15 de agosto de 2010

MALVINAS Y EL PENSAMIENTO NACIONAL



(Conferencia dictada por Francisco Pestanha en Chascomús, el 26 de mayo de 2007)

No obstante las limitaciones y la terrible censura, el Pensamiento Nacional en el siglo pasado llegó a producir más de 7000 textos sin contar revistas y otras publicaciones. Estamos refiriéndonos a autores como, entre otros, Jauretche, Scalabrini, José M. Rosa, Ugarte, Castellani, Spilimbergo, Taborda, Ramos, Torres, los Irazusta, Sampay, Ortiz Pereyra, Ramos, Puigross, Galasso etc, es decir, toda una corriente de pensamiento que si bien nunca tuvo un encuadramiento especifico en tanto estuvo caracterizado por lógicos matices, asumió el desafío de producir ciencia desde el propio lugar, desde la propia América, desde la propia Argentina.

Un dato que resulta particularmente llamativo desde el punto de vista histórico, y que tiene que ver con una profunda revolución cultural que se operó durante las primeras décadas del siglo pasado en nuestra Argentina es, por ejemplo, como juristas argentinos de la talla de Carlos Cossio o Arturo Sampay (quien en la actualidad es sujeto de estudio en algunas universidades europeas y prácticamente ignorado en nuestro país) se arriesgaron, se animaron desde aquí nomás a discutir la ciencia producida en el viejo continente. Vale recordar para fundar tal aseveración a Carlos Cossio, quien en su tiempo, criticó la “Teoría Pura” acuñada por uno de los prohombres del derecho moderno, el austriaco Hans Kelsen. Su crítica, desde una postura fenomenológica y humanista que colocaba a la conducta humana en el centro de esta ancestral disciplina que es el derecho, llegó a preocupar al mismísimo Kelsen.

Igual fenómeno aconteció en otros campos de la ciencia, inclusive en la filosofía con autores como Nimio De Anquín y posteriormente con Carlos Astrada, quienes desde posiciones divergentes discutieron el paradigma filosófico de la época. Aquella fue una verdadera epopeya de afirmación americana. Fue un período de profunda aspiración e inspiración ibero-americana que se manifestó a partir de una producción científica social con ciertos rasgos de autonomía. Esta actividad que abarcó casi todos campos del saber social y presupuso en nuestro país, insisto fervientemente, la producción de más de 7000 libros sin contar revistas y otros órganos de difusión, etc. Sin embargo la inmensa mayoría de esos textos, algunos de un brillo y valor incalculable, son escasamente difundidos en los ciclos de instrucción y educación.

Las razones de este fenómeno son complejas, pero en términos generales puedo sostener sin temor a equívoco, que el ocultamiento o la censura encubierta que recayó sobre “los nacionales” puede ser atribuida a un mecanismo muy presente en nuestras elites intelectuales, quienes, como enseña Fermín Chávez en “Historicismo e Iluminismo en la Cultura Argentina, vienen vinculando el saber con el afuera. Esa tendencia de remisión hacia el exterior, presupone una clara y equívoca orientación que vincula la erudición y la sabiduría con el conocimiento de las ideas universales o “clásicas” producidas en el viejo continente.

Por ejemplo yo podría, durante esta conferencia, citar numerosos autores clásicos para respaldar mi saber, autores extranjeros que de hecho he leído ya que doy clases en la universidad de Buenos Aires y suelo referirme a ellos. Podría entonces referirme a Althusser, Marcuse, Marx, Weber, Gramsci, Bourdieau y otros, y algún que otro oyente instruido en las artes universitarias diría: “este tipo como sabe”; “como ha leído”. Pero si refiriera a otros menos conocidos universalmente, argentinos, uruguayos o bolivianos, la cosa cambiaría sustancialmente. Reitero, no cabe duda que en nuestras elites suele aparecer consciente o inconscientemente un fenómeno de remisión del saber hacia lo exógeno tal como lo han acreditado en numerosas oportunidades maestros como Fermín Chávez, Arturo Jauretche y Methol Ferré.

Antes de continuar con la línea reflexiva, quiero aclarar que en manera alguna lo expresado anteriormente significa menoscabo a una producción teórica extranjera, que de por cierto, ha brindado importantísimas categorías de análisis para el abordaje de ciertos fenómenos que ocurren en el ámbito de lo social. Sin embargo, cuando uno analiza el comportamiento, por ejemplo, de las elites productoras del saber académico inglés, surge un dato muy significativo: en términos generales el saber fundamental sobre Inglaterra está en Inglaterra. Aparece aquí una mirada que coloca a la producción teórica inglesa en el centro, y desde allí, se analiza “el afuera”. Creo que nuestras elites, en general, carecen de esa aspiración que es fundamental para toda nación.

En la facultad donde trabajo actualmente, suele estudiarse la escuela de Frankfurt, integrada, entre otros, por brillantes intelectuales alemanes como Adorno y Horkheimer. Esta escuela ha hecho a mi criterio vitales aportes al pensamiento social de post-guerra. En la Universidad de Buenos Aires suele señalarse a esta corriente como una de las fuentes del saber social, y no hay egresado de sociólogo o de licenciado en comunicación que no haya tomado contacto con ella. Este saber (el de la escuela de Frankfurt) es valioso, pues siempre es positivo conocer. Pero lo que suele ocurrir es que existen “otros saberes”, otras miradas, que no se transmiten en los claustros, y que tienen que ver con producciones locales que aspiran a cierta autonomía. Tal es el caso por ejemplo de Jauretche.

La situación descripta adquiere gravedad ya que muchas veces nuestros jóvenes, egresan pensando que en realidad, la verdadera producción en ciencias sociales es europea, qué en la América, que en la Argentina, no hay producción; la producción es débil, inferior, o simplemente, que es insignificante o irrelevante. Muchos argentinos y argentinas salen de los claustros de una de las universidades más importantes del país, con la convicción que Iberoamérica es incapaz de generar productos científicamente relevantes en materia social.

