23 de abril de 2011

CREYÓ QUE HABÍA MUERTO EN MALVINAS PERO LO ENCONTRÓ EN FACEBOOK

Le enseñó a tirar y le dio su casco en la última noche de combates. Sus compañeros lo vieron caer tras una explosión y lo dieron por muerto. Un profesor de Santa Cruz los reencontró.

La guerra en un paraje tan frío como Malvinas los unió y los hizo amigos. El tiempo los separó durante 29 años pero internet logró reencontrarlos. Compartieron desde la comida hasta los bombardeos aéreos, pasando por el cañoneo naval de las fragatas británicas, al costado de la pista de Puerto Argentino. Pero en el desconcierto de la última noche de combates se perdieron y las noticias sobre la muerte de uno de los dos cerraron la amistad.

Desde el último día de combate Jorge creyó que Víctor había muerto. Los propios compañeros del soldado lo habían visto caer muy mal herido, e inclusive se notificó a su madre con un telegrama que confirmaba la muerte. Pero la esperanza logró superar a los peores rumores.

El encuentro

El 05 de abril de 1982, apenas días después de recuperadas las islas, Jorge Luís Reyes, que en ese momento era Teniente de la Fuerza Aérea, llegó a Malvinas para instalar las defensas antiaéreas del aeropuerto. Fue repeliendo los ataques de los aviones Sea Harrier británicos que Jorge Luís conoció al cordobés Víctor Rena.

El relato del Teniente no es nuevo. Recordó que lo escribió hace muchos años y lo repartió entre algunos de sus amigos. Hablaba de los héroes de carne y hueso, como ese soldado de Río Cuarto que defendió el aeropuerto junto con ellos. Según el relato, el soldado junto con un compañero formaba parte del Regimiento 25 del Ejército que tenían la misión de evitar la toma del aeropuerto por parte de las tropas británicas. Jorge debía hacer lo mismo pero en el aire. El relato de Reyes explica: “dos tambores de 200 litros sostenían una chapa cubierta con tierra y oficiaba de refugio a dos soldados. Tenían los rostros tiznados por el humo del fuego que los calentaba, las ropas húmedas evidenciaban lo desprotegidos que estaban, se acercaron a nosotros y sin mucho esfuerzo, se integraron al grupo, el mas inocente era de Río Cuarto”.

Si bien eran de distinta fuerza los Capitanes de cada unidad permitieron que los soldados formaran parte de la defensa de esa batería antiaérea. “Como él no la pasaba bien, mojado, mal atendido, se asimiló a nosotros. Nosotros en seguida lo incorporamos; el fusil de él, se lo limpiamos, desarmamos, el fusil lo tenés que cuidar como a tu novia, ellos lo tenían bajo el agua, embarrado. También le enseñamos a tirar, había unos tambores a la distancia, lo hacíamos practicar. El chico fue ganando confianza, charlando con nosotros, comía con nosotros, y al final terminó haciendo la comida. Charlábamos de la familia. Yo era oficial, lo veía y me ponía en el lugar de él, mi hermano tenía la misma edad, era la forma de darle ánimo, y que sintiera que se preocupaban de él” explicó

El último día de combates recibieron un ataque con cohetes y misiles sobres las posiciones de los cañones antiaéreos. El bunker de los soldados quedó destruido y se quemaron sus fusiles y la munición. Esa misma noche el Regimiento de Víctor debía marchar al frente a refrescar las tropas que, de cara a los ingleses, intentaban contener el ataque pero se replegaban hacia Puerto Argentino. “Se habían incendiado nuestras posiciones y no les había quedado nada, nosotros le dimos el fusil, la munición, el casco y se fue, esa fue la despedida. El último día cuando se fue me dijo, ‘le quiero dar algo, usted fue bueno conmigo, y le quiero dar una estampita’. Yo le dije que se la quedara él que la iba a necesitar igual que yo. “quédesela que tengo dos” me dijo y se fue”.
 
Jorge no lo volvió a ver. Tras la rendición lo buscó infructuosamente en los galpones donde todos los efectivos argentinos eran mantenidos como prisioneros de guerra. Recorrió cada posición y le consultó por Rena a todo oficial de Ejército que cruzaba, hasta que un compañero del soldado le dio la mala noticia: “no lo busque más, una granada lo partió al medio. Falleció”.

Durante 29 años el entonces Teniente creyó que el soldado había muerto en Malvinas y lo recordó en cada 14 de junio, fecha de su supuesta muerte. "Muy triste anoté detrás de la estampita “muerto en combate el 14 de junio”, bajo su nombre".

Víctor Rena, dejó la batería antiaérea y marchó, con el fusil prestado por el oficial de Fuerza Aérea, junto con sus compañeros de Ejército a las primeras líneas de combate que ya estaban cercadas por los ingleses, muy próximos a Puerto Argentino. El final era inevitable.

Mientras las tropas retrocedían hacia la ciudad, entre medio de Víctor y otros cuatro compañeros cayó una munición de mortero, la onda expansiva derribó a los cinco. Los demás soldados los vieron caer y quedar inmóviles sobre la turba. Víctor no se movía y tenía una gran herida en el estomago, creyeron que había muerto. “Una esquirla me destrozó el fusil, un FAP, Fusil Automático Pesado, y los cargadores. Además me hirió en el costado. Pero el fusil frenó que no me hiriera más, y los otros cuatro chicos fueron los que recibieron más esquirlas y me salvaron de la onda expansiva. Yo vi las explosiones, primero de un lado, después del otro, y después no me acuerdo de nada. Me desperté con un rosario en la mano. Me levantaron soldados ingleses y me llevaron a un hospital. Me salvé” rememoró Víctor en comunicación telefónica con este medio, desde su Córdoba natal.

El reencuentro

Durante 29 años Jorge pensó que Víctor había muerto en la guerra, pero el profesor universitario German Stoessel desde Caleta Olivia los rastreó para tratar de encontrarlos.

En la página de Facebook “Nunca nos olvidemos de nuestro héroes” donde se publican asiduamente relatos de Veteranos de Malvinas y acciones realizadas en el conflicto, se publicó el antiguo relato de Jorge en el que recordaba al soldado caído en combate. Allí mismo otro veterano confirmó a través de un comentario la supervivencia del soldado de Río Cuarto. “Fue una cosa que me dejó helado, rememora Rena, este profesor había visto por internet la historia, yo no tenia conocimiento de nada, me volvió a explicar y accedí a darle mis datos para reencontrarme. Para mi es un orgullo que este muchacho me haya tenido en cuenta durante estos 29 años”.

Las voces se cruzaron en el teléfono. Desde Buenos Aires hablaba quien creía que su compañero estaba muerto. Desde Córdoba lo hacía un ex soldado que ignoraba que durante tantos años lo recordaron como un héroe. “Fue una sorpresa muy grande, me quebré un poco cuando me llamó, como puede ser después de tantos años yo sin saber de esto. Es revivir la amistad de vuelta, primero le dieron la alegría a él de que estoy vivo y ahora nos vamos a ver el fin de semana largo del 20 de junio” apuntó el cordobés.

En las noches de Malvinas, para soportar el frío y la espera, cada uno le contó al otro como estaba conformada su familia y se prometieron que cuando terminara la guerra iban a compartir un asado. El 20 de junio cuando se cumpla un nuevo aniversario de su vuelta al continente podrán compartir el asado prometido, que se postergó durante 29 años.

Fuente: 24con.com

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