15 de noviembre de 2018

RADIOAFICIONADOS, LOS HÉROES OLVIDADOS


Éste 2 de abril, se conmemora el 34 aniversario del comienzo de la Guerra de Malvinas, de la cual los Radioaficionados fueron los “Héroes Olvidados”, ya que la Fuerza Aérea Argentina, llamó a filas a 19 Radioaficionados, principalmente de Córdoba a servir en Malvinas, de tal manera que ellos, fueron los únicos civiles que participaron activamente de la guerra:

“El 20 de abril, los 19 radioaficionados convocados por la Fuerza Aérea Argentina, como integrantes de la ROA (Red de Observadores del Aire) fueron embarcados en la gigante bodega de un Hércules, uniendo el continente con Puerto Argentino en dos horas.

En el aeródromo fueron recibidos por el Brigadier Castellanos cuando aún iluminaban tenuemente los rayos del sol sobre la capital isleña.

Se alojaron en el hangar del propio aeródromo, un enorme galpón que también daba albergue a los integrantes del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Fuerza Aérea, y donde a su vez se ensamblaban los helicópteros Bell 212, traídos desde el continente parcialmente desarmados en los Hércules.

Es en ese mismo lugar, a las pocas horas de pisar Malvinas, y mientras aguardaban los destinos para cumplir la misión asignada, el mismo 20 de abril de 1982, en una reunión decidieron fundar el Radio Club Islas Malvinas ante la presencia de Lucio Eduardo Mansini LU3EM, quien como Jefe de la Sección Principal de la Secretaría de Comunicaciones (SECOM), junto a otros funcionarios de la Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones (ENCOTEL) había sido enviado a Malvinas a cumplir labores específicas y se hizo presente en dicho lugar.

Fue el propio Mansini quien en una decisión sumaria antes de la firma del acta constitutiva del flamante radio club, le otorgó la señal distintiva LU1XZ.  Se agregaron como miembros fundadores algunos oficiales y suboficiales de la Fuerza Aérea, todos radioaficionados con licencia.

La vida de la flamante entidad fue efímera, ya que, tras 48 horas de permanencia en el hangar, el 23 de abril fueron desplegados los primeros grupos con el propósito de montar una red que cubriría más de la mitad de la Isla Soledad, en los montes que conforman las principales alturas en Malvinas, entre 600 y 800 metros, y a una distancia de 25-30 kilómetros entre cada puesto.

El compromiso era permanecer en los sitios designados por una semana, en que se producirían los relevos para regresar de inmediato al continente.

El traslado se hizo en los helicópteros Bell, único medio posible para poder llegar a los lugares donde iban a realizar la tarea y que operaban desde el hipódromo, donde se había montado el helipuerto.
Con una pequeña carpa de alta montaña, bolsas de dormir y provisiones de campaña, se formaron equipos de 2 radioaficionados y un soldado para la defensa de cada puesto.  La misión no solo era la observación aérea, sino también brindar detalles sobre posibles movimientos navales y terrestres.
La experiencia y el entrenamiento les permitió estar en el aire enseguida.  Todo lo que llevaban eran handys IC2AT de ICOM para operar en VHF y por cada puesto una base y una antena ringo que fue clavada entre las piedras con no más de 10 metros de coaxial disimulado entre las piedras.  De noche en la carpa se alumbraban con una lamparita conectada a la batería.  de 110 amperes que disponían como única fuente de energía.
Por estar a buena altura, no tuvieron problemas para estar en contacto permanente con el Centro de Información y Control, instalado en lo que había sido hasta el 2 de abril el Instituto Ionosférico de los Royal Mariners en Puerto Argentino.  Allí la central de filtraje de la red estuvo a cargo del Suboficial Mayor Alfredo Ocampo, de quienes dependían los LU, siendo auxiliares el Suboficial Álvaro Portal LU5HF y el radioaficionado Carlos Biasotto LU5HGW, uno de los mayores del grupo, fallecido hace tiempo.

La orden recibida fue muy concreta, cambios cortos e información precisa.

Las inclemencias del clima en esa época del año, lluvia, nieve, bajas temperaturas (sensaciones térmicas de 3 a 5 grados bajo cero), vientos promedio de 70 kilómetros por hora, complicaron el trabajo.

La voladura de carpas y heridos o enfermos antes del comienzo de las hostilidades obligaron a levantar puestos, y algunos miembros del ROA afectados por neumonía debieron regresar al continente.

En otros casos se asignó personal militar que estaba destinado en Puerto Argentino, al advertirse que los radioaficionados carecían de protección jurídica por ser civiles voluntarios, estando fuera de las disposiciones del Pacto de Ginebra y consecuentemente con el riesgo en caso de ser tomados prisioneros, ser considerados espías y poder ser fusilados por el enemigo.

De cualquier forma, unos pocos pudieron regresar a Puerto Argentino y la mayoría se vieron sorprendidos en los cerros el 1 de mayo, cuando los aviones Vulcan enemigos descargaron sus primeras bombas en la zona del aeródromo buscando destruir la pista de aluminio, la torre de control y el depósito contiguo de combustible de YPF que resultó rápidamente impactado.

Junto con el comienzo de la guerra, también el clima se transformó en otro enemigo más, con nieve, lluvia y viento incesante.  El cielo estuvo casi siempre cubierto y por momentos se sumó una densa niebla con visibilidad casi nula.

