26 de enero de 2022

PARA RECUPERAR MALVINAS, HAY QUE ENCARECER LOS COSTOS DE OCUPACIÓN COLONIAL

 

Respuesta al artículo publicado por el ex Embajador, Roberto García Moritán 

Por César Trejo * 

Mural que reivindica la soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas

El ex Embajador Roberto García Moritán, de larga trayectoria diplomática tanto en funciones bilaterales como en el ámbito multilateral, publicó un artículo en Infobae bajo el título “Islas Malvinas: es hora de poner el futuro delante del pasado”. 

Los abajo firmantes, veteranos de la guerra de Malvinas, discrepamos con las expresiones del ex Embajador por considerarlas contrarias a lo establecido en la Disposición Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional, falaces desde el punto de vista histórico, y funcionales a los intereses coloniales británicos en el Atlántico Sur. 

El articulista comienza haciendo referencia al Acuerdo de Comunicaciones de 1971, enmarcado en el espíritu y contexto de la Resolución 2065 de la Asamblea General de la Naciones Unidas de 1965. Eran tiempos en que el Reino Unido de Gran Bretaña se había manifestado dispuesto a discutir con nuestro país la transferencia de la Soberanía, intención que había explicitado en el Memorándum de Entendimiento de 1968, mientras se respetara el modo de vida de los habitantes de las Islas. 

A partir de allí, en efecto, la Argentina realizó todos los esfuerzos posibles para generar confianza entre los habitantes de las Islas, proveyéndoles gas, construyendo un aeropuerto, estableciendo vuelos regulares, enviando maestras bilingües, brindando asistencia médica, otorgándoles becas para estudios de nivel secundario y superior, etc. 

Todos esos esfuerzos resultaron en vano, porque el Reino Unido decidió congelar toda conversación con nuestro país, a partir de dos factores de su propia política interna: 

1) La presión de la Falklands Islands Emergency Committee;

2) Los prometedores resultados sobre relevamiento de recursos hidrocarburíferos, ictícolas y minerales, contenidos en los Informes Griffiths y Shackleton. 

El diplomático García Moritán no debería omitir esos hechos. Sin embargo, en el propio epígrafe del título, asevera: “Para acordar un período de vínculos y estímulos recíprocos monitoreado por la Argentina y el Reino Unido con representación isleña”, contradiciendo abiertamente la posición argentina de reconocer los intereses de los isleños, y no sus “deseos”, sin aceptar jamás la categoría de contraparte a los isleños en ningún diálogo y /o negociación. 

Abogar por una “representación isleña” es adoptar como propia la principal trampa británica frente al reclamo argentino, porque supondría desconocer la violencia original del despojo, expulsando a los pobladores argentinos y procediendo a la implantación de una población exógena a la geografía, a la etnicidad patagónica, y a la cultura de la naciente Argentina. 

A continuación, García Moritán, define su propuesta como diplomacia creativa: “Es hora de poner el futuro delante del pasado para acordar un período de vínculos y estímulos recíprocos monitoreado por la Argentina y el Reino Unido con representación isleña. La creatividad, en momentos de intransigencia, es la que da valor a la diplomacia”. 

Pero no hay nada de original ni creativo en la llamada “teoría de la seducción de los kelpers”, como ya lo vimos en los fracasados intentos de principios de la década del 70, que fueron retomadas a fines de la misma por José Alfredo Martínez de Hoz en sus conversaciones con los británicos, por Guido Di Tella y sus ositos “Winnie Poo” en la década del 90, o por Susana Malcorra y Jorge Faurie en el pasado gobierno. 

Vamos a repasar algunos acuerdos diplomáticos bilaterales relacionados con la cuestión Malvinas, que demuestran claramente que las “creativas propuestas” no son tales, y que, si nos encontramos en la actualidad en posición desfavorable, es por haber aplicado las recetas que el ex diplomático nos quiere recomendar como remedio. 

Durante el Gobierno de Carlos Menem, se suscribieron los Acuerdos de Madrid I y II, que fueron definidos con precisión como “los verdaderos tratados de rendición de la Argentina a su majestad británica”. 

Luego, durante el reciente gobierno de Mauricio Macri, se aplicaron las siguientes acciones bilaterales, continuidad perfecta de las políticas claudicantes de Menem:

  • Acuerdo Foradori – Duncan, para “el mejoramiento de las relaciones entre la Argentina y el Reino Unido” (13 septiembre 2016).
  • Declaración de Intención entre el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la República. Argentina y el Departamento de Comercio, Energía y Estrategias Industriales del RU (2016). 
  • Memorando de Entendimiento entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y la Royal Society (2016). 
  • Acuerdo por Canje de Notas entre Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, relativo a los restos de soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, Mandato de los gobiernos (argentino y británico) al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y Plan de Proyecto Humanitario entre ambos países y el CICR (2016).
  • Memorando de Entendimiento entre Francis Crick Institute, Glaxosmithkline Reserch and Develop limited y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Rca. Argentina (2017). 
  • Memorándum de Entendimiento entre el Secretario de Estado de Comercio Internacional del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y el Ministerio de Producción de la República Argentina sobre el Establecimiento del “Dialogo Comercial Reino Unido-Argentina (2017). 
  • Declaración sobre el encuentro entre Miembro del Parlamento Greg Hands (partido conservador) y el Grupo de Parlamentarios de Amistad del Congreso de la Nación Argentina (20 de marzo de 2017).
  • Memorándum de Entendimiento entre el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos y el British Council (2018).
  • Memorándum de Entendimiento en Cooperación Científica Antártica entre el Instituto Antártico Argentino y el British Antartic Survey (2018).
  • Memorando de Entendimiento entre el Ministerio de Seguridad de la. Argentina y el Ministerio del Interior del Reino Unido (2018).
  • Memorándum de Entendimiento sobre la Colaboración en Materia de Investigación e Innovación sobre Resistencia Antimicrobiana (RM) entre el Ministerio de Salud de la República Argentina y el Departamento de Salud y Atención Social del Reino Unido (2018). 

A ellos, habría que sumar el agregado de un vuelo regular a las Islas que parte de San Pablo (Brasil), las concesiones petroleras en las cuencas patagónicas no disputadas a empresas ligadas a las compañías británicas dispuestas a explotar ilegalmente las cuencas adyacentes a Malvinas o el abandono de los reclamos sobre la concesión ilegal de licencias de pesca en aguas correspondientes a nuestras Islas, para agregar otros ejemplos. 

Todos acuerdos en perjuicio de la Argentina y en beneficio británico, salvo el supervisado por el CICR para la práctica de pericias forenses, que fue inteligentemente utilizado por la diplomacia británica para encubrir las concesiones inusitadas que obtuvieron durante ese período. 

Si la “creatividad” que pretende García Moritán es la continuidad de los hechos mencionados, la Argentina estaría ejecutando y tomando como propias las líneas argumentales, pretensiones y hechos consumados de Gran Bretaña, en detrimento de los intereses de la Nación y del pueblo argentino. 

Una propuesta creativa y seria debe estar anclada en los intereses nacionales; pragmática, en tanto responda a la agenda de la Argentina y no a la del país invasor. 

Llama poderosamente la atención que el ex Embajador, que cumplió en distintas etapas de su carrera profesional, misiones en materia de control e inspección de armas nucleares y de destrucción masiva, no haya emitido opinión ante la revelación que los británicos trajeron en 1982 al Atlántico Sur varias armas nucleares, según se desprende de la desclasificación de documentos secretos del Reino Unido de hace escasos días. García Moritán exige creatividad diplomática para debilitar los argumentos de nuestro reclamo, pero carece de ella a la hora de detectar las vulnerabilidades de la potencia ocupante. 

