Mauricio Fernández Funes, General retirado del
Ejército y director ejecutivo de la Fundación Criteria, viajó al cementerio de
Darwin junto con familiares de los caídos en la guerra. En diálogo con DEF,
compartió su experiencia en esta iniciativa histórica. Por la redacción de DEF
Fernández Funes en las oficinas de Fundación
Criteria. Foto: Giovanni Sacchetto/DEF.
Después de haber combatido en Malvinas como Capitán
de la Compañía de Comandos 602, el 13 de marzo de este año, casi 37 años
después del fin del conflicto armado, Mauricio Fernández Funes volvió a las
Islas. Acompañó a los familiares de los caídos en una emotiva visita al
cementerio de Darwin, en su doble rol de veterano y de director ejecutivo de la
Fundación Criteria, desde donde hoy trabaja para llevar la causa Malvinas a los
más jóvenes y al público en general, así como para acompañar a los veteranos y
a los familiares de los héroes.
"Yo tuve la enorme fortuna de ir a Malvinas
con quienes había crecido, me había formado, me había entrenado", afirmó
Fernández Funes sobre su participación en la guerra, que culminó con su paso
por el campo de prisioneros de San Carlos y su vuelta al continente en el buque
hospital Bahía Paraíso. Su condición de veterano de guerra, aseguró, lo
acompaña y lo acompañará para siempre.
"Ahora sentí que volvía a casa. Fue muy
lindo", expresó en diálogo con DEF sobre este viaje histórico, del que
participaron un grupo de más de 60 familiares, para rendir homenaje a los
caídos en sus tumbas en el cementerio de Darwin, ahora identificadas por el
Plan Proyecto Humanitario del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación. "Compartí la experiencia en un chat que tengo con amigos
excombatientes y les dije: 'Los llevé conmigo y los traje de vuelta'",
sostuvo.
¿Qué significó para usted volver a Malvinas casi 37
años después de la guerra?
Antes que nada, quiero decir que la organización
del viaje por parte de todos los involucrados fue realmente muy buena. Era una
enorme oportunidad para mí, fue una invitación muy generosa de un amigo, que
surgió de la disposición de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e
Islas del Atlántico Sur para abrir la invitación. Llegué allá en la doble
condición de director de la Fundación Criteria y como veterano. Sentí que
volvía a casa. Fue muy lindo. Esto se explica porque mi generación creció así.
Desde chicos, para nosotros, las Malvinas fueron siempre argentinas. Sentí que
volvía a casa y quise volver con mis amigos. Compartí la experiencia en un chat
que tengo con amigos excombatientes y les dije: "Los llevé conmigo y los
traje de vuelta". Lo notable es que los amigos que quedaron allá están
iguales. Nosotros hemos envejecido y ellos están iguales.
¿Qué sintió al llegar al cementerio de Darwin?
Tenía una linda serenidad. Ahí empecé a entender
claramente esta figura de volver a casa, que explica, como dije, la perspectiva
de una generación completa. Nosotros nunca dudamos de que las Malvinas eran
argentinas. Tuvieron que pasar 30 y tantos años para que se hablara del valor
del soldado argentino. Es notable. Estamos hablando de jóvenes de 18, de 20
años, capaces de todo heroísmo, porque el miedo a la muerte, tan natural, es
nada al lado del horror de fallarle al amigo o a la Patria. Esto se explica
así.
Fernández Funes junto con el hijo y la nieta de
Mateo Sbert, héroe caído en el combate de Top Malo House. Foto: Gentileza
Mauricio Fernández Funes.
¿Qué opinión le merece el Plan Humanitario de
Malvinas que permitió este viaje?
Definitivamente, el trabajo que llevan adelante los
impulsores de la iniciativa es extraordinario. Julio Aro, veterano de Guerra,
Gaby Cociffi, Geoffrey Cardozo… Hoy todo esto está institucionalizado con el
apoyo del Estado, de la Cancillería, del Ministerio de Justicia, de la
Secretaría de Derechos Humanos, del Equipo de Antropología Forense y también,
claro, de la Comisión de Familiares.
El miedo a
la muerte, tan natural, es nada al lado del horror de fallarle al amigo o a la
Patria
Los protagonistas de este viaje fueron los
familiares de los Caídos…
Sí. La labor de la Comisión de Familiares de Caídos
en Malvinas e Islas del Atlántico Sur se remonta a 1983 y, sin embargo, había
quedado en una zona de penumbras. Cuando este proyecto empezó a tomar cuerpo
con la participación de la embajada británica y de la Cruz Roja Internacional,
desde la Comisión de Familiares pensaron: "No vamos a dar nuestra sangre
para cotejar el ADN y que en el proceso traigan a los cuerpos acá, porque son
el mojón de argentinidad que tenemos en las Islas". Cuando eso se
clarificó, el cambio fue dramático. Empezaron a apoyar fuertemente esto.
Mientras la noción de "veteranos" fue
creciendo, después de largos años de incomprensión, de indiferencia, y llegaron
las reparaciones, que deberían haberse tenido desde el primer momento,
demoradas, pero llegaron, los familiares de los caídos se mantuvieron en un
cono de penumbras durante muchísimos años. Hoy están ganando una
institucionalidad que se manifiesta cada vez más. Ellos tienen la necesidad de
diferenciarse de los veteranos. Hay una necesidad de hacerlos crecer también
desde las posibilidades legales de esta figura. Los familiares de los héroes
que murieron allá necesitan equiparar los derechos de los veteranos que
nosotros transferimos a nuestras propias familias.
