26 de septiembre de 2022

MALVINAS: UN INGLÉS GUARDÓ 40 AÑOS EL CASCO DE UN SOLDADO ARGENTINO Y VIAJÓ PARA DEVOLVÉRSELO A LA HIJA

 

Mark Eyles Thomas lo encontró en el campo de batalla. Luego de conservarlo durante cuatro décadas, ubicó a la familia del veterano argentino Daniel Sírtori y recorrió más de 25 mil kilómetros para restituirlo. La historia llegó a TN y la Gente. 

Por Mariano López Blasco 

Mark Eyles Thomas junto a Virginia, hija del excombatiente. (Foto: gentileza familia Sírtori)

Virginia revisó su WhatsApp, vio la foto y automáticamente reconoció el casco. Lo asoció con una imagen que conocía de memoria: la de su papá, Daniel Sírtori, con una rodilla clavada en la nieve de Malvinas. 

Eran los primeros días del año y la joven (30) recibía una noticia: el veterano inglés Mark Eyles Thomas la estaba buscando para devolverle el casco que había usado el soldado de Chajarí durante la guerra que enfrentó a argentinos y británicos en 1982. 

“La aparición del casco simboliza la paz, une y deja atrás el odio” 

En esos días, Thomas finalmente logró contactarse con Virginia y le prometió que pronto viajaría a la Argentina para entregarle personalmente el objeto que perteneció a su papá. Cumplió con su palabra esta última semana. 

“La aparición del casco simboliza la paz. Une y deja atrás el odio. Mi viejo era eso. Era paz, unión y amistad. Él hizo aparecer el casco para dejarnos este mensaje. Lo siento así”, retrata Virginia a TN y la Gente con un hilo de voz. “Pasé dos días de emociones muy fuertes y quedé afónica. Disculpame”. 

Daniel Sírtori con su casco en Malvinas, hace 40 años. (Foto: gentileza familia Sírtori)

Virginia recibió el casco de manos de Thomas en un acto conmemorativo en el cementerio municipal de Chajarí, donde descansan los restos de su papá. “Me siento honrado de poder devolvértelo. El casco ha viajado más de 25 mil kilómetros y cruzó muchas zonas horarias. Estoy seguro de que tiene muchas historias para contar”, le dijo el veterano británico. 

Una de esas historias hizo escala en Santa Fe, donde vive Agustín Vázquez, un empleado de la administración pública seguidor de la causa Malvinas. Guiado por su pasión, el hombre entró en contacto con numerosos veteranos del país y del Reino Unido en los últimos años. Uno de ellos fue Mark Eyles Thomas. 

Thomas, que integró el 3PARA (Tercer Batallón de Paracaidistas) del ejército del Reino Unido durante la guerra, le escribió a Vázquez para que lo ayudara a encontrar a un veterano argentino. Ya contaba con una pista decisiva: el apellido Sírtori estaba escrito de puño y letra en el casco que el británico anhelaba devolver. 

El apellido del excombatiente, escrito de puño y letra en el casco. (Foto: gentileza familia Sírtori)

Un soldado que había combatido con el entrerriano en Monte Tumbledown encontró el casco en el campo de batalla y se lo dio a Thomas, quien lo conservó durante 40 años. Vázquez leyó el mensaje, se entusiasmó con la misión y finalmente, a través de Armando Scévola -excombatiente a cargo de la sala evocativa de Malvinas en Concepción del Uruguay que lleva el nombre de Sírtori-, logró ubicar a Virginia. 

A principios de la década del 80, al igual que muchos jóvenes, Daniel Sírtori ingresó al servicio militar obligatorio en el Centro de Instrucción del Parque Pereyra, en Villa Elisa, provincia de Buenos Aires. Luego fue trasladado al Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) en Río Grande, Tierra del Fuego. Tenía 19 años cuando lo reclutaron para Malvinas. 

Finalizada la guerra, el “Gringo” -así lo apodaban amigos y camaradas- Sírtori volvió a Entre Ríos, ejerció su oficio de mecánico, se casó con Cristina Vello y juntos tuvieron a Virginia. El 3 de junio de 1999, a los 37 años, decidió quitarse la vida. 

Abril de 1982. Daniel Sírtori en Malvinas. (Foto: gentileza familia Sírtori)

“Yo tenía 6 años cuando se fue. Y aunque lo disfruté poco, puedo decirte que fue un papá maravilloso. Todo el mundo lo quería”, menciona la joven. Y sigue: “Sus amigos todavía lloran por él y lo recuerdan con retratos e incluso con pinturas en sus casas. Todos querían tocar y besar el casco. Pensar que mi papá lo usaba hasta para calentar agua e incluso cocinar”. 

