El conflicto de Malvinas estuvo signado por la
incompetencia política, diplomática y militar
Por Martín Balza *
Alexander Haig y Leopoldo Galtieri (foto: Víctor
Bugge)
La incompetencia, las omisiones y los errores
cometidos durante el conflicto abarcaron casi todas las áreas del Estado.
Dentro de ellas, los factores diplomáticos y, obviamente, militares no fueron
la excepción. El conocer el pasado nos ayudará a valorar el presente y prevenir
nuestro futuro. Malvinas, y nuestra derrota, dejó muchas enseñanzas que,
paradójicamente, otros países las capitalizaron más que nosotros.
El 1° de abril de 1982, antes del desembarco de
nuestras Fuerzas, el secretario de Estado estadounidense, General Alexander
Haig, convocó en Washington a nuestro embajador, doctor Esteban Tackacs, y le
manifestó conocer la operación en marcha, pidió su inmediata detención y
ofreció sus buenos oficios como mediador.
No omitió advertirle que, si desataba una guerra,
los Estados Unidos apoyarían al Reino Unido. El embajador comunicó esto al
Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Nicanor Costa Méndez, quien se lo
transmitió al presidente Leopoldo Fortunato Galtieri.
El 2 de abril, Costa Méndez informó acerca del
apoyo que se obtendría en el Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones (ONU). Por su parte, el embajador británico ante dicha organización,
Anthony Parsons, solicitó la reunión del Consejo de Seguridad. Los países
miembros de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y los integrantes de
la Organización del Atlántico Norte (OTAN) condenaron, por unanimidad la intervención
argentina y, a requerimiento de Gran Bretaña, aplicaron un embargo completo de
exportación de armamento a nuestro país.
El canciller Nicanor Costa Méndez (Foto: Víctor
Bugge)
El 3 de abril el Consejo de Seguridad emitió la
Resolución 502, que exigía el retiro inmediato de las Fuerzas Armadas
argentinas de las islas.
Aceptar esa resolución y dejar una pequeña
guarnición compuesta por Fuerzas de Seguridad (Gendarmería Nacional y
Prefectura Naval Argentina) hubiera sido acertado. Nuestro legítimo reclamo
sobre la soberanía se había internacionalizado y la situación hubiera sido
mejor que la que teníamos antes.
Ese mismo día, la Primera Ministra Margaret
Thatcher logró del Parlamento británico la autorización para el envío de una
Fuerza de Tareas (Task Force) con destino al Atlántico Sur: más de 120 naves de
distinto tipo, aviones, helicópteros y más de 20 mil hombres, aproximadamente.
Al día siguiente, el Reino Unido obtuvo la
autorización y el apoyo de los Estados Unidos para el uso de la base aeronaval
de la isla Ascensión, principal y decisivo apoyo para sus operaciones navales y
aéreas en el conflicto.
El 7 de abril, jurando por "la Biblia y el
Estatuto de la dictadura", asumió el General Mario Benjamín Menéndez como
gobernador de las islas. Concurrieron varios políticos, sindicalistas y
militares, entre estos últimos el entonces General retirado Jorge Rafael
Videla.
Galtieri no escuchó la posibilidad de negociar
(Foto: Víctor Bugge)
El día 8 Gran Bretaña notificó, a través de la
embajada suiza en nuestro país, el establecimiento, unilateral, de una zona de
exclusión marítima en un círculo con un radio de 200 millas náuticas, con
epicentro en las Malvinas, que entraría en vigencia en tres días.
El 10 de abril se produjo una multitudinaria
concentración espontánea del pueblo en la Plaza de Mayo. Desde un balcón de la
Casa de Gobierno, entre otras bravuconadas, Galtieri, afirmó: "Si quieren
venir que vengan, les presentaremos batalla".
A todo esto, el canciller Costa Méndez manifestó
que "la Unión Soviética apoyaría a la Argentina".
El día 16, el RU a través de la embajada suiza hizo
conocer a nuestro país su decisión de atacar cualquier aeronave, buque o
submarino que afectara el cumplimiento de la misión de la flota británica en el
Atlántico Sur.
