16 de marzo de 2009

EL HUNDIMIENTO DE LA ANTELOPE (VERSIÓN INGLESA)

El 22 de mayo, al día siguiente de la destrucción de la Ardent, los británicos consolidaron sus posiciones en tierra. Los SAS (Special Air Service) eliminaron varios puestos de observación en la margen oeste del estrecho de Malvinas. Esto llevó sin dudas a que los argentinos decidieran no comprometer más aviones en otros ataques ese día.

Era necesario asimismo curar las heridas de la víspera, ya que se habían perdido al menos dieciséis aviones. Llegó la noche y los argentinos todavía no se habían mostrado. Todo el mundo en San Carlos y sus alrededores lanzó un suspiro de alivio. Ahora se podían encarar algunos redespliegues de primera importancia, incluyendo el relevo de la Antrim dañada y la partida del Canberra (todos sus hombres ya habrían desembarcado) junto con otros buques de reabastecimiento.

El domingo 23 de mayo comenzó tranquilamente y se esperaba disfrutar de una verdadera calma. Estas esperanzas fueron rápidamente truncadas por los Mirage y los Skyhawk, que reemprendieron sus ataques. El Antelope, buque de la misma serie que el Ardent, tomó su posición en el estrecho de Malvinas para asegurar la protección de las naves que se encontraban en la bahía y que no estaban protegidas por las colinas.

Alrededor de las 1400, hora local, dos Skyhawk surgieron de atrás de las colinas de la isla occidental a un poco más de diez metros de la superficie del agua, el primero fue abatido por un misil Rapier disparado desde las alturas que dominan San Carlos. Las bombas del segundo fallaron por poco su objetivo.

El ataque principal sobrevino casi inmediatamente. Oleadas de Mirage y de Skyhawk pasaron por encima del fondeadero descendiendo hacia el estrecho, serpenteando y picando hacia los navíos para intentar desesperadamente escapar de la defensa aérea. Algunos consiguieron a pesar de todo, franquear la cortina de fuego de las armas antiaéreas. Cuatro Skyhawk se aproximaron a la Antelope y uno de ellos paso por el lado de estribor a la altura de la cabeza del mástil. EI marinero Waren, que servia el cañón de 20 mm de estribor, consiguió hacer blanco con algunos proyectiles. Como el avión pasaba por encima del buque, chocó con el mástil principal, que se partió en dos, lanzó dos bombas de 230 kg. y después se desintegró.

Una de las bombas desencadenó un incendio, pero la otra no estalló y se alojó en la sala de máquinas. Afortunadamente hubo pocas perdidas: un camarero de 18 años que resultó muerto y otros tres heridos. El fuego fue rápidamente extinguido pero no sin que antes causara daños de importancia.

Con una bomba armada a bordo el comandante de la Antelope. Nick Tobin, decidió buscar refugio en la Bahía San Carlos. Esperaba encontrar ahí condiciones más tranquilas que le permitirían hacer desarmar la bomba.

Brian Hanrahan, un reportero de la BBC, describió así su llegada: "Entró lentamente en la bahía despidiendo una nube de humo, con su mástil roto y su casco perforado. Soltó el ancla a unos 900 metros de la costa".

Como el buque ya estaba cerca, la tripulación, con sus trajes de supervivencia color naranja, se reunió en la cubierta de vuelo; ya no había necesidad de ellos para la maniobra o para atender las armas. La Antelope bajó su ancla.

En el curso de esta fase de la guerra aérea los argentinos habían utilizado bombas cuya concepción se remontaba a la Segunda Guerra Mundial. Para armar su espoleta estaban equipadas con una pequeña hélice que la misma corriente de aire hacia girar, por lo que si la bomba no era lanzada desde una altura suficiente no estallaría. Para escapar de la detección del radar y de los misiles británicos, los pilotos volaban muy bajo y por tanto sus bombas no tenían tiempo de armarse completamente. Así se explica que la bomba que penetró en la Antelope no haya explotado.

Los argentinos comprendieron su error poco tiempo después y comenzaron a utilizar bombas de vuelo retardado por paracaídas.

