17 de agosto de 2019

HERIDO Y EXHAUSTO, NO QUISO REPLEGARSE: MURIÓ AFERRADO A SU FUSIL, AL GRITO DE VIVA LA PATRIA, MIENTRAS DEFENDÍA A SUS SOLDADOS EN MALVINAS

La del Subteniente Oscar Silva es una de las historias de la guerra de 1982, en la que su heroísmo y entrega provocó la admiración de sus compañeros y del propio enemigo al que combatió. Murió en la batalla final. Encontraron su cuerpo dos días después con su dedo en el gatillo. Iba a casarse ese año con su novia Patricia

Por Adrián Pignatelli

Oscar Augusto Silva murió en la cruenta batalla de Tumbledown, el 13 de junio de 1982. Tenía 26 años
Oscar Augusto Silva murió en la cruenta batalla de Tumbledown, el 13 de junio de 1982. Tenía 26 años

Exhausto. Esa fue la impresión que tuvo el Teniente de Corbeta Carlos Vázquez, del Batallón de Infantería de Marina 5, cuando vio venir, desde su posición en Tumbledown, al Subteniente Oscar Augusto Silva, acompañado por los pocos soldados de su sección que aún lo seguían. Maltrechos, agotados, se les notaba en sus uniformes las huellas del combate y bastaba un simple vistazo para darse cuenta que tampoco habían comido decentemente.

La pregunta de Silva lo descolocó:

-¿Necesitás una mano? ¿Querés que me quede? Podemos seguir peleando.

Silva tenía a su cargo una sección de tiradores de la Compañía A del Regimiento de Infantería 4. Ante la respuesta afirmativa del marino, con un puñado de soldados que se podían contar con los dedos de una mano, de los 45 originales de su sección, ocupó pozos de zorros vacíos que hasta hacía poco habían estado efectivos de la cuarta sección de Vázquez. Era el 12 de junio.


Mientras el grueso de la tropa continuó con la orden de aproximarse a Puerto Argentino, Silva y sus soldados, acoplados a los infantes de marina, esperarían el ataque inglés. Junto con un pelotón de cinco soldados le encomendaron cubrir el repliegue de la cuarta sección de la Compañía Nácar.

"El Sapo"

Ya en su San Juan natal, sus familiares y amigos supieron que el joven Oscar era especial. "Era muy querible", le contó a Infobae su hermana Ana Clara. En la familia era el "gordito", ya que había sido un bebé rollizo. En la escuela primaria, la Normal Sarmiento, había sido elegido como el mejor compañero.

La primera comunión
La primera comunión

Estudió en el Liceo Militar General Espejo, de Mendoza, de donde egresó como Subteniente de reserva. Luego, entró a la Escuela Naval y en cuarto año abandonó para cursar ingeniería en la Universidad de Buenos Aires. Al año comprendió que no era lo suyo y, luego de rendir las equivalencias, encaró los estudios como alumno de segundo año del Colegio Militar. Estaba en la segunda compañía. Para todos era "El Sapo", apodo que heredó de su padre.

Estudió en el Liceo Militar General Espejo, de Mendoza. Luego, entró a la Escuela Naval. Finalmente, luego de un paso por la Facultad de Ingenieria,  encaró los estudios como alumno de segundo año del Colegio Militar
Estudió en el Liceo Militar General Espejo, de Mendoza. Luego, entró a la Escuela Naval. Finalmente, luego de un paso por la Facultad de Ingeniería, encaró los estudios como alumno de segundo año del Colegio Militar

El Teniente Coronel retirado Guillermo Abraguín, quien compartió el cuarto con él en el último año, recuerda que era "alegre, siempre dispuesto a ayudar y se tomaba las tareas muy en serio". Resultó inolvidable el viaje que toda la promoción hizo, al final del curso, a los Estados Unidos. "En un comienzo los superiores lo reprendían, ya que tenía incorporadas costumbres y usos típicos enseñados en la Escuela Naval, distintos a los del Ejército", contó Abraguín.

Oscar Silva junto a su novia Patricia, con quien iba a casarse en 1982
Oscar Silva junto a su novia Patricia, con quien iba a casarse en 1982

Siempre que tenía franco, iba a su casa. "Su comida preferida era el churrasco con un huevo frito. Era muy paternal y con nosotras, sus hermanas, era muy celoso. Hacía un par de años estaba de novio con Patricia, con quien tenía pensado casarse durante 1982", contó Ana Clara.

