Ante la inminencia que los ingleses se acercaban a
Darwin, ya habían destruido varios aviones propios, el personal militar
argentino “fabricó” sus defensas terrestres.
Un grupo de suboficiales liderados por el
Suboficial Mayor Juan Carlos Mansilla e integrado los C1º Luis Tolosa, Raúl González
y el Cabo Juan Mansilla dieron rienda suelta a su ingenio e instalaron lanzadoras
de cohetes y ametralladoras que equipaban los aviones Pucará sobre diferentes
soportes.
El primer “desarrollo” se concretó sobre un tractor
local que había sido confiscado e integraba la dotación de la Base. La idea inicial
fue colocar dos y hasta tres coheteras sobre el techo del vehículo, pero este
fue cediendo a causa del sobrepeso, a pesar que se llegó a colocar un caño en
el interior de la cabina para apuntalar la estructura del techo. Finalmente se
instaló una sola cohetera que se accionaba eléctricamente utilizando la propia
batería del tractor, este artilugio paso a llamarse “el tractor misilístico”.
Y el ingenio del equipo dio para más, también instalaron
una cohetera sobre una vieja y pesada carretilla, que los pobladores utilizaban
para transportar la turba necesaria para calefaccionar sus viviendas. Esta
“carretilla misilística”, por su mejor maniobrabilidad, podía acceder a sitios
difíciles de terreno donde el tractor no podía llegar.
Algo más criollo, y mucho
más sencillo, fue la instalación de una cohetera sobre la base de un pequeño cajón
de madera, debidamente amarrada con la cámara de una rueda de bicicleta y otra sobre el techo de una precaria edificación de madera.
Adicionalmente
se instaló una cohetera sobre un tobogán, que seguramente utilizaban algunos
niños del lugar. El famoso “tobogán lanzacohetes” estaba instalado en las
afueras de Darwin.
Siempre utilizando partes de los aviones destruidos,
se desmontaron algunas ametralladoras calibre 7,62 mm, se fabrican elementales soportes
y se instalaron en el campanario de una vieja iglesia. Con algunos tubos y
maderas se fabricaron soportes móviles, las cuales se disparaban utilizando la
energía de viejas pilas de 1,5 volts.
Todo aquel improvisado armamento terrestre fue
distribuido estratégicamente, a la espera del avance inglés. El día 28 de mayo,
cuando sobrevino el ataque final a la base de Darwin, todas estas improvisadas
armas fueron usadas. Con las coheteras móviles y la del tractor se dispararon
más de 200 cohetes, hasta que se agotaron. El efecto de las armas debe haber
sido muy efectivo ya que los británicos mandaron 3 aviones Harrier para
silenciar y/o combatir contra los supuestos “Pucaras aún operativos”, pero las
bombas arrojadas no acertaron en los blancos.
Finalizada la batalla con la rendición de la Base Cóndor,
el personal argentino fue insistentemente interrogado por el enemigo sobre dónde
estaban ocultos los aviones y helicópteros que habían disparado los cohetes;
grande fue la sorpresa cuando vieron los extraños engendros creados para la ocasión,
artilugios dignos de la famosa serie televisiva Brigada A.
Fuente: https://twitter.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario