10 de enero de 2021

LA HISTORIA DE DE FELIPPE, DE MALVINAS A TUCUMÁN: "CARGUÉ MI AMETRALLADORA, LAS BALAS Y TRES CARTAS"

De Felippe en las Islas con un fusil al hombro a la izquierda de la foto: Fuente: Infobae
 

"Cuando se escucha Atlético Tucumán ya todo el mundo presta atención", afirmó "El Soldado", tras firmar su contrato. Mañana estará en la platea en la despedida de Zielinski del Monumental, mientras se prepara para tomar las riendas del equipo. La colimba, los recuerdos de la guerra y su carrera como entrenador.  

Omar De Felippe llegó a Tucumán y puso la firma que lo confirma como el nuevo técnico del Club Atlético Tucumán: Ricardo Zielinski se despedirá mañana del Monumental José Fierro y dirigirá hasta el final de la Copa Diego Maradona, momento en que El Soldado quedará oficialmente al frente del plantel Decano.

 

Flamante técnico de Atlético ya firmó su contrato y se hará cargo del equipo tras la salida de su amigo El Ruso: llega acompañado por Walter De Felippe como ayudante de campo; Fernando Gómez como preparador físico y Alfredo Rodríguez como entrenador de arqueros.

 

"Agradecer que nos hayan elegido, es muy importante. El mensaje es tener una continuidad de trabajo y de funcionamiento de todo lo que ha tenido este equipo con El Ruso Zielinski, que es una persona que conozco hace mucho tiempo y tenemos una similitud en cuanto al pensamiento y al funcionamiento de los equipos. Ojalá pueda ser tan bueno como lo fue El Ruso acá", fueron las primeras palabras de De Felippe como técnico Decano.

 

En diálogo con Los Primeros reconoció que "la vara es alta, pero nos gusta el desafío" y destacó que "cuando se escucha Atlético Tucumán ya todo el mundo presta atención porque es un equipo que en los últimos años ha hecho las cosas muy bien y queremos tratar de seguir en esa senda".

 

"Tenemos una relación de muchos años y hablamos a veces de distintas cuestiones que tienen que ver con el fútbol, con las ideas, conozco a Miguel (Abbondándolo) también desde hace muchos años y hace rato que hablamos de esta posibilidad que se dio ahora", remarcó, y enfatizó estar "muy contento de estar acá" a la vez que auguró "estar a la altura".

 

De Felippe ratificó cuál es su compromiso de trabajo, la promesa que hoy le ofrece al pueblo Decano: "Lo que vamos a ofrecer es trabajo, no puedo ofrecer resultados; pero trabajo, perfil bajo como el que todos saben que tengo, y enfocarnos en que los jugadores dentro de la cancha puedan rendir al 100%", sentenció.

 

Mañana ante Colón El Soldado estaría presente en el José Fierro, para comenzar a analizar de cerca a sus futuros dirigidos. Sobre la pretemporada, adelantó que se realizaría una parte en Tucumán y otra en Salta. "Todavía está El Ruso", se excusó al ser consultado sobre posibles refuerzos.

 

Con el bolso lleno de sueños, De Felippe llegó a Tucumán. Foto: Prensa Atlético Tucumán

 

Sonrisa y firma de contrato junto al presidente Mario Leito. Foto: Prensa Atlético Tucumán

 

El camino de El Soldado

 

Como futbolista, jugó en Huracán, Arsenal, Once Caldas (Colombia), Villa Mitre y Olimpo de Bahía Blanca. Se inició como ayudante de campo de Ricardo Zielinski en San Telmo; Julio César Falcioni lo convocó para que sea su ayudante de campo en Vélez; luego lo acompañaría a Olimpo de Bahía Blanca y Banfield, donde realizaron campañas históricas y llevaron al Taladro hasta los Cuartos de Final de la Copa Libertadores.

 

En 2009, se lanzó como entrenador en Olimpo: ascendió a Primera, logró la permanencia y alcanzó un cuarto lugar con 30 puntos. Reemplazó a Ricardo Caruso Lombardi en Quilmes y consiguió el ascenso a Primera por detrás de River Plate. Logró un quinto y aseguró la permanencia.

 

Su próximo desafío fue en Independiente: asumió en la Fecha 5 en la B Nacional y logró el ascenso en un desempate ante Huracán. De la mano de El Soldado, el Rojo volvió a la máxima categoría. No le renovaron su contrato.

 

En 2015 llegó al poderoso Emelec de Ecuador y se coronó campeón de la Serie A de Ecuador. Dirigió un total de 67 partidos y se hizo con más del 62% de los puntos.

 

Regresó al país para dirigir primero Vélez y luego Newell's, con resultados y funcionamientos dispares. No dirige desde noviembre de 2018: sonó en muchos clubes, pero no acordó con nadie hasta que llegó el llamado del Decano.

