26 de enero de 2011

A PROPÓSITO DE MALVINAS


Por Joaquín Piat

A través de los años, y nuevamente en estos últimos días ante las nuevas pretensiones de Gran Bretaña, el tema Malvinas ha dado bastante para hablar, pensar y por cierto opinar; no obstante, en reiteradas ocasiones el análisis objetivo de los hechos estuvo ausente, especialmente cuando se cae en el error bastante común de ideologizar todo lo que se discute, no importa a veces que el tema sea una nimiedad.

En referencia a lo expresado, no tengo pruritos en decir que “quitarnos la camiseta” para discutir asépticamente algo… todavía nos cuesta bastante a los argentinos.

Vaya un ejemplo; la gran mayoría de nuestros compatriotas están convencidos de que el tema Malvinas es una verdadera causa nacional, pero… la decisión de formalizar el acto de recuperación en 1982, o sea de ejecutar la maniobra militar propiamente dicha, fue un exabrupto del mandamás de turno deseoso de perpetuarse en el poder. Lamentablemente, para muchos ahí finaliza el análisis, y por lo tanto la interpretación de los diversos sucesos que generaron el conflicto.

Personalmente considero que tal afirmación constituye una verdad parcializada y estimo que la sociedad debería conocer con mayor fundamento lo ocurrido.

Ya fuere por la liviandad con que a veces tomamos los hechos o por alguna mala intención en que las cosas permanezcan sumidas en la confusión, pero reitero, la idea general es que un cierto día un mefistofélico personaje, detentador de todo el poder, luego del desayuno y mirando por la ventana, se le ocurrió que ese podría ser un buen momento para recuperar las islas por la fuerza.

Con lo expresado no niego que hubo oportunismo político en esas circunstancias; pero me permito agregar que ello no nos puede causar gran sorpresa, pues son una muestra más de las falencias y debilidades del ser humano, especialmente cuando se codea con el poder; para comprobar lo anterior basta con repasar la historia o simplemente leer de vez en cuando los diarios, tanto nacionales como extranjeros en donde los ejemplos sobran.

Hoy la atención de la mayoría de los argentinos ha sido azuzada hacia objetivos mucho más prosaicos y cercanos; pero si nos detenemos por una parte a asociar lo ocurrido en 1982 y sus consecuencias, y por otra a la actual situación de nuestras FFAA, y agregamos al análisis una idea varias veces expresada, sobre la probabilidad de que en los próximos años las potencias dominantes centren su interés sobre nuestros recursos naturales (tengamos en cuenta el cambio climático, el agotamiento de los hidrocarburos, la escasez de agua potable, etc.), probablemente lleguemos a conclusiones interesantes.

Ahora, si persistimos en nuestra presente modalidad y no ampliamos nuestra capacidad de deducir, si somos limitados en imaginar con acierto las posibles implicancias de estos hechos para con nosotros, conformándonos solamente con los enfoques parciales, probablemente dentro de veinticinco años y en forma similar a lo ocurrido con Malvinas, estemos o alguien estará, iniciando un debate para analizar por que perdimos o dejamos de controlar parte de la Patagónia argentina, o el acuífero Guaraní, o lo que fuese.

Pero volviendo a Malvinas y para no caer en la misma actitud de lo que con sentido positivo estoy criticando, a continuación intentaría completar de manera más que sucinta aquella parte que según mi visión, generalmente está faltando de hacer conocer al gran público: las causas principales que dieron lugar a los sucesos ocurridos en el Atlántico Sur hace un cuarto de siglo atrás.

En enero de 1833 la Argentina perdió su soberanía sobre las Islas Malvinas; no obstante desde aquellas circunstancias nuestro país persistió en un permanente reclamo, realizado en todos los ámbitos del escenario internacional que se consideraron apropiados; esto según los expertos, proporcionaba a los argentinos un antecedente de peso en la prolongada contienda diplomática.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, otro hecho favoreció las pretensiones nacionales; la recientemente creada Organización de las Naciones Unidas en el Capitulo X de su Carta, invitó a los Estados Miembros que todavía detentaban Colonias, a que indicasen que territorios serian considerados en aptitud de ser descolonizados.

