10 de octubre de 2021

UNA EXTRAÑA POSGUERRA: LA “INFLACIÓN” DE VETERANOS O EX COMBATIENTES A TRAVÉS DE LOS AÑOS

 

De 14.120 veteranos en 1982, diecisiete años después el número había ascendido sorpresivamente a 22.200. Y lo mismo los porcentajes de oficiales y suboficiales con respecto a soldados. Algo imposible. Por qué es necesaria una ley que defina quién es veterano de guerra. 

Por Martín Balza 

La historia universal es pródiga en cálidas y respetuosas acogidas a fuerzas derrotadas. Los responsables directos fueron los Generales Cristino Nicolaides y Reynaldo Bignone, secundados por sumisos altos mandos, ignoraron y humillaron a los soldados que regresaban al continente

El 14 de junio de 1982 finalizó la Guerra de Malvinas. Era el fin de un comienzo. La derrota nos dolía, las noticias del continente nos entristecían, el recuerdo de nuestros muertos y familiares nos alentaba a no olvidar lo vivido, a trabajar para hacer todo cuanto estuviera a nuestro alcance para constituir unas Fuerzas Armadas respetadas y queridas por la sociedad, y bregar por la paz. 

Días después, en el campo de prisioneros de guerra de San Carlos —donde nos alojaron a casi quinientos oficiales y a algunos pocos suboficiales y soldados— antes de la primera misa, oficiada por un capellán inglés, un oficial me dijo: “Ustedes pelearon muy bien, la guerra ha terminado. Dios los bendiga”. 

La actitud asumida por nuestros combatientes ante la derrota fue de notoria dignidad y entereza. En todo lo que me consta, los británicos respetaron los usos y leyes de la guerra respecto de los prisioneros. Emplearon una clara acción psicológica: relación cuasi amistosa con los soldados, formal con los suboficiales y distante con apariencia dura pero respetuosa con los oficiales, quienes sometidos a interrogatorios no fuimos coaccionados para expresar más que lo que establece la Convención de Ginebra. 

Al regresar al continente, un mes después, el Ejército nos recibió con notoria frialdad. Pero más nos dolió enterarnos del triste, ignoto y humillante recibimiento que habían tenido nuestros suboficiales y soldados; a estos últimos prácticamente se los echó de los cuarteles sin siquiera prestarles la más mínima atención psicosomática. 

La historia universal es pródiga en cálidas y respetuosas acogidas a fuerzas derrotadas. Los responsables directos fueron los Generales Cristino Nicolaides y Reynaldo Bignone, secundados por sumisos altos mandos. 

Con respecto a los jefes tácticos, dispusieron nuestro inmediato relevo, avalando que Leopoldo Fortunato Galtieri el 15 de junio: “…cargó la mayor parte de las culpas sobre los jefes que se desempeñaron en Malvinas (Bignone, R, El último de facto, Ed. Sudamericana, 1987, pág 123). 

Con ellos se inició un triste y largo proceso de desmalvinización. Desconocieron a quienes el propio enemigo había valorado, y también la sentencia sanmartiniana: “Una derrota bien peleada vale más que una victoria ocasional”. 

Solo recuerdo gestos de los Generales Benjamín Rattenbach, Ricardo Flouret y Tomás Sánchez de Bustamante, este último se refería a los combatientes como “soldados probados y aprobados en combate”. 

Durante las décadas siguientes el reconocimiento a los Veteranos de Malvinas no estuvo exento de contaminaciones partidistas e ideológicas. 

Hasta fines de los ‘80 a la dirigencia política le costó distinguir Malvinas de la dictadura cívico-militar. Esa indiferencia mejoró con Carlos Menem; se concretaron acotadas pensiones y atenciones sanitarias; en 1989 por primera vez los veteranos desfilaron en Buenos Aires y el año siguiente el Congreso Nacional, por gestión y apoyo del diputado nacional Lorenzo Pepe, entregó una postergada condecoración. 

Fue Néstor Kirchner quien otorgó la pensión honorífica más significativa (Decreto 886/2005 acorde con la Ley Nacional 23848/90), tres jubilaciones mínimas sin ninguna discriminación entre Cuadros y soldados y una sensible mejora en la atención sanitaria y social. 

Hoy nadie duda del respeto y cariño del pueblo a sus excombatientes. Pero aún hay curiosidades que guardan relación con lo expresado anteriormente. Me limitaré a comentar una de ellas. 

En noviembre de 1999, tomé conocimiento en la página de Internet del Ministerio de Defensa de algo inédito con respecto al número de Veteranos. De 14.120 en 1982, había ascendido sorpresivamente a 22.200. 

Pero hay otro dato por demás llamativo e incomprensible. En 1982, se registraba un 26% de oficiales y suboficiales veteranos y un 74% de soldados, muy razonable con la realidad y estadísticas de otras guerras del siglo pasado. En 1999, el número ascendió a 48% para los primeros y 52% para los segundos; esto último no resiste el más mínimo análisis.

 

Mayo de 1982, una unidad de la Compañía 601 (FOTO: EDUARDO FARRÉ)

Es posible que en casi dos décadas pueda haber habido un ajuste, pero razonable y justificado; me constan algunos casos que no se corresponden con lo expresado. De inmediato informé al ministro de Defensa, Jorge Domínguez, y envié copia a los presidentes de las Comisiones de Defensa de las Cámaras de Senadores y Diputados del Congreso de la Nación, Jorge A. Villaverde y Juan Manuel Casella respectivamente. Días después entregué el mando del Ejército. La inflación injustificada de Veteranos de Guerra atenta contra la memoria de nuestros muertos, el erario público y de los verdaderos combatientes. No descarto que hoy el “número de combatientes” pudiera haber aumentado. 

