31 de mayo de 2019

UN MILITAR INGLÉS DEVOLVIÓ A UN SOLDADO ARGENTINO EL CASCO QUE USÓ EN MALVINAS, CONMOVIDO POR EL CASO DEL VETERANO ALTIERI


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Hace dos meses, el ex combatiente Beto Altieri recuperó el casco que le salvó la vida en la guerra gracias a un benefactor anónimo. La historia trascendió a nivel mundial. Un militar inglés, que hace 37 años se llevó un casco de las islas, se conmovió con el hecho. Y publicó en las redes sociales que buscaba al verdadero dueño del objeto de guerra que guardaba como "un recuerdo"

Por Adrián Pignatelli

Pasaron 37 años y en una semana a Jorge Eduardo Melnichuk le sucedió de todo. El martes 28, en una emotiva ceremonia realizada en el departamento de Veteranos de Guerra, recibió la distinción que otorga el Congreso de la Nación a los que pelearon contra los británicos en 1982.

"Cuando se hizo la entrega de las medallas, yo trabajaba y no podía viajar; después dejé pasar el tiempo. Esta es una de las cuestiones que tenía pendiente", explicó Melnichuk a Infobae.

Jorge Eduardo Melnichuk llegó a la ceremonia al Congreso de la Nación, donde le dieron una distinción como veterano de la guerra de Malvinas, con el casco que usó en combate y logró recuperar luego de 37 años
Jorge Eduardo Melnichuk llegó a la ceremonia al Congreso de la Nación, donde le dieron una distinción como veterano de la guerra de Malvinas, con el casco que usó en la guerra y logró recuperar luego de 37 años

El soldado tuvo su merecida ceremonia, de la que participaron el jefe del Departamento de Veteranos de Guerra de Ejército, el Coronel VGM Jorge Zanela y su segundo, el Teniente coronel VGM Martín Treglia, quienes prendieron del pecho del veterano la medalla, ante la atenta mirada de dos soldados del Regimiento de Patricios.

Lo que llamó la atención fue que Melnichuk llegó con el casco con el que peleó en Malvinas, al que debió dejar tirado sobre la turba y al que daba por perdido y que, casi milagrosamente, recuperó después de 37 años.

Puerto Yapeyú

Melnichuk nació en Resistencia, Chaco y actualmente vive en Barranqueras junto a su esposa y sus dos hijos. Fue a la guerra con el regimiento de infantería 5 y estuvo en Puerto Howard, Puerto Yapeyú para nosotros, en la isla Gran Malvina. Seguramente, fue la unidad que más aislada estuvo durante el conflicto.

Ubicado al este de la isla Gran Malvina, Howard fue fundado en 1866 en las faldas del Monte María. En ese lugar, se asentaron 600 efectivos de las compañías A, B y C del regimiento 5, quienes se distribuyeron estratégicamente para defender el puerto y el pequeño muelle del poblado. La A estaba situada cerca del puerto, la C en un valle y la B, asentada en el Monte María, fue la más expuesta.

El jefe del Departamento de Veteranos de Guerra de Ejército, el coronel VGM Jorge Zanela (derecha) y su segundo, el teniente coronel VGM Martín Treglia, prendieron del pecho del veterano la medalla (Nicolas Tannchen)
El jefe del Departamento de Veteranos de Guerra de Ejército, el Coronel VGM Jorge Zanela (derecha) y su segundo, el Teniente Coronel VGM Martín Treglia, prendieron del pecho del veterano la medalla (Nicolas Tannchen)

Rápidamente, se sintió el aislamiento, ya que las provisiones comenzaron a escasear. Se fueron comprando ovejas a los lugareños, a las que se cocinaba con fuego de turba en tachos de 200 litros. Por seguridad sólo se encendía fuego una vez al día.

A Melnichuk lo destinaron como ayudante en el grupo de operaciones de la Compañía Comando.

Antes de la guerra, se había recibido de Técnico Mecánico, de lo que soñaba trabajar, y por eso era hábil con el dibujo técnico, pero no con el artístico. Fueron vanas las excusas ante la orden de su superior de que dibujase un cartel con el nombre de "Puerto Yapeyú", en honor del lugar de nacimiento de José de San Martín, ya que la compañía C del Regimiento 5 tenía su asiento en esa ciudad.

"Debí arreglármelas solo; recorriendo la zona, en un galpón abandonado encontré pintura blanca, me hice de un pincel viejo y hasta tuve que conseguir una madera natural del lugar y así hice el cartel", contó.

La medalla que recibió, a 37 años de la guerra (Nicolás Tannchen)
La medalla que recibió, a 37 años de la guerra (Nicolás Tannchen)

Melnichuk recuerda cuando, con fuego reunido, lograron derribar a un avión Sea Harrier, el 21 de mayo. "Por suerte el piloto, Jeff Glover, pudo eyectarse; tampoco olvida los cañoneos navales por las noches, que comenzaban cerca de las 22:00 y seguían hasta la madrugada y las patrullas que hacíamos para detectar movimientos enemigos cercanos a San Carlos".

Fue cuando la patrulla del entonces Teniente Primero José Martiniano Duarte mató al Capitán John Hamilton, el 10 de junio y tomó prisionero al Sargento Roy Fonseca, quien permaneció como tal hasta finalizada la guerra.

El veterano remarca el aislamiento y los problemas de abastecimiento. "Por eso quiero reconocer especialmente a la tripulación del buque Isla de los Estados, hundido por los británicos el 10 de mayo en su intento por abastecernos. Muchos de ellos perdieron la vida entonces y quiero que los familiares sepan que valoramos su esfuerzo y sentimos la pérdida".

Fue una misión sumamente arriesgada la de Isla de los Estados, ya que no solo llevaba alimentos sino además municiones. La guarnición se vio conmovida por la tremenda explosión que sufrió el buque, de la que solo sobrevivieron dos tripulantes.

Ramón Mabragaña entre los soldados que comandó en las islas (Nicolás Tannchen)
Ramón Mabragaña entre los soldados que comandó en las islas (Nicolás Tannchen)

Triste recuerdo de entonces: cerca de la costa, vieron flotar zapallos, que era parte de la carga del barco. Sirvieron para hacer un puré lo suficientemente líquido, que se servía con el desayuno.