Quienes pusimos a disposición nuestras vidas en defensa de la integridad territorial de nuestra Patria, conocemos perfectamente la naturaleza de estas posiciones, a las cuales venimos enfrentando desde hace cuarenta años. La razón fundamental es que, a los generadores de este tipo de propuestas, no les duele Malvinas. Abordan la problemática de la ocupación británica de nuestro territorio solamente desde la perspectiva de la Cuestión Malvinas, como si se tratará de un problema meramente técnico. En las antípodas, la inmensa mayoría del pueblo argentino abreva en la Causa Malvinas, sufre el despojo como una herida grave, la percibe como la síntesis de nuestra situación colonial y constituye el principal factor de reafirmación identitaria y de unidad nacional: “Malvinas nos une”. 

La ausencia de una política de Estado –coherente y perseverante- es la causa de nuestros principales desaciertos. La Cuestión Malvinas y la Causa Malvinas, son la cara y el anverso de un Objetivo Nacional plasmado en la Carta Magna vigente. 

Mientras haya diplomáticos que no tengan asumido que Malvinas es un problema multidimensional, que trasciende a un reclamo, que los efectos de la ocupación, la presencia militar descomunal y el daño son gravísimos, continuará prevaleciendo el lineamiento de que “no necesitamos territorio”, que “recuperar Malvinas significarían un déficit”, que “¡bien por cambiar tierras por dólares!” (o por dosis de vacunas), que “no hay que enemistarse con Occidente”, etc., etc. 

A contramano de la propuesta del artículo de referencia, sostenemos que entre las mejores estrategias que tiene la República Argentina para acercarnos al objetivo de una solución negociada con el Reino Unido, se encuentra una clara y perseverante política de encarecimiento de los costos de la ocupación colonial. Es decir, que les resulte más beneficioso sentarse a negociar, que mantener el statu quo colonial. 

La conmemoración del 40º aniversario de la recuperación de Malvinas y de los territorios correspondientes, debe ser ocasión para que nuestra diplomacia, así como el conjunto de nuestra clase dirigente, asuman nuevos paradigmas; que la “Cuestión Malvinas” (razones técnicas e implementación de políticas concretas), sea compatible con la “Causa Malvinas” (sentimiento profundo de la comunidad nacional). 

Por la memoria de nuestros Héroes, y por el futuro de nuestros hijos y nietos: 

¡Malvinas Volveremos!

 

  • Fernando Pablo Cangiano, Ex Soldado VGM, DNI 14.189.366 (Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada X, Ejército Argentino). 
  • Jorge Andrés Fernández Cabral, Ex Soldado VGM, DNI 14.493.184 (Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 6, Ejército Argentino). 
  • Ricardo Benjamín Flores, Ex Soldado VGM, DNI 14.241.393 (Cdo. y Ser III° Brigada de Infantería. RI 4, Ejército Argentino). 
  • Cesar Horacio González Trejo, Ex Soldado VGM, DNI 14.886.219 (Regimiento de Infantería Mecanizado 3, Ejército Argentino). 
  • Rubén Víctor Pablos, Ex Soldado VGM, DNI 16.044.545 (Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 7, Ejército Argentino). 
  • Héctor Domingo Tessey, Capitán (R) VGM, DNI 11.303. 574 (Grupo de Artillería Nº 3, Ejército Argentino). 
  • Jorge Daniel Torres, Ex Soldado VGM, DNI 14.954.267 (Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 25, Ejército Argentino) 
  • Miguel Ángel Trinidad, Ex Soldado VGM DNI 16.557.532, (Regimiento de Infantería Mecanizado 3, Ejército Argentino). 
  • Juan Roberto Vera, Cabo Principal (R) VGM DNI 10.135.921 (Crucero A.R.A. “Gral. Belgrano”). 
  • Rubén Alfredo Vicente, Ex Soldado VGM, DNI 16.101.441 (Compañía de Comunicaciones Mecanizada Nº 10, Ejército Argentino). 
  • José Francisco Zelaya, Ex Soldado VGM DNI 16.176.322 (Batallón de Infantería Antiaérea, Armada Argentina).

Ex Soldado Combatiente. Director del Observatorio Malvinas -UNLa

Fuente: https://www.infobae.com

25 de enero de 2022

LA DISPUTA POR LAS ISLAS MALVINAS

 


Por Itzel Canseco, Jacquelinne Villa, Karina Blanco 

La intersección de la soberanía de los Estados al paralelo de los reclamos sobre los recursos de los océanos, explica por qué desde tiempos antiguos los Estados han disputado la propiedad sobre pequeñas islas y afloramientos de rocas. A pesar de que estos pedazos de territorio puedan parecer inútiles, éstos son un segmento del territorio nacional fundamental puesto que definen la extensión de la zona económica exclusiva (ZEE) o las llamadas "aguas nacionales" de las que un Estado es propietario. Así pues, dado que la ZEE abarca una extensión máxima de 200 millas náuticas desde la costa, el Estado ribereño se ve en posibilidad de exigir sus derechos de pesca, así como sus derechos para explotar minerales en el subsuelo marino de dicho territorio (Flint, 2012). Por tanto, frente dicho marco, la importancia geoestratégica de las Islas Malvinas ubicadas en el sur del Océano Atlántico y víctimas de una prolongada disputa histórica, resulta autoevidente.   

Contexto histórico del conflicto 

Desde su descubrimiento oficial en el año de 1520 por la Corona Española, las desafortunadas Islas Malvinas han pasado a estar bajo el control de diversas soberanías que han visto en éstas un territorio de importancia geoestratégica fundamental. Para 1744, en el marco de la guerra librada entre España e Inglaterra en el Mediterráneo, la semilla de la tentativa británica sobre los territorios americanos comenzó a germinarse raíz de la proposición del almirante británico George Anson de establecer una base militar en las Malvinas con lo cual, se desataría una oleada de protestas por parte de España que lograría contener temporalmente la expedición británica en dicho territorio. Sin embargo, las islas sureñas ya formaban parte de la gestión expansionista de Inglaterra; la Corona Real reclamaba la soberanía de éstas argumentando que navegantes ingleses habían descubierto el territorio durante el siglo XVI. Así fue que, en el año de 1766, los ingleses desobedecieron el acuerdo firmado con España y establecieron un fuerte en Port Egmont conocido como la Gran Malvina. No pasó mucho tiempo antes de que los españoles los desalojaran y los presionaran para firmar el “Tratado de San Lorenzo” en 1790 a través del cual, Inglaterra se comprometía a no establecerse en ningún territorio ocupado por España en la América Meridional, incluyendo las islas en cuestión. 

No obstante, los intentos colonizadores persistieron por lo que, en el año de 1820, David Jewett, oficial inglés de la Marina, tomó posesión de las islas. Sin embargo, no fue sino hasta diez años más tarde que nacerían los primeros habitantes en el marco del “Decreto Argentino de la Comandancia Política y Militar de las Malvinas”, el cual impulsaba la construcción lazos con la Argentina. Dicha acción provocaría la decisión de Gran Bretaña de proclamar el “Pacto Roca-Runciman” a través del cual se estableció la abolición de impuestos sobre productos ingleses y se le otorgó el monopolio sobre el transporte público en las islas a una compañía inglesa. Ante dicho preámbulo, Lord Palmerston, primer ministro británico, anunció el control de la Corona Real sobre el archipiélago renombrándolo como Falkland Islands y en 1841, nombró al Teniente Richard Clement Moody como gobernador de las islas; junto a él llegaron doce familias con lo cual tendría lugar la creación del poblado “Puerto Stanley” al cual se le sumaron los también ciudadanos argentinos establecidos previamente en las islas. Los habitantes de las Malvinas aumentaron rápidamente y a principios de 1900’s, el número de residentes alcanzaba las 200 personas (Kauth, 2012). 

Las protestas argentinas para someter al gobierno británico al arbitraje internacional fracasaron hasta que el 16 de diciembre de 1965, la Asamblea General de la ONU emitió la Resolución 2065 en el que se estableció lo siguiente: 

“(La ONU) Invita a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas” (ONU, 1965). 

