Por
Profesor Javier Luchetti Prof. Marcelo Troncoso (*).
Introducción.
Tanto
Los Estados Unidos, como China y otros países como Gran Bretaña en nuestro caso
de estudio en particular, entablan las relaciones internacionales energéticas
como una cuestión primordial para asegurarse el abastecimiento de petróleo,
dado su alto grado de dependencia de estas importaciones. La declinación de la
explotación de petróleo en el mar del Norte, significa un duro golpe a la
economía británica por lo que es prioritaria la búsqueda de nuevos pozos
petrolíferos.
Posteriormente
a la Guerra de Malvinas de 1982, el Reino Unido reforzó la seguridad en la zona
construyendo el complejo militar Mount Pleasant Complex, para despegue diurno y
nocturno de aviones, junto con un puerto de aguas profundas llamado Mare
Harbour: “A partir de este acondicionamiento en términos de defensa, los
británicos han dado la posibilidad de que fuerzas de la OTAN concurran a las
Malvinas para realizar entrenamiento en un escenario de zona fría. Las islas
constituyen un eslabón que se complementa con Ascensión, Santa Elena y Tristán
da Cunha para operaciones defensivas y ofensivas para los británicos y sus
aliados. De esa manera han establecido un “collar de perlas” en el Atlántico
Sur, al modo que China lo ha implementado en el océano Índico[1].
En
este sentido, las Islas Malvinas ubicadas al sudeste de la Argentina en el
océano Atlántico sudoccidental y pertenecientes a la plataforma continental
argentina, ocupan un lugar estratégico geopolíticamente hablando, al
encontrarse en las cercanías del continente americano y de la Antártida: “Este
archipiélago está situado en el océano Atlántico, a unos 550 km al este de Río
Gallegos. Está formado por dos islas mayores: la Gran Malvina o isla
Occidental, y la Soledad o isla Oriental, separadas por el estrecho de San
Carlos. Hay, además, numerosas islas menores e islotes. Geográficamente forman
parte del territorio argentino por estar asentadas sobre su plataforma
submarina.
Las
islas Malvinas están formadas por rocas de la era Paleozoica, especialmente sedimentos
devónicos y pérmicos, estos últimos de origen glaciario. Su relieve es
levemente ondulado, con colinas bajas separadas por valles donde se acumulan
los escombros procedentes del desgaste, y que a consecuencia de un proceso de
descenso epirogénico han sido parcialmente invadidos por el mar, originando una
costa de rías.
En
la isla Occidental o Gran Malvina se elevan el monte Adam (698 m), Beaufort
(680 m) y María (669 m), en la parte norte, en tanto que hacia el extremo sur
las alturas son mucho menores (monte Young, 338 m). En la isla Oriental o
Soledad se levantan las colinas de Wicham, con el cerro Usborne de 684 m. El
clima es frío oceánico, y las islas están bañadas por la corriente fría de las
Malvinas. La temperatura media anual es de 6°C, y los vientos son muy fuertes,
soplando del oeste y sudoeste. Las lluvias son superiores a 500 mm anuales. La
vegetación natural se caracteriza por la falta total de árboles; hay solamente
arbustos y hierbas”[2].
Lugar
de paso desde el océano Atlántico al océano Pacífico, su proximidad es también
importante por encontrarse próximas a la Antártida, uno de los principales
reservorios mundiales de agua dulce y minerales. Se encuentran estratégicamente
ubicadas, cercanas a los pasajes de Beagle, Drake, y Magallanes, comunicando
ambos océanos aún con una ruta más larga que la utilizada en el canal de
Panamá, pero no menos importante en caso de cierre o de estallido de algún
conflicto en aquel país. El Reino Unido además posee la soberanía sobre otras
islas como Ascensión “las que le garantizan el control sobre el Atlántico Sur
–hoy revalorizado a partir de la explotación petrolera en el Golfo de Guinea y
Angola y de la explotación pesquera…”[3].
Los
británicos conocedores de esta valiosa ubicación han aumentado el presupuesto
de defensa de las islas con el pretexto de defender a los kelpers de cualquier
ataque argentino. Desde los años ochenta cuando ocurre la invasión argentina,
Gran Bretaña adoptó una política de seguridad para sus intereses y para los
isleños: “La política de seguridad militar para los isleños, adoptada por el
Reino Unido, que creó una instancia física de defensa, se concibió como
imperiosa en relación con la situación de enfrentamiento y la no declaración
del cese de hostilidades por parte de la República Argentina, sino hasta los
años noventa. La construcción de esta base requeriría contar con la presencia de
personal que fuese acorde a las diversas etapas de construcción y a las
cantidades necesitadas; es por ello por lo que el personal que se hallaba como
dotación durante su construcción, nunca fue menor a tres mil soldados, sumados
a ellos, los que se hallaban enmarcados en las naves que circundaban las aguas
de las Islas. De esta manera, la inversión inicial de trescientos millones de
libras esterlinas, como índice de la magnitud del esfuerzo presupuestario final
para la construcción de esta nueva base aérea, fue estimada por el Gobierno
británico”[4].