Fueron muchos los esfuerzos y las penurias pasadas. Por eso Melnichuk también quiso destacar la labor del entonces jefe del regimiento, el entonces Coronel Ramón Mabragaña. "Una gran persona, muy profesional, consustanciado con sus soldados. Nos cuidó como lo hace un padre y no era fácil en la situación en la que nos encontrábamos".

La posguerra

No fue sencilla la posguerra para Melnichuk. Porque cuando buscaba trabajo y decía que era veterano de guerra, las puertas se le cerraban. Debió ocultar que había estado en Malvinas, pero aun así no pudo emplearse en lo que más le gustaba, que era como técnico mecánico y eléctrico. Actualmente es docente de Talleres y Oficios en su provincia. Claro que no dejó de hablar de la guerra. Si bien no es muy afecto de mezclar los centros de veteranos con la política, con un grupo de compañeros se reúnen a compartir asados y recuerdos.

Sin embargo, la sorpresa de su vida llegó inesperadamente una noche. En un grupo de Facebook de veteranos de Ejército, vio la fotografía del casco que tuvo que dejar en Malvinas, y que estaba en poder de un soldado inglés.

"No sabía que existía. Esa noche no hice nada, me fui a dormir con el pensamiento de que ese casco era el mío", cuenta.

John Curd y Jorge Melinchuk en la embajada argentina en Londres. El veterano inglés le devolvió el casco que se había llevado de las islas como recuerdo de guerra
John Curd y Jorge Melinchuk en la embajada argentina en Londres. El veterano inglés le devolvió el casco que se había llevado de las islas como recuerdo de guerra

El poseedor del casco pretendía devolverlo. Tomó la decisión cuando siguió las notas del caso de Jorge "Beto" Altieri, quien se reencontró con el casco que le salvó la vida en Monte Longdon en la redacción de Infobae, y que llegó a sus manos gracias a un benefactor anónimo que lo adquirió en una subasta online.

A partir de ahí, se dispararon una sucesión de hechos increíbles. A través de un amigo en común de un veterano argentino, amigo de Melnichuk, fue que llegaron al inglés, llamado John Curd, de 77 años, también veterano de la guerra de Irak. Durante el conflicto armado, fue piloto de helicóptero. Luego de la rendición, había llevado un pelotón de la Guardia Escocesa a Puerto Yapeyú para recoger armamento y limpiar el lugar. Entonces Curd se llevó el casco de recuerdo.

Beto Altieri junto a su hijo en Infobae, cuando recibió el casco que le salvó la vida en la guerra. Un benefactor anónimo lo compró para que el soldado pudiera recuperarlo. El inglés John Curd supo de esta historia y, conmovido, buscó al dueño del casco que se había llevado de las islas en 1982 (Maximiliano Luna)
Beto Altieri junto a su hijo en Infobae, cuando recibió el casco que le salvó la vida en la guerra. Un benefactor anónimo lo compró para que el soldado pudiera recuperarlo. El inglés John Curd supo de esta historia y, conmovido, buscó al dueño del casco que se había llevado de las islas en 1982 (Maximiliano Luna)

De ahí en más, Melnichuk y Curd comenzaron a comunicarse y a arreglar los detalles de la devolución de la pieza. La embajada argentina en Gran Bretaña había ofrecido enviarlo a nuestro país por valija diplomática, pero Melnichuk se negó. "Ya lo perdí una vez, no me voy a arriesgar a que se pierda nuevamente. Con mi esposa decidimos viajar a buscarlo".

El pasado 19 de mayo llegó a Londres. Y, acompañado de su esposa el 24 se encontró con Curd en la embajada argentina. Hablaron largamente de la guerra, de sus vidas; el británico le contó de sus experiencias en Irak, intérprete mediante. Curd le confesó que se había sentido conmovido por las alternativas del casco de Altieri y fue cuando decidió hacer lo mismo.

"Un tipazo, un honor el haberlo conocido", destaca Melnichuk. Por último, se tomaron una fotografía, se dieron la mano, con el casco como protagonista.

El inglés lo había restaurado. Sin embargo, le devolvió las viejas piezas originales que había reemplazado. Su dueño ya lo tiene decidido: mandará a fabricar una pecera, con luz led incluida, para colocar su preciado tesoro.

Finalmente, luego de un largo e impensado ajetreo entre Londres y Buenos Aires, Jorge Melnichuk volvió al Chaco. "Estoy cansado, pero feliz", remarca. Tiene sus razones.

Fuente: https://www.infobae.com

30 de mayo de 2019

CUANDO FRANCIA LE DIJO BASTA A MARGARET THATCHER


 

En abril de 1982 los británicos descubrieron que se encontraban huérfanos de información sobre las fuerzas armadas argentinas. Ahora debían recolectar todos los datos posibles de sus aliados. Francia contaba con la información sobre los aviones Mirage, con misiles aire-aire Matra, y los Súper Etendard, éstos con sus mortíferos misiles Exocet. En secreto, comenzó el flujo de información sensible sobre estos sistemas de armas y se realizaron ejercicios entre aviones británicos y franceses

Por Alejandro Amendolara

"Alló, Monsieur President", fue el saludo de Margaret Thatcher a François Mitterrand al responder su llamado telefónico al anochecer del sábado 3 de abril de 1982. "Le estoy llamando para expresarle mi solidaridad. No deseo que piense que Francia, como amiga cercana y vecina, no está con Usted", le respondió el mandatario francés.

Luego de que la Primera Ministra británica le agradeciera la comunicación y le comentara sobre el difícil momento que atravesaba su país, Mitterrand expresó: "Quiero que usted sepa que, si hay algo que podamos hacer para ayudar, nos gustaría hacerlo. Por supuesto, sé que Gran Bretaña es lo suficientemente grande para encontrar sus propias soluciones a este problema. Pero es importante que usted sepa que otros comparten su oposición a este tipo de agresión".

El ofrecimiento de ayuda francés fue como música para los oídos de Thatcher. Este parecía ser un primer paso promisorio en la relación entre ambos países durante el conflicto de Malvinas. Francia era proveedor de armas del régimen militar argentino, y la inteligencia militar se encontraba ansiosa en obtener la mayor información posible.

En sus memorias Los Años de Downing Street, Margaret Thatcher recordaría esta conversación: "Estuve especialmente agradecida al presidente Mitterrand quien, junto con los líderes del Viejo Commonwealth, estuvo entre los incondicionales de nuestros amigos y quien me telefoneó personalmente el sábado para comprometer su apoyo. (…) Nunca olvidé la deuda que teníamos con él por su apoyo personal en esta ocasión y durante la crisis de las Falklands". 

Unos años después de finalizado el conflicto, el por entonces Ministro de Defensa británico, John Nott, describió en su libro Here Today, Gone Tomorrow la manera en que se materializaría ese apoyo: "De muchas formas, Mitterrand y los franceses fueron nuestros más grandes aliados. En años anteriores nosotros habíamos equipado a la Armada Argentina con destructores, mientras que los franceses les habían suministrado aviones Mirage y Súper Etendard. Los buques, especialmente el Belgrano, y los aviones estaban equipados con modernos misiles Exocet". (Nota del autor: el crucero ARA General Belgrano no contaba con misiles Exocet, sino que en una acción de engaño en 1978 se habían instalado cajoneras de madera simulando los lanzadores de estos misiles).

En su informe del 30 de junio de 1982 al Foreign Office sobre la actitud de Francia en relación al tema Malvinas, el embajador británico en París, John Fretwell, señaló: "La reacción inicial del gobierno francés fue admirable. Mitterrand ordenó inmediatamente el apoyo total a Gran Bretaña, una orden que se tradujo en la ayuda francesa para establecer el embargo de armas y sobre el comercio de la Comunidad Europea, y en el apoyo francés en la Resolución 502. Recibimos valiosa información práctica de las fuerzas armadas francesas relacionada con la performance de los sistemas de armas franceses en servicio con las fuerzas argentinas. Mitterrand merece el crédito sustancial por esta reacción. Dudo si Giscard (o Chirac) hubieran respondido tan bien".

El presidente Mitterrand saludando a la primer ministro Margaret Thatcher en una visita oficial a Francia
El presidente Mitterrand saludando a la primer ministro Margaret Thatcher en una visita oficial a Francia

No pasó mucho tiempo desde la conversación entre los mandatarios para que el Ministro de Defensa francés, Charles Hernú, actuando sobre expresas instrucciones de Mitterrand, se pusiera en contacto con su colega británico para poner a disposición un avión Súper Etendard y un Mirage, de modo que los pilotos de la Real Fuerza Aérea pudieran entrenarse y obtener información valiosa mientras que los buques de la Fuerza de Tareas se dirigían hacia el Atlántico Sur. Los británicos esperaban con ansiedad estos entrenamientos, como también toda la información técnica de detalle sobre el misil Exocet.

El 7 de abril por la tarde, uno de los agregados militares de la Embajada Británica en París fue recibido en persona por Hernú, quien dijo que "haremos todo lo que podamos para ayudarlos en cuanto a información dado que estamos de su lado", ratificando el compromiso asumido por Mitterrand. Luego de esta introducción, el oficial británico fue llevado a otra oficina por dos funcionarios civiles de jerarquía e invitado a formular preguntas. Textualmente fueron las siguientes:

A. ¿Podrían los franceses darnos la lista completa de ventas militares a Argentina y especificar cualquier modificación/limitación impuesta a los sistemas?

B. ¿Cuántos Súper Etendard están modificados para portar el AM-39; cuántos misiles poseen y cuál es su estado operacional?

C. ¿Los argentinos, poseen Crotale y/o Roland, y en caso afirmativo, cuántos sistemas y misiles?

D. Radio de acción del Mirage III y V, capacidad de armamento, sistema de navegación de ataque, índice probable de funcionamiento, consumo de repuestos y limitaciones conocidas, y aptitud de los pilotos argentinos si fueron entrenados por los franceses.

Al finalizar la entrevista los funcionarios enfatizaron que su gobierno apoyaba a "les anglais" y que las respuestas estarían listas para el día siguiente a las 19:00 horas. El oficial británico recalcó que toda la información provista sería tratada con la mayor discreción y que no se revelaría su fuente.

Mensaje del 7 de abril de 1982 del Agregado Militar de Defensa en la embajada británica en Francia, dirigido al Ministerio de Defensa, dando cuenta de la reunión en donde se solicitó información sobre armamento suministrado a Argentina
Mensaje del 7 de abril de 1982 del Agregado Militar de Defensa en la embajada británica en Francia, dirigido al Ministerio de Defensa, dando cuenta de la reunión en donde se solicitó información sobre armamento suministrado a Argentina

Ese mismo día, el Ministro de Relaciones Exteriores francés, Claude Cheysson obtuvo la ratificación y respaldo del Consejo de Ministros a la decisión de imponer un embargo al suministro de armamentos a Argentina adoptada inmediatamente tras la invasión y que fuera aplicado en especial a los contratos en curso de ejecución en relación a aviones y misiles.

El 9 de abril, Cheysson telefoneó a su par británico, Francis Pym, para expresar su solidaridad con los británicos y comunicarle que estaría disponible en todo momento si se necesitaba llamarlo por teléfono. Pym agradeció el apoyo recibido de los franceses, mencionando especialmente la gratitud de la Primera Ministra por el llamado que había recibido del Presidente Mitterrand el 3 de abril.

