19 de marzo de 2009

VOLVER A MALVINAS (PARA DAR EL ADIOS FINAL)

La noche del 9 de mayo de 1982, Ivone Dentesano se comunicó por teléfono con la base de San Julián, en Santa Cruz. Allí estaba apostado su marido, el Teniente Jorge Casco, piloto de la Fuerza Aérea Argentina.

Pidió hablar con él pero un compañero la despidió con evasivas. Días después tocaron la puerta en la casa de la mujer, en Buenos Aires. Un cura y un militar llegaron para contarle que su esposo había desaparecido en una misión de ataque a un barco inglés en la Guerra de Malvinas.

Ivone sabría luego que ese 9 de mayo Casco volaba su avión A-C 4 Skyhawk a 150 metros sobre el nivel del mar (“Hasta rozar las alas con la cresta de las olas”, recrea el parte oficial), con visibilidad nula por la niebla y pidiendo “silencio de radio” para no ser detectado por radares enemigos. Llevando bombas de 1.000 libras, buscaba un D-42 HMS Coventry británico.

Bajo los efectos de la adrenalina del cazador furtivo y sin enlace con la base, el Teniente chocó con la Isla Jason, una formación rocosa cueva de golondrinas y pingüinos, al noroeste de la Gran Malvina, que terminó con su vida.

Desde ese momento, Ivone creyó que su marido había sido enterrado en Darwin. Y fue así, ya que las Fuerzas Armadas de Gran Bretaña recogieron y enterraron lo que se encontró; aunque por lo brutal del accidente parte del cuerpo había quedado en otros sectores de la isla.

Años más tarde, en 1999, se hallaron nuevos elementos óseos y por algún motivo que no fue revelado la existencia de estos despojos recién fue comunicada por la embajada británica a la Cancillería argentina el año pasado.

El Gobierno nacional se hizo cargo de los restos, que llegaron al país en julio de 2008. El Banco Nacional Genético del Servicio de Inmunología del Hospital Durand determinó la identidad de los huesos. Eran de Casco.

Desde hace 27 años, Dentesano vive en Córdoba. Rehízo su vida, volvió a casarse y ejerció como bioquímica. Había hecho el duelo y cerrado la historia. Pero todo volvió a comenzar cuando, en su casa del Cerro de las Rosas, recibió una llamada: la noticia del hallazgo. “¿Por qué ahora?”, se dijo. No encontró la respuesta.

Superado el impacto, debió hacer algo con aquellos restos. El Gobierno argentino esperó su decisión y ella supo, confiesa hoy, que Jorge debía regresar a las islas y descansar en Malvinas. Por primera vez, después de la guerra, un ex combatiente volvería para ser enterrado allí.

Hace más de una semana, el jueves 6 de marzo, Ivone cortó jazmines en el patio de su casa. Flores frescas del verano cordobés con las que preparó un ramo. Un día después, viajó a Malvinas llevando los restos del que fue su marido en una urna de madera. Ella, Guillermo y Julieta, junto a Ofelia Codutti (la mamá de Casco) viajaron a Malvinas el sábado 7 junto al féretro hasta el cementerio de Darwin para darle la sepultura final.

Cuenta Ivone que pensó que los jazmines de su patio la unirían profundamente con Malvinas, a tantos años y tantos kilómetros. “Cuando supe que los restos que habían encontrado eran de él, pensé que lo mejor era que volvieran a Malvinas. Allí murió y en esa tierra debería descansar”, asegura casi susurrando. El ramo quedó allí.

No hay comentarios: