Se vieron por primera vez en el campo de batalla y cuando terminó la guerra no volvieron a verse. Jorge viajó más de 1000 kilómetros para abrazar a su entrañable amigo “Lalo”.
Por Marcela Davin
Esta es la historia de dos héroes. Dos hombres que sobrevivieron a la guerra de Malvinas. Dos soldados que se conocieron en el campo de batalla y una vez que terminó el conflicto bélico no volvieron a verse. Hasta que la vida quiso que se abrazaran, se contaran anécdotas y, entre lágrimas de emoción, disfrutaran tres días juntos.
“La guerra fue un error y un horror”, así arrancó la charla con Jorge que, con tan sólo 19 años, partió hacia las islas. Era febrero de 1982, él había terminado el Servicio Militar Obligatorio el año anterior, pero le llegó la convocatoria al Regimiento de Infantería 25 de Chubut. Hacia allí fue desde su Córdoba natal, sin saber que meses después cargaría un fusil durante 74 días.
Jorge recuerda que en abril se subió a un Hércules y cuando aterrizó conoció a Eduardo “Lalo” Rojas, quien sería, durante el tiempo que duró la guerra, su compañero de posición en la misma trinchera. “Era un pozo de dos metros y nosotros estuvimos ahí. Al lugar se lo conoce como ‘pozos de zorro’”, rememoró.
Lalo y Jorge no se vieron durante 39 años. (Foto: TN y La Gente).
Con una memoria que no flaquea recordó que el primer ataque aéreo y naval inglés fue el 1° de mayo a las 04:40 de la madrugada. Ambos estaban cerca de la zona del aeropuerto, uno de los principales puntos que había que defender. Fueron noches y días interminables. Sólo se tenían el uno al otro, y la esperanza de salir vivos de los enfrentamientos. “Lalo vivió siempre en la Patagonia, por eso el clima no fue tan hostil para él, pero a mí me costó mucho”.
En medio del olor a sangre, buques hundidos y cadáveres de ambas partes, llegó el día de la rendición. Entregaron las armas y junto a otros soldados fueron llevados a Puerto Argentino. Los distribuyeron en siete grupos y los separaron. Jorge y Lalo se vieron por última vez el 14 de junio de hace 39 años.
Con parte de la historia sobre sus espaldas, partieron cada uno para su casa. Miles de veces se pensaron y se preguntaron que había sido de la vida del otro. A Jorge la guerra lo golpeó fuerte porque durante dos años no pudo hablar de Malvinas. “Me dejó una herida fuerte, como a muchos de mis compañeros. Algunos se suicidaron, otros siguen luchando por un reconocimiento y yo ahora por suerte estoy bien”.
Jorge dejó atrás las heridas de la guerra y formó su familia. Se casó con Marta, tiene tres hijos y dos nietos. Pero nunca dejó de pensar en “Lalo”. La llegada de Internet lo motivó a iniciar esa búsqueda. “Lo encontré hace unos años en un grupo de excombatientes. Mantuvimos contacto telefónico, pero no pudimos vernos personalmente por la distancia”, detalló.
Jorge recorrió más de 1000 kilómetros para reencontrarse con aquel compañero que en plena guerra le prestó un par de medias y lo cuidó. Como regalo de cumpleaños fue hasta Alto Río Senguer, al sudoeste de Chubut. Allí con la precordillera como escenario pudieron darse ese abrazo postergado por 39 años.
Viajó con su esposa quien fue la encargada de registrar en imágenes ese momento. Lalo lo estaba esperando en la vereda de su casa. Jorge se bajó del auto y se abrazaron. Se acariciaron la espalda y la cabeza. Segundos únicos e irrepetibles. No querían soltarse. El silencio fue otro de los testigos. Hubo lágrimas de emoción y por la cabeza de Jorge pasaron miles de imágenes. “Quise abrazarlo fuerte y que él sintiera que no me había ido”.
Disfrutaron tres días juntos, esta vez acompañados por sus familias. Sin miedo y sin la muerte acechando. Con el mismo camino recorrido. Y con el anhelo de volver a verse.
Fuente:
https://tn.com.ar
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