Esta postura que, insisto, no es generalizada pero sí ampliamente extendida, constituye una verdadera desgracia, justamente porque las ciencias sociales (o blandas) se caracterizan fundamentalmente por una mirada subjetiva que a veces intenta ser disfrazada de objetividad. Marx, por ejemplo, cuando desarrolló su teoría sobre la dinámica social e histórica, y más allá de la aspiración de desarrollar categorías universales de análisis, lo hizo desde una propia mirada, la de un europeo que en una determinada época observó, especuló y concluyó respecto a una tipología obrero específica, a las condiciones materiales que se operaban en Europa, a una modalidad especifica de capitalismo se desarrollaba en su continente y a algunas situaciones acontecidas en otros lares. Y lo mismo sucedió con todos los autores denominados clásicos. Más allá de sus aciertos y yerros, hay un nítido e irreversible contexto de subjetividad en toda mirada social.

A esa tendencia de remisión del saber hacia fuera que según Chávez se potencia en las primeras décadas del siglo XIX , se le suma otro fenómeno, más bien individual que es compartido por muchos intelectuales en el mundo: La aspiración de encontrar categorías universales de análisis aplicables a toda comunidad humana. Esta secreta o expresa aspiración narcisística suele determinar muchas veces el pensamiento social. La combinación entre ambas, es decir, entre la remisión hacia el afuera y las aspiraciones narcisísticas, entiendo, han producido un gran déficit de autoconocimiento en nuestros cuadros profesionales, y en tanto, una grave falencia en el desarrollo integral de nuestro país.

El que una parte sustancial de clases intelectuales se hayan formado durante mucho tiempo desde el afuera hacia el adentro, ha motivado, entre otras cosas, que cuando aparecen pensadores como Arturo Jauretche que no engarza o encuadra en las categorías sociológicas francesas, inglesas, alemanas, etc, se lo aparta y se lo convierte en un tipo acientífico. Lo mismo sucedió con muchísimos autores como Saúl Taborda, Palacio, Castellani, Cossio o Sampay e inclusive con Kusch.

Como sostuvimos precedentemente el Pensamiento Nacional siempre transcurrió por canales y cauces subterráneos, y como no encontró y aún no encuentra un lugar en los claustros, va corriendo por abajo, a partir de lo que se conoce como producción extra académica.

Otro ejemplo, en el siglo pasado un solo hombre, José María Rosa, pudo formular un relato histórico integral en soledad, mientras el Instituto Ravignani que es el organismo de la Universidad de Buenos Aires destinado a fijar los lineamientos para la producción historiográfica académica, no lo hizo. Esto no significa que el Ravignani no haya hecho nada, sino que se concentró en otras prioridades, y no en aquello, que para nosotros es substancial. El determinar que había otra historia, una historia oculta (como hoy la conocen los pibes a partir del fenómeno Pigna, pero cuyo descubrimiento se debe al revisionismo histórico), y a partir de ello, desarrollar un nuevo relato histórico integrado e integrativo para el país.

Pensamiento Nacional, ontología y elites.

Fermín Chávez, un gran pensador argentino nacido en Nogoyá, provincia de Entre Ríos, en los últimos tiempos nos advertía: “en nuestro país la muchos piensan que si un presidente honesto y capaz gobierna, y un ministro de economía brillante y austero maneja la hacienda pública las cosas se solucionan.” Esa reflexión carente de sentido común resulta una gran falacia ya que para él “Los problemas argentinos son, en primera instancia, ontológicos, es decir “de ser”.

El problema ontológico del “ser” tiene que ver con una definición, con una identidad. Yo soy, mi interés es éste, y en tanto, recurro a tales medios. Yo soy Pancho Pestanha, y mi interés principal es contribuir con la difusión de una corriente de pensamiento nacional, para ello, prefiero recurrir a pequeños grupos como éste, ya que considero tal modalidad como la más eficaz. Esta labor junto a otros aspectos, históricos, genéticos, culturales, religiosos, etc. que componen identidad, constituyen mi ser. En las comunidades nacionales acontece algo parecido, ya que a pesar que aunque algunos lo niegan, las comunidades nacionales poseen una identidad de carácter colectivo y en tanto, deben desarrollarla y potenciarla.

Por las razones expuestas, es decir por falencias en el proceso de autoconocimiento, y por qué no a veces, por cierta acción externa, nuestras elites no se han concentrado demasiado en la cuestión de la identidad colectiva, y en tanto, no existen grandes desarrollos al respecto. Por el contrario, nuestro pueblo siente, intuye, produce, genera, procesa, y expresa cotidianamente. Se producen así, en su seno, una serie de fenómenos absolutamente relevantes que no son abordados adecuadamente elites o simplemente son ignorados. Cuando hablo de elites -cabe aclarar- no me refiero exclusivamente a las elites intelectuales. Me refiero también a las industriales, militares, culturales, sindicales, artísticas, políticas etc., donde es escaso o ausente el sentido nacional, es decir, donde ni se asoma una concentración en el “ser”.

Entonces, como enseñaba Fermín, podremos elegir el mejor presidente, la mejor presidenta, el mejor ministro de economía, pero las cosas no se van a resolver estructuralmente hasta que en comunidad concentremos esfuerzos en abordar nuestra esencia, nuestro ser y para trabajar sobre tu ser, tenés como primer paso, que concentrarte en vos mismo.

Primer conclusión: El desarrollo de la identidad colectiva no es asumida por nuestras elites, y en tanto como enseñaba Jauretche, existe una profunda desconexión entre sustrato y elites que ha generado un nítido déficit materia social: La falta de desarrollo integral de un sentido común colectivo.

Probablemente si algún otro académico estuviera presente aquí me retrucaría: “Lo que Usted acaba de sostener no es científico” ¿Qué es eso del ser, de la identidad? ¿Qué es eso del sentido común? ¿Qué aplicación práctica tiene eso?

Dar respuesta a dichos interrogantes me insumiría horas. Simplemente le respondería que el sentido común es un instrumento vital para transcurrir con relativa eficacia los desafíos que le propone su propia vida. El sentido común es, en principio, un resultante entre la intuición y la racionalidad que te permite optar por lo que te conviene en un momento determinado. Todo individuo apela o intenta apelar a este sentido común al momento resolver cuestiones atinentes a su desarrollo evolutivo. Jauretche enseñaba que toda comunidad nacional, como cuerpo colectivo, como sentido de definición y pertenencia, debe obrar con sentido común en la determinación y la prosecución de sus intereses. Sobre el valor que el Forjista le asignaba al sentido común volveremos más adelante.

