuaia.

Si la Argentina insiste con los permisos para los buques en ruta hacia las Islas Malvinas, existe la posibilidad que esos permisos sean negados o también que los buques sufran retrasos.

Sorprendentemente, Ushuaia ha sido perturbada por el anuncio. Un periódico argentino con sede en esa región, El Diario del Fin del Mundo, publicó un artículo el viernes último, expresando su preocupación porque sus intereses comerciales podrían ser dañados por los requisitos exigidos.

Con ocho cruceros previstos para navegar entre Ushuaia y Malvinas antes del cierre de la temporada, a finales de marzo, el autor del artículo se preguntó: "¿Quién emitirá los permisos?

En general para los habitantes de las islas, el decreto no es una sorprendente noticia, la Argentina ha estado tratando de destruir la economía de las Malvinas durante muchos años. Por lo tanto, fue reconfortante, esta semana, leer algunas agresivas respuestas de la prensa británica.

"Argentina es su propio peor enemigo, así como el nuestro"


Su patriótica y protectora postura sobre un pequeño y vulnerable territorio de ultramar podrían darles alguna esperanza y Tony Curran, director de nuestro periódico (El Penguin News, ¿de qué otra manera podríamos llamarlo?) escribió: "Tal vez uno de los mejores resultados de los últimos días ha sido el renovado interés de los medios de comunicación del Reino Unido por los asuntos de las Malvinas.

Al mismo tiempo, con asombro hizo hincapié en lo poco que el público británico entiende nuestra situación actual, frente a la victimización de nuestro mucho mayor vecino que es un hecho cotidiano.

Desde la guerra de 1982, de la que recuerdo como la hija de un granjero asustado de 12 años de edad, la economía de las Malvinas ha crecido fuertemente por la venta de licencias de pesca de calamar a una gran cantidad de países amantes de calamares como lo son Corea, España, China y Taiwán.

Los ingresos de la pesca han transformado a Stanley, de una pequeña comunidad cada vez más desvencijada, con una población que se reducía rápidamente, en una atractiva ciudad que cuenta con una escuela moderna, un centro de visitas turísticas, cientos de nuevas casas pintadas de vivos colores y grupos de adolescentes portando los modernos iPod por todos los rincones.

Pero, ¿cómo nos acosan nuestros diabólicos vecinos?

Sólo para empezar, las autoridades del país "permiten" actualmente un vuelo comercial semanal entre Chile y las islas (que no tiene más remedio que volar a través del espacio aéreo argentino) y han prohibido los vuelos chárter a las Malvinas. Estos vuelos fueron muy importantes y son los más utilizados para el movimiento de pasajeros de los cruceros y para el transporte de mercancías.

Nosotros, los habitantes de las islas somos particularmente afectos a mantener relación con nuestro benigno vecino Chile, y no queremos perder esa relación.

Una importante comunidad chilena ha crecido en las Islas Malvinas, trabajamos y compartimos muchas cosas y no hay mejor final para una noche que asistir a una animada fiesta chilena y terminar bailando reggaeton (American hip-hop) o moviéndonos al ritmo de la salsa.

Desafortunadamente, la interrupción del nexo entre nuestros países es una prioridad para la Argentina. Únicamente por un poco de deporte, las autoridades argentinas insisten en que si un vuelo regular se retrasa por cualquier motivo, el mal tiempo por ejemplo, otro permiso debe ser extendido a continuación, para que el avión pueda viajar otro día a través de su espacio aéreo.

El decreto argentino sirve probablemente para profundizar los conflictivos reclamos sobre la pertenencia del petróleo existente dentro de las aguas territoriales de las Islas Malvinas.

Por supuesto la mayor industria de las Islas Malvinas tiene poco que ver con los visitantes y mucho con lo relacionado con el desagradable pero muy lucrativo calamar. No sorprende que el gobierno argentino este perfectamente consciente de ello, y ha pasado los últimos años haciendo todo lo posible para dañar la principal fuente de ingreso de las Malvinas, la venta de las licencias de pesca.

En los últimos años, la Argentina informó a la industria pesquera internacional que quienes insistieran en la compra de licencias a las Malvinas no serían bienvenidos en la zona de pesca argentina, sustancialmente mayor.
Por lo que yo sé, en realidad esto actualmente no ha resultado ser un gran problema. Negocios son negocios después de todo, y si los buques pesqueros coreanos, chinos y españoles escuchan rumores, (o tal vez usen la tecnología; persiguiendo cefalópodos, no es mi área de especialización), de que el calamar se encuentra en la zona de las Malvinas, entonces parece que no lo tienen en cuenta.

Y hemos oído que si ellos, al año siguiente, desean una licencia argentina, simplemente cambian la bandera del buque, cambian unas pocas letras en su nombre y lo pintan de color rosa en vez de púrpura. Una vez más no puedo jurarlo, pero son muy astutos.

Las autoridades de la Argentina, actualmente “permiten" un vuelo comercial semanal entre Chile y las islas, pero han prohibido los vuelos chárter a las Malvinas.

Por desgracia, el problema no termina ahí. Si fuera posible construir un enorme y bonito muro alrededor de las Malvinas y su zona de pesca, la vida sería muy buena. Pero compartir el mar con la Argentina significa sufrir su actitud desvergonzada e irresponsable hacia la existencia de peces.

A pesar que pagamos fortunas en equipos y personal para monitorear las poblaciones de peces, y cerramos la temporada de pesca antes de tiempo si las cosas se ven mal, la Argentina se niega a cooperar y jugar el juego de la sostenibilidad.

Es su peor enemigo, también para nosotros. Argentina tiene visitantes de los cruceros y nosotros también, ellos tienen calamares y nosotros también, sin embargo parecen estar dispuestos a alterar las cosas por sí mismos a fin de que las Malvinas sufran las consecuencias.

Parece que gran parte de su tiempo, es gastado en exigir que nuestros representantes sean expulsados de las conferencias internacionales sobre todo las relacionadas con el petróleo, la agricultura, el turismo y la pesca.

Yo podría decir que preferiría que nuestro vecino nos haga vivir con miedo de nuestros medios de vida y de nuestras vidas. Pero para todos, nuestra determinación de vivir la vida con serenidad, a pesar de esta persecución insistente, puede ser una existencia agotadora cuando cada paso valiente hacia la autosuficiencia es perseguida por el acosador en las sombras.

(*) Lisa Watson, ex editor del Penguin News, Puerto Stanley

Fuente: http://www.dailymail.co.uk Publicado el 09 de octubre de 2010

Traducción no oficial por Roberto Briend