Francisco Cancio publica "Enmienda", una investigación exhaustiva sobre la Guerra de las Malvinas que enfrentó a la Argentina y Gran Bretaña
Por Manuel P. Villatoro
“¡Es la guerra! 40 buques preparados. Los paracaidistas, convocados”. Con estas palabras del “The Sun” desayunaron los ingleses el 3 de abril de 1982, la segunda de las 74 jornadas a lo largo de las cuales se extendió un conflicto que enfrentó a la Argentina del dictador Leopoldo Galtieri y a la Gran Bretaña de Margaret Thatcher por el control de las Islas Malvinas. O Falkland Islands, como los británicos llaman a este pequeño archipiélago ubicado a 13.000 kilómetros de Londres. El diario se quedó corto. Al final, soltaron amarras en varias oleadas hasta un centenar de bajeles (entre ellos, tres submarinos atómicos) con la élite del ejército en sus tripas: los Royal Marines y los versados soldados aerotransportados.
No era una broma. Tras los dos meses y medio en los que la Guerra de las Malvinas mantuvo en tensión a la sociedad hubo que lamentar unos 700 fallecidos argentinos y casi 300 ingleses. En la prensa, las instantáneas de los combates aeronavales entre los Harrier y los Mirage tomaron las portadas. Sin embargo, el investigador español Francisco Cancio está convencido de que la Junta Militar de Galtieri no ansiaba entrar en conflicto con la todopoderosa Gran Bretaña cuando arrebató las Falkland al gobierno de Thatcher. Más bien, y según explica en declaraciones a ABC, pretendía hacer una demostración de fuerza y negociar con un país que, creía, estaba demasiado lejos para plantarles cara.
Pero no contaron con que la “Dama de Hierro” no podía mostrar debilidad ante la URSS y que aquel era un escaparate idóneo para lucirse ante el bloque del Este. Así lo corrobora Cancio en su nueva obra: “Enmienda” (editada con mimo por Robinson Librería Náutica). Una investigación de años en la que trata de desentrañar los enigmas que todavía existen sobre este conflicto y para la que ha contado con los testimonios de altos oficiales británicos como el Brigadier Julian Thompson (comandante de las fuerzas terrestres durante la operación) o, entre otros tantísimos, el militar argentino Mario Menéndez. El resultado es un ensayo concienzudo, ameno y divulgativo destinado a que la sociedad entienda los claroscuros de un conflicto en el que la élite del ejército británico pasó su prueba más dura frente a los conscriptos latinoamericanos.
Comienza la guerra
A nivel oficial, y aunque Cancio dedica varios capítulos a explicar algunos antecedentes como el determinante incidente Davidoff, la Guerra de las Malvinas comenzó el 2 de abril de 1982, cuando dos centenares de soldados argentinos tomaron posesión de las Falklands, entonces bajo bandera inglesa. “¡Argentinazo: las Malvinas, recuperadas!”, afirmó la prensa local. Thatcher llamó a la batalla y, a principios de mayo, la avanzadilla de una gigantesca armada, en la que destacaban dos portaaviones y tres submarinos atómicos, arribó a la región. El objetivo: desembarcar por el norte de la Isla Soledad (la más grande) y conquistar Puerto Argentino, donde estaba afincado el grueso del ejército enemigo.
La calma previa a la tempestad se extendió hasta el 2 de mayo, cuando los británicos hundieron el crucero argentino General Belgrano. Aquel desastre provocó la muerte de tres centenares de marinos e hizo que la Junta Militar tomara la decisión de volver a puerto y no salir de nuevo. A cambio, tomaron los cielos y, a golpe de caza, intentaron evitar que los ingleses pisaran tierra. En el marco de estas operaciones se produjo uno de los hechos más controvertidos del conflicto: el presunto impacto de un misil Exocet sobre el portaaviones HMS Invincible. Algo que el gobierno de Thatcher siempre negó. El 21 se produjo el desembarco y, tras dos cruentas contiendas en Pradera del Ganso y Puerto Argentino, llegó la rendición el 14 de junio.
1-¿Cuál es la gran mentira que todavía está extendida sobre la Guerra de las Malvinas?
