28 de octubre de 2019

“DIPLOMACIAS Y SOBERANÍA”. ARGENTINA Y GRAN BRETAÑA (1982-1989)


Por Pablo BAISOTTI

La guerra de Malvinas transformó las relaciones diplomáticas entre la Argentina y Gran Bretaña. De cualquier modo, los avances que se produjeron antes y después del conflicto fueron pequeños frente al objetivo principal de la Argentina: conversar sobre la soberanía de las Islas. Ello, a su vez, promovió una diplomacia “informal”. La “flexibilidad” y la buena voluntad de conversar promovieron fructíferos encuentros informales en donde ambas posturas tenían como objetivo fundamental conciliar posiciones.

Introducción

Hacia 1982 todo parecía indicar que los militares argentinos abandonarían el gobierno sin pena ni gloria, rodeados por la hostilidad generalizada. Por ello fue que se proyectó la recuperación de las islas Malvinas, ocupada por los ingleses desde el siglo XIX. El mundial de fútbol (1978) había revelado un patrioterismo en vastos sectores populares y la posibilidad de recuperar las Islas elevaba la legitimidad militar a niveles nunca antes vistos[1]

El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas desembarcaron en Puerto Argentino (Port Stanley), capital de las islas Malvinas. Tras poco más de nueve semanas se produjo la derrota argentina, en una guerra que no encajaba en ningún patrón de conflicto propio de la región ni respondía a la lógica de la Guerra Fría o a un enfrentamiento Norte-Sur[2]. Tras la guerra y durante toda la década de 1980, la mayor parte de la literatura académica argentina dio prioridad a argumentos de política interna como la transición democrática, los derechos humanos o la cuestión económico-social. Malvinas quedó en segundo lugar, no obstante, muchos intelectuales y periodistas comenzaran a acercarse al argumento en el intento de interpretarlo. 

Uno de los primeros trabajos publicados fue Malvinas: La Trama Secreta[3]. A pesar de su valor documental, fue un libro periodístico con una amplia crónica que propuso un primer análisis de la historia política y diplomática Argentina antes y después del conflicto. En 1986 apareció un libro de rigor académico que estudió en modo general e histórico el conflicto: La Cuestión de las islas Malvinas[4]. A pasar de estos trabajos, las publicaciones sobre la guerra de Malvinas en los años de Raúl Alfonsín (1983-1989) fue más bien discreta. Durante el siguiente gobierno, el de Carlos Menem (1989-1999), aparecieron algunos estudios importantes, aunque el tema de la guerra de Malvinas – su historia y su herencia – seguían siendo de interés periférico. 

Algunos de los estudios realizados fueron de carácter comparativo entre las administraciones de Alfonsín y de Menem, tratando de destacar los logros y los fracasos de cada uno. Uno de ellos: La tierra que perdió sus héroes: Las Malvinas y la transición democrática en Argentina[5]. Esta obra posee una visión pesimista de la posición argentina tras la guerra, y de su inutilidad: "Las islas permanecieron mucho más allá de Argentina después del conflicto". Otros estudios fueron más bien de carácter histórico general, enmarcado en la historia nacional, como es el caso de Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina[6]

A partir de 2003 y hasta el 2015, durante el período de los Kirchner, la situación política con respecto al conflicto de las Islas Malvinas cambió y ello se notó también en la producción académica. Las administraciones de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) reavivaron la controversia sobre la soberanía de las Islas. En esos años aparecieron libros como: Sal en las heridas: las Malvinas en la cultura argentina contemporánea[7], que conecta la relación de la guerra de las Malvinas con el nacionalismo argentino como una cuestión cultural y social innata en el pensamiento político argentino; Malvinas: la política exterior argentina[8], estudio comparativo entre las administraciones de posguerra destacando las diferencias entre las políticas internas e internacionales de estos gobiernos. 

Estudiosos comenzaron a preguntarse si la Argentina era realmente la dueña de la soberanía de las Islas, teniendo en cuenta factores tales como la diversidad cultural y la inmigración del país y agregado a ello, los derechos de los kelpers. Lo antedicho se refleja en La Cuestión Malvinas[9]. Quizás el libro más importante de los últimos años sobre el argumento es Todo lo que necesitas saber sobre Malvinas[10], que tiene por objetivo romper el mito de que las Malvinas fueron, son y siempre serán argentinas. No obstante, la gran cantidad de literatura sobre la guerra de las Malvinas, muchas investigaciones se centraron en la guerra misma o en la política interna argentina post–conflicto.

Aquellos libros que estudiaron las relaciones diplomáticas de la Argentina con Gran Bretaña o el reclamo diplomático de la Argentina sobre las Islas, lo hicieron estudiando más bien los canales "formales", esto es, las relaciones bilaterales y los foros multilaterales.

El interés de este artículo es estudiar la efectividad y los tipos de diplomacia[11]que el gobierno de Alfonsín utilizó para efectuar el reclamo sobre las Islas Malvinas e intentar interpretar las relaciones diplomáticas argentino-británicas. En pocas palabras: se investigará el desempeño argentino en el ámbito diplomático multilateral (las Naciones Unidas); bilateral (o a través de países “enlace”); e informal. Del argumento a investigar se desprenden las preguntas: ¿Cuál fue el sistema diplomático (incluyendo el informal) que más progresos obtuvo durante el gobierno de Alfonsín en relación a la cuestión Malvinas?

Para llevar a cabo la investigación utilicé fundamentalmente publicaciones periódicas estadounidenses aparecidas durante los años de Alfonsín. La decisión de incluir fuentes periodísticas de los Estados Unidos (The New York Times, The Washington Post, Los Angeles Times, The Christian Science Monitor) se debió a que éste país fue un activo actor en las relaciones bilaterales entre la Argentina y Gran Bretaña. Se intentó buscar “neutralidad” en las publicaciones, pero a la vez un “compromiso” en muchos casos provenientes de la afinidad que los Estados Unidos tuvieron con Gran Bretaña durante el conflicto –y luego–. Se estudiaron otras fuentes primarias tales como reportes, discursos, intervenciones parlamentarias y otras acciones que fueron delimitando el objetivo. Como fuentes secundarias se destaca en particular la obra, ya mencionada, de Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina. 1806-1989, por la variedad de fuentes que utiliza y el interesante enfoque con el que se analiza la cuestión de Malvinas.

La lucha diplomática en las Naciones Unidas pre-guerra de Malvinas 1960-1976

De acuerdo con la Resolución[12]1514, “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales” – aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1960 – el colonialismo impedía el desarrollo económico, social, cultural y económico de los pueblos dependientes. La liberación – continúa – era un proceso de liberación irresistible e irreversible. Al año siguiente, se reclamó una solución pacífica a través de la Resolución 1654. Asimismo, se creó un Comité Especial – que en última instancia dependía de la Asamblea General – encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración de Concesión de la Independencia a los países y pueblos coloniales. Este Comité ganó más fuerza cuando en diciembre de 1963 se disolvió la “Comisión para la Información sobre territorios no autónomos” pasando las funciones a su esfera. En este Comité se debatió, en septiembre de 1964, la cuestión Malvinas. Poco después el delegado argentino José María Ruda expuso la defensa de la soberanía argentina sobre las Islas en las Naciones Unidas[13]. El informe definitivo fue finalmente transformado en diciembre de 1965 en la Resolución 2065. Allí se instaba a proseguir las negociaciones. En 1967 se presentó un informe del Comité Especial ante la Asamblea General sobre la situación de los territorios no autónomos, según lo había establecido la Resolución 1654 de 1961. Allí se encontraba la información suministrada por la potencia administradora y las novedades sobre el proceso de descolonización ocurrida ese año. En septiembre, el canciller argentino Nicanor Costa Méndez se dirigió una vez más a la Asamblea General sosteniendo que la soberanía de las Islas Malvinas era una prioridad permanente e indiscutida del gobierno argentino[14].

