Por Silvia
Figueroa, Itzel Canseco, Jacquelinne Villa, Karina Blanco
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a intersección de
la soberanía de los Estados al paralelo de los reclamos sobre los recursos de los
océanos, explica por qué desde tiempos antiguos los Estados han disputado la
propiedad sobre pequeñas islas y afloramientos de rocas. A pesar de que estos
pedazos de territorio puedan parecer inútiles, éstos son un segmento del
territorio nacional fundamental puesto que definen la extensión de la zona
económica exclusiva (ZEE) o las llamadas "aguas nacionales" de las
que un Estado es propietario. Así pues, dado que la ZEE abarca una extensión
máxima de 200 millas náuticas desde la costa, el Estado ribereño se ve en
posibilidad de exigir sus derechos de pesca así como sus derechos para explotar
minerales en el subsuelo marino de dicho territorio (Flint, 2012) .
Por tanto, frente dicho marco, la importancia geoestratégica de las Islas
Malvinas ubicadas en el sur del Océano Atlántico y víctimas de una prolongada
disputa histórica, resulta autoevidente.
Contexto histórico del conflicto
Desde su
descubrimiento oficial en el año de 1520 por la Corona Española, las
desafortunadas Islas Malvinas han pasado a estar bajo el control de diversas
soberanías que han visto en éstas un territorio de importancia geoestratégica
fundamental. Para 1744, en el marco de la guerra librada entre España e
Inglaterra en el Mediterráneo, la semilla de la tentativa británica sobre los
territorios americanos comenzó a germinarse raíz de la proposición del
almirante británico George Anson de establecer una base militar en las Malvinas
con lo cual, se desataría una oleada de protestas por parte de España que
lograría contener temporalmente la expedición británica en dicho territorio.
Sin embargo, las islas sureñas ya formaban parte de la gestión expansionista de
Inglaterra; la Corona Real reclamaba la soberanía de éstas argumentando que
navegantes ingleses habían descubierto el territorio durante el siglo XVI. Así
fue que, en el año de 1766, los ingleses desobedecieron el acuerdo firmado con
España y establecieron un fuerte en Port Egmont conocido como la Gran Malvina.
No pasó mucho tiempo antes de que los españoles los desalojaran y los
presionaran para firmar el “Tratado de San Lorenzo” en 1790 a través del cual,
Inglaterra se comprometía a no establecerse en ningún territorio ocupado por
España en la América Meridional, incluyendo las islas en cuestión.
No obstante, los
intentos colonizadores persistieron por lo que, en el año de 1820, David
Jewett, oficial inglés de la Marina, tomó posesión de las islas. Sin embargo,
no fue sino hasta diez años más tarde que nacerían los primeros habitantes en
el marco del “Decreto Argentino de la Comandancia Política y Militar de las
Malvinas”, el cual impulsaba la construcción lazos con Argentina. Dicha acción provocaría
la decisión de Gran Bretaña de proclamar el “Pacto Roca-Runciman” a través del
cual se estableció la abolición de impuestos sobre productos ingleses y se le
otorgó el monopolio sobre el transporte público en las islas a una compañía
inglesa. Ante dicho preámbulo, Lord Palmerston, primer ministro británico,
anunció el control de la Corona Real sobre el archipiélago renombrándolo como Falkland Islands y en 1841, nombró al
teniente Richard Clement Moody como gobernador de las islas; junto a él
llegaron doce familias con lo cual tendría lugar la creación del poblado
“Puerto Stanley” al cual se le sumaron los también ciudadanos argentinos
establecidos previamente en las islas. Los habitantes de las Malvinas
aumentaron rápidamente y a principios de 1900’s, el número de residentes
alcanzaba las 200 personas (Kauth, 2012) .
Las protestas
argentinas para someter al gobierno británico al arbitraje internacional
fracasaron hasta que el 16 de diciembre de 1965, la Asamblea General de la ONU
emitió la Resolución 2065 en el que se estableció lo siguiente:
“[La ONU] Invita a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones
recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación pacífica
al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos
de la Carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV) de la Asamblea
General, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas” (ONU,
1965).
