31 de enero de 2020

BREXIT: LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTARÁ EL REINO UNIDO DURANTE LA TRANSICIÓN


Por Roberto García Moritán (*)

Nigel Farage, líder del Partido del Brexit (REUTERS/Francois Lenoir)
Nigel Farage, líder del Partido del Brexit (REUTERS/Francois Lenoir)

La saga del Brexit, tras años de rispideces diplomáticas, llega formalmente al punto final. Concluyen seis décadas de membresía británica al proyecto de integración europea, aunque seguirá cumpliendo con las reglas comunitarias hasta el final del 2020, sin participar de las decisiones. Desde el 1 de febrero el Reino Unido pasa a ser un tercero con relación a la Unión Europea y Bruselas ya ha designado embajador residente en Londres como clara señal del nuevo estatus. Con el divorcio en marcha la atención se centrará en el acuerdo sobre la futura relación económica y política que ambas partes deberían cerrar para fin del 2020, cuando termine el período de transición previsto. Un futuro acuerdo de libre comercio es la posibilidad más mencionada. La aspiración del primer ministro británico es que sea con cero tarifas y cuotas. El escepticismo del negociador europeo, Michel Barnier, queda en evidencia al admitir que el vínculo entre Londres y Bruselas nunca será lo mismo.

En ese proceso de transición el Reino Unido tendrá que enfrentar una variedad de desafíos simultáneos. Uno será con España en relación a Gibraltar. El Protocolo sobre el Peñón, anexo al Acuerdo de Retirada de la UE (artículo 1), establece un Comité de Coordinación Conjunto entre Londres y Madrid sin perjuicio que la Cancillería española acepta que el Reino Unido es libre de decidir la composición de su delegación que incluirá mayoritariamente representantes de Gibraltar. De hecho, en la primera reunión participaron ocho gibraltareños y un solo representante del gobierno de Boris Johnson, lo que supone un primer cambio sobre el acuerdo original que preveía solo seis representantes por parte.

Es previsible que en esta etapa España y el Reino Unido se concentren en las cuestiones incluidas en los cuatro memorandos relativos a los derechos de los ciudadanos, la cooperación policial y aduanera, el tabaco y el medio ambiente. No está claro el momento en el que Madrid insistirá en el contencioso sobre la transferencia de soberanía o alternativas de cosoberanía planteadas en los últimos años. Todo indicaría que en las actuales circunstancias las reivindicaciones sobre Gibraltar que ha logrado el reconocimiento de la UE como colonia, esperará a la evolución de las negociaciones del Comité de Coordinación Conjunto. También parece influir el hecho de que el Reino Unido es el país europeo que hoy más invierte en España como que el Reino Unido es el principal destino de la inversión exterior española.

La pesca es otro ingrediente sensible que preocupa a España. El país posee una de las flotas que más beneficios ha obtenido en las aguas británicas de Gran Sol en el Atlántico Norte o en los caladeros que ilegítimamente ocupa el Reino Unido en el Atlántico Sur. Entre un 50% y un 60% de las capturas españolas son en esas dos zonas de pesca. En Malvinas, por ejemplo, España es el principal socio pesquero de los intereses isleños y representa el 25% de las importaciones pesqueras del puerto de Vigo. 

Durante el período de transición hasta el 31 de diciembre del 2020, la UE y el Reino Unido deberán negociar las condiciones sobre acceso a aguas y mercados pesqueros. Las aspiraciones españolas parecen inclinarse a que la pesca sea una cuestión central de un futuro acuerdo de libre comercio entre Bruselas y Londres. También a conservar el statu quo y mantener un esquema, tanto en Gran Sol como en el Atlántico Sur, lo más parecido a la situación actual. Todo indicaría que Madrid tendría a la ilegítima Asamblea Legislativas de las Islas Malvinas como socia en esta aspiración.

(*) El autor fue vicecanciller de la Argentina

Fuente: https://www.infobae.com

MIJAÍL GORBACHOV, AUGUSTO PINOCHET, LEOPOLDO GALTIERI: LAS EXTRAÑAS REDES DE RELACIONES DE MARGARET THATCHER



Fue la primera en creer en las reformas del ex líder soviético, y durante la Guerra de Malvinas contrajo una deuda de honor con el dictador chileno. Cómo se vinculó con ellos hasta el fin de sus días

Margaret Thatcher estableció vínculos personales que no parecían encajar con su perfil conservador pro estado de derecho. (ITV/Shutterstock)
Margaret Thatcher estableció vínculos personales que no parecían encajar con su perfil conservador pro estado de derecho. (ITV/Shutterstock)

En su prolongada permanencia en el poder, única en la historia del Reino Unido desde que hay elecciones, Margaret Thatcher tuvo incidencia directa en dos conflictos internacionales: la Guerra Fría y la Guerra de Malvinas. En ambos casos, estableció vínculos personales que no parecían encajar con el perfil de una conservadora convencida del estado de derecho. Entre ellos se destacan sus amistades con Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, y con Augusto Pinochet, el dictador de Chile.

Si bien los hechos de Malvinas se desarrollan en los tomos previos a Herself Alone, el reciente cierre de la trilogía en la que Charles Moore hizo sobre la vida de Thatcher (From Grantham to the Falklands y Everything She Wants), en el periodo que va desde 1987 a la muerte de la política británica, en 2013, ella tuvo un protagonismo notable en la defensa de su aliado durante la guerra en el Atlántico Sur, Pinochet, a quien una orden de captura internacional encontró en Londres. A diferencia de Leopoldo Galtieri, el dictador argentino que intentó recuperar las Islas Malvinas, Pinochet le caía sinceramente bien.

Su visión de la política exterior tenía un centro territorial: “Deberíamos haber detenido a Hitler cuando ingresó a Renania”, repetía las opiniones del hogar de su infancia, y citaba como ejemplo de éxito su “experiencia al lidiar con Galtieri”, en alusión al breve tiempo que tardó el Reino Unido en ganar la guerra. Pero más allá de esa generalidad, lo despreciaba en lo particular.

Margaret Thatcher despreciaba tanto a Galtieri que solía usar su nombre para comparaciones desagradables, como Saddam Hussein y Slobodan Milosevic. (Télam)
Margaret Thatcher despreciaba tanto a Galtieri que solía usar su nombre para comparaciones desagradables, como Saddam Hussein y Slobodan Milosevic. (Télam)

Cuando comenzaron las masacres en la ex Yugoslavia, por caso, calificó al genocida Slobodan Milosevic como “un Galtieri socialista”, que al igual que el militar argentino “avanzará todo lo que pueda, hasta que lo detengan”. Cuando debía ilustrar el concepto de enemigo, solía recurrir al argentino. En la víspera de la Guerra del Golfo, dijo que “tenía la certeza de que Saddam Hussein no saldría de Kuwait a menos que lo echaran”, “la misma conclusión a la que había llegado sobre el General Galtieri durante el conflicto de Malvinas”.

En cambio, se había hecho amiga de Pinochet. Aunque no lo había conocido en persona hasta mucho después de la guerra de 1982, en 1994, se mantenía regularmente en contacto con él. Tanto que, días antes de su arresto, el ex dictador había ido a tomar el té a casa de Thatcher.

La gran estratega de la Guerra Fría

Según Moore, pocos líderes occidentales merecen tanto crédito como ella por el fin de la Guerra Fría. “Fue ella quien mostró la comprensión más clara de la arquitectura de la victoria”. Además de una primera etapa de defensa militar (ella “resistió los cantos de sirena de la distensión nuclear”), Thatcher “mostró decisión y tenacidad” y así se ganó “el respeto de Gorbachov”, lo cual “le dio un papel crucial a la hora de persuadir a otros, sobre todo a [Ronald] Reagan, de que él era un hombre ‘con el que se podía negociar’. Apoyó sus reformas desde el comienzo, cuando otros las desestimaron como propaganda, y pudo vislumbrar que tendrían efectos amplios y duraderos”.

Margaret Thatcher fue la primera en creer realmente en las reformas de Mijaíl Gorbachov.
Margaret Thatcher fue la primera en creer realmente en las reformas de Mijaíl Gorbachov.

Su mano está detrás de acuerdos históricos como el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio que Reagan y Gorbachov firmaron en 1987 para eliminar un grupo importante de misiles. Pero la apertura de la glasnost y la perestroika inevitablemente debilitaron al mandatario de la Unión Soviética, algo que su amiga no supo ver.

En mayo de 1989 un nuevo parlamento ruso mostró una deferencia definitivamente reducida por Gorbachov. Thatcher lo llamó para felicitarlo porque lo que “claramente es un hito en tu programa de democratización”. Pero también se mantenía al tanto de los complots para matar al líder soviético y de los enormes problemas que pronto emergerían con las distintas nacionalidades y repúblicas que aglomeraba la URSS. “El pobre está en problemas”, le dijo al embajador británico en Moscú, Rodric Braithwaite, quien arregló un gesto de apoyo de ella: una escala para visitar a su amigo del Kremlin camino a Japón, en un viaje inminente. Para ella también era importante apoyar, por medio de ese gesto hacia Gorbachov, a los países del bloque del este europeo, donde también surgían protestas y movimientos.

La “cuestión alemana”

Aunque era prácticamente tabú hablar de “la cuestión alemana”, como se refería al objetivo declarado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de reunificar Alemania, el tema debió abrirse paso en el encuentro.

Fue Thatcher quien convenció a Ronald Reagan de que se acercara a Mijaíl Gorbachov:  
Fue Thatcher quien convenció a Ronald Reagan de que se acercara a Mijaíl Gorbachov:


"Es un hombre con el que podemos negociar", le dijo.

Ya Gorbachov le había dicho al canciller de Alemania occidental, Helmut Kohl, al conocerlo en 1988, que la cuestión alemana no entraría en el temario entre ellos por los siguientes 25 años. “Pero el ritmo del cambio en el bloque del este, sin embargo, comenzaba a acelerarse", indicó Moore. "En Washington, muchos de los nombrados por Bush, en particular James Baker y su auxiliar cercano, Bob Zoellick, desafiaron la presunción del statu quo de que Estados Unidos no debía meterse en el asunto”.

Había ya cambios en Polonia, donde Tadeusz Mazowiecki se convirtió en primer ministro del primer gobierno no comunista en 40 años, y en Hungría, donde Miklós Németh promovía la liberalización política en las mismas sendas que Gorbachov en la URSS. Pero en la República Democrática Alemana (RDA), Erich Honecker vivía en la más completa negación, mientras los alemanes orientales comenzaban a movilizarse. Como podían viajar a Hungría, iban allí y se instalaban frente a la frontera con Austria, donde reclamaban acceder a Occidente. Al comienzo los devolvían, pero como eran decenas de miles, Németh se negó a hacerlo.

¿Iba a intervenir la URSS? “Thatcher buscó la respuesta de Gorbachov”, se explicó en Herself Alone.

Antes de encontrarse con Gorbachov, el 5 de septiembre, “Thatcher vio a Oleg Gordievsky, el doble agente británico más importante del periodo”, contó Moore. Ella solía reunirse con él: la URSS retenía a su esposa y sus hijos y ella quería lograr la reunificación de la familia. Pero ese día también le preguntó por Alemania. “Ella siempre había supuesto que los soviéticos nunca permitirían la reunificación alemana, pero “ahora estaba menos segura’. Gordievsky le confirmó que las actitudes podían estar cambiando”: “Él pensaba que había menos temor a la reunificación en la URSS que en Occidente”. “Allí Alemania ya no se veía como una amenaza".

Mijaíl Gorbachev visitó a Margaret Thatcher en 1984, antes de asumir el poder en la URSS al año siguiente. (REUTERS)
Mijaíl Gorbachev visitó a Margaret Thatcher en 1984, antes de asumir el poder en la URSS al año siguiente. (REUTERS)

En la visita de apoyo a Gorbachov Thatcher le manifestó su preocupación por lo que sucedía en la RDA. “Si los acontecimientos de desarrollan demasiado rápidamente, la situación puede explotarnos en la cara”, le dijo. Según Morton, “pidió a Gorbachov su evaluación sobre la RDA, donde se esperaba más democracia. “Eso despertaría en algunos sectores los temores de una reunificación de Alemania”, le dijo. ‘Aunque la OTAN tradicionalmente ha hecho declaraciones para apoyar la aspiración alemana a la unión, en la práctica no nos gustaría”. Ya había hablado del tema con el presidente francés François Mitterrand, ahora necesitaba la opinión de él.

Gorbachov le respondió que “ellos no querían la reunificación alemana más que los británicos”. Y le agradeció por haber sacado el tema. En el Kremlin, muchos interpretaron la gestión de ella como un pedido: ya que la OTAN no podía hacerlo, el trabajo sucio le tocaría a su amigo. Pero, según Moore, no fue ese el caso, ni ignoró ella las aspiraciones de los alemanes. “Ella, más bien, estaba haciendo una advertencia sobre los peligros para el orden internacional (incluida la continuación de Gorbachov en el poder) de una reunificación en el futuro cercano”.

“Una daga en mi corazón”

El 9 de noviembre de 1989, mientras caía el muro de Berlín, un asistente golpeó a la puerta del apartamento en el piso superior de Downing Street 10. “Encienda el televisor”, le dijo a la primera ministra. Pero ella no tenía uno. Debieron bajar a su oficina. “Esto es maravilloso, es lo que siempre soñamos, y lo está haciendo la gente no el gobierno”, dijo. Pero un segundo más tarde agregó: “Dios mío, esto es peligroso… Tenemos que asegurarnos que no se salga de control”. Cuando, al rato, escuchó los versos del himno alemán, “Deutschalnd über Alles”, lo describió como “una daga en mi corazón”: pesaban sobre ella los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial.

Un breve encuentro en 1987 entre Thatcher y Gorbachov, cuando ya eran amigos. (imagen publicada en el libro
Un breve encuentro en 1987 entre Thatcher y Gorbachov, cuando ya eran amigos. (imagen publicada en el libro "Herself Alone")

En las semanas que siguieron Gorbachov, y al igual que sus adversarios en el Kremlin, ensayaron diferentes perspectivas sobre lo que sucedería. ¿Qué pasaría con las tropas soviéticas destinadas a la RDA? ¿Qué pasaría con el acuerdo de “los cuatro poderes” que operaban en Berlín desde el fin de la guerra?

Luego de una cumbre con Bush, Thatcher le escribió a Gorbachov para decirle que, como ella, el presidente de los Estados Unidos admiraba "tu coraje y tu visión y tu compromiso con las reformas”. Ambos habían acordado que la prioridad de la democratización de Europa del este debía hacerse “en un marco de estabilidad para todas las partes involucradas”, lo cual implicaba preservar las alianzas y las fronteras que existían en el momento. “Al sostener esta posición, Thatcher parecía no advertir la velocidad a la que sus parámetros se alteraban, desde abajo, por el mismo impulso democrático que ella había alentado. Una ‘democracia genuina’ en la RDA marcaría el final de la RDA; una democracia genuina en Europa del centro y del este significaría el fin del Pacto de Varsovia”.

De algún modo, Thatcher no podía entender la magnitud de los cambios de los que había sido la partera: “Según Kohl, aunque los registros oficiales no lo confirman, ella gritó [durante la cumbre internacional en Estrasburgo]: “¡Dos veces derrotamos a los alemanes! ¡Y ahora los tenemos de vuelta!”.

El canciller alemán Helmut Kohl, quien realizó la reunificación alemana y se molestó con Thatcher por sus comentarios contra sus connacionales. (REUTERS)
El canciller alemán Helmut Kohl, quien realizó la reunificación alemana y se molestó con Thatcher por sus comentarios contra sus connacionales. (REUTERS)

Gorbachov, en cambio, reconoció en una conferencia de prensa en Moscú que la reunificación de Alemania era inminente. “En eso creo que Gorbachov se equivocó mucho”, dijo luego a Moore, ya retirada. “Si iba a vender la reunificación de Alemania, podría haber obtenido mucho más. La vendió muy barata”. Ella, por fin, resultó la más renuente en todo el proceso.

Al rescate de su amigo Gorbachov

Tras perder el Pacto de Varsovia a manos de los gobiernos democráticos en Europa del este, Gorbachov debió aceptar que la ex RDA, unida ahora a la ex Alemania occidental, se integrara a la OTAN, archienemigo de Moscú. Él lo llevó con más gracia que su amiga, quien desconfiaba tanto de los alemanes que pensaba que alguna vez podía ser necesario, otra vez, como durante la alianza 1941-1945 entre el Reino Unido y la URSS contra Adolf Hitler, contar con los soviéticos para equilibrar las fuerzas. Tras esa debilitación de su figura en el Kremlin, a Gorbachov lo esperaba el comienzo del fin, que adoptó la forma de la independencia de Lituania. El secretario general del partido comunista ruso estaba sentado sobre un polvorín de identidades nacionales y étnicas.

En marzo de 1990, apenas un mes después de haber anunciado el fin del monopolio político del partido comunista y la creación de una presidencia ejecutiva de la URSS, que ocupó él mismo, que sería electiva, comenzaron las manifestaciones de inestabilidad que causarían la desintegración del país. Fue Lituania, pero también se organizaron movimientos separatistas en los demás estados bálticos e incluso en Georgia, Moldavia y Ucrania.

Margaret Thatcher se mantuvo unida a Gorbachov aun cuando perdió el poder e intercedió por él durante el golpe de agosto de 1991 en la URSS (Steve Back/Daily Mail/Shutterstock)
Margaret Thatcher se mantuvo unida a Gorbachov aun cuando perdió el poder e intercedió por él durante el golpe de agosto de 1991 en la URSS (Steve Back/Daily Mail/Shutterstock)

Ella lo llamó. “La conversación le resultó “alarmante”, escribió Moore. “Gorbachov había hablado con el tono de “un hombre que acaba de perder a su padre”. Ella le rogó que no reprimiera; él le preguntó si en Occidente no estaban usando la situación para evaluar si valía la pena seguir apoyándolo. “En lo que a nosotros respecta”, respondió Thatcher, “queremos que Gorbachov siga otros 10 años, y ojalá pudieran ser 20”.

No serían ni siquiera dos.

En marzo de 1991 un referéndum confirmó que el 78% de los soviéticos querían la continuación de la URSS, pero también se reconocían autonomías como la de Rusia, cuya presidencia asumió Boris Yeltsin, Ucrania y Bielorrusia. En esa inestabilidad, el 19 de agosto un grupo de la línea dura inició un golpe de Estado contra Gorbachov, que estaba de vacaciones en Crimea y pasó a ser un rehén en el balneario.

Yeltin asumió el liderazgo en el parlamento y denunció el golpe; pronto la casa parlamentaria estuvo rodeada de barricadas. “Mientras los líderes occidentales medían sus palabras, Thatcher se apresuró a poner de relieve la difícil situación de las víctimas y alentar la resistencia”, contó Moore.

Durante el golpe del Kremlin y la KGB contra Gorbachov, a quien mantuvieron aislado en Crimea, Boris Yeltsin organizó la resistencia desde el parlamento. (Wikipedia/Kremlin.ru)
Durante el golpe del Kremlin y la KGB contra Gorbachov, a quien mantuvieron aislado en Crimea, Boris Yeltsin organizó la resistencia desde el parlamento. (Wikipedia/Kremlin.ru)

La ex primera ministra se reunió con Lord Bethell, un tory vinculado a los disidentes soviéticos, y con la ex vocera de Yeltsin, Galina Staovoitova, quien la comunicó con él, que estaba dentro del parlamento asediado. “Yeltsin dijo que pensaba que los ‘ocho conspiradores en el Kremlin’ habían subestimado la resistencia popular: ‘Llamé a la huelga general. Pronto esos ocho van a enfrentar a la justicia’. Durante la llamada le pidió a Thatcher que coordinara una comisión internacional sobre la salud de Gorbachov, porque en ese momento los golpistas argumentaban, lo cual era falso, que había quedado incapacitado por razones de enfermedad. Ella aceptó. Yeltsin estaba encantado con la llamada, y le dijo a Thatcher: ‘Le voy a contar a la prensa que hemos hablado’”.

