3 de abril de 2022

“SEÑUELOS DE MISILES”, RESCATES Y APOYO A LAS TROPAS: EL TESTIMONIO DE UN TRIPULANTE DE LOS SEA LYNX EN MALVINAS

 

Las aeronaves de la Marina Argentina participaron de la Operación Rosario el 2 de abril de 1982. Su tarea durante la guerra y las misiones que cumplieron. En primera persona, las vivencias en la guerra de 74 días que cambió la historia argentina 

Por Miguel Fajre 

Egresado de la Escuela Naval Militar en 1977 y Aviador Naval especializado en helicópteros. Participó en la guerra de Malvinas con el grado de Teniente de Corbeta 

Helicóptero Sea Lynx portando un torpedo antisubmarino a bordo del Destructor ARA “HÉRCULES”

En 1978 la Armada Argentina, cumpliendo el plan de reequipamiento aprobado a mediados de esa década por el Congreso de la Nación, adquiere a la empresa británica Westland Helicopters dos (2) helicópteros WG 13 “Sea Lynx” sobre un total de diez encargados. 

Estas aeronaves eran las más modernas que estaba construyendo la fábrica, en distintas versiones, tanto para el Ejército como para la Royal Navy. Estaban pensadas para operar a bordo de unidades de superficie razón por la cual eran biturbina, tenían tres ruedas y sus palas eran plegables para facilitar su hangaraje a bordo. Eran helicópteros diseñados para ser parte indisoluble y complemento de los sistemas de armas de los Destructores Tipo 42 clase “Sheffield” adquiridos unos años antes e incorporados a nuestra Flota de Mar como el ARA “Hércules” (D1) y el ARA “Santísima Trinidad” (D2) 

Los helicópteros Sea Lynx recibieron las matrículas 3-H-141 y 3-H-142 y fueron asignados a la Primera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros. Diseñados y equipados con los últimos adelantos tecnológicos de la época le permitían operar sin inconvenientes en las cubiertas de los destructores en condiciones hidrometereológicas extremas. Su principal sistema de armamento antisubmarino permitía el lanzamiento de bombas y torpedos y complementaba su capacidad de ataque antisuperficie la posibilidad de lanzar el misil guiado radar Sea Skua. 

En el mes de junio de 1982 estaba prevista la incorporación de las ocho aeronaves restantes ya adquiridas. 

Los hechos 

El 28 de marzo embarcaron los dos helicópteros Sea Lynx que disponía la Armada Argentina en los Destructores más modernos con que contaba en ese entonces la Flota de Mar: el Hércules y el Santísima Trinidad. El objetivo, integrarnos a la Fuerza de Tareas Anfibia 40 que llevó a cabo la Operación Rosario que permitió recuperar nuestras islas Malvinas después de 149 años. 

Como Teniente de Corbeta fui designado junto al Capitán de Corbeta Rodolfo Perciacanto para integrar la tripulación del helicóptero Sea Lynx matrícula 3-H-142 que se embarcó en el Destructor Hércules. La incorporación se hizo, conforme era lo habitual, mientras el buque navegaba en la Ría de la Base Naval Puerto Belgrano. Estaba preocupado porque había dejado a mi esposa sola en Bahía Blanca, con un embarazo avanzado y a pocos días de la fecha de parto de mi primer hijo, pero concentrado en la Operación de la que nadie sabía nada. El hermetismo por parte de quienes la habían planificado había sido total. 

El autor, el entonces Teniente de Corbeta Miguel Fajre (der) y el Comandante de la aeronave, Capitán de Corbeta Rodolfo Perciacanto (izq)

Una vez a bordo, el buque puso rumbo general para introducirse en el mar argentino, como tantas veces lo habíamos hecho. Luego del almuerzo, escuchamos de la propia boca del Comandante del buque, Capitán de Fragata Enrique Molina Pico, esas palabras que nunca olvidaremos: “Nos encontramos rumbo a las Islas Malvinas y nuestra misión será integrar el Grupo de Escolta y Desembarco durante la recuperación de las islas”. 

