A
cuarenta años del conflicto por las Malvinas, se conocieron detalles de cómo la
británica Royal Air Force planeó el bombardeo con aviones Avro Vulcan sobre
bases aéreas argentinas, el escape vía Chile y su contrapartida: la defensa que
formuló la Fuerza Aérea Argentina para contrarrestar esta temida amenaza.
Por Mariano
Sciaroni
Un
Vulcan de la Royal Air Force despega durante la guerra de Malvinas
A
cuarenta años del conflicto por las Malvinas, se conocieron nuevos detalles de cómo
la británica Royal Air Force planeó el bombardeo con aviones Avro Vulcan sobre
bases aéreas argentinas (Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río
Grande), que confirman lo publicado en Infobae, donde además se contaba su
contrapartida: los planes que en aquellos años de 1982 formuló la Fuerza Aérea
Argentina para contrarrestar esta temida amenaza.
Es
conocido que los británicos consideraron el escenario de ataque a bases
argentinas desde el inicio de la crisis por Malvinas, pero la decisión política
de no escalar el conflicto, en base a la posición de los Estados Unidos al
respecto y el temor que se activara el TIAR (Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca), poniendo a toda Latinoamérica contra Gran Bretaña, hizo
que esos planes se dejaran de lado.
Sin
embargo, para mediados de mayo, con grandes pérdidas navales británicas y sin
avances significativos en tierra, la Fuerza Aérea Británica decidió reactivar
dicho planeamiento. Dicha fuerza, asimismo, ya había ejecutado varias de las
misiones de bombardeo de largo alcance “Black Buck” (Ciervo Negro), por lo que
las preguntas iniciales acerca de largos vuelos sobre el mar, con múltiples
reabastecimientos en vuelo habían sido ya contestadas.
En ese
orden de cosas, es más que interesante el memo preparado en el seno de la Royal
Air Force (la Fuerza Aérea Británica) el 25 de mayo de 1982, que da cuenta que
el ataque a los aeródromos del sur continental era posible y que, hacerlo, se
justificaba porque “reduciría la efectividad de las fuerzas aéreas argentinas
en atacar nuestras unidades marítimas y la efectividad del apoyo terrestre y
logístico para las fuerzas argentinas en las Malvinas. Asimismo, esos ataques
en las bases continentales tendrían impacto en la opinión pública y oficial
argentina, así como serían un visible indicador de la determinación permanente
del gobierno de Su Majestad”.
La
última revelación sobre el plan inglés para atacar a la Argentina en el
continente es este mapa que indica el escape de los bombarderos Vulcan hacia
Chile
El
ataque sería llevado a cabo mediante un cuatrimotor Avro Vulcan que despegaría
desde la Isla Ascensión y requeriría el apoyo de hasta once aviones
reabastecedores Handley Page Víctor. Lo cierto es que la carga de bombas a
llevar (por la distancia) debería ser reducida, no más de siete bombas de 1.000
libras (el avión podía cargar 21) de caída libre o solamente 3 bombas guiadas
por láser (máxima cantidad de estas bombas que admitía este avión). Las bombas
guiadas necesitarían, además, un equipo en tierra que las apunte.
Se
volaría a gran altura (también, para ahorrar combustible) y solo en la etapa
final del ataque se reduciría la altitud, aun cuando a no menos de 8.000 pies
(2.438 metros), ya que las bases argentinas (se conocía) contaban con defensas
de artillería antiaérea.
Las
misiones, se consideraba, podrían destruir las pistas y las instalaciones
militares cercanas, por lo cual era un riesgo aceptable para correr: un único
bombardeo podría destruir varios aviones y equipos y, con ello, aligerar en
mucho la presión sobre la Marina Real. Esos ataques serían realmente al límite
de las capacidades británicas y, vale decir, requerirían de tripulaciones
altamente entrenadas y motivadas.
Ficha
del bombardero Avro Vulcan, según el anexo de Inteligencia de la Operación Pampero
Según
información desclasificada la semana pasada y comentada en revistas
especializadas como The Aviation Historian y diarios británicos, se
consideraban tres opciones para el vuelo de regreso (el limitante que tenían
los militares a cargo del planeamiento era que no se creía posible que se
consiguiera autorización para sobrevolar Uruguay, Paraguay o Brasil):
- La
primera de ellas era regresar en vuelo directo hacia donde habían despegado, la
Isla Ascensión, teniendo Río de Janeiro como aeropuerto de alternativa, para el
caso que existieran problemas en el reabastecimiento.
