El reclamo de soberanía sobre el archipiélago es una de las pocas certezas que une al país
Por
Claudio Chaves
Si alguien del común asegurara que las Malvinas no son argentinas, sino inglesas o de los kelpers, vaya y pase. Discutimos, y si no se convence, que Dios lo ayude. Más no se puede hacer. Ahora, que una candidata a Diputada Nacional, Vicepresidente del Club Político, afirme que no son nuestras, que es un tema sentimental sostener su soberanía y otra serie de monsergas de mal gusto, habla de que en el país un sector de la política ha perdido el rumbo: los que la propusieron como candidata y los que la sostienen.
Sabrina Ajmechet que así se llama la eventual y futura Diputada, dice ser historiadora, ¿cómo, entonces, ignora que las Malvinas son nuestras desde la época en que se estableció la Gobernación de Buenos Aires en 1617? Si hay algo que une a los argentinos es la certeza de que las Malvinas son nuestras.
Esta verdad nada tiene que ver con la Guerra, sobre la cual hay voces disonantes. especialmente la de ella, que acaba de afirmar que “la Guerra de Malvinas fue una locura de un gobierno nefasto e ilegítimo que utilizó parte de su población para perpetuar su subsistencia”.
Que fue una locura pésimamente planificada es más que evidente; ahora, que utilizó a parte de su población, como si este pueblo no tuviera idea de lo que había atrás, es tener una visión desvalorizante y horrible de los argentinos. Estando en guerra, ¿qué podíamos hacer? ¿Ser ecuánimes y mediar entre Inglaterra y Galtieri? Ajmechet no tiene idea de lo que son los valores del pueblo y su significado en la Historia.
La Guerra se realizó sin la opinión de los argentinos. ¡Esto fue así!
Ahora, producidas las acciones bélicas, como no nos pidieron opinión, ¿nos enojamos y nos vamos con el General Woodward o Jeremy Moore? ¿O nos comportamos como hizo la inmensa mayoría de los argentinos de aquella época, al esperar angustiosamente un resultado favorable? ¿Es muy difícil de entender esto?
La historiadora asegura que si es elegida va a defender los intereses soberanos de nuestro país sobre las Islas Malvinas. ¿Entonces, en qué quedamos? ¿Son o no son argentinas? Paralelamente dice que hace diez años escribió los tuits antes mencionados y “no era una persona pública y Twitter tenía una lógica de funcionamiento muy diferente para quien elige involucrarse en política”.
De modo que como la politóloga va ser Diputada se trata de cambiar las ideas, al mejor estilo Groucho Marx. ¡Lo que se hace por un cargo!
Recular en el barro se nota, quedan huellas y salpica, especialmente cuando hay de por medio puestos expectables, emolumentos y el prestigio que da la función. Los políticos argentinos dan pena. Están destruyendo, día a día, el valor de la política.
Fuente:
https://www.infobae.com
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