Esta
investigación es una breve recopilación de la situación que atraviesan las
Islas Malvinas y su incidencia en la exploración de un recurso natural no
renovable como lo es el petróleo. Esta situación geopolítica de ocupación
ilegal británica, también incluye a las islas Georgias del Sur y Sándwich del
Sur, además de los espacios marítimos circundantes, es decir, lo que queda
demostrado es el interés del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en
la explotación de los recursos naturales del Atlántico Sur. El objetivo de este
trabajo es identificar las racionalidades dominantes en el conflicto
geopolítico entre Argentina y Gran Bretaña por la apropiación de un recurso
natural como lo es el petróleo, dimensionando los actores intervinientes y sus
implicaciones a futuro.
Para
realizar la investigación se tomarán en cuenta algunas variables necesarias
para el estudio en cuestión. En primer lugar, los recursos naturales articulan
los elementos naturales con los sociales, económicos, políticos, culturales y
tecnológicos. Un recurso natural no es sinónimo solamente de naturaleza, sino
que es sólo aquella parte de la naturaleza que las sociedades valoran, apropian
y usan para satisfacer sus necesidades. Este concepto permite desnaturalizar la
relación entre la sociedad y la naturaleza, así como lograr máxima coherencia
con un enfoque social de la geografía, en tanto no se limita solo al abordaje
de las condiciones naturales o contenidos físicos, químicos y biológicos,
propios de las ciencias naturales. Este concepto de recurso natural significa
situar los elementos y funciones de la naturaleza en un contexto social
particular, en un uso histórico y en un momento determinado del desarrollo
histórico, económico, social y tecnológico de una sociedad determinada. En este
trabajo, el recurso natural valorado por la sociedad es el petróleo[5].
También
se puede señalar al petróleo como uno de los recursos naturales estratégicos,
entendiendo como tales a “aquellos recursos trascendentes que adquieren
características vitales para la continuidad de la vida humana y la soberanía de
los Estados. Su defensa constituye el cumplimiento de la función principal
llevada a cabo por cada Estado: contribuir al bienestar y desarrollo de su
propia población”[6].
Por
otra parte, los recursos estratégicos que ofrece la naturaleza presentan otras
características:
“1)
son limitados y pueden agotarse;
2)
están desigualmente distribuidos desde el punto de vista geográfico;
3)
pueden proveer beneficios directos a las regiones donde se encuentran (o a
otras regiones a través de diversas tecnologías);
4)
están interrelacionados;
5)
la acción del hombre sobre ellos repercute en el tiempo y en el espacio,
6)
se vinculan con cuestiones de seguridad”[7].
El
petróleo debe considerarse como un recurso con el que las compañías
petrolíferas esperan obtener altas tasas de ganancia puesto que la demanda
crece diariamente, por lo tanto, sirve especialmente para satisfacer las
necesidades de diversos países especialmente los más industrializados. Pero
como sabemos, no es un recurso renovable por lo que la lucha por su apropiación
se ha trasladado a los países emergentes que poseen medianas o grandes reservas
petrolíferas, por lo que su explotación se ha convertido en motivo de estudio
de la geografía económica, la geopolítica, la economía y las relaciones
internacionales entre otras áreas[8]10.
El
petróleo en sus distintas variantes, pesadas y más ligeras y en sus diferentes
localizaciones desde zonas desérticas hasta submarinas y polares, va a
continuar siendo el principal recurso energético durante varias décadas más.
Los yacimientos descubiertos a veces son difíciles de evaluar en cuanto a sus
reservas a lo que se suma el hecho de la especulación financiera, de ahí que
puedan producirse sobrevaluaciones sobre las capacidades de extracción. Pero lo
que sí es sabido es que los pozos presentan una forma de producción en forma de
pirámide, puesto que luego del pico máximo de producción comienzan a declinar.
Actores
sociales: en este caso nos referimos a los sujetos de la vida social,
individuales o colectivos, públicos o privados, comunitarios o institucionales
que son protagonistas de las acciones correspondientes a la construcción de los
territorios. Algunos actores sociales son los individuos, empresas,
representantes políticos, administraciones estatales, portadores de ideas e
intereses que se traducen en acciones y decisiones que dejan huellas visibles o
no en el territorio[9].
En
nuestro caso de análisis podemos observar actores como las empresas
extranjeras, el Estado argentino, el Estado británico y los kelpers, que con
sus políticas, acciones y decisiones configuran la dinámica del área, partiendo
de las visiones de la sociedad y de las instituciones de las que parten. Es
decir, si bien desde la geografía política se ha hecho hincapié en el papel del
Estado, esto no significa que sea el único actor social, por ello, consideramos
que, “el Estado se debe situar en un contexto que revele su importancia pero que
no deje a un lado a las demás instituciones”[10].
Intencionalidad:
la idea de construcción permanente del territorio exige analizar las
intencionalidades de los actores sociales en dicho proceso, incluyendo la
perspectiva de las distintas instituciones y organizaciones que valoran, optan,
deciden y condicionan la organización de un cierto territorio. Se trata de
rescatar y hacer explícitas las intenciones, las racionalidades y lógicas con
las que operan los distintos actores sociales intervinientes en una situación
dada. Las acciones de los actores sociales no pueden entenderse de modo
descontextualizado, sino que deben incluirse en el análisis no solo los
contextos socioculturales y los llamados ‘climas de la época’, sino
principalmente también las lógicas, las racionalidades del capitalismo global,
con sus instituciones y sus modos de regulación[11].