Golpes de la vida

La vida le tendría preparado más de un golpe. Fue el 25 de noviembre de 1981 cuando los cadetes ensayaban la ceremonia que se realizaría unos días más tarde, donde recibirían sus sables de oficiales. Un superior se le acercó a Silva y le susurró algo. Oscar desapareció. Esa noche sus compañeros se enteraron que su familia había sufrido un grave accidente.

Habían salido de San Juan en auto para estar presentes en la ceremonia y, en una mala maniobra, el automóvil en el que viajaban volcó y su mamá Teresa Aída Rojo, "Chela", salió despedida del vehículo y falleció en el acto.

Silva con su madre, Teresa Aída Rojo
Silva con su madre, Teresa Aída Rojo

En el velorio, se acercó al ataúd y emocionado colocó entre las manos de su madre, una foto suya. "Para que me lleves con vos", le susurró.

Días más tarde, en el despacho del director del Colegio Militar, recibió el sable y los despachos de Subteniente. Su destino: el Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros.

A Malvinas, sí o sí

Cuando ocurrió la recuperación de las Islas Malvinas, el jefe del regimiento, el Teniente Coronel Diego Soria le ordenó quedarse en el cuartel. "Fue tal el escándalo que provocó, que en realidad nadie supo cómo, de un día para el otro, Oscar estaba embarcado para las islas", rememoró Abraguín.

El Regimiento 4, que llegó a las islas al amanecer del 27 de abril, estuvo originalmente destinado en Monte Well. Luego del combate de Pradera del Ganso, la unidad -que formaba parte de la III Brigada de Infantería- pasó a depender de la Agrupación Ejército Puerto Argentino. Su misión era la de defender la capital, distante unos 17 kilómetros.

Sufrieron, durante días, violento fuego de artillería, tanto de campaña como naval. Hasta que el 11 de junio llegó la orden de repliegue.

El infierno en la tierra

Sería imposible comprimir en un solo relato el combate de Tumbledown. En la noche del 13, en las trincheras junto a los infantes del BIM 5 de Vázquez, 44 hombres vivieron un verdadero infierno que había desatado el ataque de la tercera brigada de los Royal Marines, el segundo batallón de la Guardia Escocesa y algunos gurkas.

Fueron encarnizados enfrentamientos con disparos de fusil, ametralladora, morteros, bayonetas y hasta lucha cuerpo a cuerpo a puros golpes.

A las 18 horas de ese día, según refiere el propio Vázquez en un informe que elaboró tres años después, tuvo una última reunión con sus oficiales, de la que participó Silva. Coordinaron los detalles finales ante el inminente ataque británico.

El 13 de junio, en la batalla de Monte Tumbledown, Silva decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Tuvo que repetir la orden a sus soldados para que se replegasen. No lo querían dejar. Sólo pidió una ametralladora y un FAL. Y los cubrió mientras los ingleses avanzaban
El 13 de junio, en la batalla de Monte Tumbledown, Silva decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Tuvo que repetir la orden a sus soldados para que se replegasen. No lo querían dejar. Sólo pidió una ametralladora y un FAL. Y los cubrió mientras los ingleses avanzaban

Los argentinos veían cómo, luego de rechazar un ataque enemigo, otra oleada de soldados aparecía. Era una sucesión interminable, en el que eran superados 6 a 1, pero aun así se continuaba luchando.

Vázquez había pedido refuerzos, y en cada llamado le respondían que los mismos estaban por salir. A las 23 horas, el bombardeo provocó el corte de las líneas telefónicas.

Los británicos habían sobrepasado las posiciones argentinas, y soldados de ambos bandos se mezclaban, muchas veces sin distinguirse.

Cada tanto, Silva abandonaba su trinchera para saber cómo estaban sus soldados.

"Nos alentaba para que no perdiéramos nuestro valor, coraje y la confianza en nosotros mismos, al recordarnos que Dios nos protegía para obtener nuestra noble meta", reseñaría unos años más tarde en una carta el soldado Pablo Vicente Córdoba.

Además, el Subteniente se ocupaba de conseguir relevos para el fusil FAP, dado que al menos tres soldados que lo operaban habían muerto.