No creo haber identificado ninguna, pero si pongo en cuestión algunos tópicos. Quizá el más extendido es el que afirma que la decisión de hacerse con las Malvinas la tomaron los miembros de la Junta Militar desde la Casa Rosada con una copa de Brandy en la mano. No fue así. La Argentina, con sus claroscuros, era un país organizado, con una cancillería y su política exterior. Se vio atrapada en un caos provocado por la cuestión Davidoff; la llegada a las Georgias del Sur, en posesión de los ingleses, de 39 obreros argentinos para desarmar unas factorías balleneras. Los británicos afirmaron que junto a ellos arribó un contingente militar que buscaba conquistar la zona. Eso desencadenó todo. Se creó un torbellino incontrolable que hizo que se aceleraran todos los planes sobre las Malvinas.
Francisco Cancio
2-En su libro afirma que los argentinos no barajaron, en principio, el conflicto armado
Pensaban que, si no derramaban sangre inglesa, podrían entablar un proceso de negociación. Y no era una locura. En las dos primeras semanas estaban convencidos de que no habría guerra. Al ser dos islas, no hubiera sido descabellado que la ONU hubiese puesto un contingente de intermediación que administrase el territorio. O que diese una isla a cada país. Para los argentinos ya habría sido una victoria.
3-¿Por qué los ingleses enviaron toda su flota para reconquistar unas islas tan recónditas?
Hay un capítulo dedicado a ello. La versión oficial establece que fue herida la dignidad como nación de Inglaterra, que el territorio era británico y que había que recuperarlo. Pero hablamos de unas islas perdidas a 8.000 millas náuticas de Reino Unido y de solo 1.000 habitantes que se podían considerar súbditos de la corona en la región. ¿Eso justificaba el envío de toda la flota? Seguro que hubo algo más que, por el momento, no se ha admitido.
4-¿Qué podría ser?
Muchas cosas. Por ejemplo, la proyección que les ofrecían las islas hacia la Antártida. Existe un tratado en vigor por el cual nadie puede reclamar soberanía sobre ella hasta 2040. Pero, a partir de entonces, es un libro abierto. ¿Qué hacen los países? Tratar de preconsolidar derechos; y uno de los caminos es a través de las proyecciones antárticas de tu territorio. En el caso de Inglaterra, Malvinas.
También está el control territorial. Por entonces el mundo se comunicaba a través de los canales de Suez y Panamá, el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Buena Esperanza. La Unión Soviética, que era un enemigo real en plena Guerra Fría, había tomado posiciones en dos de ellos a través de Angola, Etiopía y Somalia. Reforzar el control de las Islas, que daban acceso al Estrecho de Magallanes, podría ser otra posibilidad.
Otra de las más plausibles es la necesidad de dar una lección a los rusos. La interpretación que hicieron los soviéticos de la firmeza de la OTAN para alcanzar un objetivo complicado, como era expulsar a los argentinos, fue muy útil para Inglaterra. Los oficiales británicos de entonces confirmaban que se hallaban en una situación prebélica. Estaban en los años más tensos desde la crisis de los misiles de Cuba. El enviar el mensaje de “estamos dispuestos a luchar, estas son mis armas y esta mi capacidad logística” puede explicar la guerra.
Ataque al Invincible
5-¿Por qué volvió a puerto la armada argentina tras la destrucción del Belgrano?
Margaret Thatcher reconoció que el hundimiento del crucero ARA General Belgrano fue un punto de inflexión fundamental para poder llevar a cabo el resto de las operaciones. Su siniestro, que coincidió con una diferencia de pocos días con la destrucción del ARA Alférez Sobral, evidenció dos capacidades frente a las que los argentinos no podían combatir.
La primera era el submarino atómico como amenaza invisible. Los ingleses tenían tres, lo que les otorgaba una capacidad de operación espectacular en términos de velocidad y autonomía. Los argentinos, por su parte, contaban con pocos medios de detección antisubmarina. Solo algunos “Neptune”, que pronto quedaron fuera de servicio por el exceso de uso y por su estado de conservación no óptimo. Al final, en la práctica, el Belgrano ni se enteró de que un sumergible le llevaba siguiendo tres días antes de ser hundido.