Una nueva Resolución, la 2621, fue aprobada en la Asamblea General en octubre de 1970. En la misma se hacía mención explícita a las Islas Malvinas, se urgía a aplicar las anteriores Resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad relativas a los territorios bajo dominación colonial. Otra Resolución, la 3160, fue aprobada en la misma sede en diciembre de 1973, reiterando la necesidad de aplicar las indicaciones previstas en la Resolución 2065. Tres años más tarde, en diciembre de 1976, se aprobó la Resolución 3149 en la que se reconocían los esfuerzos del gobierno argentino para facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las Islas[15].

Aumenta la tensión

Para mediados de la década de 1960, la situación colonial de las Islas Malvinas era un anacronismo y una carga para la metrópoli. El retiro de los territorios por parte de Gran Bretaña, la creciente presión de las Naciones Unidas, y una revisión de la política de defensa operaban en este sentido[16].

En enero de 1966, el Secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Michael Stewart, visitó la Argentina. Luego de reunirse en más de una oportunidad con el canciller argentino Miguel Ángel Zavala Ortiz, suscribieron un comunicado conjunto. Por esta declaración, Gran Bretaña aceptó la validez de la Resolución 2065 y accedió a iniciar negociaciones con la Argentina. A partir de ese momento la relación entre ambos países se desarrolló en dos planos de negociación: el multilateral en las Naciones Unidas, y el bilateral.

Sin demasiados avances, a mediados de la década de 1970 Gran Bretaña decidió emprender exploraciones en las aguas adyacentes a las Islas Malvinas para constatar la presencia de petróleo[17].

A través de su Cancillería el gobierno argentino respondió, en marzo de 1975, con un comunicado de prensa afirmando que no reconocía el derecho a la exploración en ningún sentido. A fines de ese año se llevó a cabo en París una reunión para el diálogo Norte-Sur en la que el canciller argentino, Manuel Aráuz Castex, se encontró con el Secretario del Foreign Office, James Callaghan. Los intentos de acercar posturas fracasaron debido a las diferencias en el tema de la soberanía. Más aún, en enero de 1976 arribó a las Islas Malvinas una misión económica británica encabezada por Lord Edward Shackleton[18]. A partir de ello el gobierno argentino congeló las relaciones sin llegar a la ruptura diplomática, y el canciller Aráuz Castex fue reemplazado por el embajador Raúl Quijano. El 16 de enero, un buque de transporte de la Armada Argentina desembarcó en Puerto Stanley[19] con equipos y personal. El Foreign Office calmó la tensión de los isleños informando que era un desembarco legítimo con el objetivo de extender la pista de aterrizaje, según lo acordado en 1972.

Al mes siguiente, el 4 de febrero, el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni detuvo al buque de investigación oceanográfica, RRS Shackleton, aduciendo que navegaba dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas. Hubo disparos sobre este último, que logró llegar a las Islas Malvinas.

En Argentina la tensión internacional quedó supeditada a un segundo plano – desde hacía varios meses – por el inicio de la más terrible de las dictaduras de su historia. El 24 de marzo de 1976 una junta militar que representaba al ejército, armada y fuerza aérea ocupó el gobierno[20]. El canciller del nuevo gobierno militar, Contraalmirante César Guzzetti, reinició el diálogo sobre la cuestión de las Islas entre julio de 1976 y febrero de 1977. Se mantuvieron tres encuentros, aunque las conclusiones de estas conversaciones se mantuvieron confidenciales. Entre 1976 y 1977 el rompehielos argentino ARA General San Martín y el transporte ARA Bahía Aguirre transportaron material y personal para instalar una base en las Islas Sándwich del Sur – Estación Científica Corbeta Uruguay. Esta vez fue el Foreign Office que, a inicios de 1977, solicitó explicaciones al encargado de negocios argentinos en Londres. Días después respondió oficialmente afirmando que el objetivo era la instalación de una estación científica en jurisdicción argentina[21]. A ello, Gran Bretaña protestó denunciando que se estaba violando la soberanía británica en las Islas Sándwich del Sur. Pero la protesta no fue acompañada de un ultimátum, esperando ser informado de la conclusión del programa científico.

Con este nivel de tensión y desconfianza se llegó a 1982. Para entonces, la Fuerza Armada argentina había proyectado la instalación de una nueva base científica en Puerto Leith (Islas Georgias del Sur – operación llamada Alfa) apenas la delegación británica BAS (British Antarctic Survey) abandonara Grytviken. Finalmente, el proyecto fue suspendido. Seguidamente se presentó un problema que desembocó directamente en el conflicto armado: el empresario argentino Constantino Davidoff había adquirido unas instalaciones balleneras en Puerto Leith. En marzo desembarcó con personal con el objetivo de desinstalar las estructuras y, a pesar de que contaban con permiso, fueron detenidos bajo diversas acusaciones[22]. El embajador británico en Buenos Aires, quien había aceptado la llegada de los obreros el día 11 de marzo, ordenó al gobierno argentino que retirase a Davidoff y sus dependientes. La respuesta del gobierno militar argentino fue que no era un buque de guerra y que se iría apenas concluida su descarga. Gran Bretaña ordenó la detención de Davidoff y sus dependientes con el uso del HMS Endurance, y como respuesta argentina se ordenó al comandante de la Agrupación Naval Antártica destacar el ARA Bahía Paraíso para apoyar a los operarios civiles, y al comandante de Operaciones Navales enviar dos corbetas (ARA Drummond y Granville) para interceptar al HMS Endurance en el caso que hubieran evacuado a los civiles. Con estos sucesos se dio pie al inicio del conflicto, el 2 de abril de 1982, que culminó con la derrota militar argentina el 14 de junio de ese año.

Los militares habían fracasado en su intento por recuperar protagonismo interno a través de una guerra para la cual no estaban preparados[23]. A menos de un año del trágico evento éstos se volcaron a la diplomacia en el intento de negociar el futuro de las Islas Malvinas. Asimismo, el objetivo militar incluyó la consolidación de relaciones en organismos multilaterales y con los Estados Unidos[24]. El nuevo triunfo de Margaret Thatcher en las elecciones para primer ministro del Gran Bretaña cerró casi cualquier esperanza argentina de recuperar soberanía sobre las islas[25].