Cuando quiso asistir a uno de ellos, que había sido gravemente herido, recibió un tiro en el hombro derecho.

Silva comprendió que nada podía hacerse. Estaba herido y los ingleses avanzaban. Decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Tuvo que repetir la orden a sus soldados para que se replegasen. No lo querían dejar. Sólo pidió una ametralladora y un FAL.

La batalla de Tumbledown, por el artista Steve Noon
La batalla de Tumbledown, por el artista Steve Noon

De lejos vieron cómo, sacando fuerzas de quién sabe dónde, se incorporó y comenzó a disparar hacia las posiciones enemigas, al grito de "¡viva la Patria, carajo!". Fueron sus últimas palabras, antes de ser acribillado por el fuego inglés.

-Mi capitán, le dieron a mi Subteniente!

-¿Dónde le dieron? –preguntó Vázquez

-En el pecho, del lado izquierdo y tira mucha sangre por la boca –respondió el soldado, cuyo nombre Vázquez nunca supo.

Eran las 3 de la mañana del 14 de junio. Horas más tarde el General Mario Benjamín Menéndez firmaría la capitulación frente al general Jeremy Moore.

Cuando Vázquez fue tomado prisionero por tres ingleses, pidió llamar a sus hombres. Sólo seis se acercaron. El resto había muerto o había sido herido.

Aferrado a su fusil

Al amanecer del 15, el propio Carlos Robacio – jefe del BIM 5 y quien tuvo a su cargo a 700 efectivos de la Marina y a 200 soldados del Ejército en Monte Tumledown, Sapper Hill y Monte William- y un oficial inglés, recorrieron el campo de batalla, donde horas antes se había peleado con coraje. Ya los cuerpos de los 9 británicos muertos y los 52 heridos habían sido retirados.

Llamó la atención al jefe inglés el cuerpo de un argentino que, de cara al cielo con los ojos abiertos, aferraba obstinadamente su fusil y su dedo aún presionaba el gatillo. Quisieron quitarle el arma. Fue imposible. El inglés ordenó que fuera sepultado así y le hizo la venia, en señal de respeto.

Robacio le cerró los ojos y buscó la chapa identificatoria, porque el uniforme no se correspondía con el de un infante de marina. Era Oscar Silva.

Vázquez se lamentaría no haber podido identificar a otros soldados de Ejército que habían combatido junto a los infantes de marina en Tumbledown. Recomendó condecorar a Silva por "su heroico desempeño en combate".

La guerra de Malvinas dejó 649 argentinos muertos, 255 soldados británicos y 3 isleños
La guerra de Malvinas dejó 649 argentinos muertos, 255 soldados británicos y 3 isleños

Vázquez admitiría, tiempo después que "la noche del 13 y la madrugada del 14 de junio la cuarta sección no hubiera podido sostener la posición sino hubiera estado Silva".

Mientras tanto, la familia esperaba ansiosamente noticias. Se ilusionaban imaginándolo entre los prisioneros o que, tal vez, estuviera siendo atendido en un hospital. Fue un mes después que dos oficiales llegaron hasta su casa con la triste noticia.

Silva, de 26 años, sería la única baja de la promoción 112. Su regimiento tuvo 22 muertos y 121 heridos. Recibiría la condecoración "La Nación Argentina al valor en combate (post mortem)". Fue clave el testimonio del soldado Ramón Aguirre.

Homenajes

Cada cinco años, sus compañeros le rinden homenaje. En 2002, inauguraron en la plaza principal de la ciudad de San Juan un busto a su memoria; en 2007, colocaron un cuadro en el museo de la Segunda Compañía en el Colegio Militar; en el 2012, erigieron otro monumento en el Liceo Espejo y una placa en la Escuela Naval –uno de los oradores entonces fue el propio Vázquez- y en el 2017 una placa en el Regimiento 4.

"Era muy querible", repite su hermana Ana Clara. Ese es el motivo que en los actos en los que se lo recuerda, no sólo participan viejos camaradas del Ejército, sino también antiguos compañeros del Liceo Naval.

Uno de los bustos erigidos en su memoria
Uno de los bustos erigidos en su memoria

De todas maneras, el mejor homenaje es el que le hacen en la escuela donde estudió en San Juan. El profesor de Historia siempre habla de él y solicitó incluir en el plan de estudios, su desempeño en Malvinas.


Fuente: https://www.infobae.com

9 de agosto de 2019

MONUMENTO A LOS PILOTOS DE LA FUERZA AÉREA CAÍDOS EN ACCIÓN
















Lugar de ubicación

El Monumento a los Pilotos de Fuerza Aérea Muertos en Acción se encuentra situado en la ciudad de Río Gallegos, en un predio sobre la Avenida Centenario de la Infantería de Marina, entre las calles Chacabuco y Comodoro Rivadavia.

Historia

Después del 1° de mayo de 1982, cuando la Fuerza Aérea Argentina comenzó a experimentar bajas de guerra, como resultado de los combates aéreos, todos los pobladores de Río Gallegos se sentían apenados, asombrados, preocupados, especialmente los integrantes de la Comisión Directiva del aeroclub de Río Gallegos y sus allegados.

La proximidad de la pista de la Base Aérea con la ciudad, les permitía ver los aviones cuando despegaban y sobrevolaban la ciudad, antes de poner rumbo al mar, hacía Malvinas. Mientras se alejaban los contaban, luego, durante una casi eterna vigilia, esperaban ansiosos su regreso; finalmente, pasadas varias horas, cuando aparecían nuevamente contaban a los que regresaban, de esa manera, tenían una primera idea de cuántos habían sido derribados en esa misión.

Al finalizar el día, muchos de los pilotos se reunían en la casa de uno de los miembros de la Comisión, Señor Juan Gerónimo Bronzovic, cuyo pasado en la Fuerza Aérea Argentina, le había permitido conocer a muchos de los pilotos de A4B, a quienes veía como si fueran sus propios hijos. En el transcurso de esas veladas comentaban las heroicas acciones protagonizadas en esa jornada y también los derribos sufridos por la Fuerza Aérea; las pérdidas eran tan sentidas como quien pierde un familiar.

Durante aquellas tristes reuniones, los integrantes de la Comisión llegaron al convencimiento de que la actuación de los pilotos participantes en el conflicto debía quedar expresada de alguna manera. Pensaron que debía existir algo que representara el esfuerzo de muchos jóvenes para defender a la Patria, y que sirviera como recuerdo para las futuras generaciones. Al comienzo, muchos de ellos hablaron de un monolito, aunque no tenían una clara idea de lo que realmente sería lo más apropiado. Una dama, de las que asiduamente concurría a aquellas reuniones, se animó a proponer la convocatoria de un escultor y también la necesidad de comenzar a reunir fondos entre los amigos; esa mujer, que poco tiempo después falleciera, aportó varios nombres de algunos artistas. Alfredo Vergnole que, por aquel entonces era el secretario de la Comisión Directiva del aeroclub local, fue el encargado de remitir las notas de invitación para participar en la propuesta; lamentablemente ninguno contestó. Esa circunstancia llenó, a los integrantes del grupo de una enorme angustia.

Pocos días más tarde, un oficial destinado en la Base Aérea, el Mayor Víctor E. Rocca, aportó el dato de Francisco Pelló, artista español radicado en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, quién al ser contactado, respondió rápida y positivamente a la convocatoria. Pocos días más tarde, el artista se trasladó a Río Gallegos y se pactó la construcción del monumento.

Se conformó una “Comisión de Homenaje a los Pilotos de la Fuerza Muertos en Acción”, que sería la responsable de todos los aspectos relacionados a la construcción de un monumento y fundamentalmente a conseguir los fondos para concretar la obra.

La comisión estuvo integrada por:

·      Presidente: Juan Gerónimo Bronzovic
·      Vicepresidente: Carlos T. Fernández
·      Secretario: Alfredo Vergnole
·      Tesorero: Carlos A. López
·      Pro Tesorero: Roberto Gotti
·      Vocal Titular 1° Alfredo Tresguerres
·      Vocal Titular 2° Carlos A. Mayan
·      Vocal Titular 3° Salvador Pernias
·      Vocal Suplente 1° Domingo H. Bertini
·      Vocal Suplente 2° Ramiro O. Mallo
·      Vocal Suplente 3° Romualdo Mutti
·      Revisor de Cuentas Titular Cont. Julio García
·      Revisor de Cuentas Suplente Daniel E. Enciso

Muchos de ellos habían desarrollado actividades de vuelo, formaban parte del Aeroclub de Río Gallegos o eran empleados de YPF; Carlos Fernández era un empresario descendiente de una vieja familia ligada a la aviación; Alfredo Tresguerres era corresponsal de la Nación, hoy fallecido, al igual que otros integrantes de la Comisión.

