31 de marzo de 2022

OPERACIÓN DESMALVINIZACIÓN: PEDIR PERDÓN POR RECUPERAR LO PROPIO Y DECONSTRUIR AL HÉROE

 

 

Malvinas no es sólo un hecho del pasado. El conflicto por la soberanía perdura, y la batalla cultural también. Londres lo sabe 

Por Pablo Yurman 

Evocar Malvinas y la gesta de su recuperación el 2 de abril de 1982 no significa referirse sólo a un hecho del pasado. El operativo militar y las acciones bélicas cesaron el 14 de junio de aquel año, pero el conflicto por la soberanía, y la guerra en un sentido amplio, continúan. 

El gobierno británico, presidido entonces por Margaret Thatcher, lo entendió rápidamente y esa es la razón por la cual el mismo día del cese al fuego en Puerto Argentino comenzó a desplegar una forma distinta de guerra para la cual ya no serían necesarias las naves, aviones, soldados y mercenarios extranjeros a su servicio. 

Comenzaba la desmalvinización, es decir, lograr que la versión oficial del Foreign Office sobre la cuestión Malvinas fuera adoptada y repetida hasta el hartazgo por la mayor cantidad de argentinos que fuera posible reclutar para la faena. Si hubo una Task Force (Fuerza de Tareas) con objetivos militares enviada desde Inglaterra a un costo elevadísimo, tanto humano como presupuestario, debía luego entrar en operaciones una Task Force que tuviera a los propios argentinos como mano de obra. Porción minoritaria entre nosotros, compuesta por los sucesores ideológicos de aquellos criollos anglófilos de 1806 y 1807, pero dotada de resortes de poder que le otorgan una visibilidad desproporcionada. 

Multiplicación de encuentros amistosos y entusiastas del ex embajador británico en la Argentina, Mark Kent, con políticos locales

Por desmalvinización entendemos la aceptación a-crítica y sumisa, por una parte, minoritaria de los argentinos, de la versión oficial británica sobre el sentido del 2 de abril de 1982. En el ámbito cultural, entendido como toda producción formadora de sentido social respecto de un hecho, empezó con producciones cinematográficas como la película Los Chicos de la Guerra de mediados de la década de 1980. Y continuó en el ámbito mediático con contertulios y opinólogos de turno repitiendo una fraseología sin hondura analítica, sin rigor probatorio y huérfana de un marco histórico de referencia que permitiera entender adecuadamente los hechos. 

Según Inglaterra, Malvinas habría sido una anomalía en la relación tradicional entre ambos países, un “manotazo” pergeñado por un militar borracho, a lo que desde el inicio se glosó una serie de razonamientos por el estilo que son parte de la verbosidad desmalvinizadora. Pero la historia nos enseña otra realidad bien distinta. El pueblo argentino, no sus circunstanciales autoridades, humilló a los británicos en las calles de Buenos Aires en 1806 y 1807. Algo impensable para las tropas de Su Majestad Británica. 

La rendición de Beresford ante Liniers, el 27 de junio de 1807

Por si fuera poco, tras un largo bloqueo entre 1845 y 1850, los ingleses debieron marcharse no sin antes reconocer en el papel la soberanía argentina sobre los ríos interiores de la Confederación. Incluso un hombre de la Generación de 1880, Julio A. Roca, desalojó a los pobladores británicos que se habían establecido en lo que hoy es Ushuaia, garantizando de ese modo la presencia argentina en el extremo Sur continental; a lo que debe sumarse que durante su segundo gobierno impulsó la instalación de bases argentinas en la Antártida. No debe olvidarse que la cuestión de la soberanía sobre las islas no se reduce al archipiélago austral, sino a toda una porción marítima rica en recursos, y al sector antártico. En suma, para los gobiernos británicos, demasiado acostumbrados a que el mundo marchara según sus dictados, resultaba inadmisible que en este remoto rincón del planeta hubiera un pueblo que recurrentemente le hiciera semejantes desplantes. 

Por eso el 2 de abril la inmensa mayoría de los argentinos saludaron la recuperación de una porción de territorio que por derecho nos pertenece. Y el pueblo distinguía muy bien la gesta de recuperación -con todo su significado- de los que circunstancialmente detentaban el poder. Una enorme pancarta en Plaza de Mayo con la inscripción “Malvinas sí, Proceso no” así lo atestiguaba. Tampoco el pueblo argentino en su mayoría creía, a diferencia de cierta intelectualidad despistada, que a la primera ministro británica Margaret Thatcher le interesara que recuperáramos la democracia. 

"Malvinas sí, Proceso no": los manifestantes distinguían la gesta de recuperación de quienes circunstancialmente detentaban el poder

Malvinas, por otro lado, permitió a los argentinos volver la mirada a esa inmensidad cultural que era la comunidad de pueblos hispanoamericanos, a la que se nos había enseñado a desdeñar o, en el mejor de los casos, a ignorar. Las embajadas y consulados nacionales en Perú, Venezuela, México, Bolivia, entre otros sitios, fueron testigos del ofrecimiento de miles de jóvenes como voluntarios para luchar al lado de nuestros soldados en una gesta que adquiría contornos continentales. 

Como señala la investigadora María Sofía Vassallo (Observatorio Malvinas, UNLA) “la actualización de la tradición histórica en la acción popular es la que convierte la mezquina maniobra de un dictador en una misión colectiva anticolonial, con gran potencial movilizador; Inglaterra lo sabe desde el primer momento.” 

Por ese motivo, Londres comprendió que no podía cruzarse de brazos a la espera de que los argentinos hiciéramos, y enseñáramos a las nuevas generaciones, nuestra propia versión sobre lo sucedido en 1982. 

El hundimiento del Sheffield

Tras largas décadas de discurso cuasi-oficial, y a veces hasta oficial, por el que según sus voceros deberíamos hasta pedir perdón por haber recuperado lo que nos pertenece, asistimos últimamente al vergonzoso espectáculo de ver atacada la figura misma de los héroes que dieron su vida por la Patria. 

Según el sofisma, si no hubo gesta del pueblo argentino, entonces no hubo héroes, sino pobres chicos engañados y manipulados, mandados a una muerte sin sentido. Dado el sentido profundamente evocativo, e imitativo que suscita la figura del héroe de Malvinas, se impone su “deconstrucción”, es decir, eliminarlo de la memoria popular y rebajarlo a la categoría de víctima. Un guion elaborado en Londres. Como señala Vassallo, “el modelo de las víctimas, despoja a los combatientes de protagonismo, y los cristaliza en la minoría de edad. Este modelo de víctimas apunta a destruir el concepto de héroes.” 

Quienes niegan carácter de héroes a los soldados que ofrendaron sus vidas por un ideal trascendente son los mismos a los que parecen no incomodarles las numerosas muertes de nuestros jóvenes de hoy en día. No se los ve rasgándose las vestiduras por los jóvenes que mueren por la inseguridad, o por consumo de drogas o por grescas callejeras fruto del consumo desmedido de alcohol y otras sustancias. Mucho menos se interesan por la suerte de las jóvenes vidas arrancadas cotidianamente por el narcotráfico, siendo los “soldaditos” que custodian los búnker de venta de estupefacientes peones intercambiables por quienes lucran con ese nefasto negocio. El narcotráfico ejecuta un verdadero genocidio silencioso de nuestra juventud ante la total indiferencia de la llamada clase dirigente. 

Tejiendo para los soldados de Malvinas

Es para meditar profundamente el aborrecimiento visceral que esos sectores -intelectuales, académicos, mediáticos y políticos- exhiben por aquellos soldados de la Patria que dieron su vida por valores superiores y trascendentes. Y al mismo tiempo su silencio e indiferencia ante tanta muerte de jóvenes, realidad que hoy mismo campea a sus anchas. A no engañarse. Lo que no toleran, porque les resulta incomprensible, es que hubiera en nuestra historia reciente miles de jóvenes capaces de anteponer valores espirituales, de trascendencia y de sentido profundo de la vida, a los valores materiales. Su memoria es el faro testigo de que ningún joven está condenado a vegetar en un cuadro desconsolador de hedonismo consumista, sino que todos son capaces de darle sentido profundo a la existencia. 

Fuente: https://www.infobae.com

29 de marzo de 2022

LOS 40 CHATARREROS QUE DESEMBARCARON A LAS ISLAS GEORGIAS, IZARON UNA BANDERA ARGENTINA Y DESATARON UNA GUERRA

 

Era un equipo de técnicos y metalúrgicos que arribaron a las islas para desarmar tres estaciones balleneras y vender la chatarra, estimada en treinta millones de dólares. Cuando el director de la operación colgó la bandera argentina de un remo roto, no sabía que podía engendrar una guerra. El 24 de marzo de 1982, Alfredo Astiz y un grupo de marinos acudieron a defender a los trabajadores 

Por Felipe Celesia *

Muelle de Puerto Leith en las islas Georgias en el que los obreros argentinos acumularon las piezas del desguace. Habían ido por un negocio millonario y terminaron detonando en la Guerra de Malvinas

El 17 de marzo de 1982, en una lancha de la Segunda Guerra, cuarenta técnicos y trabajadores argentinos desembarcaron en las Islas Georgias con la misión de desarmar factorías balleneras abandonadas para venderlas como chatarra. La paga iba a ser el triple de lo que podían ganar en el continente por la misma tarea. El negocio lo había desarrollado un audaz chatarrero de Avellaneda, Constantino Davidoff, después de que uno de sus empleados le refiriera que en aquel confín perdido del mundo había una fortuna en material. 

Davidoff se jactaba de encarar misiones difíciles y esa era perfecta para su ánimo inquieto. Llegar hasta allí no había sido fácil. Primero tuvo que convencer a los propietarios, unos escoceses en principio muy refractarios a negociar con los argentinos que hacía años reclamaban la propiedad del territorio. Pero Davidoff, y las libras que les ofrecía por aquellas instalaciones sin uso, los convencieron. Después tuvo que persuadir al gobernador británico en las Malvinas, James Parker, de que sus intenciones eran exclusivamente comerciales. Y finalmente debió conseguir la colaboración de la Armada Argentina para que los llevara por barco los casi tres mil kilómetros que hay entre Buenos Aires y las Georgias. 

Convencer a los marinos fue lo más fácil. Ampliar la presencia argentina en el Atlántico Sur era una meta histórica de la Marina de Guerra desde su creación y la oportunidad de camuflarse entre los trabajadores estaba servida. El entonces Vicealmirante de la fuerza, Juan Lombardo, dispuso que le prestaran colaboración al griego para embarcar a sus hombres y con ellos unos quince comandos y buzos. La idea era que pasaran un invierno y medir la reacción británica. Sería una ocupación pacífica de facto como había armado el mismo Lombardo en la isla Tule, unos años atrás, con buenos resultados. Allí seguían viviendo, pese a la queja formal del Reino Unido, varios argentinos en los mil metros cuadrados de instalaciones. 

El desembarco de los obreros en las Georgias se realizó en lanchas de la Segunda Guerra Mundial. A 1.500 metros de las islas se encuentran las Malvinas

La operación se llamaría Alfa. Reunieron a los comandos y buzos y como jefe designaron al oficial Alfredo Astiz. Con poco más de treinta años, el entonces Teniente de Navío, hijo y nieto de marinos, era un joven culto y encantador. Para entonces ya se había infiltrado en el grupo de fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, secuestrando a varios de sus miembros y a dos monjas, las francesas Alice Domon y Leónie Duquet. También había sido parte del grupo de tarea 3.3.2, que había detenido ilegalmente y torturado prisioneros en la Escuela de Mecánica de la Armada. En 1978 había viajado a Francia para infiltrarse entre los familiares de desaparecidos que denunciaban los crímenes de la dictadura, pero lo descubrieron y se fugó a España. Su siguiente destino fue la misión naval en Pretoria, Sudáfrica, en donde andaba siempre armado y a bordo de un auto alemán que era su debilidad. Pero también de allí debió partir raudo cuando lo prensa empezó a acosarlo por su pasado. 

Astiz había sido seleccionado personalmente por el Contralmirante Edgardo Otero, en la convicción de que este joven cuadro de la fuerza naval cumpliría con el principio rector de la misión y no permitiría lo que ocurrió en Malvinas, en 1833, cuando los británicos expulsaron a los argentinos sin mucha resistencia. Otero apostaba a que Astiz no se rendiría ante un eventual desalojo y pelearía hasta la muerte. 

Ajeno a esos planes militares que lo incluían, Davidoff fue consiguiendo socios y financiamiento para la operación y fundó la sociedad anónima “Islas Georgias del Sur”. Pero su déficit seguía siendo el transporte. En sus primeras charlas con la Armada, con el Capitán Luis Palau, pidió que alguno de los buques de la división de “Transportes Navales” los llevaran gratis. Palau le dijo que no podía pero que le cobraría como un transporte corriente a Ushuaia y para demostrar la colaboración de la Marina lo subió a él, y a su equipo técnico, en el rompehielos Irizar para que lo llevara a las islas a mediados de diciembre de 1981, cuando arrancara la campaña antártica. 

La vista de los tanques que habían servido para almacenar aceite de ballena en Puerto Leith y que el grupo de obreros iban a desguazar. Se creía que en máquinas y tonelaje había treinta millones de dólares

El mismo día que Davidoff abordaba el rompehielos, la Junta Militar le encargaba al Vicealmirante Lombardo que preparara el desembarco en las Malvinas. El Vicealmirante canceló en los papeles la operación Alfa, como para mostrar que no dispersaba recursos en función de aquel objetivo mayor, pero en los hechos el grupo al mando de Astiz no se disolvió y siguió entrenando en el apostadero naval de San Fernando. 

En tanto, los chatarreros navegaban hacía las islas, disfrutando de un mar plácido y un rolido amable. Pero el placer duró poco. Pronto, como es usual en los mares del sur, el tiempo se puso malo y terminaron todos en la cucheta vomitando. Sin embargo, las penurias valieron la pena; en la tres estaciones balleneras que había comprado, Leith, Husvik y Stromness, había mucho más material del que suponían. Estimaron que había tonelaje y máquinas por un valor de treinta millones de dólares o más. 