Nunca se sancionó una ley nacional que defina, unívocamente, quién es Veterano de Guerra; su condición quedó librada a la norma que fijó cada fuerza y a la interpretación de algunos fallos judiciales. En mi opinión: son los oficiales, suboficiales y soldados de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad y civiles que prestaron servicio a la Nación durante el conflicto en la zona de combate en las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, o dentro de la zona de exclusión fijada -unilateralmente- por el Reino Unido, o sobre la superficie aérea, o fuera de la zona de exclusión si se hubieran producido efectivamente acciones de combate con fuerzas británicas en tierra, aire o mar (caso del crucero “General Belgrano”). 

Por lo expuesto, es necesaria una norma que tipifique específicamente quién es Veterano de Guerra o excombatiente. Es un imperativo conceptual y moral del Estado, pues es ingrato afectar la memoria de los muertos y de los combatientes, a quienes por comisión u omisión se iguala con quienes no expusieron sus vidas en combate. 

¡Cuán vigente está lo expresado por Walter Landor en The crimean heroes!: “¡Salve, indomables héroes, salve! / Pese a todos vuestros Generales prevalecéis”.

 

Fuente: https://www.infobae.com

7 de octubre de 2021

MALVINAS: UNA OPORTUNIDAD

 

 Guillermo Carmona fue designado como Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico sur (Ministerio de Defensa de la Nación)

La nota de opinión de mi autoría publicada recientemente acerca de la designación de Guillermo Carmona como responsable del tema Malvinas ha suscitado una serie de reacciones de parte de ex Combatientes. Nuevas reflexiones al respecto. 

Por Eduardo Amadeo 

La nota de opinión de mi autoría publicada recientemente acerca de la designación de Guillermo Carmona como responsable del tema Malvinas, ha suscitado una serie de reacciones de parte de ex Combatientes que me permito comentar. 

Ante todo, quiero afirmar con fuerza que los veteranos de Malvinas son héroes. Son héroes también los que yacen en ese territorio argentino y cuya identificación, si bien fue obra de varios gobiernos argentinos con el apoyo del gobierno británico y de los propios isleños, tuvo importantes concreciones durante la gestión de Presidente Macri y de sus cancilleres Malcorra y Faurie. Pero en ese marco, vuelvo a reivindicar el trabajo histórico del equipo del que participaron Julio Aro y Geoffrey Cardoso, para quienes seguiremos proponiendo el Premio Nobel de la Paz. Poner la política por sobre la humanidad, como hizo el señor Carmona en su momento muestra una diferencia ética muy profunda que seguiré criticando. 

Coincidimos plenamente con las notas publicadas, acerca de los legítimos derechos argentinos a recuperar la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del sur y Sándwich del Sur. Deberíamos coincidir también que esa recuperación debe gestionarse a través de los parámetros establecidos en la Resolución 2065/65 de las Naciones Unidas y concordantes que establecen como único mecanismo las negociaciones teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las Islas. 

Y que vale reivindicar todos los esfuerzos que se han hecho por abrir espacios de diálogo con todos los actores involucrados, desde el Reino Unido hasta los habitantes de las Islas. 

Espero también que coincidamos en que mantener una buena relación con el Reino Unido para crear diálogo y confianza que facilite la negociación -como ocurriera en el pasado- es más positivo que sembrar recelos y desconfianzas con resultados estériles y que llevan siempre a un mayor retroceso. El señor Carmona tiene ahora una enorme responsabilidad, que excede largamente los necesarios aspectos reivindicativos. 

Malvinas está en el centro de temas estratégicos para la Argentina: Antártida; Atlántico Sur; recursos naturales; pesca; hidrocarburos y sobre todo la evidencia sobre los modos con los que la Argentina encara sus conflictos con otros países y con el ámbito multilateral. Un lenguaje de enfrentamientos permanentes, sin dar lugar al diálogo en cada uno de estos temas que importan mucho a la comunidad internacional mostrará un país débil y más aislado aún de lo que nos encontramos actualmente. 

Finalmente, hago votos sinceros para que el diputado Carmona pueda asumir una actitud positiva, se acerque a la parte británica; que permita una transacción por etapas, primer paso para una recuperación de esa parte de nuestro territorio; que no rehúya de interesarse en problemática isleña, lea atentamente el Penguin News (diario de las Islas), se conecte con la página editorial para discutir políticas y poner a disposición aspectos que resulten necesarios para los habitantes, cumpliendo así la Resolución 2065 y otras, aplicables a los procesos de Descolonización. Hago votos también para que se respalde en el personal profesional de la Cancillería que archiva todas las oportunidades perdidas, malogradas por la guerra y posteriormente por episódicas actitudes cerradas a todo diálogo. 

Si el Secretario Carmona comparte estas visiones estoy seguro que progresaremos frente a la disputa y frente a la opinión del resto de la comunidad internacional que observa perpleja cómo dejamos pasar las invitaciones al diálogo (Carta de Theresa May al Presidente Macri, por ejemplo). Pero si esto no ocurre los términos de mi nota mantendrán su vigencia, cosa que lamentaré. Por supuesto me pongo a disposición del Secretario de Estado Carmona, si desease cambiar ideas sobre estos temas. 

Fuente: https://www.infobae.com

2 de octubre de 2021

LAS TRES CARILLAS ESCRITAS A MANO QUE PODRÍAN HABER CAMBIADO LA HISTORIA QUE LLEVÓ A LA GUERRA DE MALVINAS

 

Margaret Tatcher acababa de asumir como Premier del Reino Unido. En Argentina gobernaba de facto Jorge Rafael Videla. Este paper nunca antes publicado revela una negociación fallida poco antes de 1982. 

Por Juan Bautista Tata Yofre 

Miré el escrito con especial atención al observar el escudo del Reino Unido de la Gran Bretaña en cada una de sus páginas. El documento consta de tres carillas escritas a mano, no tiene fecha, carece de firma y habla sobre las islas Malvinas. 

La primera página del documento que se elaboró en una reunión secreta en Suiza en septiembre de 1980 entre el enviado del Reino Unido y el representante de la Argentina

Está enmarcado porque para su dueño era un blasón que ennoblecía su gestión, aunque nunca lo mostró públicamente, y, además, presumo, deseaba conservarlo en perfecto estado para las futuras generaciones. Como gesto especial se me permitió fotografiarlo y adelanté que habría de contar la historia del contenido del documento del que varios se han referido, pero ninguno lo mostró. 

Los antecedentes del documento resaltan que en mayo de 1979 llegó al poder en Londres la dirigente conservadora Margaret Thatcher y se encontró con que el gobierno laborista había congelado las relaciones con la Argentina a principios de 1976, durante los meses finales del gobierno de María Estela "Isabel" Martínez de Perón. 

Con la llegada de Thatcher al gobierno, lord Peter Carrington asumió como secretario del Foreign Office. A su vez, como subsecretario de Asuntos Latinoamericanos fue designado Nicholas Ridley, un personaje aséptico y fiel creyente de la política económica de la primera ministra. 

En la Argentina gobernaba de facto Jorge Rafael Videla, su concuñado el Brigadier (RE) Carlos Washington Pastor era el canciller y el subsecretario de Relaciones Exteriores era el Comodoro Carlos Cavándoli. 

Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, recibió un memorándum del Foreign Office que recomendaba las conversaciones entre diplomáticos con la Argentina a fin de explorar soluciones políticas y económicas

En junio de 1979 Ridley viajó a Buenos Aires y el 12 se entrevistó con el subsecretario Cavándoli. En julio visitó Puerto Stanley donde el funcionario inglés observó el estado de irrealidad que vivían los isleños. 

Allí discutió con los kelpers (isleños considerados por Londres de segunda categoría en esos años) sobre las ventajas de cooperación con la Argentina, aunque aclaró que ninguna solución será posible sin un visto bueno de ellos. 

Observó: "Plantean, los isleños, una amenaza completamente desproporcionada en relación con su tamaño". 

Al retornar de las islas volvió a conversar con Cavándoli, acordando reponer a los embajadores que habían sido retirados en 1976. 

En octubre de 1979, lord Carrington presentó a Margaret Thatcher y al Comité de Defensa un memorándum que recomendaba las conversaciones entre diplomáticos a fin de explorar soluciones políticas y económicas "sin compromisos y sin apurar el asunto". 

También advirtió que la Argentina podía ocupar militarmente las islas y que estaba en capacidad de hacerlo. 

El informe que Carrington expuso fue tomado en el Informe Franks (realizado después de la guerra de 1982) contiene tres opciones: 

  • La fortaleza Falklands.
  • Negociaciones sin concesión de soberanía.
  • Sustanciales negociaciones respecto a la soberanía. 

Tras algunos cabildeos diplomáticos, Cavándoli y Ridley volvieron a encontrarse en Nueva York entre los días 28 y 30 de abril de 1980 y en esas horas el funcionario inglés solicitó hablar en la intimidad con el aeronáutico argentino. 

Cavándoli solo fue acompañado por el jefe de gabinete del canciller Pastor, Comodoro Carlos Felipe Bloomer Reeve. En la ocasión Ridley les hablo de la necesidad de una solución en el diferendo de las Malvinas y que convenir la cuestión de soberanía era imprescindible. Que cualquier solución debía coincidir con la voluntad de los "kelpers" y Cavándoli hablo de los intereses de los mismos. 

Lord Peter Carrington le advirtió a Thatcher que la Argentina podía ocupar militarmente las islas y que estaba en capacidad de hacerlo

Ridley se explayó en otros lineamientos que deberían tenerse en cuenta en el futuro aunque afirmo en la reunión que debían ser acordados por Londres ya que todavía no eran oficiales. Pidió extremo secreto y "buena fe" en las conversaciones. Antes de despedirse les previno a los argentinos que debía discutir muy fuerte con el lobby que la Compañía de la Isla Malvinas (Falkland Island Company) y los sectores que apoyaban a los "kelpers" en el Parlamento. 

El 30 de julio el Palacio San Martín recibió una propuesta de una reunión confidencial a realizarse en el próximo septiembre ya que Ridley ya tenía los lineamientos de su gobierno para negociar. 

Entre los días 10 y 11 de septiembre de 1980, Ridley, el embajador Harding, Cavándoli y Bloomer Reeve se volvieron a encontrar en extremo secreto en un hotel en Coppet, cerca de Ginebra, Suiza. Antes de comenzar a hablar Nicholas Ridley afirmó que todas las decisiones que se acordaran en esa cumbre iban a ser aceptadas "ad referéndum" de los miembros del gabinete y la señora Thatcher. 

El contenido del documento. 

La traducción oficial que acompaña a las tres carillas ológrafas comienza diciendo que "la soberanía titular sobre las Islas Falkland (Islas Malvinas) y su zona marítima sería transferida a la Argentina, con efecto a partir de la firma del Acuerdo". 

En el 2º punto de la propuesta británica establecía "una continua administración Británica de las Islas y su zona marítima, con miras a garantizar a los Isleños y sus descendientes el ininterrumpido goce de su forma de vida conforme a las instituciones, leyes y costumbres inglesas sería asegurada simultáneamente mediante un arrendamiento al Reino Unido por un período de 99 años. Los términos de dicho arriendo estarían sujetos a revisión periódica, mediante acuerdo de las dos partes". 

Las últimas dos carillas del documento que se hizo durante la reunión secreta en Ginebra en las que participaron Ridley, el embajador Harding, Cavándoli y Bloomer Reeve

"El 3º expresa las banderas británica y Argentina flamearían lado a lado en los edificios públicos de las Islas." 

"El 4º, el Gobierno Británico sería representado por su Gobernador quien, conjuntamente con un Consejo elegido localmente, serían responsables de la Administración de las Islas y sus habitantes".

"El 5º, el Gobierno Argentino estaría representado por un Comisionado General". 