Así pues, en 1967 Londres le dio a Buenos Aires la oportunidad de recuperar las islas bajo la condición de que se respetara el deseo de sus habitantes, pero la Argentina se negó a ello puesto que 5 de cada 6 pobladores provenían de familias inglesas o escocesas y por lo tanto, no reconocían sus costumbres en la cultura argentina. De cualquier forma, la propuesta derivaría en la anexión del territorio a la Corona Británica, la cual, tras descubrir recursos energéticos fósiles en los subsuelos de Las Malvinas en el año de 1970, incrementaría su interés de manera exponencial sobre la región en cuestión dada la posibilidad de explotar petróleo (Kauth, 2012). 

Años más tarde, el nacionalismo gaucho promovido por la dictadura militar de Jorge Rafael Videla ocasionó la explosión de la tensión con Inglaterra. En 1982, la llamada “Guerra de las Malvinas” suscitó el mayor despliegue de las fuerzas armadas del Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial (Razoux, 2002). Soldados argentinos apearon la bandera inglesa en Puerto Stanley, desalojaron al gobernador y ocuparon las Malvinas bajo la administración militar. El Reino Unido, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, percibió este acto como una declaratoria de guerra y envió una flotilla al Atlántico sur para proteger la colonia insular. A más de 14 mil kilómetros de distancia de la Corona Inglesa, la armada se mantenía convencida de la victoria sobre el archipiélago. No obstante, la Argentina sabía perfectamente a lo que se enfrentaba y se preparó minuciosamente con misiles y aviones franceses. El combate duró dos meses, resultando en la victoria británica y en la muerte de 649 soldados argentinos y 255 ingleses. 

Tras la guerra, el temor a que la Argentina volviera a ambicionar el territorio malvinense orilló a la Corona Real a custodiar el archipiélago por medio de cuatro aviones Typhoons, unidades de artillería, alrededor de 1000 soldados y un submarino. Además, se prohibió la entrada de nacionales argentinos a la isla, medida que iría flexibilizándose con el tiempo hasta permitir la entrada de turistas de cualquier nacionalidad al interior de las islas. 

En la actualidad, a pesar de las precauciones inglesas, el gobierno argentino kirchnerista continúa buscando el reconocimiento internacional respecto a la soberanía argentina sobre Las Malvinas a través de una estrategia distinta; la administración argentina ha apostado por vías pacíficas y diplomáticas en el marco del derecho internacional. 

Actores involucrados 

Los principales actores involucrados en la disputa por el control del territorio y los recursos que abarcan las Islas Malvinas en la actualidad son: 

        Gran Bretaña 

El gobierno Británico considera fundamental la soberanía sobre el archipiélago de Las Malvinas debido a que, en la actualidad, las reservas del Mar Norte de Inglaterra se encuentran en declive mientras que los precios comerciales del petróleo oscilan por arriba de los 50 euros por barril. Por tanto, debido a la importante ubicación geoestratégica y vastos recursos en materia de hidrocarburos que poseen Las Malvinas, Inglaterra ha impulsado la defensa de las islas de manera considerable; para ello, el gobierno inglés estableció la base militar “RAF Mount Pleasant” y la estación naval militar “Mare Harbour” en el interior de éstas (ver anexo 1.2). Así mismo, la Fuerza Real Aérea Eurofighter Typhoons en conjunto con la Real Fuerza Naval Gunboats se establecieron como los principales defensores de la soberanía del archipiélago. No obstante, las bases e instalaciones militares inglesas ubicadas en el sur del Océano Atlántico constituyen una fuente de tensión latente y una clara muestra de la vigencia de las políticas imperialistas inglesas. 

En el plano internacional, en cuanto a la disputa por las Islas Malvinas, los Estados Unidos, que siempre ha sido condescendiente y un gran aliado de Gran Bretaña, ha declarado que mantiene una posición neutral frente a dicha situación, aunque a los ojos del mundo resulta evidente que los Estados Unidos a la hora de tomar una decisión, dará su apoyo a su gran aliado histórico (Patnella, 2013). 

        Argentina 

Al igual que Gran Bretaña, la Argentina posee gran interés en las Islas Malvinas dada la ubicación geoestratégica de éstas que le permitiría extender la soberanía argentina sobre las aguas del Atlántico sur 200 millas más a partir de la costa de las islas en cuestión de tal suerte que el gobierno argentino, podría explotar los vastos recursos pesqueros y petroleros de los que la región en disputa está dotada. Bajo el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la Argentina ha hecho de forma pública y constante el reclamo de las islas con el afán de que el gobierno inglés ceda la soberanía sobre las Islas Malvinas al Estado gaucho de una vez por todas. En la 68 Asamblea Anual de las Naciones Unidas, la Argentina señaló que el Reino Unido no ha cumplido con la resolución impuesta por la ONU para la resolución del conflicto y que, por contrario, dicha nación ha “militarizado” el Atlántico Sur a través de la puesta en práctica de ejercicios militares y la instalación de bases militares. 

Los argentinos han tratado de socavar el apoyo de Washington a Gran Bretaña con la amenaza de trabajar con otros países de América del Sur para formar una nueva organización regional deliberadamente excluyendo a los Estados Unidos y Canadá. Definitivamente tal acción no sería benéfica para los intereses de los Estados Unidos por lo que Washington ha tratado de mantener su distancia del conflicto, describiéndolo como un problema bilateral entre Buenos Aires y Londres exclusivamente. No obstante, en el resto de la comunidad internacional Argentina cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales de carácter regional como es el caso de la Asociación Interamericana de Integración (ALADI), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Grupo de Río, el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza Bolivariana de los Pueblos de las Américas (ALBA) y finalmente la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). Esta última organización, incluso ha prohibido el uso de sus puertos a buques que lleven la bandera de las islas Malvinas.

        Las Malvinas 

Las Malvinas son un archipiélago ubicado en la plataforma continental de América del Sur, dentro del denominado Mar Argentino. El archipiélago de las Malvinas cuenta con más de doscientas islas, de las cuales sobresalen principalmente la Isla Gran Malvina ubicada al oeste, así como la Isla Soledad ubicada al este (ver anexo 1.1). A pesar que existe gran cantidad de islas e islotes en la región que comprenden Las Malvinas, al sur se encuentra el banco Burdowood también conocido como Namuncurá, en el cual se reconoce la existencia de yacimientos mineros y de hidrocarburos. 

La prosperidad de las islas ha crecido de forma sustancial hasta un punto tal que los estándares de vida en Las Malvinas se asimilan a los del sur de Inglaterra de acuerdo al gobierno inglés. El Puerto Stanley, capital del archipiélago, ha doblado su demografía desde 1982; la urbanización, las universidades, los centros de entretenimiento acompañados de decenas de turistas que pasan año con año, son algunas de las características de la zona. 

No obstante, en la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Los malvinenses sin duda son los más afectados en este prolongado conflicto debido a que las situaciones que se han suscitado, han provocado que no sea posible importar algunos alimentos y productos que no son elaborados en la isla, lo que ha traído como consecuencia un sentimiento de rechazo hacia los argentinos por parte de los habitantes de Las Malvinas. La población de las islas se considera británica, aunque no se sienten dependientes económicamente de Gran Bretaña debido a su desarrollo económico, el cual se sustenta principalmente en la actividad pesquera, la ganadería y el turismo (Patnella, 2013). 

Situación actual 

Desde la creación de la ONU y la OEA, ambas organizaciones de carácter internacional han emitido varias resoluciones a fin de que Gran Bretaña y la Argentina lleguen a un acuerdo sobre la situación de las Islas Malvinas, lo cual no ha tenido éxito hasta el momento. En la actualidad, Las Malvinas forman parte de la lista elaborada por el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en la que se encuentran los dieciséis territorios no autónomos del mundo que, hasta la fecha, todavía no han alcanzado su soberanía[1]. 