De pronto, la anciana conservadora estaba arengando a las masas: hizo su comunicado oficial verbalmente y en la calle. Dijo —su objetivo eran los dubitativos Bush y John Major, primer ministro británico— que no había que suponer que el golpe iba a tener éxito y convocó a la resistencia junto con Yeltsin: “Los jóvenes ya no son serviles”. Major se ofendió. A ella no le importó, y por la tarde llamó a Reagan para pedirle su apoyo a Gorbachov: “Después de todo”, le dijo, “estuvimos en el inicio de todo”. El golpe fracasó, pero fue el último paso hacia la disolución de la URSS en diciembre.

El primer ministro que la había sucedido quedó realmente molesto “porque ella se hubiera presentado con tanta confianza en la escena mundial”, escribió Moore. “‘Hubiera preferido que nos consultara’, dijo Major, y agregó: ‘Creo que hizo mal en alentar a que la gente saliera a protestar a la calle. Hizo mal en pedirle a la gente que arriesgara sus vidas’. [George H.W.] Bush apuntó en su diario sobre el intento de Thatcher de llegar a Gorbachov durante la crisis: ‘Esto, obviamente, molesta a John Major en enorme medida. Alguna gente simplemente no sabe soltar’”.

La jurisdicción internacional y los muertos en el crucero Belgrano

Thatcher temía que a ella la encausaran en jurisdicción internacional por el hundimiento del crucero General Belgrano durante la Guerra de Malvinas: su defensa de Pinochet fue también pensando en ella misma.
Thatcher temía que a ella la encausaran en jurisdicción internacional por el hundimiento del crucero General Belgrano durante la Guerra de Malvinas: su defensa de Pinochet fue también pensando en ella misma.

En octubre de 1998 Augusto Pinochet fue detenido en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón, quien implementó el concepto polémico de jurisdicción internacional para que el ex dictador rindiera cuentas por genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas ocurridos en Chile, donde vivía libre e influyente. Pinochet, que había viajado para operarse una hernia, apeló; los jueces de la Cámara de los Lores (el equivalente a un tribunal superior) dictaminaron que no tenía inmunidad. El ex dictador quedó arrestado (consiguió que fuera en un hospital) durante los 18 meses de un acalorado sainete judicial.

“El caso despertó la pasión de Lady Thatcher”, presentó Moore. No sólo porque había sido su gran aliado en la Guerra de Malvinas: “A ella también la impresionaba cómo Pinochet había empleado a Chicago Boys como Milton Friedman (con la ayuda de un ex consejero de ella, Alan Walters) para permitir que la economía chilena se recuperase de la época de Salvador Allende, y cómo había tenido éxito en contrarrestar el comunismo en América Latina”.

Su colaborador más cercano, Julian Seymour, le aconsejó que interviniera también por una cuestión que le concernía directamente a ella: la jurisdicción internacional podía un día servir en contra de ella.

Thatcher en una visita a Pinochet durante su arresto domiciliario en Virginia Water. (Imagen publicada en
Thatcher en una visita a Pinochet durante su arresto domiciliario en Virginia Water. (Imagen publicada en "Herself Alone")

“Supe de dos familias de nacionalidad española cuyos hijos murieron en el Belgrano”, le dijo Seymour, en referencia al hundimiento del navío argentino durante la Guerra de Malvinas. “En el pasado había escuchado conversaciones sobre la intención que tenían de iniciarte acciones en España, conversaciones que hasta ahora había ignorado. ¿Cuál sería la actitud de este gobierno si un juez izquierdista de España emite una orden de arresto contra ti?”

Un single malt para el querido Pinochet

Thatcher escribió una defensa de Pinochet que se publicó en The Times el 22 de octubre de 1998. “Destacó que Chile había llegado a un acuerdo interno sobre cómo tratar su pasado reciente: ‘Una parte esencial del proceso ha sido la definición del estatus del general Pinochet, y no corresponde que intervenga España, Gran Bretaña o cualquier otro país”’.

Citó, desde luego, la contribución de Pinochet en 1982, que había “marcado una diferencia” a favor de las fuerzas británicas. Recordó Moore: “Por pedido de Gran Bretaña, él había instalado un radar militar en Punta Arenas, lo suficientemente cerca como para registrar lo que sucedía en la base aérea de Comodoro Rivadavia. Un oficial de la Fuerza Aérea británica (RAF) recibía información en tiempo real sobre los movimientos aeronáuticos de los argentinos”. El único momento en que el radar dejó de funcionar, brevemente, por mantenimiento, los aviones argentinos alcanzaron los buques Sir Tristam y Sir Galahad y mataron a 56 soldados británicos.

“En cada escena del drama Lady Thatcher protestó en defensa de su aliado acosado, y escribió a Tony Blair [por entonces primer ministro], quien más o menos evadió sus preguntas, y al papa Juan Pablo II, a quien le pidió que ‘considerase la posibilidad de hacer una intervención personal y pública’”. El Vaticano intervino en secreto ante el gobierno británico para que se permitiera que Pinochet regresara a Chile “por razones humanitarias”.

La baronesa Margaret Thatcher con su amigo detenido, el ex dictador de Chile, Augusto Pinochet, y su esposa Licia Hiriat, en 1999. (AP/Ian Jones)
La baronesa Margaret Thatcher con su amigo detenido, el ex dictador de Chile, Augusto Pinochet, y su esposa Licia Hiriat, en 1999. (AP/Ian Jones)

En la primavera boreal de 1999 Thatcher hizo un acontecimiento público de su visita a Pinochet en su arresto domiciliario en Surrey. En el verano, le envió una botella de single malt: “El whisky es una de las instituciones británicas que nunca te va a decepcionar”, le escribió en la tarjeta. En la Cámara de los Lores denunció que el trato que recibía Pinochet “había manchado la reputación de Gran Bretaña”.

Cuando Thatcher habló en la Conferencia del Partido Conservador, por primera vez en nueve años, los asistentes no pudieron creer que nada dijera sobre política local y en cambio se dedicara a Pinochet. “Arruinó el día”, dijo uno de los participantes a Moore. Ella denunció al ex dictador como “un secuestrado judicial” y “un hombre frágil” que, si fuera extraditado a España, recibiría “una farsa de juicio” y “agonizaría en una tierra extranjera”. O hasta podría morir en Gran Bretaña, provocó a sus pares, “como el único detenido político en este país”.

En 2000 los exámenes médicos de Pinochet le garantizaron el permiso para regresar a Chile. “Al asumir la causa de Pinochet, Lady Thatcher había demostrado su coraje y su sentido del honor”, concluyó Moore. “Sin embargo, convencer a los medios liberales de que Pinochet no era un monstruo resultó una tarea imposible. El posicionamiento de Thatcher permitió que se la marginara aún más intensamente como un ejemplar de la galería de grotescos de la derecha”.

Fuente: https://www.infobae.com

NEGOCIACIONES SECRETAS POR MALVINAS Y VENTA DE ARMAS: LAS RELACIONES ESTRECHAS DE MARGARET THATCHER CON LA DICTADURA ARGENTINA ANTES DE LA GUERRA


Hasta cuatro días antes del desembarco argentino en las islas, el Agregado Militar británico en Buenos Aires estaba ofreciendo a la aeronáutica una flota de bombarderos. Tanto los gobiernos laboristas como el de la conservadora aprovisionaron a las fuerzas armadas que les declararían la guerra con sus propios recursos

Por Gabriela Esquivada

Antes del 2 de abril de 1982, Gran Bretaña promovió el comercio y vendió a la dictadura argentina armas que luego se utilizaron contra las fuerzas británicas.
Antes del 2 de abril de 1982, Gran Bretaña promovió el comercio y vendió a la dictadura argentina armas que luego se utilizaron contra las fuerzas británicas.

En un club privado de Londres, tomando el té en una vajilla exquisita, la historiadora Grace Livingstone se sorprendió cuando un ex ministro de Margaret Thatcher le dijo:

—No pensamos mucho en las violaciones a los derechos humanos.

Se refería a lo que sucedía en la Argentina durante la dictadura, mientras la Primera Ministra mantenía cordiales relaciones diplomáticas y hacía negocios con ella, al punto que tres días antes de que comenzara la Guerra de Malvinas, un funcionario intentó venderle armas a la aeronáutica.

—Era la Guerra Fría —le recordó el hombre.

La profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge quedó impresionada por la franqueza del ex funcionario. Pensó que esas declaraciones serían fundamentales para su libro sobre las relaciones estrechas de la entonces Primera Ministra británica con un gobierno militar que sembró un país de centros clandestinos de detención y que luego, en un acto cuya motivación política todavía se discute, usó las mismas armas que le había comprado a los ingleses para combatirlos en el Atlántico Sur, ignorando sus propuestas secretas de un acuerdo de entrega de la soberanía de las islas a cambio de un arrendamiento posterior a largo plazo.

“Pero cuando le escribí luego, para pedirle permiso para citar sus palabras exactas, se negó”, siguió Livingston su relato sobre el ex funcionario conservador.

 

Dado lo difícil que es obtener registros fieles de la memoria, sea por el paso del tiempo como por la necesidad de los políticos de presentar su mejor perfil a la historia, Livingstone recurrió a los registros contemporáneos: es decir, los documentos que antes, durante y poco después de la guerra de 1982, el gobierno conservador clasificó como secretos. Así, en los Archivos Nacionales, nació su libro Gran Bretaña y las dictaduras de la Argentina y Chile, 1973-1982, que dos años después de su salida se reeditará en marzo en el Reino Unido.

“No sólo brindan la descripción más completa de la venta de armas británicas al régimen, lo cual presenta pruebas de que los ministros violaron sus propios criterios sobre derechos humanos, sino que también traza los lazos políticos y militares entre Gran Bretaña y la Junta. Ni el gobierno laborista ni el conservador impusieron sanciones al gobierno militar antes de la invasión de las islas Malvinas en 1982. Ambos promovieron el comercio y vendieron armamento que luego se utilizó contra las fuerzas británicas", sintetizó la autora.

Se suponía que, luego de que en 1979, tardíamente si se piensa que la ola de golpes militares en el Cono Sur comenzó en 1973, la corona impusiera normas que restringían la venta de armas, se podían negar permisos de exportación cuando se creyera que los productos británicos “se podían usar en la represión interna o representaban una amenaza para las islas Malvinas”.