Interminables reuniones se sucedieron sin llegar a concretarse algún modo de acción que orientara las tareas; la situación de esclareció con el oportuno asesoramiento brindado por el director del diario La Opinión Austral, Sr. Alberto Segovia, quien había integrado la comisión que se encargó del monumento al General San Martin, hoy ubicado en un lugar de honor en la plaza del mismo nombre de la ciudad de Río Gallegos.

Las primeras gestiones del Presidente de la Comisión estuvieron encaminadas a conseguir un espacio donde ubicar el monumento; la intendenta, Dra. Ángela Gerónima Sureda, al comprobar la seriedad del proyecto, adjudicó un cantero en la Ría. Posteriores gestiones lograron que el empresario local, Señor Vittorio Gotti, contribuyera desinteresadamente con el material necesario para levantar la sólida base de mampostería del monumento.

Por otro lado, la comunidad de la ciudad de Río Gallegos se sensibilizó con el proyecto e hizo grandes aportes que cubrieron sobradamente los gastos del monumento.

Finalmente, el monumento fue construido con los aportes de la comunidad de la ciudad de Río Gallegos y su autor fue el pintor, escultor y escenógrafo español Profesor Francisco Pelló Hernandis.

Detalles y simbología

            Es una obra de bronce y cemento

La plataforma de sostén tiene una forma triangular y se previó que, en su cara anterior, se ubicaría el nombre del monumento; cada una de las otras dos caras debían quedar libres de placas.

            Sobre la base, surgen dos alas de 7,50 metros de desarrollo que se apoyan en un único punto; las alas simbolizan el vuelo de los pilotos con sus aviones A4B, a bordo de los cuales realizaron innumerables actos heroicos, tal como lo exaltara el piloto francés, héroe de la II Guerra Mundial, Pierre Clostermann durante su visita a la Fuerza Aérea Argentina, con posterioridad a la finalización del conflicto.

            La imagen de un piloto de 2,70 metros de altura, realizado en bronce, se apoya con su pie derecho sobre las alas, dando sentido de firmeza a sus convicciones; el pie izquierdo se encuentra como avanzando, queriendo manifestar que “Volveremos a rescatar nuestras Islas Malvinas”. El piloto mira al frente, al visitante y al continente, como diciendo: “Así será, y será justicia”. Su mano izquierda se apoya sobre el corazón como diciendo: “Nosotros dimos todo, hasta nuestras vidas, no se olviden”. El brazo derecho extendido, apunta hacia nuestras Islas Malvinas como diciéndonos: “Allí están nuestras islas y allí está nuestro enemigo, volveremos a rescatarlas de los piratas ingleses, y también será justicia”. El casco de vuelo está depositado en el suelo, simbolizando a todos nuestros gloriosos héroes ausentes.

En cuanto al rostro del piloto, Pelló realizó siete dibujos, que fueron presentados a los miembros de la Comisión, quienes eligieron la que finalmente luce la escultura del piloto. No tenía que ser nadie en particular, tenía que ser una que simbolizara a todos.

A mediados del año 1983, antes de ser trasladada a Rio Gallegos, la figura en bronce del piloto, estuvo expuesta en el hall central del Banco de la Nación Argentina de la ciudad de Rosario.

El escultor con la figura del piloto en el Banco de la Nación Argentina en Rosario

Inauguración

El 19 de diciembre de 1983, en circunstancia de conmemorarse el 98° aniversario de la fundación de la ciudad, la Comisión de Homenaje, en conjunto con las autoridades municipales, procedieron a inaugurar el monumento; los Señores Juan Gerónimo Bronzovic y Arturo Puricelli fueron los encargados de cortar las cintas correspondientes, dejando inaugurado el “Monumento a los Pilotos de Fuerza Aérea Muertos en Acción”, que recuerda a los 35 pilotos de la Fuerza Aérea Argentina que ofrendaron su vida por la Patria.

 
La Comisión de Homenaje decidió que el excedente de lo recaudado fuera donado a la Cooperadora de la Escuela Kau Pen, para niños con capacidades diferentes. Donación que llevó a cabo, también en el año 1983. El control y mantenimiento del monumento fue traspasado mediante Nota oficial, a la Secretaria de Obras Públicas de la municipalidad de Rio Gallegos, responsable de la conservación de parques, plazas y monumentos.