 

Recuerdos de Malvinas

 

En 1981, Omar De Felippe (categoría 1962) jugaba en la tercera (hoy Reserva) del Club Atlético Huracán mientras hacía "la colimba". En 1998, cuando se desempeñaba justamente como ayudante de campo de Ricardo Zielinski en San Telmo, rompió el silencio y habló por primera vez de la Guerra de Malvinas en una entrevista con El Gráfico.

 

"Una vez Víctor Hugo Morales me quiso hacer una nota. Yo estaba en el vestuario para salir a la cancha y se acercó un muchacho con el micrófono. Ahí me trabé y me di cuenta de que no podía hablar del tema... Hoy, sí. Porque puedo yo. Y porque pasó el tiempo. Hubo cosas que... uno tiene que tener un respeto bárbaro por los que no están, los chicos que no volvieron. Y sobre todo, por no herir a sus familias... Apenas volví nombré a un soldado por la radio, al que yo vi morir, al lado mío, en un bombardeo. Estábamos en el mismo batallón. Recibió una esquirla en el estómago y otra en la pierna, y se nos fue ahí... Al otro día de contarlo, en el entrenamiento de Huracán, el Loco Candedo me avisa: “Che, Gurka... te busca un muchacho". Era el hermano del pibe. Me acuerdo que era cartero. Me contó que nadie les había dicho nada. "Mi vieja todavía lo está esperando", me dijo, y yo me hubiese cortado la lengua... Me pidió por Dios que le contara cómo había muerto el hermanito. Se lo conté. Y me quedé mudo hasta hoy", relató.

 

"Hice la colimba con edad de cuarta, en el Regimiento de La Tablada. El 23 de diciembre del '81 me dieron la baja, con 18 años. Volví al club y empecé a entrenar. El 2 de abril se toman las Malvinas. El 3 de abril cumplí los 19 años. Y el 9 de abril, a las 06:00 de la mañana, me acuerdo que estaba durmiendo, cae un soldado con una cédula de citación. Mi vieja lo recibió... lloraba... yo le dije: "No te hagás problema", y me volví a dormir. A las 10:00 me fui para el regimiento. Muy tranquilo, porque en ese momento se decía "no va a pasar nada". El viernes nos cortaron el pelo. Nos visitaron las familias... El sábado iba a venir mi vieja con unos pollos para todos. Pero ese mismo viernes, a las 06:00, 07:00 de la tarde, nos armaron, nos dieron la ropa y hacia la medianoche salimos en micros. Me acuerdo del aliento de la gente... íbamos por la avenida Crovara, y todo a lo largo estaban las casas con banderas argentinas, y la gente al costado del camino, cantando sobre la guerra con los cantos de la cancha. Nosotros también. Un entusiasmo bárbaro. Recién cuando llegamos a El Palomar y nos subimos a los aviones... llegó el silencio. La euforia quedó atrás. Éramos como cien en el piso del avión, que era un avión de línea, pero sin asientos. Las seis horas de vuelo a Río Gallegos no habló nadie... un mate cocido. Y de Río Gallegos a Malvinas. Ahí fue cuando dijimos: "Ah, esto va en serio". Y se acabó la sensación de que era un partido de fútbol", indicó.

 

"Cargué mi ametralladora, las balas y tres cartas"

 

De Felippe confesó que "lo más bravo para el grupo nuestro lo vivimos cuando faltaban dos o tres días para el final y los combates eran feroces por todas partes. Nos vinieron a buscar a la posición y nos llevaron a un galpón donde había comida...montones de comida... que allá era uno de los grandes problemas para los soldados. Y nos dejaron comer lo que quisiéramos. Yo me di cuenta de que era algo así como la última cena... Después nos pusieron en marcha y nos dijeron. "Dejen todo, menos las armas, las municiones... y las cartas de sus familias". Nunca me voy a olvidar ese momento con los muchachos, mis compañeros de toda la guerra, el Cabo Primero Torrecín, Juan Fernández, que lo sigo viendo, y Sergio Leal, que íbamos a la primera línea. Y que no volvíamos... Cargué mi ametralladora, las balas y tres cartas. La de mi vieja, la de mi novia y la que me mandaron de Huracán. También me llevé las que recibíamos de los chicos de las escuelas, que no te conocían, pero te ayudaban tanto... Había que estar allá para entenderlo".

 

"Era todo muy raro. Por momentos, uno se sentía como si estuviera viendo una película. Otras veces te decías a vos mismo: "¿Qué carajo estoy haciendo acá?" Ese día, cuando nos mandaron al frente, yo iba en la segunda línea. Adelante van los fusileros y, como yo tenía la ametralladora, la MAG, que es más pesada y de más alcance, unos dos mil metros, iba unos 100, 200 metros atrás de ellos. Tirábamos por arriba. Y por arriba nuestro, los cañones de 90 milímetros, que venían atrás de todo, completando el apoyo... Entonces los fusileros nos vinieron a buscar porque, nos dicen: "Miré, allí hay un nido de ametralladoras de los ingleses y no nos dejan avanzar, nos están haciendo pomada. Barrelos vos..." Mi compañero y yo nos preparamos, desde el principio nos habíamos puesto de acuerdo en que yo era el que tiraba, y los ametrallamos. No sé si los maté o se escaparon. No maté a nadie, que yo lo haya visto. Lo único que sé es que dejaron de tirar y seguimos avanzando. ¿Qué querés que te diga, hermano? Ojalá se hayan escapado...", rememoró el flamante técnico Decano.