- La
segunda opción implicaba aterrizar en Chile, siendo los aeropuertos de
Concepción o de Santiago los preferidos para ello. Una vez con combustible
completo, los británicos despegarían, cruzarían la Argentina a la altura de
Mendoza y, una vez en el mar (y previo tomar nuevamente combustible de otro
avión), se dirigirían de vuelta hacia Ascensión. Quienes lo planearon pareciera
que no tomaron en cuenta que estarían volando en la zona mejor defendida de la Argentina
(por su cercanía con bases aéreas como El Plumerillo, Tandil, Mariano Moreno o
Punta Indio) y con mejor cobertura de radar.
Primer
borrador del 8 de abril de 1982. “Operaciones de Vulcan contra Argentina desde
Ascensión”
- El
último escenario era el más largo, pero el menos complicado desde la logística.
El avión Vulcan aterrizaría en Concepción (Chile), se dirigiría hacia la isla
de Pascua y, a partir de allí aterrizaría en bases amigas en el Océano
Pacífico, luego en los Estados Unidos y volvería a Gran Bretaña cruzando el
Atlántico Norte. Prácticamente la vuelta al mundo, pero un mundo que los
consideraba aliados.
Como
comentarios, hay que señalar que un bombardero Vulcan aterrizó (por problemas
en el reabastecimiento y luego de atacar Puerto Argentino), en el Aeropuerto
Internacional de Galeão, en Río de Janeiro, el 3 de junio de 1982. Y que
aviones británicos utilizaron, durante el conflicto, las pistas de Concepción,
Santiago y de la Isla de Pascua (todas en Chile).
Si bien
todo este planeamiento era, obviamente, secreto, la Fuerza Aérea Argentina no
desconocía las capacidades británicas de atacar con bombarderos el continente.
Es que no era ajeno al avión Vulcan y su alcance (había estado interesado en
adquirirlo antes de la guerra, algo que fue finalmente vetado por Gran
Bretaña), así como había experimentado sus bombas sobre la pista de Puerto
Argentino.
Un
Mirage III armado en una base área (posiblemente Río Gallegos). En este caso,
lleva misiles Matra Magic
La
defensa argentina
Con
dicha amenaza presente, nació la Operación Pampero el 20 de mayo de 1982 en
Merlo (Provincia de Buenos Aires), en el seno del Comando de Defensa Aérea, y
tenía como claro propósito el de “Detectar, interceptar y destruir material
aéreo de bombardeo, reabastecimiento y/o reconocimiento británico en su ruta
hacia o desde territorio continental”. Recién en el año 2022 vio la luz.
La
operación tenía dos fases.
La
primera de ellas implicaba desplegar a la Base Aérea Militar (BAM) Mar del
Plata dos aviones Mirage III, armados con cañones y un misil Matra 530; dos
aviones Dagger armados con cañones y misiles Shafrir y un avión Learjet de
apoyo (con matrícula LV-OAS y de la firma Ledesma S.A.A.I.)
Los
Mirage III, franceses y los Dagger, una copia israelí del Mirage V, eran las
únicas aeronaves en el inventario militar argentino con posibilidades ciertas
de atacar a un bombardero ágil y veloz como el Vulcan.
Un avión
Dagger despegando durante el conflicto por Malvinas
La
segunda fase era la de ejecución.
Una vez
detectado un despegue de la Isla Ascensión (desde donde operaban los aviones de
la Royal Air Force que podían llegar al continente), los aviones argentinos
saldrían y se dirigirían a un punto de interceptación prefijado (Puntos A, B y
C, según cual fuera el objetivo previsto), para esperar a los enemigos y
derribarlos.
La
parte más difícil era detectar un despegue de estos aviones y, los documentos
de la Operación Pampero solo mencionan que esa información sería dada por una
“fuente confidencial”. La Isla Ascensión está, realmente, en medio de la nada y
no había casi ojos curiosos que pudieran reportar esa información.
Los
únicos ojos que podrían reportarlo eran los de los marinos soviéticos del
Zaporozhye, un buque espía de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase
“Primorye” (Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera
Clase P. Zyryanov. Este buque se encontraba desde el 29 de abril frente al
aeródromo de la isla.
La isla
Ascensión desde el buque espía soviético Zaporozhye. Son visibles claramente
las instalaciones militares del aeropuerto
Sea o
no fuera esta la “fuente confidencial”, los documentos indican que la misma
proporcionaría específicamente la hora de despegue y el rumbo al cual se
dirigían los bombarderos británicos, con lo cual podría inferirse a que base se
atacaría.