De hecho, se negaron algunos. Pero no los más importantes: “Las órdenes potencialmente más grandes se aprobaban porque el Ministerio de Asuntos Exteriores quería promover las exportaciones británicas, del mismo modo que quisieron los ministros laboristas y la conservadora”.

¿El resultado? "Parte de este equipo militar se desplegó luego contra las fuerzas británicas en la guerra de Malvinas, incluidos dos destructores Tipo 2, helicópteros Lynx y misiles tierra-aire Sea Dart”.

Margaret Thatcher tuvo buena relación con la dictadura, pero también los gobiernos laboristas que la precedieron. (Ling/Evening News/Shutterstock)
Margaret Thatcher tuvo buena relación con la dictadura, pero también los gobiernos laboristas que la precedieron. (Ling/Evening News/Shutterstock)

Pinochet es fascista, los argentinos son raros

El peronismo es un factor clave en las diferentes perspectivas que los británicos tuvieron ante el dictador Augusto Pinochet en Chile y ante los militares que tomaron el gobierno en la Argentina, con una Junta inicial conformada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Mientras el arco del centro a la izquierda criticaba el derrocamiento de Salvador Allende, “el Partido Laborista consideraba que el peronismo era similar al fascismo y no lamentaba la destitución del gobierno corrupto y represivo que encabezaba la viuda de Juan Perón”, explicó Livingstone.

Es cierto que los gobiernos laboristas que gobernaron el Gran Bretaña entre 1974 y 1979 fueron débiles y necesitaban de una delicada trama de alianzas, pero también lo es que Chile “se percibía como un caso transparente de un gobierno socialista elegido democráticamente expulsado por un dictador fascista” mientras que “el movimiento laborista apenas advirtió el golpe en la Argentina en 1976”.

Otra diferencia clave, subrayó, fue que “el Partido Comunista Argentino no se opuso al golpe; esto desorientó al Partido Comunista Británico, que había sido una fuerza de importancia en la Campaña de Solidaridad con Chile”. Como la Unión Soviética era “un importante socio comercial de la Junta Militar argentina”, la confusión se extendió también a quienes no profesaban fe en Moscú. "Por eso las actitudes ante el régimen no cabían claramente en las líneas de la Guerra Fría”.

La dictadura de las Juntas Militares argentinas no generó amplios movimientos de solidaridad en Europa al comienzo, como Chile: “Del mismo modo que los activistas británicos estaban confundidos por la compleja escena política argentina, que no se podía explicar fácilmente dentro de las líneas de la Guerra Fría, también en Europa había una falta de conciencia de los hechos en la Argentina, al menos hasta finales de los setentas, cuando las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a llamar la atención del mundo sobre las desapariciones masivas”, justificó la autora.

Chile mereció sanciones; la Argentina, en cambio, recibió un rápido aval.

La primera junta militar argentina: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. (Getty)
La primera Junta Militar argentina: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. (Getty)

Londres esperaba el golpe de estado de 1976, pero no podía saber la fecha exacta. Y el 23 de marzo envió un mensaje a la Cancillería argentina para ofrecer una conversación secreta sobre Malvinas. “Por eso la prioridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, al conocer el derrocamiento de Isabel Perón, fue reconocer al régimen “en cuanto fuera factible” para asegurar que los nuevos líderes militares de la Argentina no hicieran pública la comunicación secreta británica”.

El ministro de Estado laborista, Ted Rowlands, firmó la aprobación sin mayor demora. “Apenas dos días después de que asumieran los militares, el gobierno británico dio reconocimiento formal al régimen e informó al ministro de Relaciones Exteriores argentino que Gran Bretaña esperaba “mantener relaciones cercanas y amistosas’”.

Una cuestión de ideas y una cuestión de negocios

El programa económico de José Martínez de Hoz fue del agrado de Thatcher, ya que ambos profesaban el neoliberalismo, y el mismo funcionario de Videla describió sus políticas como “muy similares a aquellas que procura la Primera Ministra”. Menos obviamente, también gustó a los laboristas. Era bueno para los negocios: “En total, Martínez de Hoz hizo cuatro visitas al Reino Unido durante los años de la dictadura, tanto durante los gobiernos laboristas como durante el conservador”, contabilizó la investigación. “Fue agasajado por ejecutivos de empresas como British Aerospace (hoy BAE), GEC, Shell, Rolls-Royce y Plessey”.

Cayó muy bien en el Foreign Office, algo que se sumó a la actitud positiva de los diplomáticos británicos de carrera, que a diferencia de los funcionarios elegidos le habían dado la bienvenida al golpe argentino como a todos los demás. “En este periodo de la Guerra Fría, siguió Livingstone, tenían profundas sospechas de la radicalización en el país y en el extranjero. Los principales empresarios británicos compartían estas actitudes y criticaban cualquier política que pudiera ‘arruinar la atmósfera’ a aquellos que querían invertir o comerciar con estas dictaduras”.

Distintos documentos muestran las conversaciones secretas entre los británicos y los argentinos sobre Malvinas.
Distintos documentos muestran las conversaciones secretas entre los británicos y los argentinos sobre Malvinas.

La trama social en la que circulaban estos poderosos del establishment económico y político era estrecha, incluso restringida a un puñado de barrios londinenses como Belgravia y Mayfair. También en los destinos, señaló el libro, la fuerza de la gravedad social tendía a unir a “embajadores y personal de la embajada” con “un entorno aún más cerrado”, que comprendía la comunidad británica de negocios y los argentinos y chilenos de la clase alta.

En eso James Callaghan no fue diferente a Thatcher.

“En el caso de la Argentina, el laborismo no intentó imponer sanciones duras contra la Junta, así que una vez más hubo escaso conflicto en el proceso de establecimiento de políticas; no obstante, cuando los políticos laboristas consideraron medidas por la situación de derechos humanos, el Ministerio de Asuntos Exteriores aconsejó moderación y advirtió sobre los peligros que correrían las relaciones comerciales y políticas", siguió la autora. En consecuencia “las políticas de los gobiernos laborista y conservador hacia la junta argentina no fueron marcadamente diferentes”. Ninguno impuso un embargo de armas o cualquier tipo de sanciones económicas hasta el 2 de abril de 1982, cuando el dictador Leopoldo Galtieri ordenó el desembarco en Malvinas.

Armas británicas para los argentinos

“El gobierno de Thatcher promovió el comercio con la Argentina más vigorosamente que lo que habían hecho los laboristas, y envió dos ministros en visitas al régimen militar, lo cual condujo a un aumento en el comercio y las ventas de armas a la Argentina durante los conservadores”, detalló la historiadora. Thatcher también cerró el exilio político a todos los latinoamericanos y volvió a designar un embajador británico a Buenos Aires en 1979, aunque en realidad el retiro del anterior no había sido, como en Chile, por cuestiones vinculadas a las violaciones a los derechos humanos, sino antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y “a instancias del gobierno argentino durante un momento de tensión” sobre Malvinas.

El primer ministro laborista James Callaghan con el presidente estadounidense Jimmy Carter. (US National Archives)
El primer ministro laborista James Callaghan con el presidente estadounidense Jimmy Carter. (US National Archives)

Aunque Gran Bretaña había pasado de tener una suerte de “imperio informal”, como citó la autora la denominación habitual a comienzos del siglo XX, en países como la Argentina, hacia la década de 1980 la presencia británica en los mercados latinoamericanos se contrajo hasta el 1,2 por ciento. Con una excepción: “La industria de las armas”, escribió Livingstone. “Durante los setenta, Gran Bretaña fue el segundo proveedor de armamento en América del Sur, con el 25% del total, detrás del 29% de los Estados Unidos, el líder del mercado”.

Destacó: “Era un mercado tan lucrativo que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió gran presión del Departamento de Comercio e Industria, el área de ventas del Departamento de Defensa y las empresas británicas para permitir el comercio de armas con los regímenes militares del Cono Sur a pesar de las preocupaciones por los derechos humanos y la amenaza potencial a las Malvinas”.

Los Agregados Militares británicos en Buenos Aires eran impulsores denodados de los productos, por sus “vínculos estrechos con los fabricantes de armas”: según la investigadora, “constantemente hacían lobby para la venta de barcos de guerra, vehículos blindados, aeronaves y municiones”.

Destacó: “Apenas tres días antes de la invasión argentina, el Agregado Militar británico en Buenos Aires hizo una cita para reunirse con el Secretario General de la Fuerza Aérea argentina para tratar de venderle bombarderos”.

Cuatro días antes del comienzo de la guerra

Thatcher vendió helicópteros Lynx, un destructor Tipo 42 y misiles Sea Dart al gobierno de Roberto Viola; sus antecesores Harold Wilson y Callaghan vendieron otro destructor Tipo 42, más helicópteros Lynx y más misiles Sea Dart además de 100 misiles tierra-aire Seacat y Tigercat, un sistema de misiles antiaéreos Blowpipe y 77 ametralladoras para el ejército, la armada y la policía, según detallan los documentos.

Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. Foto: Eduardo Farré.
Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. Foto: Eduardo Farré.

La restricción de ventas de armas que se pudieran usar contra la ciudadanía argentina o contra las islas Malvinas chocaba con una orden de Thatcher a sus ministros: “Debemos hacer un esfuerzo más decidido para vender más equipamiento de defensa en el exterior”. La contradicción se resolvía caso por caso.

Livingstone halló un ejemplo en el material clasificado: en 1981 el titular del Departamento para América Latina del Foreign Office, Robin Fearn, recomendó que se permitiera la venta de kits para adaptar las armas Oerlikon dentro de blindados argentinos: “Estos vehículos tienen claras implicaciones para los derechos humanos y podríamos ser criticados si nos involucrásemos en cualquier etapa de su construcción o montaje. Sin embargo, es improbable que nuestra participación se conozca alguna vez”.

Con la invasión argentina a las islas quedaron pendientes varios pedidos que Thatcher había avalado: un bombardero RAF Vulcan, varios blindados Centaur, un tanque de guerra Vickers, otros ocho helicópteros Lynx, un torpedo Stingray, un equipo de vigilancia aérea Linescan y aviones Canberra, entre otros. En realidad, el Agregado Militar británico había trabajado en ventas hasta el 29 de marzo de 1982.