Los días siguientes continuaron insustanciales y
estériles conversaciones y negociaciones entre nuestro gobierno con Haig (y
éste con la señora Thatcher), con el presidente del Perú, Fernando Belaúnde
Therry, con el presidente Ronald Reagan y con el Secretario General de la ONU,
Javier Pérez de Cuéllar. Lamentablemente se desaprovechó el tiempo para adoptar
imprescindibles medidas operativas y logísticas en las islas.
La rendición de Alfredo Astiz en las Georgias
El 25 de abril, los británicos desembarcaron en las
islas Georgias del Sur (1.600 km al este de Malvinas) y obtuvieron la inmediata
rendición de los escasos efectivos de la Armada, al mando del Capitán de Corbeta
Alfredo Astiz.
El 27 de abril de 1982, según lo afirmado por el
escritor e historiador Rodolfo Terragno, tuvo lugar una importante propuesta de
paz de los Estados Unidos que habría podido cambiar para siempre la disputa por
la soberanía. Consistía en que un representante del citado país se haría cargo
de una "autoridad especial interna", que duraría en las islas durante
ocho meses. Antes del 31 de diciembre, la Argentina y el Reino Unido, sin
participación de los Isleños, debían llegar a una solución definitiva del
conflicto. Las islas dejarían de ser colonia, y su nuevo estatus sería acordado
por ambos países, respetando los intereses, la forma de vida y los derechos de
los Isleños; obviamente no los deseos.
Agregaba algo medular: se respetaría el principio
de la integridad territorial de nuestro país e, implícitamente, los Estados
Unidos y el Reino Unido reconocían que la disputa era bilateral sin la
participación de los Isleños.
La miopía de la Junta Militar (General Galtieri, Almirante
Anaya y Brigadier Lami Dozo) subestimó al adversario y rechazó la propuesta,
como el 3 de abril lo había hecho con la Resolución del Consejo de Seguridad de
la ONU. Se cumplió a rajatabla el precepto que dice: los dos mayores errores de
una estrategia son actuar antes de tiempo y dejar que la oportunidad pase de
largo.
La Junta Militar: Galtieri, Lami Dozo y Anaya
El día 28, en Washington, Haig le reiteró a Costa
Méndez el total apoyo al Reino Unido, no solo de su país sino también el de la
OTAN y el mundo occidental, que incluiría medidas en los campos militar y
económico.
El 1° de mayo a las 04.42 hs terminó la crisis, y
se inició la guerra, que podría haberse evitado, y que finalizó el 14 de junio.
Se cumplió lo que Shakespeare puso en boca de
Hamlet en su conocido drama del mismo nombre: "Porque al final aconteciera
lo que acontecer debiera".
Durante las negociaciones, desde el inicio Pérez de
Cuéllar actuó condicionado como consecuencia de que carecía de un claro mandato
del Consejo de Seguridad, del cual eran miembros permanentes, con derecho al
veto, los Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, Francia y China.
Su gestión se limitó a informar y comunicar las posiciones entre las partes.
Nuestro Gobierno, compuesto por una desprestigiada
en el mundo entero y alicaída dictadura, adoptó una posición intransigente; en
extrema síntesis: nos condujo a una guerra imposible de ganar.
2 de abril de 982 y el éxito de la Operación
Rosario (Foto: Rafael Wollmann)
El éxito de la Operación Rosario el 2 de abril,
ante una débil y pequeña guarnición británica, y la exaltación que eso produjo
en todos los argentinos los obnubiló y quedamos en manos de necios,
incompetentes, autoritarios y burócratas altos mandos, que nunca pisaron las
islas desde el día que empezó el fuego y la metralla.
Ante ello, me pregunto: ¿cómo pudieron esas
personas llegar a ocupar importantes y decisivos cargos en la conducción de
nuestro país? Mi respuesta es: porque nosotros se lo permitimos.
* Ex Jefe del Ejército Argentino. Veterano de la
Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica.
Fuente: https://www.infobae.com
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