Dos
veteranos de guerra de Malvinas, un historiador, un ensayista y un joven
cineasta opinan sobre lo que está en juego en la interpretación de la
contienda, el sentido de narrar los actos heroicos y los obstáculos para
revertir la campaña ideológica que oscurece la gesta.
Por
Agustín de Beitia
Desde
el mismo momento en que los soldados argentinos dejaron atrás el estrépito de
las bombas y la adrenalina del combate en las Malvinas para pisar otra vez el
continente, conocieron el desaire y el silencio. Aunque habían puesto el cuerpo
para defender nuestra soberanía sobre las islas, y por eso mismo podían caminar
con la frente alta, vieron cómo eran ocultados con embarazo por sus altos
mandos, cómo su sacrificio terminaba relegado y sus proezas ignoradas. Cuarenta
años pasaron desde esa guerra que alumbró a una generación heroica, como dice
Nicolás Kasanzew, pero esos hombres siguen siendo, aún hoy, unos perfectos
desconocidos.
A ese
anonimato contribuyeron factores internos y externos. La vergüenza de la
conducción militar fue apenas el primero. Luego está la venganza de quienes
todavía quieren cobrarles a los militares haber vencido al terrorismo marxista
y, naturalmente, apetencias extranjeras. Deshonrar, deslustrar la guerra, eso
que hoy se conoce como la "desmalvinización", pretende mantener a la
patria de rodillas, quebrar la voluntad de lucha de los argentinos, perpetuar
su desarme material y espiritual.
Dos
veteranos de guerra de Malvinas, un historiador, un ensayista y un joven
cineasta que está filmando un documental sobre el conflicto conversaron con La
Prensa sobre la necesidad de "malvinizar", lo que está en juego con
la interpretación de la guerra, el sentido de narrar los actos heroicos y los
obstáculos para revertir la campaña ideológica que aún hoy oscurece la gesta.
El
historiador Sebastián Miranda, autor de La guerra del Atlántico Sur. Historia
de una usurpación y los mitos desmalvinizadores (Grupo Unión), entre media
docena de obras, confirma que la campaña de desprestigio sobre la guerra
"se promovió tanto desde el interior como desde el exterior".
Miranda,
que es profesor y licenciado en historia, menciona como uno de los primeros
responsables al propio gobierno militar, pero enseguida señala que hubo luego
una más amplia acción de "distintos sectores interesados en atacar al
Proceso de Reorganización Nacional".
En su
enumeración no se olvida de la incidencia de los distintos gobiernos
argentinos. "Todavía recuerdo el rechazo a todo lo que tenía que ver con
la guerra durante el gobierno de Alfonsín. Y después, durante el gobierno de
Menem, se firmaron los tratados de Madrid, que fueron casi un acto de
rendición", completa.
Usurpación
"Todo
eso contribuyó al proceso de "desmalvinización", fogoneado por los
británicos y por una serie de organizaciones no gubernamentales que reciben
aportes económicos desde Londres", asegura. ¿Por qué? "Porque
necesitan que la causa Malvinas no juegue en su contra".
"Los
británicos quieren consolidar la usurpación de Malvinas por los réditos que les
deja la pesca y la explotación del petróleo", afirma. "A eso hay que
sumar la proyección que tiene Malvinas como base militar de la OTAN sobre la
Patagonia y sobre los reclamos británicos en la Antártida", abunda.
El Coronel
Mayor (R) Lautaro Jiménez Corbalán, veterano de guerra, condecorado por su
desempeño en combate, y autor del celebrado Malvinas en primera línea
(Argentinidad), coincide con esa enumeración y extiende la responsabilidad
interna a "todo el arco político" que con los años fue incapaz de
crear una real política de Estado que permitiera hallar una solución definitiva
al conflicto.
También
el Teniente Coronel (R) Jorge Rubén Farinella, veterano de guerra y autor del
libro Volveremos (Editorial Rosario), ve los mismos responsables.
Sobre
los altos mandos del gobierno militar opina que reaccionaron "atontados
por una derrota que no supieron asumir".
"Las
tropas argentinas fueron vergonzosamente recibidas. Como si nuestra patria no
tuviera en su historia grandes derrotas", se lamenta. "Y como si de
esas grandes derrotas no hubieran surgido verdaderas lecciones y ejemplos
tonificadores para el espíritu nacional", añade.
"Imaginemos
si en la Vuelta de Obligado don Juan Manuel de Rosas se hubiese avergonzado de
la derrota. Sin embargo, sobre esa derrota hoy se sigue recordando el día de la
soberanía nacional en homenaje al coraje y al valor de todos esos hombres.
Malvinas corre por ese andarivel", remarca.
Sebastián
Sánchez, profesor de historia y autor del libro El altar y la guerra (Editorial
Argentinidad), que se publicará en los próximos días, aporta una mirada
filosófica sobre el asunto. "La desmalvinización -dice- es un proceso de
desontologización de la Argentina, de desargentinización, podríamos
decir".
"Este
proceso es un dardo envenenado que se ha lanzado al corazón de la cultura
argentina para señalarnos a los argentinos que el espejo en el que debemos
mirarnos es un espejo roto, sucio, astillado", considera Sánchez.
"Porque,
si entendemos la gesta de Malvinas como los 74 días arquetípicos donde unos
pocos miles de argentinos estuvieron dispuestos a entregar la vida, y muchos de
ellos lo hicieron, en pos del bien común de esta comunidad política, bueno, lo
que había que hacer para desmalvinizar era humillar a la Argentina, ponerla de
rodillas", continúa el profesor.
Humillar
Sánchez
es otro de los que entiende que se trata de un proceso llevado adelante por
argentinos, pero también anhelado por foráneos. Al respecto, pone un ejemplo:
"En 1711 en Inglaterra salió un libelo de autor anónimo que se tituló
"Una propuesta para humillar a España". Esa propuesta consistía en un
desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata, que es lo que terminó
pasando. Entiendo que tres siglos después se reedita esa idea".
"La
desmalvinización, que es un concepto que inventó o impuso Alain Rouquié, el
historiador francés, es el modo de poner de rodillas a los argentinos. Es el
modo de sustraerles esos 74 días arquetípicos, ejemplificadores, que nos
muestran cuán mejores y virtuosos podemos ser cuando la causa lo amerita",
reflexiona Sánchez.
Ahora,
¿cuánto caló de hondo esa campaña? Aquí las opiniones se dividen. No tanto por
razones de fondo sino más bien por diferencias de acentos.
Miranda,
por ejemplo, cree que "caló muy hondo, especialmente porque fue un ataque
desde el ámbito cultural. Hay películas como Los chicos de la guerra e
Iluminados por el fuego que pegaron muy fuerte en el pueblo argentino".
"Pensemos
-argumenta- que la mayor parte del pueblo no ha leído tantos textos sobre la
guerra de Malvinas o directamente no ha leído ninguno. Por eso la imagen que
muchos se formaron fue la que transmitieron los medios o el cine". Sin embargo,
está convencido de que "en parte se logró revertir". "Hoy en día
Malvinas es una causa querida y los veteranos son recibidos como héroes",
dice.
Expectantes
Para
Sánchez, en cambio, la incidencia nunca fue tanta. "Entiendo que Malvinas
sigue siendo una causa nacional. Entre los sencillos, entre los hombres
honestos y de trabajo, Malvinas sigue siendo reconocida como una gesta. De modo
que, en ese sentido, al menos, la desmalvinización ha sido fallida",
evalúa.
"Yo
lo he visto a lo largo de estos 40 años en mucha gente, y lo he visto sobre
todo en mis alumnos: expectantes en las clases ante los comentarios o las
narraciones sobre Malvinas, anhelantes de saber, y todos provistos de la
certeza de que Malvinas fue efectivamente una gesta nacional", aprecia.
"Claro
que la desmalvinización sí ha calado hondo en otros sectores de la vida
argentina", matiza también. "No solo en las estructuras estatales
sino también en las universidades, entre los intelectuales, entre la clase
dirigente".