Malvinas y Pensamiento Nacional

Vine a Chascomús a transmitirles humildemente una mirada desde nuestra perspectiva respecto a la recuperación transitoria de nuestras Malvinas. Malvinas en el año 1982. Para ello, creo conveniente comenzar efectuando un juego de posiciones mostrándoles como tal fenómeno es abordado en la actualidad desde las posturas ideológicas denominadas clásicas como liberalismo o el marxismo.

Quiero hacer dos aclaraciones. La primera es que por razones de tiempo, no puedo referirme a todos los matices que presentan ambas posturas. La segunda, es que existen ciertos liberales, que son liberales por una cuestión de adhesión romántica a un ideario, pero a la vez son profundamente argentinos en su compromiso con la Patria. Lo mismo sucede con hombres de izquierda, marxistas, que son marxistas por adhesión idealista a una cosmovisión del mundo, pero en sus prácticas concretas, tienen un compromiso patriótico mucho más profundo que cualquiera. En ambos casos su adhesión idealista no les impide en el momento oportuno discernir adecuadamente a favor de los verdaderos intereses del país.

Volviendo a la cuestión que nos trajo, este año se cumplen 25 años de la recuperación transitoria de nuestras Islas Malvinas. Si efectuamos un sucinto recorrido por los periódicos o por los debates mediáticos sobre la cuestión, podemos observar perfectamente que aparecen, por un lado, las reflexiones de los clásicos del liberalismo, donde la gesta de 1982 emerge como una especie de pecado: como la imperdonable trasgresión de haber “invadido”, noten que muchas veces se utiliza el término “invasión”, el territorio de una nación poderosa representante del progreso. En síntesis, el 02 de abril de 1982 para esta postura, representó el desliz cometido por un país emergente que se atrevió a desafiar otro de la OTAN. Una especie de desafío de la barbarie contra la civilización. Ahí aparece en el eje de discurso la zoncera madre: Barbarie contra Civilización.

Para los otros, es decir para los representantes de la izquierda tradicional en sus diferentes versiones, Malvinas no constituye un hecho históricamente relevante, en tanto, no se encuadra en la dinámica de la lucha de clases. Bajo antiguas premisas que desconocen la virtualidad del fenómeno identitario y que condenan a los seres humanos a un determinismo absurdo, estas miradas a partir del ejercicio de un anti imperialismo abstracto desconocen la realidad en tanto ignoran la desigualad existente en nuestras relaciones con los británicos y los antecedentes históricos de tales relaciones. Malvinas para ellos además, fue un evento enmarcado dentro de un proceso militar que representó el mal absoluto, aparece la barbarie, y, en tanto del mal absoluto, no puede surgir ningún hecho positivo.

Nótese que ambas posturas convergen en el desconocimiento u ocultamiento de hechos concretos de la realidad que tienen que ver, insisto, con la histórica relación de desigualdad existente entre nuestro país y una potencia como Gran Bretaña.

Esperando sepan disculpar la simplificación precedente, cabe referirme otra postura que ha cobrado importante dimensión en estos últimos tiempos. La del autodenominado “progresismo”.

El progresismo es una corriente que en nuestro país tiene un vasto desarrollo, y que da alguna manera, nos remite históricamente a cierto ideario romántico de principios del siglo XVIII. En sintonía con la postura sustentada por las izquierdas tradicionales, y por haber acontecido durante la tiranía militar, la recuperación de las Islas para los “progres”, cariñosamente, forma parte integrante del mal absoluto. No obstante algunos de ellos se arriesgan a rescatar la conducta y actuación de algunos veteranos de guerra, reitero “de algunos”. Si bien resulta positivo este reconocimiento, la tendencia general del progresismo es a victimizar tanto los que combatieron eficazmente, y que no tienen antecedentes en el proceso represivo, como los soldados conscriptos que participaron en la batalla. Ambos entonces resultaron víctimas del mal absoluto al igual que el conjunto de la sociedad argentina.

Para un progresismo que aspira a monopolizar el discurso como hace años lo hacia el neoliberalismo, la gesta de Malvinas aparece en síntesis como una decisión táctica del mal absoluto, dictadura militar, para perpetuarse en el poder, decisión que requirió, para tales fines, la utilización de ciertas víctimas. Es por ello que en los manuales de historia la gesta de Malvinas aparece como el principio del fin de la tiranía.

Quiero, mediante un ejemplo, hacer breve referencia a la tremenda influencia que suelen poseer ciertos “modos de pensar” que se difunden a nivel masivo y que a veces aparecen como discurso único. Recordemos que la mirada liberal era aquella donde la gesta de 1982 aparecía una suerte de desafío de la barbarie a la civilización. Hace pocos días en una conferencia a la que fui invitado en la Ciudad de Tandil, un ex piloto de la Fuerza Aérea Argentina que posiblemente haya tenido un comportamiento audaz en la batalla, expresó públicamente algo así ¡nosotros fuimos a pelear sabiendo que perdíamos! ¡fuimos al cuete! ¡Con los ingleses no se puede! ¡Estábamos locos, fuimos a pelear contra la OTAN! Acto seguido me atreví a contestarle con respeto: Mira ¡con razonamiento así nos vamos al cara…..!, porque siguiendo tu lógica, Güemes hubiera dejado pasar a los españoles por el noroeste debido a la desigualdad tecnológica, y Rosas, hubiera dado le bienvenida a los anglo-franceses, qué contento se hubiera puesto Neustadt . Recordemos que el bloqueo anglo-francés representó en la época un similar bloqueo de la OTAN actual). Para mis adentros me decía: la pucha, con militares como éste Napoleón hubiera avanzado cuatro cuadras . Yo estoy convencido que este oficial se comportó en la batalla con honor y valentía, pero que sus reflexiones, cargadas de tanta negatividad, están vinculadas a un determinado modo de pensar que no le permite reflexionar con sentido común.