Pero, ¿Por qué tanto interés particular en las Islas Malvinas? Pues bien, Las Malvinas y sus alrededores poseen un doble atractivo: primeramente, el territorio en cuestión goza de una excelente ubicación geoestratégica en el sur del Océano Atlántico que posibilita extender la soberanía nacional sobre las aguas marítimas de dicho océano a 200 millas náuticas desde las costas de las islas mientras que también, se trata de una zona sumamente rica en minerales e hidrocarburos por lo que tanto Gran Bretaña como la Argentina, disponen de un gran interés en Las Malvinas. 

Tanto las reservas de hidrocarburos como otro tipo de recursos naturales encontrados en el Sur del Atlántico resultan fundamentales para Gran Bretaña puesto que a través de éstos, es posible reducir de manera significativa la fuerte dependencia Europea de sus principales proveedores de materias primas e hidrocarburos -Rusia y el Medio Oriente- ; la posibilidad de una reserva de más de 60 billones de barriles en el archipiélago, podría llegar a satisfacer la demanda Británica y Europea y por ende, reducir a gran escala la dependencia en la importación (La Nación, 2010). 

De acuerdo a la petrolera británica Rockhopper Exploration, la inversión adecuada en la exploración y extracción de petróleo en las islas podría generar entre 120.000 y 500.000 barriles diarios de crudo por lo que su importancia geoestratégica ha ido en creciente escalada. A la fecha, 5 empresas británicas disponen de permisos del gobierno de las Islas Malvinas para explorar y explotar el petróleo de la plataforma continental que rodea la zona, lo cual la Argentina considera una actividad ilícita (Patnella, 2013).             

Por otra parte, las Islas Malvinas resultan geoestratégicamente relevantes debido a su particular ubicación; las islas se localizan a tan solo 500 km del Estrecho de Magallanes, así como del Pasaje de Drake, lo que brinda un importante control sobre la ruta baja del Sur del Atlántico ya que además del Canal de Panamá, estos dos puntos son los únicos enlaces directos entre el Atlántico y el Pacifico. Así mismo, cabe destacar la relevante proximidad de las islas respecto del continente Antártico en donde la aceleración del cambio climático podría acarrear consigo el descubrimiento de enormes riquezas minerales en el futuro. 

Por tanto, a tres décadas del conflicto bélico entre Gran Bretaña y la Argentina, la presidente Cristina E. Fernández de Kirchner se presentó en la cumbre del G-20 con sede en México durante el año 2012, con más de cuarenta resoluciones de la ONU a partir de las cuales, argumentaba su petición para abrir nuevos canales de negociación en la resolución del conflicto por las islas. Como respuesta a su ardua labor diplomática, en marzo del 2013, los malvinenses realizaron un referéndum en el cual se refleja la intención del 99% de los isleños de continuar bajo el estatus de territorio de ultramar de Londres (ver anexo 1.3). 

A pesar de los costes extraordinarios por mantener la influencia británica en la zona, más de mil millones de libras esterlinas anuales, Gran Bretaña no parece ceder ante las presiones de Buenos Aires debido a las razones mencionadas previamente. En cambio, las negociaciones entre Las Malvinas y Reino Unido oscilan alrededor de las Naciones Unidas con el objetivo de que el Comité de Descolonización apoye la postura de los malvinenses, la cual se aleja totalmente de negociaciones con Argentina. El nacionalismo exacerbado de los isleños tiene raíz en el recuerdo de la guerra y en la percepción colectiva de que Buenos Aires ha tratado de negar los deseos malvinenses sobre su soberanía (Dinatale, 2013). 

Recomendaciones 

En el capítulo XI, artículo 73, de la Carta de las Naciones Unidas, se hace referencia a los territorios no autónomos poniendo de manifiesto que “los Miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio, reconocen el principio de que los intereses de los habitantes de esos territorios están por encima de todo y aceptan como un encargo sagrado la obligación de promover en todo lo posible […] el bienestar de los habitantes de esos territorios” (ONU, 2013). Por ende, Gran Bretaña ha podido respaldar exitosamente su posición respecto a la posesión de la soberanía de las Malvinas en base al derecho internacional y al principio de libre autodeterminación ya que tras el referéndum llevado a cabo en dicha región durante el 10 y 11 de marzo de 2013, la voluntad del 99% habitantes de las islas se mostró a favor de permanecer bajo la tutela de Gran Bretaña.        

Por consiguiente, a pesar de los arduos intentos diplomáticos de la ejecutiva Cristina Kirchner por obtener la soberanía de las islas contiguas a la costa argentina, en el marco del derecho internacional el principio de libre autodeterminación prevalecerá por encima de cualquier otro principio de tal suerte que consideramos poco probable que Las Malvinas pasen a formar parte de la soberanía de la Argentina en el corto y largo plazo. Sin embargo, no todo está perdido para el Estado gaucho puesto que de acuerdo a lo estipulado por la Resolución 2065 como la 3160 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1975, “las partes en el conflicto referente a las Malvinas debían abstenerse de innovar en aspectos fundamentales o de realizar actos inconsultos o unilaterales para no afectar las tratativas de negociación en marcha” (La Nación, 2010). 

Ante dicho marco, la cuestión de las excavaciones y exploraciones petroleras en las aguas del sur del Océano Atlántico por parte del gobierno de Las Malvinas, respaldado en su totalidad por Gran Bretaña, así como la instauración de bases militares inglesas en las islas, representa una violación a lo estipulado por ambas resoluciones, con lo que inexorablemente se ha conducido a una fuerte escalada de tensión entre los protagonistas de la disputa bilateral por las Islas Malvinas. 

Partiendo de ello, la recomendación que ofrecemos desde una postura neutra respecto a la disputa en cuestión, consiste en que el gobierno de Gran Bretaña y la Argentina suscriban un tratado de carácter vinculante bajo la mediación de la ONU en el que se comprometan a trabajar conjuntamente en la exploración y excavación tanto de las aguas argentinas como de las aguas internacionales del Atlántico sur a partir de las 200 millas náuticas de la costa de Las Malvinas con el afán de preservar la soberanía británica sobre éstas. Por tanto, se estaría replicando hasta cierto punto el exitoso modelo del Consorcio de Stockman suscrito entre Rusia y Noruega de tal suerte que, en el caso de la disputa por las Islas Malvinas, la Argentina podría potencializar su industria petrolera dentro de su territorio nacional de manera sumamente significativa a través del financiamiento británico mientras que el gobierno de Las Malvinas podría continuar ejecutando exploraciones y excavaciones con el fin de obtener petróleo. Así mismo, con la firma del tratado, Gran Bretaña deberá comprometerse a detener en su totalidad los ejercicios militares que se ejecutan las Islas Malvinas mientras que también, deberá deshabilitar las bases militares localizadas en las islas con el afán de disminuir la tensión y avanzar en la negociación y acercamiento a Argentina. 

Comentario final 

La disputa histórica por la soberanía de las Islas Malvinas sin duda alguna ha puesto de manifiesto la importancia de su ubicación geoestratégica en el globo dada su cercanía al continente Antártico, al Estrecho de Magallanes y al Pasaje de Drake. Paralelamente, el descubrimiento de los vastos recursos que subyacen en las aguas que bañan las costas de dichas islas ubicadas en el Atlántico sur, han sido un factor fundamental en el creciente interés argentino y británico sobre la soberanía de éstas. Por tanto, es posible concluir a raíz del presente caso que, en la actualidad, todavía es posible visualizar los estragos de la lógica imperialista del S. XX al paralelo de la fuerte dependencia de la civilización del S. XXI en el petróleo y los hidrocarburos. A pesar de que pareciera que el reparto del mundo llegó a su fin durante el siglo pasado, hoy en día el juego geopolítico continúa más que vigente. Por tanto, el destino de Las Malvinas, víctimas de una prolongada disputa histórica, estará siempre vinculado de manera intrínseca al gran juego geopolítico.  