"Incluso
caló hondo en la propia Iglesia, que ha visto con cierta incomodidad su propia
presencia en Malvinas a través de los capellanes, a los que olvidó y pasó a
considerar innombrables. Asumiendo la continuidad entre éstos y aquellos que
"acompañaron" la guerra sucia", critica Sánchez, cuyo libro
traza precisamente un retrato de los capellanes malvineros.
Ahora
bien, aunque Sánchez no cree que la desmalvinización haya calado tan hondo,
admite que debería interpelarnos como sociedad el hecho de que haya hombres de
la valía del Coronel (R) Horacio Losito, comando, condecorado por su actuación
en la guerra, que estén en prisión. El profesor, de hecho, aporta otros
ejemplos semejantes, como los de "Enrique Stel, o José Betolli, o Eduardo
Gasino, que están presos o sometidos a causas inicuas sin que la comunidad o
sus estamentos dirigenciales hayan reaccionado".
"Sin
duda -continúa Sánchez-, la detención y prisión, en muchos casos, es una forma
más de la desmalvinización, de la degradación de la gesta".
Sobre
la incidencia parcial que tuvo esta campaña ideológica en la sociedad coincide
Jiménez Corbalán, que es también autor de dos obras de ficción sobre Malvinas,
El llamado y Donde yacen los recuerdos, y que trabaja en un próximo libro
histórico testimonial cuyo título será Los olvidados del Harriet, a publicarse
este año. El Coronel afirma que la visión de la guerra como "una causa
noble que valía la pena ser peleada", aún hoy "subyace con gran
fortaleza en distintas capas de la sociedad toda".
Farinella
no se atreve a cuantificar el efecto social, pero sí afirma que "es una
campaña de erosión de la argentinidad que se nota en el debilitamiento de la
voluntad y de la identificación de los ciudadanos con las cosas de la patria,
con las tradiciones, con los principios, con las verdades, con las cuales esta
patria se ha fundado". El también habla de una desontologización, que es,
a su juicio, la agresión más importante de todas. Más importante incluso que la
usurpación.
Ignorados
Haya
comenzado o no a revertirse el proceso de erosión, lo cierto es que aún hay
protagonistas de legendarias hazañas que caminan por las calles ignorados por
la población, como el Alférez Hugo Gómez, implacablemente preciso al atacar a
las fragatas inglesas, como la Antelope y la Sir Tristram. Frente a esto surge
la pregunta de qué sentido tiene narrar los actos heroicos.
"La
desmalvinización tiene un objetivo muy claro", dice Sebastián Miranda.
"Quitar de la mente y del corazón del pueblo argentino los actos de
heroísmo. Y la explicación es muy simple. Porque el héroe inspira. Malvinas fue
una cantera de héroes, de arquetipos, de modelos. Cuando uno ve ejemplos como
los de Roberto Estévez, Oscar Augusto Silva, Esteban Tries, Owen Crippa, el Comodoro
Pablo Marcos Carballo, y podríamos seguir con una enorme lista, eso eleva a la
persona", asegura.
"De
muy joven -confiesa- leí Dios y los halcones de Carballo y me marcó a fuego. Y
lo mismo me sucedió con la carta de Estévez a su padre. Esos ejemplos
elevan". Crippa, piloto naval, fue quien descubrió a la Fuerza de Tareas
británica que desembarcaba y atacó a la fragata Argonaut; Silva, Subteniente de
infantería, ofrendó su vida mientras cubría el repliegue de sus compañeros en
monte Tumbledown; Tries, Cabo de reserva, corrió sin armas a salvar la vida de
un Sargento herido y bajo fuego.
El
escritor advierte que cuando estas historias empezaron a emerger comenzó a
revertirse el proceso de desmalvinización, algo en lo que observa "una
esperanza de resurrección para nuestra patria".
Lautaro
Jimenez Corbalán concuerda con la necesidad de destacar los actos heroicos.