Una mirada desde el Pensamiento Nacional

Nosotros analizamos Malvinas desde una tradición de pensamiento. No lo hacemos desde un lugar de librepensadores porque estamos sujetos a una forma determinada de mirar las cosas. El pensamiento nacional, que a esta altura de las circunstancias más que pensamiento nacional es intuición nacional que aspira a desarrollar un sentido común nacional, no comparte ninguna de las visiones anteriores, que reitero, han sido simplificadas a los fines didácticos, pero preservando eso sí su lógica de razonamiento.

Nuestra mirada respecto el conflicto de 1982 se sustenta en una serie de operaciones intelectivas que inicialmente recogen los siguientes datos:

1) La de Malvinas, fue la primera batalla protagonizada por nuestro país durante el siglo pasado. En este aspecto, no hay desacuerdo.

2) El antagonista fue el Reino Unido de la Gran Bretaña, quien, salvo escasísimas disidencias internas, es considerado usurpador ilegítimo de nuestras tierras. Pregunta al público ¿los conflictos entre nuestro país y Gran Bretaña se circunscriben al del 82 o se remontan hacia atrás en el tiempo? El público contesta: se remontan en el tiempo. Sobre esto volveremos más adelante destacando que existe una larga historia de relaciones bilaterales conflictivas entre Gran Bretaña y Argentina.

3) La recuperación transitoria se operó en el marco de unas de las tiranías más duras que tuvo la argentina .

4) Pregunta al público: La recuperación transitoria de nuestras Islas ¿qué sentimiento despertó en los países iberoamericanos como Perú, Ecuador, etc.…? Apoyo, contesta el auditorio. Es más, llegaron a ofrecernos implementos bélicos y tropas para atacar a los ingleses, conscientes que aquí había una dictadura. Cuba por ejemplo, país que se expresó numerosas veces contra la tiranía, ofreció apoyo explícito.

Sentido común, dimensión afectiva de Pensamiento Nacional

Una de las grandes enseñanzas que nos legó Jauretche es aquella que nos refiere a la potencialidad del sentido común. Este es un fenómeno sobre el que los argentinos tenemos que ejercer fuerte concentración. Una académica de origen Japonés que se dedica a estudiar al pensador linqueño, define al sentido común jauretcheno como “… una facultad para determinar cuáles son las soluciones que llevan a esa continuidad histórica, que es la nación, a sobrevivir y a desarrollarse…”. Es decir, una facultad o potencia que te permite determinar que es lo que más te conviene en un momento determinado a fin de preservarte.

Yo les acabo de dar una definición académica, ya que la autora lo es, porque estoy en parte acostumbrado a los universitarios a quienes les gustan conceptos difíciles. Pero en definitiva acá, entre compañeros, van a entender perfectamente que el sentido común, es aquel instrumento que te permite discernir lo que más te conviene en un momento determinado. El sentido común, enseñaba el maestro, nos permite superar la rigidez de las estructuras ideológicas y orientarnos hacia el interés común “sin anteojeras”.

Íntimamente ligado al desarrollo de este fenómeno, el pensamiento nacional parte de una premisa que tiene que ver con la relación afectiva respecto al objeto pensado. El pensamiento nacional, justamente se define como nacional, porque tiene como objeto la identidad nacional, y además, porque reconoce una relación afectiva positiva y de pertenencia con lo pensado. El pensador nacional se siente profundamente argentino y ama a la argentina. El primer requisito para pensar en nacional es amar incondicionalmente a la patria.

Hay muchos compatriotas que se dedican a pensar las cuestiones del país en forma ciertamente disociada: Suelen abordar nuestra realidad desde una suerte de desprecio oculto o inconsciente, o lo que es peor, piensan que se es realmente científico si se es aséptico. Por eso, muchos “intelectuales” suelen recurrir a comparaciones maliciosas con el afuera, a paradigmas exógenos, poniendo siempre en el afuera la virtud.

Nosotros, los pensadores nacionales amamos a nuestro país y anhelemos contribuir a mejorarlo con nuestra producción. Por eso consideremos a las especulaciones hipercríticas como prácticas vacías. El Pensamiento Nacional, como enseña el profesor Goldar, es esencialmente crítico, pero critico desde el aprecio, desde el afecto, desde el compromiso. El pensamiento crítico basado en la crítica misma carece sentido práctico. El Pensamiento Nacional si critica, lo hace la aspiración de reparar, de mejorar… Busca un fin concreto. ¡no para destruir!.

Aplicando los dos principios expuestos precedentemente cualquier Pensador Nacional que aspira a abordar las cuestión Malvinas, debe hacerlo desde un previo y necesario análisis respecto a los antecedentes históricos de las relaciones bilaterales entre nuestro país y Gran Bretaña, para posteriormente, remitirse al contexto histórico donde sucedió el episodio bélico: Ahí recién aparece el proceso militar.

La costumbre o práctica o estrategia de “aislar” el fenómeno de 1982 de sus antecedentes deviene de una tradición liberal. Los liberales enseñaban que la historia es el producto del brillo, la lucidez o en su caso, la necedad de sus impulsores, la historia para ellos sigue la impronta de los individuos excepcionales. La historia mitrista es la historia de los grandes hombres, de los que se adelantaron a su tiempo. Es una historia fundada en el individualismo. Es una historia que en tanto coloca la potencia en el individuo y no en el pueblo hace hincapié en lo coyuntural y no en lo estructural. En el evento y no en el proceso. . Por eso esa costumbre de reducir Malvinas al 82.

Cuando miramos los antecedentes históricos de las relaciones bilaterales entre gran Bretaña y nuestro país. ¿Que encontramos? En síntesis, ya que voy a omitir por razones de tiempo ex profeso algunos episodios que refuerzan lo dicho, en 1806 y 1807 las invasiones inglesas, una tentativa británica para apoderarse de un sector estratégico del Virreinato del Río de la Plata a fin de satisfacer necesidades de su política imperial.

