23 de enero de 2021

ALEMANIA NEGÓ QUE LOS VUELOS DE LUFTHANSA A MALVINAS IMPLIQUEN UN RECONOCIMIENTO DE LA SOBERANÍA ARGENTINA

 

Respondió de esta manera a un comunicado emitido por la Cancillería argentina en relación a un pedido que había hecho la aerolínea para volar a las islas desde Hamburgo 

Una imagen de las Malvinas (foto REUTERS/Marcos Brindicci) 

Alemania rechazó este viernes una afirmación realizada por la Argentina en relación a que el requerimiento hecho por la aerolínea Lufthansa para poder sobrevolar una ruta sobre las Islas Malvinas implicase un reconocimiento de las mismas como territorio argentino. 

La Argentina y Gran Bretaña llevan una larga disputa sobre la soberanía de las Malvinas, y el país la reclama sobre el territorio del Atlántico Sur, administrado por los británicos y al que llaman Falkland Islands. El desacuerdo condujo incluso a la guerra de 1982, iniciada después del desembarco argentino, producido el 2 de abril de aquel año. 

Lufthansa dijo que solicitó dos vuelos en apoyo de una expedición de investigación polar porque la ruta normal a través de Ciudad del Cabo se suspendió debido a la pandemia de coronavirus. 

Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania aseguró que la posición de su gobierno sobre las Islas Malvinas no había cambiado. 

“Las actividades de las empresas privadas no pueden atribuirse a la República Federal de Alemania y no tienen consecuencias internacionales”, indicó. 

La Casa Rosada había dicho que Lufthansa solicitó permiso para dos vuelos que deben transportar científicos y personal de apoyo logístico desde Hamburgo hasta Mount Pleasant en las Malvinas, donde continuarán a bordo del barco “Polarstern” hacia la Antártida para realizar investigaciones sobre el cambio climático. 

Lufthansa solicitó permiso para volar desde Hamburgo a Malvinas (EFE/EPA/RONALD WITTEK) 

La Argentina dijo además que el gobierno alemán también solicitó su permiso para que el barco de investigación Polarstern atraque en Port Stanley, la capital del territorio insular. 

Los dos vuelos de 15 horas están programados para el 1 de febrero y el 30 de marzo. 

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina sostuvo en un comunicado que Lufthansa había pedido a su autoridad de aviación civil y a las autoridades regionales que sobrevolaran la Argentina y utilizarán la ciudad patagónica de Ushuaia como aeropuerto alternativo en caso de que no pudiera aterrizar en las Malvinas. 

El canciller Felipe Solá aseguró que la Embajada de Alemania también solicitó autorización a la Prefectura Naval Argentina para que el barco Polarstern ingrese a “Puerto Argentino”. 

“Se destaca la relevancia de la solicitud de Lufthansa presentada a las autoridades argentinas, ya que implica el reconocimiento de las Islas Malvinas como parte del territorio argentino”, había asegurado la Cancillería, lo que finalmente fue negado por el gobierno alemán. 

Durante el último año, la Argentina renovó su impulso para reclamar las Malvinas, nombrando a un secretario de Malvinas (Daniel Filmus), diciendo que volverá a dibujar mapas para enfatizar su reclamo de uso en escuelas y cabildeo en las Naciones Unidas. 

Fuente: https://www.infobae.com

22 de enero de 2021

ISLAS MALVINAS: LA AEROLÍNEA LUFTHANSA LE PIDIÓ PERMISO A ARGENTINA PARA REALIZAR DOS VUELOS

 


 

La aerolínea alemana Lufthansa marcó con un gesto administrativo un importante reconocimiento de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas al presentar una solicitud de sobrevuelo y aterrizaje para viajar al archipiélago ante Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y la provincia de Tierra del Fuego. 

"Se destaca la relevancia de la presentación de la solicitud de Lufthansa ante autoridades argentinas, en tanto implica el reconocimiento de las Islas Malvinas como parte del territorio argentino", celebró la Cancillería argentina. El pedido de la aerolínea de bandera alemana es para realizar dos vuelos chárter a las Islas Malvinas. 

Los vuelos en cuestión, que ya recibieron aprobación, partirán desde la ciudad alemana de Hamburgo, el primero a realizarse el próximo 1 de febrero y el segundo el 30 de marzo. En ambos casos se designó a Ushuaia como aeropuerto alternativo a las Islas Malvinas, según detalló la Cancillería. 

La solicitud presentada informa que ambos vuelos tienen como objetivo transportar a científicos y personal para recambiar a las personas actualmente presentes en la estación científica alemana en la Antártida "Neumayer III", así como el recambio de tripulación para el buque de investigación polar "Polarstern". 

La autorización de ingreso del mencionado buque a Puerto Argentino había sido solicitada por la Embajada alemana a la Prefectura Naval Argentina en el marco del Decreto 256/2010. Lufthansa detalló que todas las personas a bordo de dichos vuelos pasarán 14 días de cuarentena antes del viaje, durante los cuales serán sometidos a tres exámenes PCR, cuatro en el caso de los tripulantes de la compañía aérea. 

Sobre este tema, el Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, Daniel Filmus, destacó que es una señal importante el permiso solicitado porque representa "un paso importante en la comprensión a nivel global de que se trata de un territorio sobre el cual, como reconocen las Naciones Unidas, existe una disputa de soberanía que tiene como único camino de solución el diálogo en el marco de la resolución 2065 de Naciones Unidas", subrayó.

 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar

EL VELERO CON EX COMBATIENTES QUE ENFRENTÓ UN MAR EMBRAVECIDO PARA RENDIR HOMENAJE A LOS HÉROES DE MALVINAS

 

Una decena de hombres -entre ellos tres veteranos de la guerra de 1982- cumplieron una difícil travesía a la Isla de los Estados. Navegando a vela bajo un clima impiadoso, recorrieron el archipiélago y honraron al Comandante Luis Piedra Buena, a los 323 tripulantes fallecidos en el hundimiento del Crucero General Belgrano y a los 44 desaparecidos del submarino ARA San Juan. 

Por Adrián Pignatelli

 

El velero Galileo, anclado en una de las bahías en la Isla de los Estados. 

No era la primera vez que viajaba, pero siempre que contempla las costas de la Isla de los Estados, Nilo Navas -un bahiense de 57 años, profesor de ciencias económicas y veterano del Crucero General Belgrano- no puede reprimir el sentimiento de emoción por visitar uno de los lugares menos explorados de nuestro país. En las últimas horas de la tarde del 20, el velero Galileo amarró en el puerto de Ushuaia, trayendo a bordo una expedición de diez hombres que él organizó. Así cerró una increíble travesía histórica y cultural, que recorrió los principales puntos históricos de este archipiélago en los mares del sur argentino. 

En 1982, Navas era un Cabo Primero de Operaciones de 19 años en el Crucero General Belgrano. En el verano de ese año habían hecho prácticas de tiro en la zona y recuerda como si hubiera ocurrido ayer cuando, ya recuperadas las Malvinas, dejaron el archipiélago y la última luz que vio fue la del faro de San Juan de Salvamento, que el genial Julio Verne inmortalizó en su libro El faro del fin del mundo. 

Ese faro sería su segunda parada, donde colocaron una placa en homenaje al Comandante Luis Piedra Buena, pionero de la soberanía austral. Fue un extraño día de calor en un lugar donde llueve casi todas las jornadas. Y lo disfrutaron: varios integrantes de la tripulación se zambulleron en el mar. 

Nilo Navas con el histórico faro de San Juan de Salvamento a sus espaldas. 

Habían comenzado el viaje en la madrugada del 6 de enero, cuando con el velero oceánico Galileo, de 11,5 metros de eslora y 3,75 de manga, perteneciente a la Fundación Malvinas Argentinas, zarparon de Ushuaia. El propósito fue el de rendir homenaje a Piedra Buena, a los caídos del Crucero General Belgrano y a la tripulación del submarino San Juan. 