La segunda fue que, en un momento determinado, los argentinos empezaron a estar convencidos de que alguien les estaba observando desde el cielo. Existe mucha controversia sobre la observación satelital que los norteamericanos, parece ser, trasladaron a los ingleses. Personalmente estoy convencido de que fue así. ¿Por qué? Porque estamos hablando de los dos principales miembros de la OTAN. En una conferencia, el secretario de marina de la US Navy, John Lehman, nos confirmó que, en cuanto estalló el conflicto, Ronald Reagan le expuso: “Dile a Maggie que la ayudaremos en lo que haga falta, pero que, por favor, sin demasiados papeles”. Desde entonces, una buena parte del “staff” de la US Navy destinado en Londres pasó a centrar sus esfuerzos en las Malvinas. Pensar que los norteamericanos no redirigieron sus satélites para observar el área es un poco ingenuo.
6-Por el contrario, se ha extendido la idea de que la flota argentina se refugió en puerto por miedo…
Eso es algo que no se ha explicado bien. Se ha dado a entender que la Armada Argentina se achantó y se escondió. No fue así. Lo que no hizo fue sacrificarse inútilmente. Tras la destrucción del Belgrano, el Almirante Anaya y el Vicealmirante Lombardo llegaron a la conclusión de que no podían exponer ninguno de sus buques porque, en caso de hacerlo, serían atacados y hundidos. Ante esa evidencia, y ante el riesgo de que pudieran tener algún conflicto posterior con su enemigo secular, Chile, impusieron el sentido común. Prefirieron no lanzar acciones ofensivas porque sabían que los ingleses podían destruir sus unidades navales sin problema. Eso llevó a una decisión lógica: la flota a puerto, porque si está en el mar, acabarán con ella.
7-Otro de los mitos es el que habla del escaso entrenamiento de las fuerzas argentinas y de que solo el 5º Batallón de Infantería de Marina (BIM) estaba capacitado para hacer frente a la guerra.
Hay que ser muy cuidadoso con la gente que combatió. Es cierto que la mayor parte de las fuerzas argentinas desplegadas estaban integradas por conscriptos; pero no podemos desmerecer el esfuerzo y el sacrificio de los que estuvieron allí. Lo intentaron hacer bien, pero tenían en frente a los Royal Marines y a los paracaidistas británicos, primera línea de batalla del Reino Unido. El BIM 5, en todo caso, sí era una unidad muy profesional y con un porcentaje de suboficiales mayor.
Con todo, es cierto que había unidades especiales, de comando, de buzos tácticos... ¿Por qué no enviaron todo lo que tenían? Por dos razones. En primer lugar, porque no pensaban que iban a luchar. En los primeros 15 días del mes de abril se confiaron a una secuencia lógica de los hechos: he retomado las islas y negociaremos. Por otro lado, hubo una reserva de capacidad por un posible enfrentamiento con Chile que casi había acaecido en el 78.
Guerra aérea en las Malvinas
8-No pasaba lo mismo con la Fuerza Aérea…
La Argentina tenía un modelo de fuerzas armadas muy poliédrico. Desde los 70 la Armada era la mejor del continente, y los mismo pasaba con la Fuerza Aérea. Pero es entendible. Un piloto de caza nunca es un conscripto, es un profesional que ha dedicado mucho tiempo a formarse. Eran, por ello, expertos con años de entrenamiento a sus espaldas y muy hábiles. Los aviones A4 comenzaron a llegar en el 73. Los Mirage y los Dagger poco después. Es decir, que tuvieron una década para entrenarse con ellos.
La Fuerza Aérea fue un verdadero quebradero de cabeza para los ingleses, pero sus pilotos estuvieron muy comprometidos por la imposibilidad de usar la pista de aterrizaje en las islas. Debían partir desde el continente, y eso les dejaba una autonomía de operación de 3 o 4 minutos. En ellos debía identificar al objetivo, lanzar las bombas y volver. En caso contrario, se quedaban sin combustible. Si se enfrentaban a una patrulla de Harrier no tenían apenas tiempo. Pero eso no evitó que el número de buques dañados fuese altísimo.
9-¿Qué aviones utilizaba la Fuerza Aérea Argentina?
Los A4 y los Dagger eran utilizados para el bombardeo naval. El problema era que los pilotos de Fuerza Aérea no se habían entrenado en este tipo de ataques. Estaban formados para lanzar explosivos desde altura y acabar con instalaciones de tierra firme como fábricas, no para hacer fuego sobre el mar. El Mirage era el interceptor; un aparato que les protegía cuando llegaban los Harrier británicos.