¿Considera que se está avanzando en este sentido?
Es descomunal el trabajo que viene haciendo la
Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Su
forma de actuar tiene una explicación: ellos necesitaban salir a la superficie,
a la luz. Afortunadamente, el Estado y el empresariado, empiezan a darles
respuestas, empiezan a entender de qué se trata. Personalmente, a mí, este
viaje me permitió conocer otra expresión del dolor, el de las familias, padres,
madres, hijos, hermanos. María Fernanda Araujo, presidenta de la Comisión de
Familiares de Caídos en Malvinas, suele decir: "Las bombas que cayeron en
Malvinas explotaron también en nuestras casas". Es extraordinario el
trabajo que llevan adelante, y es algo que cuesta mucho, no somos fáciles los
argentinos ni los veteranos, y los familiares a veces sufren la incomprensión,
incluso de los mismos veteranos, que necesitan entender que Familiares es una
entidad distinta, diferenciada. Somos los primeros que debemos entenderlos,
para traer la memoria de los caídos, para que puedan estar bajo las leyes que
nos beneficiaron a nosotros, los veteranos.
En diálogo con DEF. Foto: Giovanni Sacchetto/DEF.
¿Qué significó Malvinas para usted desde el fin de
la guerra?
En todos estos años, yo hablé poquísimo de
Malvinas; a pesar de haberla vivido, hablaba muy poco y siempre en la
intimidad, nunca había sentido la necesidad. Yo empecé a hablar de Malvinas
después de casi 35 años, a partir de mis responsabilidades en la Fundación
Criteria.
¿Qué proyectos llevan adelante en la Fundación
Criteria en relación con Malvinas?
Donde hay una necesidad de expresar la dignidad de
la persona humana, ahí hay un programa para Criteria. Trabajamos por la
seguridad humana, y para nosotros, esta implica necesariamente la dignidad
humana. Primero, conocimos la vulnerabilidad de los veteranos, que hoy están
jubilados o son elegibles para serlo. Después, nos acercamos al drama humano de
los familiares, cuando Criteria se involucró con la producción de la película
Soldado argentino solo conocido por Dios, estrenada en 2016. Allí pudimos
dimensionar el dolor de los familiares, empezamos a vivir esa intimidad, y nos
asociamos a ese drama para contribuir desde nuestro lugar.
Sobre la base de los programas que llevan adelante
en Criteria, ¿Qué repercusión considera que tiene la cuestión de Malvinas en la
sociedad en general y en los jóvenes en particular?
Dentro de los programas de Criteria, llevamos la
causa de Malvinas a las escuelas. Con los veteranos y los familiares, llegamos
a los colegios; hay todo un sistema federal de educación que permite que estos
temas, así facilitados, lleguen a los jóvenes y se siga mirando la historia como
debe ser, como maestra, para educarnos y ayudarnos a no errar tanto y a ser
mejores hacia adelante. Yo creo profundamente en la juventud, como concepto y
como un estado del alma inigualable. Uno puede no entender a los chicos de
ahora, pero hay que creer en ellos. Estos chicos de hoy, posiblemente, no sepan
mucho de Malvinas porque tampoco saben de San Martín, y esto es culpa nuestra,
no de ellos. Los chicos son esponjas, hay que hablarles de Malvinas, de nuestra
historia, para que sepan de dónde venimos y para que puedan construir hacia
dónde vamos.
Recuerdos de 1982. De izquierda a Derecha: Capitán
José Vercesi, Capitán Mauricio Fernández Funes y Capitán Andrés Ferrero. Foto:
Gentileza Mauricio Fernández Funes.
¿Qué falta hacer aún en esta hoja de ruta
humanitaria ligada a Malvinas?
En este viaje, hubo una clara posición de la
Comisión de Familiares de Caídos para poner en una situación parecida a los
héroes muertos en el Crucero General Belgrano. Plantearon la posibilidad de
hacer un viaje humanitario en un buque hacia el lugar donde está el santo y
patriótico sepulcro de esos muertos. Creo que esto se va a concretar. En esto,
el gobierno ha llegado a un punto donde, en los próximos años, cualquiera sea
el que conduzca esta Nación va a tener que tomar esto porque ya está sembrado.
¿Cuál cree que está siendo el impacto de esta
iniciativa en la sociedad?
Por mucho tiempo, nos confundimos como sociedad,
creímos que eran chicos que habían estado ahí, en Malvinas, contra toda
posibilidad de ser lo que hoy estamos entendiendo que son. Ellos mismos, los
veteranos, ahora cuando son padres, abuelos, no quieren verse como chicos que
fueron arrastrados a la guerra, sino que quieren ser vistos como lo que son:
héroes, y así la sociedad los percibe. Hoy, la sociedad no se equivoca, está
advirtiendo en su conjunto que Malvinas es prenda de unión: uno de los
poquísimos instrumentos de pacificación que nos iguala a oficiales,
suboficiales y soldados, particulares y profesionales… Hay que recordar también
que hubo muchos civiles que quisieron ir a la guerra y no pudieron, muchas
mujeres que participaron. Nosotros fuimos a dar lo que el Estado, antes de la
Patria, nos había exigido bajo juramento. Todo esto necesitó madurar 37 años.
Fuente: https://www.infobae.com
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