El soldado inglés que viajó a Chajarí para devolver el casco que perteneció a un excombatiente de Malvinas: “Somos todos parte de una misma familia” 

Cuenta Virginia que su papá solía decir que los ingleses eran “buena gente”, y jactarse también de haberle enseñado a un soldado enemigo a hacer tortas fritas. “Por eso insisto que la aparición del casco tenía un fin y definitivamente es un mensaje de paz para la humanidad”, sostiene. 

De alguna forma, siente que esta historia interpela el sentido de esa y todas las guerras: seres humanos que, fusil en mano, se matan entre ellos sin conocerse las caras. “Hoy somos todos parte de una misma familia. Trascendemos todos los límites impuestos por las nacionalidades y barreras diplomáticas”, dijo Thomas en otro tramo de su discurso.


Mark Eyles Thomas le entrega el casco a Virginia, hija de Daniel Sírtori. (Foto: Chajarí al día)

“No te puedo explicar lo que es este veterano inglés. Viajó junto a su esposa, Tricia, y hasta trajeron regalos para mi hija Renata. Una cadenita de oro que perteneció a su papá, una medalla grabada con el nombre de mi nena, un peluche que habla”, detalla Virginia, todavía invadida por la emoción. Además de los actos oficiales en los que participó, Thomas ofreció una charla para los alumnos del Instituto María Auxiliadora (IMA). 

Fuente: https://tn.com.ar

25 de septiembre de 2022

UNA MISIÓN SUICIDA Y EL INFIERNO EN WIRELESS RIDGE: EL CONTRAATAQUE A TODO O NADA EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA GUERRA

 

En las últimas horas de la guerra, se planeó un contraataque para apoyar a los Soldados del Regimiento 7 que estaban siendo desbordados por los británicos en Monte Longdon. Los detalles de una historia de valor y entrega de un grupo de Soldados que sabían que iban a una misión suicida. 

Por Adrián Pignatelli 

Víctor Hugo Rodríguez lo llamó "mi rancho" en Malvinas. Está con el Capitán Zunino, jefe de la Compañía A Tacuarí; Soldado Galeassi y el estafeta Carballo

Cuarenta años después, sus Soldados siguen con lo mismo, que en la guerra sobresalía por su voz de mando. Hasta en el grupo de wasap que se hizo con los integrantes de su sección, alguien se atrevió a preguntar qué había sido de la vida de ese viejo que en el último contraataque en Wireless Ridge gritaba como loco en la cima del cerro. 

No era viejo, le faltaba medio año para cumplir 33 años. Era el Teniente Primero Víctor Hugo Rodríguez, conocido por todos como “Chuly”, porque le salía bárbaro la imitación que hacía de un superior, el Chuly Vázquez. Hoy es Teniente Coronel retirado con cinco hijos, siete nietos y pudo vivir para contar lo que junto con un puñado de sus Soldados, protagonizó el último contra ataque argentino en la guerra de Malvinas. 

Ese 2 de abril se enteró mirando la televisión de la recuperación de las islas. Su esposa Graciela, una formoseña de 26 años –“mezcla de quebracho y vinal”, la describe él- vistió a sus cuatro hijos y se fueron a la Plaza de Mayo. Cuando llegaron casi todos se habían ido, pero Rodríguez quiso que sus hijos tocasen la pirámide, porque ese era un día histórico y les remarcó que la vida del país cambiaría para siempre. El tiempo le demostraría que se había equivocado. 

El 8 fue convocado al Regimiento de Infantería Mecanizada 3 de La Tablada. El alma se le cayó al piso cuando, a pesar de estar a la altura de una jefatura de compañía de infantería, se le informó que estaría a cargo de la primera sección de tiradores de la Compañía A. 

Posición de ametralladora del grupo apoyo junto a su jefe, el Cabo Primero Salot. El primero a la izquierda es el Soldado Julio César Segura, caído en combate

Su primer desafío: comandar a 40 hombres a los que no conocía y que no había formado. Como el Soldado que apareció en la puerta del cuartel con su padre, con la intención de que no fuera movilizado. Sin embargo el hijo le dijo al padre “que quería ir con sus compañeros y volver con ellos”, a lo que éste le respondió: “Vine a escuchar eso”. 