Al volver, la embajada británica lo amonestó a Davidoff por no haber pasado por Grytviken, la sede científica y administrativa de los representantes de la reina, pero el griego no se preocupó mucho y siguió con sus preparativos. 

Imagen de los chatarreros en el muelle de Leith organizando la descarga de las máquinas

El 11 de marzo, finalmente, la Armada le habilitó el Bahía Buen Suceso, un buque canadiense con muchas millas navegadas, pero todavía funcional con tres bodegas y una velocidad crucero digna. 

La mayoría no se conocía y la navegada sirvió para estrechar vínculos, pero también para consolidar que habría dos ranchos: técnicos y directivos por un lado y trabajadores por otro. 

La última noche a bordo, el Capitán Osvaldo Niella les pidió que apuraran la descarga de los equipos cuando llegaran para evitar algunas dificultad “geopolítica”. Los muchachos no comprendieron a qué se refería y entendieron menos cuando el Capitán tiró un vibrante “¡Viva la Patria!” algo fuera de contexto. 

Muelle de Puerto Leith visto desde el buque de la Armada Argentina Buen Suceso

El primer día lo gastaron en recorrer ese pueblo fantasma, pero todavía en pie, que era Puerto Leith. El segundo día en la isla lo usaron para poner los servicios en funcionamiento y adecuar las instalaciones para los tres meses que estarían en esa primera campaña. 

Los directivos se acomodarían en la casa del administrador, la mejor vivienda de la estación, y los trabajadores en las barracas que antiguamente albergaron a sus colegas balleneros. El soldador Horacio Locchi, hincha fanático de River, empezó a ver dónde podía colocar su banderín del equipo. El director de la operación, Jorge Patané, lo cruzó con una bandera argentina y lo convenció de izar la enseña patria. Locchi accedió y la colgó de un remo roto que sujetó con alambres a un transformador eléctrico. 

Ese pequeño gesto, realizado sin pompa ni ceremonia, disparó una indignadísima protesta británica y el envío de royal marines desde Malvinas para que los desalojaran por la fuerza. La Junta Militar reaccionó enviando a Astiz y a sus hombres a la isla para proteger a los trabajadores. El represor llegó, simbólicamente, el 24 de marzo. 

Los “Alfa”, un grupo de elite dirigido por el Teniente Alfredo Astiz, quien posa frente al comando de buzos tácticos el 2 de abril

El resto es historia casi desconocida. Sin ninguna planificación, la infantería de marina intentó desalojar a los marines, que se resistieron, y mataron a tres argentinos, luego de derribar un helicóptero Puma del Ejército Argentino y dañar severamente la corbeta Guerrico. Como parte de la batalla por las Georgias, los británicos también hundieron el submarino Santa Fe. 

Los trabajadores quedaron presos de todos esos acontecimientos bélicos y tuvieron un larguísimo viaje de regreso a casa que terminó recién a mediados de mayo cuando fueron recibidos como héroes en la dársena norte del puerto de Buenos Aires. Pero antes de eso fueron amenazados por los servicios de inteligencia militares que si hablaban irían presos de por vida ellos y sus familias. Una amenaza que sonaba bastante verosímil con una guerra en curso y una dictadura debilitada pero todavía lejos de irse. 

* El autor es periodista y escritor. Su último trabajo es “Desembarco en las Georgias, la verdad sobre el misterioso incidente que desató la guerra” de Editorial Paidós.

 

Fuente: https://www.infobae.com

EL PEDIDO PARA DEMORAR LA RECUPERACIÓN DE MALVINAS Y LA DECISIÓN INAMOVIBLE DE LA JUNTA DE ATACAR EL 2 DE ABRIL

 

Una reunión entre Galtieri, Anaya y Lami Dozo el 26 de marzo de 1982 le puso fecha definitiva a la Operación Azul, el desembarco argentino en las islas. Las últimas negociaciones del Canciller Costa Méndez con su par británico Lord Carrington, los motivos que lo llevaron a pedir la postergación de la maniobra y por qué fue desoído 

Por Juan Bautista Tata Yofre 

La Junta Militar que decidió la recuperación de Malvinas: Almirante Anaya, Teniente General Galtieri y Brigadier General Lami Dozo

La Junta Militar tomó la decisión de recuperar las islas Malvinas el viernes 26 de marzo, cerca de las 19 horas. En su libro de memorias, el canciller Nicanor Costa Méndez sostuvo que la medida se tomó sin su presencia y relató que al ser informado volvió al Palacio San Martín, reunió a sus colaboradores más íntimos, y luego de hacerlos jurar que no revelarían el secreto, les informó la decisión de la Junta Militar. 

El Contralmirante Carlos Alberto Busser, jefe de la fuerza de desembarco, también reconocería posteriormente ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas haber sido informado después. 

La Memoria de la Junta Militar dirá que “el 26 de marzo se reunió el Comité Militar a las 19.15 horas en el edificio Libertador” y teniendo en cuenta las diferentes circunstancias que se presentaban se tomó “la decisión de ocupar las islas que tendría por objeto afirmar y defender la posición argentina en las islas Georgias; impedir que Gran Bretaña militarizara las islas y estableciera un sistema de defensa naval y aéreo de ellas; impedir el esfuerzo de la posición británica en la zona ya que ello incidiría en forma negativa sobre los derechos, estrategia, posiciones y objetivos de la Argentina en el Atlántico Sur y en la Antártida. También activaría la negociación y mejoraría la posición negociadora argentina. La ocupación de las islas no tenía como propósito iniciar una escalada bélica ni dar por terminadas las negociaciones o sustituirse a ellas (…) bien por el contrario, se intentaba conseguir el inicio de una negociación seria y de fondo, no obstante, la decisión tomada, y se adoptaron las previsiones para suspender la ocupación de haber signos positivos al respecto. Por lo mismo se enfatizó que la operación debía ser incruenta y que debía prever el mantenimiento de una reducida guarnición en Malvinas una vez realizada la recuperación (…) Se resolvió por lo tanto tomar las medidas para ejecutar la Operación Azul el jueves 01 de abril en horas nocturnas con flexibilización al viernes 02 o sábado 03 de abril. Al resolverse la entrada en la Fase Preliminar de la Operación Azul, el Comité Militar (COMIL) indicó la posibilidad de suspender la operación y su disposición para hacerlo hasta el miércoles 31 de marzo a las 1800 (Acta Nº 4 “M”/82″).” 

Sin embargo, la señal más clara de que la Junta Militar buscaba el conflicto armado con Gran Bretaña está en el párrafo de la página 66 del Primer Tomo en el que dice: “Las instrucciones que se dieron al Sr. Canciller en esta reunión del COMIL del día 26 de marzo indicaban que se debería demorar la contestación de la propuesta del embajador de Gran Bretaña todo lo posible; que la contestación no debía contener ninguna propuesta del gobierno argentino y que se debía manejar las negociaciones diplomáticas para llegar al día jueves 01, viernes 02 o sábado 03 sin inconvenientes en este campo. (Acta Nº 4 “M”/82).” 