Así pues, en 1967 Londres le dio a Buenos Aires la
oportunidad de recuperar las islas bajo la condición de que se respetara el
deseo de sus habitantes, pero Argentina se negó a ello puesto que 5 de cada 6
pobladores provenían de familias inglesas o escocesas y, por lo tanto, no
reconocían sus costumbres en la cultura argentina. De cualquier forma, la
propuesta derivaría en la anexión del territorio a la Corona Británica, la
cual, tras descubrir recursos energéticos fósiles en los subsuelos de Las
Malvinas en el año de 1970, incrementaría su interés de manera exponencial
sobre la región en cuestión dada la posibilidad de explotar petróleo (Kauth, 2012) .
Años más tarde, el nacionalismo gaucho promovido por la dictadura
militar de Jorge Rafael Videla ocasionó la explosión de la tensión con
Inglaterra. En 1982, la llamada “Guerra de las Malvinas” suscitó el mayor
despliegue de las fuerzas armadas del Reino Unido desde la Segunda Guerra
Mundial (Razoux, 2002) . Soldados argentinos apearon la bandera
inglesa en Puerto Stanley, desalojaron al gobernador y ocuparon las Malvinas
bajo la administración militar. El Reino Unido, bajo el gobierno de Margaret
Thatcher, percibió este acto como una declaratoria de guerra y envió una
flotilla al Atlántico sur para proteger la colonia insular. A más de 14 mil
kilómetros de distancia de la Corona Inglesa, la armada se mantenía convencida
de la victoria sobre el archipiélago. No obstante, Argentina sabía
perfectamente a lo que se enfrentaba y se preparó minuciosamente con misiles y
aviones franceses. El combate duró dos meses, resultando en la victoria
británica y en la muerte de 649 soldados argentinos y 255 ingleses.
Tras la guerra, el temor a que Argentina volviera a ambicionar el
territorio malvinense orilló a la Corona Real a custodiar el archipiélago por
medio de cuatro aviones Typhoons, unidades de artillería, alrededor de 1000
soldados y un submarino. Además, se prohibió la entrada de nacionales
argentinos a la isla, medida que iría flexibilizándose con el tiempo hasta
permitir la entrada de turistas de cualquier nacionalidad al interior de las
islas.
En la actualidad, a pesar de las precauciones inglesas, el gobierno
argentino kirchnerista continúa buscando el reconocimiento internacional respecto
a la soberanía argentina sobre Las Malvinas a través de una estrategia distinta;
la administración argentina ha apostado por vías pacíficas y diplomáticas en el
marco del derecho internacional.
Actores involucrados
Los principales
actores involucrados en la disputa por el control del territorio y los recursos
que abarcan las Islas Malvinas en la actualidad son:
·
Gran Bretaña
El gobierno británico
considera fundamental la soberanía sobre el archipiélago de Las Malvinas debido
a que, en la actualidad, las reservas del Mar Norte de Inglaterra se encuentran
en declive mientras que los precios comerciales del petróleo oscilan por arriba
de los 50 euros por barril. Por tanto, debido a la importante ubicación geoestratégica y vastos recursos en
materia de hidrocarburos que poseen Las Malvinas, Inglaterra ha impulsado la
defensa de las islas de manera considerable; para ello, el gobierno inglés
estableció la base militar “RAF Mount Pleasant” y la estación naval militar
“Mare Harbour” en el interior de éstas (ver anexo 1.2). Así mismo, la Fuerza
Real Aérea Eurofighter Typhoons en conjunto con la Real Fuerza Naval Gunboats
se establecieron como los principales defensores de la soberanía del
archipiélago. No obstante, las bases e
instalaciones militares inglesas ubicadas en el sur del Océano Atlántico
constituyen una fuente de tensión latente y una clara muestra de la vigencia de
las políticas imperialistas inglesas.
En el plano internacional, en cuanto a la disputa por las Islas Malvinas, Estados Unidos, que siempre ha sido
condescendiente y un gran aliado de Gran Bretaña, ha declarado que mantiene una
posición neutral frente a dicha situación, aunque a los ojos del mundo resulta
evidente que Estados Unidos a la hora de tomar una decisión, dará su apoyo a su
gran aliado histórico (Patnella, 2013) .