Anexos 

Anexo 1.1

 

Anexo 1.2 

Anexo 1.3

 

                         

Fuentes Bibliográficas 

Corbacho, A. L. (2006). CULTURA ORGANIZACIONAL Y DESEMPEÑO EN COMBATE: EL CASO DE LA INFANTERÍA DE MARINA ARGENTINA EN LAS MALVINAS (1982). Temas de Management, http://www.ucema.edu.ar/cimei-base/download/research/51_Corbacho.pdf.

Dinatale, M. (12 de Marzo de 2013). Contundente triunfo del sí en el referéndum de las Malvinas. La Nación, págs. http://www.lanacion.com.ar/1562319-contundente-triunfo-del-si-en-el-referendum-de-las-malvinas. Obtenido de http://www.lanacion.com.ar/1562319-contundente-triunfo-del-si-en-el-referendum-de-las-malvinas

Flint, C. (2012). Introduction to Geopolitics. Great Britain: Routledge.

Kauth, A. R. (2012). Paciencia… y pronto Argentina recuperará las Islas Malvinas. Revista Electrónica de Psicología Política, 19-36.

Nación, L. (01 de Marzo de 2010). El petróleo y las islas Malvinas. La Nación, págs. http://0-search.proquest.com.millenium.itesm.mx/docview/335287219/141BA49E4E533DFFF31/1?accountid=11643.

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Fuente: https://www.academia.edu

 



[1] Cabe destacar que, del total absoluto de las colonias existentes en la actualidad, diez de éstas se encuentran bajo la soberanía de Gran Bretaña.


ADELANTO EXCLUSIVO DE “LA TRAMPA”, EL LIBRO QUE EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ LA JUNTA MILITAR ORDENÓ RECUPERAR LAS MALVINAS

 

Pasaron cuarenta años de la Guerra de Malvinas, esa maniobra de la dictadura para revertir un creciente descrédito popular y que significó su propio fin. Juan Bautista Tata Yofre presenta, en su décimo libro de editorial Penguin, fuentes y documentos inéditos de una gesta tan inverosímil como suicida. 

La tercera Junta Militar de Gobierno que gobernó el país entre 1981 y 1982 estuvo integrada por Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Isaac Anaya

La Junta Militar tomó la decisión de recuperar Malvinas el viernes 26 de marzo, cerca de las 19 horas. La medida se adoptó sin la participación del canciller, pero fue notificado poco más tarde. El Almirante Carlos Alberto Busser también reconoció ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas haber sido informado después. En su libro de memorias, Costa Méndez también sostuvo lo mismo. Relató que volvió al Palacio San Martín, reunió a sus colaboradores más íntimos, y luego de hacerlos jurar que no revelarían el secreto, les informó de la decisión de la Junta Militar. Eso es inexacto, como lo prueban todos los documentos secretos que el “Grupo Especial Malvinas” (funcionarios que trabajaban en secreto) del Palacio San Martín preparó, momento a momento, para apuntalar intelectualmente en la Operación Azul/Malvinas a los jefes militares. Algunos ya los hemos analizado. 

Pero el canciller no va a revelar un detalle importante: el equipo de funcionarios que integraba el Grupo Especial Malvinas no tenía terminadas todas las medidas necesarias para acompañar en el campo diplomático la acción castrense de invadir las Malvinas. El domingo 28 de marzo va a pedir una postergación del Operativo Azul/Rosario. Tras cuarenta años de silencio, el entonces secretario Roberto García Moritán relató: “Costa Méndez me mandó a Campo de Mayo con una carta personal a Galtieri en donde le solicitaba unos días de postergación a la invasión. Cuando llegué, Galtieri estaba con su esposa en una terraza. Luego, pasamos a su despacho, entregué la carta que leyó adelante mío. Luego de terminar de leer, el presidente me afirmó “dígale al canciller que absolutamente no”, y como si esto fuera poco, me devolvió la carta luego de escribir “absolutamente no”. 

El embajador Gustavo Figueroa sería más preciso con respecto al memorando de una carilla y media que recibió Galtieri en ese momento: “Contemplaba tres puntos: 

1) si se estima necesario levantar la invasión, esta decisión puede aún realizarse

2) comunica que la posición de los Estados Unidos es poco clara. No hay seguridad de que apoye (juegue bien) con la Argentina

3) con los No Alineados, si bien partimos de una situación no favorable, podemos en un corto tiempo recomponerla y lograr su solidaridad en virtud de nuestra lucha antiimperialista”.

 

A fines de 1981 el estrepitoso fracaso del gobierno del Teniente General Roberto Eduardo Viola, impulsó la idea de ocupar el archipiélago para concitar adhesión popular y revertir la agonía del llamado "Proceso de Reorganización Nacional"

En la tarde del mismo domingo 28 de marzo salía de Puerto Belgrano la flota que transportaba las tropas que ocuparían las islas Malvinas. Horas antes, Margaret Thatcher se había comunicado telefónicamente con lord Carrington para expresarle su ansiedad por la situación. El ministro le contó que le había enviado un mensaje al secretario de Estado de los Estados Unidos en el que le solicitaba su intervención como mediador. 

Al día siguiente, Costa Méndez y Bonifacio del Carril volvieron a conversar. En esta ocasión, el canciller le informó a su amigo sobre los cursos de acción que se estaban estudiando frente a la intimación que había hecho el gobierno británico para el retiro del personal de las Georgias. “Si la decisión de aprovechar el incidente de los chatarreros para tomar las Malvinas era definitiva (como le había anticipado el canciller a principios de mes), lo más conveniente para la Argentina es dejar que los británicos los saquen por la fuerza. Pues lo importante es contar con un hecho de fuerza ejecutado por los ingleses como acto inicial y no como una simple amenaza”. 

Al mismo tiempo, a Costa Méndez le llamó la atención que: “La superioridad militar inglesa es abrumadora y que en el campo económico Gran Bretaña podría ejercer fuerte acción contra la Argentina, porque a pesar de la decadencia del imperio, Inglaterra sigue siendo uno de los centros financieros más importantes del mundo”. “Es muy difícil que Inglaterra se decida a actuar militarmente por el elevado costo de la operación”, dijo Canoro. Además, según el canciller “las Fuerzas Armadas tienen todos los planes previstos para neutralizar cualquier intento y de todas maneras dispone de tres semanas antes de que los ingleses lleguen al lugar”. Posteriormente, “Fafo” del Carril evaluó que “el acto de fuerza que se prepara a ejecutar el gobierno va a ser contraproducente. Y me doy cuenta de algo peor: que cuando se haga el acto de fuerza se va a producir en la población un golpe emocional favorable a las Fuerzas Armadas y que va a ser muy difícil, en realidad negativo, pronunciarse contra la ocupación una vez producida”. 

El martes 30 de marzo de 1982, mientras la ciudad de Buenos Aires se encontraba fuertemente vigilada en vista de la manifestación sindical con la consigna “Pan, paz y trabajo”, que se iba a realizar a la tarde con la intención de llegar a Plaza de Mayo, el Comité Militar se reunió dos veces en el edificio Libertador. Según la Memoria: “Durante la primera reunión se resolvió que el General García fuera el Comandante de Teatro de Operaciones Malvinas hasta el día D+5 aproximadamente, luego de esto se crearía el Teatro del Atlántico Sur a partir de la desactivación del Teatro Malvinas, designándose al Vicealmirante Lombardo como Comandante (Acta Nº 5 ‘M’/82). En dicha reunión el Jefe del Estado Mayor Conjunto informó sobre las capacidades del enemigo y el análisis de las mismas después del día D+5″. 