El documento cerraba con un 6º punto que proponía: "Habría un Consejo Conjunto a los efectos de coordinar la cooperación relativa al desarrollo económico de las Islas y su zona marítima". 

Como se observa la Argentina aceptaba la fórmula del "lease back" o retro arriendo: Inglaterra aceptaba la soberanía de la Argentina y en un tiempo determinado transferiría la administración y la explotación de los recursos. 

La transferencia sólo se haría en un plazo similar al que Gran Bretaña había establecido para Hong Kong y que fue firmado por 99 años. El "lease back" era una fórmula que el Reino Unido había presentado en encuentros reservados después de 1965, cuando las Naciones Unidas admitió la Resolución 2065 y consideró que ambas naciones debían negociar la cuestión de soberanía en las islas Malvinas. 

Tras el encuentro secreto el 25 de septiembre ambos cancilleres recibieron los informes sobre lo acordado. 

Nicholas Ridley le presentó a la Argentina los lineamientos del gobierno británico para negociar: pidió extrema confidencialidad

Carlos Pastor opinó privadamente que "es esencial acelerar las negociaciones sobre las Islas Malvinas a fin de alcanzar cuanto antes un acuerdo que ponga término definitivamente a la disputa." 

Lord Carrington aceptó el consejo, pero advirtió que todavía no había informado al gabinete "para obtener la conformidad de seguir adelante con la negociación" y que, además, deseaba aclarar "una vez más que para el gobierno británico era indispensable conseguir la aprobación de los isleños sobre lo que se acordaría". 

La aceptación de los isleños (hasta ese momento ciudadanos de segunda que no contaban con pasaporte británico) "podía crear dificultades y desde ya él quería señalarlo con toda honestidad". 

La negativa kelper que ayudó a hundir el acuerdo de Ginebra 

Los 1813 habitantes de las Islas Malvinas se agitaron ante Nicholas Ridley entre el 22 y 29 de noviembre. Con la presencia de unas 300 personas reunidas en el Town Hall, el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos habló de cuatro alternativas: 

  • La fórmula de arrendamiento.
  • Aceptar todas las demandas argentinas y transferir la soberanía.
  • Congelar por 25 años la cuestión de soberanía.
  • Rechazar de plano cualquier cuestión de soberanía. 

Nicholas Ridley admitió que la primera opción era la preferida de Margaret Thatcher. 

En su áspero diálogo con los isleños, el funcionario deslizó una advertencia: que no se podía descartar que "la Argentina, cansada, pudiera intentar una solución militar". Les dice, además que Gran Bretaña no podrá asumir la defensa de las islas. 

Los "kelpers" al escuchar hablar de "leasing" reaccionaron violentamente y Ridley fue despedido con carteles insultantes en Puerto Stanley. A su vez, los isleños y los sectores más conservadores hicieron oír sus opiniones de rechazo en la prensa y el Parlamento. 

Ridley se presentó a informar ante la Cámara de los Comunes. Sufrió agresiones similares a las que ya había recibido en Puerto Stanley. Lo ridiculizaron

En ese clima, el 2 de diciembre Ridley se presentó a informar ante la Cámara de los Comunes. 

Sufrió agresiones similares a las que ya había recibido en Puerto Stanley. Lo ridiculizaron. El vizconde Cranborne llegó a decir que induciría a los isleños a pensar que "no contaban con el apoyo que se merecían de la madre patria". Los observadores no dejaron de tener en cuenta que el gobierno británico tenía una fisura, ya que había importantes sectores que consideraban que la cuestión de soberanía, al fin de cuentas, debía tratarse. Ante la presión del "lobby" de las islas, el gobierno británico dos semanas más tarde intentó iniciar un proceso licitatorio para explorar petróleo "off shore" en el Atlántico Sur, lo que generó un nuevo intercambio de protestas diplomáticas. 

Ya en junio de 1980, José Alfredo Martínez de Hoz había sostenido en Londres que sería conveniente para ambos países la elaboración de planes conjuntos en explotación petrolera y pesca, en el área de Malvinas, al mismo tiempo que se analiza la cuestión de soberanía. 

El ministro de Economía entendía su proyecto como un ensayo de aproximación, pero los mandos de las FFAA insistían con la soberanía, antes de cualquier proyecto común. En sus comentarios íntimos, Martínez de Hoz solía decir que una forma de solucionar el largo diferendo era realizar "tareas mancomunadas con los británicos". 

Nicholas Ridley entendió que "no es posible explorar las fuentes de pesca o petróleo a raíz de la fuerte disputa con la Argentina" (cable de la agencia Reuter del 2 de diciembre de 1980). La ecuación en esa época era muy simple: "Entre el 50% de algo o nada, prefiero el 50%. Pero los militares, cuando se sentaban a negociar, antes que nada, preguntaban por la soberanía y ahí los ingleses se iban" (diálogo del autor con el ex Ministro Martínez de Hoz). 

Ya en junio de 1980, José Alfredo Martínez de Hoz había sostenido en Londres que sería conveniente para ambos países la elaboración de planes conjuntos en explotación petrolera y pesca (NA)

Esa visita a la capital del Reino Unido fue casi presidencial. Estuvo con los más importantes funcionarios del gobierno. Desde Margaret Thatcher, lord Carrington, el presidente del Banco de Inglaterra y el secretario de Agricultura. Con Thatcher no habló de Malvinas para no despertar los celos del canciller Carlos Washington Pastor. 

También estuvo con el secretario del Foreign Office y el subsecretario Nicholas Ridley. Hubo una suerte de ping pong entre los dos, sobre diferentes alternativas. 

El "lease back" fue la más analizada. Durante la conversación, uno de los funcionarios presentes dijo que la Argentina y el Reino Unido sólo estaban separados por el "3 F": "Falklands, Football and Foot and mouth". Es decir, las Malvinas, el fútbol y la aftosa. 

