27 de febrero de 2011

ARGENTINA, INGLATERRA, LAS MALVINAS Y EL PETROLEO

Por Carlos Mora Vanegas

Se renueva de nuevo el conflicto de Argentina con Inglaterra, todo por el interés del petróleo, producto que requiere el gobierno británico ante la realidad de la crisis energética y lo que representa contar con un producto tan cotizado como es el petróleo, más ante la evidencia, de los resultados de un estudio geológico encargado a un equipo encabezado por Donald Griffiths, de la Universidad de Birmingham., de la posibilidad de tener las islas petróleo.

Considérese, como lo señala Wikipedia, La exploración en las Islas Malvinas comenzó hacia finales de la década de 1970 con la adquisición de un set de datos regionales sísmicos por dos compañías de servicios petroleros. En ese entonces los datos disponibles no permitieron el comienzo de la exploración ya que el Gobierno de las Islas Malvinas no estaba preparado para ofrecer licencias de excavación, por otra parte, el inicio de la guerra en las islas por parte de Argentina en 1982 postergó toda exploración. En 1992 el Gobierno isleño contrató al[1] British Geological Survey para que empezara el proceso de exploración. Después de una investigación inicial que reveló la existencia de varias cuencas mesozoicas se continuó con la investigación sísmica. El principal interés de exploración después de la primera ronda de licencias se localizó en el área de la Cuenca Malvina Norte, una cuenca fracturada de forma alargada en agua relativamente someras. Las cuencas ubicadas al sur y al este de las islas presentan un desafío tecnológico importante ya que se encuentran a una profundidad mayor.

Durante la oferta de licencias en 1996 siete compañías acordaron una campaña de excavación. Se realizaron 6 pozos los cuales fueron planeados para el primer período de 5 años de las nuevas licencias.

Junto con los datos geológicos y geofísicos extraídos durante la campaña de exploración también se recogieron datos medioambientales. Por otro lado, nuevas investigaciones en esta área fueron llevadas a cabo durante la campaña y fue objeto de estudio por los últimos años.

El área de exploración de las Islas Malvinas se encuentra en el mar al norte de las mismas y cubre una superficie de 400.000 km² la cual contiene varias cuencas sedimentarias del mesozoico. Después de haberse realizado diferentes estudios sísmicos e inspecciones en tres dimensiones se cavaron seis pozos de exploración de los cuales cinco presentaron muestras de petróleo. Sin embargo, ninguno presentó indicios de cantidades comerciales.

De acuerdo a estudios realizados por la British Geological Survey con el liderazgo del geólogo Phil Richards se determinó que la generación de petróleo puede ocurrir a partir de los 2.700 m bajo el nivel del mar, y una generación máxima ocurriría a partir de los 3.000 m. Las principales rocas propensas en contener petróleo todavía no han sido penetradas porque están ubicadas a una profundidad superior a los 3 km bajo el nivel del mar.

Se ha llegado a la conclusión de que es probable de que más de 60 mil millones de barriles de petróleo hayan sido generados en la Cuenca Malvina Norte (de acuerdo a su nombre en inglés: North Falkland Basin). Estos datos están basados en los estudios de pirólisis obtenidos de los pozos y asumiendo la existencia de un intervalo de roca madura de un espesor cercano a los 400 m y cubriendo un área de 40 km por 40 km. Sin embargo, incluso con cifras más conservadoras para el espesor y superficie de la roca fuente, la riqueza y potencial generador de kerosenos, se calcula que cantidades significantes pueden haber sido expulsadas.

Ejemplo: en una zona de roca madura de 200 m de espesor, sobre un área de 35 Km. por 12 km, puede haber producido más de 11,5 mil millones de barriles de petróleo, incluso con la producción de 8 kg de hidrocarbono por tonelada.

Las rocas lacustres de color marrón son similares a las rocas fuente lacustre del Pérmico superior al sur de la Cuenca Junggar al noroeste de China, las cuales son las más ricas y más gruesas rocas fuente en el mundo.

De acuerdo a cálculos del índice potencial de producción (obtenido al multiplicar el contenido orgánico de la roca por su grosor y producción potencial de hidrocarbono) sugieren que las rocas de la Cuenca Falkland Norte están en el segundo lugar después de las rocas generadoras de la Cuenca Junggar, en términos de su potencial para el petróleo.

Los seis pozos excavados encontraron rocas de reservorio. Estos reservorios abarcan desde el jurásico superior hasta el cretácico superior.

Nos recuerda el Diario la nación de Buenos Aires, que en marzo de 1975, el gobierno británico confirmó la recepción del informe de Griffiths. La Argentina comunicó entonces a las Naciones Unidas que no reconocía ni iba a reconocer "la titularidad ni el ejercicio de ningún derecho relativo a la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos (en las islas) por parte de un gobierno extranjero". Tampoco reconocía ni iba a reconocer e iba a considerar "insanablemente nula cualquier actividad, medida o acuerdo que pudiera realizar o adoptar Gran Bretaña con referencia a esta cuestión, que estima de la mayor gravedad e importancia".

Esta situación logró diluir los contactos y las conversaciones bilaterales en curso sobre la disputa de soberanía. Eran tiempos en los que se examinaba la posibilidad de un condominio sobre el territorio o del traspaso de la soberanía a nuestro país con un arriendo a favor de Gran Bretaña que incluía la explotación de los recursos sobre una base binacional.

Como consecuencia de la posibilidad de hallar hidrocarburos, el gobierno británico señaló en la Cámara de los Comunes que no tenía "duda alguna acerca de su soberanía sobre las islas Falkland y su correspondiente mar territorial" y que tampoco tenía duda alguna "acerca de sus derechos soberanos exclusivos de exploración y explotación de los recursos naturales de la plataforma continental". La búsqueda de entendimientos quedó así postergada por la posibilidad de encontrar hidrocarburos.

Ante lo sucedido, Argentina recordó en la Asamblea de las Naciones Unidas, en 1975, que la cuestión está regida por las resoluciones 2065 y 3160 de la Asamblea General y que las partes debían abstenerse de innovar en aspectos fundamentales o de realizar actos inconsultos o unilaterales para no afectar las tratativas de negociación en marcha.

Treinta y seis años y una guerra después, los hechos se repiten. Una plataforma de exploración contratada por dos sospechosas pequeñas petroleras isleñas trabaja en el mar, al norte de las islas. Las frases y las reservas de entonces son calcadas, cual liturgia. Los mismos argumentos de ayer están, de nuevo, sobre la mesa.

La falta de diálogo y la actitud británica intransigente que contraría el principio de buena fe que debe prevalecer en las negociaciones internacionales, sumados a la innecesaria dureza que caracteriza nuestra posición nos colocan en la misma encrucijada en momentos en que las mejores técnicas de exploración y los precios más altos de los hidrocarburos estimulan las apetencias económicas y alimentan las ambiciones.

Esta circunstancia puede acelerar las reacciones, más allá de la imprescindible prudencia. Vuelve a complicarse la relación bilateral. Cuando en 2007 se dejaron de lado los acuerdos bilaterales trabajosamente alcanzados sobre esta cuestión, era evidente que debía preverse esta situación y prepararse para reaccionar con firmeza, pero también con altura, conducta y serenidad sin perder la cortesía. Es necesario recordar que también en las relaciones internacionales lo cortés no quita lo valiente.

Fuente: http://implosion-interna.lacoctelera.net

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