Ese mismo día, Costa Méndez informó a los miembros de la Junta Militar que los Estados Unidos habían ofrecido su asistencia para el tema Georgias del Sur según le había comunicado el embajador Takacs, quien fue llamado por el secretario de Estado. 

En la segunda reunión del COMIL del 30 de marzo, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Vicealmirante Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro, “informó sobre la previsión meteorológica para el desembarco, informando que el Comandante de Teatro de Operaciones Malvinas decidió que el 02 de abril a las 0000 horas fuera la fecha para iniciar las operaciones”; un temporal impedía realizar la operación el 1º de abril. También se resolvió que “por razones de política internacional, convenía que el Gobernador Militar (General Mario Benjamín Menéndez) tuviera jurisdicción sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur (Acta Nº 6 ‘M’/82). Asimismo, se resolvió proveer la información acerca de la eventual recuperación —antes de la declaración oficial del día 02 de abril— a los Ex Comandantes en Jefe, al Gabinete, a la Corte Suprema de Justicia y a Monseñor Aramburu”, y también, que previamente “debía llamar a los principales dirigentes políticos, sindicalistas, empresarios, etc. Por la misma razón”.

La tapa del libro escrito por Juan Bautista "Tata" Yofre

Ese mismo día, el canciller convocó en el Salón Verde del Palacio San Martín a la primera línea de la Cancillería. Luego de tomarles juramento de mantener el secreto, expuso sobre la situación en Malvinas; recordó las distintas etapas de las negociaciones en los últimos años; recordó las magníficas relaciones con Sudáfrica; se refirió a las excelentes relaciones con los Estados Unidos, “grandes defensores de los pueblos jóvenes contra los colonizadores y su rol en el mundo contra el comunismo”; mencionó la decadencia del Reino Unido y del gobierno de la señora Margaret Thatcher (quien seguramente perdería las próximas elecciones), así como la difícil situación económica de su país, que lo llevaría a vender su único portaaviones y otros barcos de guerra porque no podía mantenerlos. Finalmente, sostuvo que alguien tenía que tener el coraje de hacer algo por la recuperación de las Malvinas y no olvidó decir que todo esto facilitaría la difícil situación política con Chile. Luego inquirió si alguien tenía alguna pregunta. El embajador Carlos Keller Sarmiento, jefe del Departamento Europa Occidental, pidió hacer unos comentarios, los que no fueron grabados. No obstante, volcó lo que pensaba en un memorando titulado “Malvinas”, de cuatro carillas, con fecha 14 de abril de 1982. 

“Parto de la base que llevar el conflicto a un enfrentamiento militar de resultado dudoso para la Argentina es nuestra peor opción. (Total aislamiento, riesgo de una humillación, graves consecuencias económicas, institucionales y políticas, destrucción parcial o total de nuestra Fuerza Aérea, flota y efectivos militares, probable caída del gobierno, disminución de la capacidad para negociar con el Reino Unido el futuro status de las Islas, probable creciente intervención de Brasil o Chile como fuerza de paz y pérdida de credibilidad y prestigio en el ámbito internacional)”. 

“De acuerdo a lo conocido hasta el momento, en un enfrentamiento militar es muy difícil contar con la victoria total argentina. En caso de victoria parcial se enardecerían los ánimos, podría sobrevenir un probable bloqueo de puertos, subsistirían las medidas de agresión económica por parte de la CEE (Comunidad Económica Europea) que podría extenderse a otros países e incremento creciente de la opción URSS para nuestro país. Estimo que esta debería evitarse”. 

Por esas mismas horas, el embajador Gustavo Figueroa llamó al ministro Atilio Molteni para decirle: “El departamento que andabas buscando se va a desocupar”. Eso quería decir que se iba a producir la invasión y que iba a tener que dejar Londres, donde se desempeñaba como encargado de Negocios. 

Los británicos y los norteamericanos detectaron los movimientos de los barcos de la flota argentina de ocupación; sin embargo, esa información no fue comunicada por el gobierno a los parlamentarios durante el debate del 1º de abril (o fue relegada). Ante la inminencia del ataque, una de las primeras decisiones de Margaret Thatcher fue enviarle un mensaje a su amigo Ronald Reagan para que intentara convencer a Galtieri de que no invadiera las islas. Asimismo, Gran Bretaña pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La primero que hizo Margaret Thatcher fue enviarle un mensaje a su amigo Ronald Reagan para que intentara convencer a Galtieri de que no invadiera las islas (AP)

El mismo día, se le envió un largo cable “S” —cable 697— al embajador Eduardo Roca, instruyéndolo a solicitar el 1º de abril, “en hora que será determinada a vuestra excelencia telefónicamente […] a fin de llamar la atención del Consejo de Seguridad la situación de grave tensión existente entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”. En el mismo texto “Secreto” y “Muy Urgente” se le ordena a Roca que “simultáneamente con presentación nota a Consejo de Seguridad, sugiérese a V.E. entrevistar a representantes permanentes de China y de Unión Soviética fin de imponerlos situación. V.E. les señalará que la Argentina confía en seguir contando con tradicional apoyo sus países sobre cuestión Malvinas”. La instrucción no fue llevada a cabo. Los embajadores de China y la Unión Soviética en Buenos Aires también fueron informados. Además, se enviaron cables a Pekín y Moscú con el mismo texto: “Se señala que objetivo argentino es lograr que (China/URSS) oponga el veto en el Consejo de Seguridad a cualquier resolución que sea contraria a nuestro país”. 

Desde Londres Atilio Molteni envió el cable 761 sobre el clima en Fleet Street (calle de Londres donde estaban las sedes de importantes medios periodísticos), cuyo texto contenía cuatro puntos. El 4º punto advertía: “Por otro lado, pareciera prematuro creer en un cambio radical posición medios de difusión y sectores políticos que los inspiran, ya que muy bien podría tratarse de cortina de humo levantada en connivencia con Foreign Office para tratar de seguir ganando tiempo hasta que Reino Unido considere haber alcanzado situación estratégica relativamente equilibrada en el área. En este momento, es de suponer, Londres trataría de forzar situación diplomática en sus propios términos”. 

“Una gran fantasía” 

Desde antes de 1982, Wenceslao Bunge tenía muy sólidos contactos con los centros académicos de los Estados Unidos y, por ende, con altos funcionarios de la administración Reagan, como la embajadora Jeane Kirkpatrick. Por esta razón, y por consejo de Eduardo Roca, el 30 de marzo fue invitado a un almuerzo en lo de Adalbert Krieger Vasena, en avenida Alvear y Libertad. A la mesa se sentó un grupo de hombres que, se especulaba, conocían a los Estados Unidos: el dueño de casa, Pedro Real, Carlos Manuel Muñiz, Jorge Aja Espil, Arnaldo Musich, Guillermo Walter Klein y Jorge Labanca. Roberto Alemann no asistió porque no estaba en el país. 

Cuando se había servido el primer plato apareció Nicanor Costa Méndez y se le cedió la palabra. Luego de una corta introducción, el canciller pidió a cada uno de los presentes un consejo, una opinión, sobre cómo hacer para profundizar la relación con Washington. Se escucharon muchas observaciones plagadas de lugares comunes, hasta que le tocó hablar a Musich. El primer embajador del Proceso Militar en los Estados Unidos opinó que poco podía hacerse si no se producía la institucionalización de la Argentina. Bunge, sentado a su lado, agregó: “Ellos desean entenderse con instituciones legítimas, y la única forma de mejorar las relaciones con los Estados Unidos pasa por la normalización democrática del país”. 

