Desde 2003 en adelante, la relación entre la Argentina y el Reino Unido ha tenido numerosos momentos de tensión a causa del conflicto por la soberanía de las islas australes
Por Santiago Martínez Sarrasague
Casi desde el comienzo de la etapa kirchnerista, las rispideces por la cuestión Malvinas se volvieron una constante en la política exterior argentina. Al margen de los reiterados reclamos de soberanía, desde 2003 en adelante hubo varios episodios en los que el conflicto entre la Argentina y el Reino Unido por los archipiélagos australes ocupó los titulares.
Los comienzos de Kirchner.
El propio Néstor Kirchner había adelantado el tono que su gestión iba a adoptar respecto del reclamo de soberanía en su discurso de asunción, el 25 de mayo de 2003: "Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas".
Menos de un mes después, el 17 de junio de ese año, el entonces canciller Rafael Bielsa tenía su primer encuentro con representantes de las islas en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Tras manifestar que el reclamo de soberanía era un objetivo "irrenunciable del pueblo argentino y una política de Estado continuada por el nuevo gobierno", el canciller aseguró que "la famosa seducción consiste en que la Argentina sea un país serio", y que "en la medida en que sea previsible, razonable, metódico en sus reclamos, no llamativo sino predecible, va a mejorar muchísimo las posibilidades de que esto tenga una solución definitiva. Pero si es un país errático, no previsible, esto se va a complicar".
Por su parte, luego de desearle "buena suerte, pero no en todo" al flamante gobierno, los isleños le reclamaron a la Argentina que "demuestre su madurez política" abandonando el reclamo de soberanía para que se pudiera crear "una zona segura en el Sur".
El siguiente cruce vendría durante la primera gira internacional de Néstor Kirchner como presidente. En Londres, durante su reunión con el entonces primer ministro británico, Tony Blair, Kirchner le planteó la reanudación de las discusiones sobre la soberanía de las islas, sin que Blair respondiera en esa ocasión más que con asentimientos y sonrisas. Ese mismo reclamo reaparecería durante el discurso de Kirchner ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, en el que exhortó al Reino Unido a "responder de manera afirmativa" a la reapertura de las negociaciones.
Vuelos y armas nucleares.
Los cruces adquirieron mayor vuelo hacia noviembre, cuando la Argentina suspendió los vuelos charter entre el continente y las islas, mientras que en diciembre de 2003, la confirmación oficial por parte del gobierno británico de que buques de guerra de esa nación habían embarcado armamento nuclear durante el conflicto de 1982 desató un entredicho entre Buenos Aires y Londres.
A las afirmaciones británicas de que dichas armas "no fueron enviadas para ser utilizadas" y que tampoco se había perdido "ninguna arma nuclear durante ese conflicto", Kirchner replicó con un duro discurso en el que sostuvo que el Reino Unido "nos tiene que pedir disculpas", mientras que el Gobierno manifestaba su preocupación por la posible contaminación radioactiva de las aguas.
La respuesta de Londres fue tajante en todos los sentidos: ni habría pedido de disculpas por armas nucleares cuyo uso "nunca estuvo en [sus] planes" y que, como afirmaban, no se perdieron en el Atlántico Sur durante el conflicto, ni habría reapertura de las negociaciones por la soberanía, ni tampoco habría acuerdo sobre los vuelos directos entre el continente y las islas sin "el apoyo de los isleños". Además, en respuesta a una manifestación de "preocupación" por el "amenazante e intimidante" comportamiento del Gobierno argentino, Tony Blair instó a la Argentina a participar de una "cooperación práctica en asuntos de mutuo interés", además de manifestar su respaldo a los kelpers.
El incidente del Irízar.
En marzo de 2004, luego de varios fracasos en la negociación por los vuelos, hubo nuevos cruces entre ambos gobiernos, esta vez por las acciones del rompehielos argentino ARA Almirante Irízar, el cual habría entrado en el área que Londres reclama como "zona económica exclusiva" de las islas para efectuar tareas de control de pesca. A la respuesta argentina al pedido de explicaciones del Reino Unido, en la que la Argentina adujo que el rompehielos realizaba "tareas de control de pesca en aguas jurisdiccionales argentinas" comportándose "según las reglas y costumbres marítimas", le siguió una protesta oficial británica en la que se le reclamaba a nuestro país "que no se repitan episodios de este tipo".
Trece días después de recibida la protesta británica, la Argentina respondió afirmando que el Irízar "efectuó tareas vinculadas con la seguridad de la navegación y la identificación de embarcaciones pesqueras en la zona económica exclusiva argentina", y reiterando la "plena disposición a reanudar las negociaciones de soberanía" por parte de nuestro país. Fue, palabras más y palabras menos, la misma respuesta dada antes de la protesta británica.