Ese día escribió a Londres que durante la primera semana de abril se iba a encontrar con el Secretario General de la Fuerza Aérea Argentina para hablar sobre un bombardero aéreo. Los aeronáuticos, dijo, estaban “interesados en adquirir un escuadrón de bombarderos durante" la década de 1980. Se alegró porque “la relación con BAE indudablemente ha mejorado”.

Soberanía y política interna

La continuidad entre laboristas y conservadores y laboristas también se verificó en la discusión sobre la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Los laboristas no tenían una posición unívoca pro devolución ni pro independencia.

El HMS Sheffield, impactado por las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur el 6 de mayo de 1982.
El HMS Sheffield, impactado por las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur el 6 de mayo de 1982.

Aunque el conflicto databa desde 1833, cuando Gran Bretaña desafió la posesión argentina de las islas, desde 1965 se había convertido en un tema internacional porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había solicitado a las dos partes que llegaran a un acuerdo. Ya en 1953 el entonces presidente Juan Perón había propuesto que la Argentina le comprara las islas a la corona, sin suerte.

Laboristas y conservadores llevaron una nueva propuesta a la dictadura: un acuerdo de arrendamiento posterior (leaseback) por el cual Gran Bretaña le transferiría la soberanía de las islas a la Argentina a cambio de una renta inmediata de largo plazo. “Tanto James Callaghan como Margaret Thatcher eran escépticos ante la posibilidad de llegar a un acuerdo con la Argentina, pero ambos acordaron, a regañadientes, explorar la opción del leaseback. El gobierno de Thatcher llegó tan lejos que sostuvo conversaciones secretas con los argentinos sobre el arrendamiento posterior”.

¿Por qué a regañadientes? Porque nadie estaba dispuesto a “gastar capital político impulsando en el Parlamento un acuerdo con la Argentina”, explicó la investigación. “A pesar de aprobar en principio la opción del leaseback, ambos gobiernos dieron marcha atrás cuando enfrentaron oposición de los miembros del parlamento (MP), los isleños y quienes los apoyaban”. Sobre este punto la historiadora analizó “actas de reuniones de gabinete, correspondencia interna de políticos y funcionarios y diarios de políticos” y halló que “la perspectiva de una tormenta parlamentaria y la acusación de abandono de los isleños” representaban un costo político demasiado alto por un asunto que podía seguir los tiempos

Fuente: https://www.infobae.com

22 de enero de 2020

PETRÓLEO, POLÍTICA Y PODER: LAS MALVINAS Y SU IMPORTANCIA PARA EL REINO UNIDO.


Por Profesor Javier Luchetti Prof. Marcelo Troncoso (*).


Introducción.

Tanto Los Estados Unidos, como China y otros países como Gran Bretaña en nuestro caso de estudio en particular, entablan las relaciones internacionales energéticas como una cuestión primordial para asegurarse el abastecimiento de petróleo, dado su alto grado de dependencia de estas importaciones. La declinación de la explotación de petróleo en el mar del Norte, significa un duro golpe a la economía británica por lo que es prioritaria la búsqueda de nuevos pozos petrolíferos.

Posteriormente a la Guerra de Malvinas de 1982, el Reino Unido reforzó la seguridad en la zona construyendo el complejo militar Mount Pleasant Complex, para despegue diurno y nocturno de aviones, junto con un puerto de aguas profundas llamado Mare Harbour: “A partir de este acondicionamiento en términos de defensa, los británicos han dado la posibilidad de que fuerzas de la OTAN concurran a las Malvinas para realizar entrenamiento en un escenario de zona fría. Las islas constituyen un eslabón que se complementa con Ascensión, Santa Elena y Tristán da Cunha para operaciones defensivas y ofensivas para los británicos y sus aliados. De esa manera han establecido un “collar de perlas” en el Atlántico Sur, al modo que China lo ha implementado en el océano Índico[1].

En este sentido, las Islas Malvinas ubicadas al sudeste de la Argentina en el océano Atlántico sudoccidental y pertenecientes a la plataforma continental argentina, ocupan un lugar estratégico geopolíticamente hablando, al encontrarse en las cercanías del continente americano y de la Antártida: “Este archipiélago está situado en el océano Atlántico, a unos 550 km al este de Río Gallegos. Está formado por dos islas mayores: la Gran Malvina o isla Occidental, y la Soledad o isla Oriental, separadas por el estrecho de San Carlos. Hay, además, numerosas islas menores e islotes. Geográficamente forman parte del territorio argentino por estar asentadas sobre su plataforma submarina.

Las islas Malvinas están formadas por rocas de la era Paleozoica, especialmente sedimentos devónicos y pérmicos, estos últimos de origen glaciario. Su relieve es levemente ondulado, con colinas bajas separadas por valles donde se acumulan los escombros procedentes del desgaste, y que a consecuencia de un proceso de descenso epirogénico han sido parcialmente invadidos por el mar, originando una costa de rías.

En la isla Occidental o Gran Malvina se elevan el monte Adam (698 m), Beaufort (680 m) y María (669 m), en la parte norte, en tanto que hacia el extremo sur las alturas son mucho menores (monte Young, 338 m). En la isla Oriental o Soledad se levantan las colinas de Wicham, con el cerro Usborne de 684 m. El clima es frío oceánico, y las islas están bañadas por la corriente fría de las Malvinas. La temperatura media anual es de 6°C, y los vientos son muy fuertes, soplando del oeste y sudoeste. Las lluvias son superiores a 500 mm anuales. La vegetación natural se caracteriza por la falta total de árboles; hay solamente arbustos y hierbas”[2].

Lugar de paso desde el océano Atlántico al océano Pacífico, su proximidad es también importante por encontrarse próximas a la Antártida, uno de los principales reservorios mundiales de agua dulce y minerales. Se encuentran estratégicamente ubicadas, cercanas a los pasajes de Beagle, Drake, y Magallanes, comunicando ambos océanos aún con una ruta más larga que la utilizada en el canal de Panamá, pero no menos importante en caso de cierre o de estallido de algún conflicto en aquel país. El Reino Unido además posee la soberanía sobre otras islas como Ascensión “las que le garantizan el control sobre el Atlántico Sur –hoy revalorizado a partir de la explotación petrolera en el Golfo de Guinea y Angola y de la explotación pesquera…”[3].

Los británicos conocedores de esta valiosa ubicación han aumentado el presupuesto de defensa de las islas con el pretexto de defender a los kelpers de cualquier ataque argentino. Desde los años ochenta cuando ocurre la invasión argentina, Gran Bretaña adoptó una política de seguridad para sus intereses y para los isleños: “La política de seguridad militar para los isleños, adoptada por el Reino Unido, que creó una instancia física de defensa, se concibió como imperiosa en relación con la situación de enfrentamiento y la no declaración del cese de hostilidades por parte de la República Argentina, sino hasta los años noventa. La construcción de esta base requeriría contar con la presencia de personal que fuese acorde a las diversas etapas de construcción y a las cantidades necesitadas; es por ello por lo que el personal que se hallaba como dotación durante su construcción, nunca fue menor a tres mil soldados, sumados a ellos, los que se hallaban enmarcados en las naves que circundaban las aguas de las Islas. De esta manera, la inversión inicial de trescientos millones de libras esterlinas, como índice de la magnitud del esfuerzo presupuestario final para la construcción de esta nueva base aérea, fue estimada por el Gobierno británico”[4].

Esta investigación es una breve recopilación de la situación que atraviesan las Islas Malvinas y su incidencia en la exploración de un recurso natural no renovable como lo es el petróleo. Esta situación geopolítica de ocupación ilegal británica, también incluye a las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, además de los espacios marítimos circundantes, es decir, lo que queda demostrado es el interés del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en la explotación de los recursos naturales del Atlántico Sur. El objetivo de este trabajo es identificar las racionalidades dominantes en el conflicto geopolítico entre Argentina y Gran Bretaña por la apropiación de un recurso natural como lo es el petróleo, dimensionando los actores intervinientes y sus implicaciones a futuro.

Para realizar la investigación se tomarán en cuenta algunas variables necesarias para el estudio en cuestión. En primer lugar, los recursos naturales articulan los elementos naturales con los sociales, económicos, políticos, culturales y tecnológicos. Un recurso natural no es sinónimo solamente de naturaleza, sino que es sólo aquella parte de la naturaleza que las sociedades valoran, apropian y usan para satisfacer sus necesidades. Este concepto permite desnaturalizar la relación entre la sociedad y la naturaleza, así como lograr máxima coherencia con un enfoque social de la geografía, en tanto no se limita solo al abordaje de las condiciones naturales o contenidos físicos, químicos y biológicos, propios de las ciencias naturales. Este concepto de recurso natural significa situar los elementos y funciones de la naturaleza en un contexto social particular, en un uso histórico y en un momento determinado del desarrollo histórico, económico, social y tecnológico de una sociedad determinada. En este trabajo, el recurso natural valorado por la sociedad es el petróleo[5].

También se puede señalar al petróleo como uno de los recursos naturales estratégicos, entendiendo como tales a “aquellos recursos trascendentes que adquieren características vitales para la continuidad de la vida humana y la soberanía de los Estados. Su defensa constituye el cumplimiento de la función principal llevada a cabo por cada Estado: contribuir al bienestar y desarrollo de su propia población”[6].

Por otra parte, los recursos estratégicos que ofrece la naturaleza presentan otras características:
“1) son limitados y pueden agotarse;
2) están desigualmente distribuidos desde el punto de vista geográfico;
3) pueden proveer beneficios directos a las regiones donde se encuentran (o a otras regiones a través de diversas tecnologías);
4) están interrelacionados;
5) la acción del hombre sobre ellos repercute en el tiempo y en el espacio,
6) se vinculan con cuestiones de seguridad”[7].

El petróleo debe considerarse como un recurso con el que las compañías petrolíferas esperan obtener altas tasas de ganancia puesto que la demanda crece diariamente, por lo tanto, sirve especialmente para satisfacer las necesidades de diversos países especialmente los más industrializados. Pero como sabemos, no es un recurso renovable por lo que la lucha por su apropiación se ha trasladado a los países emergentes que poseen medianas o grandes reservas petrolíferas, por lo que su explotación se ha convertido en motivo de estudio de la geografía económica, la geopolítica, la economía y las relaciones internacionales entre otras áreas[8]10.