A nosotros los imperios no nos asustan. La historia de la humanidad es la historia de los imperios, así que a esta cuestión del fenómeno imperialista la miramos con naturalidad. El imperialismo, o más bien, las tentativas imperiales existen desde que existe la humanidad y no creo equivocarme, van a seguir sucediendo durante muchos siglos. Seguramente mientras exista la humanidad como tal existan las pretensiones expansivas.

Veinte años después, y luego de algunos hitos intermedios a los que no referiré por cuestiones de tiempo, aparece un acuerdo entre el gobierno de Bernardino Rivadavia y la Baring Brothers que demuestra las claras las condiciones de desigualdad entre Inglaterra y nosotros. Ojo, hagámonos cargo, Rivadavia era nuestro. Mediante ese acuerdo, sustentado en compromisos anteriores algunos expresos y otros naturalmente encubiertos, Gran Bretaña impuso una articulación económica sumamente beneficiosa para su metrópoli que tendrá consecuencias traumáticas en las décadas subsiguientes para nosotros. El acuerdo muestra a las claras, la desigualdad de hecho entre una potencia y una nación emergente.

Supongamos que estos dos episodios hubieran sido producto de la mera casualidad. Pero 20 años después acontece el bloqueo Anglo francés, decisión unilateral de dos potencias que desconocen la soberanía argentina en razón de sus intereses comerciales. A veces no se tiene cabal conciencia de la significación del bloqueo. Los anglo-franceses representaban la OTAN de la época. Traían acorazados, no eran barquitos, y utilizaron aquí la primera cohetería antecedente de lo que hoy conocemos como misiles. Si bien en la “Vuelta de Obligado” no se obtiene específicamente un triunfo militar, la victoria se materializa en la batalla de Quebracho. “Obligado” implica un tremendo golpe a las pretensiones anglo-francesas.

El bloqueo podría también ser tomado por “casual” pero la cuestión no terminó allí, porque a partir de batalla de Caseros, Gran Bretaña, comienza a tener un protagonismo cada vez más descomunal en la economía local. Los que ya peinan canas, van recordar que mientras que la izquierda tradicional a principios de siglo denunciaba a gritos al imperialismo yanqui, el imperialismo real y concreto en Argentina en tiempos de FORJA era el ejercido por los británicos. Posteriormente, en medio de la crisis del 30, un acuerdo Roca-Runciman, vergonzoso para los intereses de nuestro país, replanteará las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña otra vez en condiciones de desigualdad para nosotros.

Por último, la batalla de Malvinas en 1982, y luego los acuerdos de Londres y Madrid en 1989 y 1990, determinaran toda la política económica posterior. De esos acuerdos no se habla. Generalmente cuando se refiere a la década menemista, se omite toda referencia a dichos acuerdos, mediante los cuales, presumimos, nuestro país se comprometió, entre otras obligaciones, a pagar los gastos de reparación de guerra que son costumbre y derecho internacional.

Respecto a las cifras, ellas se desconocen en virtud que están sujetas a secreto diplomático. Más allá de lo expuesto, estamos absolutamente convencidos que ambos acuerdos tuvieron incidencia respecto del proceso acontecido en la década de los `90, y además explican el rol de España, uno de los países menos desarrollados tecnológicamente en Europa, que apareció como industrial del petróleo y de la telefonía Argentina. El itinerario de Cavallo, primero Canciller para impulsar los acuerdos, y luego Ministro de Economía para garantizarlos, constituye un dato significativo. Es muy probable que el rol mediador de España haya tenido que ver con un acuerdo de reyesía, antigua costumbre. Los ingleses posiblemente hayan sugerido un garante de los acuerdos, y en tanto la presencia de una monarquía, ellos son monárquicos. Entre los gobiernos, ciertos acuerdos pueden ser inestables pero cuando hay casas dinásticas de por medio, la cuestión se profundiza. No resultan casuales tampoco las persistentes visitas de Felipe Gonzáles, quien bajo la mascarada de ciertas conferencias “progre” viene corrientemente a ejercer lobby a favor de los intereses españoles, ¿solamente?.

Expuestos los antecedentes históricos y conscientes que los mismos impiden abordar la gesta del `82 como un evento asilado, resulta secundario determinar si la tentativa de recuperación de Malvinas operada en 1982 resulto una decisión táctica de la conducción militar para perpetuarse en el poder, si las hostilidades fueron impulsadas por la inteligencia británica, o si un rapto de patriotismo iluminó al gobierno militar.

Segunda conclusión: Nuestro país mantiene relaciones bilaterales desiguales con Gran Bretaña desde hace más de 150 años, y la guerra de 1982 constituye un hito más en dichas relaciones. Tal desigualdad se mantendrá intacta en el futuro en tanto y en cuanto no tomemos cabal situación de nuestra posición.

Volvamos a las elites

Hace un rato nomás hice referencia a la problemática de nuestras elites. Jauretche nos enseñaba que uno de los fundamentos de nuestros pesares era la ausencia en ellas de una conciencia nacional fundada en el sentido común. ¿Cómo jugó y aun juega esta problemática en la cuestión Malvinas? ¿Cómo se relaciona este fenómeno con esa tendencia a admirar lo de afuera?

En dos minutos les voy a contar una anécdota. Sucedió hace quince años. Yo me encontraba residiendo en la Patagónia, más precisamente en El Bolsón, Provincia de Río Negro, cuando aparece la oportunidad de comer una asadito con tres ¿aspirantes? al cuerpo diplomático inglés quienes mantenían una relación de amistad con una persona cercana a mis afectos. La velada fue sumamente cálida y dificultosa a la vez ya que no hablo inglés ni ellos castellano, por cuanto mi amiga tuvo que obrar de traductora. En un momento de la tertulia, recuerdo, que uno de los muchachos entre humorada y humorada me dice: “nosotros con los argentinos tenemos una relación muy particular. Por un lado respetamos a su pueblo porque cada vez que intentamos utilizar la fuerza fuimos repudiados, inclusive en el `82 la pasamos mal”, pero “respecto a sus políticos y diplomáticos la cosa cambia ya que siempre están bien dispuestos a darnos más de lo que les solemos pedirles.