Sobre la base de un ejercicio coordinado con anterioridad a la operación militar argentina sobre Malvinas, pero que ahora tomaba vital importancia, se realizó el encuentro entre las aeronaves de ambos países. Las tripulaciones británicas del 1° Escuadrón de Caza podrían entrenar contra los tipos de aviones que probablemente enfrentarían en pocos días. El Armée de l'Air envió dos aviones Mirage III BE a la Base Aérea Militar de Coningsby desde Dijon-Longvic durante la mañana del 22 de abril. Ese día y el siguiente, los Mirage biplaza realizaron varias misiones contra los Harrier GR3, mientras que tres pilotos británicos de Sea Harrier del Escuadrón Aeronaval 809 lograron volar, por turnos, en el asiento trasero de uno de los Mirage. Al menos con ello se les otorgó una oportunidad para evaluar las capacidades de combate del Mirage antes de enfrentarse cara a cara con éste en el Atlántico Sur. También hubo involucrados aviones Súper Etendard de la Aéronavale francesa en el entrenamiento, pero no aterrizaron en el Reino Unido, para evitar que ojos indiscretos se percataran de su presencia.

La relación comienza a tensarse

Todo parecía estar en orden entre los dos países. Fluía la información, se realizaban los ejercicios, se mantenían los embargos comerciales y de armamento. Sin embargo, pocos minutos después de las 11:00 de la mañana del 4 de mayo se produciría un evento que cambiaría la historia y las tácticas de la guerra aeronaval. Un misil Exocet impactaba en la banda de estribor del destructor HMS Sheffield, provocando su hundimiento pocos días después mientras era remolcado hacia aguas más seguras.

Los franceses habían asegurado a los británicos que el mismo 2 de abril sus técnicos recibieron la instrucción de suspender la ayuda a la Argentina, y que el sistema de armas Súper Etendard–Exocet no se encontraba operativo. En Gran Bretaña, miembros del Parlamento y algunos medios periodísticos comenzaban a plantear dudas sobre la actitud y lealtad francesa, comenzando los primeros resquemores en la relación.

Con ello sucedió lo inevitable. Comenzó a filtrarse información a los periódicos en ambas márgenes del Canal de la Mancha.

El asesor de gabinete del Ministerio de Defensa francés, François Heisbourg, reclamó al agregado naval británico sobre el informe periodístico del The Mail on Sunday del 23 de mayo, titulado "Pilotos Británicos probaron aviones enemigos", detallando la ayuda militar francesa al Reino Unido. Insistió en que el artículo citaba que la información provenía de "una fuente de alto nivel en el Ministerio de Defensa británico", y que era probable que en Francia hubiera una tormenta con esto.

Por otro lado, con las acciones británicas en las islas Georgias del Sur sobre finales de abril, trascendió que el Teniente de Fragata Alfredo Astiz había sido tomado prisionero. Inmediatamente de conocida la noticia, los franceses solicitaron al gobierno británico su extradición para hacerlo comparecer en los juicios por su participación en la desaparición de las religiosas Alice Domon y Lèonie Duquet. Sin embargo, desde un primer momento, los británicos asumieron que no podrían cumplir con el pedido francés sin violar los Convenios de Ginebra referidos al tratamiento de prisioneros de guerra, por lo que decidieron dilatar su respuesta lo máximo que fuera posible.

Carátula de la Carta Rogatoria librada por el Juez Philippe Texier al Gobierno británico con el interrogatorio para Alfredo Astiz en relación al arresto ilegal y secuestro de personas con las religiosas francesas como víctimas
Carátula de la Carta Rogatoria librada por el Juez Philippe Texier al Gobierno británico con el interrogatorio para Alfredo Astiz en relación al arresto ilegal y secuestro de personas con las religiosas francesas como víctimas

Francia insistió requiriendo la entrega del prisionero, por lo que la demora en obtener una respuesta concreta solo logró tensar aún más la relación que comenzaba a transitar por un camino crítico. Finalmente, debieron conformarse con el envío de un cuestionario para que el prisionero fuera interrogado por la policía militar británica en los cuarteles de Sussex.

Perú entra en escena

Si bien los franceses habían impuesto un embargo a la entrega de misiles Exocet a la Argentina, los británicos realizaron un inmenso despliegue de inteligencia y espionaje a escala mundial tendiente a impedir que más misiles llegaran a manos argentinas. Perú tenía una orden de compra de misiles AM 39 Exocet en firme y pendiente de entrega, y ahora exigía a la fábrica su entrega.

El 13 de mayo, el Agregado de Defensa en la Embajada Británica en París informó al Ministerio de Defensa, en respuesta a un pedido del día anterior, que había confirmado con el gabinete del ministro Hernú que el gobierno peruano había alquilado un avión para recoger en Chateauroux la orden de cuatro misiles AM 39 lista para su entrega.

Los funcionarios del ministerio confirmaron que habían logrado detener el embarque, pero preguntaron por cuánto tiempo se estimaba que duraría el conflicto, ya que se sentían incapaces para demorar la entrega por más tiempo o cancelarla en modo definitivo. Argumentaron que perderían credibilidad como proveedores de armas y que se arriesgaban a un posible aprieto político al mostrar que no confiaban en Perú. Si bien los certificados de usuario final impedían la transferencia de los misiles a otros países, estos funcionarios buscaban justificar que el gobierno peruano sabía bien que si desconocían las condiciones del certificado se arriesgarían a una completa suspensión de entrega de armas en el futuro. Además, aventuraban que con un Secretario General peruano en la Organización de las Naciones Unidas no habría posibilidad para ellos de pasárselos a los argentinos sin comprometer a su persona.

De todas formas, dieron a entender que los misiles serían enviados por vía marítima y que ello sería recién a fines del mes de mayo, lo que claramente justificaba la pregunta sobre la duración del conflicto.

En tanto, el 25 de mayo, el Exocet se cobraría una nueva victoria en el Atlántico Sur. Dos misiles impactaron en el buque portacontenedores Atlantic Conveyor, ocasionando el mayor desastre logístico de la campaña para los británicos. Y la perspectiva que la Argentina recibiera más misiles franceses a través de Perú, resultaba inaceptable para Margaret Thatcher.

Un nuevo llamado de Mitterrand

El 29 de mayo el presidente Mitterrand llamó telefónicamente a la Primera Ministra para discutir el problema del contrato de Francia para suministrar misiles Exocet a Perú. Expresó que había demorado el asunto tanto como lo había prometido y que recientemente un buque peruano había llegado a Francia para recibir los misiles, pero había sido despedido vacío. Ahora Perú estaba protestando a Francia por el incumplimiento de un contrato firmado, y anticipó que otro buque llegaría el próximo martes.

La Primera Ministra preguntó si había una condición en el contrato de que los misiles no fueran pasados a terceros países. Mitterrand confirmó que éste era el caso y que naturalmente Francia le haría el seguimiento. Thatcher le respondió que tenía buenas razones para creer que Perú estaba ofreciendo amplia ayuda a la Argentina y que sería un tema muy serio si los Exocet fueran entregados a la Argentina vía Perú. Mitterrand dijo que tenía poca fe en que Perú observara la prohibición de transferencia.

Mitterrand, por su lado, continuó explicando sobre el problema francés ante el incumplimiento de un contrato y sugirió que pasarían varios días antes que los misiles pudieran ser utilizados en contra de los británicos, asumiendo que los peruanos se los transfirieran. Insistió en tener una idea de cuán pronto podría tomar Puerto Stanley, esperando que ello fuera el fin de las hostilidades y que quería, en lo posible, retener la entrega hasta entonces.

Fue entonces que cambió el tono de la conversación. La Primera Ministra expresó su gran preocupación sobre la cuestión y que como estaban hablando por línea abierta, dijo que prefería enviarle al Presidente un mensaje por otros medios.

Concluida la conversación, Margaret Thatcher discutió el tema con varios de sus colegas del gabinete y con el Jefe de Estado Mayor de Defensa. Todos estuvieron de acuerdo en que era esencial que los misiles fueran retenidos por un plazo mayor.

Fue entonces que se decidió enviar un mensaje a París al embajador Fretwell para entregar en forma urgente a Pierre Bérégovoy, Secretario General de la Presidencia, con el pedido de que se pusiera inmediatamente en conocimiento de Mitterrand. La Primera Ministra había decidido que su mensaje fuera contundente de modo de convencer al presidente que los misiles no debían salir de Francia. El texto fue el siguiente:

Estimado Señor Presidente:

1. Se habrá dado cuenta de lo seriamente preocupada que estaba por su llamado telefónico sobre la posible entrega de misiles Exocet a Perú. Esta tarde discutí el asunto con mis colegas del gabinete más estrechamente involucrados en la disputa de las islas Falklands y con el Jefe del Estado Mayor de Defensa.

2. Debo decirle que todos quedaron consternados ante la perspectiva que Francia entregue estos misiles a Perú cuando, como usted reconoció, no puede dudarse que Perú los transferirá a la Argentina. Usted habrá visto desde que hablamos sobre la resolución adoptada en la Organización de Estados Americanos, que específicamente requiere de los Estados parte brindar a la República Argentina el apoyo que cada uno considere apropiado para asistirla en esta seria situación. Perú lo tomaría como una completa justificación para pasar los Exocet que usted propone entregar. Ya han sido empleados con efecto mortífero contra nuestros buques.

3. Entiendo el problema que usted enfrenta en relación al contrato con Perú, pero debo solicitarle con todo el énfasis y urgencia a mi alcance, que encuentre un medio para demorar la salida de estos misiles de Francia al menos por un mes. Naturalmente, preferiríamos que no sean entregados, pero las próximas semanas van a ser particularmente cruciales: no podemos estar seguros de cuán rápido serán las operaciones hacia Puerto Stanley, o si la Argentina aceptará un cese del fuego completo, aún si se vieran forzados a retirarse de las Falklands.

4. Quedé muy tranquila cuando usted me dijo en el N° 10 que había decidido que el cumplimiento del contrato de Exocet sería demorado todo lo necesario y, como usted sabe, hemos estado muy alentados por el apoyo incondicional de Francia tanto en público como en privado. Si esto se supiera, como seguramente lo será, que ahora Francia está entregando armas a Perú que seguramente serán pasadas a la Argentina para usar en nuestra contra, un aliado de Francia, esto tendría un efecto devastador en la relación entre nuestros dos países. En verdad, tendría un desastroso efecto en toda la alianza. Esto es lo último que cualquiera de los dos desearíamos. En consecuencia, espero enormemente que por el momento usted pueda encontrar alguna forma para mantener estos misiles en Francia.

Con los mejores deseos, Margaret Thatcher.

El mensaje fue entregado inmediatamente, y la dura advertencia de Thatcher logró que Mitterrand se las ingeniara para demorar la entrega de los misiles a Perú hasta julio.

Entrenamiento para defensa de las "Falklands"

Producida la rendición argentina en Puerto Argentino, los británicos aceleraron la planificación de las medidas de defensa de las islas ante la negativa de la declaración formal del cese de hostilidades. Entre esas medidas se encontraba la reparación y prolongación de la pista de la base aérea para permitir la operación de los caza-bombarderos F-4 Phantom. Estos aviones habían sido desplegados a la isla de Ascensión, y ahora aguardaban la finalización de los trabajos en Malvinas para comenzar su despliegue.

La amenaza argentina seguía latente, y en la Real Fuerza Aérea previeron la necesidad de reeditar los entrenamientos con los aviones franceses, esta vez para los pilotos de los Phantom.

El 23 de junio se elevó un requerimiento al Ministerio de Defensa con la idea para calificar un grupo de 16 pilotos en la base aérea de Coningsby, con un mínimo de 8 salidas, idealmente 16, por cada tipo de avión. El avión debería ser representativo de aquellos de primera línea con la misma firma de radar y capacidades de las aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina en el teatro. En la consulta al Foreign Office, el ministerio de Defensa solicitaba "opinión sobre las implicancias políticas de estas propuestas, ya que los franceses aún podrían estar algo sensibles como resultado de la nota en The Mail on Sunday sobre su asistencia en suministrar entrenamiento para los Harrier".

El 3 de julio, el Agregado de Defensa Británico en París se comunicó con el General Bernard Capillon, Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Francesa para consultarle "si era posible preparar un destacamento de F4 contra Mirage/Súper Etendard en el futuro próximo para entrenamiento de combate aéreo". La respuesta del General francés fue alentadora, "pero debería tener aprobación política", y que tendría que solicitar a la Aéronavale por los Súper Etendard, pero que estimaba no habría problemas para arreglarlo.