·
Argentina
Al igual que Gran Bretaña,
Argentina posee gran interés en las Islas Malvinas dada la ubicación
geoestratégica de éstas que le permitiría extender la soberanía argentina sobre
las aguas del Atlántico sur 200 millas más a partir de la costa de las islas en
cuestión de tal suerte que el gobierno argentino, podría explotar los vastos
recursos pesqueros y petroleros de los que la región en disputa está dotada.
Bajo el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Argentina ha
hecho de forma pública y constante el reclamo de las islas con el afán de que
el gobierno inglés ceda la soberanía sobre las Islas Malvinas al Estado gaucho
de una vez por todas. En la 68 Asamblea Anual de las Naciones Unidas, Argentina
señaló que el Reino Unido no ha cumplido con la resolución impuesta por la ONU
para la resolución del conflicto y que por contrario, dicha nación ha “militarizado”
el Atlántico Sur a través de la puesta en práctica de ejercicios militares y la
instalación de bases militares.
Los argentinos han tratado de socavar el apoyo de
Washington a Gran Bretaña con la amenaza de trabajar con otros países de
América del Sur para formar una nueva organización regional deliberadamente
excluyendo a los Estados Unidos y Canadá. Definitivamente tal acción no sería benéfica
para los intereses de Estados Unidos por lo que Washington ha tratado de
mantener su distancia del conflicto, describiéndolo como un problema bilateral
entre Buenos Aires y Londres exclusivamente. No obstante, en el resto de la
comunidad internacional Argentina cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales
de carácter regional como es el caso de la Asociación Interamericana de
Integración (ALADI), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Grupo de Río, el
Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza Bolivariana de los Pueblos de
las Américas (ALBA) y finalmente la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR).
Esta última organización, incluso ha prohibido el uso de sus puertos a buques
que lleven la bandera de las islas Malvinas.
·
Las Malvinas
Las Malvinas son
un archipiélago ubicado en la plataforma continental de América del Sur, dentro
del denominado Mar Argentino. El archipiélago de las Malvinas cuenta con más de
doscientas islas, de las cuales sobresalen principalmente la Isla Gran Malvina ubicada
al oeste, así como la Isla Soledad ubicada al este (ver anexo 1.1). A pesar que existe gran
cantidad de islas e islotes en la región que comprenden Las Malvinas, al sur se
encuentra el banco Burdowood también conocido como Namuncurá, en el cual se reconoce
la existencia de yacimientos mineros y de hidrocarburos.
La prosperidad de
las islas ha crecido de forma sustancial hasta un punto tal que los estándares
de vida en Las Malvinas se asimilan a los del sur de Inglaterra de acuerdo al
gobierno inglés. El Puerto Stanley, capital del archipiélago, ha doblado su
demografía desde 1982; la urbanización, las universidades, los centros de
entretenimiento acompañados de decenas de turistas que pasan año con año, son
algunas de las características de la zona.
No obstante, en la
disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Los malvinenses sin duda son
los más afectados en este prolongado conflicto debido a que las situaciones que
se han suscitado, han provocado que no sea posible importar algunos alimentos y
productos que no son elaborados en la isla, lo que ha traído como consecuencia
un sentimiento de rechazo hacia los argentinos por parte de los habitantes de
Las Malvinas. La población de las islas se considera británica, aunque no se
sienten dependientes económicamente de Gran Bretaña debido a su desarrollo
económico, el cual se sustenta principalmente en la actividad pesquera, la
ganadería y el turismo (Patnella, 2013) .
Situación actual
Desde la creación de la ONU y la OEA, ambas organizaciones de carácter
internacional han emitido varias resoluciones a fin de que Gran Bretaña y
Argentina lleguen a un acuerdo sobre la situación de las Islas Malvinas, lo
cual no ha tenido éxito hasta el momento. En la actualidad, Las Malvinas forman
parte de la lista elaborada por el Comité de Descolonización de las Naciones
Unidas en la que se encuentran los dieciséis territorios no autónomos del mundo
que hasta la fecha, todavía no han alcanzado su soberanía[1].
Pero, ¿Por qué tanto interés particular en las Islas Malvinas? Pues
bien, Las Malvinas y sus alrededores poseen un doble atractivo: primeramente,
el territorio en cuestión goza de una excelente ubicación geoestratégica en el
sur del Océano Atlántico que posibilita extender la soberanía nacional sobre
las aguas marítimas de dicho océano a 200 millas náuticas desde las costas de
las islas mientras que también, se trata de una zona sumamente rica en
minerales e hidrocarburos por lo que tanto Gran Bretaña como Argentina,
disponen de un gran interés en Las Malvinas.
Tanto las reservas de hidrocarburos como otro tipo de recursos naturales
encontrados en el Sur del Atlántico resultan fundamentales para Gran Bretaña
puesto que a través de éstos, es posible reducir de manera significativa la
fuerte dependencia Europea de sus principales proveedores de materias primas e
hidrocarburos -Rusia y el Medio Oriente-; la posibilidad de una reserva de más
de 60 billones de barriles en el archipiélago, podría llegar a satisfacer la
demanda Británica y Europea y por ende, reducir a gran escala la dependencia en
la importación (La Nación, 2010).
De acuerdo a la petrolera británica Rockhopper
Exploration, la inversión adecuada en la exploración y extracción de
petróleo en las islas podría generar entre 120,000 y 500,000 barriles diarios
de crudo por lo que su importancia geoestratégica ha ido en creciente escalada.
A la fecha, 5 empresas británicas disponen de permisos del gobierno de las Islas
Malvinas para explorar y explotar el petróleo de la plataforma continental que
rodea la zona, lo cual Argentina considera una actividad ilícita (Patnella, 2013) .
Por otra parte, las Islas Malvinas resultan geoestratégicamente relevantes
debido a su particular ubicación; las islas se localizan a tan solo 500 km del
Estrecho de Magallanes así como del Pasaje de Drake, lo que brinda un
importante control sobre la ruta baja del Sur del Atlántico ya que además del
Canal de Panamá, estos dos puntos son los únicos enlaces directos entre el
Atlántico y el Pacifico. Así mismo, cabe destacar la relevante proximidad de
las islas respecto del continente Antártico en donde la aceleración del cambio
climático podría acarrear consigo el descubrimiento de enormes riquezas
minerales en el futuro.
Por tanto, a tres
décadas del conflicto bélico entre Gran Bretaña y Argentina, la presidente
Cristina E. Fernández de Kirchner se presentó en la cumbre del G-20 con sede en
México durante el año 2012, con más de cuarenta resoluciones de la ONU a partir
de las cuales, argumentaba su petición para abrir nuevos canales de negociación
en la resolución del conflicto por las islas. Como respuesta a su ardua labor
diplomática, en marzo del 2013, los malvinenses realizaron un referéndum en el
cual se refleja la intención del 99% de los isleños de continuar bajo el
estatus de territorio de ultramar de Londres (ver anexo 1.3).
A pesar de los costes extraordinarios por mantener la influencia
británica en la zona, más de mil millones de libras esterlinas anuales, Gran
Bretaña no parece ceder ante las presiones de Buenos Aires debido a las razones
mencionadas previamente. En cambio, las negociaciones entre Las Malvinas y
Reino Unido oscilan alrededor de las Naciones Unidas con el objetivo de que el
Comité de Descolonización apoye la postura de los malvinenses, la cual se aleja
totalmente de negociaciones con Argentina. El nacionalismo exacerbado de los
isleños tiene raíz en el recuerdo de la guerra y en la percepción colectiva de
que Buenos Aires ha tratado de negar los deseos malvinenses sobre su soberanía (Dinatale, 2013) .
Recomendaciones
En el capítulo XI,
artículo 73, de la Carta de las Naciones Unidas, se hace referencia a los
territorios no autónomos poniendo de manifiesto que <<los Miembros de las
Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de administrar
territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno
propio, reconocen el principio de que los intereses de los habitantes de esos
territorios están por encima de todo y aceptan como un encargo sagrado la
obligación de promover en todo lo posible […] el bienestar de los habitantes de
esos territorios>> (NNUU, 2013) . Por ende, Gran
Bretaña ha podido respaldar exitosamente su posición respecto a la posesión de
la soberanía de las Malvinas en base al derecho internacional y al principio de
libre autodeterminación ya que tras el referéndum llevado a cabo en dicha
región durante el 10 y 11 de marzo de 2013, la voluntad del 99% habitantes de
las islas se mostró a favor de permanecer bajo la tutela de Gran Bretaña.