Durante la navegación los dos helicópteros efectuaron diversos vuelos, básicamente distribuyendo los planes de operaciones a las unidades navales y trasladando autoridades para las reuniones de coordinación finales. También, se realizaron vuelos de apoyo a la ciudad de Viedma y de Trelew para buscar repuestos de un buque que tenía problemas en sus máquinas y debía solucionarse para mantener la formación de la Fuerza de Tareas Anfibia. 

Las condiciones meteorológicas durante la travesía fueron realmente adversas. En general, enfrentábamos olas de aproximadamente 9 metros de altura y la dirección de las olas les hacía muy difíciles de maniobrar a los buques para mantener estabilizada la cubierta de vuelo. A esto se sumaban vientos superiores a los 70 km por hora. 

El 2 de abril, seguimos con ansiedad la evolución de los acontecimientos en tierra. Desde muy temprano, nos encontrábamos en el helicóptero totalmente equipados, con los cascos colocados, grupo de puesta en marcha conectado, listos a despegar cuando se ordenara. 

Recuerdo que sintonizamos en uno de los equipos, radio Malvinas, para disponer de una primera indicación en nuestros instrumentos de navegación, hacia dónde dirigirnos en caso de ser destacados. Mientras tanto escuchábamos al locutor inglés, quien con voz melodramática alertaba a la población que estaban siendo invadidos por tropas argentinas. 

De pronto, ya producido el desembarco y también el enfrentamiento con las tropas británicas, recibimos la orden de despegar, porque había heridos para evacuar. Lo hicimos con las primeras luces de ese histórico 2 de abril. Completaba la tripulación el Suboficial Segundo Claudio Luis Pérez en carácter de mecánico de vuelo, el Teniente de Navío Médico Cirujano Jorge Dardo Rozas, el Teniente de Navío Bioquímico Roque Cvitanovich y como enfermero anestesista, el Suboficial Segundo Alberto Moyano. 

La situación en tierra era muy confusa. Nuestra tarea específica consistía en rescatar al personal herido en proximidades de la casa del gobernador británico en Puerto Argentino. 

Despegamos sin tener muy en claro dónde debíamos aterrizar. Utilizamos una carta aeronáutica de vuelo visual, pero con una escala muy grande, que se fue haciendo más precisa a medida que recibíamos información desde la Central de Informaciones de Combate de nuestro buque. 

Inicialmente nos indicaron que fuéramos a la casa del gobernador. Como realmente no teníamos en claro su ubicación, solicitamos mayores referencias. Obtuvimos como respuesta “al lado de la cancha de fútbol”, lo cual nos aclaró totalmente el panorama porque ya la habíamos identificado. Estábamos también enlazados, por otra frecuencia de radio, con nuestros Infantes de Marina en tierra quienes, al observar nuestra aproximación, nos alertaron sobre el sector dónde se estaban produciendo los enfrentamientos que, casualmente estaba próximo a nuestro destino de aterrizaje. 

Tantos ejercicios de adiestramiento con la Infantería de Marina y la Flota de Mar daban ahora sus mejores resultados. El mecánico de vuelo, Suboficial Pérez, supervisaba los instrumentos mientras ambos motores entregaban máxima potencia. En nuestra trayectoria de aproximación, desde tierra nos volvieron a alertar. En este caso, posibles francotiradores, en particular al pasar por proximidades del Faro San Felipe cercano a la cabecera del aeropuerto. Ante estos preavisos iniciamos un giro de 90° de rumbo. El Capitán Perciacanto, comandante de la aeronave, “lanzó en picada” al Sea Lynx hacia el mar y al cabo de unos minutos, penetramos el territorio insular volando rasante desde la bahía. Luego de alcanzar nuevamente tierra y sobrevolar el área, tuvimos que evadir algunos lugares donde aún continuaban los enfrentamientos con los británicos. 