El final 

Lo cierto fue que entre los "kelpers" ("pastores" como los denominó el presidente Ronald Reagan en 1982), las andanzas del lobby malvinero en los diarios y el Parlamento y la absoluta indeterminación de Margaret Thatcher y su gabinete, lo acordado en Suiza se convirtió en un gran fracaso. 

Le faltó a la Primera Ministro el carácter que mostró más tarde para enfrentar las huelgas mineras de 1984 y 1985. El gobierno británico retrocedió y tras varias comunicaciones diplomáticas Cavándoli y Ridley volvieron a encontrarse el 23 de febrero de 1981 en Nueva York. La cita se realizó en la residencia del embajador británico en las Naciones Unidas y en esa ocasión el oficial aeronáutico realizaba su última gestión, porque en marzo de 1981 Jorge Rafael Videla dejaba el cargo y Carlos Washington Pastor abandonaba el Palacio San Martín. 

Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri y Roberto Viola

Estaba por comenzar el período de ocho meses presidido por Roberto Viola, que luego sería depuesto por el General Leopoldo Galtieri y el Almirante Jorge Anaya. 

Antes de partir Cavándoli dejó caer algunas advertencias a su par inglés. La primera, que su país (la Argentina) había llegado "al límite de su paciencia" y que no se aceptaría la propuesta británica de "congelamiento por diez años" de negociaciones. 

Un año más tarde todo estallaba por los aires y el 2 de abril de 1982 la Argentina recuperó militarmente el archipiélago malvinense con el resultado ya conocido. 

Ninguno de los que participaron en los encuentros puede atestiguar ni enriquecer el relato sobre cómo se concertaron las tres carillas que hubieran cambiado la historia. En una pared aún queda enmarcado el documento, un mudo testigo de la nada que aún sigue esperando la Argentina. 

Fuente: https://www.infobae.com

VIVIR AL LÍMITE LA GUERRA DE MALVINAS: VUELOS RASANTES, ATAQUES A LA FLOTA INGLESA Y LA POSIBILIDAD DE MORIR CADA DÍA

 

En el Día de la Fuerza Aérea, la historia Gerardo Isaac, un joven Alférez de 23 años en el conflicto de 1982, y sus heroicas misiones sobre la Royal Navy en el Atlántico Sur. 

Por Adrián Pignatelli

Gerardo Isaac, al pie de un A-4, su compañero inseparable.

Aún recuerda como si hubiera sido ayer la primera vez que se subió a un avión. Era un Cessna 182, lo piloteaba el papá de un amigo y le quedaron grabadas las primeras luces de la ciudad en ese vuelo de Moreno a Aeroparque. Desde chico se le prendió, como lo describe, esa llama que no se apagó nunca. 

Tenía el destino marcado. Había nacido en el Hospital Aeronáutico Central, su papá era oficial de la Fuerza Aérea y por poco con sus hermanos no forman un estado mayor conjunto: dos fueron aviadores y otro oficial de Ejército. 

Gerardo Guillermo Isaac había egresado de la Escuela de Aviación Militar, hizo el curso de aviador de combate. Y el primer avión que piloteó, en medio de los nervios y de la incertidumbre en la ansiedad por comprobar si en realidad tenía condiciones de piloto, fue un Mentor B-45. 

Ese viernes 2 de abril de 1982 era un Alférez de 23 años miembro de un escuadrón de A-4C Skyhawk y estaba de guardia cuando se enteró de la recuperación de las islas Malvinas. Solo unas horas después supo que su unidad sería partícipe de la guerra. Y de pronto se vio volando, junto a sus compañeros a San Julián, donde establecerían la base de operaciones. 

Tuvo tiempo de avisarle a su familia y a Gisela, su novia a la que había conocido en unas vacaciones cuando estaba en cuarto año de la secundaria. Hoy tienen cinco hijos, ninguno militar, aunque uno es piloto civil. 

El piloto subiendo a la aeronave en la base de Río Grande

En San Julián operarían 16 aviones. El lugar ya lo conocía desde el año anterior, cuando había viajado cuando la hipótesis de conflicto era Chile. Era inseparable con sus compañeros de promoción los Alférez Carlos Codrington y Guillermo Martínez. 

La primera misión llegó el 1 de mayo, pasado el mediodía. Debían atacar a un grupo de barcos, pero en pleno vuelo el radar les indicó la presencia de una patrulla de Sea Harrier y regresaron a la base. 

Cada misión suponía el reabastecimiento en vuelo tanto de ida como de vuelta, el ataque en vuelo rasante y retornar por otra ruta distinta a la usada a la ida. 

El 9 de mayo le asignaron otra misión, junto al Alférez Jorge Casco, el Teniente Jorge Farías y el Capitán Jorge García. Por la mala meteorología Isaac y García regresaron, pero Casco y Farías continuaron. Y desaparecieron del radar. Isaac recuerda esa larga espera desde la tarde hasta bien entrada la noche con la mirada fija en el horizonte. Por el 2010 localizaron los restos de Casco que, por decisión de su familia, fueron sepultados en Darwin. Ambos pilotos habían chocado contra estribaciones rocosas, debido a la mala visibilidad. 

En la pista, a punto de despegar para una misión

El 25 de mayo junto al Capitán García y los Tenientes Daniel Paredi y Ricardo Lucero atacaron a la flota en el norte del Estrecho de San Carlos. De nuevo reabastecimiento en el aire y vuelo rasante por tierra. Isaac recuerda haberse zambullido entre los buques. Su avión era el ubicado en el extremo izquierdo de la escuadrilla. 

Cuando eligió el blanco, liberó las tres bombas de 250 kilos cada una. Pero no se desprendieron. Vio cuando se eyectaba el Teniente Lucero. Estuvo a punto de ahogarse y fue rescatado por los ingleses, que lo curaron ya que se había eyectado a mucha velocidad. El Capitán García pudo salir del ataque, reportó fallas y nunca más respondió. Muchos años después encontraron sus restos en una balsa. También descansa en Darwin. 