Territorio:
en su acepción más generalizada, “el concepto de territorio lleva implícitas
las nociones de apropiación, ejercicio de dominio y control de una porción de
la superficie terrestre, pero también contiene las ideas de pertenencia y de
proyectos que una sociedad desarrolla en un espacio dado”[12].
De todos modos, desde una visión más geopolítica, el territorio puede ser
objeto de lucha de varios centros de poder que buscan manejar la agenda
internacional, mientras que otros solamente pueden presentar una escasa o nula
resistencia hacia los que buscan priorizar sus intereses particulares, pero el
mismo es una condición imprescindible para las relaciones exteriores.
Es
decir, coincidiendo con Peter Taylor, existen “códigos geopolíticos”
entendiendo como tales a “un conjunto de supuestos estratégicos que elabora un
Gobierno sobre otros Estados para orientar su política exterior. (…) Estos
códigos operativos suponen la evaluación, según su importancia estratégica y
como amenazas potenciales, de lugares que están más allá de las fronteras del
Estado. Los códigos geopolíticos no son sólo estadocéntricos, sino que suponen
una visión particular del mundo exclusiva de un Estado; por tanto, son por
definición imágenes del mundo muy parciales. No obstante, debemos aceptarlos y
considerar que son los pilares básicos sobre los que se asientan los órdenes
geopolíticos mundiales. Los códigos geopolíticos funcionan a tres niveles:
local, regional y global. El código de nivel local supone una evaluación de los
Estados vecinos y tiene que ser elaborado por los gobiernos de todos los
países, por pequeños que sean. Los códigos de nivel regional son necesarios
para los Estados que aspiran a proyectar su poder más allá de sus vecinos
inmediatos, y los gobiernos de todos los países que son potencias regionales o
de los que aspiran a serlo tienen que diseñar estos códigos. Por último, unos
cuantos Estados tienen políticas globales, por lo que sus gobiernos disponen de
los códigos geopolíticos de extensión mundial. Es decir, todos los países
tienen códigos locales, muchos tienen códigos regionales y sólo unos cuantos
tienen códigos globales”[13].
Justamente Gran Bretaña es uno de estos últimos: sus intereses de política
exterior se ubican en todo el mundo, inclusive en las Islas Malvinas.
La
importancia en la economía británica del petróleo. Un prestigioso geógrafo
crítico, David Harvey, ha expuesto su teoría centrada en la acumulación
mediante la desposesión, por la “que la imposibilidad de acumular mediante la
expansión continuada de la reproducción ha sido compensada con un incremento de
los intentos de acumular mediante la desposesión. Estas son, en definitiva, las
que considero características principales de las nuevas formas de imperialismo.
(…) La producción del espacio, la organización de nuevas divisiones
territoriales de trabajo, la apertura de nuevos y más baratos complejos de
recursos, de nuevos espacios dinámicos de acumulación de capital y de
penetración de relaciones sociales y arreglos institucionales capitalistas
(reglas contractuales y esquemas de propiedad privada) en formaciones sociales
preexistentes brindan diversos modos de absorber los excedentes de capital y trabajo
existentes”[14].
El
resultado sería una competencia internacional con varios centros de acumulación
de capital compitiendo en el mundo, por lo que pueden estallar crisis
económicas o conflictos geopolíticos. La “acumulación mediante desposesión” incluye
entre otros fenómenos, las formas coloniales y neocoloniales de apropiación de
recursos naturales y derechos de propiedad intelectual por medio de patentes y
registros. El agotamiento de los recursos naturales comunes como el agua, el
petróleo y el gas, junto con la degradación medio ambiente son consecuencia del
mercantilismo de la naturaleza, lo que en definitiva significa que “el
capitalismo internaliza prácticas canibalísticas, depredadoras y fraudulentas”[15].
Esta
acumulación no puede entenderse sin el papel del Estado, puesto que es quien
alienta a las empresas multinacionales a la acumulación, por eso “cuando los
estados preparan el terreno para la expansión de sus capitales nacionales hacia
el exterior, incluso si la dirigen, esto sólo puede ser entendido a partir del
hecho que son relativamente autónomos para mantener el orden social y asegurar
las condiciones de acumulación del capital. Por lo tanto, cualquier explicación
sobre el imperialismo debe incluir un análisis de las capacidades
administrativas del estado, como así también sus determinaciones de clase,
culturales y militares”. El imperialismo británico del siglo XXI se ha adaptado
a las nuevas características de la economía contemporánea, pero en el fondo los
objetivos son los mismos: obtener las materias primas y los mercados necesarios
para su supervivencia como en el siglo XIX. Se puede aplicar para el caso
norteamericano, pero como nuestro objeto de estudio es el análisis de las islas
Malvinas, también podemos emplearlo con los británicos. En ese aspecto, “el
imperialismo capitalista, entonces, requiere ser comprendido mediante una
extensión de la teoría del estado capitalista y no como una derivación directa
de la teoría económica de las fases o las crisis”[16].