La
interceptación y ataque se haría en medio del océano (entre 500 y 770
kilómetros mar adentro) y, llegado el caso que no se pudiera interceptar a los
bombarderos antes de atacar las bases, se procuraría hacerlo en su viaje de
regreso. La Fuerza Aérea Argentina solo consideró que los Vulcan regresarían
por donde vinieron: hacia Ascensión. No se consideró que Chile podría dar apoyo
a los bombarderos enemigos.
Hay que
tener en cuenta que sería necesario por lo menos un mínimo de luz solar para
poder identificar a las “Chinches” (nombre clave que se deba a los aviones
enemigos), en tanto se requería identificación visual para poder disparar (y, a
todo evento, solo los Mirage III poseían radar, los demás aviones solo podían
detectar otros aviones a través de la visión de sus tripulantes).
Los
indicativos y claves asignados requieren un pequeño aparte. La escuadrilla de
interceptación serían los “Halcón” y el LearJet de apoyo sería LIBRA. Los
aviones enemigos serían, como se dijo, las “Chinche”, con diversos colores según
el tipo de avión (Vulcan: Chinche Azul, Nimrod: Chinche Roja, etc). Para el
caso que se destruyera alguna Chinche, se anunciaría que se fue “Al bombo”, si
el combustible estaba al mínimo se señalaría que estaba “Desinflado”, la
meteorología podría estar “Dulce O Acida”, según buena o mala, entre otros. En
algún momento pareciera que se acabó la imaginación, porque si el enemigo logró
escabullirse, pasando a los interceptores, solo se anunciaría “Pasaron”.
Carta
aeronáutica que señala el rumbo que debían tomar los aviones para llegar a los
puntos de interceptación A, B y C, donde se encontrarían con los bombarderos
que quisieran atacar las bases argentinas en el sur del país
Pero
los británicos nunca intentaron bombardear las bases continentales, ni los
argentinos desplegaron a los aviones interceptores a la BAM Mar del Plata.
Sin
embargo, el día 29 de mayo a las 6:00 horas, se emitió una alerta amarilla por
despegue de dos aviones bombarderos Vulcan, con rumbo sur, lo que habría
ocurrido a las 3:00 horas desde la Isla Ascensión.
Esta
información pudo bien haber provenido del buque de inteligencia Zaporozhye, que
seguía en las cercanías de dicha isla en ese momento. Lo cierto es que los
datos llegaron al CAE (Comando Aéreo Estratégico) vía el Brigadier Peña desde los
Estados Unidos quien alertó específicamente que los enemigos llevaban misiles
anti-radar. En este caso, inteligencia parece haber alertado de la misión
“Black Buck 4″, que consistía en un ataque contra radares emplazados en
Malvinas, por parte de un Avro Vulcan, ataque que fue abortado por no poder el
avión reabastecer en vuelo.
No
había, en ese momento, aviones desplegados en Mar del Plata, pero se pusieron
en alerta a los interceptores Mirage argentinos en las bases del sur, por si se
acercaban al continente.
El
Learjet matrícula LV-0AS de la firma Ledesma (enmarcado en el Escuadrón Fénix),
avión que, se planeó en la Operación Pampero, se desplegaría hacia Mar del
Plata para dar apoyo a los Mirage y Dagger
Hay que
aclarar, por cierto, que también se consideró defender Buenos Aires y sus
alrededores de ataques aéreos británicos, por lo que había en alerta (y desde
el 19 de abril) dos Mirage III en la Base Mariano Moreno y dos Dagger en
Tandil, complementados con aviones IA-58 Pucará en La Plata y aviones MS-760
Paris en Mar del Plata.
¿Qué
podría haber sucedido si los británicos intentaban bombardear las bases
continentales? Nunca lo sabremos, pero es interesante conocer que la Fuerza
Aérea Argentina había previsto ese escenario y planeado como contrarrestarlo.
La
planificación de la Fuerza Aérea, vale decirlo, fue realista y ajustada a las
capacidades británicas. Quizá el único inconveniente del “Plan Pampero” fuera
que se requería confirmación visual para que los aviones atacaran: posiblemente
los británicos utilizaran la cobertura de la noche para la navegación, para
estar solo con las primeras luces sobre los objetivos militares a atacar.
Pero
aún con ello, quizá hubiera todo terminado con el grito de un piloto de Mirage
de “Chinche Azul al Bombo”, seguido de un “no hay quien pueda”, el grito de
guerra de los pilotos de combate aeronáuticos.
Fuente:
https://www.infobae.com