Tal vez por simple coincidencia, o cumpliendo el presagio de Thatcher en que se sabría públicamente si Francia entregaba armas, mientras que se preparaba la entrega de los misiles Exocet a Perú, el 25 de julio el The Sunday Times publicó un informe de Isabel Hilton en el que se afirmó que expertos franceses prosiguieron mostrando a los argentinos cómo utilizar los misiles Exocet aún después de comenzado el conflicto.

La noticia golpeó duro en la opinión pública y enfureció a las autoridades francesas. El informe revelaba que un equipo de nueve técnicos franceses de Dassault y Aérospatiale había ayudado a la Armada Argentina para preparar para el combate los Súper Etendard, colaborando y supervisando los trabajos de alistamiento de los misiles Exocet. Más embarazosa resultaba la mención de que el presidente de Aérospatiale era el General Jacques Mitterrand, hermano del presidente de Francia. "Estoy seguro que el señor Mitterrand nunca se lo habrá dicho a la señora Thatcher, pero en el fondo de su corazón debe haber estado muy, pero muy feliz", declaró un oficial naval argentino a la periodista británica.

“Equipo francés ayudó a ajustar los Exocet asesinos”, Informe publicado por “The Sunday Times” el 25 de julio de 1982, que provocó la furia de los franceses
“Equipo francés ayudó a ajustar los Exocet asesinos”, Informe publicado por “The Sunday Times” el 25 de julio de 1982, que provocó la furia de los franceses

En una entrevista radial el 26 de julio a Geoffrey Pattie, Subsecretario de Estado de Defensa, acerca de la controversia sobre los Exocet, el periodista Chris Lowe formuló una serie de preguntas cuyas respuestas por parte del funcionario comprometían a los franceses.

Pattie afirmó al aire que los franceses "enviaron aviones para que nuestros Harrier se entrenaran contra ellos antes que partiera la Fuerza de Tareas porque no estábamos familiarizados, particularmente con uno de los dos tipos de aeronaves que tenían los argentinos. (…) Bien, no estábamos particularmente familiarizados, en particular, con el Súper Etendard, y la Fuerza Aérea Francesa estaba preparada para proveernos una de estas aeronaves para permitirnos familiarizarnos con la performance de ese avión, de modo que nuestros pilotos supieran exactamente qué hacer y qué no y, como digo, ese es el tipo de actividad que uno podría esperar de un amigo y aliado". Ante la pregunta de si los franceses habían trabajado para ambos bandos, Pattie respondió en forma evasiva, pero sin negar la información: "Bueno, esas son… esas son sus palabras, no las mías. Quiero decir, yo no… ah… repito que el gobierno francés ha manifestado su posición. Se rehusaron a enviar más armas a la Argentina o suministrar algún personal. Si hubo alguna gente en la Argentina que permaneció allí, no estoy en posición de decirlo".

Fue entonces que Heisbourg, asesor del ministro de defensa francés, dijo a uno de los agregados militares británicos en París que Hernú se había sorprendido ante las recientes declaraciones del Sr. Pattie sobre la asistencia francesa a la Real Fuerza Aérea durante la crisis de Malvinas y consideró lamentable que un tema confidencial haya sido mencionado públicamente.

Heisbourg dijo que esperaba que el affaire del The Sunday Times ahora quedara cerrado y que la investigación realizada en Francia ya había terminado. Aun cuando su gobierno deseaba dar una vuelta de página al episodio, los fabricantes de armas franceses habían quedado señalados como los responsables, quienes sintieron que habían sido injustamente acusados. El funcionario francés advirtió a su interlocutor que los industriales comprometidos invocaban tener elementos que, si eran conocidos, desviarían la culpa hacia otro lado.

En privado alegaban que, durante el conflicto, una firma italiana que fabricaba bajo licencia de una compañía británica había suministrado repuestos para los asientos eyectores de los Mirage argentinos; que un equipo de Rolls Royce ya había regresado a la Argentina para discutir la venta de turbinas de aviones; y que la misión de adquisiciones argentina desplazada desde Londres se había establecido en Hamburgo y estaba muy ocupada en negociaciones con compañías de armas alemanas. Existía considerable rencor en la industria francesa de armamentos sobre lo que fue visto como un trato mezquino por la prensa británica después de todos los esfuerzos realizados.

El The Sunday Times volvió a la carga. El 1° de agosto publicó un nuevo informe señalando las omisiones y dudas que quedaban luego de la desmentida del gobierno francés, y que ésta no hacía más que confirmar el reporte original. Bajo el título "Cortina de humo en París" el editorial del diario señalaba: "La declaración oficial francesa sobre el informe, en realidad no resulta ser una negativa. En cambio, recurre a insultos, utilizando frases como 'erróneos' y 'tendenciosos', sin indicar los supuestos errores y prejuicios. Las autoridades francesas debieron actuar con mejor elegancia si hubieran admitido en ellos duplicidad o incompetencia. Esas son las dos únicas conclusiones para sacar".

Pero la paciencia tenía un límite. El Ministro de Defensa francés había decidido postergar sin fecha los entrenamientos con aviones de ambos países.

El 4 de agosto, el Vicejefe del Estado Mayor de Defensa francés, General del aire Jean Paul Arbelet, visitó personalmente al Agregado de Defensa en la embajada en París para explicar la decisión tomada por Hernú. Estaba directamente motivada en la saga de artículos del The Sunday Times sobre la ayuda francesa a los argentinos y el fracaso del gobierno británico en la negación de las afirmaciones allí contenidas.

Arbelet explicó que Hernú estaba muy molesto con las declaraciones del Sr. Pattie revelando que los Súper Etendard habían estado disponibles para entrenamiento con los Harrier británicos antes de su partida para reunirse con la Fuerza de Tareas. Hernú lo consideró una ruptura de confianza y un intento deliberado para comprometer el comercio de armas de Francia con América del Sur.