Tres días después se frustró otra misión: el objetivo elegido resultó ser un buque hospital. 

El 30 fue una jornada inolvidable. En el radar apareció el blanco buscado: un portaaviones. Se distinguían puntos que iban a venían a un mismo lugar, a 110 millas al este de Puerto Argentino. 

El jefe del escuadrón reunió a los oficiales más antiguos. Pidió dos voluntarios. Se presentaron los Primeros Tenientes Ernesto Ureta y José Daniel Vázquez. Era una misión realmente riesgosa en momentos en que la unidad había perdido muchos pilotos y aeronaves. 

Misión: atacar al portaaviones. En el vuelo de ida se observa un Super Etendard y los A-4C de fondo

De San Julián volaron a Río Grande, donde se reunieron con el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco y el Teniente de Navío Luis Collavino, pilotos de Súper Etendard. Llevarían el último misil Exocet. Cada A-4C llevaba tres bombas de 250 kilos y 200 proyectiles. 

El miedo daba vuelta, recuerda Isaac. Esa sensación de que en cualquier momento puede tocarle a uno. Cada uno manejaba sus temores como podía, explicó, pero no los manifestaba. 

Despegaron después del mediodía. Se reabastecieron en vuelo varias veces con dos KC 130, que volaron junto a ellos por 200 kilómetros. Más cerca del objetivo, formaron en línea. Isaac recuerda que iba a la derecha junto a Ureta. Volaban pegados al agua, con silencio de radio. Cada uno sabía lo que debía hacer. 

A los 80 kilómetros del blanco comenzaron a subir para hacer una barrida de radar e inmediatamente bajaron. Estaba nublado y por momentos llovía. A 40 kilómetros de distancia dispararon el misil, los Súper Etendard se separaron y el resto de la escuadrilla siguió la estela del proyectil. 

El abrazo en San Julián al regreso de la misión. Isaac es el de buzo naranja

La silueta asimétrica del portaaviones fue inconfundible para Isaac. Al llegar vieron dos columnas de humo que salían de sus costados. A siete kilómetros del blanco Isaac sintió una explosión a su izquierda. Vio como un A-4C impactaba contra el agua. A 1500 metros otra explosión, mucho más violenta. Otro A-4C con fuego en su interior se infló desproporcionadamente y también cayó al mar. 

Junto a Ureta atacaron al Invincible. Isaac arrojó sus bombas sobre la popa del buque y salió por la derecha. Comenzó con las maniobras evasivas. Atinó a mirar hacia atrás y solo vio humo negro que salía del barco. 

Por radio preguntó si alguno más había salido. No obtuvo respuesta. A su frente Isaac distinguió un punto. Pensó en un avión enemigo. Era Ureta. Levantó su brazo color naranja. Solo él y Ureta usaban esa vestimenta de ese color. Ahí supo que habían derribado a Vázquez y a Castillo. 

Aterrizaron en Río Grande 3 horas 47 minutos después de haber despegado. La pista estaba llena de gente. Isaac se abrazó con Ureta justo antes que los llevaran a Inteligencia donde durante dos horas relataron lo que habían vivido. 

Alegría contenida por la profunda tristeza por la muerte de sus compañeros. Peor para Ureta: tuvo la difícil tarea de llamar a la esposa de Vázquez y a la madre de Castillo. 

Al finalizar la guerra, quedaban menos de la mitad de los aviones, y tenían ocho pilotos muertos. La Fuerza Aérea perdió a 55 efectivos. 

“Este 10 de agosto no solo debe involucrar a los pilotos sino a todos los integrantes, ya que somos una sola unidad que demostró que cuando fuimos al combate se perseguía el mismo objetivo”, remarcó Isaac que fue, durante la guerra de Malvinas, vivir al límite. 

Fuente: https://www.infobae.com

UN ACIERTO DE LA CANCILLERÍA QUE LA OPOSICIÓN INTENTA HACER PASAR POR ERROR

 

Respuesta al ex diputado Eduardo Amadeo por su nota sobre la designación de Guillermo Carmona como nuevo Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur 

Por Mario Volpe * 

Mural que reivindica la soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas

¿Cómo proceder ante las apresuradas y maliciosas declaraciones del ex diputado nacional Eduardo Amadeo? Primero me permito disentir de sus afirmaciones. La nota que se publicó en este mismo medio digital carece de algo fundamental que les debemos a los compañeros que cayeron peleando en Malvinas. Sus palabras no atienden a la verdad de los hechos. Como ex combatiente de Malvinas quiero rescatar la actuación de Guillermo Carmona y su compromiso con los veteranos o ex combatientes. Fue el diputado Guillermo Carmona quien apoyó plenamente e impulsó la ley de jubilación anticipada para los veteranos de guerra en Nación. Con voto unánime de los integrantes de ambas Cámaras legislativas dicha ley, la 27.329, se oficializó y nos aseguraba a los que combatimos en el conflicto del Atlántico Sur dos pensiones mínimas, inclusive en casos que existieran problemas de aportes. La ley, que benefició a más de 4.000 veteranos, más tarde fue observada por el entonces presidente Macri a través del decreto 1250/2016. Macri, sin fundamento alguno, ni explicaciones de ningún tipo, vetó el piso de dos jubilaciones mínimas, dejando solo una. 

Evidentemente, para quien en su momento declaró “no entender los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro” y que pensaba que “las islas Malvinas serían un fuerte déficit adicional para la Argentina” el tema no era prioritario. 

Guillermo Carmona no solo siempre nos dio su apoyo con esa ley, sino que incluso presentó una iniciativa que apunta a revalorizar el Programa Nacional de Atención al Veterano de Guerra otorgándole carácter de ley Nacional. Ese plan se concentra en las patologías inherentes a los participantes de una guerra y sus consecuencias, ofreciendo una muy necesaria atención médica y odontológica también a sus familiares. 