En mayo de 2005, la inclusión de las Malvinas como territorio británico en el texto de la Constitución de la Unión Europea motivó un conflicto político interno, en el que a las quejas de la Argentina ante el Reino Unido y a la propia Unión Europea se le sumaron los cuestionamientos de la oposición por las demoras en la reacción oficial de nuestro país, en los que llegó incluso a debatirse una posible interpelación al canciller Bielsa, la cual fue detenida por el justicialismo.
El cruce de Bielsa.
Un mes después, los habituales cruces entre los representantes argentinos y de las islas en el Comité de Descolonización de la ONU alcanzaron ribetes de escándalo cuando los delegados kelpers calificaron al gobierno de Néstor Kirchner como "una administración matona que no parece entender las realidades del siglo XXI", además de manifestar su descreimiento de que "la esencia de las posturas hacia [las Malvinas] haya cambiado significativamente desde la dictadura militar de 1982, salvo en que la agresión militar no parece estar en su agenda".
El canciller Bielsa respondió con dureza: saliéndose de su discurso, afirmó que los dichos de los isleños eran "una falta de respeto", denunció los "actos unilaterales que contrarían el espíritu de cooperación" por parte del Reino Unido, rechazó la inclusión de los archipiélagos australes en la Constitución Europea y sostuvo que los festejos británicos por el aniversario de la rendición argentina en las islas, a los que había calificado previamente de "festicholas agraviantes", provocaban "dolor y mal gusto". Posteriormente, fuentes británicas intentaron suavizar los dichos de los kelpers; la palabra "bullying", usada por los delegados isleños, había sido usada con la acepción de "prepotente" , no de "matona".
Giro en la política.
Para mediados de 2006 comenzó a insinuarse un giro en la política argentina hacia las Malvinas, anticipándose una mayor dureza por parte de nuestro país y el posible desmantelamiento de la política de "paraguas de soberanía" aplicada desde la administración Menem. Hubo entonces especulaciones que adjudicaban motivos electoralistas al endurecimiento de la política, con miras a las presidenciales del 2007.
El giro no tardó en darse a conocer: en julio se produjo un duro reclamo de la Cancillería, ahora conducida por Jorge Taiana, en el que se calificaba de "disposición ilícita y unilateral" la ampliación de las licencias pesqueras concedidas por el Reino Unido en la zona de Malvinas en tanto que los espacios marítimos "se encuentran sujetos a una controversia de soberanía", mientras que en noviembre el gobierno nacional peticionó oficialmente a la Unión Europea que reconociera "la existencia de la disputa de soberanía" sobre las islas, además de solicitar que "toda referencia a dichos territorios por parte de las instituciones europeas" reconozca la controversia mediante el uso de "la doble denominación [Malvinas/Falkland] para referirse a estos territorios".
En 2007 el endurecimiento se intensificó con nuevos gestos por parte de la Argentina. El primero fue la negativa de la Argentina a participar de los actos de conmemoración que el Reino Unido pensaba realizar al cumplirse 25 años de la guerra de 1982. "Los ingleses han planteado un proceso de conmemoración que en realidad es una celebración de la victoria. Nosotros, en ese marco, no podemos aceptar una actividad conjunta", afirmó entonces Taiana. La celebración estaba prevista para el 14 de junio, aniversario de la rendición de las fuerzas argentinas en las islas.
Petróleo y aniversarios.
En marzo de ese año el Gobierno nacional finalizó el acuerdo de 1995 con el Reino Unido para la explotación de hidrocarburos en el Atlántico Sur, invocando el lanzamiento "unilateral" por parte británica de licitaciones en el área de disputa. Tras criticar "la persistencia intransigente del Reino Unido" que imposibilitaba "el diálogo franco", y señalar que "la Argentina no es contraria a cooperar con el Reino Unido, pero siempre que esto contribuya a reanudar el diálogo sobre la soberanía", el canciller Taiana aseguró: "La decisión argentina pone fin, de este modo, a un instrumento en el cual el Reino Unido pretendió justificar su ilegítimo y reiterado accionar unilateral explorando áreas de la plataforma continental argentina con el propósito de explotar recursos que pertenecen a los argentinos".
Londres calificó entonces a la decisión argentina de suspender el acuerdo petrolífero como "lamentable" y sostuvo que "no ayudará en nada a la Argentina en su reclamo de la soberanía de las islas", al tiempo que reafirmó su creencia en que "los Falkland Islanders [malvinenses] tienen derecho a la autodeterminación", así como que no habría negociación sobre la soberanía "a menos, y hasta que, los isleños así nos lo pidan".