Relato de la Junta sobre la decisión de la operación militar

Ese mismo viernes 26, el ministro de Economía, Roberto Alemann, viajó a Cartagena, Colombia, donde se desarrollaría la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Según el Secretario de Hacienda, Manuel Solanet, el equipo económico ignoraba todo lo que estaba por venir. Un hecho sorprendente, si fuera así, porque el ministro de Obras y Servicios Públicos, Sergio Martini, estaba al tanto de algunos detalles que tenían una fuerte incidencia alrededor de la cuestión Malvinas. A través del Memorando “S” Nº 122/82 del 23 de febrero de 1982, la dirección General de Antártida y Malvinas, le envió al vicecanciller Enrique Ros un trabajo del Ministerio de Obras y Servicios Públicos que ya había pasado por las manos de Costa Méndez a comienzo del mes. Era una ayuda memoria que básicamente proponía “una especie de ‘vaciamiento’ de Malvinas, mediante el arbitrio de facilitar la partida de los habitantes isleños (kelpers), mediante la adquisición de sus bienes inmuebles, el pago de los gastos de transporte de sus pertenencias a un nuevo lugar de residencia, como así también los de reinstalación”. 

Nota de envío del Ayuda Memoria del Ministro Sergio Martini

La Nación del sábado 27 relató que el presidente Galtieri estuvo reunido con el Comité Militar, en la sede del Comando en Jefe del Ejército, y retornó a la Casa Rosada poco antes de la medianoche. Al llegar fue sorprendido por el periodismo que aún permanecía en la sede de gobierno y reconoció que se había escuchado una larga exposición del canciller. Horas antes, Enrique Ros recibió al embajador británico Anthony Williams y le comunicó que la respuesta que esperaba Gran Bretaña había sido postergada y que solo se le podía dar al día siguiente. Horas más tarde Costa Méndez entregó el documento a Williams. La nota argentina diría que “los sucesos que tienen lugar en la isla San Pedro de las Georgias del Sur, son seguidos por mi gobierno con preocupada atención” y “me ha movido a enviar este mensaje, con el propósito de disipar cualquier equívoco acerca de los motivos que inspiran a mi gobierno”, le escribió Costa Méndez al canciller británico lord Peter Alexander Rupert Carrington, el domingo 28 de marzo. Después de una corta explicación sobre las actividades de los argentinos desembarcados en Leith, el canciller argentino le aclaró que “esos territorios son considerados por la República Argentina como suyos y que la disputa de soberanía sobre ellos ha sido reconocida por las Naciones Unidas en sus resoluciones pertinentes. El Gobierno de Vuestra Excelencia ha aceptado la existencia de esta disputa de soberanía”. Y tras reprochar la “respuesta desproporcionada y provocativa, que se ve agravada por haber recibido una amplia difusión periodística”, Costa Méndez le recordó a Lord Carrington que la situación a la que se ha llegado es consecuencia de “la actitud negativa del Gobierno de Vuestra Excelencia a lo largo de muchos años de negociaciones, que hoy exceden los tres lustros”. La misiva fue entregada por el canciller argentino al embajador Williams a las 9.30. Después de 43 minutos, el representante británico se retiró del Palacio San Martín llevando el documento en un portafolio oscuro, sin antes preguntarle al jefe del Palacio San Martín si el ARA Bahía Paraíso “estaba en Georgias para ayudar, a lo que el Sr. Canciller indicó que se encontraba allí para ayudar y en su caso proteger, agregando el Sr. Williams que le sorprendía que transportara tanta ayuda para los obreros en tierra. Preguntó asimismo si a bordo del buque se hallaban infantes de marina a lo que el Sr. Canciller respondió que no tenía conocimiento.” Así quedo registrado en la Memoria de la Junta Militar. En la tarde del mismo domingo 28 de marzo salía de Puerto Belgrano la flota que transportaba las tropas que ocuparían las Islas Malvinas. Horas antes, Margaret Thatcher se comunicó telefónicamente con lord Carrington para expresarle su ansiedad por la situación. El ministro le cuenta que le envió un mensaje al secretario de Estado de los EEUU solicitando su intervención como mediador. 

Mensaje del canciller argentino Costa Méndez a su par británico, Lord Carrington

Para el jefe del Palacio San Martín nada era sorpresivo. Sin embargo, el canciller no va a revelar en sus memorias un detalle importante: el equipo de funcionarios que integraba el Grupo Especial Malvinas no tenía terminadas todas las medidas necesarias para acompañar en el campo diplomático la acción castrense de ocupar las Malvinas. El domingo 28 de marzo va a pedir al Teniente General Leopoldo Galtieri una postergación del Operativo Azul/Rosario. Con ese objetivo envió a Campo de Mayo a un funcionario diplomático que le llevó un mensaje escrito que contemplaba tres puntos: 1) si se estima necesario levantar la operación militar, esta decisión aún puede realizarse; 2) comunica que la posición de los Estados Unidos es poco clara. No hay seguridad de que apoye a la Argentina; 3) con el bloque de países No Alineados, si bien partimos de una situación no favorable, podemos en un corto tiempo recomponerla y lograr su solidaridad en virtud de nuestra lucha antiimperialista. 

En la tarde del mismo domingo 28 de marzo salía de Puerto Belgrano la flota que transportaba las tropas que ocuparían las islas Malvinas. Horas antes, Margaret Thatcher se había comunicado telefónicamente con su canciller lord Carrington para expresarle su ansiedad por la situación. El ministro le contó que le había enviado un mensaje al secretario de Estado de los Estados Unidos en el que le solicitaba su intervención como mediador. 

Apuntes sobre lo informado por la embajada argentina en Londres

El sábado 27 de marzo, el líder metalúrgico Lorenzo Miguel, acompañado por otros caciques sindicales, se reunió con dos jefes militares en un departamento de Carlos Pellegrini y avenida Santa Fe, para convenir el desarrollo de la marcha sindical que se iba a realizar el martes 30. 

En un aparte con el Coronel Bernardo Menéndez, viceministro de Asuntos Institucionales, Miguel le preguntó: “¿Qué está pasando en las Malvinas?”. “No sé”, respondió el jefe militar. Mientras el conflicto se hallaba en plena escalada, desde semanas antes, se discutía la interna sindical. Con el derrumbe de Viola y el “violismo” muchos de los dirigentes sindicales que habían mantenido diálogos y posiciones moderadas frente al proceso militar, especialmente los reunidos en la CGT-Azopardo, cayeron en lo que dio en llamarse “la bolsa de los piojos” según el dirigente Jorge Triaca. Había llegado la hora de la CGT-Brasil, pero tenía que mostrar algo. Para eso, desde días antes se hallaban muy activos el Coronel Bernardo José Menéndez y el sindicalista de la carne Lesio Romero. 

Marcha del 30 de marzo de 1982 contra el gobierno militar

A partir de la asunción de Galtieri a la comandancia en jefe del Ejército, el Coronel Menéndez y el General Alfredo Saint Jean empezaron a trabajar cerca de él en la Secretaría General del Ejército, abriéndole canales de comunicación con la dirigencia argentina. Posteriormente, Menéndez fue nombrado como subsecretario de Asuntos Institucionales, mientras imaginaba “la pata social” del nuevo gobierno de Galtieri. Lesio Romero, un dirigente sindical del peronismo que había estado preso en el buque-cárcel 33 Orientales tras la caída de Isabel Perón, era recordado por haber sido un asiduo visitante de los dirigentes encarcelados en el penal de Magdalena durante mucho tiempo. Pero Romero, aunque nunca lo decía, tenía un hermano oficial naval con el que mantenía contactos en las sombras. Es decir, estaba enfrentado con el régimen militar, pero conversaba. 