El petróleo en sus distintas variantes, pesadas y más ligeras y en sus diferentes localizaciones desde zonas desérticas hasta submarinas y polares, va a continuar siendo el principal recurso energético durante varias décadas más. Los yacimientos descubiertos a veces son difíciles de evaluar en cuanto a sus reservas a lo que se suma el hecho de la especulación financiera, de ahí que puedan producirse sobrevaluaciones sobre las capacidades de extracción. Pero lo que sí es sabido es que los pozos presentan una forma de producción en forma de pirámide, puesto que luego del pico máximo de producción comienzan a declinar.

Actores sociales: en este caso nos referimos a los sujetos de la vida social, individuales o colectivos, públicos o privados, comunitarios o institucionales que son protagonistas de las acciones correspondientes a la construcción de los territorios. Algunos actores sociales son los individuos, empresas, representantes políticos, administraciones estatales, portadores de ideas e intereses que se traducen en acciones y decisiones que dejan huellas visibles o no en el territorio[9].

En nuestro caso de análisis podemos observar actores como las empresas extranjeras, el Estado argentino, el Estado británico y los kelpers, que con sus políticas, acciones y decisiones configuran la dinámica del área, partiendo de las visiones de la sociedad y de las instituciones de las que parten. Es decir, si bien desde la geografía política se ha hecho hincapié en el papel del Estado, esto no significa que sea el único actor social, por ello, consideramos que, “el Estado se debe situar en un contexto que revele su importancia pero que no deje a un lado a las demás instituciones”[10].

Intencionalidad: la idea de construcción permanente del territorio exige analizar las intencionalidades de los actores sociales en dicho proceso, incluyendo la perspectiva de las distintas instituciones y organizaciones que valoran, optan, deciden y condicionan la organización de un cierto territorio. Se trata de rescatar y hacer explícitas las intenciones, las racionalidades y lógicas con las que operan los distintos actores sociales intervinientes en una situación dada. Las acciones de los actores sociales no pueden entenderse de modo descontextualizado, sino que deben incluirse en el análisis no solo los contextos socioculturales y los llamados ‘climas de la época’, sino principalmente también las lógicas, las racionalidades del capitalismo global, con sus instituciones y sus modos de regulación[11].

Territorio: en su acepción más generalizada, “el concepto de territorio lleva implícitas las nociones de apropiación, ejercicio de dominio y control de una porción de la superficie terrestre, pero también contiene las ideas de pertenencia y de proyectos que una sociedad desarrolla en un espacio dado”[12]. De todos modos, desde una visión más geopolítica, el territorio puede ser objeto de lucha de varios centros de poder que buscan manejar la agenda internacional, mientras que otros solamente pueden presentar una escasa o nula resistencia hacia los que buscan priorizar sus intereses particulares, pero el mismo es una condición imprescindible para las relaciones exteriores.

Es decir, coincidiendo con Peter Taylor, existen “códigos geopolíticos” entendiendo como tales a “un conjunto de supuestos estratégicos que elabora un Gobierno sobre otros Estados para orientar su política exterior. (…) Estos códigos operativos suponen la evaluación, según su importancia estratégica y como amenazas potenciales, de lugares que están más allá de las fronteras del Estado. Los códigos geopolíticos no son sólo estadocéntricos, sino que suponen una visión particular del mundo exclusiva de un Estado; por tanto, son por definición imágenes del mundo muy parciales. No obstante, debemos aceptarlos y considerar que son los pilares básicos sobre los que se asientan los órdenes geopolíticos mundiales. Los códigos geopolíticos funcionan a tres niveles: local, regional y global. El código de nivel local supone una evaluación de los Estados vecinos y tiene que ser elaborado por los gobiernos de todos los países, por pequeños que sean. Los códigos de nivel regional son necesarios para los Estados que aspiran a proyectar su poder más allá de sus vecinos inmediatos, y los gobiernos de todos los países que son potencias regionales o de los que aspiran a serlo tienen que diseñar estos códigos. Por último, unos cuantos Estados tienen políticas globales, por lo que sus gobiernos disponen de los códigos geopolíticos de extensión mundial. Es decir, todos los países tienen códigos locales, muchos tienen códigos regionales y sólo unos cuantos tienen códigos globales”[13]. Justamente Gran Bretaña es uno de estos últimos: sus intereses de política exterior se ubican en todo el mundo, inclusive en las Islas Malvinas.

La importancia en la economía británica del petróleo. Un prestigioso geógrafo crítico, David Harvey, ha expuesto su teoría centrada en la acumulación mediante la desposesión, por la “que la imposibilidad de acumular mediante la expansión continuada de la reproducción ha sido compensada con un incremento de los intentos de acumular mediante la desposesión. Estas son, en definitiva, las que considero características principales de las nuevas formas de imperialismo. (…) La producción del espacio, la organización de nuevas divisiones territoriales de trabajo, la apertura de nuevos y más baratos complejos de recursos, de nuevos espacios dinámicos de acumulación de capital y de penetración de relaciones sociales y arreglos institucionales capitalistas (reglas contractuales y esquemas de propiedad privada) en formaciones sociales preexistentes brindan diversos modos de absorber los excedentes de capital y trabajo existentes”[14].

El resultado sería una competencia internacional con varios centros de acumulación de capital compitiendo en el mundo, por lo que pueden estallar crisis económicas o conflictos geopolíticos. La “acumulación mediante desposesión” incluye entre otros fenómenos, las formas coloniales y neocoloniales de apropiación de recursos naturales y derechos de propiedad intelectual por medio de patentes y registros. El agotamiento de los recursos naturales comunes como el agua, el petróleo y el gas, junto con la degradación medio ambiente son consecuencia del mercantilismo de la naturaleza, lo que en definitiva significa que “el capitalismo internaliza prácticas canibalísticas, depredadoras y fraudulentas”[15].

Esta acumulación no puede entenderse sin el papel del Estado, puesto que es quien alienta a las empresas multinacionales a la acumulación, por eso “cuando los estados preparan el terreno para la expansión de sus capitales nacionales hacia el exterior, incluso si la dirigen, esto sólo puede ser entendido a partir del hecho que son relativamente autónomos para mantener el orden social y asegurar las condiciones de acumulación del capital. Por lo tanto, cualquier explicación sobre el imperialismo debe incluir un análisis de las capacidades administrativas del estado, como así también sus determinaciones de clase, culturales y militares”. El imperialismo británico del siglo XXI se ha adaptado a las nuevas características de la economía contemporánea, pero en el fondo los objetivos son los mismos: obtener las materias primas y los mercados necesarios para su supervivencia como en el siglo XIX. Se puede aplicar para el caso norteamericano, pero como nuestro objeto de estudio es el análisis de las islas Malvinas, también podemos emplearlo con los británicos. En ese aspecto, “el imperialismo capitalista, entonces, requiere ser comprendido mediante una extensión de la teoría del estado capitalista y no como una derivación directa de la teoría económica de las fases o las crisis”[16].

Estos objetivos económicos británicos en las islas ya se han manifestado históricamente en diferentes etapas económicas. Entre 1975 y 1976, varias misiones británicas ratificaron la existencia de importantes niveles de riqueza petrolífera y mineralógica en las islas, siendo una de las primeras exploraciones off-shore[17], la realizada por la multinacional anglo-neerlandesa Shell: “Una de esas misiones estuvo dirigida por Colin Phipps, diputado laborista, ingeniero en petróleo y hombre de la Shell. Fue el mismo Phipps quien estuvo en el despacho de la Dama de Hierro cuando ésta le declaró la guerra a la Argentina. Fue asimismo Phipps quien en 1996 creó la operadora Desire Petroleum, ganó las primeras licencias otorgadas unilateralmente por los kelpers y se volcó a la explotación del off-shore malvinense. Hoy por hoy, Desire –junta a otras compañías- se encuentra perforando el subsuelo argentino en búsqueda de crudo. Los resultados preliminares indican cantidades comercialmente viables de hidrocarburos. Con confirmación del prospecto Sea Lion al norte de las islas (cerca de 242 millones de barriles técnicamente recuperables según informes de la operadora Rockhopper), y en función del ratio producción consumo, el Reino Unido (RU) se estaría ahorrando 4 años de importaciones de crudo por unos 25.673 millones de dólares (a la cotización vigente del barril)”[18]. La Argentina, a mediados de los años setenta sancionó la ley 21.024 que declaraba de interés nacional el estudio en la plataforma submarina de la factibilidad de la riqueza petrolífera.

En teoría, a futuro, el Reino Unido podría convertirse en un exportador neto de petróleo, para diferenciarse de Alemania y Francia que son dos de las potencias que poseen un alto grado de importaciones de crudo y derivados. De todos modos, hay que tomar en cuenta la declinación de las reservas petrolíferas en la cuenca del Mar del Norte, a partir del año 1999. Los periódicos británicos marcan esta situación, por ejemplo The Guardian, en agosto de 2012, manifestó que “(…) los ingresos fiscales al Tesoro Británico caen, así como la producción en un 18% con una caída de 2,3 millones de libras en ingresos fiscales, y compara un total de 1.04 m de barriles al día se bombeó en el año hasta marzo de 2012, frente a un máximo de 2,7 millones en 1999, y el más bajo desde 1970 (…) torres de envejecimiento que tienen mayores costos de producción que sus rivales modernos y sufren desempleo como consecuencia de ello”[19]. De acuerdo a un estudio realizado por el Foro Económico Internacional de Energías, un instituto de energías renovables en Muenster, Alemania (2011), “(…) la cantidad de petróleo crudo perforado desde el Mar del Norte cayó a 124,7 millones de toneladas en 2011. Esta es una disminución del 12% desde 2010 y representa la menor cantidad extraída del mar del Norte desde 1982”[20].

Gran Bretaña se preocupa por el agotamiento de las reservas petrolíferas del Mar del Norte, pero arma su estrategia alternativa de provisión con las Islas Malvinas. Los argentinos debemos convivir con una potencia extranjera que ocupa ilegítima e ilegalmente territorio argentino, justo cuando la crisis energética, económica y financiera del capitalismo está presente y en un mar que nos pertenece junto con la plataforma donde están asentadas las islas. Cabe aclarar que el mar territorial argentino se extiende hasta una distancia de doce millas marinas a partir de las líneas de base (ley 23.968, artículo 3, publicada en el Boletín Oficial en diciembre de 1991). La zona contigua se extiende más allá del límite exterior del mar territorial hasta una distancia de veinticuatro millas marinas a partir de las líneas de base (ley 23.698, artículo 4). Y la zona económica exclusiva (ZEE) se extiende, más allá del límite exterior del mar territorial, hasta una distancia de doscientas millas marinas a partir de las líneas de base (ley 23.698, artículo 5), ejerciendo nuestro país todos sus poderes fiscales, jurisdiccionales, preventivos y represivos en materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaria e inmigratoria.