Está claro que el invitado central no miró al joven Bunge con su mejor expresión. A dos días de la invasión de las Malvinas, cuando la flota se encontraba en alta mar, ninguno de los invitados tenía conocimiento profundo de lo que estaba sucediendo en las islas Georgias. Mucho menos sabían lo que ocurriría el 2 de abril de 1982. Bunge, al salir, escuchó decir a Musich: “Lo que viene es muy grave, creo que se han vuelto locos”, pero no entendió a qué se refería. También oyó decir que Roca no había participado del almuerzo porque había tenido que viajar de urgencia a su destino en Nueva York, ya que debía participar en una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que trataría el conflicto con Nicaragua. Tras ese almuerzo, Bunge partió a Saint Louis, Missouri, Estados Unidos, en viaje de negocios. 

El Almirante Juan José Lombardo

El 2 de abril a la mañana recibió un llamado del embajador Takacs para reiterarle la invitación a una comida, esa noche, en homenaje a Jeane Kirkpatrick. Durante la conversación, Takacs le dijo: “Mirá, Wenceslao, hemos invadido las Malvinas y quiero hablar con vos”. Esa noche Bunge asistió a la cena con black tie (smoking) en la calle Q 1815. Concurrieron, entre otros, Walter Stoessel, subsecretario de Haig; Frank Carlucci, subsecretario de Defensa; Thomas Enders, subsecretario del Departamento de Estado; William Middendorf, embajador americano ante la OEA; John Marsh, Secretario de Guerra; Alejandro Orfila, secretario general de la OEA; la periodista Barbara Walters y los tres Agregados Militares argentinos: el General Miguel Mallea Gil, el Almirante Rubén Franco y el Brigadier Oscar Peña. A los postres se hizo un brindis. Takacs señaló que ese era un día “muy difícil para nosotros en la Argentina”. Y la homenajeada dijo una frase poco recordada: “Los argentinos son muy capaces para muchas cosas, pero no se destacan por administrarse bien a sí mismos. Espero que aprendan de lo que está sucediendo”. 

Los norteamericanos se retiraron temprano de la residencia, y quedaron solo los argentinos analizando la situación. Todavía no se había realizado la reunión del Consejo de Seguridad, de la que saldría la Resolución Nº 502. El Almirante Franco afirmó que la Argentina pensaba sacar once votos a favor, dos abstenciones y dos votos en contra en el Consejo de Seguridad. El Brigadier Peña opinó de modo diferente al señalar que los americanos y los ingleses votarían juntos porque son “primos hermanos”. “Todo esto es una gran fantasía”, agregó. Al día siguiente —3 de abril—por la mañana, Bunge concurrió al National Press Club para desayunar con su amigo Zbigniew Brzezinski, ex consejero de Seguridad del presidente Jimmy Carter. Luego de estrecharse las manos, Brzezinski le dijo: “Te felicito, se acabó el gobierno militar”. Y le explicó que nadie mueve un ejército para invadir o recuperar un lugar que el mundo no le ha reconocido, y “esto no será permitido”. 

“Si se detiene el conflicto —sostuvo—, si llegamos a un acuerdo, que espero que sea posible porque sinceramente deseo que haya gente sensata, esto igualmente significa la terminación del gobierno militar. Y creo que va a ser lo único positivo de esta agresión argentina, porque es de tal torpeza lo que ha sucedido que no hay forma de sostenerlo”. Además, agregó, “poseen un Ejército que no ha peleado ninguna guerra en lo que va del siglo; una Fuerza Aérea que tiene elementos tan sofisticados que no puede utilizar y la Armada Brancaleone 4″. Para el Almirante Lombardo no era la Armada Brancaleone, era, con su lenguaje llano y crudo, “el rejuntado de Chivilcoy jugando con la primera de Boca”.

 

Fuente: https://www.infobae.com/

23 de enero de 2022

MALVINAS, RELATOS DE MUJERES ISLEÑAS SOBRE SU VIDA EN 1982: “NO PODÍAMOS IMAGINAR CUÁNTO TE ENDURECE LA GUERRA”

Las que apoyaron la resistencia y ayudaron a los británicos. Las civiles que murieron por fuego amigo. Las que eran niñas en 1982. Las que se conmovieron con los soldados argentinos. Las que convirtieron sus casas en refugios contra las bombas tapizando la sala con cajas y colchones. Testimonios de la guerra fuera de las trincheras. 

Por Alicia Panero 

La Operación Rosario: 2 de abril de 1982, la Argentina recupera las islas Malvinas

“Había dos soldados argentinos muertos, tirados boca abajo, aun puedo ver una mano pequeña y sucia sobre el pavimento. No sentimos nada, lo que realmente fue horrible, nunca me imaginé cuánto te endurece la guerra. Los dejamos atrás, y cuando volvimos alguien los había cubierto. Y lo que se ha quedado todos estos años conmigo, es esa pequeña mano sucia”, dice Eileen Vidal, isleña, sobre aquel trágico 1982. 

Los archivos de medios británicos de la época señalan numerosas historias sobre lo que sintieron los isleños ante la llegada de las tropas argentinas. “Usted tiene derecho a vivir en libertad”, decía el folleto que entregaban los argentinos a los habitantes de las islas luego del 2 de abril. Desde un primer momento, lejos de creer en la oferta de libertad, los isleños se sintieron presos y tuvieron una participación activa de resistencia, saboteando comunicaciones, cortando cables, otros ayudaron con sus vehículos, cuando llegaron las tropas británicas, al reconocimiento del terreno. 

Eillen Vidal era radio operadora en las islas, y cursaba comunicaciones desde las distintas estancias a la capital (Puerto Argentino). Ella permaneció en la radio luego de la recuperación de las islas ya que, hacia pedidos de víveres, medicamente y otras urgencias. Y fue quien logró avisar al buque HMS Endurance, que no se acercara porque los buques argentinos estaban en puerto. 

El historiador Federico Lorenz descubrió muchas publicaciones particulares, desarrolladas en breves relatos, que dan cuenta de los sentimientos de los isleños respecto de la “ocupación argentina”. 

Eileen Vidal era radio operadora en las islas, y cursaba comunicaciones desde las distintas estancias a Puerto Argentino. Fue quien logró avisar al buque HMS Endurance, que no se acercara porque los buques argentinos estaban en puerto

Lisa Watson, una niña de once años en 1982, en su libro Waking up to war (Despertar de la guerra) relata como los perros de su padre estaban contentos por esos días porque estaban sueltos todo el tiempo, para alertar a la familia sobre “presencias no deseadas”. 

Escribe sobre que dos soldados argentinos le pidieron a su padre que usara sus fusiles para cazar unos patos, porque “ellos tenían hambre y no eran buenos disparando”. El granjero, lo hizo, y expresa su preocupación: “Era mucho más fácil odiar el concepto vago y distante de una Nación Argentina, que despreciar a los que parecían dos seres humanos perfectamente normales”. A esos mismos jóvenes se les permitió bañarse en casa del granjero. Al irse, se dejaron olvidado el jabón, por lo que los niños hacían bromas y decían que si alguien lo usaba se le caerían los dedos. 

Emma Steen, contó a un reportero inglés, que encontró algunos autitos de juguete en su patio luego de la invasión. Unos soldados los llevaban consigo y en la retirada se tuvieron que despojar de todo. 

La señora Lucy Beck, en un escrito recordatorio sobre las víctimas civiles (Archivo Histórico UK. PPU. Falklands) habla sobre las consecuencias de la guerra, que alcanzan tanto a hombres como mujeres y niños, y el estrés postraumático que ha sido inevitable. Sostiene que pudieron ser millones las víctimas cuando se comprobó que algunos buques británicos llegaron al área del Atlántico Sur cargando armas nucleares. 

La presencia de estas armas se confirmó en 2003, después de la presión que ejerció The Guardian sobre el Ministerio de Defensa. La versión señaló que fue accidental porque no hubo tiempo de descargarlas antes de zarpar, pero la Historia Oficial de la Guerra, escrita por Lawrence Freedman, asegura que fue intencional, en caso que el conflicto se intensificara y Rusia interviniera a favor de la Argentina. 