Para sorpresa y beneplácito de los argentinos, dentro de los cuarenta y tres lugares enunciados por Gran Bretaña con posibilidades de cambiar de estatus, figuraban las Islas Malvinas.

Aquella intención declamada al mundo por el Reino Unido, totalmente auspiciosa para nuestro país, con el tiempo fue esfumándose; entendemos que dicho proceder no fue una demostración del “sense of humor” británico para con nosotros, sino que el cambio de actitud, seguramente fue debido a una rejerarquización de antiguos intereses nuevamente valorizados por la conducción política del ex imperio.

A pesar de la frustración argentina, la fortuna volvió a acompañar a nuestro país en 1965, cuando nuevamente las Naciones Unidas, mediante la Resolución 2065 invitaron a negociar a las dos partes en disputa.

Esta situación, en donde por primera vez su frente diplomático había perdido parte de la total libertad con que se movía hasta la fecha, llevó a Gran Bretaña a plantearse las siguientes opciones:

a). Negociar, vislumbrando que a la larga había un gran posibilidad de tener que ceder las Islas, bajo la presión de los sólidos argumentos y la persistente acción diplomática de la Argentina durante más de un siglo;
b). Dilatar las conversaciones en forma indefinida, algo en que los británicos disponían de sobrada experiencia;
c). Cerrar casi totalmente las discusiones y prepararse para un conflicto armado.

La conducción británica eligió la segunda de las opciones, pero como experimentados diplomáticos que fueron a través de toda su historia, con una total lógica en su razonamiento comenzaron a prepararse para una posible consecuencia de la actitud asumida, la eventualidad de desembocar en un conflicto armado; es decir paralelamente también se dedicaron a prepararse para la opción C.

En 1976 las Fuerzas Armadas británicas inician un planeamiento militar con respecto al problema de las islas del Atlántico Sur; entre los criterios que orientaron la redacción del mismo, estaba la necesidad de que los argentinos inicien primero las hostilidades; ello permitiría desentenderse de la discusión diplomática impuesta por la ONU y por otro lado crear la Fortaleza de la Fackland, un objetivo buscado hacía tiempo por los estrategas militares del Reino Unido.

El final de la década de los 70 y los comienzos de la del 80, encontraron a los gobiernos de ambos países con graves problemas económicos, sociales y políticos. Asimismo, del lado argentino y para el caso particular de Malvinas, las tratativas dejaban un sabor amargo al diluirse en el tiempo las esperanzas acumuladas; mientras por la parte británica, además de los pesados problemas que arrastraba el gobierno conservador, particularmente la Royal Navy, antigua reina de los mares y herramienta principal de la formación del Imperio, había sido condenada a una fuerte reducción como consecuencia del papel casi secundario, que en el planeamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO) se le había asignado (la protección de los pozos de petróleo del Mar del Norte).

En resumen, de darse un conflicto de características nacionalistas, los gobiernos se verían apuntalados por sus respectivas sociedades. No está demás agregar que esto se cumpliría en los comienzos de la contienda, posteriormente, el hecho se convertiría en el certificado de defunción para aquellos componentes del Estado, cuyas fuerzas armadas no consiguiesen la victoria.

A comienzos de 1982 y coincidente con las dilaciones británicas, el planeamiento militar argentino había producido el denominado Plan Esquemático, que luego se materializó en la conocida Operación Rosario, cuyo objetivo político era muy claro y preciso: ocupar las Islas para negociar. En dicho plan había una decidida actitud de evitar bajas al enemigo, pensando con ello esquivar un conflicto armado de envergadura. Otro aspecto destacable del mencionado planeamiento lo constituía su fecha de realización, prevista inicialmente a mediados de mayo del 82; con ello se pretendía, en caso de una repuesta militar británica, imponer mayores condicionamientos a la misma debido a las más que exigentes condiciones climáticas, consecuentes con el arribo del invierno a la zona de operaciones.