A los Sea Harrier ingleses se los veía y escuchaba a toda hora, generando un tráfico constante de partes a la Central de Filtrado.  Montaban guardia alternándose cada tres horas fuera de la carpa durante toda la noche, ante la sospecha que grupos de elite, con modernos medios visuales para desplazamientos nocturnos pudiesen llegar a sorprenderlos.

Los helicópteros Bell siguieron operando, acercando víveres y agua a los puestos y efectuando recambios por efectivos destinados en Puerto Argentino, ya que el contingente que debía reemplazarlos, del ROA de Río Gallegos, debió desistir tras dos fallidos intentos por cruzar el Atlántico, ante el peligro que fuera alcanzado por algún misil el avión que los trasladaba.

De esta forma varios de los radioaficionados cordobeses y Poletti que fue el último en volver a Puerto Argentino, se reencontraron en la planta alta de la que había sido la lujosa residencia del Gobernador Rex Hunt, donde estaba funcionando el Centro de Información y control.

Ya había pasado medio mes desde el inicio de la guerra cuando llegó la orden de repliegue al continente. En el viaje hacia el aeródromo en distintos vehículos, pasaron por última vez por el Centro de Filtraje para despedirse, recibiendo la bendición de parte del Padre Pacheco, capellán de Fuerza Aérea

El panorama al llegar al aeródromo resultó desolador, con enormes cráteres en derredor, el edificio seriamente dañado pero ocupado con camillas con heridos graves, que debieron ayudar a cargar sobre el piso del Hércules.  El avión debió volar tan cerca del agua que las olas mojaban su nariz.  El silencio solo se vio interrumpido por los quejidos de los heridos. La tensión y el temor de ser alcanzados por el fuego inglés, hizo que el cruce fuese interminable. Por suerte cuando ya era noche el Hércules aterrizó en Comodoro Rivadavia. Para el grupo llegó el momento de alivio, para la tripulación, volver a intentar otro cruce arriesgando la vida, como todos esos días, mientras se pudo mantener el puente aéreo.

En ese último viaje faltaron dos radioaficionados: Julio Rotea (LU3HBR) de Villa Carlos Paz ya fallecido y Terciano Zampieri (LU3HFU) hoy con 75 años, italiano nacionalizado argentino.  Cuando los fueron a evacuar, una tarde ya casi sin visibilidad, por radio desde el helicóptero un oficial les dio la orden de abandonar el puesto 7 cerca de Pradera del Ganso Tenían 2 minutos para embarcar.

Rotea y Zampieri se negaron a cumplir la orden y en un gesto heroico decidieron permanecer en el lugar junto a los soldados.  Esta decisión permitió no sólo seguir detectando desplazamientos aéreos enemigos, sino también facilitar la evacuación de una patrulla atacada cerca de Fox Point.

Recién avanzado mayo fueron reemplazados por personal militar y evacuados a la Base Cóndor en Darwin, donde continuaron codo a codo junto a la tropa hasta el amargo día de la rendición, que consiguieron mimetizarse junto a los otros prisioneros.

Crónica del Corresponsal de Guerra LU7DSY: Carlos Almirón”

Con tal motivo, el Radio Club Córdoba (LU4HH), quien es depositario de los documentos de la fundación del Radio Club Islas Malvinas – LU1XZ – realiza durante el sábado 2 y domingo 3 de abril la entrega de una tarjeta QSL (tarjeta con la que se confirma un comunicado entre radioaficionados) con alusión a la presente fecha.

Por ello, el mencionado Radio Club Córdoba (LU4HH), invita a los Radioaficionados a hacerse presentes en el éter para contactar con ellos en ésta fecha tan cara a los sentimientos argentinos.

Desde nuestra Ciudad, el “Grupo LU-Zona J” buscará a LU4HH en las distintas frecuencias de radio, desde su campo de antenas en las afueras de la ciudad, para hacer contacto con ellos y brindarles el apoyo moral en la ocasión.

Si hay algún interesado en ver la operación por favor, ponerse en contacto con los radioaficionados

 LU5JCL: Luciano Chaulet: teléfono: 03442 15502192,
 LU5JOL: Oscar López: teléfono: 03442 15537589,
LU9JMG: Leonardo Hoet: teléfono 03442 622257,
 LU1JAR: Ernesto Gorelik, teléfono 03442 463657

En la foto siguiente, se ven los Radioaficionados convocados en el vuelo Comodoro Rivadavia – Islas Malvinas, Ricardo CONSIGLI (LU5HDJ – Radio Club Córdoba), Enrique FONT (LU4HY), bostezando Terciano “TANO” ZAMPIERI (LU3HFU – Radio Club Córdoba),con el sombrero de TALLERES de CBA, Rafael SCUTTI (LU9HCT – Radio Club Córdoba), mirando a la cámara Jorge NAGERA (LU8HJI – Radio Club Villa Carlos Paz) y el más joven Norberto “PERRO” POLETTI (LU5DLE – BSAS).

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Fuente: http://03442.com.ar

1 comentario:

M. Fabiana Lo Re dijo...

En la foto del articulo RADIOAFICIONADOS, LOS HÉROES OLVIDADOS,el que esta en primera plana parte inferior derecha, mirando a la cámara es Carlos LO RE (LU1HR- Radio Club Córdoba), que faltó mencionar en el articulo.