Por consiguiente,
a pesar de los arduos intentos diplomáticos de la ejecutiva Cristina Kirchner
por obtener la soberanía de las islas contiguas a la costa argentina, en el
marco del derecho internacional el principio de libre autodeterminación prevalecerá
por encima de cualquier otro principio de tal suerte que consideramos poco
probable que Las Malvinas pasen a formar parte de la soberanía de Argentina en
el corto y largo plazo. Sin embargo, no todo está perdido para el Estado gaucho
puesto que de acuerdo a lo estipulado por la Resolución 2065 como la 3160 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas de 1975, <<las partes en el
conflicto referente a las Malvinas debían abstenerse de innovar en aspectos
fundamentales o de realizar actos inconsultos o unilaterales para no
afectar las tratativas de negociación en marcha>> (La Nación,
2010).
Ante dicho marco,
la cuestión de las excavaciones y exploraciones petroleras en las aguas del sur
del Océano Atlántico por parte del gobierno de Las Malvinas, respaldado en su
totalidad por Gran Bretaña, así como la instauración de bases militares
inglesas en las islas, representa una violación a lo estipulado por ambas
resoluciones, con lo que inexorablemente se ha conducido a una fuerte escalada
de tensión entre los protagonistas de la disputa bilateral por las Islas
Malvinas.
Partiendo de ello,
la recomendación que ofrecemos desde una postura neutra respecto a la disputa
en cuestión, consiste en que el gobierno de Gran Bretaña y Argentina suscriban
un tratado de carácter vinculante bajo la mediación de la ONU en el que se
comprometan a trabajar conjuntamente en la exploración y excavación tanto de
las aguas argentinas como de las aguas internacionales del Atlántico sur a
partir de las 200 millas náuticas de la costa de Las Malvinas con el afán de
preservar la soberanía británica sobre éstas. Por tanto, se estaría replicando hasta
cierto punto el exitoso modelo del Consorcio
de Stockman suscrito entre Rusia y Noruega de tal suerte que, en el caso de
la disputa por las Islas Malvinas, Argentina podría potencializar su industria
petrolera dentro de su territorio nacional de manera sumamente significativa a
través del financiamiento británico mientras que el gobierno de Las Malvinas
podría continuar ejecutando exploraciones y excavaciones con el fin de obtener
petróleo. Así mismo, con la firma del tratado, Gran Bretaña deberá
comprometerse a detener en su totalidad los ejercicios militares que se
ejecutan las Islas Malvinas mientras que también, deberá deshabilitar las bases
militares localizadas en las islas con el afán de disminuir la tensión y
avanzar en la negociación y acercamiento a Argentina.
Comentario final
La disputa
histórica por la soberanía de las Islas Malvinas sin duda alguna ha puesto de
manifiesto la importancia de su ubicación geoestratégica en el globo dada su
cercanía al continente Antártico, al Estrecho de Magallanes y al Pasaje de
Drake. Paralelamente, el descubrimiento de los vastos recursos que subyacen en
las aguas que bañan las costas de dichas islas ubicadas en el Atlántico sur,
han sido un factor fundamental en el creciente interés argentino y británico
sobre la soberanía de éstas. Por tanto, es posible concluir a raíz del presente
caso que, en la actualidad, todavía es posible visualizar los estragos de la
lógica imperialista del S. XX al paralelo de la fuerte dependencia de la
civilización del S. XXI en el petróleo y los hidrocarburos. A pesar de que
pareciera que el reparto del mundo llegó a su fin durante el siglo pasado, hoy
en día el juego geopolítico continúa más que vigente. Por tanto, el destino de
Las Malvinas, víctimas de una prolongada disputa histórica, estará siempre
vinculado de manera intrínseca al gran juego geopolítico.
Anexos
Anexo 1.1
Anexo 1.2
Anexo 1.3
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Referéndum
sobre la soberanía de las Islas Malvinas de 2013
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10 y
11 de marzo de 2013
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Resultados
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99.83%
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0.17%
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Fuentes Bibliográficas
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Vargas, C. (06 de Junio de
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Trabajo presentado en el
Instituto Tecnológico de Monterrey el 14 de noviembre de 2013
Fuente:
https://www.academia.edu
[1] Cabe destacar que, del total absoluto de las
colonias existentes en la actualidad, diez de éstas se encuentran bajo la
soberanía de Gran Bretaña.
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