El martes 30 de marzo las tapas de los matutinos tenían como títulos principales la designación de Guillermo del Cioppo en la intendencia de la Ciudad de Buenos Aires, luego de imponerse a la candidatura de Norberto Peruzzotti, titular de ADEBA, y el nombramiento de monseñor José Miguel Medina como vicario castrense en reemplazo de Adolfo Tortolo. Los diarios reseñaban una gran expectativa por una definición británica sobre lo que estaba sucediendo en el archipiélago Georgias del Sur, a pesar de que todavía no se sabía que una fuerza naval con infantes de Marina y miembros del Regimiento de Infantería 25 marchaba a ocupar las Malvinas. La cuestión sobre una presunta reacción inglesa preocupaba en todos los niveles. El sábado anterior había sido tema de conversación en una fiesta que dio el Brigadier Basilio Lami Dozo, con motivo del casamiento de uno de sus hijas. En ese ágape estuvieron las principales figuras del gobierno y las Fuerzas Armadas y fue llamativa la opulencia reinante en medio de un cuadro de serias restricciones. A la retirarse de la fiesta varios de los presentes (entre otros los políticos Francisco Cerro y Martín Dip) salieron abrumados por las informaciones que habían recogido de los incidentes que se estaban desarrollando en el Atlántico Sur. La fuerza de ocupación, en el mayor de los secretos, había salido a recuperar las Islas Malvinas. 

Fuente: https://www.infobae.com

¿POR QUÉ ES NECESARIO MALVINIZAR?

 


Dos veteranos de guerra de Malvinas, un historiador, un ensayista y un joven cineasta opinan sobre lo que está en juego en la interpretación de la contienda, el sentido de narrar los actos heroicos y los obstáculos para revertir la campaña ideológica que oscurece la gesta. 

Por Agustín de Beitia 

Desde el mismo momento en que los soldados argentinos dejaron atrás el estrépito de las bombas y la adrenalina del combate en las Malvinas para pisar otra vez el continente, conocieron el desaire y el silencio. Aunque habían puesto el cuerpo para defender nuestra soberanía sobre las islas, y por eso mismo podían caminar con la frente alta, vieron cómo eran ocultados con embarazo por sus altos mandos, cómo su sacrificio terminaba relegado y sus proezas ignoradas. Cuarenta años pasaron desde esa guerra que alumbró a una generación heroica, como dice Nicolás Kasanzew, pero esos hombres siguen siendo, aún hoy, unos perfectos desconocidos. 

A ese anonimato contribuyeron factores internos y externos. La vergüenza de la conducción militar fue apenas el primero. Luego está la venganza de quienes todavía quieren cobrarles a los militares haber vencido al terrorismo marxista y, naturalmente, apetencias extranjeras. Deshonrar, deslustrar la guerra, eso que hoy se conoce como la "desmalvinización", pretende mantener a la patria de rodillas, quebrar la voluntad de lucha de los argentinos, perpetuar su desarme material y espiritual. 

Dos veteranos de guerra de Malvinas, un historiador, un ensayista y un joven cineasta que está filmando un documental sobre el conflicto conversaron con La Prensa sobre la necesidad de "malvinizar", lo que está en juego con la interpretación de la guerra, el sentido de narrar los actos heroicos y los obstáculos para revertir la campaña ideológica que aún hoy oscurece la gesta. 

El historiador Sebastián Miranda, autor de La guerra del Atlántico Sur. Historia de una usurpación y los mitos desmalvinizadores (Grupo Unión), entre media docena de obras, confirma que la campaña de desprestigio sobre la guerra "se promovió tanto desde el interior como desde el exterior". 

Miranda, que es profesor y licenciado en historia, menciona como uno de los primeros responsables al propio gobierno militar, pero enseguida señala que hubo luego una más amplia acción de "distintos sectores interesados en atacar al Proceso de Reorganización Nacional". 

En su enumeración no se olvida de la incidencia de los distintos gobiernos argentinos. "Todavía recuerdo el rechazo a todo lo que tenía que ver con la guerra durante el gobierno de Alfonsín. Y después, durante el gobierno de Menem, se firmaron los tratados de Madrid, que fueron casi un acto de rendición", completa. 

Usurpación 

"Todo eso contribuyó al proceso de "desmalvinización", fogoneado por los británicos y por una serie de organizaciones no gubernamentales que reciben aportes económicos desde Londres", asegura. ¿Por qué? "Porque necesitan que la causa Malvinas no juegue en su contra". 

"Los británicos quieren consolidar la usurpación de Malvinas por los réditos que les deja la pesca y la explotación del petróleo", afirma. "A eso hay que sumar la proyección que tiene Malvinas como base militar de la OTAN sobre la Patagonia y sobre los reclamos británicos en la Antártida", abunda. 

El Coronel Mayor (R) Lautaro Jiménez Corbalán, veterano de guerra, condecorado por su desempeño en combate, y autor del celebrado Malvinas en primera línea (Argentinidad), coincide con esa enumeración y extiende la responsabilidad interna a "todo el arco político" que con los años fue incapaz de crear una real política de Estado que permitiera hallar una solución definitiva al conflicto. 

También el Teniente Coronel (R) Jorge Rubén Farinella, veterano de guerra y autor del libro Volveremos (Editorial Rosario), ve los mismos responsables. 

Sobre los altos mandos del gobierno militar opina que reaccionaron "atontados por una derrota que no supieron asumir". 

"Las tropas argentinas fueron vergonzosamente recibidas. Como si nuestra patria no tuviera en su historia grandes derrotas", se lamenta. "Y como si de esas grandes derrotas no hubieran surgido verdaderas lecciones y ejemplos tonificadores para el espíritu nacional", añade. 

"Imaginemos si en la Vuelta de Obligado don Juan Manuel de Rosas se hubiese avergonzado de la derrota. Sin embargo, sobre esa derrota hoy se sigue recordando el día de la soberanía nacional en homenaje al coraje y al valor de todos esos hombres. Malvinas corre por ese andarivel", remarca. 

Sebastián Sánchez, profesor de historia y autor del libro El altar y la guerra (Editorial Argentinidad), que se publicará en los próximos días, aporta una mirada filosófica sobre el asunto. "La desmalvinización -dice- es un proceso de desontologización de la Argentina, de desargentinización, podríamos decir". 

"Este proceso es un dardo envenenado que se ha lanzado al corazón de la cultura argentina para señalarnos a los argentinos que el espejo en el que debemos mirarnos es un espejo roto, sucio, astillado", considera Sánchez. 

"Porque, si entendemos la gesta de Malvinas como los 74 días arquetípicos donde unos pocos miles de argentinos estuvieron dispuestos a entregar la vida, y muchos de ellos lo hicieron, en pos del bien común de esta comunidad política, bueno, lo que había que hacer para desmalvinizar era humillar a la Argentina, ponerla de rodillas", continúa el profesor. 

