Malvinas es un acontecimiento que nos abraza y nos obliga a recordar nuestra decisión de recuperar las Islas como parte del territorio nacional.
Por Juan Martín Paleo (*)
Conmemoramos hoy un nuevo aniversario del 2 de abril, fecha que para todos los argentinos es pródiga en sentimientos y emociones. Es una jornada de recogimiento, de reflexión y de fortalecimiento de nuestras convicciones patrióticas, que nos remonta a un hecho trascendente que alimenta las páginas de gloria de la historia nacional.
Resulta difícil poder expresar e intentar siquiera una aproximación al sentimiento y vivencias de todos aquellos que ofrecieron su vida en la gesta o intentar una verdadera comprensión, más allá de nuestra empatía como argentinos, a lo que sintieron y aún sienten los que estuvieron allí y pudieron volver junto a sus familias.
Malvinas es un acontecimiento que une y abraza a todo el pueblo argentino y que, fundamentalmente, nos obliga a recordar la vigencia de nuestra inclaudicable decisión de recuperar a nuestras queridas Islas como parte del territorio nacional.
Rendimos justo y merecido homenaje a nuestros veteranos de guerra, a la memoria de nuestros muertos en combate, a los que regresaron para dar testimonio de esa entrega y a los que nos fueron dejando a lo largo de estos 39 años.
Cuando hablamos de la historia estamos tentados a pensar en algo lejano, casi ajeno a nuestros días. Sin embargo, tenemos la inmensa fortuna de ser contemporáneos de aquellos que supieron cumplir el mandato sanmartiniano, transformándose en la más auténtica expresión de la grandeza del amor a la patria.
Para nosotros, los argentinos, la gesta de Malvinas es un tema difícil de tratar, aun habiendo pasado tanto tiempo. El dolor por la tragedia y la frustración por la derrota nos impidieron abordarlo con la prudencia que requieren los grandes problemas nacionales.
Los primeros años tras la contienda fueron injustos y amargos. El júbilo inicial por la recuperación se transformó inmediatamente en frustración y recriminación por la derrota. La respuesta al dolor fue el silencio y la negación. Tiempos difíciles, de angustia y desazón para aquellos que habiendo entregado tanto fueron injustamente ignorados. Luego, paulatinamente y cada vez con mayor fuerza, fue emergiendo desde lo profundo de nuestro pueblo el reconocimiento a los caídos, a los veteranos, a sus familias, a una gesta que es uno de los hechos que más exalta nuestra identidad nacional. El proceso de reconocimiento de identidad de nuestros muertos, coronado con los distintos viajes de familiares a las Islas, constituyó un verdadero consuelo para tantos años de dolor e impotencia y mitiga, de alguna manera, el sufrimiento de aquellos primeros tiempos.
Quienes cayeron en el cumplimiento de la misión y los que volvieron para dar testimonio de ese sacrificio merecen que cada año les expresemos nuestro reconocimiento y gratitud. Ellos no hicieron cuestionamientos políticos ni estratégicos. Ellos no se preguntaron los porqué o los para qué. Simplemente fueron a cumplir con su deber de soldados.
Recordar a los héroes no es reconocer los errores de la guerra ni las decisiones de ese entonces. Es rescatar el valor del heroísmo, de la entrega por el prójimo y el valor vigente y permanente de una causa que nos duele como Patria y que encuentra la unidad de voluntades de todo un pueblo.
Todo lo ocurrido antes, durante o después del conflicto puede ser juzgado. Algunos ya lo han hecho. Lo que no podrá ser juzgado jamás es el valor, la entereza, la entrega de nuestros veteranos de guerra. Ellos son la expresión auténtica de dignidad y amor a nuestra tierra, un verdadero capital social cimentado por el ejemplo heroico de aquellos que estuvieron dispuestos a los máximos sacrificios.
En esta recordación de la guerra de Malvinas me parece oportuno remarcar la importancia que la Defensa Nacional tiene para nuestra sociedad. Poseemos un territorio extenso y diverso, con importantes ventajas en términos de paz vecinal, pero, a la vez, con numerosas vulnerabilidades; con una inmensa cantidad de recursos naturales que escasearán en el futuro próximo en un mundo más poblado, desigual, contaminado y conflictivo. Debemos defendernos eficazmente, por eso estamos obligados a pensar diferente, diseñando una estrategia militar que responda a nuestros intereses y posibilidades. Las Fuerzas Armadas hemos asimilado las lecciones y experiencias de la guerra y, sin perderlas de vista, trabajamos en un proceso sistemático que, orientado por el Ministerio de Defensa, coordinado por el Estado Mayor Conjunto y ejecutado por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, establecerá con realismo las previsiones de empleo y de evolución en forma armónica y racional del Instrumento Militar. El futuro depende de las acciones que tomemos hoy y somos responsables, desde nuestro rol, del país que entregaremos a las futuras generaciones.
Malvinas pasó, pero el sentir de aquellos días permanece intacto en los soldados de hoy: orgullo por el accionar de quienes combatieron, tristeza y memoria por los 649 camaradas que no volvieron y aquellos que nos fueron dejando con el paso de los años. Ojalá su ejemplo inspire en las jóvenes generaciones esa alta expresión de virtud ciudadana, ese espíritu de entrega y solidaridad, que es uno de los sustentos más valiosos que tienen las naciones.
La Constitución Nacional dispone que la recuperación del ejercicio pleno de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes constituye un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino. Para ello, no bastan los permanentes y necesarios reclamos de índole diplomática, ni tampoco los más que merecidos homenajes a nuestros veteranos y caídos en el conflicto. Es imperativo también cultivar en nuestros jóvenes el conocimiento profundo sobre nuestros derechos soberanos y un sentido de respeto y pertenencia hacia un pasado que, indefectiblemente, forma parte de nuestro presente.
En este día especial expresamos el reconocimiento de las Fuerzas Armadas a todos nuestros veteranos de la guerra de Malvinas por su lealtad, sacrificio y amor a la Patria, por ser fieles a nuestras tradiciones, por mantener siempre vivo el espíritu de la gesta.
Nuestra eterna gratitud a los familiares de los caídos en acción y a los de aquellos que, aun habiendo regresado, hoy ya no están entre nosotros. Ustedes ofrendaron el más preciado de sus tesoros a la Patria, no tengan dudas de que ellos ya forman parte de ese selecto grupo de hombres y mujeres que la Nación tiene reservado para sus héroes.
Pido a Dios nuestro Señor que tenga en su gloria a los caídos y proteja a nuestros veteranos y sus familias. Que la aspiración del reencuentro de las Islas Malvinas con la Patria, que alumbró aquellas jornadas gloriosas, nos ilumine para seguir por los caminos que la Nación nos señale para llegar a su concreción.
(*) General de División y Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas
Fuente:
https://www.infobae.com
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