Estos
objetivos económicos británicos en las islas ya se han manifestado
históricamente en diferentes etapas económicas. Entre 1975 y 1976, varias
misiones británicas ratificaron la existencia de importantes niveles de riqueza
petrolífera y mineralógica en las islas, siendo una de las primeras
exploraciones off-shore[17],
la realizada por la multinacional anglo-neerlandesa Shell: “Una de esas
misiones estuvo dirigida por Colin Phipps, diputado laborista, ingeniero en
petróleo y hombre de la Shell. Fue el mismo Phipps quien estuvo en el despacho
de la Dama de Hierro cuando ésta le declaró la guerra a la Argentina. Fue
asimismo Phipps quien en 1996 creó la operadora Desire Petroleum, ganó las
primeras licencias otorgadas unilateralmente por los kelpers y se volcó a la
explotación del off-shore malvinense. Hoy por hoy, Desire –junta a otras
compañías- se encuentra perforando el subsuelo argentino en búsqueda de crudo.
Los resultados preliminares indican cantidades comercialmente viables de
hidrocarburos. Con confirmación del prospecto Sea Lion al norte de las islas
(cerca de 242 millones de barriles técnicamente recuperables según informes de
la operadora Rockhopper), y en función del ratio producción consumo, el Reino
Unido (RU) se estaría ahorrando 4 años de importaciones de crudo por unos
25.673 millones de dólares (a la cotización vigente del barril)”[18].
La Argentina, a mediados de los años setenta sancionó la ley 21.024 que
declaraba de interés nacional el estudio en la plataforma submarina de la
factibilidad de la riqueza petrolífera.
En
teoría, a futuro, el Reino Unido podría convertirse en un exportador neto de
petróleo, para diferenciarse de Alemania y Francia que son dos de las potencias
que poseen un alto grado de importaciones de crudo y derivados. De todos modos,
hay que tomar en cuenta la declinación de las reservas petrolíferas en la
cuenca del Mar del Norte, a partir del año 1999. Los periódicos británicos
marcan esta situación, por ejemplo The Guardian, en agosto de 2012, manifestó
que “(…) los ingresos fiscales al Tesoro Británico caen, así como la producción
en un 18% con una caída de 2,3 millones de libras en ingresos fiscales, y
compara un total de 1.04 m de barriles al día se bombeó en el año hasta marzo
de 2012, frente a un máximo de 2,7 millones en 1999, y el más bajo desde 1970
(…) torres de envejecimiento que tienen mayores costos de producción que sus
rivales modernos y sufren desempleo como consecuencia de ello”[19].
De acuerdo a un estudio realizado por el Foro Económico Internacional de
Energías, un instituto de energías renovables en Muenster, Alemania (2011),
“(…) la cantidad de petróleo crudo perforado desde el Mar del Norte cayó a
124,7 millones de toneladas en 2011. Esta es una disminución del 12% desde 2010
y representa la menor cantidad extraída del mar del Norte desde 1982”[20].
Gran
Bretaña se preocupa por el agotamiento de las reservas petrolíferas del Mar del
Norte, pero arma su estrategia alternativa de provisión con las Islas Malvinas.
Los argentinos debemos convivir con una potencia extranjera que ocupa ilegítima
e ilegalmente territorio argentino, justo cuando la crisis energética,
económica y financiera del capitalismo está presente y en un mar que nos
pertenece junto con la plataforma donde están asentadas las islas. Cabe aclarar
que el mar territorial argentino se extiende hasta una distancia de doce millas
marinas a partir de las líneas de base (ley 23.968, artículo 3, publicada en el
Boletín Oficial en diciembre de 1991). La zona contigua se extiende más allá
del límite exterior del mar territorial hasta una distancia de veinticuatro
millas marinas a partir de las líneas de base (ley 23.698, artículo 4). Y la
zona económica exclusiva (ZEE) se extiende, más allá del límite exterior del
mar territorial, hasta una distancia de doscientas millas marinas a partir de
las líneas de base (ley 23.698, artículo 5), ejerciendo nuestro país todos sus
poderes fiscales, jurisdiccionales, preventivos y represivos en materia
impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaria e inmigratoria.
También
ejecuta los derechos correspondientes a la soberanía a los fines de exploración
y explotación, conservación y administración de los recursos naturales, tanto
vivos como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho del mar, y con
respecto a otras actividades con miras a la exploración y explotación
económicas de la zona. Por último, la plataforma continental sobre la cual
ejerce soberanía comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que
se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la
prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen
continental, o bien hasta una distancia de doscientas millas marinas medidas a
partir de las líneas de base, en los casos en que el borde exterior no llegue a
esa distancia (ley 23.698, artículo 6).