Arribamos a una zona libre de fuego y previo al aterrizaje orbitamos para identificar que no hubiese enemigos en el sector. Acto seguido nos dirigimos al aterrizaje, tan pronto como pudimos, para evitar exponernos al posible fuego enemigo. Aterrizamos en la cancha de fútbol que, efectivamente, estaba muy próxima a la casa del gobernador. Allí observamos la marca “T” blanca, enclavada en el pasto, que es una señal normalizada con los Infantes de Marina para señalizar el punto de aterrizaje indicando la dirección del viento. Más tarde, tomamos conocimiento que esta señal había sido colocada por una fracción de nuestros Comandos Anfibios y que había sido hecha con un “calzoncillo largo”. La Operación Rosario está llena de anécdotas como ésta que muestran nuestro particular ingenio. 

Debo reconocer que nuestra primera impresión al tocar tierra no fue para nada buena, ya que nos encontrábamos solos, no veíamos a nadie y estábamos expuestos ante un posible fuego enemigo. La sensación de impotencia que sentí fue muy grande. Nuestros modernos Sea Lynx no tenía aún instalado armamento para nuestra auto defensa, como lo tenían nuestros Alouette III. La única posibilidad de defendernos eran las armas de puño que teníamos Perciacanto y yo, más el fusil Garand Beretta que empuñaba Pérez. Ante estas circunstancias tomé mi revólver calibre 38, de mi chaleco de supervivencia, y lo tuve a mano en caso de tener que utilizarlo. Quizás no sería muy efectivo ni determinante para una defensa, pero me hizo sentir seguro. 

Pasaron unos minutos que parecieron horas hasta que se aproximaron efectivos de nuestra Infantería de Marina. Nos informaron que el Capitán de Corbeta I. M. Pedro Edgardo Giachino había fallecido y nos ordenaron la evacuación de un herido grave al Rompehielos Almirante Irizar integrante del Grupo de Transporte (G.T.40.2). Había caído nuestro primer héroe de Malvinas. 

Cuando trajeron al herido, quien fue rápidamente subido al helicóptero en una camilla, lo reconocí de inmediato. Aunque estaba cubierto de sangre y su cara estaba enmascarada de negro, era el Teniente de Fragata Buzo Táctico Diego García Quiroga, oficial perteneciente a una promoción anterior a la mía. El Teniente García Quiroga estaba gravemente herido por tres impactos de bala. 

Fue asistido rápida y eficazmente por el personal de Sanidad que teníamos a bordo del helicóptero, quienes gracias al auxilio que le prestaron le salvaron la vida. Despegamos raudamente hacia el buque hospital, el Rompehielos Almirante Irizar. Alertado el sistema sanitario, cuando anavizamos en la cubierta de vuelo, el oficial herido fue llevado al quirófano donde completaron la atención médica que le permitió seguir disfrutando de la vida. 

Más tarde nos enteramos que uno de los proyectiles, que hubiera sido mortal, había impactado en el bolsillo de su chaleco y quedó alojado en una navaja Victorinox, que siempre llevaba encima. Otra anécdota de esta Operación Rosario. Hoy, esa navaja se exhibe en una vitrina en la Agrupación de Buzos Tácticos en la Base Naval Mar del Plata. 

Como anécdota complementaria, mientras lo bajaban en la camilla con el helicóptero en marcha, sentimos un golpe seco y repentina vibración en los controles de la aeronave; simultáneamente vimos unas plumas que se dispersaban. Inicialmente pensamos en la pobre gaviota que no había visto el plato del rotor principal, pero esta sensibilidad sólo duró unos segundos. Un ave de estas características puede romper seriamente las aspas del rotor y dejar inoperativo un helicóptero. Sería inaceptable para nuestro orgullo profesional que un pájaro neutralizara lo que los británicos no habían podido. Procedimos a verificar rápidamente que no hubiera daños en las palas del rotor principal. Gracias a Dios, el impacto no tuvo mayor consecuencia aparte del triste final para el ave. 

El mismo 28 de marzo había embarcado el otro Sea Lynx (3-H-141) en el Destructor Santísima Trinidad (D-2). Integraban su tripulación el Teniente de Navío Marcelo Miranda, el Capitán de Corbeta Guillermo Otamendi y el Teniente de Corbeta Pablo Loubet Jambert (compañero de promoción y amigo). 