La diplomacia argentina durante el gobierno de Alfonsín

En medio de un tenso contexto internacional se realizaron elecciones democráticas en Argentina. La Unión Cívica Radical (UCR) con la fórmula Alfonsín-Martínez venció con más del 50%[26]. En el discurso inaugural, el 10 de diciembre de 1983, el novel presidente abordó los temas que serían eje de su gestión y añadió la cuestión de Malvinas. Señaló que la recuperación y la definitiva afirmación de éstas, más las Georgias del Sur y las Sándwich del Sur, eran indeclinables objetivos diplomáticos. Destacó el punto clave para cualquier discusión sobre las mismas: la soberanía. Agregó: Mientras tanto, denunciaremos una vez más como una grave amenaza a la seguridad de la República Argentina y de toda la región, la instalación de la fortaleza militar y nuclear establecida por el Reino Unido en las islas Malvinas, así como la zona de exclusión declarada por ese país [...][27].

En el plano internacional Alfonsín abordó la cuestión Malvinas a través de una activa diplomacia a nivel multilateral (sobre todo en las Naciones Unidas) como también bilateral. Según el canciller de Alfonsín, Dante Caputo, había que revertir la imagen irracional que el mundo tenía sobre Argentina a causa de la guerra y lograr a su vez presencia internacional y distensión nacional[28]. Pero la diplomacia no se circunscribió exclusivamente a los canales “oficiales” ya que se buscaron vías alternativas (second-track diplomacy). A continuación, se analizarán los tres ámbitos de diplomacia que la Argentina y Gran Bretaña llevaron a cabo.

El primero de los ámbitos diplomáticos que se analizarán es el multilateral basado sobre todo en la acción argentina en las Naciones Unidas. En esta sede y sobre la base de la Resolución 37/9 y anteriormente las resoluciones 1514, 2065, 3160, 3149 fueron impulsadas otras, tales como: la 38/12, la 39/6, la 40/21, la 41/40, la 42/19 y la 43/25. La Resolución 38/12 del 16 de noviembre de 1983 (la última de la dictadura argentina) lamentaba la falta de progreso de la Resolución 37/9 y solicitaba a ambos países encontrar una solución pacífica teniendo en cuenta los intereses de los isleños. En ese momento, la Argentina sumaba un masivo apoyo de los representantes de América Latina en las Naciones Unidas, quienes consideraron la cuestión como colonial[29]. Con Alfonsín como presidente argentino se logró además contar con el sostén de otros países pertenecientes al Tercer Mundo[30].

El 20 de agosto de 1984, el Comité de Descolonización de la Naciones Unidas aprobó una Resolución presentada por Chile, Cuba y Venezuela que mencionaba la situación de Malvinas como un anacronismo colonial[31]. El 24 de septiembre de ese año, el presidente Alfonsín asistió a la Asamblea de las Naciones Unidas para reforzar la posición argentina en ese organismo. De sus declaraciones se infería que una solución al estilo “Hong Kong” sería aceptable. La fórmula se basaba en “un país, dos sistemas políticos”. El parlamentario laborista George Foulkes y el secretario de la Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, promovieron esta solución[32]. Sin embargo, la respuesta del secretario británico Geoffrey Howe fue que la de Hong Kong era una situación diferente a la de los otros territorios británicos[33]. El presidente Alfonsín también propuso, siempre en el marco de las Naciones Unidas, el arrendamiento de las Islas. El objetivo era dividir las islas en dos partes: al Este, donde se encontraba la mayor cantidad de isleños, quedaría en manos inglesas mientras que, al Oeste, quedaría en poder de la Argentina. Finalmente, la propuesta también rechazada por el gobierno británico[34].

A finales de octubre el canciller Dante Caputo habló por primera vez sobre la cuestión de las Islas Malvinas ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se lamentó de que Gran Bretaña persistiese en una actitud negativa para conversar sobre la soberanía[35]. Después de este discurso, la Asamblea General emitió la Resolución 39/6, reclamando nuevamente la solución de las controversias. Estados Unidos apoyó la Resolución mientras que Gran Bretaña se opuso argumentando, a través de su delegado John Thomson, que la misma no refería a la guerra de 1982 o sobre los intereses de los isleños, afirmando que la Resolución había sido sostenida e impulsada por los gobiernos latinoamericanos[36]. En 1985, el canciller argentino tuvo dos intervenciones más en el seno de las Naciones Unidas. La primera fue en septiembre, cuando volvió a denunciar la constante negativa de Gran Bretaña a negociar el tema de la soberanía y denunció la desmesurada presencia militar británica en el Atlántico Sur[37]. En la segunda intervención, en noviembre, destacó la falta de entendimiento y de negociaciones y fomentó las conversaciones a través de países amigos de ambas partes. El texto propuesto no incluyó referencias ni términos relativos a la soberanía lo que constituyó una concesión para abrir las negociaciones. Por primera vez fue mencionada la cuestión de los recursos ictícolas y se reafirmó el peligro por la militarización de la zona[38]. Al día siguiente, 27 de noviembre de 1985, se publicó la Resolución 40/21 que reconocía la existencia de un interés en ambas partes por normalizar sus relaciones[39]. En abril de 1986 el Secretario General de las Naciones Unidas visitó Buenos Aires, donde mencionó algunas ideas surgidas durante un encuentro previo con la premier Thatcher[40]. La cuarta intervención del canciller Caputo en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se dio en septiembre de 1986. Abrió el discurso adhiriendo a la iniciativa del Brasil para declarar al Atlántico Sur como zona de paz y de cooperación de los pueblos de América del Sur y de África. Asimismo, condenó la desmesurada presencia militar británica en el Atlántico Sur[41].

El 27 de octubre de 1986 se aprobó la Resolución 41/11 que abogaba por el establecimiento de una Zona de Paz en el Atlántico Sur (SAZOP). La misma fue impulsada por países latinoamericanos y africanos. La iniciativa fue apoyada por la Argentina, el Brasil y Gran Bretaña. La Resolución 42/16 de las Naciones Unidas reiteró su apoyo a la SAZOP. Otras resoluciones tales como las 41/40 del 25 de noviembre de 1986, la 42/19 del 17 de noviembre de 1987 y la 43/25 del 17 de noviembre de 1988 repitieron lo solicitado en la Resolución 40/21[42].

En otro discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 24 de noviembre, el canciller Caputo destacó la negativa de Gran Bretaña para solucionar la cuestión Malvinas. Denunció la introducción de una pesquería en el Atlántico Sur con el objetivo de ser considerado un país ribereño en el mismo y así negociar acuerdos multilaterales con otros países[43].

La acción argentina ante la Naciones Unidas prosiguió el 11 de agosto de 1988, cuando el Comité de Descolonización aprobó un proyecto de Cuba, Chile y Venezuela pidiendo negociaciones para resolver la controversia de soberanía de las Islas. Al mes siguiente, Dante Caputo fue elegido presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas provocando reacciones en los dos países. El asunto de las Islas Malvinas perdía vigor en dicha Asamblea, aunque seguía siendo un ámbito propicio para realizar los reclamos sobre negociación de soberanía, ya que colocaba a Gran Bretaña, cada año, en la incómoda posición de tener que defender su postura y perder a la hora de las votaciones[44].