El
recurso petróleo posee su fundamento geoestratégico, y es fiel reflejo a las
etapas económicas de las Islas Malvinas. Como una de las características
propias de los recursos naturales renovables o no renovables, poseen un valor
económico en concordancia al período histórico. Durante el siglo XIX, y hasta
la resolución del conflicto bélico en 1982, la economía de estas islas estuvo
vinculada a la explotación y exportación de lana ovina, materia prima
fundamental para la entonces industria textil británica. Desde su creación, la
Falkland Islands Company (FIC) monopoliza esta actividad comercial. Sin
embargo, en años previos a la guerra, la caída de los precios internacionales
de la lana, produjo que el Producto Bruto Interno de las islas cayera, por lo
que su economía padeció entonces una profunda recesión y no hubiese sido
extraño que, gracias a la debacle económica, los británicos hubieran terminado
por entregárselas a la Argentina. Para mediados de la década de los años
ochenta, las islas vivieron de la explotación pesquera (calamares, abadejo, y
distintas clases de merluza), aunque se ha producido una sobreexplotación de
los recursos, debido a las mayores inversiones extranjeras a la par que los
habitantes de las islas podían participar de las empresas.
Luego
del conflicto de 1982, la FIC continúa siendo la principal empresa del archipiélago:
“En la actualidad y con el conflicto superado, la FIC no solo es una próspera
empresa colonial, sino que además detenta un 14 por ciento del paquete
accionario de la Falkland Gold and Minerals Ltd. y un 18,3% de la subsidiaria
Falkland Oil and Gas Ltd. A través de la primera controla la explotación minera
para la totalidad del archipiélago; con la segunda participa (junto a la
australiana BHP Billiton) en 13 licencias exploratorias offshore sobre las
cuales calcula recuperar no menos de 1.750 millones de barriles o un 86 por
ciento de las reservas comprobadas argentinas (Le Monde Diplomatique, N° 118,
abril de 2009). Pero el emporio de la FIC no termina allí. Controla además el
principal hotel de las islas, sendos restaurants, bares, centros comerciales,
concesionarias de automóviles, servicios portuarios de carga y mantenimiento,
unas 150 hectáreas y 20 pequeñas islas del archipiélago, entre otras
propiedades (FIC -2009)”[21].
También la llegada de cruceros turísticos es otro aliciente a la economía
isleña.
Existen
cuatro cuencas en las que ya existen exploraciones de petróleo crudo: al este
Plateau Malvinas, al oeste la Cuenca Malvinas, y al sur y al norte las Cuencas
Malvinas, totalizando entre las cuatro un área de aproximadamente 400.000 kilómetros
cuadrados. Las empresas operadoras son Borders and Southern Petroleum,
Rockhopper Exploration, FOGL, BHP Billition, Desire Petroleum, Argos Petroleum,
y si no fuera porque estas empresas comienzan a explorar el petróleo, nuestro
país podría aumentar fuertemente sus reservas petrolíferas hoy en crisis. Esta
iniciativa británica perjudica sobremanera la seguridad nacional, económica y
energética del país. La puja conflictiva del reclamo argentino, es que el
lanzamiento de la actividad exploratoria debería contar con el beneplácito
argentino, no solo como un obligado requisito para la autorización, sino para
dotar de seguridad jurídica a las potenciales empresas petroleras interesadas
en el área. Después de todo, las Malvinas son argentinas, no británicas.
De
todos modos, la impronta neoliberal llevada a cabo en la década de los años
noventa quedaría marcada no solo por las relaciones carnales con los Estados
Unidos, sino también por el acercamiento a Gran Bretaña que no beneficiaron
para nada al Estado argentino. Esta estrategia de “seducción’ iniciada por el
canciller argentino Guido di Tella hacia 1992 tuvo su respuesta por parte de
los kelpers que aprovecharon todo lo que pudieron la entrega diplomática
argentina sin que nosotros recibiéramos algo a cambio: “El gobierno argentino
no solo accedió a la totalidad de las demandas comerciales británicas e isleñas
con el Acuerdo de Pesca de Calamar (la Argentina se autolimitaba a pescar este
crustáceo, principal recurso de los habitantes de las islas) y el Acuerdo sobre
Petróleo de 1995, sino que además enterró los logros diplomáticos de casi
veinte años de trabajo argentino frente al Reino Unido y a los organismos
internacionales.
Cinco
días después de la firma de los acuerdos petroleros, los kelpers licitaron 19
áreas y concedieron 12 contratos, presentándose cerca de medio centenar de
compañías. (…) Las zonas licitadas se encontraban al norte de las islas, en la
Cuenca Malvinas Norte, donde las profundidades oscilan entre los 150 y 500
metros y la distancia de la costa entre 36 y 250 kilómetros”[22].
La
fórmula del “paraguas de la soberanía”, que consistía en proteger los derechos
de cada parte, en lo que respecta los archipiélagos y espacios marítimos
circundantes que era un escollo en ese período para la normalización de las
relaciones diplomáticas, consulares y económicas, para permitir un acercamiento
en estos aspectos fue un verdadero fracaso y papelón diplomático argentino:
“Fue una forma de acercamiento a los isleños en el primer mandato de Menem que
poseyó un lado simpático –el envío a fin de año de libros como El Principito o
Winnie the Poo- y otro riesgoso, ya que declaraba ambiguamente que no considera
a los isleños como parte de sus discusiones, pero por otro lado proporcionó una
serie de señales para involucrarlos”[23].