Si tenemos en cuenta que para los británicos era deseable que los argentinos desaten la chispa que inflame el conflicto, no resultan inexplicables las agresiones a las oficinas de LADE o al personal de ENTEL en el todavía Puerto Stanley, o lo acaecido en las islas Geogias durante marzo de 1982, entre desarmadores argentinos de una estación ballenera y una unidad naval del Servicio Antártico británico.

Estos sucesos, entre otros del tipo, además de ir soliviantando la opinión pública, originaron que los mandos argentinos decidan el adelanto de la Operación Rosario, bajo el temor de que los británicos refuercen militarmente Malvinas.

Producto de una operación militar correctamente concebida y ejecutada, el 02 de abril las Islas retornan a la soberanía argentina; a partir de ello debían ser puestas en ejecución las previsiones para mantener únicamente una pequeña fuerza de control del orden público en la zona, e iniciar la batalla diplomática en las Naciones Unidas.

No obstante, a partir de un excelente trabajo de inteligencia y ya obtenidas las condiciones para poner en ejecución un plan desarrollado con mucha anticipación, el Reino Unido, solamente dos días después de haber sido desalojados de las Islas, inicia la operación Corporate, reuniendo casi de inmediato más de cien navíos, varios escuadrones aéreos de la Royal Navy y Royal Air Force y alrededor de veinticinco mil hombres.

La rapidez de la reacción británica sorprende a la conducción argentina; como también sorprende la descomunal repuesta favorable que da el pueblo a la noticia de la recuperación de las islas. Estimo que a partir de ello se cometió unos de los errores más perniciosos de la campaña, el presidente argentino cambia el objetivo político sostenido hasta ese momento: en lugar de “ocupar para negociar”, se pasa al de “defender las Islas” ante la marcha de la Fuerza de Tareas 317.

Se inicia así para las Fuerzas Armadas nacionales, una carrera contra el tiempo tratando por una parte de preparase para contener la arremetida británica y por otra, no perder de vista la actitud de alguno de los países vecinos sospechados de una posible colaboración con el Reino Unido; temores que luego fueron confirmados con los hechos.

¿Fue una total irresponsabilidad del gobierno argentino de ese período? ¿Hubo candidez diplomática a lo largo de los años? ¿Fue una irracionalidad del presidente de facto, azuzado por intereses de menor cuantía y el apoyo casi irrestricto expresado por el pueblo y la clase política del momento? ¿O fue un encadenamiento de acciones, sucesos y frustraciones, que una de las partes consiguió manejar mejor que la otra en la búsqueda de los objetivos buscados? Se entiende que los datos aquí vertidos en forma más que sintética, podrían motivar al lector a sacar sus propias conclusiones y lo que es mejor aun, impulsarlo a profundizar el conocimiento de lo acontecido.

No está demás expresar que luego del conflicto, Margaret Thacher consiguió su segundo mandato; mientras que la Royal Navy mejoró su presupuesto, evitó la desactivación de varias unidades y rejerarquizó su papel tanto en la defensa nacional como en el planeamiento combinado con la NATO; mientras en Malvinas, además de que la Fackland Island Company continua con su negocio ganadero, se construyó una gran base aérea equipada con modernos aviones de combate, y en estos momentos hay una dotación de soldados que según dicen, supera a la cantidad de población civil; en síntesis la pretendida Fortaleza de las Fackland, es una realidad.

(*) Fue uno de los presentadores más importantes de la radio y la televisión en España. Nació en Valencia el 27 de abril de 1929 y falleció después de dos meses en coma por un infarto de miocardio, en Madrid, el 3 de junio de 1995.

Fuente: http://www.lahistoriaparalela.com.ar

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