Humillar 

Sánchez es otro de los que entiende que se trata de un proceso llevado adelante por argentinos, pero también anhelado por foráneos. Al respecto, pone un ejemplo: "En 1711 en Inglaterra salió un libelo de autor anónimo que se tituló "Una propuesta para humillar a España". Esa propuesta consistía en un desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata, que es lo que terminó pasando. Entiendo que tres siglos después se reedita esa idea". 

"La desmalvinización, que es un concepto que inventó o impuso Alain Rouquié, el historiador francés, es el modo de poner de rodillas a los argentinos. Es el modo de sustraerles esos 74 días arquetípicos, ejemplificadores, que nos muestran cuán mejores y virtuosos podemos ser cuando la causa lo amerita", reflexiona Sánchez. 

Ahora, ¿cuánto caló de hondo esa campaña? Aquí las opiniones se dividen. No tanto por razones de fondo sino más bien por diferencias de acentos.

Miranda, por ejemplo, cree que "caló muy hondo, especialmente porque fue un ataque desde el ámbito cultural. Hay películas como Los chicos de la guerra e Iluminados por el fuego que pegaron muy fuerte en el pueblo argentino". 

"Pensemos -argumenta- que la mayor parte del pueblo no ha leído tantos textos sobre la guerra de Malvinas o directamente no ha leído ninguno. Por eso la imagen que muchos se formaron fue la que transmitieron los medios o el cine". Sin embargo, está convencido de que "en parte se logró revertir". "Hoy en día Malvinas es una causa querida y los veteranos son recibidos como héroes", dice. 

Expectantes 

Para Sánchez, en cambio, la incidencia nunca fue tanta. "Entiendo que Malvinas sigue siendo una causa nacional. Entre los sencillos, entre los hombres honestos y de trabajo, Malvinas sigue siendo reconocida como una gesta. De modo que, en ese sentido, al menos, la desmalvinización ha sido fallida", evalúa. 

"Yo lo he visto a lo largo de estos 40 años en mucha gente, y lo he visto sobre todo en mis alumnos: expectantes en las clases ante los comentarios o las narraciones sobre Malvinas, anhelantes de saber, y todos provistos de la certeza de que Malvinas fue efectivamente una gesta nacional", aprecia. 

"Claro que la desmalvinización sí ha calado hondo en otros sectores de la vida argentina", matiza también. "No solo en las estructuras estatales sino también en las universidades, entre los intelectuales, entre la clase dirigente". 

"Incluso caló hondo en la propia Iglesia, que ha visto con cierta incomodidad su propia presencia en Malvinas a través de los capellanes, a los que olvidó y pasó a considerar innombrables. Asumiendo la continuidad entre éstos y aquellos que "acompañaron" la guerra sucia", critica Sánchez, cuyo libro traza precisamente un retrato de los capellanes malvineros. 

Ahora bien, aunque Sánchez no cree que la desmalvinización haya calado tan hondo, admite que debería interpelarnos como sociedad el hecho de que haya hombres de la valía del Coronel (R) Horacio Losito, comando, condecorado por su actuación en la guerra, que estén en prisión. El profesor, de hecho, aporta otros ejemplos semejantes, como los de "Enrique Stel, o José Betolli, o Eduardo Gasino, que están presos o sometidos a causas inicuas sin que la comunidad o sus estamentos dirigenciales hayan reaccionado". 

"Sin duda -continúa Sánchez-, la detención y prisión, en muchos casos, es una forma más de la desmalvinización, de la degradación de la gesta". 

Sobre la incidencia parcial que tuvo esta campaña ideológica en la sociedad coincide Jiménez Corbalán, que es también autor de dos obras de ficción sobre Malvinas, El llamado y Donde yacen los recuerdos, y que trabaja en un próximo libro histórico testimonial cuyo título será Los olvidados del Harriet, a publicarse este año. El Coronel afirma que la visión de la guerra como "una causa noble que valía la pena ser peleada", aún hoy "subyace con gran fortaleza en distintas capas de la sociedad toda". 

Farinella no se atreve a cuantificar el efecto social, pero sí afirma que "es una campaña de erosión de la argentinidad que se nota en el debilitamiento de la voluntad y de la identificación de los ciudadanos con las cosas de la patria, con las tradiciones, con los principios, con las verdades, con las cuales esta patria se ha fundado". El también habla de una desontologización, que es, a su juicio, la agresión más importante de todas. Más importante incluso que la usurpación. 

Ignorados 

Haya comenzado o no a revertirse el proceso de erosión, lo cierto es que aún hay protagonistas de legendarias hazañas que caminan por las calles ignorados por la población, como el Alférez Hugo Gómez, implacablemente preciso al atacar a las fragatas inglesas, como la Antelope y la Sir Tristram. Frente a esto surge la pregunta de qué sentido tiene narrar los actos heroicos. 

"La desmalvinización tiene un objetivo muy claro", dice Sebastián Miranda. "Quitar de la mente y del corazón del pueblo argentino los actos de heroísmo. Y la explicación es muy simple. Porque el héroe inspira. Malvinas fue una cantera de héroes, de arquetipos, de modelos. Cuando uno ve ejemplos como los de Roberto Estévez, Oscar Augusto Silva, Esteban Tries, Owen Crippa, el Comodoro Pablo Marcos Carballo, y podríamos seguir con una enorme lista, eso eleva a la persona", asegura. 

"De muy joven -confiesa- leí Dios y los halcones de Carballo y me marcó a fuego. Y lo mismo me sucedió con la carta de Estévez a su padre. Esos ejemplos elevan". Crippa, piloto naval, fue quien descubrió a la Fuerza de Tareas británica que desembarcaba y atacó a la fragata Argonaut; Silva, Subteniente de infantería, ofrendó su vida mientras cubría el repliegue de sus compañeros en monte Tumbledown; Tries, Cabo de reserva, corrió sin armas a salvar la vida de un Sargento herido y bajo fuego. 

El escritor advierte que cuando estas historias empezaron a emerger comenzó a revertirse el proceso de desmalvinización, algo en lo que observa "una esperanza de resurrección para nuestra patria". 

Lautaro Jimenez Corbalán concuerda con la necesidad de destacar los actos heroicos. "El sacrificio por la patria es lo que la gente de bien valora. En una sociedad que sufre años de decadencia, donde se diluye el valor de la palabra y los valores y principios son diariamente vilipendiados, quienes representan la causa de Malvinas otorgan quizás una visión diferente", opina este veterano de guerra. 

Sebastián Sánchez ve también que la transmisión de esos ejemplos es el camino para ponernos de pie. "Todos los pueblos -dice-, todas las sociedades políticas, se miran en el espejo de su historia. Y nosotros llevamos mucho tiempo, siglo y medio más o menos, mirando un espejo ensombrecido, sin bruñir, astillado". 

