A 39 años del conflicto armado que cambió la vida de cientos de personas y de familias, pero que no modificó un ápice la prolongada controversia de soberanía sobre las Islas, seguimos siendo víctimas del colonialismo en pleno siglo XXI.
Por Jorge Argüello (*)
Conmemoramos un nuevo aniversario del 2 de abril y aun nos encuentra con parte de nuestro territorio ocupado por una potencia extranjera. A 39 años del conflicto armado que cambió la vida de cientos de personas y de familias, pero que no modificó un ápice la prolongada controversia de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich de Sur y los espacios marítimos circundantes que enfrenta al Reino Unido y a la Argentina desde hace más de 188 años, seguimos siendo víctimas del colonialismo en pleno siglo XXI. Sin duda el conflicto armado es parte inseparable de la cuestión Malvinas, pero esta no es solo la guerra de 1982.
La inmensa gratitud y orgullo de todo el pueblo argentino por los héroes que han ofrendado lo máximo que un ser humano puede ofrecer en defensa de nuestra soberanía y por aquellos que han regresado al continente, no debe ser empañada por el accionar de un gobierno militar en decadencia. El 2 de abril es una fecha para recordarlos y homenajearlos.
En la actualidad nos enfrentamos a una crisis sin precedente en la historia moderna del mundo que ha dejado en claro la importancia fundamental de la cooperación y el multilateralismo. Herramientas a las que la Argentina ha apelado históricamente.
Sin embargo, aun en estos tiempos tan difíciles para la humanidad, donde la salud y la protección de los más vulnerables deben ser un objetivo primordial y donde la escasez de recursos requiere que los mismos sean destinados cuidadosamente a los sectores más golpeados por la pandemia que azota al mundo, el Reino Unido anuncia un aumento de 80 mil millones de libras esterlinas para mantener los últimos vestigios coloniales.
La desmedida e injustificada presencia militar británica en el Atlántico Sur preocupa no sólo a la Argentina sino también a los demás países de la región que ven en el accionar británico una clara violación a la resolución 41/11 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 27 de octubre de 1986, que exhorta a todos los Estados de todas las demás regiones, en especial a los Estados militarmente importantes, a que respeten escrupulosamente la región del Atlántico Sur como zona de paz y cooperación, en particular mediante la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región.
Sin embargo, la Argentina es una Nación que históricamente ha apelado a la paz y a los medios pacíficos de solución de controversias para dirimir sus disputas internacionales. En ese orden de ideas, el actual gobierno nacional se encuentra trabajando en la recomposición de los históricos apoyos procurando obtener nuevos que permitan fortalecer la posición nacional.
Estos apoyos, sumados a la certeza de que la Cuestión Malvinas se ha convertido, por fin, en una política de Estado consagrada por todo el pueblo argentino será el puntapié para romper la inercia y enfrentar el objetivo central e irrenunciable de la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
La aprobación por unanimidad, de la Ley 27.558 que crea en forma plural y multidisciplinaria el Consejo Nacional Asesor Presidencial sobre Malvinas y de la Ley 27.557 que demarca el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina, son algunos ejemplos de esto. Ahora bien, estas acciones no resolverán la disputa por si sola. Pero si dotaran de una fortaleza sin precedentes en la historia nacional a la posición argentina.
Este año, a su vez, se cumple el 50º aniversario del “Acuerdo de Comunicaciones”, donde la Argentina y el Reino Unido acordaron un conjunto de medidas prácticas que facilitaron el movimiento de personas y bienes entre el continente y las islas en ambas direcciones, promoviendo el establecimiento de vínculos culturales, sociales y económicos entre los isleños y el resto de los argentinos el cual implicó una mejora sustancial en la calidad de vida de los isleños. Este acuerdo es un claro ejemplo del espíritu de cooperación, buena fe y respeto de los intereses de los habitantes de las Islas que la Argentina siempre ha pregonado. Y es un claro ejemplo de que el desarrollo de las Islas se ve limitado pura y exclusivamente por la persistencia de la situación colonial imperante y la negativa británica de solucionar la controversia.
El proceso de descolonización ha sido, y continúa siendo, uno de los éxitos más relevantes de las Naciones Unidas y donde la Argentina ha desempeñado un rol central en la defensa de los pueblos subyugados. Sin embargo, habiendo entrado en el cuarto decenio internacional para la eliminación del colonialismo, este proceso se encuentra inconcluso por la intransigencia de las potencias coloniales. El Reino Unido debe cumplir con sus obligaciones internacionales, ser responsable y no dejar a sus generaciones futuras una disputa pendiente de resolución.
A 39 años de aquel 2 de abril, la justeza de nuestra posición y la memoria de quienes llevan en sus cuerpos y en sus mentes el testimonio de su sacrificio por nuestra soberanía y de quienes yacen, como centinelas de la Patria en nuestras Islas y en las heladas aguas del Atlántico Sur, nos interpelan. No existe otro camino que el de la diplomacia y la paz. La Argentina seguirá trabajando proactivamente -apelando a todas las herramientas que ofrece el derecho internacional- por la solución pacífica de la disputa y para la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur.
Ese es el mejor homenaje que podemos ofrecerles.
(*) Embajador de la Argentina en los Estados Unidos. Fue Secretario de Estado para la Cuestión Malvinas de la Provincia de Tierra de Fuego 2018 y 2019, y Presidente del “Observatorio Parlamentario Cuestión Malvinas” 2004 al 2007, del Congreso Nacional).
Fuente: https://www.perfil.com
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