El embajador Fretwell envió su sugerencia al Foreign Office: "No estoy seguro que podamos persuadir a Hernú de cambiar de parecer luego que nos ha comunicado formalmente su decisión a través del Agregado de Defensa, pero usted podría considerar con el Ministerio de Defensa si podría enviarse un mensaje ministerial explicando nuevamente el contexto en el cual habló el Sr. Pattie y expresando la esperanza de que el entrenamiento de combate aéreo pueda ser reestablecido en una fecha próxima".

El Comodoro del Aire J M A Parker, Agregado de Defensa y Aéreo en la Embajada Británica en París, remitió una copia de la carta entregada por el General Arbelet confirmando la postergación indefinida del ejercicio, señalando que "la situación es sensible en este momento y considero que no se aplacará sino hasta que sea demasiado tarde para realizar este ejercicio antes que el escuadrón parta hacia el Atlántico Sur".

En el Ministerio de Defensa, el secretario R. J. Harding concluía el 6 de agosto que "esta es una peculiar reacción francesa a la situación y que nada se obtendrá continuando la discusión del asunto. En estas circunstancias, decepcionante como resulta ser, creo que debemos dejar que el tema descanse por un tiempo".

Una relación especial a punto de quebrarse

En su informe sobre la "Actuación de Francia sobre Malvinas", el embajador John Fretwell destacó que "la mayor presión sobre el gobierno para romper filas con el Reino Unido provino del lobby de la industria de armas. También debieron haber existido presiones de otros sectores del gobierno debido a la importancia de la venta de armas en la balanza de pagos de Francia", y que para evaluar la actitud de Francia durante el conflicto "también debemos tener en cuenta que en el momento de máxima preocupación británica durante la crisis de las Malvinas, Mitterrand eligió ponerse en contra nuestra algo despiadadamente en la Comunidad, sobre el tema de los precios agrícolas y el presupuesto; y siguió amenazándonos gratuitamente con una crisis sobre la naturaleza de la participación británica. Entonces, sin tener que ser groseros, deberíamos estar en guardia en contra que los franceses saquen ventaja indebida de nuestra gratitud por el apoyo que nos extendieron".

Tal vez de mayor relevancia, resultaba su apreciación sobre la posición francesa sobre la soberanía de las islas: "Los franceses no aceptan el reclamo británico sobre las Malvinas. Es probable que nuevamente nos soliciten negociar con la Argentina si allí surge un gobierno estable. Probablemente no quedarán convencidos por los argumentos que les adelantaremos para justificar nuestra posición sobre la soberanía, pero podría responder a las advertencias sobre el peligro de socavar los acuerdos territoriales de larga data y el argumento simple que asumimos que los franceses no esperan que les digamos qué hacer con sus posesiones de ultramar".

La relación entre Gran Bretaña y Francia durante el conflicto, si bien parecía ser óptima en abril, se fue deteriorando progresivamente a partir del funcionamiento operativo del binomio Súper Etendard–Exocet. Con el hundimiento del destructor HMS Sheffield comenzaron los recelos que persistieron aún finalizado el conflicto, con los británicos presionando al gobierno francés para que suspendiera las entregas de misiles, primero a Perú, y luego a la Argentina, tras levantar el embargo de armas. Francia terminó frustrando esos deseos, cumpliendo, aunque tardíamente, con los contratos firmados.

A pesar de las protestas británicas, en el puerto de Saint-Nazaire se embarcaron secretamente nueve aviones Súper Etendard, mientras que un cargamento de cinco misiles Exocet salía por medio aéreo hacia su destino en la Argentina en la noche del 20/21 de noviembre de 1982.

Los franceses lo hicieron con gran discreción a fin de "evitar interferencias británicas".

Fuente: https://www.infobae.com

29 de mayo de 2019

NUESTROS HÉROES – SOLDADO C/63 HÉCTOR WALTER AGUIRRE


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Nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 19 de septiembre de 1963. A los 18 años le correspondió cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, siendo sorteado para ser incorporado a la Fuerza Aérea Argentina y posteriormente destinado a la Escuela de Aviación Militar.

Durante el Conflicto del Atlántico Sur prestó servicios en la Base Aérea Militar Cóndor, en Pradera del Ganso. Falleció el 28 de mayo de 1982, como consecuencia de un ataque enemigo. Fue sepultado en el cementerio de Darwin.

*En forma póstuma, fue declarado Héroe Nacional por el Honorable Congreso de la Nación y ascendido al grado inmediato superior.

Fuente: “55 héroes: Legado de la Gesta del Atlántico Sur en la Fuerza Aérea Argentina”. Pavlovcic, Gabriel; Raczynski, Esteban, Editorial de Arte, 2015.

TESTIMONIOS DE MALVINAS - 28 DE MAYO DE 1982.


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Por Luis Cervera

La mañana de este día transcurría entre mate y charla tratando de distender en poco la tensión que reinaba en el ambiente, donde cada uno trataba de preparar de la mejor forma posible toda la documentación personal de vuelo y agregando golosinas, cigarrillos y chocolates al equipo de supervivencia, en fin, tratando de satisfacer gustos personales para menguar el sufrimiento en una fortuita eyección, desde ya que nadie lo deseaba, pero, ¿cómo estaban dadas las cosas era factible que ocurriera?

La meteorología era dudosa y no se tenía en claro que ocurriría si ordenaban la salida de alguna misión. Por de pronto las Escuadrillas que estaban de alerta eran las de:
  1. Capitán Carlos Varela
  2. Alférez Marcelo Moroni
  3. Teniente Mario Roca 

  1. Vicecomodoro Ernesto Dubour
  2.  Alférez Alfredo Vázquez
  3. Teniente Sergio Mayor 

Reserva hasta el decolaje el Teniente Luis Cervera

Casi llegando al medio día, comenzó a levantar el techo y la factibilidad de salir era cada vez mayor. Ya estábamos todos con los equipos personales colocados cuando llego la Orden Fragmentaria de partir en busca de dos fragatas destacadas en la zona de la Bahía de Ruiz Puente, próxima a Darwin en el estrecho de San Carlos.