"La historia argentina que nos cuentan es una historia carente de grandeza, de glorias, centrada sólo en las derrotas, o en pretendidos fracasos. Malvinizar significa mirarse en el espejo de Malvinas. No en la derrota de Malvinas, sino en el espejo que nos muestra a esos pocos miles de argentinos desasidos de sus intereses personales, de sus mezquindades, y puestos a sacrificarse hasta el extremo de dar la vida por el otro que, en este sentido, significa la propia patria", añade. 

"Con esos hombres la Argentina estuvo de pie", sostuvo Sánchez. "Mirarse en el espejo de Malvinas, más allá de los aconteceres bélicos, más allá de batallas ganadas o perdidas, es mirar la mejor Argentina. Y mirar la mejor Argentina ha de servir, como paradigma, como arquetipo, para levantar a esta Argentina postrada". 

Urgencia 

Ninguno de los consultados duda sobre la urgencia de "malvinizar". Esa misma seguridad expresa Nicolás Canale, el más joven de los entrevistados, que está rodando el documental 1982. La Gesta con su productora Faro Films. 

El joven cineasta entiende que el proceso de "malvinización empezó hace no mucho tiempo, pero falta que se extienda en la sociedad". Al respecto es optimista. "Yo creo que lo vamos a lograr, en parte gracias a muchísimos jóvenes que saben usar las redes sociales en pos de la verdad", afirma, antes de añadir su esperanza de que la película documental que están produciendo desde Faro Films "sea un escalón importante en este proceso". 

Para que ese proceso se extienda, Miranda, Farinella y Jiménez Corbalán creen que es clave la educación. "Cuando uno observa el sistema educativo en nuestro país se da cuenta que falta muchísimo eso", dice Miranda. "Yo pondría la cuestión de nuestra malvinización en una perspectiva más amplia. Malvinas es mostrar, en un hecho reciente de nuestra historia, que vale la pena dar la vida por las cosas que son eternas: por Dios, por la patria, por el camarada. Yo de chico me formaba leyendo sobre San Martín, sobre Belgrano, sobre Güemes, sobre Rosas. Pensemos que el Sargento Mario Cisneros o el Cabo Roberto Baruzzo son los Sargentos Cabrales más cercanos a nosotros". 

"Baruzzo -recuerda Miranda- sostuvo en brazos a un superior que estaba ensangrentado, había recibido varios disparos, y cuando se le acabó la munición sacó su cuchillo para defenderse de los británicos que estaban acosándolos. Ese acto emociona a los enemigos, que tocan su cuchillo con el fusil y le dicen que la guerra ha terminado. Cuando uno conoce a esos héroes de Malvinas también se emociona". 

Jiménez Corbalán alega que "la geopolítica del Atlántico sur debiera ser incluida en la currícula de los establecimientos educativos de nivel provincial y nacional". Y, aunque estima que el daño realizado es muy profundo y costará revertirlo, es en esencia optimista sobre la posibilidad de conseguirlo con tiempo y compromiso. Como Canale, ve "cambios favorables que vienen de la mano de una nueva generación de argentinos jóvenes, que no se quedaron con el llanto, el lamento y la queja". 

Para Sebastián Sánchez, si urge mirarnos en el espejo arquetípico de Malvinas en esta postrada argentina, es porque "se manifestaron allí en esos dos meses y medio las virtudes propias del argentino. Y entre esas virtudes se encuentran las virtudes cristianas. Porque, pese a tantos años de laicización, o de descristianización de la comunidad argentina, en la guerra esas virtudes propiamente cristianas se manifestaron con toda la fuerza". 

Sánchez incluso va más lejos y argumenta que "Malvinas, sin las hazañas de tantos de aquellos hombres, y sin la espiritualidad de la enorme mayoría de ellos, aparece cercenada, mutilada y escamoteada a los ojos de los argentinos". 

"Ese es quizás el escamoteo más grande" que se ha hecho sobre Malvinas, especula. "Mutilar la gesta, sacarle su vertebración fundamental que es la espiritualidad cristiana de los diez mil hombres que fueron allí, es una mutilación insostenible", asegura. 

Diario de guerra 

Sánchez sostiene que "el padre Renaudier de Paulis, dominico, es quizás el argentino protagonista en Malvinas que más profunda intelección ha hecho respecto de la gesta, de lo que significaba esta guerra. Es riquísimo su diario de guerra". 

"Una cosa que él decía es ésta -recuerda Sánchez-: "Inglaterra está vencida, aunque gane y retome el archipiélago". Y continuaba: "La derrota contra Inglaterra será un triunfo. Y esto podrá salvar nuestra tierra humillada. Si fuimos vencidos y debemos capitular, esa derrota será para nosotros una victoria política y moral". 

"No se trataba de la victoria de las armas", explica el profesor. "Se trataba de que, a partir de esa oportunidad histórica que representaba la guerra, como decía Patricio Randle, la Argentina se pusiera de pie y dejara de ser una patria humillada. Esa oportunidad en 1982 se perdió. Y vinieron 40 años de humillación", se lamenta, algo en lo que coinciden Farinella y Jiménez Corbalán, quien pudo ver a su regreso de las islas cómo ese país vibrante y solidario se había esfumado. Farinella asevera que en Malvinas vimos reverdecer durante unos meses los principios y fundamentos de nuestra nacionalidad, que fueron la fuerza espiritual que sostuvo a los combatientes. 

Sánchez expresa el deseo de "que hoy el reflejo que nos da el espejo malvinero sirva para poner a la Argentina de pie. No para el verso de ser potencia. Sino para que Argentina sea una patria con claridad respecto de su destino". 

Documental sobre la guerra 

El principal terreno donde se planteó la interpretación de la contienda durante la posguerra fue en la industria cultural, con los medios audiovisuales como mascarón de proa, por lo que no puede sorprender que el intento por revertir la "desmalvinización" se concentre ahora también en el cine. 

El descuido de esta herramienta tan importante para la comunicación -basta pensar en la rapidez con que Hollywood produce films para fijar el canon interpretativo sobre cualquier guerra estadounidense- fue advertido por un grupo de jóvenes nucleados en la productora Faro Films, que están filmando un documental en homenaje a los caídos y los veteranos del conflicto, 1982. La Gesta, una película que quiere satisfacer esa necesidad de "malvinizar" que muchos aprecian como una urgencia. 

Nicolás Canale, uno de los responsables de la productora, confía a La Prensa que el filme "quiere contar cómo se vivió la Guerra de Malvinas desde adentro, a través de los testimonios de veteranos de guerra que nos narran, además de la misión que le tocó a cada uno, por qué fueron, qué los movió, qué sintieron, qué pensaron, cómo es perder a un compañero en batalla, y por qué volverían a combatir si tuvieran la oportunidad". 

Canale cuenta que la etapa de rodaje, en la que entrevistaron a 22 veteranos de diversos rangos, ya está terminada y ahora están en la etapa de postproducción, donde piensan sumar material de archivo, diversas animaciones y mapas. 

Su sueño, confiesa, es hacer una serie de ficción de Malvinas. "Pero queremos hacerla bien, como no se hizo nunca y como nos la merecemos los argentinos. Parece imposible, pero apostamos a eso", afirma.