En un primer paso visitaron las ruinas del antiguo presidio de San Juan de Salvamento y el cementerio, donde se enterraban a los presos. Causó impresión en el grupo ver la tumba de uno de ellos, de tan solo 14 años. “Es muy impactante -describió a Infobae-. Visitando el lugar uno toma conciencia de cómo vivía esa gente, completamente alejados del mundo, y cómo morían muy jóvenes”.  

Cruces que asoman entre los arbustos es lo que queda del cementerio de la isla.

El que estuvo al mando del timón es el Capitán de Navío en actividad Andrés Alcides Antonini, que en más de una oportunidad pasó noches enteras haciendo frente a las difíciles condiciones meteorológicas que hacían volar al velero por sobre las olas, sometido a las intensas ráfagas de viento. Tal es así, que aquellos que no tenían tarea asignada en esos momentos debían permanecer acostados y en silencio. 

Esta travesía supuso el doble desafío de hacerla a vela, “tal cual lo hacían los navegantes antiguos”, remarcó Navas. “Por tal motivo, siempre estuvimos condicionados por el estado del tiempo, por los vientos y esperando por las mareas adecuadas para nuestro propósito”. 

La tripulación del velero Galileo debió hacer frente a las adversidades climáticas y a aguas difíciles de navegar. 

La tercera escala fue Puerto Cook. Allí se encuentra el refugio donde Piedra Buena vivió junto a su esposa Julia Dufour. También colocaron placas alusivas, visitaron las ruinas de las casas y el cementerio donde el marino enterraba a los náufragos. 

De la expedición, además de Navas, fueron de la partida otros dos veteranos de Malvinas: Juan Roberto Vera, Cabo Principal del Belgrano y Roberto Augusto Ulloa, oficial del Destructor Bouchard, uno de los buques que acudió al rescate de los sobrevivientes del crucero. Para ellos fue de singular importancia la caminata que los llevó atravesar el itsmo que divide a la isla de norte a sur, llegar a la bahía Vancouver y escalar una montaña. En su cima clavaron una pesada cruz de lapacho -que habían traído desde Buenos Aires- orientada hacia la posición geográfica exacta del hundimiento del Belgrano. 

La cruz de lapacho que la expedición clavó en la cima de una montaña, mirando hacia la ubicación donde fue hundido el Crucero General Belgrano. 

Completaron el grupo Facundo Andrés Antonini, hijo del capitán; Mario Ernesto Monserrat, Jorge Jerónimo Patoco, Bautista Ulloa, Álvaro Diez y Leandro Fernández. Los Ulloa, Diez y Fernández pertenecen a La Gaceta Marinera, publicación de la Armada que se edita hace 60 años. 

El crucero hundido en 1982 tiene una especial presencia, ya que desde mediados de los 90, diversos accidentes geográficos de la isla llevan los nombres de los 323 tripulantes fallecidos ese domingo 2 de mayo de 1982. Para Navas fue emocionante ver que, al entrar a Puerto Cook, la punta que asoma a babor lleva el nombre de Juan Carlos Bollo, el Cabo clase 62 que dormía arriba de su litera en el Belgrano, amigos inseparables del barrio, de toda la vida, y que quedó para siempre en las aguas del Atlántico Sur. 

Algunas de las placas con las que el grupo homenajeó a Piedra Buena, al Crucero General Belgrano y al Submarino San Juan. 

También estuvieron en la isla Observatorio, una reserva cultural, histórica y turística y permanecieron dos días en Puerto Parry, donde la Armada mantiene un destacamento. Con una placa, rindieron homenaje al submarino ARA San Juan y sus 44 tripulantes desaparecidos. 

La decepción del grupo fue el no haber podido llegar, por los caprichos del clima, a la bahía Franklin, donde en 1873 naufragó la goleta Espora, de Piedra Buena. 

Tal como ocurrió a la ida, fue todo un desafío cruzar el Estrecho de Le Maire, que separa a la Isla de los Estados de Tierra del Fuego. Demoraron cinco horas en navegar esas aguas, que a lo largo de los siglos se cobró cientos de naufragios. “Pero el velero es un titán”, destacó Navas. Es que no es el primer viaje de importancia que realiza. Con sus antiguos dueños, en 2008, navegó a las islas Malvinas y éste fue el tercer viaje que hizo a la isla de los Estados. 

Navas y su equipo comenzaron uniendo Mar del Plata con Puerto Madryn; otro año fueron -ida y vuelta- de esa ciudad balnearia hasta Ushuaia; terminarían internándose en la Antártida, visitando las bases argentinas, las islas Shetland, una base española y les quedó llegar a Esperanza, ya que una barrera de hielo le impidió el paso. 

Malvinas estuvo muy presente en esta travesía. Muchos de los accidentes geográficos de la isla llevan los nombres de los caídos del crucero. 

Al velero -que ya lleva navegados alrededor de 22.000 kilómetros- le toca un tiempo de descanso que servirá para repararlo y ponerlo a punto para la próxima expedición que Navas ya tiene en mente, que es la de recrear la campaña anfibia de José de San Martín, que lo llevó desde Chile al Perú. 

En 1984, Navas pidió la baja de la marina, y estudió para ser profesor de ciencias económicas, que es como se gana la vida en su ciudad natal, Bahía Blanca. Ahí todos lo conocen por la difusión de la causa Malvinas desde su programa de radio, que obtuvo premios, y además fue, durante cuatro años, vicepresidente del centro de veteranos local. 

Misión cumplida. La de los 10 integrantes de la expedición. 

En el viaje que hizo a la Isla de los Estados en 2017, en el faro de San Juan de Salvamento inauguró la biblioteca “Héroes de Malvinas”, con libros sobre historia argentina, sobre temas de soberanía, que fueron donados en diversos puntos del país. 

Las placas que colocaron están grabadas en español y en inglés. “Porque el que va, pasa, mira y ve que algo pasó”, explica Navas. Y vaya si algo ocurrió. Nuestra historia. 

Fuente: https://www.infobae.com 

20 de enero de 2021

EL CONSEJO MALVINAS AVANZA EN LA ELABORACIÓN DE POLÍTICAS DE ESTADO EN TORNO A LAS ISLAS

 

 

El órgano trabaja en la constitución de varias comisiones interdisciplinarias con el foco puesto en robustecer el reclamo de soberanía sobre las islas del Atlántico Sur, tras la exclusión del archipiélago del acuerdo comercial post Brexit. 


Por Juan Martín Porto

 

El Consejo avanza en la constitución de comisiones con el objetivo de robustecer el reclamo de soberanía
 

El Consejo Nacional encargado de definir políticas de Estado en la cuestión Malvinas avanza en la constitución de varias comisiones interdisciplinarias con el foco puesto en robustecer el reclamo de soberanía sobre las islas del Atlántico Sur, tras la exclusión del archipiélago del acuerdo comercial post Brexit, entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE). 

El órgano, creado en 2020 ley del Congreso Nacional por iniciativa del Ejecutivo, ya celebró tres reuniones desde su constitución formal en noviembre, cuando se presentaron informes técnicos sobre distintas materias relacionadas al archipiélago y se trazaron líneas de acción para estas comisiones que entrarán en vigencia en febrero, cuando vuelva a reunirse el Consejo, dijeron a Télam fuentes de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, que encabeza Daniel Filmus. 

Por cuestiones de seguridad -ya que estos encuentros deben darse en forma virtual, a raíz de la pandemia de coronavirus - el Consejo que integra el propio presidente Alberto Fernández, junto al canciller Felipe Solá y el secretario Filmus, no pudo avanzar en temas "sensibles", como la estrategia que tomará la Argentina a partir de la exclusión de las Malvinas del acuerdo comercial post Brexit entre Gran Bretaña y la UE. 