10-¿Harrier o Mirage, cuál fue el más letal?
Los Harrier partían con ventaja. En el combate disponían de un misil, el Sidewinder Lima, la última versión del Sidewinder americano, que les permitía disparar en oblicuo contra el contrario. El piloto no necesitaba ponerse justo detrás para hacer blanco. El Matra argentino tenía muchas más limitaciones. Por eso el nivel de éxito inglés fue altísimo, porque siempre daba en el blanco. Si a esto le sumas que unos salían directamente de los portaaviones y otros solo tenían cuatro minutos para luchar (lo que les estresaba mucho), el resultado es obvio.
Soldados argentinos caminan el 13 de abril de 1982 para ocupar la base de los Marines Reales capturados en Puerto Argentino
11-¿Una vez que desembarcaron… cómo de letales eran los paracaidistas y los Royal Marines británicos?
Todos los ejércitos del mundo tienen su orden de batalla. Cuando estalla un conflicto está establecido qué unidades serán las encargadas de combatir para tratar de frenar al enemigo. Los Royal Marines y los paracaidistas eran el primer orden de batalla de las fuerzas armadas del Reino Unido. Eran una fuerza profesional que había estado en combate en el Ulster. Eso les había dado un sentimiento de equipo y una experiencia increíbles. No se le puede exigir lo mismo a una fuerza que lleva cinco años unida, que una que es conscripta y lleva ocho meses compartiendo barracón.
La prueba palmaria de la importancia de esas fuerzas fue que, cuando los ingleses enviaron a la 5ª Brigada, la cual no pertenecía al primer orden de batalla, sus hombres cayeron derrengados al tercer día ante las exigencias del mando. Los paracaidistas, por ejemplo, anduvieron 80 kilómetros (desde bahía de San Carlos hasta Puerto Argentino) con unas mochilas que pesaban una barbaridad. El resto no pudo seguir el peso de la marcha.
12-¿Podían los argentinos haber resistido los asaltos ingleses?
Nadie discute que, en un golpe de mano, los argentinos podrían haber retrasado el avance en tierra, pero el frente era muy amplio y Thompson lo tenía muy controlado. Como ellos admitieron después, consiguieron la victoria en el mismo momento en el que pusieron un pie en tierra. A partir del 21 de mayo el combate estuvo muy condicionado porque los defensores no podían reforzar sus fuerzas por mar.
El mismo Thompson me confirmó en una entrevista que los Royal Marines y los paracaidistas tenían la situación controlada y que la 5ª Brigada, que llegó después, era innecesaria. Sin desmerecer a los argentinos, que se dejaron la piel y combatieron de forma muy inteligente.
13-¿Y si los ingleses no hubiesen pisado las islas?
Si no hubieran llegado a tierra las cosas sí habrían podido cambiar. El ejemplo más claro fue el incidente del buque de transporte Sir Galahad, que fue hundido por la Fuerza Aérea argentina el 8 de junio y provocó 53 bajas. Otro más de esos y quién sabe si la opinión pública podría haber rechazado aquella “guerra extraña” que no entendían. Cuando hablas con los ingleses, muchos te dicen que pensaban que las Malvinas eran unas pequeñas islas al norte de Escocia. Hay un contrasentido entre ese despliegue y la percepción de la sociedad. El ciudadano no entendía por qué se hacía ese despliegue. Si hubiera habido otro desastre al gabinete Thatcher le hubiera costado explicar qué estaba haciendo.
Incendio del destructor británico HMS Sheffield tras recibir el impacto de un misil Exocet lanzado por el ejército argentino
14-El otro gran misterio es el del hundimiento del HMS Invincible. ¿Qué ocurrió con él?
Es el más llamativo. Tenemos a los ingleses, que niegan el hundimiento, y a dos pilotos argentinos (Gerardo Isaac y Ernesto Ureta) que vieron el impacto del misil. Al margen de la contradicción, la realidad es que, durante 40 años, no ha habido testimonios británicos de peso que hayan confirmado que el buque recibió daño. Solo un marino cuya declaración tiene cierta falta de credibilidad.