Información adicional

La idea de realizar el presente monumento, la contratación del artista, la aprobación del proyecto, la cobertura de todos los gastos que insumió su construcción y su instalación, no fueron producto de las gestiones de las autoridades políticas provinciales y/o municipales, ni de la Fuerza Aérea Argentina, sino del exclusivo deseo de la comunidad civil de Río Gallegos de ofrecer un reconocimiento hacia los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina que ofrendaron sus vidas defendiendo la soberanía nacional durante el Conflicto por la Recuperación de las Islas Malvinas, hecho ocurrido entre el 02 de abril y el 14 de junio del año 1982. Aquel deseo fue hecho realidad gracias al aporte del pueblo de Río Gallegos y al esfuerzo desinteresado de la “Comisión de Homenaje a los Pilotos de la Fuerza Muertos en Acción”.

Este monumento, erigido en la ciudad de Río Gallegos, tiene la gran particularidad de haber sido el primero de los monumentos que se construyeron en nuestro país en homenaje a los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina. A medida que pasaron los años, fueron apareciendo un gran número de obras con similares propósitos; hoy, a lo largo y a lo ancho de nuestro país, se pueden observar distintas obras que recuerdan a quienes participaron en el conflicto.

Finalmente, el Estado Mayor General de la FAA y el Departamento Malvinas, basados en el trabajo realizado por el artista, solicitaron a Pelló que confeccionara un trofeo con las características del Piloto que forma parte del Monumento de Rio Gallegos. Se construyeron 11 estatuillas. El autor, por su propia decisión, obsequió una similar al Liceo Aeronáutico de la ciudad de Funes. Los trofeos originales están fundidos en bronce y consisten en la figura de un piloto sobre una plataforma de mármol con el casco de vuelo en su mano derecha.  

Estatuilla Trofeo entregada al Liceo Aeronáutico

Aportes del Profesor Francisco Pelló Hernandis  

“Yo estaba sensibilizado con la guerra de Malvinas. yo fui y soy un niño de la Guerra Civil española y cuando recibí la invitación, inmediatamente me aboqué a la tarea de la creación del monumento, con todos los detalles simbólicos de los sentimientos de los ciudadanos de Río Gallegos.

La “Comisión de Homenaje a los Pilotos de la Fuerza Muertos en Acción”, había formulado públicamente la invitación para que los artistas que quisieran participar con sus proyectos, los presentaran para luego seleccionar uno de ellos. Nadie había respondido a la invitación, por ello fui convocado. Mi primer encuentro con la Comisión se concretó a través de las gestiones del, en aquel entonces, Mayor Víctor Edgardo Rocca y su esposa, Rosa Pelló, mi querida hermana, quien poco tiempo después fallecería.

Al proyecto lo realicé en la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, simultáneamente construí una pequeña maqueta para poder trasladarla a Rio Gallegos, donde la Comisión en pleno, la aprobó. Todo está formalidad fue publicada en el Diario La Opinión Austral de aquella ciudad.

El Jefe de la Base Aérea, Comodoro D. Nélsis Natalio Rodoni, designó un piloto de la FAA, el Capitán Marcelo Puig, quien posó con su uniforme de combate a manera de modelo; lo dibujé y fotografié, con todos los detalles, del frente, ambos costados y también de espalda, con el fin de fabricar los moldes para la figura que sería fundida en bronce.

En cuanto al rostro del piloto, realicé siete dibujos, que fueron presentados a los integrantes de la Comisión, quienes eligieron la que finalmente apliqué en la escultura del piloto. No tenía que ser nadie en particular, tenía que ser una que simbolizara a todos.

En cuanto a la construcción de la base y de las alas en hormigón armado, mi primera acción fue la de concurrir a la oficina de Ciencia y Técnica para solicitar información sobre el suelo de Rio Gallegos, ya que toda la zona está conformada por canto rodado. Allí me informaron que, aproximadamente a dos metros de profundidad, encontraríamos suelo más firme, aspecto que era muy importante para el anclaje del basamento y de las alas, lo que luego daría seguridad en la construcción del monumento.

Con todos aquellos datos, y acompañado por el Mayor Rocca fuimos a entrevistar al Señor Vittorio Gotti, quien sería el encargado de realizar la estructura de hierro, el encofrado y la construcción de la parte de hormigón del monumento. Luego de explicarle todos los detalles, le dejamos los planos de mi autoría. En el plano de las alas estaba señalado el lugar exacto donde se tenía que ubicar un caño de acero, de los que se utilizan para la perforación y extracción de petróleo. En mi poder yo tenía un caño similar, pero de un diámetro inferior al que le dejamos al Sr. Gotti, esto más tarde permitiría el ensamble e instalación de la figura del piloto en el lugar preciso.

El caño del que disponía me permitió la construcción en hierro y acero del armazón interior que luego ensamblé con la parte externa confeccionada en bronce, fijándola mediante soldadura autógena; de esa manera quedó terminada la figura del piloto”. 


Retrato del escultor, poeta, escenógrafo. En el atril, retrata a Julio Vanzo (1901-1984)




Imágenes de las tareas de preparación por parte del autor y su equipo



ANEXOS

ANEXO I:         Ficha Informativa del Monumento
ANEXO II:        Caratula del Expediente N° 8134 G de la Municipalidad de Rio Gallegos
ANEXO III:       Nota de la “Comisión de Homenaje a los Pilotos de la Fuerza Aérea Muertos en Acción”, de fecha 13 de diciembre de 1984
ANEXO IV:       Nota de la Municipalidad de Río Gallegos, N° 035-DE-83, de fecha 03 de enero de 1984
ANEXO V:        Información personal del Profesor Francisco Pelló Hernandis



ANEXO I




ANEXO II




ANEXO III





ANEXO IV


ANEXO V

PROFESOR FRANCISCO PELLÓ HERNANDIS


Información personal

Fecha y lugar de nacimiento: 12 de agosto de 1935 en Carlet, Valencia, España 
Nacionalidad: Española 
Ocupación: Pintor, escultor y escenógrafo 

Hijo y nieto de pintores, se formó en Valencia, primero en el obrador paterno, en los talleres artesanales de abanicos de Burjassot y en la construcción de monumentales fallas de Valencia. En 1949, migran, con su padre, a Rosario, República Argentina, donde ya había residido su familia desde que su abuelo se había trasladado en el año 1908.

En 1951, a la edad de dieciséis años, le fue concedida la Medalla de Plata en el certamen de pintura de Amigos del Arte de Rosario; en 1954, con diecinueve, estuvo al frente del Departamento de arte de la Municipalidad de Rosario, y en 1957, con veintidós, recibió el encargo de pintar los retratos de los Generales José de San Martín y Manuel Belgrano para la inauguración del Monumento histórico nacional a la Bandera.

Desde entonces, ha sido el autor de un buen número de monumentos públicos en algunas ciudades argentinas, entre los que se encuentran, en Rosario, el primer monumento erigido en homenaje a Eva Perón, una escultura de bronce de 2,45 m de arcada. Ha trabajado también en artes gráficas, publicidad y comunicación social, escenografía teatral y restauración de esculturas y pinturas, ha colaborado como docente de aquellas materias en diversos centros universitarios y artísticos.

Entre otros cargos, se ha desempeñado como vicepresidente y director de investigaciones del Centro de Estudios de Historia del Arte y la Arquitectura de la provincia de Santa Fe, delegado provincial ante la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, y presidente de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, de Rosario.

Obras destacadas

  Busto del Teniente General Juan Domingo Perón, esquina del Boulevard Avellaneda y Avenida ho-mónima. Rosario
    Monumento a la Cooperación Internacional. Rosario.
    Monumento a los pilotos de la Fuerza Aérea muertos en acción. Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz
    Monumento a los Héroes de la Guerra de las Malvinas. El Palomar, Provincia de Buenos Aires.
    Monumento a Eva Perón, Avenida Nuestra Señora del Rosario 501 y Lituania. Rosario

Premios y reconocimientos

    Medalla de Plata del certamen de pintura de Amigos del Arte, Rosario, 1951.
    Premio Nacional de Excelencia Humana, 1999.
    Premio “El ceibo de la amistad rioplatense” del Rotary International, Montevideo, 2000.
    “Artista distinguido de la ciudad de Rosario” del Consejo Municipal de la Ciudad, 2005.
    “Santafesino Notable” de la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe, 2014.