Sin embargo, y como reflejo del impulso que desde el inicio de su gestión el Gobierno le imprimió a la cuestión Malvinas, el Consejo avanzó en el armado de cuatro comisiones que colaborarán en darle sustento a la posición argentina ante los foros multilaterales, en base a aspectos geográficos, ambientales, históricos, jurídicos y políticos. 

En las reuniones realizadas el 2, 9 y 21 de diciembre, se analizaron los informes encargados a los parlamentarios, académicos y juristas del Consejo relacionados a lo jurídico, defensa, la posición de Malvinas tras el Brexit, el papel de las Naciones Unidas y el rol del Congreso de la Nación en el diferendo, entre otros temas, detalló Filmus en diálogo con Télam. 

La presentación de los informes -a razón de tres por reunión- estuvieron a cargo del especialista en Derecho Internacional, Marcelo Kohen, el exjefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas Martin Balza; el sociólogo y máster en Relaciones Internacionales, Juan Gabriel Tokatlian; la investigadora del Conicet y exdiputada nacional, Alcira Argumedo y la excanciller y dirigente radical, Susana Ruiz Cerruti. 

También expusieron el excanciller y jefe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Jorge Taiana; el especialista en Derecho Internacional y legislador del Parlasur, Armando Abruza; el diputado radical Facundo Suárez Lastra y la especialista en Derecho Internacional y coordinadora general de la Comisión Nacional de Límite Exterior de la Plataforma Continental (Copla), Frida Armas Pfirter. 

En su última reunión, del 21 de diciembre, el Consejo resolvió la conformación de estas cuatro comisiones que trabajarán cada una en torno a los siguientes ejes: acciones ante los organismos multilaterales, estrategia en la relación bilateral Argentina-Reino Unido, la situación de las Islas Malvinas y la difusión, comunicación y elaboración de materiales orientados a difundir el reclamo argentino dentro y fuera del país. 

El 7 de noviembre y en coincidencia con la celebración del bicentenario del primer izamiento de la bandera argentina en Malvinas, Alberto Fernández, puso en marcha el Consejo, que le permite al país "por primera vez contar con un órgano en el que se pueden consensuar políticas y estrategias en un tema que debe unir a los argentinos y argentinas", destacó Kohen, en declaraciones a Télam. 

Profesor de Derecho Internacional en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra, Kohen subrayó que la creación del Consejo cumple con algo que se "venía pregonando desde hace muchos años en los medios diplomáticos y parlamentarios" que planteaba "los ejemplos de otros países, entre ellos, los vecinos Bolivia, Chile y Perú, cuyos temas fundamentales de política exterior son consensuados entre las fuerzas oficialistas y de oposición y se les da además cabida a especialistas en las áreas en cuestión". 

Para el especialista, el trabajo en ese ámbito "por un lado da fuerza y coherencia a la acción internacional y por el otro se evita que tales cuestiones sean utilizadas con fines de política interna" porque "los éxitos y las dificultades son compartidos". 

Malvinas afuera del acuerdo comercial post brexit

La exclusión de Malvinas del acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido y el cada vez más evidente retiro de apoyos europeos a la política colonial británica, abren para la Argentina una oportunidad para sumar apoyos en el viejo continente para sentar a Londres a una mesa de negociación.

Al quedar las Malvinas fuera del acuerdo comercial, los recursos provenientes de ellas perderán los beneficios comerciales, impositivos y aduaneros en el intercambio con los países del bloque comunitario, una cuestión delicada para la economía de las islas, ya que mucho depende de las exportaciones pesqueras provenientes de las aguas en disputa con la Argentina, que se destinan en un 90% al mercado europeo. 

Condicionada por la UE, Gran Bretaña tuvo que tratar con España un acuerdo migratorio en Gibraltar que, a diferencia de los ciudadanos de la comunidad, impone a los británicos la obligación de presentar pasaportes para ingresar al pequeño territorio ubicado en el sur de la península ibérica. 

Dos días después de que se concretara la salida del Reino Unido de la UE, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, afirmó que espera que su país se independice del Reino Unido y regrese "pronto" a la UE, tras el Brexit, al que la mayoría de los escoceses (el 62%) se opuso en el referendo de 2016. 

"Ahora estamos atravesando un Brexit duro contra nuestra voluntad, en el peor momento, en medio de una pandemia y de una recesión económica", dijo Sturgeon en el sitio web de su partido independentista SNP. 

Convocar a un nuevo referendo es potestad del primer ministro británico, Boris Johnson, quien se niega, aunque una eventual victoria amplia del SNP en las elecciones de mayo próximo aumentará la presión sobre Londres para que acepte una nueva consulta, según la agencia de noticias AFP. 

Para Filmus, "todos estos temas van a ejercer presiones importantes para que el Reino Unido se vea obligado a recuperar el diálogo bilateral con la Argentina" por la soberanía de las islas. 

El nuevo escenario fue reflejado en una nota publicada días atrás en la cadena de noticias Euronews, que asegura que "los expertos creen que la salida del Reino Unido de la UE podría propiciar un cambio y reforzar la posición de la Argentina". 

El artículo firmado por la periodista Elena Cavallone incluye la mirada sobre este punto del presidente de IRELAC (Instituto para las Relaciones entre Europa, América Latina y el Caribe), Christian Ghymers, para quien "la Unión Europea en el futuro tendrá que debatir sobre este tema, lo cual no significa necesariamente que habrá una posición común". 

"El Tema no se debatió durante las negociaciones del Brexit, pero sabemos que algunos países son favorables a Argentina, por ejemplo, Italia, España, Portugal, Suecia, Austria y Grecia", evaluó Ghymers. 

Fuente: https://www.telam.com.ar

17 de enero de 2021

“¡NO DEBEN PRODUCIRSE BAJAS INGLESAS!”: LA PRIMERA ORDEN DE GALTIERI PARA MALVINAS Y EL BAUTISMO DEL OPERATIVO MILITAR POR SEINELDÍN

 

El 9 de enero de 1982, el entonces presidente le informó al general Osvaldo García el objetivo y lo instó a seleccionar tropas para llevar a cabo el asalto. Fue elegido el Regimiento 25, que comandaba el teniente coronel Seineldín, que cambió el nombre original de la acción del 2 de abril

Por Juan Bautista Yofre


Galtieri y Seineldín en Malvinas. El primero fue como presidente. El segundo combatió

Después de realizar las primeras actividades en su nuevo destino en Bahía Blanca, el comandante del Cuerpo V, general Osvaldo Jorge García, se fue a Pinamar a pasar unos días de descanso con su familia. Pocos días más tarde, más precisamente el sábado 9 de enero de 1982, en la oficina principal del comando suena el teléfono: 

-Hola, aquí de Presidencia de la Nación ¿me pueden comunicar con el General García?

 -No está. Le voy a pasar con el oficial a cargo. 

El oficial de Operaciones del Cuerpo V, Mayor Julio Hang, tomo la comunicación. Primero tanteó porque pensó que era un chiste, luego respondió que el comandante no estaba. Le preguntaron si se encontraba el General Julio César  Ruiz, Segundo Comandante del Cuerpo, respondiéndose que también estaba de vacaciones. 

-Bueno, mayor, busque a García y dígale que el Teniente General Galtieri lo quiere ver el martes 12, a las 17, en la Casa de Gobierno. 

No fue fácil encontrarlo porque cuando lo llamaban el General estaba en la playa. Finalmente lo encontró la delegación de la Policía Federal de Pinamar y García se hizo mandar el uniforme de diario a Buenos Aires por falta de tiempo. 

De acuerdo a lo que me relató García, la reunión se realizó en el despacho presidencial por la tarde. Galtieri, previamente, había dormido la siesta. Luego de los saludos, tomando asiento, Galtieri le dijo que debía darle una instrucción bajo estricto secreto, aún para sus familiares, camaradas y amigos. “Le pido su palabra de honor” y García se la dio. A renglón seguido le dijo que “la misión” que le imponía no era de “seguro cumplimiento, era tentativa”. La misión estaba dirigida a “recuperar militarmente las Islas Malvinas para negociar luego”. “Ocupar para negociar”, lo reiteró Galtieri. También dijo que la operación debía ser “incruenta” desde “el punto de vista militar, civil, estructural”. El comandante en Jefe, luego le informó que se formaría “un comando para coordinar la operación” que estaría constituido por el Almirante Juan José Lombardo, el Brigadier Mayor Sigfrido Martín Plessl (Comandante de Instrucción de la Fuerza Aérea) y él. “Mientras tanto, usted siga con sus funciones hasta que lo contacten para coordinar el trabajo”, le dijo Galtieri. Entre esas “funciones” estaba el control de los relevos de los nuevos soldados que se producían en enero porque en la Patagonia el invierno comienza más temprano. 

“Mi General ¿a dónde tengo que recurrir yo para lograr información base para el planeamiento?” preguntó García. Y recibió como respuesta: “Va a disponer de las bases que le van a proporcionar la Armada y la Fuerza Aérea”. Después, Galtieri dijo algo que repetiría varias veces: “Debe existir sorpresa en la ejecución de la misión”. 

El Ejército, a diferencia de la Armada, nunca había realizado una “hipótesis de conflicto” sobre Malvinas. Entonces, García formuló la siguiente pregunta: “¿Cuándo prevé que puede transformarse el planeamiento preventivo en acción de guerra?”. 

Galtieri dijo: “No, la decisión se hará en su momento y según las circunstancias políticas que se desarrollen. Usted la puede calcular para mayo-junio”. 

García: “¿Quiénes están enterados de esta situación?”. 

Galtieri: “Los miembros de la Junta Militar y los oficiales Lombardo y Plessl. Pero en la continuación del trabajo se van a ir agregando oficiales especializados que van a intervenir en el planeamiento”. 

García: “¿Puedo hablar con el General Vaquero?” (Jefe del Estado Mayor del Ejército). 

Galtieri: “Sí, pero nadie más. Secreto absoluto, si usted agarra papel y lápiz como en los cursos de la Escuela de Guerra nadie va a enterarse”. Poco después lo autorizó a hablar con su segundo en el Cuerpo V, el General Julio César Ruiz y volvió a decir que “el factor sorpresa es determinante”. 

La primera dificultad que encontró seguramente García fue el enfrentar el “carácter conjunto de la operación” y, dentro del Ejército, la falta de información básica de las Islas. Volvió a repasar mentalmente: mapas, compartimentos estancos con las otras fuerzas, recelos, 33 % de las decisiones y se respondió en voz baja: “La consecución de un objetivo nacional nos va a ayudar a dejar las pequeñeces de lado”. Se equivocaría. Al día siguiente de la reunión, García fue vestido de civil al Instituto Geográfico Militar y mediante un ardid pidió la cartografía disponible de las Islas Malvinas.


Una semana más tarde, el martes 19 de enero la Junta Militar volvió a reunirse a las 9 de la mañana en el edificio Cóndor y “se conversó acerca de la preocupación ante la posibilidad de filtraciones de prensa como la registrada el día 17 de enero referente a la previsión militar del caso Malvinas. Asimismo, se trató acerca de la llegada del Sr. Embajador Carlos Ortiz de Rozas a Buenos Aires. En forma consecuente con la preocupación del gobierno por la reactivación del caso Malvinas, se intentó evidenciar la importancia que se le otorgaba al tema delante de terceros actores. Es así como el Sr. Canciller Costa Méndez informó al Senador Baker de los EEUU durante su visita de enero de 1982, que la situación entre Gran Bretaña y la Argentina era conflictiva y le pidió que hiciera conocer este tema a su gobierno. Igual pedido fue formulado ante el Sr. Pryce de la Cámara de Representantes de los EEUU y su numerosa comitiva cuando éste visitara la Argentina en enero del mismo año.” 

En la segunda mitad de enero de 1982, el General de División Osvaldo Jorge García, Comandante del Cuerpo V, visitó el Regimiento 25 de Infantería. Luego de algunas horas de inspección, le dijo a su jefe que quería hablar con él en Bahía Blanca. El 1° de febrero de 1982, durante un encuentro secreto en el Comando del Cuerpo V, el General de División García, en presencia del General de Brigada Américo Daher (jefe de la IX Brigada de Infantería), le dijo al Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín, jefe del Regimiento 25 de Infantería: “He seleccionado a su regimiento, el 25 de Infantería, para recuperar a nuestras Islas Malvinas”. Seguidamente, García planteó condiciones: “Debo aclararle que esta operación se caracterizará por un aspecto muy importante, el que deberá ser tenido en cuenta de forma indefectible: ¡no deberán producirse bajas en las fuerzas inglesas ni en la población civil de las islas! Le repito, aunque nos las ocasionaran, se evitará producir bajas en el bando contrario. La intención del Alto Mando, con esta medida, es facilitar las acciones políticas posteriores. ¿Me entendió bien?”. Así lo escribió Mohamed Alí Seineldín, en “Malvinas, un sentimiento”, (Sudamericana, Buenos Aires, 2a. edición, 2004).

 

Seineldín -a la izquierda- en Malvinas

Esa misma orden, Seineldín se la dio a sus oficiales, suboficiales y soldados que participaron de la “recuperación” de las Islas Malvinas. La misma instrucción, se la confirmó a Seineldín el Contralmirante Carlos Busser a bordo del buque “San Antonio”, el 28 de marzo de 1982. Seineldín, un devoto de la Virgen María, propuso —y se aceptó— que la maniobra militar de ocupación –Operación Azul-- se denominara “Operativo Rosario”. 

“Entre el 5 y el 12 de enero de 1982, se dieron los primeros pasos para analizar la posibilidad de una recuperación armada de nuestras Islas Malvinas”, dijo años más tarde el entonces secretario de Hacienda Manuel Solanet. “Para el 12 de enero de 1982 se resolvió que los jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y el señor canciller fueran oportunamente informados sobre la planificación militar”, expresó el Almirante Jorge Isaac Anaya en el punto 5.1.2.3.2 de su documento “Secreto” 3.1.057.10. A renglón seguido expresó que “la exposición básica del primer esbozo del Plan Militar fue ordenado para mediados de marzo quedando fijada para el día 16 de marzo”. “Lo cierto es que antes y durante el conflicto de las Georgias, el canciller fue consultado sobre todos los aspectos diplomáticos que derivarían de la ocupación (de las Malvinas)", afirmó Anaya. 

El martes 26 de enero la Junta Militar se reunió a las 9 de la mañana en el edificio Libertad. Durante la reunión se resolvió “fuera de Acta” que el “Grupo Malvinas” conformado por Lombardo, García y Plessl “preparara la exposición de los planes de la alternativa militar a mediados de marzo de 1982.” A renglón seguido se produjo la nueva Directiva de Estrategia Nacional (DENAC) 1/82 y el Plan de Campaña Esquemático correspondiente a la Directiva de Estrategia Militar (DEMIL)1/82. 

En la DENAC 1/82 se explicita conceptos referidos al Poder Nacional: 

a) “Objetivo Político: Consolidar la soberanía argentina en las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el Atlántico Sur; 

b) Resolución Estratégica Nacional: El Comité Militar ante la evidente y reiterada falta de progreso de las negociaciones con Gran Bretaña para lograr el reconocimiento pleno de nuestra soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y convencido que la prolongación de esta situación afecta el honor nacional, el pleno ejercicio de nuestra soberanía en el Atlántico Sur y la explotación de recursos renovables y no renovables, ha resuelto prever el empleo del poder militar para el logro del objetivo político. Esta resolución deberá mantenerse en el más estricto secreto durante el planeamiento y circunscripta exclusivamente a los titulares de las áreas destinatarias.” 

La Directiva Estratégica Militar 1/82 era más explícita a los ojos de un lego: “La Operación desde el punto de vista militar es apta, factible y aceptable”, y que “la Fuerza Conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982”. La instrucción, sin embargo, tenía dos condiciones: “debía mantenerse el actual estado británico de defensa de las islas y, además, de tenerse que recurrir a la fuerza, ésta sería restringida a operaciones incruentas a fin de minimizar la reacción británica y alentar a la mejor posición negociadora. Una vez recuperadas las islas se procedería a retirar las fuerzas de ocupación y se mantendría una reducida guarnición.” En la misma reunión se acordó para “mediados de marzo, como más temprana” la fecha para la exposición de los planes del Grupo Malvinas. Luego los tres comandantes, ya fuera de toda formalidad (no quedaba asentado en actas) “conversaron sobre el lanzamiento de la Propuesta de Reactivación formulada por la Argentina a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Se decidió que debía pedirse una contestación a dicha propuesta antes o durante la próxima ronda de negociaciones en Nueva York el 26/27 de febrero de 1982. Asimismo, se comentaron los contactos efectuados por el Canciller con los representantes de los EEUU sobre el tema.” En el mismo momento se conversó también sobre un posible viaje que debían realizar el Almirante Anaya y Costa Méndez al Sur y se acordó en suspenderlo para evitar asperezas en las negociaciones que se realizaban tanto en el caso Beagle (con Chile) como en el de Malvinas (con el Reino Unido). 

A esta altura del relato cabe preguntarse ¿Cuánta gente se encontraba implicada en los planes de la Operación Malvinas? Si a partir del 12 de enero comenzaron a asentarse en las actas de la Junta Militar todos los temas tratados referidos a la cuestión, es dable suponer que, además de Galtieri, Anaya y Lami Dozo, otros funcionarios y jefes militares estaban al tanto del planeamiento. El canciller queda claro que ya se encontraba implicado y el autor puede afirmar que lo sabía antes de asumir la jefatura del Palacio San Martín. Fue “la condición” para ser canciller. 

¿Quiénes transcribían las Actas y redactaban documentos de apoyo relacionados con la operación, además de Lombardo, García y Plessl? Como se verá más adelante, lo que la Junta Militar denominaba “Propuesta de Reactivación” ese martes 26 de enero, al día siguiente se va a denominar “bout de papier” en el campo diplomático, en el momento en que el subsecretario de RR.EE., embajador Enrique Juan Ros, se lo entregó al embajador Williams de la Gran Bretaña. 

Una de las pruebas de la participación de Costa Méndez con el entretejido que se estaba desarrollando alrededor de Malvinas es un valioso documento: el 8 de enero (tres días después que la Junta Militar trató la cuestión de Malvinas en la reunión del edificio Libertador), el embajador Carlos Lucas Blanco, director de Antártida y Malvinas –un funcionario de carrera a quien le decían “Tiburón”, por su boca prominente, del que puede afirmarse que pasaba desapercibido en el Palacio San Martín- envió el Memorando “Secreto” N° 11: “Evolución cuestión Malvinas”, de cuatro carillas, al subsecretario Enrique Juan Ros. 


Documento del embajador Carlos Lucas Blanco

En las primeras dos carillas, Blanco trazó una reseña de los últimos fracasos de las gestiones negociadoras con el Reino Unido de Gran Bretaña expuestas en la declaración de la cancillería argentina del 27 de julio de 1981, en la que se formuló una exhortación “a impulsar resueltamente una negociación seria, profunda y de buena fe” sobre la cuestión de soberanía de las Islas Malvinas. Tras enumerar los temas que serían tratados en la próxima reunión de Nueva York (página 2, punto 5º), y para el caso de no recibirse ninguna respuesta satisfactoria del Reino Unido, Blanco opinó que: “Ello facilitaría la aceptación por la comunidad internacional de un eventual ‘fait accompli’ [hecho consumado], que sería presentado como única vía abierta para obtener satisfacción al reclamo argentino, ante la actitud reacia del Reino Unido. Desde esa última posición podría hacerse un nuevo llamamiento a una negociación en términos esta vez más propicios para obtener los objetivos fijados”. Entre otras medidas, el diplomático proponía uniformar las 200 millas alrededor de Malvinas “con todas las otras aguas argentinas de sus 200 millas”. Blanco sostuvo que “no debe aceptarse la dicotomía del tratamiento actual, más cuando pesqueros extranjeros se están instalando en esas aguas con la autorización británica”. 

Además consideraba “llevar adelante las operaciones Davidoff y eventualmente Alfa” y “contemplar un posible enfoque más restrictivo de las medidas existentes sobre comunicaciones y las que se puedan imaginar en el futuro”. También tenía en cuenta “medidas bilaterales (mensajes a autoridades británicas, medidas de orden restrictivo en lo económico, suspensión de viajes de funcionarios, etc.)” y “medidas multilaterales (de opinión pública, nacional e internacional en Naciones Unidas, etc.)”. 

Obsérvese que ya para aquella época el embajador Carlos Lucas Blanco hablaba con absoluta naturalidad de la “Operación Davidoff y el Grupo Alfa” y el punto nº 180 del “Informe Rattenbach” (tribunal militar que juzgó la guerra de Malvinas) agrega luz: “(…) el comandante de Operaciones Navales (Juan José Lombardo) ordenó al comandante de la Agrupación Naval Antártica, Capitán de Navío Trombeta, tomar contacto con el embajador Blanco y con el señor Davidoff, a efecto de coordinar los detalles del operativo. El grupo “Alfa”, con un total de 15 hombres al mando del Teniente de Navío Alfredo) Astiz, debía llegar a Puerto Leith luego que el último buque de la Campaña Antártica británica se hubiera retirado de la región. En el punto siguiente se va a aclarar que “el grupo ‘Alfa’ fue constituido por personal militar debidamente entrenado. Las instrucciones que oportunamente serían impartidas eran las de resistir hasta las últimas consecuencias en caso de que fuerzas británicas pretendieran evacuarlo de la Isla (declaración del contralmirante Edgardo Aroldo Otero, jefe de Operaciones del Estado Mayor General de la Armada).” 

Aprovechando la estadía de Ortiz de Rozas en Buenos Aires, Costa Méndez lo hizo dialogar con el Presidente. Durante la reunión (20 de enero a las 12.30 horas) se conversó sobre el diferendo con Chile, pero Galtieri se mostró más interesado en hablar de Malvinas. Años más tarde, Costa Méndez dirá que Ortiz de Rozas habló con el presidente sobre la situación interna del gobierno de Margaret Thatcher y de una eventual reacción británica si la Argentina invadía las Malvinas. 

Para la historia, no hubo documentos escritos. Los hay orales. Hasta ese momento, la evaluación que hacía el embajador Ortiz de Rozas, sobre la respuesta británica, frente a la posibilidad de ocupar Malvinas era la siguiente: 

• Ignorar el hecho. 

• Protestar o retirar el embajador. 

• Rompimiento de relaciones y sanciones diplomáticas. 

Costa Méndez se inclinaba por la primera alternativa. “Nunca van a mandar la flota”, le dijo a la secretaria Laura Ayerza tras el 2 de abril de 1982. “‘Canoro pensó que el Pentágono lo iba a apoyar”, completó la funcionaria.