Cuando el 10 de abril llegaron a las islas, comprobaron que la planificación era un desastre. Con el jefe del regimiento, Teniente Coronel David Comini se estudiaron posibles contraataques hacia el mar y se practicaban desplazamientos para familiarizarse con el terreno. 

El desayuno era una cucharada de azúcar, una de mate y otra de café, con agua caliente. A la noche se rezaba el rosario y se intercambiaba información. Cuando las trincheras se inundaban, se hacían plantillas con cartón para los borceguíes. Siempre estuvieron con la ropa húmeda. 

Dragoneante Esteban Tries, Sargento Manuel Villegas y Soldado Fernando Santurio, en Malvinas

A las dos de la madrugada del sábado 12 de junio le ordenaron a Rodríguez alistar a su sección, porque la Compañía A debía ocupar una posición de bloqueo en los cerros de la primera línea. La sección debía ir al cerro Tumbledown. 

Como cada Soldado llevaba tres cargadores, Rodríguez ordenó llenar medias con munición que, atadas, se las colgaron del cuello. Llevaban además una manta, un paño de carpa y algo de comida. 

A pesar del dramatismo de lo que significa ir al frente cuando se sabía del avance inglés, hubo momentos de risas y bromas cuando los Soldados veían cómo los camiones que transportaban la munición pesada se deslizaban por las calles debido a la capa de hielo y se incrustaban en cercas y destruían jardines. Para el jefe de la sección era una ironía de la vida esas risas cuando iban camino a la muerte. 

El panorama era desolador. “Ya había caído el 4″, contó Rodríguez a Infobae. “Era espantoso ver a los Soldados que se replegaban, heridos, sucios, venían mal”. No quiso que sus Soldados los vieran y los hizo ir mirando el valle de Moddy Brook. 

Cuando llegaron a la posición, cavaron trincheras mientras recibían fuego de artillería. La munición de mortero llegó por helicóptero hasta el cuartel de los Royal Marines y hubo que hacer quince viajes a pie llevando los cajones al hombro.

Maniobra de la primera y segunda sección en el valle de Moody Brook hacia Wireless Ridge, en uno de los últimos movimientos de las tropas argentinas en la guerra

El domingo 13 de junio siguieron recibiendo fuego de la artillería inglesa. Rodríguez sabía que faltaba poco para que entrasen en combate porque ya habían caído los montes Dos Hermanas y Kent. Uno de los proyectiles cayó en el pozo de zorro del Soldado Julio César “Negro” Segura, que instantes antes le estaba gritando bromas a otra posición. Quedó con la espalda abierta y pedía que lo matasen. Su amigo, el Soldado Rubén Carballo intentó sin suerte poner en marcha un camión de la Cruz Roja y cuando regresó, su amigo ya había fallecido. 

La posición de su gente era la peor. Estaban a mitad de camino entre los ingleses y la defensa de Puerto Argentino. Por arriba de sus cabezas pasaban proyectiles de ambos bandos. Veían cómo el fuego inglés se concentraba sobre los efectivos del Regimiento 7. 

A las diez de la noche del 13 de junio, Rodríguez recibió una orden suicida: las secciones debían desplazarse hacia el norte, a las alturas de Wireless Ridge para realizar un contraataque y apoyar al Regimiento 7 en su movimiento de repliegue. 

Rodríguez le preguntó al Capitán Zunino quién había sido el hijo de puta que había impartido esa orden, y se dispuso a cumplirla. Rodríguez reunió a sus Soldados y les explicó lo que debían hacer. 

Así partió la primera sección de Rodríguez, a su derecha la tercera sección del Subteniente Carlos Aristegui, seguida por la sección apoyo del Teniente José Luis Dobroevic. Cerraba la formación la segunda sección del Teniente Horacio Mones Ruiz. 

Años después, Rodríguez flanqueado por el radioperador Paz y el estafeta Carballo

El avance fue lento, en cadena, bajo un intensísimo fuego cruzado de la artillería enemiga y la propia. Enseguida su sección quedó incomunicada: la radio que llevaban tenía agotadas las baterías. Ordenó que la tirasen. La incomunicación le impidió saber a Rodríguez que los Soldados del 7, a los que iba a apoyar, ya se habían replegado a Puerto Argentino. 

El oficial de operaciones del Regimiento, Mayor Berazay recibió la orden del comandante de brigada General Jofre de detener el contraataque y replegarse. El Capitán le mandó a Rodríguez cuatro suboficiales que no lo pudieron encontrar. 

Y su sección siguió avanzando. 

25 años después de la guerra, en un asado de camaradería, el Sargento Domínguez sorprendió a todos cuando confesó que había recibido de una estafeta la orden de repliegue y que lo había echado a los gritos. 

Estaban completamente mojados porque debieron cruzar el arroyo de Moody Brook, con temperaturas bajo cero y una intensa nevada. 

El Soldado Tries recuerda que, en medio del abatimiento y el cansancio, escuchó a Rodríguez ordenar “¡A lo gaucho, carrera mar! ¡Viva la Patria, carajo!” Rodríguez confesó a Infobae que en ese momento tuvo dos miedos, uno a morir y el otro que no lo siguiera nadie. 

En Malvinas, de izquierda a derecha: Mario Ruso, Fernando Santurio, Rubén Caraballo, Sargento Manuel Villegas, Cabo Primero Guillermo Salort, Luis Manzanares, Tony Alvarez, Cabo Fariña y, agachado, Eduardo Guillermo Gómez

Empezaron a subir el monte, nadie sabe con qué fuerzas, en medio de explosiones, gritos y bengalas. 

Fue cuando los ingleses lo detectaron. Lanzaron bengalas de iluminación y desataron un infierno de proyectiles que barrieron 200 metros de ancho por 40 de profundidad. Sus proyectiles estallaban a 30 metros de la tierra y las esquirlas arrollaban todo lo que tocaban. Por suerte para los argentinos, habían errado por unos 40 metros. De haber hecho puntería, posiblemente nadie hubiera sobrevivido. 

Rodríguez ordenó continuar avanzando. Mandó al Soldado Carballo a que buscase al jefe de compañía para conocer qué pasaba, pero no lo halló. Decidió hacerse cargo, como el oficial más antiguo en el campo de batalla. 

Le ordenó al Subteniente Aristegui, recién salido del Colegio Militar, que intentase subir al monte por la derecha y que buscase contacto con el regimiento 7. A los pocos metros cayó con un disparo en el cuello. Enseguida dos Soldados fueron a rescatarlo. Aristegui estaba boca arriba. Uno de ellos le palmeó la mejilla y le dijo: “Quedate tranquilo, pendejo, vos con nosotros te portaste bien, nosotros te vamos a sacar de acá”. 

Ante el avance de su sección, fracciones menores enemigas se sorprendieron y retrocedieron. Les empezaron a tirar con artillería. En esa acción fueron heridos los Suboficiales Villegas, Vallejos, Retamar, el Soldado Amusane. Para Rodríguez la misión seguía siendo tomar contacto con el jefe del regimiento 7. Con una veintena de sus Soldados continuó avanzando. 

Se preocupó cuando halló a Soldados muertos pertenecientes al 7 y ahí tomó conciencia que esa unidad ya no estaba más ahí. Lo sorprendió el grito de un Suboficial: “¡Usted está loco, los ingleses ya están acá!” 

La propia artillería disparaba sobre esa zona porque creía que no quedaban argentinos en Wireless Ridge. Los Soldados de la sección se cubrían detrás de las rocas. 

Rodríguez, como había perdido contacto con el Sargento Villegas salió a buscarlo, mientras los Soldados quedaron a cargo del Cabo Salort, pero recibió una lluvia de disparos ingleses que lo hizo retroceder. Villegas había caído herido en el estómago y en el brazo. Rodríguez entonces ignoraba que los Soldados Tries y Serrizuela, desafiando el fuego enemigo, lo recogieron y lo cargaron ocho kilómetros hasta el hospital de Puerto Argentino, a pesar de las órdenes de Villegas de que lo dejasen ahí. “Mi Sargento, no lo puedo dejar morir aquí, porque usted me debe un asado”, le respondió Tries. También se jugaron la vida el Soldado Páez y el Cabo Primero Domínguez cuando salvaron al Sargento Juan Vallejo, al que vieron rodar por la ladera del monte, gravemente herido. 

Ante la situación de que el regimiento 7 ya no estaba, que lo sobrepasaban los disparos de artillería inglesa, que recibía fuego enemigo desde el norte, que le disparaba la propia artillería, decidió regresar por el sur. “Yo los traje y yo los saco”, se propuso. 

Ordenó abrir fuego en todas direcciones mientras las secciones se replegaban en dos columnas hacia la bahía ubicada al otro lado de Puerto Argentino. La niebla y la nieve ayudaron a que no fueran vistos. Al pie del Moody Brook, sin tener la certeza de que con quién se encontrarían, los esperaba el Capitán Zunino, quien lo puso al tanto de la situación y que el Sargento Villegas, que él buscaba, había sido herido y estaba en el hospital. 

Camino a Puerto Argentino, ya el silencio era total. El panorama era desolador: cañones abandonados, armas tiradas, decían que todo había terminado. 

Víctor H. Rodríguez hoy. Repite que Malvinas le dejó valiosas enseñanzas de vida

El regimiento 3 tuvo cuatro muertos y 27 heridos. La Compañía A “Tacuarí” tuvo 20 heridos. La sección de Rodríguez debió lamentar la muerte del Soldado Segura y varios heridos. Rodríguez tenía una herida en el mentón, producto de una esquirla. Todos habían bajado un promedio de 18 kilos. 

El Soldado que en el grupo de wasap preguntaba por Rodríguez se llama Sergio Torres, es de Zárate y le confesó muchos años después que cuando lo vio iluminado por la luz de las bengalas enemigas gritando y alentando a la gente arriba del cerro, su perspectiva de cómo ver las cosas cambió radicalmente. Enseñanzas de la guerra que quedan marcadas para toda la vida. 

Las fotografías pertenecen al libro Llevando la Patria al hombro, de Víctor Hugo Rodríguez.

Fuente: https://www.infobae.com

ESTUVIERON ENFRENTADOS A MUERTE EN LA GUERRA DE MALVINAS Y 40 AÑOS DESPUÉS PRESENTARON JUNTOS SUS LIBROS

 

Los veteranos de guerra Víctor Hugo Rodríguez y Philip Neame tuvieron un emotivo encuentro en Londres. Ambos dejaron el ejército siendo Teniente Coronel y por la misma razón: después de Malvinas era difícil retornar a tareas administrativas. El inglés creó una fundación que se dedica a llevar a cadetes de las fuerzas armadas a realizar excursiones al Everest y a Himalaya. El argentino organiza el cruce de los Andes con una asociación que fundó. 

Por Adrián Pignatelli  

Hace 40 años eran enemigos y combatieron en Malvinas. Rodríguez y Neame en su encuentro en Londres.

Ambos se enfrentaron en la guerra en uno de los últimos contraataques argentinos. Y contaron este episodio en sendos libros. Cuarenta años después se encontraron cara a cara. El argentino es Víctor Hugo Rodríguez (73) y el inglés Philip Neame (76). “Fue un acto magnánimo de amor cristiano mutuo”, describió el argentino. 

Seis meses atrás se habían conocido por video, en una comunicación de la que participaron ambas familias. Hace unas semanas le llegó a Rodríguez una invitación para participar en Gran Bretaña de una presentación del libro del veterano inglés, titulado “Penal company of the Falklands. A memoir of the parachute regiment at war 1982”. 

Ambos veteranos analizaron lo que ocurrió la noche del 13 y la mañana del 14 de junio en Wireless Ridge.

Se conocieron este viernes en un hotel en Londres, donde se hizo el evento. Rodríguez le llevó el suyo “Llevando la patria al hombro”, editado el año último.

El británico llegó solo con una valija. Vive a doscientos kilómetros de la capital. Es el hijo menor de un Teniente General, condecorado con la cruz de Victoria por su actuación durante la Primera Guerra Mundial y además fue medalla de oro en tiro en los juegos olímpicos de 1924.

A Rodríguez le habían advertido que el abrazo no está contemplado en la convención inglesa del saludo, pero sin embargo cuando lo vio entrar lo hizo y el inglés lo correspondió. Luego, estrecharon sus manos. 

Víctor Hugo Rodríguez en lo que él llamaba "mi rancho" en Malvinas. Está con el Capitán Zunino, jefe de la Compañía A; soldado Galeassi y el estafeta Carballo.

Malvinas los une no solo por ser ambos veteranos de esa guerra. Víctor Hugo Rodríguez, de entonces 32 años, lideró uno de los últimos contraataques argentinos contra un grupo de la compañía D del 2 Para, mandados por Philip Neame, de 36. 

A las diez de la noche del 13 de junio, el argentino recibió una orden suicida: las secciones debían desplazarse hacia el norte, a las alturas de Wireless Ridge para realizar un contraataque y apoyar al Regimiento 7 en su movimiento de repliegue. 