Con la reunión previa al vuelo realizada, nos dirigimos a los aviones y yo con la consigna de ocupar cualquier lugar, si alguno de ambas escuadrillas sufría alguna falla desde la puesta en marcha hasta el decolaje. Es decir, mis posibilidades de salir en esta misión eran remotas, pero no del todo descartables.

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Resulta que, en plataforma, los siete aviones pusimos en marcha los motores y comenzaron el rodaje a la cabecera de pista, mientras yo según orden expresa quedaba en plataforma. Desde este lugar vi despegar la escuadrilla de Capitán Varela Carlos, mientras al Teniente Mayor, numeral 3 del Vicecomodoro Dubourg, se le bloqueaba la rueda derecha y se iba a la tierra fuera de la calle de rodaje, ante la imposibilidad de despegar del Teniente Mayor, recibí la orden de ocupar su lugar.

Me dirigí rápidamente a la cabecera tratando de hacer las cosas lo más rápido posible, pero por más que me apurara ya los perdía de vista a los demás aviones que ya habían despegado, ante estas circunstancias, trate de tranquilizarme y comencé a hacer las cosas como si fuese solo.

Posterior al despegue puse rumbo al reabastecedor con la esperanza de llegar a tiempo y poder reunirme con el resto de la escuadrilla. Dicha navegación era preocupante, en la soledad que me encontraba por si me llegaba a pasar algo, nunca nadie jamás iba a conocer lo ocurrido, ya que me encontraba mar adentro con unos 20.000 pies de altura y 360º de agua a mi alrededor.

Ya próximo al reabastecimiento comencé a buscarlos y tanta era mi ansiedad por encontrarlos que veía puntitos por todos lados. Sin darle mayor importancia seguí unos minutos más con la misma altura y rumbo, así fue que llegué a verlos a todos merodeando alrededor del Hércules, estando muy próximo vi que estaba una manguera libre y como venía me fui a esa. Tan es así que llegando a la canasta de acople tuve que reducir potencia al mínimo y sacar frenos de vuelo para poder equiparar velocidades y efectuar mi acoplamiento y posterior reabastecimiento.

Como todo esto se hacía sin ningún tipo de comunicación, nadie se había enterado de mi integración al grupo, cuando terminé el reabastecimiento me retiré del Hércules y mi dilema era a quien formar, ya que en esos momentos yo no sabía quién era quien. Esperé un momento a que ellos se acomodaran primero y fue así que lo vi al Capitán Varela que andaba en el “tordillo”,  avión pintado de gris, que estaba en mantenimiento mayor cuando inicio la guerra, de esa manera pude distinguir los respectivos jefes de escuadrillas.

Fui y le formé muy cerca al Vcom Dubourg, este no entendía nada, ya que había llegado al Hércules con un solo numeral y cuando se aleja de este se encuentra con dos numerales, es imaginable las preguntas que interiormente se hacía ¿de dónde salió este?

Luego navegando a ras del agua estaba mirando mi tablero de instrumentos cuando escucho el tableteo propio de un cañón, mi susto fue mayor, más no sabiendo de donde procedían. En ese mismo instante cuando levanto la vista para mirar a mi guía, veo fogonazos de sus cañones, quien estaba haciendo una pequeña practica para comprobar su correcto funcionamiento, sin pensar en el infarto que podía provocar a sus numerales; por supuesto que posterior al aterrizaje las bromas y cargadas fueron innumerables. El “Conejo” Dubourg con su buen sentido del humor aguantó todas las chanzas con una sonrisa socarrona.

Llegando a las Islas la nubosidad estaba muy baja, era agua y nubes sin claros intermedios. Así en estas condiciones penetramos lo mismo, sin saber lo que encontraríamos, pero a medida que avanzábamos por el sur de la Isla Gran Malvinas comenzó a levantar un poquito el plafón alcanzando no más de 20/30 metros de altura. Gracias a esto comenzamos a distinguir los peñascos próximos a las islas, apreciando el cruce por el sur del estrecho de San Carlos y llegando a la Isla Soledad pusimos rumbo norte en dirección a la Bahía de Ruiz Puente.

A pocos minutos de navegar rasante en esa dirección, el terreno comenzó a elevarse hasta reducirnos la visibilidad a 0 (cero) metros, por lo que optamos virar a la izquierda y continuar por el estrecho hasta el objetivo.

Grande fue la desilusión, luego de una aproximación tan riesgosa, llegar a la bahía de Ruiz Puente y no encontrar nada, no nos resignábamos volver a la base sin encontrar el objetivo. En ese momento de desilusión se desordenaron un poco las cosas, ya que el Capitán Varela con su escuadrilla continuó hasta la desembocadura norte del estrecho y en cambio el Vcom. Dubourg optó por hacer un viraje de 180º en el estrecho a la altura de la bahía de San Carlos.

En el momento de hacer el retorno dentro del estrecho la nubosidad estaba a unos 20 metros del agua y ambos lados acantilados, era como hacer esta maniobra dentro de una caja de zapatos. En la mitad del viraje, al ser yo el N° 3 y para no perderlos de vista debía hacer un radio de viraje más pequeño, lo que me hacía acortar la distancia con el Alférez Vázquez. Ya estando encima de este y con gran riesgo de tocarnos, decidí pasar al otro lado por el espacio que había entre el A4-B de Vázquez y el agua, ya que por arriba era imposible por las nubes y perdería de vista a todos en un lugar tan estrecho, cosa que implicaba un riesgo mayor que no deseaba correr.

Cuando ya todos estábamos con rumbo general sur comenzamos a tranquilizarnos y buscar algún blanco de circunstancia sin tener suerte, y a pesar nuestro, debimos regresar con las bombas a la base. A Dios gracias regresamos todos y así como a nosotros se nos complicó y frustró nuestra misión, igual fue para la artillería antiaérea inglesa, que no nos tuvo en línea de tiro en ningún momento.

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Al fin, en el reencuentro de todos los integrantes de ambas escuadrillas, por supuesto que no faltaron los abrazos y comentarios jocosos de lo ocurrido en el paseo por el estrecho de San Carlos.

¡Esa noche el Jefe de Escuadrón pago el whisky para todos!.

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