Esta reflexión enmarcada en cierto estado etílico, me recordó eso de Jauretche y de las elites. Yo sé que cuando tengo que ir a negociar con el almacenero, que es más poderoso que yo, posiblemente lo haga en una condición de inferioridad, pero en todo caso, nunca iré a negociar siguiendo el manual de procedimientos elaborado por el mismo almacenero . Ahí tenemos un problema de elite. Ahí es donde aparece el problema de elite. Las relaciones con gran Bretaña en parte muestran un problema de elite. Hay una admiración oculta respecto a ellos que termina deviniendo consciente o inconscientemente en vasallaje.

Miren que significativo: Los aspirantes del cuerpo diplomático inglés consideran que el pueblo argentino es un pueblo rudo a la hora de pelear, pero que sus elites son demasiado blandas a la hora de negociar. Este es un dato de alta política internacional del cual poco se suele hablar. Además de esa conversación surge otro dato significativo. Los ingleses reconocen perfectamente su estatus, aunque también cierta decadencia. Te dicen algo así: “nosotros somos ingleses, perseguimos nuestros intereses, cuando necesitamos algo o pensamos que vamos a necesitar algo en el futuro lo vamos a buscar. Lo primero que hacemos es intentar comprarlo, si nos lo venden al precio que estamos dispuestos a pagar lo pagamos y sino, directamente lo tomamos”. Y te lo dicen con una naturalidad absoluta. En eso son sinceros, es por ello que resulto un placer conversar con estos muchachos en condiciones de relajamiento etílico. En serio, el tipo te está diciendo: “si yo necesito esta chacra te la voy a venir a comprar y te voy a ofrecer el precio que considero razonable, es decir el precio que Inglaterra está dispuesto a pagarte. Ahora si me decís que no y yo igual lo necesito, te lo voy a ocupar. Voy a traer a los soldados y te voy a echar”. Así funciona, y saben por qué, porque en principio liminar en la diplomacia británica es que para Inglaterra no hay amigos ni enemigos sino intereses permanentes, y dentro de los intereses permanentes de Inglaterra se encuentra la Argentina.

Esta cuestión de las relaciones bilaterales entre nuestro país y Gran Bretaña debería estar en la cabeza de todos los argentinos para ser conscientes de los desafíos que vamos a tener en el futuro. Estas relaciones sobre las que los nacionales han escrito muchísimo deberían ser parte del conocimiento común de nuestros chicos. Resulta fundamental, para cualquier nación, el conocimiento de sus condiciones reales. Muchachos y muchachas, esto es parte del autoconocimiento que reclamaba Fermín.

Zonceras, sentido común y Malvinas

Otro fenómeno sobre el que Jauretche hizo especial hincapié es el de las zonceras criollas que compiló en un manual que muy gracioso y a la vez muy ilustrativo. Las zonceras son aforismos, la mayoría sin sentido, que los argentinos, sobre todo los porteños, solemos repetir sin cuestionar su veracidad. Jauretche era un hombre del interior, un paisano profundamente observador de las cosas nuestras.

¿Que son las zonceras? Son “principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia, en dosis para adultos y con apariencias de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido, del sentido común”. El decía que la zoncera madre que las parió a todas es “civilización o barbarie” qué es una zoncera sarmientina ¡Que me perdone el hombre que dio nombre a esta biblioteca!. Sarmiento, perteneció a una generación de argentinos que pensaban, algunos de ellos ingenuamente y otros no tanto, que de alguna manera nuestro país estaba poblado con gente indeseable.

Imagínense: Sarmiento vive en un momento donde comienza el esplendor del mundo sajón: El mundo inglés entra en una fase de progreso y expansión industrial, en apariencia, indefinido. La época de Sarmiento es esa, es la del surgimiento del imperio inglés y la de la decadencia del imperio español. Porque España, vale recordar, fue un imperio que duro casi trescientos años, desde principios de 1500 hasta fines del 1700. El inglés propiamente dicho duró ciento y pico. Si la eficacia se mide por la durabilidad podríamos decir que fue más eficaz el imperio español que el imperio inglés.

Como decía Sarmiento y los suyos viven la época de esplendor del imperio inglés es un imperio de blancos, nórdicos. Los intelectuales de Buenos Aires miraban para acá y ¿que veían? indios, mestizos y españoles. Decían con este emergente humano “no vamos a ningún lado, no progresamos”. Había una absurda integración entre progreso y raza. Así pensaban ellos, algunos inclusive, eran descendientes de españoles.

El error de la generación de Sarmiento es craso. No entendieron conceptualmente, inclusive científicamente, que una nación es lo que es. Yo soy lo que soy, por más que me tiña el pelo, me ponga lentes de contactos celestes, adelgace 20 kilos, me ponga anabólicos, y hable perfectamente inglés, soy esencialmente Pancho Pestanha. No puedo modificar mi pasado, mi historia, mi genética, etc.

Ellos entonces sentían que con el material humano que había aquí no se progresaba y de allí surgió la idea de “gobernar es poblar”, Poblamiento que implicaba necesariamente sustitución. Pero ese proyecto de substitución no les salio del todo bien, en primer lugar, porque lo que aspiraban sustituir, gracias a Dios, sobrevivió y reclamó y aún reclama su lugar en la historia, y en segundo lugar, porque aquí no llegaron los blancos nórdicos sino marginados del sur de Europa, los judíos, turcos, etc. Por eso Alberdi expresó indignado alguna vez “cuando dije gobernar es poblar no es llenar estas geografías con las razas inferiores del sur de Europa”. Esta escrito por el no estoy inventando nada. Afortunadamente, Alberdi, un lucidísimo intelectual, volvió sobre sus pasos reivindicándose ante la historia con sus escritos póstumos.

En realidad las zonceras tienen un claro sentido. Funcionan de esta forma: Por ejemplo voy caminando, me trago una baldosa suelta y exclamo ¡este país de mierda!. Esa puteada esconde algo jorobado: el desprecio hacia el país. Mediante la utilización del demostrativo “Este”, el que así putea, se saca el país de encima.