 

"El inglés no lo quiso matar"

 

"Vos no querés matar a nadie. ¿Quién va a querer, por más que estés en la guerra? Es fulero. Y hay de todo. En los dos lados, Hace poco fui a ver a un ex compañero a que es boxeador. Me enteré que peleaba en Villa Insuperable y lo fui a alentar. Allá me encontré al Sargento, que también lo había ido a ver... Me acuerdo que el Sargento viajó a Malvinas gordo. En la guerra se puso flaco. Y ahora lo encontré más flaco todavía. Vos sabés que la primera línea, el cuerpo a cuerpo, es lo más bravo de todo... La otra, creo yo, es cuando te bombardean y lo único que podés hacer es rezar. El Sargento me contó lo que le había pasado. "Un inglés me metió un tiro y me caí. Me levanté y me metió otro tiro en una mano. Volví a caer. Arranqué de nuevo y me metió un tercer tiro en un brazo... Ahí me di cuenta de que me estaba dando un mensaje. No me quería matar. Me decía te estoy hiriendo, boludo, no sigas avanzando". Y le hizo caso. El inglés no lo quiso matar", recordó el entrenador en aquella nota publicada en 1998.

 

Sobre sus primeros días en las Islas, De Felippe detalló que "había chicos que estaban en el frente desde el primer día. Y me quedó grabado, grabado... lo que era verlos volver. Con la mirada perdida, arrastrando el fusil por el suelo... Nosotros les preguntábamos: "¿Cómo está la mano allá?". Y alguno te contestaba, sin mirarte..."Mal, flaco, mal". La mirada de esos pibes las tengo grabadas. Nunca me las voy a olvidar".

 

"Al principio, algunos pibes se herían a propósito, para volver a casa. Cuando estaban limpiando las armas, se pegaban un tiro en un pie... decías que se te había escapado... y volvías. Cuando lo empezaron a hacer demasiados, los jefes se avivaron y dijeron, bueno, en adelante por más heridos que estén se quedan igual. Yo, por supuesto, nunca lo hubiera hecho. No por guapo ni nada por el estilo, sino porque tenía la motivación puesta en volver a jugar en Huracán... no me hubiera lastimado un pie ni loco. El miedo mío era perder un miembro y no poder seguir jugando...", confesó.

 

"Si para algo sirvió"

 

"Más allá de sentir que las Malvinas son argentinas, yo no quiero opinar sobre política, ni sobre Fuerzas Armadas. Tuve la suerte de volver entero y sentir el apoyo de mi familia, de mi club... Nosotros teníamos mucho miedo, porque no sabíamos cómo nos iban a recibir al volver... Pero la gente nos apoyaba, nos daba comida a lo largo del camino de vuelta... En su momento también hice terapia y participé de grupos de ex combatientes. Era necesario. Vi replegarse a los nuestros, con los chicos heridos, o directamente tapados... Viví el día que los ingleses batieron la zona nuestra con morteros. Y en la piedra donde yo había estado un minuto antes volaron por el aire varios de los nuestros... Pregunté "¡¿Qué pasó?! " Y me dijeron: "Le dieron al Negro". ¡Justo al Negro! No sé... Si para algo sirvió, te diría, es para no aflojar nunca".

 

El reencuentro con mamá y una piña en la cancha

 

Tras el fin de la guerra, Rosa Alaniz de De Felippe fue a buscar a su hijo Omar a Campo de Mayo. “Como no lo encontré, pensé lo peor. Pero una chica lo halló por casualidad y me trajo una gorra de él, en la que había escrito: "Madre querida, volveré". Todavía la tengo guardada. Al otro día lo fui a buscar y, cuando por fin lo vi, sentí que recuperaba mis ojos".

 

Tras años sin ir a la cancha a ver a su hijo, un día volvió sin aviso: "Cuando empieza el partido, uno del equipo contrario, que estaba detrás mío, le grita: "¡De Felippe... vos tendrías que haberte muerto en las Malvinas!" Fue tal la impotencia que sentí, que me di vuelta, lo miré fijo y le dije... "iYo soy la madre!". Y le di un trompazo. Después no sabía cómo disculparse... "Señora... son cosas de hincha". Yo... bueno… no le podía aceptar la disculpa". Finalmente, el hincha, con los ojos enrojecidos, se retiró del estadio, avergonzado..."


 

 

Fuente: https://www.eltucumano.com 

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