El 2 de abril, a partir de las 11 horas desde el Santísima Trinidad habían comenzado los vuelos de traslados de autoridades y de personal de apoyo y de Estado Mayor desde las unidades del Grupo de Escolta y Desembarco y del Grupo de Transporte hacia Puerto Argentino. Entre ellos, el Comandante de la Fuerza de Tarea Anfibia (FT-40) Contraalmirante Walter Allara y el Comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, General Osvaldo Jorge García. 

Complementariamente a estos vuelos, ese mismo 2 de abril, se realizaron varios vuelos en apoyo a nuestras tropas en tierra. Sin lugar a duda, el más interesante fue la búsqueda y posterior traslado de un grupo de siete hombres del Destacamento de Royal Marines que se habían refugiado en Punta Armada en cercanías de bahía Anunciación y que al cabo de algunas horas se entregaron a las fuerzas argentinas. El traslado de estos Royal Marines se efectúa el 4 abril en horas de la tarde. 

El Destructor Hércules se repliega el 2 de abril por la noche para amarrar en la Base Naval Puerto Belgrano el 4 de abril, destacando al Sea Lynx a la Base Aeronaval Comandante Espora poco antes de entrar a la dársena. 

Finalmente, el Santísima Trinidad se destaca de Malvinas el 4 de abril entrando en Puerto Belgrano el día 7 del mismo mes. Nuevamente los dos helicópteros estaban en su base de asiento para tareas de mantenimiento y descanso de las tripulaciones y mecánicos. Un reencuentro con la familia, camaradas, amigos que nunca olvidaré y con mi hijo que me esperó, naciendo unos pocos días después. 

Luego de la activa participación de los Sea Lynx en la Operación Rosario y del regreso de la Flota de Mar a su fondeadero natural en Puerto Belgrano comenzó el alistamiento de los medios para enfrentar la posible llegada de la Royal Navy a estas latitudes. Desde mediados de abril hasta mediados de mayo los Sea Lynx cumplieron numerosas tareas operativas y algunas subsidiarias. Resulta oportuno agregar que estas tripulaciones estaban reforzadas con los siguientes pilotos: Capitán de Corbeta Espilondo y Teniente de Fragata Alomar. Entre las actividades más frecuentes, se desarrollaron numerosos vuelos diurnos y nocturnos, de búsqueda y exploración de unidades de superficie y submarinas, la identificación de contactos y la función de constituirse en “señuelos de misiles”. Sobre esta última tarea se han desarrollado infinitas bromas y narraciones ingeniosas dignas de grandes escritores. 

La actividad detallada precedentemente se venía desarrollando en forma ininterrumpida y siempre operando desde los destructores ya mencionados. El 15 de mayo me encontraba embarcado en el Santísima Trinidad con el 3-H-141 cuando a las 11 de la mañana se ordena un vuelo operativo al helicóptero 3-H-142 del Hércules. Un rato después, mientras realizaba el vuelo ordenado el Sea Lynx tiene una falla en una de sus turbinas que produce un accidente y lo lleva a impactar en el mar. Sus tres tripulantes, el Capitán de Corbeta Perciacanto, el Teniente de Corbeta Loubet y el Suboficial Segundo González fueron rescatados con vida. 

A partir de ese hecho sólo quedó operativo el helicóptero del Hércules que continuó con los vuelos ordenados hasta que el 22 de mayo en un vuelo operativo nocturno desde la Base Espora con destino al Destructor Hércules tuvo un inconveniente en una de sus turbinas, y nos obligó a regresar a la Base. 

Con el regreso del único Sea Lynx disponible a su base de asiento y la obvia imposibilidad de conseguir repuestos para su puesta en servicio se cierra este breve pero intenso capítulo de la actuación de los dos únicos “Linces del Mar”, que sería la traducción de Sea Lynx, en la recuperación de nuestras islas Malvinas.

 

Fuente: https://www.infobae.com

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