La prensa del Reino Unido se refirió profusamente al tema de las espoletas defectuosas lo que molestó al estado mayor británico que pensaba que ese era el mejor medio de atraer la atención de los argentinos sobre el reglaje de sus espoletas.

El coraje de Jim Prescott

Un equipo de expertos en explosivos, dirigido por el sargento Jim Prescott de los Royal Engineers (ingenieros de combate) fue llevado al Antelope en helicóptero. Se hizo subir a cubierta a toda la tripulación; mientras, que el helicóptero Lynx del buque transportaba las herramientas y piezas de recambio esenciales para el caso de que no hubiera forma de recuperarlo.

Segun Rohert Fox, reportero de la BBC, Prescott quitó efectivamente dos veces la espoleta de la bomba pero cada vez la volvió a poner en su sitio al no saber hasta que punto la bomba sería estable sin su detonador. Prescott trabajaba en permanente comunicación radial con los miembros de su equipo, a quienes describía las operaciones que realizada.

Por lo que se pudo saber, estaba extrayendo la espoleta Prescot por tercera vez cuando la bomba se activó y explotó Prescot resultó muerto en el acto. Uno de los tripulantes perdió un brazo y los demás fueron lanzados sobre la cubierta, tres de ellos heridos. La bomba desencadenó una serie de incendios en la sala de máquinas y en los compartimientos vecinos.

Los equipos de lucha contra el fuego se encontraron de pronto sin energía eléctrica y por lo tanto sin presión de agua. El incendio se propagó incontrolable, las superestructuras de aluminio comenzaron a fundirse por si mismas. La noche había caído. El capitán Tobin se vio obligado a dar la orden de abandonar el buque.

Los barcos de salvamento, con la ayuda de algunas lanchas de desembarco, transportaron a toda la tripulación, en tanto que los helicópteros patrullaban la zona en busca de hombres en el mar.

Horrorizados, millares de hombres, marinos o infantes en tierra o desde la cubierto de sus naves, fueron testigos de estos acontecimientos. No tuvieron que esperar mucho para el acto final, el más impresionante. Diez minutos después del que el último hombre hubiera abandonado al ANTELOPE, el incendio alcanzó la bodega de misiles. La noche se iluminó con una bola de fuego muy brillante y se colmó de explosiones formidables, el buque se abrió como una lata de conservas.

Los fuegos artificiales no había terminado.

El buque ardió durante el resto de la noche, lanzando al aire fragmentos incandescentes. Al amanecer el incendio había cedido un poco, pero el conjunto del buque seguía al rojo. La cubierta superior no era mas que una masa inexplicable de metales fundidos. Al día siguiente la popa del ANTELOPE se partió y zozobró enviando al aire un penacho de vapor blanco.

Para uno de los oficiales de armamento de un destructor de la TASK FORCE" ese fue el peor momento". Ver hundirse un navío por primera vez es una dura experiencia, los miles de testigos quedaron completamente trastornados. Lo que los turbó igualmente fue el carácter inútil de esta pérdida y la facilidad con que el buque había sido puesto fuera de combate.

Tenían la impresión que los argentinos serían capaces, cuando ellos quisieran, salvo quizás de noche, de forzar la pantalla defensiva exterior. Se sostuvo que muchos buques hubieran seguido la suerte del Antelope y de la Ardent si no se hubiera elegido San Carlos como punto de desembarco. Estas dos fragatas habían actuado como cebos en el estrecho de Malvinas y es probable que en San Carlos hubieran sobrevivido. En efecto, las colinas formaban una pantalla que dominaba la cala por tres lados y que permitía a los aviones argentinos aproximarse desde el lado de tierra. No tenían sin embargo más que algunos segundos para escoger sus objetivos, por lo que a menudo debían atacar a la nave más cercana sin tener tiempo de elegir blancos estratégicos tales como los buques de reabastecimiento.

Los aviones operaban en el límite de su radio de acción y después de algunos segundos sobre San Carlos debían dar media vuelta para volver a su base o correr el riego de quedarse sin combustible en el camino de regreso.

Fuente: http://www.batallas.org

1 comentario:

Sex Shop dijo...

Muy buenoooo!!!!!!