Por Itzel
Canseco, Jacquelinne
Villa, Karina
Blanco
La
intersección de la soberanía de los Estados al paralelo de los reclamos sobre
los recursos de los océanos, explica por qué desde tiempos antiguos los Estados
han disputado la propiedad sobre pequeñas islas y afloramientos de rocas. A
pesar de que estos pedazos de territorio puedan parecer inútiles, éstos son un
segmento del territorio nacional fundamental puesto que definen la extensión de
la zona económica exclusiva (ZEE) o las llamadas "aguas nacionales"
de las que un Estado es propietario. Así pues, dado que la ZEE abarca una
extensión máxima de 200 millas náuticas desde la costa, el Estado ribereño se
ve en posibilidad de exigir sus derechos de pesca, así como sus derechos para
explotar minerales en el subsuelo marino de dicho territorio (Flint, 2012). Por
tanto, frente dicho marco, la importancia geoestratégica de las Islas Malvinas
ubicadas en el sur del Océano Atlántico y víctimas de una prolongada disputa
histórica, resulta autoevidente.
Contexto
histórico del conflicto
Desde
su descubrimiento oficial en el año de 1520 por la Corona Española, las
desafortunadas Islas Malvinas han pasado a estar bajo el control de diversas
soberanías que han visto en éstas un territorio de importancia geoestratégica
fundamental. Para 1744, en el marco de la guerra librada entre España e
Inglaterra en el Mediterráneo, la semilla de la tentativa británica sobre los
territorios americanos comenzó a germinarse raíz de la proposición del
almirante británico George Anson de establecer una base militar en las Malvinas
con lo cual, se desataría una oleada de protestas por parte de España que
lograría contener temporalmente la expedición británica en dicho territorio.
Sin embargo, las islas sureñas ya formaban parte de la gestión expansionista de
Inglaterra; la Corona Real reclamaba la soberanía de éstas argumentando que
navegantes ingleses habían descubierto el territorio durante el siglo XVI. Así
fue que, en el año de 1766, los ingleses desobedecieron el acuerdo firmado con
España y establecieron un fuerte en Port Egmont conocido como la Gran Malvina.
No pasó mucho tiempo antes de que los españoles los desalojaran y los
presionaran para firmar el “Tratado de San Lorenzo” en 1790 a través del cual,
Inglaterra se comprometía a no establecerse en ningún territorio ocupado por
España en la América Meridional, incluyendo las islas en cuestión.
No
obstante, los intentos colonizadores persistieron por lo que, en el año de
1820, David Jewett, oficial inglés de la Marina, tomó posesión de las islas.
Sin embargo, no fue sino hasta diez años más tarde que nacerían los primeros
habitantes en el marco del “Decreto Argentino de la Comandancia Política y
Militar de las Malvinas”, el cual impulsaba la construcción lazos con la Argentina.
Dicha acción provocaría la decisión de Gran Bretaña de proclamar el “Pacto
Roca-Runciman” a través del cual se estableció la abolición de impuestos sobre
productos ingleses y se le otorgó el monopolio sobre el transporte público en
las islas a una compañía inglesa. Ante dicho preámbulo, Lord Palmerston, primer
ministro británico, anunció el control de la Corona Real sobre el archipiélago
renombrándolo como Falkland Islands y en 1841, nombró al Teniente Richard
Clement Moody como gobernador de las islas; junto a él llegaron doce familias
con lo cual tendría lugar la creación del poblado “Puerto Stanley” al cual se
le sumaron los también ciudadanos argentinos establecidos previamente en las
islas. Los habitantes de las Malvinas aumentaron rápidamente y a principios de
1900’s, el número de residentes alcanzaba las 200 personas (Kauth, 2012).
Las
protestas argentinas para someter al gobierno británico al arbitraje
internacional fracasaron hasta que el 16 de diciembre de 1965, la Asamblea
General de la ONU emitió la Resolución 2065 en el que se estableció lo
siguiente:
“(La
ONU) Invita a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el
Comité Especial encargado de examinar la situación pacífica al problema,
teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de
las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, así
como los intereses de la población de las Islas Malvinas” (ONU, 1965).