Otro proyecto presentado por el diputado Carmona establece la eximición del pago de peaje en rutas y autopistas para aquellos que hayan participado en acciones bélicas en el TOM, Teatro de Operaciones Malvinas, reconocimiento que más allá de lo económico es una oportunidad para que el pueblo argentino conozca y acompañe a los héroes de Malvinas. Que el pueblo argentino reconozca a cada uno de nosotros es motivo de orgullo nacional, de cohesión comunitaria y constituye un acto de memoria y soberanía. 

La tarea desarrollada por el diputado Carmona en la búsqueda de la verdad en relación al submarino San Juan fue de un compromiso enorme e incansable. Siempre se mostró activo y solidario a la hora de exigir respuestas sobre qué pasó y llevar paz a sus familias, y se plantó contra el intento de acallar las voces de los familiares de nuestros submarinistas. 

Su apoyo a la creación de nuevas áreas protegidas en nuestro mar, como el Banco Ceferino Namuncurá o Banco de Burwood, demuestra su interés en defender los recursos naturales que pertenecen al pueblo argentino. 

Podría nombrar muchas otras iniciativas, pero quiero referirme especialmente al tema sensible de la identificación de los soldados en el Cementerio de Darwin. El señor Amadeo habla con mucha seguridad de algo que, es evidente, desconoce. La iniciativa por la identificación tiene antecedentes en el año 1987 cuando integrantes del CECIM La Plata y un muy nuevo Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) presentaron un proyecto de identificación de los soldados caídos en la guerra. Si el proyecto no prosperó fue por limitaciones impuestas por el ilegal gobierno de las islas y porque aún no se conocía la posibilidad de identificación con el ADN. 

En el año 2011, familiares de Chaco y de Corrientes acompañados por centros de excombatiente de La Plata, Chaco y Corrientes presentaron un amparo ante el juzgado del Juez Ercolini, por intermedio del Doctor Alejo Ramos Padilla, presentando también información a la presidenta de la Nación doctora Cristina Fernández de Kirchner. Hasta ese momento nunca se había mencionado a Julio Aro en relación a estos pedidos. 

En 2012 la Presidenta anunció que se iniciaba el proceso de identificación y fue entonces cuando apareció la fundación No Me Olvides, instalada mediáticamente. Esta fundación contó con recursos financieros que le permitieron conseguir muestras y algunas adhesiones y remitió parte del proceso de identificación a un logro individual y no colectivo. Como parte del CECIM, me tocó concurrir a una reunión en la Cancillería argentina donde estaba también Julio Aro. Fue en ese momento en que las identificaciones comenzaron a tomar dimensión pública. Desde el CECIM, decidimos acompañar a la iniciativa para que se logre el objetivo principal, nuestro derecho a la verdad, dictaminado también por el juez Ercolini, acompañando por quién era presidenta en ese momento, proceso que tuvo continuidad en el gobierno del presidente Macri, como política de Estado. 

Con Macri, nos vimos en la obligación de señalar que el pedido de identificación no era moneda de cambio por ninguna otra acción, ya que Reino Unido debía cumplir con el derecho internacional humanitario. Entiendo que lo de Julio Aro y Geoffrey Cardoso fue un desmedido show mediático donde se posterga o solapa la participación de centros como el Cecim y muchos actores importantes como Zambrino en Chaco, Norma Gomez, hermana un caído, la periodista Alicia Panero, y tantos otros familiares silenciados. Las identificaciones fueron y son un proceso de restablecimiento de la identidad que atiende a una demanda colectiva, no singular, de un grupo de instituciones y ciudadanos argentinos. En ningún caso se trata de un proyecto personal o proselitista. 

En ningún momento el diputado Carmona descalificó a Julio Aro o al militar británico Geffrey Cardozo, como pretende Amadeo. Lo que hizo fue señalar que cualquier reconocimiento institucional de la Cámara de Diputados de la Nación o del Estado argentino debía contemplar integralmente a todos los actores que participaron en las acciones en favor de la identificación de los caídos no identificados en el Cementerio de Darwin. Su posición honró la verdad histórica. 

Por su parte, el diputado Guillermo Carmona denunció el Pacto Foradori Duncan por no obtener la Argentina, en ese pacto, ninguna ventaja y más bien constituir una entrega de favores a los británicos. A tal punto esto fue así que un experto en derecho internacional perteneciente a la coalición gobernante describió el texto de esa supuesta “hoja de ruta” como una copia del escrito británico. 

Con la identificación de los soldados de Malvinas los argentinos mantuvimos una política de Estado. También hubo continuidad en lograr el dictamen sobre los alcances de la plataforma continental. 

Me consta que el ex diputado Guillermo Carmona es una persona que lucha por la paz, que se destaca por su gran conocimiento de la Causa Malvinas, y por su notable equilibrio y buen diálogo. 

Como ex combatiente de Malvinas, como militante de la Causa Malvinas, como argentino, invito humildemente al señor Amadeo que entienda que Malvinas es política de Estado. ¿Podría aportar a esa política a pesar de nuestras diferencias? ¿Podría asumir una posición objetivamente crítica sobre lo actuado por los que fueron sus gobiernos sobre los Acuerdos de Madrid (el de Menem del cual fue parte) y el denominado pacto Foradori-Duncan durante la presidencia de Macri? ¿Podría no simplificar ideas y conceptos sobre un hecho tan complejo como la guerra de Malvinas? ¿Podría ayudar a explicar cómo actuó el lobby isleño para hacer fracasar las negociaciones cada vez que se intentaron? ¿Podría aportar a explicar cuál fue el motivo de la inoportuna y equivocada decisión de la dictadura cívico-militar-empresarial-clerical? ¿Podría brindar alguna explicación sobre por qué a decir de Lucio García del Solar el paraguas de soberanía fue una herramienta británica? ¿Podría sumar ideas para que la Argentina termine de consolidar una política en el Atlántico Sur que evite toda depredación y permita con una política pesquera de avanzada aportar a paliar el hambre de miles de argentinos? 

