26 de julio de 2010

RECUERDOS DE UN TRIPULANTE DE CANBERRA

Al Mayor Aldo Escudero le tocó, como a tantos oficiales de la Fuerza Aérea, pelear en Malvinas en 1982. Lo que nunca pensó es que tendría el privilegio de realizar el primer bombardeo nocturno de la historia de la aviación, en una operación que probablemente los militares ingleses no se olvidarían nunca.

Más aun: este vecino de Palomar estuvo muy cerca de "tirar la primera piedra" en el conflicto del Atlántico Sur.

Objetivo: Georgias

Por esas cosas del destino, a Escudero le tocó volar en Malvinas con avión de origen inglés. El BAC Canberra era un viejo conocido para el entonces Mayor. Este birreactor había reemplazado a los veteranos Avro Lincoln en 1970 y él había participado en los vuelos que los trajeron al país desde Inglaterra. Hasta 1976, cuando pasó a integrar las tripulaciones de los C-130 Hércules, había volado cerca de 2000 horas en el Canberra.
En abril de 1982 ambos volvieron a encontrarse para una misión muy especial: un ataque sorpresa a las naves inglesas que ocupaban las islas Georgias.

En la mañana del 26 de abril, con el Comodoro Ramón Vivas como piloto, Escudero despegó en compañía de otro Canberra de la base fueguina de Río Grande. Como el viaje a las islas era muy largo (2.500 kilómetros) cada avión llevaba sólo dos bombas y tenía el resto del espacio de armas ocupado con combustible. Así y todo no era una misión para el Canberra, con un equipo de navegación obsoleto. Por eso no estaban solos: delante iba un Boeing 707 que tenía la función de indicarles el momento en que debían descender para iniciar el ataque. Horas antes, un Hércules se había adelantado para hacer el ploteo meteorológico y asegurar la ubicación de los dos barcos objetivo, uno de ellos el famoso HMS Endurance.

"Hicimos el vuelo sin novedad, cuenta Escudero, todavía no habían empezado las hostilidades con los ingleses así que nadie se esperaba algo así. Pero cuando estábamos en posición de ataque, la tripulación del Hércules nos avisó que el clima era muy malo en las Georgias y debíamos volver. Dejamos la misión para el día siguiente. Pero cuando nos aprestábamos a despegar, llegó una orden del Estado Mayor, nunca bien explicada, que canceló el ataque definitivamente. Fue una lástima. Hubiera sido lindo verles la cara de sorpresa a los ingleses cuando los atacábamos".
Al final, el primer golpe de la guerra lo darían los británicos el 01 de mayo al atacar Puerto Argentino. Irónicamente, también fue un bombardeo con aviones muy antiguos (los Avro Vulcan) y realizado desde una base tan lejana como la isla Ascensión.

Quince largos minutos

El 27 de mayo Escudero tuvo una inolvidable revancha: "El objetivo eran unas instalaciones del ejército inglés en la bahía San Carlos. Despegamos de Río Gallegos a la 01:30 de la mañana. Llegamos al objetivo sin novedad, tiramos las bombas (vimos los fogonazos del impacto) y nos volvimos sin que nadie nos molestara". Acababan de realizar el primer bombardeo nocturno y con un efecto sorpresa total. En esa misma base, la tarde anterior, un piloto argentino capturado, ignorante de la misión, les había comentado a los británicos que la aviación no tenía ningún medio para realizar un ataque nocturno.

En los primeros días de junio fue el momento de otro ataque a San Carlos, esta vez desde Trelew. Pero las cosas salieron mal de entrada: cuando la pareja de Canberra, esta vez Escudero iba de navegante del Capitán Fernando Martínez Villada, inició el descenso sobre el mar apareció un barco inglés que no debía estar en la ruta. Lograron esquivarlo y seguir. Pero cuando ya estaban en posición de tiro, el Centro de Información y Control de Malvinas les alertó que dos cazas Sea Harrier venían directo a su encuentro. No había más opción que arrojar las bombas antes de tiempo y salir rápidamente de allí.

Entonces empezó una dramática carrera contra los Harrier. El Canberra no tenía armas defensivas y su velocidad era muy inferior a la del caza inglés.

"Cuando empezó la persecución estábamos 35 kilómetros delante de ellos, recuerda, la única ventaja era que nos estábamos acercando a nuestra base y ellos alejándose cada vez más de la suya. Y eso nos salvó. Cuando teníamos a los Harriers a 12 kilómetros, éstos se volvieron. Habían llegado a su punto de no retorno. Tres kilómetros más y nos hubieran tenido en el rango de tiro de sus misiles SideWinder, esos que derribaron a muchos aviones argentinos en la guerra. Todo pasó en quince minutos, creo que los más largos de mi vida".

Cuando llegaron a Trelew el personal de tierra los estaba esperando con mate. "Deben haber sido los que más disfrute".

Ésa fue la última misión de Escudero y su despedida del Canberra. La guerra terminó pocos días después y el Mayor volvió a Palomar y al Hércules. Dejó de volar en 1988 cuando ascendió a Comodoro, rango con el que se retiró en 1992.

Exactamente diez años después, a mediados del 2002, los últimos Canberra fueron retirados de servicio dejando a la Fuerza Aérea sin ninguna unidad de bombardeo táctico.



Fuente: http://www.guiapalomar.com

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