Así
pues, en 1967 Londres le dio a Buenos Aires la oportunidad de recuperar las
islas bajo la condición de que se respetara el deseo de sus habitantes, pero la
Argentina se negó a ello puesto que 5 de cada 6 pobladores provenían de
familias inglesas o escocesas y por lo tanto, no reconocían sus costumbres en
la cultura argentina. De cualquier forma, la propuesta derivaría en la anexión
del territorio a la Corona Británica, la cual, tras descubrir recursos
energéticos fósiles en los subsuelos de Las Malvinas en el año de 1970,
incrementaría su interés de manera exponencial sobre la región en cuestión dada
la posibilidad de explotar petróleo (Kauth, 2012).
Años
más tarde, el nacionalismo gaucho promovido por la dictadura militar de Jorge
Rafael Videla ocasionó la explosión de la tensión con Inglaterra. En 1982, la
llamada “Guerra de las Malvinas” suscitó el mayor despliegue de las fuerzas
armadas del Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial (Razoux, 2002).
Soldados argentinos apearon la bandera inglesa en Puerto Stanley, desalojaron
al gobernador y ocuparon las Malvinas bajo la administración militar. El Reino
Unido, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, percibió este acto como una
declaratoria de guerra y envió una flotilla al Atlántico sur para proteger la
colonia insular. A más de 14 mil kilómetros de distancia de la Corona Inglesa,
la armada se mantenía convencida de la victoria sobre el archipiélago. No
obstante, la Argentina sabía perfectamente a lo que se enfrentaba y se preparó
minuciosamente con misiles y aviones franceses. El combate duró dos meses,
resultando en la victoria británica y en la muerte de 649 soldados argentinos y
255 ingleses.
Tras la
guerra, el temor a que la Argentina volviera a ambicionar el territorio
malvinense orilló a la Corona Real a custodiar el archipiélago por medio de
cuatro aviones Typhoons, unidades de artillería, alrededor de 1000 soldados y
un submarino. Además, se prohibió la entrada de nacionales argentinos a la
isla, medida que iría flexibilizándose con el tiempo hasta permitir la entrada
de turistas de cualquier nacionalidad al interior de las islas.
En la
actualidad, a pesar de las precauciones inglesas, el gobierno argentino
kirchnerista continúa buscando el reconocimiento internacional respecto a la
soberanía argentina sobre Las Malvinas a través de una estrategia distinta; la
administración argentina ha apostado por vías pacíficas y diplomáticas en el
marco del derecho internacional.
Actores
involucrados
Los
principales actores involucrados en la disputa por el control del territorio y
los recursos que abarcan las Islas Malvinas en la actualidad son:
• Gran Bretaña
El
gobierno Británico considera fundamental la soberanía sobre el archipiélago de
Las Malvinas debido a que, en la actualidad, las reservas del Mar Norte de
Inglaterra se encuentran en declive mientras que los precios comerciales del
petróleo oscilan por arriba de los 50 euros por barril. Por tanto, debido a la
importante ubicación geoestratégica y vastos recursos en materia de
hidrocarburos que poseen Las Malvinas, Inglaterra ha impulsado la defensa de
las islas de manera considerable; para ello, el gobierno inglés estableció la
base militar “RAF Mount Pleasant” y la estación naval militar “Mare Harbour” en
el interior de éstas (ver anexo 1.2). Así mismo, la Fuerza Real Aérea
Eurofighter Typhoons en conjunto con la Real Fuerza Naval Gunboats se
establecieron como los principales defensores de la soberanía del archipiélago.
No obstante, las bases e instalaciones militares inglesas ubicadas en el sur
del Océano Atlántico constituyen una fuente de tensión latente y una clara
muestra de la vigencia de las políticas imperialistas inglesas.
En el
plano internacional, en cuanto a la disputa por las Islas Malvinas, los Estados
Unidos, que siempre ha sido condescendiente y un gran aliado de Gran Bretaña,
ha declarado que mantiene una posición neutral frente a dicha situación, aunque
a los ojos del mundo resulta evidente que los Estados Unidos a la hora de tomar
una decisión, dará su apoyo a su gran aliado histórico (Patnella, 2013).