La
población de la isla ratificó sus lazos con Gran Bretaña y criticó al sistema
político argentino, mientras que los argentinos confiaban todavía en el papel
de Estados Unidos como socio, aspecto que el tiempo demostró que no era así:
“La vinculación con los Estados Unidos, mediante las “relaciones carnales”,
avizoró la mejora de las relaciones con el Reino Unido, hacia la búsqueda de
acuerdos y cooperación, dando lugar a la instancia temporoespacial de
concreción de los acuerdos en materia de hidrocarburos y pesca. Sumado a ello,
la posterior finalización del proyecto Cóndor II, como así también la
participación argentina como socio extra-OTAN, generarían vínculos de confianza
mutua hacia el Reino Unido”[24].
A
esto hay que sumarle el hecho que nuestro país se retiró del Grupo de Países No
Alineados y retiró de la Asamblea General de las Naciones Unidas el reclamo que
venía haciendo desde 1965. Si bien la Argentina en su nueva Constitución de
1994 declaró la soberanía nacional legítima e imprescriptible sobre las
Malvinas, las Georgias y las Sándwich del Sur, la política de seducción fracasó
rotundamente: “Promediando la segunda gestión de Menem, la política de
seducción de los isleños, claramente había comenzado a demostrar sus
características paupérrimas de abordaje a dicha cuestión; motivado por estas
consecuencias el Gobierno inició dos caminos: el reposicionamiento de la
cuestión en los foros internacionales y la posibilidad concreta de iniciar la
promoción del tema mediante acciones judiciales y la indemnización a los
kelpers, esto último implosionó ante la falta de sustento alguno”[25].
Ya
durante la presidencia de Néstor Kirchner las relaciones comenzaron a tornarse
más duras en diversos temas como la soberanía, la cuestión militar, el petróleo
y la pesca. El reposicionamiento y la importancia adquirida por la base de
Mount Pleasant tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea no fue más
que una muestra de la intransigencia británica en torno a no favorecer la
discusión sobre la soberanía de las islas. En la isla se encuentran radares y
aviones de última generación, túneles, hangares, cuarteles, sistemas de defensa
antiaérea, naves de superficie y submarino.
Hacia
el 2010, Gran Bretaña intervino fuertemente en las islas a favor de la
exploración petrolera, por lo que los ingresos fiscales y de dinero proveniente
de la industria petrolera que se sirve de los servicios de las islas aumentaron
fuertemente para los kelpers. Si bien los resultados hasta ahora no han sido
los esperados –Rockhopper descubrió un yacimiento a 300 metros de profundidad,
pero todavía no iniciaría la perforación-, el gobierno local espera aumentar
sus ingresos presupuestarios.
Para
el año 2013, el gobierno de las islas Malvinas depositó 8.274 millones de
libras esterlinas, o sea unos 13.000 millones de dólares, en una reserva para
el Desarrollo del Petróleo, para que en el futuro se pueda destinar a
inversiones petroleras, de acuerdo a lo publicado por el semanario malvinense
Pinguin News. Con este fondo se pretende fomentar el asentamiento de las
empresas petrolíferas para que puedan invertir con garantías, y para que los
habitantes de las islas puedan acceder a los beneficios también[26].
Ante
esta situación, el gobierno argentino previno a las empresas petroleras que se
expondrían a sanciones al operar en la extracción de petróleo sin autorización,
mientras que los británicos argumentaron que las licencias fueron otorgadas
legítimamente por el gobierno isleño. En marzo del 2013, los habitantes de las
islas decidieron por abrumadora mayoría seguir siendo un territorio ultramarino
del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, aunque esto ha sido
desconocido por Argentina. A pesar de las penas de prisión de hasta 15 años,
multas millonarias, la prohibición de que individuos y empresas operen sin
autorización en Argentina y la confiscación de equipos o hidrocarburos, los
isleños continuaron apoyando la exploración con la anuencia de Gran Bretaña.
Así mientras Argentina reclama que no se pueden adoptar decisiones unilaterales
de acuerdo a la resolución 31/49 de la Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas, los británicos señalan que las actividades de exploración
y explotación por parte de las empresas se encuentran avaladas por el gobierno
de las islas de acuerdo a la Convención del Derecho del Mar, y al hecho que la
legislación argentina no se puede aplicar allí por ser un territorio
ultramarino británico[27].
En
marzo de 2014, el diputado Alberto Asseff, presentó al respecto un proyecto de
declaración en la Cámara de Diputados de la Nación para repudiar el impulso a
la actividad petrolífera en las islas Malvinas, puesto que de acuerdo a un
comunicado de prensa, la empresa Falkland Oil and Gas Limited, FOGL, anunció
que para el tercer trimestre de este año empezaría a extraer petróleo
malvinense en nuestro espacio marítimo austral, en una zona de más de 5.000
kilómetros cuadrados y gracias a estudios realizados por empresas
intermediarias de origen estadounidense e italiano que realizaron un mapeo
oceánico en 3D. De acuerdo al proyecto, el diputado señala que “debemos
instrumentar más y mejores medidas persuasivas. El Atlántico Sur está
literalmente siendo saqueado, primero usurpando nuestra soberanía y luego
apropiándose de los recursos”[28].