"El sacrificio por la patria es lo que la gente de bien valora. En una
sociedad que sufre años de decadencia, donde se diluye el valor de la palabra y
los valores y principios son diariamente vilipendiados, quienes representan la
causa de Malvinas otorgan quizás una visión diferente", opina este
veterano de guerra.
Sebastián
Sánchez ve también que la transmisión de esos ejemplos es el camino para
ponernos de pie. "Todos los pueblos -dice-, todas las sociedades
políticas, se miran en el espejo de su historia. Y nosotros llevamos mucho
tiempo, siglo y medio más o menos, mirando un espejo ensombrecido, sin bruñir,
astillado".
"La
historia argentina que nos cuentan es una historia carente de grandeza, de
glorias, centrada sólo en las derrotas, o en pretendidos fracasos. Malvinizar
significa mirarse en el espejo de Malvinas. No en la derrota de Malvinas, sino
en el espejo que nos muestra a esos pocos miles de argentinos desasidos de sus
intereses personales, de sus mezquindades, y puestos a sacrificarse hasta el
extremo de dar la vida por el otro que, en este sentido, significa la propia
patria", añade.
"Con
esos hombres la Argentina estuvo de pie", sostuvo Sánchez. "Mirarse
en el espejo de Malvinas, más allá de los aconteceres bélicos, más allá de
batallas ganadas o perdidas, es mirar la mejor Argentina. Y mirar la mejor
Argentina ha de servir, como paradigma, como arquetipo, para levantar a esta
Argentina postrada".
Urgencia
Ninguno
de los consultados duda sobre la urgencia de "malvinizar". Esa misma
seguridad expresa Nicolás Canale, el más joven de los entrevistados, que está
rodando el documental 1982. La Gesta con su productora Faro Films.
El
joven cineasta entiende que el proceso de "malvinización empezó hace no
mucho tiempo, pero falta que se extienda en la sociedad". Al respecto es
optimista. "Yo creo que lo vamos a lograr, en parte gracias a muchísimos
jóvenes que saben usar las redes sociales en pos de la verdad", afirma,
antes de añadir su esperanza de que la película documental que están
produciendo desde Faro Films "sea un escalón importante en este
proceso".
Para
que ese proceso se extienda, Miranda, Farinella y Jiménez Corbalán creen que es
clave la educación. "Cuando uno observa el sistema educativo en nuestro
país se da cuenta que falta muchísimo eso", dice Miranda. "Yo pondría
la cuestión de nuestra malvinización en una perspectiva más amplia. Malvinas es
mostrar, en un hecho reciente de nuestra historia, que vale la pena dar la vida
por las cosas que son eternas: por Dios, por la patria, por el camarada. Yo de
chico me formaba leyendo sobre San Martín, sobre Belgrano, sobre Güemes, sobre
Rosas. Pensemos que el Sargento Mario Cisneros o el Cabo Roberto Baruzzo son
los Sargentos Cabrales más cercanos a nosotros".
"Baruzzo
-recuerda Miranda- sostuvo en brazos a un superior que estaba ensangrentado,
había recibido varios disparos, y cuando se le acabó la munición sacó su
cuchillo para defenderse de los británicos que estaban acosándolos. Ese acto
emociona a los enemigos, que tocan su cuchillo con el fusil y le dicen que la
guerra ha terminado. Cuando uno conoce a esos héroes de Malvinas también se
emociona".
Jiménez
Corbalán alega que "la geopolítica del Atlántico sur debiera ser incluida
en la currícula de los establecimientos educativos de nivel provincial y
nacional". Y, aunque estima que el daño realizado es muy profundo y
costará revertirlo, es en esencia optimista sobre la posibilidad de conseguirlo
con tiempo y compromiso. Como Canale, ve "cambios favorables que vienen de
la mano de una nueva generación de argentinos jóvenes, que no se quedaron con
el llanto, el lamento y la queja".
Para
Sebastián Sánchez, si urge mirarnos en el espejo arquetípico de Malvinas en
esta postrada argentina, es porque "se manifestaron allí en esos dos meses
y medio las virtudes propias del argentino. Y entre esas virtudes se encuentran
las virtudes cristianas. Porque, pese a tantos años de laicización, o de
descristianización de la comunidad argentina, en la guerra esas virtudes
propiamente cristianas se manifestaron con toda la fuerza".