También es real que todos los misiles que habían lanzado hasta entonces los argentinos habían dado en el blanco. Eso nos hace pensar que, si es cierto que hicieron fuego, es muy probable que impactaran contra el portaviones. Es sospechoso que el barco, además, volviera más tarde que el resto, y como nuevo, a Gran Bretaña. No seré yo quien afirme categóricamente que fue tocado, pero alguna solución hay que darle. Hasta que se liberen los archivos soy partidario de que, en efecto, el misil golpeó, le hizo un agujero al buque, explotó en el hangar (que estaba protegido contra incendios) y los marineros pudieron extinguir el fuego.
15-¿Y por qué habrían ocultado los hechos?
Puede ser que silenciaran el ataque para no volver a agitar a la sociedad. Al fin y al cabo, ya tenían a las tropas en tierra y, si se hubiera conocido, no sabemos si podría haberse forzado una retirada. A partir de ahí fueron rehenes de su decisión. Pero es solo una tesis. Lo que no comparto son las teorías que afirman que fue hundido o que se construyó un barco nuevo para reemplazar al Invincible. Eso es conspiración.
16-¿Fue Pradera del Ganso la batalla más cruenta?
Fue un experimento de tienta. Los ingleses no conocían a su enemigo, lo probaron y se percataron de que no iban a entregar las islas sin combatir de forma dura. Desde esa batalla, los británicos no volvieron a combatir de día. Lo hicieron de noche, aprovechando su preparación y sus medios, para disminuir la cantidad de bajas. Allí combatieron los paracaidistas y tropas de primerísimo nivel. Unidades muy compactadas a raíz de la guerra del Ulster. Pero los argentinos se lo hicieron pasar muy mal.
Soldados británicos izan la bandera de Reino Unido en las Islas Malvinas.
17-¿Cómo nació este libro?
El origen del libro se encuentra en casa. Mi padre era un apasionado de la historia naval. De cuatro hermanos, yo fui el que captó esa afición desde muy pequeño. Por eso, cuando estalló la Guerra de las Malvinas y descubrimos a aquella gigantesca armada inglesa dirigiéndose hacia las islas con todos sus portaviones y su flota de escolta, quedamos perplejos. Después de la Segunda Guerra Mundial, las contiendas que se habían dado nunca enfrentaron a un país occidental contra otro. Malvinas era algo diferente.
Aquello me sedujo mucho y, poco a poco, fui comprando libros sobre el tema, investigando… Me resultaba intrigante porque la guerra tenía mucho de enigmático. Había una infinidad de áreas difíciles de entender. Ya de mayor le quise dar una vuelta de tuerca y asistí a un congreso en Inglaterra sobre el tema. Me metí poco a poco en él hasta que surgió la posibilidad de viajar a Argentina, donde había estado durante el servicio militar de joven.
En ese viaje me propuse escribir el libro, que en principio iba a ser el fruto de la investigación que realizara. Pero me di cuenta de que podía contar algo más. Y ese algo fue “Enmienda”: una revisión de algunas cuestiones de la guerra que se consideran como inmutables, pero todavía plantean dudas. Temas como el “stock” de misiles Exocet (¿por qué solo había cinco?) o la retirada de la armada argentina a puerto. Eran cosas que había que preguntar.
18-¿Cómo llevó a cabo la investigación?
Hice una extensa investigación de campo. Tuve suerte porque muy buenos amigos me ayudaron a llegar a personajes como el ya fallecido Menéndez, Lami Dozo (el único miembro vivo de la junta militar cuando estuve allí) o el Vicealmirante Lombardo (al mando del teatro de operaciones durante buena parte del conflicto). Entrevisté a muchos protagonistas. No solo altos mandos, sino marinos, pilotos, diplomáticos…
Toda
esa información la combiné con la parte inglesa. Al principio costó bastante
conocer a militares británicos, pero, al final, rompí la corteza y contacté con
protagonistas destacados como Thompson, el principal mando de operaciones
terrestres, y otros tantos. En contra de lo que la gente piensa, una vez que
dieron luz verde fueron muy transparentes y amables. Me ofrecieron todo su
tiempo. Eso enriqueció muchísimo la obra, que hoy ve la luz gracias al loable
compromiso de Robinson Librería Náutica por estimular la publicación de todo
cuanto tenga que ver con el mar y su historia. Les estoy también muy
agradecido.
Fuente:
https://www.abc.es
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