Cabe, por mencionar que a futuro cuando exista la tecnología necesaria para la
explotación, existen en las profundidades submarinas nódulos polimetálicos de
hierro, manganeso y otros minerales estratégicos, lo que convierte a las islas
en otro motivo de disputa y de importancia geoeconómica y geopolítica.
Comentarios
finales.
Como
mencionáramos en un trabajo anterior, la apropiación del territorio por los
diversos actores sociales da cuenta de un proceso progresivo de transformación
de la naturaleza en la que las reglas sociales, jurídicas, económicas y
políticas van ordenando, regulando y comandando los procesos de construcción de
territorios. Ante las lógicas de acumulación capitalistas y de desposesión, en
éste caso, de los recursos naturales considerados estratégicos a nivel mundial,
emergen fricciones o choques de intereses. La disputa global por los recursos
naturales es uno de los elementos más determinantes de la dinámica del
capitalismo contemporáneo.
La
Argentina no está exenta de esta cuestión y en este trabajo hemos visto cómo la
disputa por la “soberanía” de las Islas Malvinas, se ha intensificado a partir
del descubrimiento de reservas petrolíferas de gran magnitud. En este sentido
no podemos menos que coincidir con Federico Gómez, en cuanto a que “en un
sistema internacional en el que los recursos naturales no renovables, ya sean
los energéticos o alimenticios, son los detonantes de conflictos regionales, la
ubicación estratégica del archipiélago de Malvinas, como así también de las
islas Georgias y Sándwich del Sur, en el muy corto plazo se configuraran, de no
serlo ya, en un área clave a nivel internacional en el posicionamiento
geoestratégico en virtud de la navegabilidad y accesibilidad a los recursos.
Los procesos de integración y de vinculación regional a nivel político en
Latinoamérica se transformarán en los ámbitos necesarios de posicionamiento en
la agenda, de la amenaza que representa la presencia británica en el Atlántico
Sur no solo para la República Argentina sino para la región sudamericana y sus
intereses en el corto plazo”[29].
En
esta lucha de intereses, Gran Bretaña no brinda ningún tipo de señal en cuanto
el diálogo, ya que las lógicas de acumulación exceden cualquier tratativa, incluso
con las cuestiones ilegales que presenta el mismo en la apropiación del
territorio. Resulta incomprensible el “colonialismo” en pleno siglo XXI, pero
visto desde el punto de vista del gobierno británico es totalmente congruente
con su política exterior. El interés británico radica en varias cuestiones,
como el agotamiento de los recursos petrolíferos en Mar del Norte; la cercanía
a la reserva mundial de agua dulce más grande del planeta, la Antártida, el
control de la ruta marítima del Atlántico Sur, la pesca y los minerales que se encuentran
en el continente blanco. Las lógicas de capital de acumulación y desposesión de
recursos naturales considerados estratégicos están a la orden del día en las
Islas Malvinas, a pesar de los reclamos argentinos[30].
Esto
no significa que se deba aceptar sumisamente la situación malvinense, sino que,
por el contrario, no hay que cejar en cuanto a los reclamos de la legítima
soberanía argentina sobre el archipiélago, ya que, por situación geográfica,
geológica, e histórica nos pertenecen. No se debe tolerar en el siglo XXI el
retrógrado colonialismo inglés, ni la prepotencia de los habitantes
trasplantados de las islas, que no son más que cómplices activos de una
política exterior británica belicosa y prepotente que solo busca el interés
económico, en este caso a través de la explotación petrolífera para poder
satisfacer sus necesidades internas ante la decadencia en que se encuentra la
potencia del norte.
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de septiembre de 2013.
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Javier y, Troncoso, Marcelo: El petróleo de las Islas Malvinas: un recurso
natural de importancia para el Reino Unido, en; Segundas Jornadas de la Red
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economía, soberanía, recursos naturales”. Tandil, Universidad Nacional del
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Internacional de Energías, Www.iwr.de.
(*)
Javier Luchetti: Profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales,
Facultad de Ciencias Humanas, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires. 2Profesor de Geografía. Profesor Ayudante del
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 10.
Marcelo
Troncoso: Profesor de Geografía Colegio San Ignacio y Escuela Agrotécnica N° 1.
Tandil, Provincia de Buenos Aires.
El
siguiente trabajo está basado en el artículo de Luchetti, Javier y, Troncoso,
Marcelo: El petróleo de las Islas Malvinas: un recurso natural de importancia
para el Reino Unido, en; Segundas Jornadas de la Red Federal de Estudios sobre
Malvinas “Las Islas del Atlántico Sur: política, economía, soberanía, recursos
naturales”. Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires, 8 y 9 de mayo de 2014.
Fue
presentado en el VII Congreso de Relaciones Internacionales - I Congreso del
Consejo Federal de Estudios Internacionales - II Congreso de la Federación
Latinoamericana de Estudios Internacionales; La Plata, 26, 27 y 28 de noviembre
de 2014.
Fuente:
https://www.academia.edu
[1]
De los Reyes,
Marcelo: Las Islas Malvinas y el Atlántico Sur. Configuraciones estratégicas y
económicas, en; Www.ceid.edu.ar. Buenos Aires, Centro de Estudios
Internacionales para el Desarrollo, Documento de Trabajo n° 97, marzo de 2012,
p. 6.
[2] Centro de Estudios
para el Desarrollo Territorial y la Gestión de las Infraestructuras de la
Fundación Hernandarias: La Patagonia, en, Roccatagliata, Juan (coord.), en;
Argentina. Una visión actual y prospectiva desde la dimensión territorial.
Buenos Aires, Emecé Editores, 2008, p. 810. 5De los Reyes, Marcelo, op. cit.,
p. 4.
[4] Gómez, Federico: LA
FALKLANDS FORTRESS. La construcción de la cuestión Malvinas en una cuestión
latinoamericana ante el paradigma neocolonial británico en el Atlántico Sur,
en; Malvinas en la Universidad. Concursos de ensayos 2012. Buenos Aires,
Ministerio de Educación de la Nación, Cámara Argentina de Libro, 2013, p. 118.
[5] Brailovsky, Antonio
y, Foguelman, Dina; Memoria verde. Historia ecológica de la Argentina. Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 1997.
[6] Barrios, Miguel
(director); Diccionario latinoamericano de seguridad y geopolítica. Buenos
Aires, Editorial Biblos, 2009, p. 316.
[7] Ibídem, p. 220.
[8] Sin realizar un
análisis exhaustivo de la historia de la geopolítica porque sería desviarnos
demasiado del tema principal, podemos decir que la geopolítica “persigue ante
todo hacer que prevalezcan los intereses económicos de los países más
influyentes en el escenario mundial, ya sea colaborando o compitiendo entre
ellos, y ampliar o profundizar sus respectivas áreas de influencia”. Giordano,
Eduardo; Las guerras del petróleo. Geopolítica, economía y conflicto.
Barcelona, Icaria Editorial, 2003, p. 13.
[9] Gurevich, Raquel:
Conceptos y problemas en geografía. Herramientas básicas para una propuesta
educativa, en, Aisemberg B. y Alderoqui, S. (comp.); Didácticas de las ciencias
sociales II. Teorías con prácticas. Buenos Aires, Editorial Paidós, 1998, p.
163.
[10] Taylor, Peter;
Geografía Política. Economía-Mundo, Estado-Nación y Localidad. Madrid, Trama
Editorial, 1994, p. 29.
[11]
Gurevich, Raquel, op. cit., pp. 164-165.
[12]
Blanco, Jorge:
Espacio y territorio: elementos teórico-conceptuales implicados en el análisis
geográfico, en, Fernández Caso, M. y Gurevich, R. (coord.); Geografía. Nuevos
temas, nuevas preguntas. Un temario para su enseñanza. Buenos Aires, Editorial
Biblos, 2007, pp. 41-42.
[13]
Taylor, Peter, op. cit., p. 85.
[14] Harvey, David: El
“nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión, en, Panitch, Leo y, Leys,
Colin (Comp.); Socialist Register 2004: el nuevo desafío imperial. Buenos
Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2005, pp. 100-102.
[15] Ibídem, pp. 105-115.
[16] Panitch, Leo y,
Gindin, Sam: Capitalismo global e imperialismo norteamericano, en, Panitch, Leo
y, Leys, Colin (Comp.); Socialist Register 2004: el nuevo desafío imperial.
Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2005, p. 26.
[17] 19Offshore u
offshoring es un término del idioma inglés que literalmente significa “en el
mar, alejado de la costa”, pero que es comúnmente utilizado en diversos ámbitos
para indicar la deslocalización de un recurso o proceso productivo.
[18] Bernal, Federico;
Malvinas y petróleo: una historia de piratas. Buenos Aires, Capital
Intelectual, 2011, p. 47.
[20] Página oficial en
inglés del Foro Económico Internacional de Energías, Www.iwr.de.
[21] Bernal, Federico, op.
cit., pp. 54-55.
[23] Diario Hoy. La Plata,
21 de febrero de 1996.
[24] Gómez, Federico, op.
cit., p. 124.
[25] Ibídem, p. 125.
[26] Malvinas creó un
multimillonario fondo petrolero, en; Www.lanacion.com. 26 de enero de 2013.
[27] Argentina: Penalizan
extracción de petróleo en Islas Malvinas, en; http://revistaoronegro.com. 2013.
[28] Los “piratas”
ingleses comenzarán a extraer petróleo del espacio marítimo argentino”, en;
http://iguazunoticias.com. 4 de marzo de 2014.
[30] Luchetti, Javier y,
Troncoso, Marcelo: Las Islas Malvinas: el conflicto geopolítico por la
apropiación de hidrocarburos, en; VI Encuentro del Centro de Reflexión en
Política Internacional (CERPI) y Centro de Estudios Sudamericanos (CENSUD)
“Democracia y Relaciones Internacionales en América Latina”. La Plata, Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales, Instituto de Relaciones Internacionales, 13
de septiembre de 2013.
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