Cuando uno analiza el discurso que se reproduce cotidianamente sobre todo los sectores medios y altos de nuestro país, encuentra múltiples zonceras que se desprenden de esa zoncera madre que significa; una civilización representada en Europa o Norteamérica y una barbarie asentada en Suramérica. Ahora yo me pregunto, durante el siglo pasado ¿Europa puede dar ejemplo de civilización después de dos guerras mundiales atroces? Cuanto menos cabe la duda. Sin embargo, hay muchos compatriotas que aun todavía consideran que los bárbaros somos nosotros y que la civilización está afuera. Es un mecanismo muy sutil y muy inteligente que además es muy difícil de revertir.

¿Cuál es la función de las zonceras? Las zonceras o aforismos sin sentido, así las denominaba Manuel Ortiz Pereyra, surgieron a partir de una profunda lectura que este autor realizó principios del siglo pasado, sobre el discurso de las elites intelectuales de Buenos Aires. Ortiz Pereyra, un maldito, un olvidado, descubrió tras ellas mecanismos tardíos que contribuían a generar un clima de repudio al país para justificar el repoblamiento. La idea era despreciar para llegar a la autoconvicción de la necesidad de la sustitución. Cuando un país poderoso decide a invadir a otro, generalmente lo primero que hace es cuestionar sus pautas culturales. Como paso previo a la invasión a Afganistán o de Irak, se cuestionó todo el paradigma cultural de los Afganos y el paradigma político de los Irakies. Los cuestionaron diciéndoles: ¡son inferiores…bueno entonces nosotros vamos a llevarles la civilización!

Las zonceras persiguen un efecto auto denigratorio en las personas y sus comunidades. ¿Qué significa esto? Cuando una persona está deprimida se siente una porquería, pierde fortaleza, se siente imposibilitada para actuar. Yo he pasado por algún proceso de depresión, de alguna manera u otra muchos lo hemos atravesado. En la vida hay momentos en los que pasamos por procesos en que parece que todo nos va mal ¿cuál es el fenómeno que se produce? Se produce una pérdida total de la autoestima y de la capacidad de realizar cosas.

En la fase depresiva fácil “manejar” a una persona por que tiene las “defensas bajas”. Esto sucede en todas las relaciones humanas, alumno-profesor, en las relaciones de pareja, etc. Yo soy abogado, ejercí más de 15 años la profesión; ni se imaginan cuantas veces me encontré, en temas de divorcio, con mujeres que denigraban permanentemente su pareja o con maridos que hacían lo mismo respecto a su mujer de forma tal que, tanto el hombre como la mujer, llegaban al estudio en una situación calamitosa de autoestima. Sentían que no servían para nada. Y ni que hablar de las relaciones de padres e hijos donde este fenómeno aparece comúnmente.

Por eso los romanos, sabiamente, crearon sistemas para proteger al honor, es decir para salvaguardar a sus ciudadanos de las injurias, del menoscabo. Los delitos contar el honor, es decir, la injurias y las calumnias, protegen al honor de las personas que en definitiva es sinónimo de autoestima. Los romanos eran concientes que había que mantener el honor de Roma en alto y en forma consecuente, desarrollaron un instituto jurídico que protegiera su honor. Nuestro código penal, después de los delitos contra la vida, tipifica los delitos contra el honor desde el art. 109, hasta 117. ¿Por qué están ahí? Porque los problemas de honor se resolvían con el duelo, o sea que, un problema de honor implicaba riesgo vida. Fíjense que importante es el honor en el campo individual para nuestro código, pero que poca importancia le atribuyen nuestros intelectuales y nuestros medios de comunicación al honor colectivo.

Uno prende la radio todos los días y se encuentra ante una presunta realidad, donde nuestro país es puntal en narcotráfico, en accidentes de tránsito, en tráfico de menores, en consumo de paco, en corrupción, en abortos clandestinos, en motochorros. Parece que las 7 plagas de Egipto hubieran recaído sobre nuestro país. Sin embargo no es así, hay una gran ficción que se ha construido. Esto no significa que en nuestro país no existan problemas ni deficiencias, sino que considero que las debilidades están altamente potenciadas y las potencialidades menoscabadas, muchas veces a partir de zonceras.

La virulencia que han adquirido en la actualidad estos mecanismos autodenigratorio colectivos da cuenta de una crisis de elites. Pero discrepo con algunos, estos mecanismos referidos no encuentran origen exclusivamente en una conspiración. Yo creo que la Argentina tiene algunos problemas, en parte, debido a nosotros mismos. La conspiración siempre está presente; siempre hay alguno que desea lo que vos tenés. La cuestión es como afrontás ese deseo, y cómo te preservas. El nivel de protección y defensa de lo tuyo tiene que ver con una cuestión de valoración y de afecto. Con el valor que le asignas a lo que tenés. Y ahí está el problema central y crucial.

¿Y los veteranos?

En lo que atañe a la situación de nuestros Veteranos de Guerra de Malvinas, las reflexiones precedentes son perfectamente aplicables. Transcurrieron 25 años y, por ejemplo, ellos no recibieron, hasta el momento, un merecido reconocimiento del conjunto. Los veteranos son argentinos que arriesgaron su pellejo por la Patria, Estábamos en una dictadura atroz, eso es cierto, pero como vimos anteriormente el evento de 1982 no puede ser circunscripto a la fase del proceso militar.

¿Cual fue la respuesta de la comunidad? Bueno es difícil ya que en estos casos como en todos no se puede generalizar. Pero sintéticamente podemos decir sin temor a equivocarlos que la actitud inicial fue de ignorarlos. La derrota influyó pero también la falta de sentido común Actualmente se produjo tardía, muy tardía reparación económica, que por si sola no resulta suficiente. ¿Que sucedió en todo el transcurso del tiempo? Aparecieron numerosos libros, textos, artículos, ensayos, y otros productos culturales como “Iluminados por el fuego” donde un jovencito fue substraído para conducirlo hacia infierno. Similar situación con "Los chicos de la Guerra" y demás sucedáneos. Estas miradas, lamentablemente, aparecen como universalmente aceptadas, como las únicas, como síntesis histórica. Y más allá uno puede respetar ciertos productos artísticos u evento de opinión, cabe interrogarse: ¿Constituyen ese cúmulo de productos culturales y discursivos la única mirada sobre el fenómeno? ¿Expresan ellos el sentir de la mayoría?

La posibilidad de conversar cotidianamente con los veteranos da la pauta que, una parte sustancial de ellos, sienten orgullo de haber participado en el conflicto. Creo que la mayoría de nuestro pueblo siente que existe una deuda respecto a ellos, y además, se reconoce que Malvinas fue una causa justa a pesar de sus impulsores.

Desgraciadamente vivimos en un sistema donde ciertos intelectuales, comunicadores o profesionales de las ciencias, en vez de consultar “democráticamente” a nuestros veteranos para que expresen sus expectativas, autoritaria y unilateralmente han resuelto victimizarlos despojándolos de su verdadero y gran capital. En realidad respecto a los veteranos la democracia no se ha comportado muy democráticamente. Porque en una democracia si yo pienso algo respecto del otro y quiero formular consideraciones sobre él, o en su caso, formular políticas para él, primero tengo que consultarlos. En realidad esto es básico. Ahí aparece de nuevo un déficit en el sentido común de las elites.

Traigo aquí un párrafo de Pierre Closterman héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, permítanme citarlo textualmente: “A vosotros jóvenes argentinos, compañeros pilotos de combate, quisiera deciros con toda mi admiración: a la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hicisteis frente con éxito. A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques, al límite extremo del radio de acción de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad con vuestros Mirage Etendart, A4, vuestros Pucara con bandera celeste y blanca. A pesar de los dispositivos de la defensa antiaérea de los SAM de los buques de guerra poderosos, alertados por anticipación por los AWAKS y por los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar. Nunca en la historia de las guerras desde 1914 tuvieron los aviadores que afrontaran una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aún la Real Fuerza Aérea sobre Londres 1940, ni la Luftwaffe en 1945. Vuestro valor nos ha deslumbrado, no solo el pueblo argentino no debe olvidarlos, sino muchos de los que en el mundo estamos orgullosos de que seáis nuestros hermanos pilotos”.

Qué interesante, ¿no?, uno de los pilotos más renombrados del mundo no guarda calificativos para elogiar a nuestros pilotos. Y aquí, salvo algún reconocimiento parcial en algún medio ¿Qué sucederá con esto? Tal vez lo mismo que con el tango que sólo fue reconocido adentro luego de haber sido reconocido afuera. ¿Tendrá que existir un magno homenaje en Europa a nuestros veteranos para que nos dignemos a realizarlo adentro?.

Han transcurrido 25 años de la guerra, y lamentablemente siguen reproduciéndose una serie de cantinelas al respecto que carecen de sentido común. La falta del merecido reconocimiento a nuestros veteranos es consecuencia de una estrategia de victimización que en definitiva los condujo al menoscabo. Sobre este fenómeno, victimización, por razones de tiempo no puedo explayarme, pero hace un tiempo escribí un texto que pueden encontrarlo fácilmente en www.pensamientonacional.com.ar. Allí denuncio la práctica de cierta elite autocalificada de “democrática” que ha victimizado a una serie de sujetos que no desean serlo, y su transformación en víctimas, mas que conducirlos al panteón de los héroes, los esta encaminando hacia el olvido.

Todo trauma social debe ser positivamente resuelto. La estrategia de victimización no sólo de los veteranos sino de la sociedad en su conjunto es un recurso carente de sentido común, y en tanto funcional al déficit en nuestro auto conocimiento.

A modo de conclusión y síntesis, quiero resaltar que le falta de aplicación del sentido común al fenómeno Malvinas se manifiesta, entre otras:

1.- En la ausencia de referencia en la mayoría de los análisis académicos y mediáticos, a las relaciones históricas de desigualdad existentes entre nuestro país y Gran Bretaña, y en tanto, en la asimilación absoluta de las hostilidades de 1982 al proceso militar.

2.- En la victimización de los veteranos, en los que incluyo también oficiales y suboficiales. Se ha victimizado lo que en principio no desea ser victimizado y en tanto se lo ha minusvalizado.

3.- En el desconocimiento de la significación vital que el heroísmo adquiere en la historia de los pueblos. Los héroes son muy importantes en la historia de las naciones. Dan cuenta de una potencialidad, dan cuenta del drama y de la victoria, dan cuenta del sacrificio. Las maestras por ejemplo suelen rescatar la valentía y el arrojo del sargento Cabral, el arrojo de un argentino, de un negrito que fue capaz de asumir una conducta extraordinaria. La dimensión del héroe es muy importante en la construcción del mito histórico y en la construcción de valores. Podríamos debatir técnicamente sobre la heroicidad, y respecto si la misma resulta aplicable a todos los veteranos. Pero en una Argentina tan autodenigrada y tan auto privada de valores, la presencia física de nuestros veteranos justifica tal calificación, y en tanto ellos, deberían adquirir una significación vital en la construcción de la historia argentina moderna. Los podemos tocar, podemos hablar con ellos. Ello le han tocado el c…a los tipos que nos vienen tocando el c…. hace más de ciento cincuenta años.

Compartiendo con Fermín Chávez que pensar en Nacional implica ver la Argentina desde la Argentina, de nuestro propio interés, espero haber mostrado con este pequeño ejemplo, aunque parcialmente, como algunos nacionales miramos la gesta de 1982.

A partir de este ejemplo podemos resaltar la función del sentido común. Si algún compañero no tiene ganas de meterse en tan complejos o traumáticos, hagan algo más simple, analicen la arquitectura de Chascomús y jueguen a detectar cual arquitecto piensa en nacional, qué arquitecto piensa en la geografía cuando esta diseñando su casa, y cual está pensando en Suiza. Salgan ahora y se van a dar cuenta. Cuál es el estilo de casa que se adecua a esta fresca noche para la temperatura pampeana, y cuál fue el bochito que le hizo construir una casa a un tipo como si estuviera viviendo en Finlandia.

Miren su realidad, y ahí se van a dar cuenta porque todavía tenemos que hablar de sentido común y de Pensamiento Nacional.

Vayan estas palabras en homenaje a nuestros héroes.

Muchas gracias.
Francisco José Pestanha

Fuente: www.lagazeta.com.ar

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