 

Fuente: https://www.laprensa.com.ar

REFUERZAN EL DESPLIEGUE MILITAR EN TIERRA DEL FUEGO Y HABLAN DE “DEFENSA” ANTE LA PRESENCIA BRITÁNICA EN MALVINAS

 

El ministro Jorge Taiana, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Martín Paleo, expusieron en la Escuela de Guerra. “Nueva doctrina” defensiva. 

El jefe del Estado Mayor Conjunto, Teniente General Juan Martín Paleo, al exponer en la Escuela de Guerra, con el mapa de la Argentina bicontinental. Sentado detrás, el ministro de Defensa, Jorge Taiana. Foto: Mindef

El Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas avanzan en un plan para fortalecer la presencia militar en Tierra del Fuego, como parte de un rediseño estratégico mayor que busca solucionar la “discontinuidad territorial” del continente con “la isla (fueguina)” y de ésta con la Antártida Argentina. Y que mira enfrente, a pocos kilómetros, la presencia militar británica en las Malvinas. 

En esa línea, a principios de este mes y para acentuar la conectividad aérea con la isla, Defensa anunció el inicio de un puente aéreo Río Gallegos- Tierra del Fuego con aviones Twin Otter de la Fuerza Aérea -al servicio de LADE y sus vuelos de fomento- que operarán cinco veces a la semana. 

Pero hay más acciones: en mayo se desplegará en Río Grande un radar primario móvil para vigilancia y control de las operaciones del puente aéreo y del “espacio circundante, incluida Malvinas”, según señalan. En Ushuaia se proyecta una base adelantada de la Fuerza Aérea para recibir “periódicamente” aviones de combate que hagan adiestramiento por períodos cortos. 

El 4 de marzo de 2022, el ministro de Defensa Jorge Taiana y el gobernador fueguino Gustavo Melella, ante la piedra fundamental de la construcción de la base naval integrada en Ushuaia. Foto: MINDEF

Asimismo, el ministro de Defensa Jorge Taiana junto al gobernador fueguino, Gustavo Melella, dieron este mes inicio a las obras de construcción de la base naval integrada en Ushuaia, que contará con un muelle de uso militar y civil ligado a las actividades antárticas y de servicios que se pretende dar a terceros países con el Polo Logístico Antártico. 

Por último, para remarcar la presencia militar en el territorio se proyecta la instalación de una unidad del Ejército en la isla, posiblemente en Tolhuin, una localidad de 10 mil habitantes próxima al Lago Fagnano. 

La semana pasada, estos planes de proyección hacia la Antártida y la noción de una “Argentina bicontinental”, junto con la cuestión Malvinas, fueron eje de la inauguración del ciclo académico 2022 de la Escuela Superior de Guerra Conjunta. Allí expusieron el ministro Taiana y también el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Teniente General Juan Martín Paleo. 

Paleo se refirió a una “nueva doctrina” estratégica para la Defensa, y sobre Malvinas sostuvo: “La recuperación de ese territorio no va a ser a través de la vía militar, así lo ha manifestado nuestro país. Yo como responsable no voy a desarrollar planes (militares), pero debo reconocer y no caer en el análisis inocente de ese enclave militar de una de las principales potencias mundiales, ocupando nuestro territorio. Yo estoy pensando cómo defenderme de eso”. 

Y siguió: “Porque la presencia militar, la capacidad militar (británica) con aeronaves de cuarta generación, las actividades de adiestramiento y algunas de carácter combinado [con otros países] con submarinos nucleares nos debe hacer como mínimo adoptar prevenciones defensivas respecto de ese territorio ocupado militarmente”. 

En su exposición, delante de decenas de funcionarios, altos mandos y los 150 cursantes de la Escuela Superior de Guerra Conjunta, Taiana indicó que se trabaja para incorporar diez mil soldados voluntarios más a las fuerzas; y sobre el reequipamiento, mencionó los tres grandes proyectos: la incorporación de blindados a rueda (en número suficiente para dotar una brigada); la “necesidad de recuperar la capacidad submarina” y el “estudio de varias propuestas” para adquirir un caza supersónico. 

Los jefes militares, funcionarios y cursantes de la Escuela Superior de Guerra Conjunta, durante la exposición del ministro Jorge Taiana y el General Martín Paleo, el 21 de marzo de 2022. Foto: MINDEF

El General Paleo inició su ponencia con un gran mapa de la Argentina bicontinental (su uso es obligatorio por ley desde 2010) que pone en el centro geográfico del país a Tierra del Fuego. 

“Argentina tiene limitaciones en la integración del territorio, queremos mostrar que hay que avanzar en la integración de Tierra del Fuego, no puede seguir sin comunicación efectiva. Esto se vincula a la visión del siglo XXI donde un tema político y estratégico de extraordinaria relevancia es la perspectiva y mirada hacia el Atlántico Sur”, aseguró. 

Luego encaró la “nueva doctrina” de cómo debe plantearse la defensa militar en un país que es el octavo territorio en extensión en el mundo, baja densidad demográfica, con “muchos objetivos” que cuidar, y “recursos “financieros y humanos muy escasos” -una alusión delicada a la situación de inanición en que están las Fuerzas Armadas luego de lustros de desinversión. 

Paleo habló de una estrategia “multicapa” que, según precisaron a Clarín en el Edificio Libertador, es una mirada estratégica elaborada en la presente gestión militar, iniciada en el actual gobierno. 

“Hay que contemplar la extensión del territorio como una fortaleza, no una debilidad. Esta extensión tiene que jugar a favor nuestro, que aquel que quiera agredirnos, con su capacidad de proyección quizás pueda acceder al territorio pero que su problema pase a ser mantenerse dentro”. 

"Degradar al agresor" 

“Esto nos lleva – siguió- a que concibamos iniciar la degradación del agresor desde las mayores distancias, buscando darle al campo de combate una profundidad elevada y evitando el empeñamiento de las fuerzas disponibles escasas”. 

Paleo puso el énfasis en la utilización de fuerzas especiales (de dónde él proviene), y en una capacitación para la “polivalencia” de las escasas tropas: “Si la agresión proviene del Sur o del Atlántico, nuestras tropas de montaña o de monte no pueden ser meros espectadores y enfrentar un conflicto con 5 mil a 8 mil hombres”, dijo. 

Precisó que todas las FFAA cuentan con 84 mil efectivos en total, un número “similar” a la suma de tres fuerzas policiales provinciales. 

En esta "estrategia multicapa" frente a un potencial invasor sostuvo que “cobra sentido cuando hablamos de un caza multi rol con capacidad de reabastecimiento en vuelo, porque necesitamos degradar al agresor desde las más largas distancias; y atacar la línea de comunicaciones del agresor, es lo que da sentido a la necesidad de recuperar nuestra capacidad submarina como arma ofensiva por más que sea en un contexto defensivo”. 

Como informó Clarín días atrás, está en análisis la posibilidad de adquirir submarinos franceses clase Scorpene, para reemplazar las capacidades perdidas por la trágica pérdida del ARA San Juan. 

Para el militar, se trata de una estrategia que llamó “de restricción de áreas, no negación porque impedir el paso (de una fuerza invasora) la ecuación nuestra no lo permitiría. Es restricción, que sea insostenible para el agresor mantenerse en nuestro territorio”, concluyó.

 

Fuente: https://www.clarin.com