Por
Jorge ARGÜELLO (*)
Finalmente,
el embajador británico en la Argentina, Mark Kent, ha reconocido la existencia
de la “disputa de soberanía” bilateral entre la Argentina y el Reino Unido por
las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos
circundantes.
Las
afirmaciones de Kent en la completa entrevista que publicó Clarín el pasado
domingo podrían ser, realmente, el comienzo de un diálogo más serio, sincero,
efectivo, equilibrado y de buena fe que el que mantienen los dos países desde
2016, tras el acuerdo internacional Foradori-Duncan.
De
hecho, la afirmación del embajador británico de que “aparte de la disputa de
soberanía” existe interés en colaborar en diversos campos, pesca,
hidrocarburos, etc., nos aleja de un pasado reciente en el que el Reino Unido
justificaba su rechazo a la convocatoria de la ONU a una negociación bilateral
con Argentina, por la soberanía de las islas, negando la existencia misma de la
disputa. Los dichos de Kent podrían retrotraernos a otros momentos de la relación
bilateral, más auspiciosos.
En
efecto, hace más de medio siglo, ambas partes reconocían esa disputa como tal,
como lo hacía entonces y lo hace hoy la comunidad internacional en su conjunto.
Al punto que los dos países se disponían a implementar el cumplimiento de las
resoluciones de las Naciones Unidas.
Así
ocurrió, por ejemplo, en 1966, cuando el secretario de Relaciones Exteriores
del Reino Unido, Michael Stewart, visitó la Argentina y suscribió con el
canciller argentino Miguel Ángel Zavala Ortiz un comunicado conjunto en donde
el Reino Unido aceptó la validez de la Resolución 2065 (1965) de las Naciones
Unidas y accedió a iniciar negociaciones con la Argentina.
También
en 1968, cuando los representantes de ambos gobiernos acordaron un memorándum de
entendimiento que rezaba: el “gobierno del Reino Unido, como parte de un
arreglo final, reconocerá la soberanía de la Argentina sobre las islas”.
Hubo
luego cooperación en asuntos prácticos durante la década del 70, sin que nunca
la cuestión de la soberanía fuese dejada de lado: becas escolares para la
población de las islas, el envío de docentes del continente hacia Malvinas, el
establecimiento de vuelos por parte de aerolínea estatal LADE y la construcción
de un aeropuerto por parte de la Fuerza Aérea Argentina.
En
esas épocas, la estatal argentina YPF instaló una planta para abastecer a las
islas de combustible líquido, mientras Gas del Estado suministraba gas natural
ofreciendo una alternativa a la turba como combustible hogareño. A las tiendas
y supermercados llegaban productos argentinos, principalmente productos
frescos, y se dio asistencia médica gratuita a los isleños, quienes eran
atendidos en el Hospital Británico de Buenos Aires. Por eso es de suma
trascendencia lo que el embajador Kent menciona respecto a la importancia en
las negociaciones de los “intereses”.
La
Argentina, como indican las resoluciones de la ONU y de su Comité de Descolonización
año tras año, y según lo establece la Cláusula transitoria primera de nuestra
Constitución Nacional, siempre ha velado por el respeto a los intereses y el
modo de vida de los habitantes de las islas Malvinas en su búsqueda por
negociar una solución a la disputa de soberanía.
Pero
ahora nos asalta la duda de si estamos en presencia del resultado de un
accionar tenaz, orientado en esa dirección, por parte de la actual Cancillería
argentina o, meramente, ante un acto de sinceridad espontánea y de realismo por
parte del embajador inglés. Cualquiera de las dos sirve.
La
persistente contumacia británica debe dar paso a un diálogo que incluya todos
los aspectos de la relación bilateral y servir, si realmente se quiere, para
quitar el único obstáculo para el desarrollo de las Islas Malvinas: la solución
de aquella originaria disputa de soberanía, siempre pacíficamente, de
conformidad a lo indicado por las Naciones Unidas y el derecho internacional.
Sí,
Mr. Kent, tal como usted lo ha afirma, con todas las letras, hay una disputa de
soberanía bilateral pendiente. Ahora, le toca al Reino Unido sentarse a
resolver con la Argentina el asunto definitivamente, para ajustarse al derecho
internacional.
(*)
Secretario de Estado para la Cuestión Malvinas - Provincia de Tierra del Fuego,
Antártida e Islas del Atlántico Sur. Ex Embajador argentino ante la ONU.
Fuente:
https://www.clarin.com
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