 

Fuente: https://www.infobae.com 

LA HISTORIA SECRETA DE LA DECISIÓN DE LA JUNTA MILITAR DE INVADIR LAS ISLAS MALVINAS: “ES EL ELEMENTO QUE PUEDE AGLUTINAR AL PAÍS”


La Armada, encabezada por el Almirante Jorge Anaya, era la única fuerza que había esbozado un plan para tomar las islas. El “golpe blanco” que destituyó al entonces presidente de facto Roberto Viola y el ascenso del Teniente General Galtieri al poder aceleraron los tiempos. Primera parte de un completo informe sobre el inicio de uno de los hechos más dolorosos de nuestra historia

 

Por Juan Bautista Yofre

  

La Junta Militar que encaró la aventura de llevar al país a una guerra: el Almirante Anaya, el Teniente General Galtieri y el Brigadier General Lami Dozo 

Los argentinos estamos a un año de rememorar los dramáticos días de la guerra de las Malvinas, que estalló hace 40 años. El conflicto no nació el 2 de abril de 1982 porque la planificación del hecho militar se remonta a varios meses antes y a circunstancias políticas de esa época. En especial, según la visión militar de la época, a realizar un acontecimiento de carácter nacional que consolidara a la dictadura frente a la sociedad. 

El jueves 10 de diciembre de 1981, el Almirante Jorge Anaya anunció la decisión de la Junta de remover al presidente de facto Roberto Eduardo Viola y pidió su renuncia lo más rápido posible: “Se han agotado los procedimientos y los tiempos para el tratamiento de la actual situación institucional”. Era un ultimátum. A su lado escuchaban el Teniente General Leopoldo F. Galtieri y el Brigadier General Omar Rubens Graffigna. El militar depuesto no había durado un año en el poder. 

En la mañana del 11, Viola se entrevistó con los tres miembros de la Junta en el edificio Libertador. La conversación no duró más de media hora porque insistió en no renunciar, entonces fue invitado a pasar a otro salón para esperar una decisión y después de unos minutos volvió a entrar para ser notificado de su relevo por “razones de Estado” (porque Viola no presentó su renuncia) y a las 17, el General Héctor Eduardo Iglesias, en nombre de la Junta Militar, informó que el Teniente General Galtieri asumiría la presidencia de la Nación, el martes 22 de diciembre en dependencias del Congreso de la Nación, asiento de la Junta Militar. Iba a ser presidente de la Nación de facto, reteniendo su cargo de comandante en Jefe del Ejército, para completar el período de Viola. 

La Armada y el Ejército habían realizado un “golpe blanco”, sin ruido, como lo denominaron en el exterior. “La última oportunidad” fue el título de una larga columna que firmó Álvaro Alsogaray, el 13 de diciembre en La Prensa, en la que clamó por un cambio de política económica y “una apertura política que lleve a la constitución de un congreso a partir de 1984”. Frente a los acontecimientos, el lúcido dirigente conservador Emilio Hardoy observó que era “difícil apreciar la pérdida en términos económicos. Pero también cuenta el desprestigio, en inseguridad, en incertidumbre, en expectativas nocivas. Esta situación ha creado un costoso escepticismo’”.  

Así reflejó la prensa el ascenso de Galtieri a la presidencia

Al margen de las intrigas militares, el 16 de diciembre los dirigentes más importantes de la Multipartidaria se reunieron en la Casa Radical para firmar la declaración “Antes de que sea tarde”. Sus diecisiete carillas fueron rubricadas por Deolindo Bittel (PJ), Carlos Contín (UCR), Arturo Frondizi (MID), Oscar Alende (Intransigente) y Francisco Cerro (Demócrata Cristiano), y en ellas se realizó un fervoroso llamamiento “para encontrar el camino de la unión” y reclamó elecciones Generales “sin proscripciones, gradualismos, ni condicionamientos de ninguna especie”. Presentaron un balance de los seis años de gobierno militar y recordaron: 

• “La etapa de la subversión deshumanizada y violenta ha concluido porque junto a la acción de las Fuerzas Armadas existió un firme rechazo de la conciencia moral del pueblo que supo ver en el terrorismo la expresión de la desmesura del elitismo, de la insensatez y el crimen.” 

• “Tras un ciclo de dolor y muerte para toda la familia argentina, diezmada por la violencia, resuena el profundo sentir por el desconocimiento de los derechos humanos en las acciones represivas y por la justicia nunca satisfecha de miles de desaparecidos cuyos destinos se ignoran. Esta lacerante situación hace necesaria una explicación oficial a los familiares y al país, así como es indispensable regularizar la situación de los presos sin proceso ni condena.”

Las crónicas de esos días no cuentan que el Brigadier Basilio Arturo Lami Dozo estuvo a punto de no integrarse a la Junta Militar, simplemente, porque asumiendo Galtieri como presidente de la Nación con retención de la comandancia en jefe del Ejército se tiraba por la borda años de discusiones sobre el papel de “el cuarto hombre” y el “Órgano Supremo del Estado”, que era la Junta Militar. “Así no asumo”, le dijo al Brigadier General Graffigna. Fue en esas horas que Graffigna lo hizo participar en una reunión de la Junta y Galtieri se comprometió a pasar a retiro en un tiempo “prudencial” (fines de 1982). Las usinas militares y civiles próximas al régimen militar trabajaron a destajo en esos días para imponer a sus hombres en el nuevo gabinete. Las condiciones para ser canciller las adelantó el Secretario General del Ejército, Alfredo Saint Jean: “Deberá ser una persona que comparta ‘la firmeza’ de las Fuerzas Armadas sobre dos temas: el conflicto de límites con Chile y la recuperación de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, actualmente en poder de Inglaterra”. Así llegaron sus definiciones al exterior, el 16 de diciembre de 1981, por la Agencia UPI. También las fuentes militares, no identificadas, adelantaron que se buscaría un mayor acercamiento con los Estados Unidos y “es muy probable que la Argentina se retire del Movimiento de Países No Alineados que lidera Fidel Castro”. 

El 17 de diciembre Basilio Lami Dozo asumió como Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina y al día siguiente la Junta Militar comenzó a deliberar sobre las “Las Pautas de la Junta Militar al P.E.N. para el Ejercicio de la Acción de Gobierno 1982-1984.” En el Área Internacional se indicó que “las prioridades para la integridad territorial y el ejercicio pleno de la soberanía deberían seguir en gran parte las Pautas para 1981-1984, con la revisión necesaria, en las siguientes directivas: 

-Contribuir a la solución del conflicto con CHILE desarrollando acciones fijadas por el COMITÉ MILITAR;

-Defender y controlar los intereses argentinos en el Cono Sur; 

-Preservar nuestros derechos antárticos y desarrollar la presencia argentina en la Región; 

-Intensificar todos los cursos de acción necesarios y oportunos para que se obtenga el reconocimiento de nuestra soberanía sobre las Islas MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR Y SANDWICH DEL SUR.”

El 18 de diciembre de 1981 llegó a Buenos Aires el Contralmirante (R) Luis Pedro Sánchez Moreno, el embajador argentino en Lima, Perú. Se tomaba una corta licencia porque venía a apadrinar la boda de su hija. Ya que estaba, como había una nueva Junta Militar, fue a visitar a cada uno de los comandantes. El viernes 19, fue a la audiencia que le fijo su compañero de la Promoción 75 y comandante de la Armada, Jorge Isaac Anaya. La entrevista se realizó en el despacho que el jefe naval tenía en el piso 13 del edificio Libertad. Se saludaron con afecto y Sánchez Moreno comenzó a hablar de la situación peruana mientras Anaya manifestaba una mirada desatenta. Poco rato después lo interrumpió: 

Anaya: “El proceso se ha deteriorado mucho y tenemos que buscar un elemento que aglutine a la sociedad. Ese elemento es Malvinas.” Dicho esto, se quedó mirando, esperando una respuesta. 

Sánchez Moreno: “He estudiado varios años en un colegio inglés. Conozco a los ingleses tanto como vos, Margaret Thatcher no se va a dejar llevar por delante por un gobierno militar. Los ingleses son como los “bull dog”, cuando muerden a la presa no la sueltan…”. 

Al instante, Anaya dio por terminada la reunión. Asumió su papel de Comandante y con un formal “es todo Sánchez Moreno” lo despidió. Sin embargo, la cuestión no terminó ahí. El sábado 20, durante la fiesta de casamiento, el dueño de casa y el Almirante Carlos Castro Madero –también compañero de Promoción de Anaya – intentaron disuadirlo al Comandante en Jefe de la Armada, pero fue imposible. 

El martes 22 de diciembre de 1981, Galtieri juró en el edificio del Congreso —sede de la Junta Militar— como presidente de la Nación. Luego fue hasta la Casa Rosada para juramentar a su gabinete. Los ministros más destacados eran: Nicanor Costa Méndez, en la Cancillería; Roberto Alemann, Economía; Cayetano Licciardo, Educación; Amadeo Frúgoli, Defensa; Jaime Lucas Lennon, Justicia; el General Alfredo Saint Jean en Interior y el General Héctor Iglesias, Secretario General de la Presidencia. 

El mismo martes 22, según algunos medios, hubo un cambio de “atmósfera” en la Argentina a partir de la propia personalidad de Galtieri, a quien comparaban con George Smith Patton, el mítico General norteamericano de la Segunda Guerra Mundial. Intentaba reflotar el Proceso, pero nadie le creía. La indiferencia era evidente.

 

Galtieri entra como presidente a la Casa de Gobierno el 23 de diciembre de 1981 

“Aquello lo veo muy complicado. Tengo la impresión que en el gobierno no se dan cuenta de algo de fondo: creen que recién empiezan, pero llegaron hace seis años. Parece una perogrullada lo que te digo, sin embargo, es el secreto de todo. De allí que se entretengan en “crear la imagen de Galtieri”, juegan con los partiditos provinciales, el “Negro” [Massera] construye sus mosaicos. Es tarde para las especulaciones. Galtieri no entiende nada de lo que ocurre a su alrededor, así como Viola creía que el tiempo estaba en su favor, y lo perdió lastimosamente. No sé qué ocurrirá con [Roberto] Alemann. Es un técnico serio, sin sentido político alguno. Parece cuento, pero el gobierno ya está desgastado. Lo mismo que ocurrió con Viola”, escribió el embajador argentino en Dinamarca, Enrique Benjamín Vieyra. 

“El efímero gobierno de Viola dejó una herencia de dificultades económicas y prácticamente en el mismo lugar el proyecto de apertura política, no obstante, los primeros esfuerzos concretos para colocarlo en sus carriles”, dijo O Globo de Brasil. También afirmó: “Los signos de agotamiento del régimen discrecional saltan a la vista”. Más contundente fue Jornal do Brasil al afirmar que el “ciclo de intervenciones militares se revela agotado”. 

  • “Esto se derrumba”, palabras más, palabras menos, dijo el embajador de carrera Gustavo Figueroa. 
  • “No se preocupe, el jefe tiene un plan”, respondió el Coronel Norberto Ferrero, el hombre de íntima confianza de Galtieri, durante una cena a solas con Figueroa, el cónsul en Nueva York, en noviembre de 1981. 

En realidad, Galtieri no tenía un plan sobre las Malvinas porque el Ejército nunca lo trabajó como hipótesis de conflicto. La que sí tenía un plan que se actualizaba permanentemente era la Armada. 

El 22 de diciembre, el mismo día que asumió Galtieri, el Almirante Anaya le pasó a su jefe de Estado Mayor, Vicealmirante Alberto Gabriel Vigo, una orden escrita a mano que contenía tres puntos, tal como se desprenden de su minúscula letra. Fue la primera orden del conflicto armado que se avecinaba: 

“1. MALVINAS

1.1.- El CON (Comandante de Operaciones Navales) presentarme un plan actualizado.

1.2- Enviar personal seleccionado para reconocimiento.

1.3.- Plan después ocupación.

1.3.1. - Efectivos para permanecer en STANLEY.

1.3.2. - Apoyo a dichos efectivos.

1.3.3. – Logística para STANLEY.

1.3.4. – Defensa de STANLEY.

2.- SUPER ETANDARD

Deben ser traídos al país con todo su armamento a medida que estén listos. Antes del 01 JUN 82. 

3.- P-3. Antes 01 JUN 82.” 


 

Sobre la base de esa orden, al día siguiente, el Vicealmirante Alberto Gabriel Vigo le envió el documento “Secreto” Nº 326/81 al Vicealmirante Juan José Lombardo con la instrucción de que “deberá elaborar personalmente y entregarme a la mano, el Plan actualizado para la recuperación de Malvinas.” El 23 de diciembre de 1981 a la noche, Galtieri apareció hablando por primera vez en cadena nacional al país como Presidente de la Nación. Pidió confianza a la población y reclamó austeridad a su gobierno. Ese mismo día jueves, la Confederación General del Trabajo, en una declaración que tituló “Por una Navidad en paz”, reclamó a Galtieri un gobierno de emergencia con la participación de “todos los sectores de la vida nacional”, al estimar “el fracaso total y absoluto de la pretendida gestión gubernamental del llamado Proceso”. 

Faltaban apenas unos días para que la Argentina --y el Mundo-- entrara en el año 1982. Una rápida mirada de los diarios que leían los argentinos nos enseña sus preocupaciones y desafíos. “Clarín” nos cuenta que el presidente Galtieri se había entrevistado con el decano del Cuerpo Diplomático, Monseñor Ubaldo Calabresi, y que se preparaba para recibir la semana siguiente a tres senadores del congreso americano muy importantes. Uno era el representante de Tennesse y líder del bloque de la mayoría del Senado, Howard Baker (pocos años más tarde Jefe de Gabinete de Ronald Reagan); otro era Paul Laxalt, republicano del Estado de Nevada, considerado el “Primer Amigo” de Reagan de quien fue jefe de su campaña electoral y el tercero fue Ernest Hollings de Carolina del Sur (ex precandidato presidencial Demócrata en 1984). En otra página se informaba que el Almirante Anaya se había reunido con el Consejo de Almirantes, y también se informaba que el presidente de la Unión Cívica Radical, Carlos Contín, había insistido en que “este proceso está agotado” y que las revoluciones no pueden ser perpetuas pues “vienen para corregir un hecho anormal, pero solucionado el problema se debe volver a las instituciones”.

 

El canciller Nicanor Costa Méndez, durante una conferencia de prensa en el exterior
 

En “La Nación” el título de tapa del último ejemplar del año fue: “Aumentan tarifas y congelan las remuneraciones del sector público”. En la página 4 sobresalía una foto del Ministro de Economía, Roberto Alemann, siendo abrazado por José Alfredo Martínez de Hoz en ocasión de realizarse el acto de asunción de sus funcionarios. En ese mismo momento dijo que al nuevo ministro lo acompañaban sus “mejores muchachos”, un hecho que Joaquín Morales Sola lo reseñó de la siguiente manera el 3 de enero en Clarín: “Nadie ignora que en el equipo de Alemann hay un buen caudal de hombres que estaban con el doctor Martínez de Hoz, pero ningún hombre político puede no saber que esa declaración era impolítica y que en nada benefició al nuevo jefe de la cartera económica”. 

Para Nicanor Costa Méndez, volver a la jefatura de la Cancillería, el 22 de diciembre de 1981, fue su gran revancha. Lo sintió como una reivindicación personal. Había partido del Palacio San Martín en 1969, después de la crisis del “cordobazo”, en pleno gobierno de facto del Teniente General Juan Carlos Onganía. Nunca se explicó bien por qué Onganía lo relevó, porque estaba claro que los manifestantes durante los “incendios” en la Docta no pedían personalmente su cabeza. En todo caso, exigían el fin del gobierno militar o, cuanto menos, la inmediata salida de Adalbert Krieger Vasena, el titular de Economía. “Canoro” Costa Méndez nunca se alejó del mundillo diplomático y su simpatía personal lo mantuvo cerca de los ambientes de poder. También se dedicó a escribir sobre cuestiones internacionales, en la que puso su pluma para afirmar cosas que después no supo o no pudo concretar. Como editorialista, en el mensuario “Carta Política”, se convirtió en el más duro crítico de algunas posiciones de la política internacional argentina del régimen de facto. Por casos, las relaciones con Cuba y la pertenencia argentina, como miembro pleno, al bloque de Países No Alineados. 

Formar su equipo de colaboradores no fue problemático, lo problemático fue “la condición” para volver a ser canciller. Bastante tiempo después de la guerra de Malvinas, José Alfredo Martínez de Hoz, el hombre más importante del “establishment” argentino de esa época le preguntó: “Dígame Canoro, ¿cómo no los asesoró?” [a los militares]. La respuesta fue: “La condición [para aceptar] era entrar, tocar e irse” [de las Malvinas]. Se puede decir que el nuevo Ministro introdujo muy pocos cambios en las embajadas. Su amigo Eduardo Roca fue a Naciones Unidas, respetando un acuerdo previo: si Roca era canciller Costa Méndez iba a Naciones Unidas y la misma variante si la situación se daba al revés. El embajador Juan Carlos Beltramino de Naciones Unidas paso a Austria. Carlos Ortiz de Rozas, que estaba de embajador en Londres, fue designado, al mismo tiempo, jefe de la delegación argentina ante la mediación del Papa Juan Pablo II en el conflicto del Beagle, en Roma, en reemplazo del jurista Guillermo Moncayo. La Armada ambicionaba la embajada en Londres para el Almirante (RE) Rodolfo Luchetta, pero los ingleses hicieron llegar su disconformidad. 

El Foreign Office, a través del embajador Anthony Williams, manifestó su preocupación por que deseaban entenderse con un diplomático de carrera. Además, les molesto que Luchetta, ex interventor en Santa Fe, haya salido en los medios como embajador en Londres antes de otorgarse el placet de estilo. Por lo tanto, Carlos Ortiz de Rozas retuvo por un tiempo los dos destinos. En los mentideros de la época se contaba que el Almirante Anaya quería tener a Luchetta en Londres para que pudiera explicar a la Armada británica de “igual a igual” las limitaciones de la futura Operación Malvinas. 

Después del 1º de enero de 1982, Costa Méndez se recluyó en una quinta del Gran Buenos Aires y hasta allí llegaban los funcionarios con las carpetas para analizar. A decir verdad, en las primeras semanas de su gestión Costa Méndez pareció concentrarse en el problema del Beagle. Un atril y un mapa de la zona en su despacho así lo demostraban. Vivo como era, debe suponerse que lo hacía como cortina de humo. Él ya sabía para dónde rumbeaban Galtieri y Anaya.

Parte del Informe de la Junta Militar sobre la actuación en Malvinas 

Aprovechando el período de duro invierno y el receso parlamentario en Washington, entre el martes 5 y el viernes 8 de enero, cuatro legisladores de los Estados Unidos visitaron Buenos Aires. Los que más se destacaban eran el ex gobernador y senador por Tennessee, Howard Baker, y Paul Laxalt del estado de Nevada. En conversaciones con Roberto Alemann y Costa Méndez, los influyentes parlamentarios pudieron conocer en detalle los planes que tenía el equipo económico en el corto plazo. En el Palacio San Martín, el canciller le habló del Beagle y las Malvinas. También Baker pudo escuchar el pensamiento político del gobierno: “Según la versión, los legisladores habrían oído que entre 1983 y 1984, los principales partidos políticos argentinos deberán convenir con el gobierno, una negociación abierta y pública, un candidato de compromiso para la presidencia del período que se iniciará en 1984. No se les dijo si tal período durará tres, cuatro o seis años. Como contrapartida, la vicepresidencia de la Nación quedaría en manos de un civil proveniente de la fuerza política más votada en comicios para cubrir cargos legislativos y gobernaciones”, escribió en su columna Joaquín Morales Solá el domingo 10 de enero de 1982. Expresión de deseos, la Multipartidaria ya había proclamado que el gobierno militar estaba extenuado. Hasta el ex presidente de facto, Teniente General Juan Carlos Onganía (1966-1970) había declarado que “el Proceso está agotado” y que la Junta Militar está tratando de eludir toda responsabilidad de los desastres del país”. 

Los diarios del martes 5 de enero de 1982 informaron que los tres comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas se reunirían para analizar distintas cuestiones. Entre otras, “la recomposición del cuadro de gobernadores” que secundarían la gestión de Galtieri, los nombramientos de algunos embajadores políticos, la situación de algunos oficiales de las Fuerzas Armadas que ejercían la presidencia en empresas estatales y a los que se les había solicitado la renuncia y algunas líneas Generales del plan de austeridad, en particular los gastos de publicidad del Estado. La reunión se llevó a cabo en el edificio “Libertador”, sede del Ejército, a partir de las 9 de la mañana. En esa reunión se analizó la cuestión Malvinas en el contexto de la política exterior y se concluyó que debía adoptarse una política “agresiva”. Tras numerosos y largos argumentos que acentuaban la importancia de las islas y el desasosiego argentino por los años de negociaciones, se decidió encargar un estudio de Estado Mayor “abreviado” con la participación de un representante por cada fuerza armada. La Junta Militar lo recordó así: “Se conversó, además, en dicha ocasión, que no solamente había que obtener una reestructuración de las negociaciones con GRAN BRETAÑA con miras a la nueva ronda de negociaciones, sino que se deberían comenzar los estudios para analizar la factibilidad y conveniencia de una ocupación de las islas. Esta decisión se tomó considerando la rigidez y emotividad que había evidenciado el tema en GRAN BRETAÑA durante el año 1981. Tras otros considerandos, los detalles para analizar tanto la reactivación máxima de las negociaciones por la soberanía de las islas MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR Y SANDWICH DEL SUR, como la previsión del empleo del poder militar en caso de fracasar la primera alternativa, se concretarían en la reunión más próxima de la JUNTA MILITAR.”

Informe de la Junta Militar que no fue considerado por la Comisión Rattenbach 

Como surge de la documentación expuesta la fecha determinante fue el 5 de enero. Ese día se consideró dar un paso militar en el caso de no progresar la vía diplomática. La decisión fue tomada con la participaron formal de los tres Comandantes en Jefe. Sin embargo, la cuestión había sido analizada y planificada por la Armada, primero, y tratada entre Anaya y Galtieri después. Luego el jefe del Ejército se lo dijo a Lami Dozo, como al pasar, en un pasillo del tercer piso del edificio “Libertador”, antes del inicio formal de la reunión: “‘Negro’ (así lo llamaba Galtieri a veces al jefe aeronáutico) quiero hablar con vos sobre Malvinas. La cosa no anda bien” (ya se observaban las próximas reuniones de fines de febrero en Nueva York). 

El martes 12 de enero, la Junta Militar, reunida en el edificio Libertador a las 9 de la mañana, terminó de completar “un análisis político”, según La Nación, y analizar las próximas designaciones de gobernadores y embajadores. 

Lo que no se dijo al periodismo fue que el 12 de enero “se trató la planificación militar de Malvinas como acción alternativa en caso de fracasar la solución negociada con Gran Bretaña y teniendo siempre el propósito de lograr el objetivo político a través de un acuerdo. Por Resolución no incorporada al Acta de la Junta Militar, se designaron—por consiguiente—a los señores General de División García, Brigadier Mayor Plessl y Vicealmirante Lombardo para analizar la previsión del empleo del poder militar para el caso Malvinas con un enfoque político-militar que especificara los posibles cursos de acción. Se planeó asimismo que el trabajo sería secreto y manuscrito, eligiendo distintos lugares de reunión. 

Fuente: https://www.infobae.com