Sánchez
incluso va más lejos y argumenta que "Malvinas, sin las hazañas de tantos
de aquellos hombres, y sin la espiritualidad de la enorme mayoría de ellos,
aparece cercenada, mutilada y escamoteada a los ojos de los argentinos".
"Ese
es quizás el escamoteo más grande" que se ha hecho sobre Malvinas,
especula. "Mutilar la gesta, sacarle su vertebración fundamental que es la
espiritualidad cristiana de los diez mil hombres que fueron allí, es una
mutilación insostenible", asegura.
Diario
de guerra
Sánchez
sostiene que "el padre Renaudier de Paulis, dominico, es quizás el
argentino protagonista en Malvinas que más profunda intelección ha hecho
respecto de la gesta, de lo que significaba esta guerra. Es riquísimo su diario
de guerra".
"Una
cosa que él decía es ésta -recuerda Sánchez-: "Inglaterra está vencida,
aunque gane y retome el archipiélago". Y continuaba: "La derrota
contra Inglaterra será un triunfo. Y esto podrá salvar nuestra tierra
humillada. Si fuimos vencidos y debemos capitular, esa derrota será para
nosotros una victoria política y moral".
"No
se trataba de la victoria de las armas", explica el profesor. "Se
trataba de que, a partir de esa oportunidad histórica que representaba la
guerra, como decía Patricio Randle, la Argentina se pusiera de pie y dejara de
ser una patria humillada. Esa oportunidad en 1982 se perdió. Y vinieron 40 años
de humillación", se lamenta, algo en lo que coinciden Farinella y Jiménez
Corbalán, quien pudo ver a su regreso de las islas cómo ese país vibrante y solidario
se había esfumado. Farinella asevera que en Malvinas vimos reverdecer durante
unos meses los principios y fundamentos de nuestra nacionalidad, que fueron la
fuerza espiritual que sostuvo a los combatientes.
Sánchez
expresa el deseo de "que hoy el reflejo que nos da el espejo malvinero
sirva para poner a la Argentina de pie. No para el verso de ser potencia. Sino
para que Argentina sea una patria con claridad respecto de su destino".
Documental
sobre la guerra
El
principal terreno donde se planteó la interpretación de la contienda durante la
posguerra fue en la industria cultural, con los medios audiovisuales como
mascarón de proa, por lo que no puede sorprender que el intento por revertir la
"desmalvinización" se concentre ahora también en el cine.
El
descuido de esta herramienta tan importante para la comunicación -basta pensar
en la rapidez con que Hollywood produce films para fijar el canon
interpretativo sobre cualquier guerra estadounidense- fue advertido por un
grupo de jóvenes nucleados en la productora Faro Films, que están filmando un
documental en homenaje a los caídos y los veteranos del conflicto, 1982. La
Gesta, una película que quiere satisfacer esa necesidad de
"malvinizar" que muchos aprecian como una urgencia.
Nicolás
Canale, uno de los responsables de la productora, confía a La Prensa que el
filme "quiere contar cómo se vivió la Guerra de Malvinas desde adentro, a
través de los testimonios de veteranos de guerra que nos narran, además de la
misión que le tocó a cada uno, por qué fueron, qué los movió, qué sintieron,
qué pensaron, cómo es perder a un compañero en batalla, y por qué volverían a
combatir si tuvieran la oportunidad".
Canale
cuenta que la etapa de rodaje, en la que entrevistaron a 22 veteranos de
diversos rangos, ya está terminada y ahora están en la etapa de postproducción,
donde piensan sumar material de archivo, diversas animaciones y mapas.
Su
sueño, confiesa, es hacer una serie de ficción de Malvinas. "Pero queremos
hacerla bien, como no se hizo nunca y como nos la merecemos los argentinos.
Parece imposible, pero apostamos a eso", afirma.
Fuente:
https://www.laprensa.com.ar