• Argentina
Al
igual que Gran Bretaña, la Argentina posee gran interés en las Islas Malvinas
dada la ubicación geoestratégica de éstas que le permitiría extender la
soberanía argentina sobre las aguas del Atlántico sur 200 millas más a partir
de la costa de las islas en cuestión de tal suerte que el gobierno argentino,
podría explotar los vastos recursos pesqueros y petroleros de los que la región
en disputa está dotada. Bajo el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, la Argentina ha hecho de forma pública y constante el reclamo de las
islas con el afán de que el gobierno inglés ceda la soberanía sobre las Islas
Malvinas al Estado gaucho de una vez por todas. En la 68 Asamblea Anual de las
Naciones Unidas, la Argentina señaló que el Reino Unido no ha cumplido con la
resolución impuesta por la ONU para la resolución del conflicto y que, por
contrario, dicha nación ha “militarizado” el Atlántico Sur a través de la
puesta en práctica de ejercicios militares y la instalación de bases militares.
Los
argentinos han tratado de socavar el apoyo de Washington a Gran Bretaña con la
amenaza de trabajar con otros países de América del Sur para formar una nueva
organización regional deliberadamente excluyendo a los Estados Unidos y Canadá.
Definitivamente tal acción no sería benéfica para los intereses de los Estados
Unidos por lo que Washington ha tratado de mantener su distancia del conflicto,
describiéndolo como un problema bilateral entre Buenos Aires y Londres exclusivamente.
No obstante, en el resto de la comunidad internacional Argentina cuenta con el
apoyo de organizaciones internacionales de carácter regional como es el caso de
la Asociación Interamericana de Integración (ALADI), el Mercado Común del Sur
(MERCOSUR), Grupo de Río, el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA),
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza
Bolivariana de los Pueblos de las Américas (ALBA) y finalmente la Unión de
Naciones Sudamericanas (UNASUR). Esta última organización, incluso ha prohibido
el uso de sus puertos a buques que lleven la bandera de las islas Malvinas.
• Las Malvinas
Las
Malvinas son un archipiélago ubicado en la plataforma continental de América
del Sur, dentro del denominado Mar Argentino. El archipiélago de las Malvinas
cuenta con más de doscientas islas, de las cuales sobresalen principalmente la
Isla Gran Malvina ubicada al oeste, así como la Isla Soledad ubicada al este
(ver anexo 1.1). A pesar que existe gran cantidad de islas e islotes en la
región que comprenden Las Malvinas, al sur se encuentra el banco Burdowood
también conocido como Namuncurá, en el cual se reconoce la existencia de
yacimientos mineros y de hidrocarburos.
La
prosperidad de las islas ha crecido de forma sustancial hasta un punto tal que
los estándares de vida en Las Malvinas se asimilan a los del sur de Inglaterra
de acuerdo al gobierno inglés. El Puerto Stanley, capital del archipiélago, ha
doblado su demografía desde 1982; la urbanización, las universidades, los
centros de entretenimiento acompañados de decenas de turistas que pasan año con
año, son algunas de las características de la zona.
No
obstante, en la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Los malvinenses
sin duda son los más afectados en este prolongado conflicto debido a que las
situaciones que se han suscitado, han provocado que no sea posible importar
algunos alimentos y productos que no son elaborados en la isla, lo que ha
traído como consecuencia un sentimiento de rechazo hacia los argentinos por
parte de los habitantes de Las Malvinas. La población de las islas se considera
británica, aunque no se sienten dependientes económicamente de Gran Bretaña
debido a su desarrollo económico, el cual se sustenta principalmente en la
actividad pesquera, la ganadería y el turismo (Patnella, 2013).
Situación
actual
Desde
la creación de la ONU y la OEA, ambas organizaciones de carácter internacional
han emitido varias resoluciones a fin de que Gran Bretaña y la Argentina
lleguen a un acuerdo sobre la situación de las Islas Malvinas, lo cual no ha
tenido éxito hasta el momento. En la actualidad, Las Malvinas forman parte de
la lista elaborada por el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en
la que se encuentran los dieciséis territorios no autónomos del mundo que,
hasta la fecha, todavía no han alcanzado su soberanía.
Pero,
¿Por qué tanto interés particular en las Islas Malvinas? Pues bien, Las
Malvinas y sus alrededores poseen un doble atractivo: primeramente, el
territorio en cuestión goza de una excelente ubicación geoestratégica en el sur
del Océano Atlántico que posibilita extender la soberanía nacional sobre las
aguas marítimas de dicho océano a 200 millas náuticas desde las costas de las
islas mientras que también, se trata de una zona sumamente rica en minerales e
hidrocarburos por lo que tanto Gran Bretaña como la Argentina, disponen de un
gran interés en Las Malvinas.
Tanto
las reservas de hidrocarburos como otro tipo de recursos naturales encontrados
en el Sur del Atlántico resultan fundamentales para Gran Bretaña puesto que a
través de éstos, es posible reducir de manera significativa la fuerte
dependencia Europea de sus principales proveedores de materias primas e
hidrocarburos -Rusia y el Medio Oriente- ; la posibilidad de una reserva de más
de 60 billones de barriles en el archipiélago, podría llegar a satisfacer la
demanda Británica y Europea y por ende, reducir a gran escala la dependencia en
la importación (La Nación, 2010).
De
acuerdo a la petrolera británica Rockhopper Exploration, la inversión adecuada
en la exploración y extracción de petróleo en las islas podría generar entre
120.000 y 500.000 barriles diarios de crudo por lo que su importancia
geoestratégica ha ido en creciente escalada. A la fecha, 5 empresas británicas
disponen de permisos del gobierno de las Islas Malvinas para explorar y
explotar el petróleo de la plataforma continental que rodea la zona, lo cual la
Argentina considera una actividad ilícita (Patnella, 2013).

Por
otra parte, las Islas Malvinas resultan geoestratégicamente relevantes debido a
su particular ubicación; las islas se localizan a tan solo 500 km del Estrecho
de Magallanes, así como del Pasaje de Drake, lo que brinda un importante
control sobre la ruta baja del Sur del Atlántico ya que además del Canal de
Panamá, estos dos puntos son los únicos enlaces directos entre el Atlántico y
el Pacifico. Así mismo, cabe destacar la relevante proximidad de las islas
respecto del continente Antártico en donde la aceleración del cambio climático
podría acarrear consigo el descubrimiento de enormes riquezas minerales en el
futuro.
Por
tanto, a tres décadas del conflicto bélico entre Gran Bretaña y la Argentina,
la presidente Cristina E. Fernández de Kirchner se presentó en la cumbre del
G-20 con sede en México durante el año 2012, con más de cuarenta resoluciones
de la ONU a partir de las cuales, argumentaba su petición para abrir nuevos
canales de negociación en la resolución del conflicto por las islas. Como
respuesta a su ardua labor diplomática, en marzo del 2013, los malvinenses
realizaron un referéndum en el cual se refleja la intención del 99% de los
isleños de continuar bajo el estatus de territorio de ultramar de Londres (ver
anexo 1.3).
A pesar
de los costes extraordinarios por mantener la influencia británica en la zona,
más de mil millones de libras esterlinas anuales, Gran Bretaña no parece ceder
ante las presiones de Buenos Aires debido a las razones mencionadas
previamente. En cambio, las negociaciones entre Las Malvinas y Reino Unido
oscilan alrededor de las Naciones Unidas con el objetivo de que el Comité de
Descolonización apoye la postura de los malvinenses, la cual se aleja totalmente
de negociaciones con Argentina. El nacionalismo exacerbado de los isleños tiene
raíz en el recuerdo de la guerra y en la percepción colectiva de que Buenos
Aires ha tratado de negar los deseos malvinenses sobre su soberanía (Dinatale,
2013).
Recomendaciones
En el
capítulo XI, artículo 73, de la Carta de las Naciones Unidas, se hace
referencia a los territorios no autónomos poniendo de manifiesto que “los
Miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de
administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud
del gobierno propio, reconocen el principio de que los intereses de los
habitantes de esos territorios están por encima de todo y aceptan como un
encargo sagrado la obligación de promover en todo lo posible […] el bienestar
de los habitantes de esos territorios” (ONU, 2013). Por ende, Gran Bretaña ha
podido respaldar exitosamente su posición respecto a la posesión de la
soberanía de las Malvinas en base al derecho internacional y al principio de
libre autodeterminación ya que tras el referéndum llevado a cabo en dicha
región durante el 10 y 11 de marzo de 2013, la voluntad del 99% habitantes de
las islas se mostró a favor de permanecer bajo la tutela de Gran Bretaña.