Vista de columnas de humo luego de los bombardeos ingleses, en primer plano, el hospital civil de Puerto Argentino, junio 1982 (Foto: Eduardo Farré)

El libro de John Folwer sobre la guerra, 1982- Días Difíciles en Malvinas, es sobre todo humano. Narra el alivio que sintió cuando derribaron un avión argentino, y la pena que no pudo evitar porque pasó tan bajo por su patio que pudo ver la cara del piloto. 

Este es un relato en primera persona de cómo era vivir en uno de los lugares más pacíficos del mundo, las Islas Malvinas, cuando de repente, hace casi cuarenta años, se convirtió en escenario de un sangriento conflicto entre las fuerzas armadas de la Argentina y Gran Bretaña. Este libro revela una serie de anécdotas, cada una de las cuales propone una pregunta diferente: algunas difíciles de responder, algunas graciosas y algunas simplemente desconcertantes. John Fowler era en ese momento Superintendente de Educación del Gobierno de las Islas Malvinas y fue en su casa donde ocurrieron las únicas muertes civiles de la guerra. 

Fowler cuenta la anécdota de una niña que interroga a su padre ante el paso de soldados argentinos, y demuestra la brecha abierta en el corazón de los isleños: 

- ¿Papa, son hombres malos? 

- Bueno, no conocemos a ninguno de ellos, así que es difícil contestarte. Puede ser que no nos guste lo que están haciendo, pero eso no significa que sean todos malos. Puede ser que tampoco les guste estar aquí, pero deben obedecer órdenes. Simplemente no sabemos, unos pueden ser malos, pero otros pueden ser muy buenos. 

- Entonces, papa, ¿porque nadie los quiere? 

El libro de Lisa Watson sobre sus vivencias en la guerra como una niña de doce años

Respecto de las muertes civiles en la casa de los Fowler, Lucy Beck, isleña, guarda todos los recortes de la época de la guerra, porque siempre tuvo la intención de escribir una historia que contara sobre los muertos civiles durante el conflicto de 1982, según le contó al medio británico The Guardian. 

Revisa sus recortes, piensa en lo que escribirá, y llega al punto sobre el que aun hoy hay desconocimiento y poca difusión. Muchos civiles han muertos en las guerras del siglo XX, civiles de los que nunca se recuerdan sus nombres. No se entierran en filas ordenadas como los muertos militares, ni son atendidos por la Comisión de Tumbas de Guerra del Commonwealth, dice. 

En las islas, murieron tres mujeres civiles, y esta vez, si se conocen sus nombres: Susan Whitley, Doreen Bonner y Mary Goodwin. Las tres murieron durante un bombardeo por el propio fuego amigo británico. Se habían refugiado en una casa durante un ataque a Stanley. 

Los nombres de estas mujeres no aparecen en el Memorial de Saint Paul, pero son recordadas en el Memorial de la Capilla de Malvinas en Pangbourne, frente al pequeño cementerio de San Carlos, donde descansan los muertos ingleses en combate. 

También se las homenajea en el Monumento a la Liberación frente a la secretaria de Stanley. Las recuerda SAMA, la organización de la Medalla del Atlántico Sur. Y en la página web el Ministerio de Defensa, hay un cuadro de Honor en memoria de las tres mujeres. Pero Lucy cuestiona la inclusión de civiles en un homenaje militar, porque sostiene con vehemencia que ellas no eran militares y no optaron por morir en la guerra. 

El memorial para Susan Whitley, Doreen Bonner y Mary Goodwin. Las tres murieron durante un bombardeo por el propio fuego amigo británico. Se habían refugiado en una casa durante un ataque a Stanley

Susan Whitley era profesora de economía doméstica, y en una exposición anual que se realiza en las Islas se exhiben sus obras, sus artesanías y bordados. Se creó un fondo fiduciario para educar niños y niñas de las islas en estas artes, y el fondo lleva su nombre. 

Lucy agrega que siete mujeres más murieron en la postguerra, como consecuencia de accidentes provocados en las rutas deterioradas y por la explosión de las minas antipersonales, hoy ya removidas. 

Verónica Fowler, tal su apellido de casada durante la guerra, esposa de John, nos envió su diario de guerra. El lugar de la casa que más se identificaba con ella era la sala estilo Laura Ashley; era su reflejo más íntimo. Era el lugar central de la casa y el más seguro -según su marido- para construir un refugio. 

Verónica escribió, inmediatamente después del 14 de junio de 1982, lo que ella misma llamo “el cuento de un ama de casa” 

“De las muchas indignidades e ignominias sufridas durante esta pequeña guerra podrida”, empezó. La rabia de ver su vida patas arriba. La rabia de ver desmantelar su comedor, celosamente decorado, único lugar de la casa que la reflejaba, para convertirlo en refugio por una guerra. Había internalizado la idea de su marido de que, si la guerra se prolongaba, se haría callejera, cuerpo a cuerpo, no habría balas perdidas, los matarían a todos y había que evitarlo. 

A pesar del dolor por su comedor canibalizado, vuelto refugio, Verónica entendía las razones de John para construirlo. Los días de guerra provocaban angustia, estaban muertos de miedo. 

Algunas personas cavaban refugios dentro de sus casas. Pero, la casa de Verónica tenía piso de concreto, así que la sala era la mejor opción. 

Las dimensiones eran de seis metros por dos, medidas habían sido dictadas no por comodidad de la estancia, sino por las palaciegas dimensiones del aparador Victoriano que otrora guardaba cubertería, mantelería de lino y cristalería. Esa pieza, cuidadosamente tallada y pulida, se vio despojada de sus tesoros para rellenarla con ropa y libros y convertirla así en la pared principal de contención del refugio. 

Las tres paredes restantes fueron revestidas con cajas de té y de Johnny Walker llenas de turba, el techo cubierto con tablones, colchones, almohadones y todo protegido con una gran lona. 

Verónica Fowler en la portada de un diario de 1982: "Bebé que sobrevivió a la explosión de Port Stanley", decía el titular

Verónica había sido un bebé de la Segunda Guerra Mundial, creció jugando en refugios antiaéreos abandonados, conocía bien su humedad, el olor a orina de gato, su oscuridad. 

Consiguió que John la dejara dormir con la cabeza hacia afuera de la pequeña abertura que quedaba. La noche que la marina de guerra británica bombardeo su casa, había perdido la batalla con John por dormir con la cabeza fuera. Al momento que aterrizo la primera bomba, ella, John y los niños dormían como bebes. 

Esa primera detonación rompió todos los vidrios del comedor y de la terraza de invierno, Verónica estaba segura de que la casa se había mecido sobre sus cimientos cuando reviso el daño. 

Se sintió defraudada, John le había prometido que la inteligencia militar poseía la tecnología necesaria para detectar una pelota de golf en el césped. Y ella le había creído. Como también le creyó, que una línea de ropa colgada, era una prueba positiva de existencia humana. En la guerra, no hay pelotitas del golf detectadas en el césped y las líneas de ropa no parecieron ser visibles pruebas de civiles esa noche. 

A veces durante la guerra Verónica se preguntaba mirando al cielo: “¿Dónde está el dueño del telescopio que ve que estamos aquí? ¡Olvídense de las pelotas de golf! ¡Estamos aquí!”. Hasta que cayó en la cuenta de que el gran telescopio que imaginaba no encontró la pelotita, y les habían bombardeado el jardín. 

Los bebes, después de la primera bomba, quedaron durmiendo en el refugio. Los demás hicieron lo que hace todo británico: se fueron a la cocina a tomar un té. 

Las tres civiles muertas en la guerra, luego de la segunda bomba, refugiadas con ellos, cayeron por el fuego amigo del HMS Avenger, esa noche de junio.

 

Fuente: https://www.infobae.com