También ejecuta los derechos correspondientes a la soberanía a los fines de exploración y explotación, conservación y administración de los recursos naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho del mar, y con respecto a otras actividades con miras a la exploración y explotación económicas de la zona. Por último, la plataforma continental sobre la cual ejerce soberanía comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de doscientas millas marinas medidas a partir de las líneas de base, en los casos en que el borde exterior no llegue a esa distancia (ley 23.698, artículo 6).

El recurso petróleo posee su fundamento geoestratégico, y es fiel reflejo a las etapas económicas de las Islas Malvinas. Como una de las características propias de los recursos naturales renovables o no renovables, poseen un valor económico en concordancia al período histórico. Durante el siglo XIX, y hasta la resolución del conflicto bélico en 1982, la economía de estas islas estuvo vinculada a la explotación y exportación de lana ovina, materia prima fundamental para la entonces industria textil británica. Desde su creación, la Falkland Islands Company (FIC) monopoliza esta actividad comercial. Sin embargo, en años previos a la guerra, la caída de los precios internacionales de la lana, produjo que el Producto Bruto Interno de las islas cayera, por lo que su economía padeció entonces una profunda recesión y no hubiese sido extraño que, gracias a la debacle económica, los británicos hubieran terminado por entregárselas a la Argentina. Para mediados de la década de los años ochenta, las islas vivieron de la explotación pesquera (calamares, abadejo, y distintas clases de merluza), aunque se ha producido una sobreexplotación de los recursos, debido a las mayores inversiones extranjeras a la par que los habitantes de las islas podían participar de las empresas.

Luego del conflicto de 1982, la FIC continúa siendo la principal empresa del archipiélago: “En la actualidad y con el conflicto superado, la FIC no solo es una próspera empresa colonial, sino que además detenta un 14 por ciento del paquete accionario de la Falkland Gold and Minerals Ltd. y un 18,3% de la subsidiaria Falkland Oil and Gas Ltd. A través de la primera controla la explotación minera para la totalidad del archipiélago; con la segunda participa (junto a la australiana BHP Billiton) en 13 licencias exploratorias offshore sobre las cuales calcula recuperar no menos de 1.750 millones de barriles o un 86 por ciento de las reservas comprobadas argentinas (Le Monde Diplomatique, N° 118, abril de 2009). Pero el emporio de la FIC no termina allí. Controla además el principal hotel de las islas, sendos restaurants, bares, centros comerciales, concesionarias de automóviles, servicios portuarios de carga y mantenimiento, unas 150 hectáreas y 20 pequeñas islas del archipiélago, entre otras propiedades (FIC -2009)”[21]. También la llegada de cruceros turísticos es otro aliciente a la economía isleña.

Existen cuatro cuencas en las que ya existen exploraciones de petróleo crudo: al este Plateau Malvinas, al oeste la Cuenca Malvinas, y al sur y al norte las Cuencas Malvinas, totalizando entre las cuatro un área de aproximadamente 400.000 kilómetros cuadrados. Las empresas operadoras son Borders and Southern Petroleum, Rockhopper Exploration, FOGL, BHP Billition, Desire Petroleum, Argos Petroleum, y si no fuera porque estas empresas comienzan a explorar el petróleo, nuestro país podría aumentar fuertemente sus reservas petrolíferas hoy en crisis. Esta iniciativa británica perjudica sobremanera la seguridad nacional, económica y energética del país. La puja conflictiva del reclamo argentino, es que el lanzamiento de la actividad exploratoria debería contar con el beneplácito argentino, no solo como un obligado requisito para la autorización, sino para dotar de seguridad jurídica a las potenciales empresas petroleras interesadas en el área. Después de todo, las Malvinas son argentinas, no británicas.

De todos modos, la impronta neoliberal llevada a cabo en la década de los años noventa quedaría marcada no solo por las relaciones carnales con los Estados Unidos, sino también por el acercamiento a Gran Bretaña que no beneficiaron para nada al Estado argentino. Esta estrategia de “seducción’ iniciada por el canciller argentino Guido di Tella hacia 1992 tuvo su respuesta por parte de los kelpers que aprovecharon todo lo que pudieron la entrega diplomática argentina sin que nosotros recibiéramos algo a cambio: “El gobierno argentino no solo accedió a la totalidad de las demandas comerciales británicas e isleñas con el Acuerdo de Pesca de Calamar (la Argentina se autolimitaba a pescar este crustáceo, principal recurso de los habitantes de las islas) y el Acuerdo sobre Petróleo de 1995, sino que además enterró los logros diplomáticos de casi veinte años de trabajo argentino frente al Reino Unido y a los organismos internacionales.

Cinco días después de la firma de los acuerdos petroleros, los kelpers licitaron 19 áreas y concedieron 12 contratos, presentándose cerca de medio centenar de compañías. (…) Las zonas licitadas se encontraban al norte de las islas, en la Cuenca Malvinas Norte, donde las profundidades oscilan entre los 150 y 500 metros y la distancia de la costa entre 36 y 250 kilómetros”[22].

La fórmula del “paraguas de la soberanía”, que consistía en proteger los derechos de cada parte, en lo que respecta los archipiélagos y espacios marítimos circundantes que era un escollo en ese período para la normalización de las relaciones diplomáticas, consulares y económicas, para permitir un acercamiento en estos aspectos fue un verdadero fracaso y papelón diplomático argentino: “Fue una forma de acercamiento a los isleños en el primer mandato de Menem que poseyó un lado simpático –el envío a fin de año de libros como El Principito o Winnie the Poo- y otro riesgoso, ya que declaraba ambiguamente que no considera a los isleños como parte de sus discusiones, pero por otro lado proporcionó una serie de señales para involucrarlos”[23].

La población de la isla ratificó sus lazos con Gran Bretaña y criticó al sistema político argentino, mientras que los argentinos confiaban todavía en el papel de Estados Unidos como socio, aspecto que el tiempo demostró que no era así: “La vinculación con los Estados Unidos, mediante las “relaciones carnales”, avizoró la mejora de las relaciones con el Reino Unido, hacia la búsqueda de acuerdos y cooperación, dando lugar a la instancia temporoespacial de concreción de los acuerdos en materia de hidrocarburos y pesca. Sumado a ello, la posterior finalización del proyecto Cóndor II, como así también la participación argentina como socio extra-OTAN, generarían vínculos de confianza mutua hacia el Reino Unido”[24].

A esto hay que sumarle el hecho que nuestro país se retiró del Grupo de Países No Alineados y retiró de la Asamblea General de las Naciones Unidas el reclamo que venía haciendo desde 1965. Si bien la Argentina en su nueva Constitución de 1994 declaró la soberanía nacional legítima e imprescriptible sobre las Malvinas, las Georgias y las Sándwich del Sur, la política de seducción fracasó rotundamente: “Promediando la segunda gestión de Menem, la política de seducción de los isleños, claramente había comenzado a demostrar sus características paupérrimas de abordaje a dicha cuestión; motivado por estas consecuencias el Gobierno inició dos caminos: el reposicionamiento de la cuestión en los foros internacionales y la posibilidad concreta de iniciar la promoción del tema mediante acciones judiciales y la indemnización a los kelpers, esto último implosionó ante la falta de sustento alguno”[25].

Ya durante la presidencia de Néstor Kirchner las relaciones comenzaron a tornarse más duras en diversos temas como la soberanía, la cuestión militar, el petróleo y la pesca. El reposicionamiento y la importancia adquirida por la base de Mount Pleasant tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea no fue más que una muestra de la intransigencia británica en torno a no favorecer la discusión sobre la soberanía de las islas. En la isla se encuentran radares y aviones de última generación, túneles, hangares, cuarteles, sistemas de defensa antiaérea, naves de superficie y submarino.

Hacia el 2010, Gran Bretaña intervino fuertemente en las islas a favor de la exploración petrolera, por lo que los ingresos fiscales y de dinero proveniente de la industria petrolera que se sirve de los servicios de las islas aumentaron fuertemente para los kelpers. Si bien los resultados hasta ahora no han sido los esperados –Rockhopper descubrió un yacimiento a 300 metros de profundidad, pero todavía no iniciaría la perforación-, el gobierno local espera aumentar sus ingresos presupuestarios.

Para el año 2013, el gobierno de las islas Malvinas depositó 8.274 millones de libras esterlinas, o sea unos 13.000 millones de dólares, en una reserva para el Desarrollo del Petróleo, para que en el futuro se pueda destinar a inversiones petroleras, de acuerdo a lo publicado por el semanario malvinense Pinguin News. Con este fondo se pretende fomentar el asentamiento de las empresas petrolíferas para que puedan invertir con garantías, y para que los habitantes de las islas puedan acceder a los beneficios también[26].

Ante esta situación, el gobierno argentino previno a las empresas petroleras que se expondrían a sanciones al operar en la extracción de petróleo sin autorización, mientras que los británicos argumentaron que las licencias fueron otorgadas legítimamente por el gobierno isleño. En marzo del 2013, los habitantes de las islas decidieron por abrumadora mayoría seguir siendo un territorio ultramarino del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, aunque esto ha sido desconocido por Argentina. A pesar de las penas de prisión de hasta 15 años, multas millonarias, la prohibición de que individuos y empresas operen sin autorización en Argentina y la confiscación de equipos o hidrocarburos, los isleños continuaron apoyando la exploración con la anuencia de Gran Bretaña. Así mientras Argentina reclama que no se pueden adoptar decisiones unilaterales de acuerdo a la resolución 31/49 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, los británicos señalan que las actividades de exploración y explotación por parte de las empresas se encuentran avaladas por el gobierno de las islas de acuerdo a la Convención del Derecho del Mar, y al hecho que la legislación argentina no se puede aplicar allí por ser un territorio ultramarino británico[27].