Cuánto mejor sería que Amadeo siguiera el ejemplo de los ex combatientes y familiares que, a pesar de ser ocultados en favor de figuras mediáticas, siguieron colaborando para concretar ese objetivo final, la identificación, que fue una política de Estado, un punto de encuentro, superador de diferencias. 

Los argentinos hoy sabemos que muchas familias pueden, finalmente, hacer su duelo en paz después de casi cuarenta años de espera. Sería bueno que la energía apresurada y poco objetiva que orienta a la descalificación falaz, el señor Amadeo la pusiese al servicio del pueblo argentino, acompañando a quienes les toca conducir una política de Estado, con la idea final de que las Malvinas retornen a nuestro patrimonio y podamos ejercer en ellas la soberanía efectiva. ¿Por qué mentir? ¿Por qué fomentar diferencias? El canciller Santiago Cafiero demuestra estar bien orientado con la designación de Guillermo Carmona como secretario de Estado centralmente porque se trata de alguien que ha expresado compromiso con la política de Estado que consagró la Cláusula Transitoria Primera de la Constitución con la Reforma del 94. 

Malvinas es la posibilidad de unir a todos los argentinos en el orgullo de una reivindicación noble, legítima y necesaria. No pongamos nunca en duda esta verdad. 

* Ex combatiente de la guerra de Malvinas 

Fuente: https://www.infobae.com

HISTORIAS Y HAZAÑAS DE LOS HELICOPTERISTAS DEL EJÉRCITO ARGENTINO EN MALVINAS

 

 

Durante la guerra, los efectivos del Ejército que volaban helicópteros tuvieron un rol clave. ¿Cómo vivieron aquellos días? 

En Malvinas, participaron miles de efectivos del Ejército Argentino y, en ese contexto, sus helicopteristas tuvieron un rol clave: fueron los encargados de transportar armamento, tropas y municiones. 

Estas misiones los encontraron volando con valor a lo largo y ancho de las islas, a pesar del riesgo de ser encontrados por las patrullas aéreas británicas. En un nuevo video de DEF, Patricia Fernández Mainardi repasa el trabajo y las hazañas de las tripulaciones de los helicópteros de la aviación de Ejército en Malvinas. 


En Malvinas, las tripulaciones volaron cerca de 1500 horas sin la cobertura aérea necesaria que requiere este tipo de vuelos (Foto: Archivo Compañía de Comandos 602)

Un poco de historia 

Después de la Segunda Guerra Mundial, los helicópteros se posicionaron como aeronaves versátiles que ofrecían mayores posibilidades de maniobra. En la guerra de Malvinas, la Aviación de Ejército desplegó más de 20 aeronaves: los helicópteros UH-1H, los A-109 Augusta, los Puma y los Chinook. En aquella oportunidad, las tripulaciones volaron cerca de 1500 horas sin la cobertura aérea necesaria que requiere este tipo de vuelos. 

“Los helicópteros son aeronaves muy vulnerables a los ataques aéreos, son muy fácilmente detectables y, digamos, son blancos fáciles para los aviones. Entonces, es importante tener cobertura aérea. Por aquellos días, eso era muy difícil porque la Fuerza Aérea, si bien se llenó de gloria y la Aviación Naval también, tenían sobre el Teatro (de Operaciones) muy poco tiempo de vuelo, pocos minutos”, explica el Veterano de Guerra de Malvinas, Horacio Sánchez Mariño. 

Las misiones llevadas adelante por los helicopteristas de Aviación de Ejército los encontraron volando con valor a lo largo y ancho de las islas (Foto: Archivo DEF)

El ataque del 30 de mayo de 1982 

Los helicópteros del Ejército volaron desde el inicio hasta el final de la guerra. Cuando los combates se incrementaron, rescataron a las tropas y transportaron a los heridos. En 1982, el Teniente Coronel retirado Pedro Obregón participó de Malvinas con el grado de Capitán. Por entonces, Obregón volaba los helicópteros Chinook y Puma. 

El 30 de mayo de 1982 por la mañana, él y su tripulación, entre la que se encontraba el Cabo Primero Alfredo Romero, recibieron la misión de trasladar a efectivos del Escuadrón Alacrán de Gendarmería. Horas más tarde, a la altura del Monte Kent, todos ellos recibirían un ataque. 

Cuenta Obregón que, tras aquella situación, el helicóptero cayó, y él -junto el resto de la tripulación- debieron evacuar rápidamente la aeronave. “Una vez que el fuego consumió el helicóptero y empezó a explotar toda la munición que había y llegó un poco la calma, ahí dijimos “¿qué hacemos?”. Entonces, agarré a una parte de los que nos salvamos del crash y salimos para el lado del este”, cuenta y agrega que así fue como atravesaron varios kilómetros atravesando campos minados hasta llegar a ponerse a resguardo. 

En la guerra de Malvinas, la Aviación de Ejército desplegó más de 20 aeronaves: los helicópteros UH-1H, los A-109 Augusta, los Puma y los Chinook (Foto: Gentileza Telam)

Cuenta Obregón que, en las islas, uno de los efectivos que transportaba llegó a comunicarle que el desperfecto había sido ocasionado por el impacto de un misil inglés. Años más tarde, los británicos lo confirmaron. 

Las hazañas de los helicopteristas del Ejército que cayeron en Malvinas fueron tan grandes que su legado sigue vivo en las nuevas generaciones. Un dato: el helipuerto presidencial que está en la Casa Rosada lleva el nombre del “Teniente Primero Roberto Mario Fiorito”, piloto que fue derribado el 9 de mayo de 1982, en una misión de rescate de los náufragos del pesquero argentino “Narwal”. Fiorito participaba de esa misión junto a el Teniente Primero Juan Carlos Buschiazzo y el sargento mecánico de aviación Raúl Horacio Dimotta. Todos héroes de Malvinas. 

Fuente: https://www.infobae.com