Por
consiguiente, a pesar de los arduos intentos diplomáticos de la ejecutiva
Cristina Kirchner por obtener la soberanía de las islas contiguas a la costa
argentina, en el marco del derecho internacional el principio de libre
autodeterminación prevalecerá por encima de cualquier otro principio de tal
suerte que consideramos poco probable que Las Malvinas pasen a formar parte de
la soberanía de la Argentina en el corto y largo plazo. Sin embargo, no todo
está perdido para el Estado gaucho puesto que de acuerdo a lo estipulado por la
Resolución 2065 como la 3160 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de
1975, “las partes en el conflicto referente a las Malvinas debían abstenerse de
innovar en aspectos fundamentales o de realizar actos inconsultos o
unilaterales para no afectar las tratativas de negociación en marcha” (La
Nación, 2010).
Ante
dicho marco, la cuestión de las excavaciones y exploraciones petroleras en las
aguas del sur del Océano Atlántico por parte del gobierno de Las Malvinas,
respaldado en su totalidad por Gran Bretaña, así como la instauración de bases
militares inglesas en las islas, representa una violación a lo estipulado por
ambas resoluciones, con lo que inexorablemente se ha conducido a una fuerte
escalada de tensión entre los protagonistas de la disputa bilateral por las
Islas Malvinas.
Partiendo
de ello, la recomendación que ofrecemos desde una postura neutra respecto a la
disputa en cuestión, consiste en que el gobierno de Gran Bretaña y la Argentina
suscriban un tratado de carácter vinculante bajo la mediación de la ONU en el
que se comprometan a trabajar conjuntamente en la exploración y excavación
tanto de las aguas argentinas como de las aguas internacionales del Atlántico
sur a partir de las 200 millas náuticas de la costa de Las Malvinas con el afán
de preservar la soberanía británica sobre éstas. Por tanto, se estaría
replicando hasta cierto punto el exitoso modelo del Consorcio de Stockman
suscrito entre Rusia y Noruega de tal suerte que, en el caso de la disputa por
las Islas Malvinas, la Argentina podría potencializar su industria petrolera
dentro de su territorio nacional de manera sumamente significativa a través del
financiamiento británico mientras que el gobierno de Las Malvinas podría
continuar ejecutando exploraciones y excavaciones con el fin de obtener petróleo.
Así mismo, con la firma del tratado, Gran Bretaña deberá comprometerse a
detener en su totalidad los ejercicios militares que se ejecutan las Islas
Malvinas mientras que también, deberá deshabilitar las bases militares
localizadas en las islas con el afán de disminuir la tensión y avanzar en la
negociación y acercamiento a Argentina.
Comentario
final
La
disputa histórica por la soberanía de las Islas Malvinas sin duda alguna ha
puesto de manifiesto la importancia de su ubicación geoestratégica en el globo
dada su cercanía al continente Antártico, al Estrecho de Magallanes y al Pasaje
de Drake. Paralelamente, el descubrimiento de los vastos recursos que subyacen
en las aguas que bañan las costas de dichas islas ubicadas en el Atlántico sur,
han sido un factor fundamental en el creciente interés argentino y británico
sobre la soberanía de éstas. Por tanto, es posible concluir a raíz del presente
caso que, en la actualidad, todavía es posible visualizar los estragos de la
lógica imperialista del S. XX al paralelo de la fuerte dependencia de la
civilización del S. XXI en el petróleo y los hidrocarburos. A pesar de que
pareciera que el reparto del mundo llegó a su fin durante el siglo pasado, hoy
en día el juego geopolítico continúa más que vigente. Por tanto, el destino de
Las Malvinas, víctimas de una prolongada disputa histórica, estará siempre
vinculado de manera intrínseca al gran juego geopolítico.
Anexos
Anexo
1.1
Anexo
1.2
Anexo
1.3
Fuentes
Bibliográficas
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