Días después, el elogio prodigado por el primer ministro Tony Blair a su predecesora Margaret Thatcher por su conducta durante la guerra motivó una dura respuesta del canciller Taiana: "Nosotros no hubiéramos actuado como [Leopoldo Fortunato] Galtieri. Esperábamos que hablara de paz, no de guerra". Inmediatamente, la Argentina prohibió a las empresas petroleras que operen o hayan operado en las islas que realizaran trabajos en el territorio nacional.
Los actos argentinos por el 25° aniversario de la guerra, que se celebraron en Ushuaia, contaron con un componente inusual: la ausencia del presidente Néstor Kirchner. Aunque desde la Casa Rosada aseguraron que la ausencia de Kirchner "estaba confirmada", hubo comentarios respecto de que la decisión del entonces presidente de no concurrir estaba motivada por la posibilidad de un encontronazo con una manifestación de docentes fueguinos en solidaridad con el conflicto que sus pares mantenían en la vecina Santa Cruz.
Luego vino una respuesta de Kirchner a Margaret Thatcher, que había calificado de "causa justa" la guerra. "Quiero decirle a la señora Thatcher que nos podrá haber ganado una batalla, porque pertenece a una potencia poderosa, pero que nunca nos va a ganar la razón y la justicia de que las Malvinas son argentinas y que por la paz volverán a ser argentinas", lanzó el entonces presidente.
En septiembre, la difusión de un plan británico para extender la zona económica exclusiva de las islas de 200 a 350 millas náuticas provocó una fuerte respuesta de la Argentina ante Naciones Unidas, mientras que el presidente Kirchner manifestó "su enérgico rechazo a la pretensión británica de establecer espacios marítimos en torno de dichos archipiélagos".
En tiempos de Cristina.
Ya después de la asunción de Cristina Kirchner como Presidenta, la cuestión de los hidrocarburos retornó al primer plano en abril de 2008, cuando la Cancillería presentó una queja ante el Gobierno británico por la concesión de licencias para la exploración y explotación de yacimientos de petróleo. "La enérgica protesta ante esta acción unilateral británica responde a la firme y constante política del Gobierno ante la sucesión de acciones unilaterales británicas que, entre otros motivos, llevaron a la Argentina a dar por terminada, el 27 de marzo de 2007, la Cooperación sobre Actividades Costa Afuera en el Atlántico Sudoccidental referida a exploración y explotación de hidrocarburos en el área sujeta a la disputa de soberanía", manifestó el comunicado de la cartera de Exteriores.
Un episodio curioso tuvo lugar en febrero de 2009, cuando se conoció la posibilidad de que el príncipe William, segundo en la línea sucesoria de la corona británica, fuera destinado a las islas como piloto de rescate de la Real Fuerza Aérea (RAF); entonces, la Cancillería aseguró que dicha circunstancia "sólo sirve para poner en evidencia, una vez más, la continuada presencia militar británica en espacios terrestres y marítimos que forman parte del territorio nacional de la República Argentina".
Con Gordon Brown.
El reemplazo de Tony Blair por Gordon Brown no cambió la relación entre Buenos Aires y Londres. El pedido de la ya presidenta Cristina Kirchner de reabrir las negociaciones fue rechazado por el flamante primer ministro del Reino Unido, ateniéndose a la postura oficial de no negociar sin previa aceptación por parte de la población inglesa.
El 31 de marzo de 2009, la Presidenta incurrió en una polémica al comparar el caso de Malvinas con el conflicto israelí-palestino, durante la II Cumbre de Presidentes de América del Sur y de los Países Árabes, celebrada en el emirato de Qatar. "Las Malvinas y la cuestión palestina son solamente dos de los ejemplos terribles de no cumplimiento de las propias normas de los organismos internacionales en materia de derecho y reconocimiento de nuestros países", fue la definición de Cristina Kirchner.
Ese mismo 02 de abril, la primera mandataria participó de la conmemoración oficial por la guerra de 1982. Lo hizo desde un lugar inusual: la embajada argentina en Londres, mediante un discurso transmitido en cadena nacional en la Argentina.
Antes del presente encontronazo con el Reino Unido, la última controversia en torno a las Malvinas tuvo lugar en diciembre de 2009, cuando la Argentina llevó su queja por la inclusión de las islas como territorio británico en la Constitución Europea a los gobiernos de España y Portugal, en momentos en que en este último país se celebraba la Cumbre Iberoamericana. En ese discurso, la mandataria manifestó su esperanza de que "la presencia de Portugal y de España en la Unión Europea servirá para convencer a Gran Bretaña de buscar el diálogo y la solución al conflicto de Malvinas".
Fuente: http://www.lanacion.com.ar
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