Por Fernando Petrella
Un importante empresario argentino, Eduardo
Eurnekian, visitó nuestras Islas Malvinas para hacerse presente fugazmente en
el Cementerio Argentino donde descansan los militares fallecidos durante la
guerra de 1982. Su participación en ese delicado proceso fue de extrema
utilidad, entre otros motivos, porque demostró el compromiso de un alto
exponente de la sociedad civil con la inquebrantable voluntad de recuperar las
Islas Malvinas mediante negociaciones dejando de lado, definitivamente, la
estéril confrontación, sea esta política, diplomática o militar.
El rol de la Cancillería fue también central. Desde
Buenos Aires y desde Londres. Es allí donde la tarea del Embajador Carlos
Sersale di Cerisano fue particularmente delicada y profesional, generando el
clima de confianza recíproca que hizo posible concluir las negociaciones para
identificar los cuerpos y devolver al Cementerio el carácter de Monumento
Argentino en las Islas.
Ahora bien, que el viaje de un destacado empresario,
su encuentro con el Embajador Mark Kent acreditado ante nuestro Gobierno, junto
con un funcionario de la disputada administración británica de las Islas, haya
generado una agitada reacción en sectores significativos, al punto de citar al
Embajador y al Canciller al Congreso, sugeriría que no tenemos las cosas en
claro y que el tuit del Embajador, prontamente aclarado, es una excusa para
enturbiar, inexplicablemente, el momento especial por el que transitan las
relaciones argentino/británicas. En efecto, pocas coyunturas históricas parecen
más favorables. Carta de la Primer Ministro May al Presidente Macri, comunicado
Foradori/Duncan, visita del Canciller Ben Johnson, el canciller Jorge Faurie en
Londres, el vuelo a Córdoba, Provincia emblemática por su cultura, historia e
industria, la presencia de May en ocasión del G20 en Buenos Aires y su
encuentro con Mauricio Macri son todas señales que no deben ser
desaprovechadas. Pero, además, la Argentina cuenta con el apoyo de cuatro de
los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de
una cautelosa rendija abierta por el Reino Unido para retomar negociaciones en
el marco de la Resolución 2065/65 de la Asamblea General, reafirmada año tras
año por el Comité de Descolonización.
Ahora bien, negociar significa, en primer lugar,
crear el clima de confianza imprescindible a cualquier ejercicio de esa
naturaleza, presentar los argumentos de manera que sean aceptables y estar
dispuestos a un eventual compromiso inicial que no cierre puertas a objetivos
más ambiciosos. Pero todos esos apoyos mayoritarios de países amigos se
condicionan con una conducta madura y comprensible por parte argentina.
Recurrir a argumentos o generar actitudes que no resistirían ser presentados o
comprendidas en los foros internacionales es contraproducente y frustrante.
Tengamos siempre presente a la Resolución 2065 a su
letra y a su espíritu, en el marco de las reglas de la descolonización y su
evolución. Esos son los mejores elementos que otorgan legitimidad a nuestro
reclamo. Dejarlos al costado, apartarnos de esas conductas, aun en nuestro
propio medio, también resulta frustrante, sobre todo para los jóvenes que no
entienden que les sigamos transfiriendo un problema cuya solución no es lejana
ni imposible. Reaccionar sobre la base de un tuit, cuyo ámbito de influencia es
Londres, parece una sobreactuación. Asignar a ese instrumento informal
potencial de generar "efectos" en la disputa es claramente un error
que, en todo caso, sirve para alimentar a los sectores minoritarios de las
Islas que son los más reluctantes a acercamientos con la Argentina.
La política exterior debe seguir reglas que puedan
ser entendidas y compartidas por quienes nos apoyan. No hay recetas
"caseras" por bien intencionadas que parezcan. El mundo es como es y
no como queremos que sea. No se acomoda caprichosamente a nuestros intereses.
Hay que actuar con diplomacia y tratar de no condicionarla con posturas que
podrían ser interpretadas como oportunistas.
El autor es
el director del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN). Fue
embajador, vicecanciller de la Nación y representante permanente de la
Argentina ante la ONU.
Fuente: https://www.infobae.com
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