Hugh Mc Manner, en su libro “The Scars of War”, que reproduce Rodríguez en su libro, recordó: “estábamos en una zona descampada y sin apoyo, y parecía como si diez u once pelotones de fusileros nos estuvieran tirando. Varios conscriptos del Teniente Primero Rodríguez Pérez, pertenecientes al Regimiento 3, sin ser vistos, tomaron posición en las rocas donde la Compañía “D” perteneciente al Mayor británico Neame había estado anteriormente. Le preguntamos al Mayor (Philip Neame), acerca de volver y retomar nuestra posición. Efectuó unos tumbos fuera de la posición sin importarle los proyectiles que pegaban a su alrededor y luego regresó…” 

La compañía D del 2 Para británico en 1982, con la que combatió Philip Neame. (Tomada del facebook de P. Neame)

Cuarenta años después, Neame le confesó a Rodríguez: “estábamos agotados y nos queríamos reordenar”. Ese impasse le dio tiempo al argentino a replegarse y a salvar a muchos de sus hombres. 

Ambos emocionados hasta las lágrimas, el inglés rio con ganas al ver el regalo que le había llevado el argentino. Varias veces había descripto a Malvinas como un pantano horrible y miserable y como una turbera húmeda, y que sus calzados no eran los adecuados, pero sí los que usaban los argentinos. “A su problema le traje la solución”, le dijo, y sacó de una bolsa un par de flamantes borceguíes, que Neame bautizó “botas argentinas”. 

Rodríguez estuvo acompañado por su esposa Graciela. Pensaba ir vestido con una campera y camisa verde pero conociendo de la formalidad británica, optó por un saco y una camisa de vestir. Para todos fue un momento emotivo, donde en diversos momentos del encuentro a la traductora le costó cumplir con su tarea. 

El regalo. Rodríguez le llevó a Neame un par de borceguíes, luego de saber que el inglés había alabado este calzado.

Neame le confesó a Rodríguez que cuando fueron movilizados ignoraban si los enviaban hacia una isla escocesa o si iban al fin del mundo. Describió cuáles habían sido sus movimientos en ese combate en Wireless Ridge, y que estaba al mando de la Compañía D, que era la que enviaban a los peores lugares. “Ningún comandante dispone siempre de todos los recursos que precisa. Ellos también tuvieron ese problema”, remarcó Rodríguez.

Con la ayuda de mapas y gráficos, ambos explicaron sus movimientos y las alternativas del combate, en esas últimas horas de la guerra. 

El argentino se llevó una frustración del encuentro, que duró casi dos horas. Quería conocer la identidad del francotirador inglés que evitó disparar a los soldados que fueron al rescate del Sargento Manuel Villegas. Sin embargo, Neame dijo no recordarlo. 

Villegas había caído herido en el estómago y en el brazo. Los soldados Tries y Serrizuela, desafiando el fuego enemigo, lo recogieron y lo cargaron ocho kilómetros hasta el hospital de Puerto Argentino, a pesar de las órdenes del herido de que lo dejasen ahí. 

Rodríguez le contó que Villegas se casó, tuvo hijos y se convirtió en abuelo. “Ese objetivo épico que me habían propuesto no pude llevármelo; tanto Villegas como los soldados que lo salvaron se lo merecían”. Luego del encuentro, habló con sus soldados y todos consideraron que se había hecho todo lo posible por identificar a ese hombre, al que solo desean darle las gracias. 

Los libros de ambos veteranos, el inglés y el argentino.

Neame sirvió durante veinte años como paracaidista y por su actuación en la guerra del Atlántico Sur mereció que fuera mencionado en los partes de sus superiores. Luego que se retiró en 1994 se dedicó a la actividad privada y creó la Ulysses Trust, una organización que brinda asistencia financiera para expediciones y actividades de aventura que involucran a miembros de la fuerza de reserva de voluntarios y las fuerzas de cadetes del Reino Unido. 

Rodríguez fue jefe de la primera sección de la compañía A del regimiento de infantería 3. Condecorado con una mención especial, es el fundador y presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana Cuna de la Bandera, de Rosario. Fue el líder de 25 expediciones a lomo de mula en la recreación del cruce de los Andes. 

En las líneas que le dedicó en el libro que le obsequió, escribió que “solo los hombres de bien podemos atravesar esas fronteras que impuso el combate”. Neame, en su libro, expresó estar “muy contento de encontrarnos de nuevo después de cuarenta años, en mejores circunstancias que aquellas en que nuestros caminos se cruzaron”. 

“Esto de conocernos -remarcó Rodríguez- es propio del ser humano y del soldado dentro y fuera del campo de batalla, y en los objetivos del combate, él peleando por la reina y yo por la historia de mi Patria”. 

Malvinas es esencial y duradero y este encuentro, para el argentino fue “único e irrepetible. Me sirvió para posicionar mi cabeza y mi corazón”, subrayó. Dios quiso que siguiéramos con vida y hoy estamos honrando esa vida. La guerra fue un paso más en nuestra existencia”. Neame remarcó dejar de lado el pasado y mirar hacia adelante y dijo que para él era “un honor y un privilegio hablar con Víctor Hugo como un amigo. 

El argentino lo invitó al próximo cruce en mula de los Andes. “A lo mejor voy”, adelantó el inglés. Sin quererlo, una guerra había logrado unirlos. 

Fuente: https://www.infobae.com

17 de septiembre de 2022

REINA ISABEL II: SU INTERÉS SECRETO POR LA GUERRA DE LAS MALVINAS

 

 

Desde reuniones con Margaret Thatcher hasta un hijo soldado, la monarca del Reino Unido tuvo una fuerte presencia en el conflicto con las Malvinas. 

La Reina Isabel II falleció hoy a los 96 años de edad, tras darse a conocer la preocupación de los médicos por su estado de salud. En sus 70 años como monarca, la reina sostuvo un rol fundamental en conflictos bélicos como la Guerra de las Malvinas. 

La soberana se manifestó sobre las Islas en repetidas ocasiones. Por ejemplo, hace apenas cuatro meses, cuando la Corona británica concedió el estatus de ciudad a Puerto Stanley -Puerto Argentino-, capital del territorio.  

REINA ISABEL II: SUS DECLARACIONES SOBRE LAS ISLAS MALVINAS

 

La última referencia pública de la reina sobre el conflicto fue el 8 de mayo de 2013, cuando prometió proteger el derecho de autodeterminación de los habitantes de las Malvinas y Gibraltar, cuya soberanía es reclamada por España. 

"Mi gobierno garantizará la seguridad, buena gobernanza y desarrollo de los territorios de ultramar, incluida la protección del derecho de los habitantes de las Falklands (según la nomenclatura británica) y de los gibraltareños a determinar sus futuros políticos", señaló Isabel II en un discurso ante el Parlamento. 

Dos meses antes del anuncio, los isleños habían votado en un referéndum a favor de seguir siendo un territorio controlado por la administración británica.  

ISABEL II: LA REINA DE INGLATERRA DURANTE LA GUERRA DE LAS MALVINAS

 

En 1982, el Partido Conservador británico sufría un notorio desgaste. La popularidad de su primera ministra, Margaret Thatcher, descendía y la situación económica no colaboraba con el panorama. 

Mientras tanto, en nuestro país, estábamos en plena dictadura militar. Cuando Argentina puso pie en las islas el 2 de abril, Thatcher no dudó en responder contra el general Galtieri y dio inicio al histórico conflicto.

La reina Isabel II mantuvo varias audiencias públicas con Thatcher. Si bien la victoria en la guerra fue de suma utilidad para reforzar la estabilidad política inglesa, el interés de la monarca en el conflicto no se limitaba a su rol como mandataria sino que tenía detrás un trasfondo personal. 

 

El príncipe Andrés, su tercer hijo, había viajado a pelear en la Guerra de Malvinas. Prestó servicio en el portaaviones HMS Invincible y como piloto de helicópteros. Fue la cara de la victoria, y regresó a casa como "héroe de las Falklands". 

Hoy, sin embargo, está despojado de todo tipo de grado militar y tratamiento de Alteza Real. Esto se debe, entre muchas otras cosas, a que fue acusado de participar en una red de corrupción de menores junto a su amigo, el execrable empresario Jeffrey Epstein. 


Fuente: https://www.cronista.com

LA REINA ISABEL II Y LAS ISLAS MALVINAS: DESDE LA OFERTA DE PERÓN HASTA SU ÚLTIMA DECISIÓN HACE CUATRO MESES


A lo largo de sus 70 años de reinado, la monarca se manifestó en varias oportunidades sobre el conflicto con nuestro país. 

Por Mariano López Blasco

 

A los largo de sus 70 años de reinado, Isabel II se expresó en varias oportunidades sobre Malvinas. (Fotos: NA / Reuters)

 

El de Isabel II con las Islas Malvinas fue un vínculo que se mantuvo vivo a lo largo de sus 70 años de reinado: comenzó el mismo día de su asunción, con una inusual propuesta de Juan Domingo Perón para comprar el archipiélago ocupado por el Reino Unido; y se extendió hasta hace apenas cuatro meses, cuando la Corona británica concedió el estatus de ciudad a Puerto Stanley-Puerto Argentino-, capital del territorio. 