En marzo de 2014, el diputado Alberto Asseff, presentó al respecto un proyecto de declaración en la Cámara de Diputados de la Nación para repudiar el impulso a la actividad petrolífera en las islas Malvinas, puesto que de acuerdo a un comunicado de prensa, la empresa Falkland Oil and Gas Limited, FOGL, anunció que para el tercer trimestre de este año empezaría a extraer petróleo malvinense en nuestro espacio marítimo austral, en una zona de más de 5.000 kilómetros cuadrados y gracias a estudios realizados por empresas intermediarias de origen estadounidense e italiano que realizaron un mapeo oceánico en 3D. De acuerdo al proyecto, el diputado señala que “debemos instrumentar más y mejores medidas persuasivas. El Atlántico Sur está literalmente siendo saqueado, primero usurpando nuestra soberanía y luego apropiándose de los recursos”[28]. Cabe, por mencionar que a futuro cuando exista la tecnología necesaria para la explotación, existen en las profundidades submarinas nódulos polimetálicos de hierro, manganeso y otros minerales estratégicos, lo que convierte a las islas en otro motivo de disputa y de importancia geoeconómica y geopolítica.

Comentarios finales.

Como mencionáramos en un trabajo anterior, la apropiación del territorio por los diversos actores sociales da cuenta de un proceso progresivo de transformación de la naturaleza en la que las reglas sociales, jurídicas, económicas y políticas van ordenando, regulando y comandando los procesos de construcción de territorios. Ante las lógicas de acumulación capitalistas y de desposesión, en éste caso, de los recursos naturales considerados estratégicos a nivel mundial, emergen fricciones o choques de intereses. La disputa global por los recursos naturales es uno de los elementos más determinantes de la dinámica del capitalismo contemporáneo.

La Argentina no está exenta de esta cuestión y en este trabajo hemos visto cómo la disputa por la “soberanía” de las Islas Malvinas, se ha intensificado a partir del descubrimiento de reservas petrolíferas de gran magnitud. En este sentido no podemos menos que coincidir con Federico Gómez, en cuanto a que “en un sistema internacional en el que los recursos naturales no renovables, ya sean los energéticos o alimenticios, son los detonantes de conflictos regionales, la ubicación estratégica del archipiélago de Malvinas, como así también de las islas Georgias y Sándwich del Sur, en el muy corto plazo se configuraran, de no serlo ya, en un área clave a nivel internacional en el posicionamiento geoestratégico en virtud de la navegabilidad y accesibilidad a los recursos. Los procesos de integración y de vinculación regional a nivel político en Latinoamérica se transformarán en los ámbitos necesarios de posicionamiento en la agenda, de la amenaza que representa la presencia británica en el Atlántico Sur no solo para la República Argentina sino para la región sudamericana y sus intereses en el corto plazo”[29].

En esta lucha de intereses, Gran Bretaña no brinda ningún tipo de señal en cuanto el diálogo, ya que las lógicas de acumulación exceden cualquier tratativa, incluso con las cuestiones ilegales que presenta el mismo en la apropiación del territorio. Resulta incomprensible el “colonialismo” en pleno siglo XXI, pero visto desde el punto de vista del gobierno británico es totalmente congruente con su política exterior. El interés británico radica en varias cuestiones, como el agotamiento de los recursos petrolíferos en Mar del Norte; la cercanía a la reserva mundial de agua dulce más grande del planeta, la Antártida, el control de la ruta marítima del Atlántico Sur, la pesca y los minerales que se encuentran en el continente blanco. Las lógicas de capital de acumulación y desposesión de recursos naturales considerados estratégicos están a la orden del día en las Islas Malvinas, a pesar de los reclamos argentinos[30].

Esto no significa que se deba aceptar sumisamente la situación malvinense, sino que, por el contrario, no hay que cejar en cuanto a los reclamos de la legítima soberanía argentina sobre el archipiélago, ya que, por situación geográfica, geológica, e histórica nos pertenecen. No se debe tolerar en el siglo XXI el retrógrado colonialismo inglés, ni la prepotencia de los habitantes trasplantados de las islas, que no son más que cómplices activos de una política exterior británica belicosa y prepotente que solo busca el interés económico, en este caso a través de la explotación petrolífera para poder satisfacer sus necesidades internas ante la decadencia en que se encuentra la potencia del norte.


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(*) Javier Luchetti: Profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Humanas, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. 2Profesor de Geografía. Profesor Ayudante del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 10.
Marcelo Troncoso: Profesor de Geografía Colegio San Ignacio y Escuela Agrotécnica N° 1. Tandil, Provincia de Buenos Aires.

El siguiente trabajo está basado en el artículo de Luchetti, Javier y, Troncoso, Marcelo: El petróleo de las Islas Malvinas: un recurso natural de importancia para el Reino Unido, en; Segundas Jornadas de la Red Federal de Estudios sobre Malvinas “Las Islas del Atlántico Sur: política, economía, soberanía, recursos naturales”. Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 8 y 9 de mayo de 2014.

Fue presentado en el VII Congreso de Relaciones Internacionales - I Congreso del Consejo Federal de Estudios Internacionales - II Congreso de la Federación Latinoamericana de Estudios Internacionales; La Plata, 26, 27 y 28 de noviembre de 2014.


Fuente: https://www.academia.edu


[1] De los Reyes, Marcelo: Las Islas Malvinas y el Atlántico Sur. Configuraciones estratégicas y económicas, en; Www.ceid.edu.ar. Buenos Aires, Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, Documento de Trabajo n° 97, marzo de 2012, p. 6.
[2] Centro de Estudios para el Desarrollo Territorial y la Gestión de las Infraestructuras de la Fundación Hernandarias: La Patagonia, en, Roccatagliata, Juan (coord.), en; Argentina. Una visión actual y prospectiva desde la dimensión territorial. Buenos Aires, Emecé Editores, 2008, p. 810. 5De los Reyes, Marcelo, op. cit., p. 4.
[3] De los Reyes, Marcelo, op. cit., p. 4.
[4] Gómez, Federico: LA FALKLANDS FORTRESS. La construcción de la cuestión Malvinas en una cuestión latinoamericana ante el paradigma neocolonial británico en el Atlántico Sur, en; Malvinas en la Universidad. Concursos de ensayos 2012. Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación, Cámara Argentina de Libro, 2013, p. 118.
[5] Brailovsky, Antonio y, Foguelman, Dina; Memoria verde. Historia ecológica de la Argentina. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997.  
[6] Barrios, Miguel (director); Diccionario latinoamericano de seguridad y geopolítica. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2009, p. 316.
[7] Ibídem, p. 220.
[8] Sin realizar un análisis exhaustivo de la historia de la geopolítica porque sería desviarnos demasiado del tema principal, podemos decir que la geopolítica “persigue ante todo hacer que prevalezcan los intereses económicos de los países más influyentes en el escenario mundial, ya sea colaborando o compitiendo entre ellos, y ampliar o profundizar sus respectivas áreas de influencia”. Giordano, Eduardo; Las guerras del petróleo. Geopolítica, economía y conflicto. Barcelona, Icaria Editorial, 2003, p. 13.
[9] Gurevich, Raquel: Conceptos y problemas en geografía. Herramientas básicas para una propuesta educativa, en, Aisemberg B. y Alderoqui, S. (comp.); Didácticas de las ciencias sociales II. Teorías con prácticas. Buenos Aires, Editorial Paidós, 1998, p. 163.
[10] Taylor, Peter; Geografía Política. Economía-Mundo, Estado-Nación y Localidad. Madrid, Trama Editorial, 1994, p. 29.
[11] Gurevich, Raquel, op. cit., pp. 164-165.
[12] Blanco, Jorge: Espacio y territorio: elementos teórico-conceptuales implicados en el análisis geográfico, en, Fernández Caso, M. y Gurevich, R. (coord.); Geografía. Nuevos temas, nuevas preguntas. Un temario para su enseñanza. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2007, pp. 41-42.  
[13] Taylor, Peter, op. cit., p. 85.
[14] Harvey, David: El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión, en, Panitch, Leo y, Leys, Colin (Comp.); Socialist Register 2004: el nuevo desafío imperial. Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2005, pp. 100-102.
[15] Ibídem, pp. 105-115.
[16] Panitch, Leo y, Gindin, Sam: Capitalismo global e imperialismo norteamericano, en, Panitch, Leo y, Leys, Colin (Comp.); Socialist Register 2004: el nuevo desafío imperial. Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2005, p. 26.
[17] 19Offshore u offshoring es un término del idioma inglés que literalmente significa “en el mar, alejado de la costa”, pero que es comúnmente utilizado en diversos ámbitos para indicar la deslocalización de un recurso o proceso productivo.
[18] Bernal, Federico; Malvinas y petróleo: una historia de piratas. Buenos Aires, Capital Intelectual, 2011, p. 47.
[19] Diario británico The Guardian, 21 de agosto de 2012, en; Www.guardian.co.uk.
[20] Página oficial en inglés del Foro Económico Internacional de Energías, Www.iwr.de.
[21] Bernal, Federico, op. cit., pp. 54-55.      
[22] Ibídem, pp. 66-67.
[23] Diario Hoy. La Plata, 21 de febrero de 1996.
[24] Gómez, Federico, op. cit., p. 124.
[25] Ibídem, p. 125.  
[26] Malvinas creó un multimillonario fondo petrolero, en; Www.lanacion.com. 26 de enero de 2013.
[27] Argentina: Penalizan extracción de petróleo en Islas Malvinas, en; http://revistaoronegro.com. 2013.
[28] Los “piratas” ingleses comenzarán a extraer petróleo del espacio marítimo argentino”, en; http://iguazunoticias.com. 4 de marzo de 2014.
[29] Gómez, Federico, op. cit., p. 137.
[30] Luchetti, Javier y, Troncoso, Marcelo: Las Islas Malvinas: el conflicto geopolítico por la apropiación de hidrocarburos, en; VI Encuentro del Centro de Reflexión en Política Internacional (CERPI) y Centro de Estudios Sudamericanos (CENSUD) “Democracia y Relaciones Internacionales en América Latina”. La Plata, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Instituto de Relaciones Internacionales, 13 de septiembre de 2013.