Por
Eduardo Amadeo (*)
Julio
Aro y Geoffrey Cardozo (Captura de video)
La
Reina de Inglaterra ha decidido nombrar al Coronel Geoffrey Cardozo “Comendador
de la Orden del Imperio Británico” (CBE) por su aporte a las relaciones entre
el Reino Unido y la República Argentina. Como bien se explica en un artículo
reciente de Infobae, Cardozo tuvo la misión original de dar honrosa sepultura a
decenas de cuerpos de soldados argentinos caídos en las batallas de las Islas,
dando así origen al cementerio de Darwin. Luego, con Julio Aro, veterano de
Malvinas, comenzaron una tarea que significó la identificación de 115 de
nuestros héroes y permitió así a sus familiares contar finalmente con una tumba
reconocida en las Islas.
Entre
las muchas emocionantes relaciones que se desarrollaron en esta gesta, cabe
mencionar la presencia del Equipo Argentino de Antropología Forense; los
familiares, la periodista Gabriela Coccifi, ambas embajadas y ministerios,
empresas privadas que colaboraron, el músico Roger Waters y enorme cantidad de
ciudadanos que acompañaron desde diversos ámbitos esta fantástica epopeya de
humanidad.
María
Fernanda Araujo, presidenta de la Comisión de Familiares, contaba emocionada
cómo en sus viajes a las Islas fue desarrollando diálogos y amistades, incluyendo
cervezas en el pub de Puerto Argentino, con habitantes que miraban con enorme
desconfianza la presencia argentina.
El
trabajo de Cardozo y Aro tuvo también el mérito de proponer otra mirada a los
“halcones” que insistían en seguir manteniendo el camino de la confrontación
como único eje posible de la relación bilateral alrededor del tema Malvinas.
La
cuestión Malvinas, por razones muy comprensibles, es central en los
sentimientos de los argentinos y en el mensaje diplomático que nuestro país da
cotidianamente al mundo. La manda constitucional plantea además una obligación
jurídica y política a los gobiernos: “La recuperación de dichos territorios y
el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes
y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo
permanente e irrenunciable del pueblo argentino".
Pero
ese mandato puede incorporar múltiples interpretaciones. Tiene sin duda una
base mínima y esencial en sostener el reclamo diplomático; buscar aliados en el
campo multilateral; hacer el mejor uso posible de las oportunidades que se
presenten en el campo del derecho internacional y protestar firmemente cuando
el Reino Unido viola los acuerdos básicos de convivencia.
De
allí en adelante, nuestros avances dependen de una combinación de inteligencia
y audacia sostenidas por un eje central, que es el diálogo.
El
gobierno del presidente Macri logró grandes avances en múltiples campos,
recuperando una estrategia que había avanzado tanto hasta 1972 y que interpreta
a la soberanía en Malvinas como un punto de llegada donde lo esencial es la paz
construida desde los intereses comunes, incluyendo a los isleños.
Cuando
la cuestión Malvinas se mira con esta óptica, las oportunidades de avance son
enormes; en especial si consideramos las necesidades objetivas que tienen los
isleños para sostener su economía y lograr una mejor calidad de vida. Basta
analizar la reacción de los “halcones” de uno y otro lado ante el aumento de
los vuelos desde el continente: saben que más contacto es más acercamiento y
por tanto menos posibilidad de violencia.
Pero
más allá de su relación con la cuestión diplomática, la gesta de Cardozo y Aro
tiene un enorme valor intrínseco: demuestra que la humanidad puede vencer a los
prejuicios que arrastran los pueblos que se han enfrentado en guerras. Y por
eso es un ejemplo que, con múltiples formas, podría repetirse en tantos países
que tienen aún heridas abiertas. Solo por eso, Cardozo y Aro merecen el Premio
Nobel de la Paz; y sería muy bueno que nuestro Gobierno promoviera esta
iniciativa con el apoyo de todo el arco social y político.
(*)
El autor es diputado nacional (Cambiemos)
Fuente:
https://www.infobae.com
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