La última referencia pública de Isabel II sobre el conflicto fue el 8 de mayo de 2013. Ese día, a través de un discurso breve y solemne, prometió proteger el derecho de autodeterminación de los habitantes de las Malvinas y Gibraltar, cuya soberanía es reclamada por España. 

“Mi gobierno garantizará la seguridad, buena gobernanza y desarrollo de los territorios de ultramar, incluida la protección del derecho de los habitantes de las Falklands (según la nomenclatura británica) y de los gibraltareños a determinar sus futuros políticos”, subrayó la reina al presentar ante el Parlamento el programa legislativo del gobierno. 

Su declaración llegó en un momento de tensión diplomática entre la Argentina y Gran Bretaña. Dos meses antes, en un referéndum, los isleños habían votado abrumadoramente a favor de seguir siendo un territorio controlado por la administración británica: entre 1517 participantes, 1513 se inclinaron por la continuidad.

 

Isabel II junto al príncipe Andrés en 2018. El tercer hijo de la reina peleó en las Malvinas.

 

En 1982, la victoria del Reino Unido en la Guerra de Malvinas afianzó su soberanía sobre las islas del Atlántico Sur y tuvo consecuencias directas en el plano estrictamente político: fue una de la causas principales de la caída de la dictadura militar argentina en ese momento y contribuyó, al mismo tiempo, a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher. 

Isabel II tuvo varias audiencias públicas con Thatcher sobre el conflicto y siguió el tema día a día. La serie británica The Crown, emitida por Netflix, retrata ese interés en el quinto capítulo de la cuarta temporada. El final de ese episodio exhibe a la reina y a su cónyuge, Felipe de Edimburgo -fallecido el año pasado- frente a un televisor con imágenes de la primera ministra mientras festejaba el triunfo en el enfrentamiento. 

El interés de la reina, sin embargo, iba más allá. El príncipe Andrés, su tercer hijo, peleó en la Guerra de Malvinas: prestaba servicio en el portaaviones HMS Invincible y se desempeñó en misiones de combate como piloto de helicópteros. Luego fue ascendido a comandante hasta su baja, en 2001. 

El día que Perón le hizo una oferta a la reina Isabel II para comprar las Islas Malvinas 

El primer contacto de Isabel II con el conflicto de Malvinas encierra una historia poco conocida. Ocurrió el 2 de junio de 1953, cuando Elizabeth Alexandra Mary -27 años entonces- asumió al frente de la Corona británica. 

El vicepresidente argentino, Contraalmirante Alberto Teisaire, viajó a la ceremonia enviado por Perón, que además le encomendó una misión.

 

En 1953, Teisaire llevó a Isabel II una llamativa oferta para comprar las Islas Malvinas. (Foto: NA)


Durante un encuentro privado en el Park Lane Hotel, Teisaire le acercó al entonces subsecretario de Exteriores británico con responsabilidad sobre los asuntos latinoamericanos, Lord Reading (Gerald Rufus Isaacs, su nombre original), la intención de la Casa Rosada de comprar las Malvinas, ocupadas por el Reino Unido desde enero de 1833. 

Según documentos oficiales británicos desclasificados en enero de 1984, el enviado de Perón expresó que el Gobierno “deseaba que las relaciones económicas anglo-argentinas se establecieran sobre una base firme, y que su propuesta era que, como parte de algún arreglo a largo plazo, Gran Bretaña debería renunciar a todos los derechos y reclamaciones sobre las Islas Malvinas”. 

Nunca se conoció si la oferta estaba respaldada por una cifra concreta. Sí se supo que Reading la rechazó y el amparo de la negativa fue que los habitantes de las Islas Malvinas eran británicos, y que si se celebraba un plebiscito, “votarían prácticamente por unanimidad para permanecer bajo la bandera británica”. En el documento se agregó, entre paréntesis, que Teisaire “estuvo de acuerdo en que probablemente era cierto”. Casi una premonición del referéndum realizado 60 años más tarde. 

La última decisión de Isabel II sobre las Islas Malvinas 

El último capítulo conocido de la relación entre Isabel II y las Malvinas fue en mayo reciente, cuando la Corona otorgó el estatus de ciudad a ocho localidades con motivo del 70° aniversario de la reina en el trono. Una de ellas fue Puerto Stanley -Puerto Argentino-.

 

Vista aérea de Puerto Argentino, en las Islas Malvinas. (Foto: Adobe Stock)


Fuente: https://tn.com.ar