Unos meses antes – en febrero de 1988 – el Ministerio de Defensa británico informó que a partir de mediados de marzo de ese año se realizarían maniobras militares en la zona de las Malvinas (llamadas Fire Focus). Alfonsín ordenó la movilización militar y alertó a la diplomacia para elevar las protestas ante los organismos internacionales. Casi todos los países latinoamericanos condenaron el accionar de Gran Bretaña. El canciller Caputo tuvo contactos con el Secretario General de la Naciones Unidas (y con líderes europeos) con el objetivo de solicitar a Londres la interrupción de las maniobras[45]. Días antes del inicio de las acciones, y por primera vez desde la guerra de 1982, el gobierno argentino pidió convocar al Consejo de Seguridad para tratar el tema. Finalmente, la opinión mayoritaria del Consejo repudió – con la obvia excepción del representante de Gran Bretaña – las maniobras militares británicas. El representante británico, Crispin Tickell, justificó los ejercicios militares británicos en el Atlántico Sur, señalando que eran defensivos[46].

Las relaciones bilaterales y la fortaleza Malvinas

En agosto de 1968, ambos países acordaron un "Memorándum de Entendimiento" ad referéndum, el cual estipulaba la transferencia de soberanía de las Islas a la Argentina. Quizás este documento haya sido el compromiso más explícito que Gran Bretaña realizó sobre un eventual traspaso de soberanía a la Argentina[47]. Ese mismo año, representantes de los isleños se opusieron férreamente a cualquier cesión de soberanía, conformando poco después el “Comité de Gran Bretaña y las Islas Falkland” (UKFIC o “Falklands Lobby”). Los resultados no se hicieron esperar: el Memorándum fue rechazado por los isleños, por el Parlamento y por la prensa británica. Gran Bretaña se retrotrajo a la posición de autodeterminación de los isleños.

Se debió esperar hasta junio de 1971, aunque ya no se mencionó el tema de la soberanía: se aprobaron medidas que incluyeron el movimiento de personas y bienes entre el territorio continental argentino y las islas, en ambas direcciones. Al año siguiente fueron firmados dos acuerdos más: uno sobre la construcción y operación de un aeródromo provisorio en las Islas Malvinas por parte del gobierno argentino; y otro -complementario al anterior-acordándose la apertura de una agencia de Líneas Aéreas del Estado (LADE) en Puerto Stanley y la iniciación de un servicio aéreo regular entre las Islas y el territorio continental[48]. A medida que se acercaba la guerra, el poder del Falklands Lobby crecía. Según el “informe Franks” (enero de 1983) a fines de 1981 el gobierno británico comprendió que la posición de los isleños era simple: no negociar soberanía. El informe, además, proponía negociar en un futuro cercano con Argentina como única solución para evitar la crisis financiera[49].

Terminada la guerra, ambos gobiernos acordaron -en septiembre de 1982- levantar las sanciones financieras. Gran Bretaña se empeñó en fortalecer las Islas desde lo económico y militar, disparando los costos de su mantenimiento[50].

En mayo de 1983 el gobierno británico propuso a la Argentina restablecer el acuerdo bilateral de servicios aéreos; la autorización a parientes cercanos para visitar las tumbas de los soldados o el traslado de los restos mortales al continente[51]. El mensaje de felicitación enviado por Thatcher a Alfonsín por su ascenso a la primera magistratura concluyó el impasse de 19 meses durante el cual no existieron comunicaciones directas entre Londres y Buenos Aires[52]. Por su parte, Alfonsín, afirmó que no ampliaría la situación de beligerancia con Gran Bretaña, aunque sin declarar el cese de hostilidades[53]. Es más, el presidente argentino buscó incesantemente soluciones al conflicto: el 1 de febrero de 1984 en Caracas, Venezuela, dijo que la Argentina estaba preparada para empezar conversaciones directas con Gran Bretaña y señaló la posibilidad de discutir la instalación de personal de la Naciones Unidas y así declarar el cese de hostilidades. Howe rechazó la proposición insistiendo que en el ámbito de la Naciones Unidas era ampliamente aceptado que la administración y protección de las Islas era responsabilidad de Gran Bretaña.

La relación bilateral continuó por un período a través de terceros países que representaron los intereses de ambas partes (Suiza por Gran Bretaña y Brasil por la Argentina). El objetivo era alcanzar una fórmula aceptable que culminase con la normalización de las relaciones[54]. Durante los días 18 y 19 de julio de 1984 se llevaron a cabo conversaciones en Berna, Suiza. Las conversaciones se interrumpieron por la insistencia de Argentina en discutir la soberanía y por la rotunda negativa de Gran Bretaña a tocar ese tema[55]. A toda la tensión existente se sumaron otras cuestiones: a) la cuestión petrolífera: en octubre de 1984 la empresa estadounidense First Land Oil and Gas llevó a cabo una exploración de petróleo en las Islas y de extracción –de petróleo y gas– en enero de 1985[56]; b) la inauguración del aeropuerto de Mount Pleasant, en mayo, por el príncipe Andrés. 

Intentando calmar los ánimos, en junio, Gran Bretaña levantó el embargo comercial sobre Argentina, la que a su vez le propuso el cese de hostilidades por la reanudación de las conversaciones acerca de la soberanía[57]. El gobierno británico no accedió a esta propuesta. Entre abril y septiembre de 1986, las autoridades argentinas flexibilizaron informalmente su política hacia las importaciones de bienes británicos, sin cambiarla oficialmente. En noviembre, el gobierno estadounidense de Ronald Reagan ofició de mediador entre ambas partes[58]. El tema de la pesca fue una cuestión muy delicada en esos momentos, puesto que las actitudes hostiles entre ambos países no tardaron en manifestarse: Argentina cerró acuerdos pesqueros con la URSS y Bulgaria, y hundió un pesquero taiwanés dentro de las 150 millas que rodean las Islas[59]. Ello provocó que Gran Bretaña estableciera unilateralmente, en octubre, una Zona Interina de Conservación y Administración de las islas Malvinas (FICZ). Su comienzo fue fechado el 1 de febrero de 1987. Y por si ello fuera poco, comenzó a funcionar la empresa pesquera Falkland Islands Fisheries Ordenance[60]. Ello creó dos zonas de regulación de pesca que no estaban coordinadas. Muchos jefes de gobierno latinoamericanos y de Europa Occidental apoyaron la posición argentina. El presidente de Francia, François Mitterrand, se ofreció como intermediario, al igual que el Secretario de las Naciones Unidas[61]. El 17 de noviembre de 1986 el gobierno argentino presentó, a través de la embajada del Brasil, una declaración por la que ofrecía una negociación global incluyendo la cuestión de la soberanía y con la asistencia del Secretario General de las Naciones Unidas. Gran Bretaña rechazó la propuesta a través de Tim Eggar, ministro en la oficina de asuntos exteriores[62]

Diplomacia informal – second-track diplomacy

El conservador inglés Cyril Towsend, miembro del comité para asuntos exteriores del Parlamento británico, viajó en 1983 a las Islas. Tiempo después presentó un informe ante la Cámara de los Comunes. En el mismo señaló que los costos de mantenimiento se estaban haciendo exagerados y era necesario un acercamiento con la Argentina. Muchas ideas de ese reporte fueron utilizadas para dar origen, a fines de 1983, al South Atlantic Council. El objetivo fundamental de este Consejo fue establecer relaciones cordiales con la Argentina y salvaguardar la seguridad de los isleños. Towsend fue su primer director y el comité fue compuesto por políticos – en su mayoría conservadores –, hombres de negocios, académicos, ex diplomáticos y hasta hombres de la Iglesia. El coordinador e investigador principal fue el profesor Alaine Low. Desde 1982 grupos anglo-argentinos se involucraron en sesiones en diferentes lugares tales como Bonn, Buenos Aires, Londres, Maryland.

Fue en el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Maryland donde se realizaron los tres encuentros anglo-argentinos más importantes, bajo el auspicio de profesores de la universidad de Maryland (septiembre de 1983, abril de 1984 y febrero de 1985). Fue en esta sede donde se discutió otra propuesta de solución a la soberanía de las Islas: serían transformadas en una región autónoma dentro de la esfera de soberanía argentina -propuesta que fue rechazada por los isleños. El director del proyecto de Resolución de conflictos de dicha universidad, John Burton, empleó el término second-track diplomacy para describir el proceso designado a acercar las partes en un marco analítico e involucrar personas no parte, pero con acceso al gobierno. Por el lado británico tomaron parte el South Atlantic Council y el Royal Institute of International Affairs, y parlamentarios tales como George Foulkes, Bruce George, Robert Harvey y Cyril Townsend. Por el lado argentino participaron el CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales); AARI (Asociación Argentina para las Relaciones Internacionales) y el Centro de Estudios Sud-Atlánticos, además de senadores como por ejemplo Adolfo Gass y Julio Amoedo[63].

A fines de junio una delegación de parlamentarios británicos visitó Buenos Aires bajo el auspicio del South Atlantic Council e invitados por el Senado argentino. Durante las sesiones, Townsend propuso tres temas: reanudar las relaciones diplomáticas y comerciales; promover nuevos acuerdos de comunicación entre las Islas y la Argentina (como mencionado en el reporte Shackleton); y finalmente establecer negociaciones entre Gran Bretaña, las Islas y la Argentina para lograr una solución permanente a los problemas en la región. Además, la comisión parlamentaria británica discutió con sus pares argentinos un posible escenario para tratar el tema de la soberanía: El trusteeship de la Naciones Unidas (artículos 75-81 de la carta de la Naciones Unidas). Este sistema establecido por la Naciones Unidas internacionalizaba el sistema colonial con el objetivo de terminar con él. Aceptada con algo de entusiasmo tanto por algunos congresales peronistas como por el socialdemócrata inglés David Owen (Micronesia americana era el único antecedente). El problema con este modo de administración era que la supervisión de Malvinas habría pasado al Consejo de Seguridad y no a la Asamblea General, por lo que Gran Bretaña hubiera podido ejercer el derecho al veto. Por ello, Owen propuso que ambos países acordasen una fórmula ad hoc de trusteeship bajo los auspicios de la Naciones Unidas o de la OEA. De este modo, Argentina ganaría algo de soberanía, aunque no completamente. A esta propuesta – y las demás mencionadas a lo largo del artículo – se pueden agregar otras que surgieron durante los años del presidente Alfonsín. Estas son: Un miembro del partido conservador, el parlamentario Philip Goodhard, propuso la forma de soberanía compartida ad referéndum. Ello – dijo – combinaba el arriendo de la parte occidental de las Islas y hubiera creado una base para futuras negociaciones sobre pesca y minerales, aunque no sobre la soberanía. Esta propuesta fue recibida favorablemente en Argentina.

Otra de las propuestas impulsada por el presidente del Perú, Fernando Belaude Terry, en mayo de 1982, fue la soberanía diferida. Ésta preveía un cese del fuego y el retiro mutuo de fuerzas, la introducción en las islas de un Grupo de contacto integrado por Brasil, Perú, la República Federal de Alemania y los Estados Unidos, con carácter temporal, en espera de un acuerdo sobre una solución definitiva. El Grupo de Contacto asumiría la responsabilidad de verificar la retirada y garantizar que no se tomasen medidas[64].

Otra solución se inclinó por un gobierno tripartito involucrando a Gran Bretaña, la Argentina y los isleños, lo que hubiera dado a la Argentina un voto en el gobierno de las islas. Se pensó también en una fórmula con dos potestades, el llamado “modelo Andorra”[65]. Malvinas tenía consejo legislativo y ejecutivo. Los dos príncipes hubieran sido la monarquía inglesa y el presidente argentino. Ellos habrían devuelto todo el poder político al gobierno elegido autónomamente en las islas. Los isleños podrían tener su bandera, elegir nacionalidad nueva de las islas del Atlántico Sur (No Malvinas, no Falkland) o quedarse con la que tenían; podrían tener control sobre sus ciudadanos y sobre los que ingresaran y otras medidas que les donara soberanía.

Hacia finales de 1988, el gobierno radical mencionó por primera vez la fórmula llamada “paraguas”. Bajo la misma, las partes pudieron avanzar en la discusión de otros temas en tanto que se planteaban y continuaban vigentes sus respectivos reclamos de soberanía (aunque su aplicación concreta se produjo durante el siguiente gobierno argentino de Menem, 1989-1999)[66].


Conclusiones

Antes de la guerra de 1982, las negociaciones y relaciones diplomáticas entre la Argentina y Gran Bretaña fueron abruptas, con muchos altibajos y tuvo gran peso el ámbito diplomático bilateral: se pasaba de un casi entendimiento (Memorandum de Entendimiento, 1968) a una situación de beligerancia (cuestiones Shacketon; Davidoff) que finalmente desembocaron en la guerra.

La cuestión Malvinas para el gobierno democrático argentino post-1982 fue un argumento secundario – frente a las crisis económicas, militares y sociales que se vivieron dentro del país durante el gobierno de Alfonsín –, pero indeclinable. Con Alfonsín las relaciones diplomáticas fueron más estables dentro de los canales diplomáticos multilateral y bilateral (“formales”), puesto que la retórica belicista no tuvo picos de tensión, salvo contadas ocasiones (Fire Focus, 1988). Pero, por otra parte, no hubo un resultado sustantivo, ya que el tema de la soberanía fue excluyente para ambos países y se transformó en el eje de la diplomacia del gobierno de Alfonsín. Curiosamente, la cuestión de la soberanía pareció ser un argumento más importante para el gobierno democrático de Alfonsín que para los gobiernos militares argentinos.

Si bien la diplomacia argentina fue muy activa en los foros internacionales, en particular en las Naciones Unidas, los avances, ya se mencionó, no fueron los esperados. La cuestión de la soberanía no hizo más que alejar las posiciones de ambas naciones limitando el ámbito multilateral – las denuncias argentinas no hicieron otra cosa que radicalizar la postura británica – y el bilateral, más allá de la remoción de barreras comerciales, visitas de argentinos a las Islas y viceversa y los contactos entre el presidente y los líderes de la oposición británica (que fueron un modo para demostrar que sí había interés del gobierno argentino en negociar).

El problema para Gran Bretaña, a medida que pasaban los meses, fue el mantenimiento de la “Fortaleza Malvinas”, pues consumía ingentes recursos generando críticas en la oposición y en la misma ciudadanía – así como lo vaticinó el informe Franks. Frente a la creciente parálisis de la cuestión Malvinas en los ámbitos diplomáticos multilateral y bilateral (“formales”), ambos países comenzaron a buscar modos alternativos de contacto. De esta manera, luego del conflicto, se abrió un tercer frente diplomático conocido como second-track diplomacy o diplomacia “informal” en donde una variedad de actores comenzó a tender vías de comunicación removiendo las barreras que la desconfianza y la cuestión de la soberanía habían creado. Si bien tampoco lograron cambios radicales en las posturas de sus respectivos gobiernos, la percepción “demonizada” del otro fue progresivamente dejada de lado por parte de ambos gobiernos y por un importe porcentaje de la sociedad civil, en ambas naciones. Quizás se debió a la flexibilidad con la cual podían discutirse sensibles argumentos – soberanía – y aventurar posibles nuevos escenarios.

Es resumen, las cuestiones que dividían radicalmente a ambos gobiernos, y que eran infructuosamente debatidas en el ámbito diplomático multilateral y bilaterial, comenzaron a ser estudiadas y abordadas en modo más racional, desapasionado y sin condicionantes presiones – como sucedía en el ámbito formal – por el ámbito diplomático “informal”. Lejos de retóricas nacionalistas y clamores reivindicativos, esta «tercera vía diplomática» fue la que más confianza generó entre actores argentinos e ingleses. Se tuvo en mente la cuestión de la soberanía y ello, ciertamente, no fue excluyente, sino todo lo contrario. A partir de la discusión de este tema se fue labrando una ingeniería de entendimientos mutuos que sentó la base para un diálogo más maduro.

EL AUTOR

Pablo BAISOTTI es Licenciado en Historia por la Universidad del Salvador, Master en Derecho de la Integración Económica por la Universidad de la Sorbona/Universidad del Salvador; Master en Relaciones Internacionales Europa América Latina en la Universidad de Bologna y doctor en Política, Instituciones, Historia en la Universidad de Bologna.
Trabaja temas sobre América Latina, China y España, en particular las relaciones internacionales, las relaciones entre política y religión, y sobre el concepto de religión política. Ha publicado en diversas revistas internacionales sobre los mencionados temas. En estos momentos es investigador en la Universidad Sun Yat-Sen de China.
URL: < http://www.studistorici.com/progett/autori/#Baisotti >




[1] DEL CAMPO, Hugo, Argentina. 1955-2005. Como el ave Fénix, in URL: <http://ens9004.mza.infd.edu.ar/sitio/upload/Del_Campo_Hugo_Argentina_1955-2005_1.pdf> [consultado el 15 de enero de 2017].
[2] GARCÍA LUPO, Rogelio, Diplomacia secreta y rendición incondicional, Buenos Aires, Legasa, 1983; GAMBA,
Virginia, El peón de la reina, Buenos Aires, Sudamericana, 1984; LORENZ, Guillermo, Las Guerras por Malvinas,
Buenos Aires, Edhasa, 2006.
[3] CARDOZO, Oscar Raúl, KIRSCHBAUM, Ricardo, KOOY, Eduardo, Malvinas, la trama secreta, Buenos Aires,
Planeta, 1983.
[4] DEL CARRIL, Bonifacio, La cuestión de las Malvinas, Buenos Aires, Hispamérica, 1986.
[5] BURNS MARAÑÓN, Jimmy, La tierra que perdió sus héroes: Las Malvinas y la transición democrática en Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1992. 
[6] CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina. 1806-1989, URL: <http://www.argentina-rree.com/12/indice12.htm > [consultado el 1 de enero de 2017].
[7] PALERMO, Vicente, Sal en las heridas: las Malvinas en la cultura argentina contemporánea, Buenos Aires, Sudamericana, 2007.
[8] GUTIÉRREZ BRONDOLO, Ignacio, Malvinas: la política exterior argentina, Buenos Aires, Teseo, 2014.
[9] IGLESIAS, Fernando, La cuestión Malvinas, Buenos Aires, Aguilar, 2012.
[10] LORENZ, Federico, Todo lo que necesitas saber sobre Malvinas, Buenos Aires, Paidós, 2014.
[11] La diplomacia argentina – como la británica – no fue unívoca en relación al tema Malvinas, ya que existió
una diplomacia “formal” a través de canales gubernamentales y otra “informal” a través de contactos entre
políticos, académicos, personajes de la cultura y hasta líderes religiosos que intentaron un acercamiento más
“genuino”. 
[12] Todas las Resoluciones se pueden consultar directamente en el portal de las Naciones Unidas. Véase URL: <http://research.un.org/es/docs/ga/quick/regular/15 > [consultado el 22 de enero de 2017].
[13] Ver alegado Ruda en URL: <https://www.mrecic.gov.ar/userfiles/documentos–malvinas/1964_–_alegato_ruda.pdf > [consultado el 20 de enero de 2017]; QUELLET, Ricardo, Historia Política de las Islas Malvinas, Buenos Aires, Fuerza Aérea Argentina - Escuela Superior de Guerra, 1982, p. 54; LANÚS, Juan, De Chapultepec al Beagle. Política Exterior Argentina 1945-1980, Buenos Aires, Emecé, 1984, p. 461.
[14] CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op.cit.
[15] Ibidem.
[16] ELLERBY, Clive, The Role of the Falkland Lobby, 1968-1990, in DANCHEV, Alex (ed.), International Perspectives on the Falkland Conflict. A Matter of Life and Death, New York, St. Martin’s Press, 1992, p. 86.
[17] SILENZI de STAGNI, Adolfo, Las Malvinas y el petróleo, 2 vol., Buenos Aires, Teoría, 1983.
[18] En 1976 y 1982 lord Edward Shackleton presentó dos informes sobre las Islas Malvinas que tuvo mucha influencia en el posterior rejuvenecimiento económico de las Islas. Véase: TAYLOR, Claire, MILLER, Vaughne,
The Falkland Islands: Twenty-Five Years On, URL: <http://researchbriefings.parliament.uk/ResearchBriefing/Summary/RP07-29#fullreport> [consultado el 10
de enero de 2017].
[19] Nombre de la capital de las Islas, para la Argentina es “Puerto Argentino”.
[20] Desde 1976 hasta 1983 se sucedieron cuatro gobiernos militares. El más importante de ellos fue la junta conformada por el Teniente General Rafael Videla, el Almirante Emilio Massera y el Brigadier Orlando Agosti, que duraría desde marzo de 1976 hasta marzo de 1981. Las restantes: marzo/diciembre 1981: Teniente General Roberto Viola, Almirante Armando Lambruschini y Brigadier Omar Graffigna: diciembre 1981/junio 1982: Teniente General Leopoldo Galtieri, Almirante Jorge Anaya y Brigadier Basilio Lami Dozo; junio 1982/ diciembre 1983: Teniente General Cristino Nicolaides, Brigadier Augusto Hughes y Almirante Rubén Franco. 1983: Teniente General Cristino Nicolaides, Brigadier Augusto Hughes y Almirante Rubén Franco.
[21] KINNEY, Douglas, National Interest/National Honor. The Diplomacy of the Falkland Crisis, New York, Praeger, 1989, pp. 54, 55; CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op.cit.
[22] La llamada tarjeta blanca fue el elemento usado por los isleños que viajaban al continente y por los argentinos que viajaban a las Islas Malvinas, según establecido por el Acuerdo de Comunicaciones de 1971.
[23] La Junta Militar designó una comisión para investigar el desempeño de sus cuadros durante la guerra. Como
resultado, el Informe Rattenbach (por el nombre del más conocido de sus integrantes) demostró en forma palmaria la desproporción entre las fuerzas enfrentadas, la falta de planificación e inoperancia de los mandos
argentinos y las terribles condiciones a las que las tropas fueron sometidas. En: LORENZ, Federico, Testigos de la derrota. Malvinas: los soldados y la guerra durante la transición democrática argentina, 1982-1987, in PÉROTIN-DUMON, Anne, Historizar el pasado vivo en América Latina, URL: <http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/lorenz.pdf > [consultado el 10 de enero de 2017].
[24] GAMAREKIAN, Barbara, «Argentine Envoy Says Democracy Is the Goal», in The New York Times, 1 de julio de 1983; «No Arms for Argentina», in The Washington Post, 12 de marzo de 1983; GOSHKO, John, «President Ending Ban on Military Aid and Sales to Argentina», in The Washington Post, 9 de diciembre de 1983; DIEHL, Jackson, «Reagan-Alfonsin Chat Marks Upswing in U.S.–Argentine Ties Since Falklands», in The Washington Post, 10 de abril de 1984. 
[25] «British Outcome dismays Argentines», in The Washington Post, 12 de junio de 1983; SMITH, Mark, «Falklands War Still Debated in Britain», in Los Angeles Times, 2 de enero de 1983.
[26] Las tres propuestas preelectorales de Alfonsín fueron muy concretas: juzgamiento de los responsables del
terrorismo de Estado; tonificación de la producción industrial y disminución de la inflación a dos dígitos en su
primer año de gobierno (es decir, quebrar la barrera del 100 % anual que ya venía del anterior gobierno). La
cuestión Malvinas fue relegada a segundo plano.
[27] Véase el discurso inaugural del presidente Alfonsín, URL:
<http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/raul_alfonsin/raul_alfonsin_mensaje_presidencial_10_de_diciembre_1983.php> [consultado el 23 de diciembre de 2016].
[28] DEL CARRIL, Bonifacio, op.cit.; IGLESIAS, Fernando, op.cit.; LORENZ, Federico, op. cit; BOLOGNA, Alfredo, El conflicto de las islas Malvinas, Rosario, Ediciones Facultad, 1992; DOLZER, Rudolf, The Territorial Status of the Falkland Islands (Malvinas), New York, Past & Present, 1993; TABOSSI, Ricardo, ¿Quousque tandem, Inglaterra...? Un sentido de la historia a partir de Malvinas, Buenos Aires, López Negro, 1997; BERASATEGUI, Vicente, Malvinas. Diplomacia y Conflicto Armado, Buenos Aires, Proa, 2011.
[29] «U.N. Calls for Falkland Talks», in The New York Times, noviembre 17 de 1983.
[30] Un ex embajador de los Estados Unidos en la Naciones Unidas afirmó que: “Argentina está siguiendo una política únicamente encaminada a recuperar las islas a través de la presión por los votos en la Naciones Unidas y con los No alineados”. Seguidamente agregó que “no obtendría nada negociando con Mozambique. Las buenas relaciones con Londres y Washington harían mucho más que los abrazos con Fidel Castro”. Cfr., FREED, Kenneth, “Argentina ‘Celebrates’ War in ‘Nightmarish’ World of Darkness», in Los Angeles Times, 3 de abril de 1983.
[31] Argentina, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Discursos del señor ministro de Relaciones Exteriores y Culto Dr. Dante Mario Caputo: diciembre 1983-diciembre 1986, Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1987, pp. 13-17.
[32] WIZNITZER, Louis, “Britain, Argentina stand firm on Falklands issue”, in The Christian Science Monitor, 31 de octubre de 1984.
[33] MASTROPIERRO, Oscar, La situación de Malvinas durante el gobierno de Alfonsin, URL:<http://www.elmalvinense.com/smalvi/utj072007/00365.html> [consultado el 10 de enero de 2017]; CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op.cit.
[34] BOLOGNA, Alfredo, op. cit, pp. 68-71.
[35] Discurso del canciller Dante Caputo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la cuestión de las islas Malvinas, 31 de octubre de 1984. En URL http://www.cuestionmalvinas.gob.ar/foros–internacionales/ [consultado el 3 de enero de 2017].
[36] “U.N. Calls for Renewal of Talks Over Falklands», in The New York Times, 2 de noviembre de 1984.
[37] Discurso del Sr. Canciller Dante Caputo 40° Asamblea General de las Naciones Unidas Intervención del canciller Dante Caputo 23 de septiembre de 1985. En URL: <http://www.cuestionmalvinas.gob.ar/foros–
internacionales/ > [consultado el 3 de noviembre de 2016].  
[38] Discurso del Sr. Canciller Dante Caputo 40° Asamblea General de las Naciones Unidas Cuestión de las islas
Malvinas, 26 de noviembre de 1985, URL: < http://www.cuestionmalvinas.gob.ar/foros–internacionales/ >
[consultado el 3 de enero de 2016].
[39] «U.N. Backs Falkland Talks», in Los Angeles Times, 28 de noviembre de 1985.
[40] «Lelyveld Joseph, Falkland Impasse Continues for U.N», in The New York Times, 16 de mayo de 1986.
[41] Discurso del Sr. Canciller Dante Caputo 41° Asamblea General de las Naciones Unidas XIV Período Extraordinario de Sesiones de la Asamblea General, 22 de septiembre de 1986, URL: < http://www.cuestionmalvinas.gob.ar/foros–internacionales/ > [consultado el 3 de diciembre de 2016].
[42] LELYVELD, Joseph, «Falkland Impasse Continues for U.N», in The New York Times, 16 de mayo de 1986; CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op. cit.
[43] Discurso del Sr. Canciller Dante Caputo 41° Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas; Argentina, 24 noviembre 1986, URL: < https://www.mrecic.gov.ar/es/dante–caputo > [consultado el
23 de enero de 2017]. Véase también: «At U.N., Reproaches the British», in The New York Times, 25 de noviembre de 1986.
[44] MASTROPIERRO, Oscar, op.cit.; TORRE, Juan Carlos, de RIZ, Liliana, Argentina, 1946-c. 1990, in BETHELL, Leslie (ed.), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, pp. 141-142.  
[45] SMITH, James, «Argentines Angry as Britain Prepares Falkland Maneuvers», in Los Angeles Times, 4 de marzo de 1988; “Argentina seeks UN action on British maneuvers near Falklands”, in The Christian Science Monitor, 7 de marzo de 1988.
[46] Los mismos ciudadanos ingleses consideraron que las maniobras militares en el Altántico Sur eran un derroche de dinero y una falta de confianza diplomática recíproca entre los países involucrados. Ver: NOGUERA, Felipe, WILLETTS, Peter, Public attitudes and the Future of the Islands, in DANCHEV Alex (ed.), International Perspectives on the Falkland Conflict. A Matter of Life and Death, New York, St. Martin's Press, 1992, p. 239; ESCUDÉ, Carlos, GONZÁLEZ de OLEAGA, Marisa, La Política Exterior de Alfonsín: Lecciones de una Sobredosis de Confrontaciones, Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, 1996, p. 17. Véase también: «Argentina Turns to U.N.», in Los Angeles Times, 12 de marzo de 1988; «London Expected to Proceed with Maneuvers in Falklands», in The New York Times, marzo 7, 1988; «Clouds Over the Falklands», in Los Angeles Times, 15 de marzo de 1988; «Talks, Not Maneuvers, on the Falklands», in The New York Times, 8 de abril de 1988; CALVERT, Peter, «Argentina: the primacy of geopolitics», in World Today, 1 de febrero de 1989.
[47] LANÚS, Juan, De Chapultepec al Beagle. Política Exterior Argentina 1945-1980, Buenos Aires, Emecé, 1984, p. 474-475; KINNEY, Douglas, National Interest/National Honor. The Diplomacy of the Falkland Crisis, New York, Praeger, 1989, p. 50; OLIVIERI LÓPEZ, Angel, Malvinas. La clave del enigma, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992, p. 83.
[48] CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op.cit.
[49] «Tuohy William, Inquiry Clears Thatcher on Falkland War», in Los Angeles Times, 19 de enero de 1983; HENDERSON, Nicholas, «The Falklands Dilemma», in The Washington Post, 23 de enero de 1983; «Inquiry Upholds Thatcher in Debate Over Falklands», in Los Angeles Times, 18 de enero de 1983; WINDER, David, «Britain tries an honored civil servant for Falklands disclosures», in The Christian Science Monitor, 21 de septiembre de 1984.
[50] En agosto de 1982 el Foreign and Colonial Office (FCO) creó un departamento separado llamado Falkland Island Department, con la misión de ocuparse de las cuestiones de las islas y la Argentina. En 1984 se creó en Escocia la Corporación para el Desarrollo de las Islas Malvinas (Falkland Islands Development Corporation), mientras que en las Islas se abrió un Consejo para el Desarrollo de las Islas. La Falkland Island Company comenzó a ejercer un cuasi monopolio sobre áreas vitales de la economía de las islas: poseía el 46% de la tierra, controlaba el movimiento de barcos y era la encargada de vender la lana y manejaba la Sheep Owners' Association. Véase: PEARCE, Fred, «Falklands facts», in New Statesman, 28 de enero de 1983; APPLE, Raymond Walter, «Labor makes issue of Falkland War», in The New York Times, 3 de junio de 1983; «British Are Constructing Satellite Earth Station in Falkland Islands», in The Washington Post, 15 de octubre de 1983; LEONARD John, «Postwar Building Boom: Falklands Enjoy Wave of Prosperity», in Los Angeles Times, 11 de diciembre de 1983; «Thatcher Vows Longtime Falklands Defense», in Los Angeles Times, 12 de enero de 1983; BURNS, Jimmy, «Falkland islanders begin to put their lives back together», in The Christian Science Monitor, 12 de octubre de 1984.
[51] CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos, op. cit.
[52] «Britain Seeks to Revive Ties with Argentina», in The New York Times, 12 de diciembre de 1983; «Argentine opening», in The New Republic, 19 de marzo de 1984.
[53] CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos, op. cit.; «Reburials in Falklands Approved by Argentina», en Los Angeles Times, 18 de enero de 1983; «Trips to Graves Planned; Thatcher Called Traitor: Falklanders Oppose Visit by Argentines», in Los Angeles Times, 30 de marzo de 1983; «Argentine Says Britain Has Issued a Proposal», in The New York Times, 5 de febrero de 1984.
[54] «Britain and Argentina Reported Near Accord», in The New York Times, 20 de febrero de 1984; «British Argentine Talks in ‘84 Foreseen», in Los Angeles Times, 5 de marzo de 1984.
[55] GUSTAFSON, Lowell, The Sovereignty Dispute over the Falkland (Malvinas) Islands, Oxford, Oxford University Press, 1988, pp. 181-188; MAKIN, Guillermo, The Nature of Anglo-Argentine Diplomacy, 1980-1990, en DANCHEV, Alex (ed.), International Perspectives on the Falkland Conflict. A Matter of Life and Death, New York, St. Martin’s Press, 1992, pp. 227-232; BECK, Peter, The Falkland Islands as an International Problem, Londres, Routledge, 1988, pp. 169-174; FREEDMAN, Lawrence, Britain and the Falklands War, Oxford, Basil Blackwell, 1988, p. 67; LITTLE, Walter, Las relaciones anglo-argentinas y la cuestión de la administración de las Falkland desde 1982, in BORÓN, Atilio, FAÚNDEZ, Julio, Malvinas hoy: herencia de un conflicto, Buenos Aires, Puntosur, 1989, pp. 56-76, p. 61; CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op. cit.; SCHUMACHER, Edward, «Discussions Start on Falkland Issue: Britain and Argentina Begin», in The New York Times, 19 de julio de 1984; «Diehl Jackson, Argentina, Britain Hold First Talks on Falklands», in The Washington Post, 19 de julio de 1984; «The World: Falkland Talks Broken Off», in Los Angeles Times, 20 de julio de 1984; «Argentina and Britain Halt Falkland Parley», in The New York Times, 20 de julio de 1984; DIEHL, Jackson, «Sovereignty Issue Collapses Initial Talks on Falklands», in The Washington Post, 20 de julio de 1984; «Albion in the Falkland Fog», in The New York Times, 30 de julio de 1984.
[56] «Argentina Won't Accept Falklands Oil Concession», in Wall Street Journal, 3 de enero de 1985; «Falkland Oil Survey», in The New York Times, 20 de octubre de 1984; WILBY, Peter, «War – Official!, The islands of black gold», in New Statesman, 15 de marzo de 2010.
[57] «British Lift Argentine Ban», in The New York Times, 9 de julio de 1985; MACLEOD, Alexander, «Britain lifts three-year-old trade ban on Argentine goods», in The Christian Science Monitor, 23 de julio de 1985.
[58] DIEHL, Jackson, «Reagan-Alfonsin Chat Marks Upswing In U.S.-Argentine Ties Since Falklands», in The Washington Post, 10 de abril de 1984; «Alfonsin Assures Reagan on Dispute With Britain», in Los Angeles Times, 5 de noviembre de 1986; MONTALBANO, William, «Alfonsin to See Reagan Today Seeking Sympathy on New Rift Over Falklands», in Los Angeles Times, 17 de noviembre de 1986; «Alfonsin Sees Reagan, Outlines New Plan for Falklands Accord», in Los Angeles Times, 18 de noviembre de 1986; GRAHAM, Bradley, «Argentina Hopes For Progress On Falklands», in The Washington Post, 15 de junio de 1987.
[59] MONTALBANO, William, «Argentina Claims Broad Support», in Los Angeles Times, 1 de noviembre de 1986;
COONE, Timothy, «Falkland sovereignty at heart of Argentine fishing dispute», in The Christian Science Monitor, 6 de junio de 1986; «Argentines Attack 2 Taiwan Boats; Crewman Killed», in Los Angeles Times, 29 de mayo de 1986; «Ship Hit and Sunk Off Falklands», in The New York Times, 29 de mayo de 1986; «The World: Argentine Attack Assailed», in Los Angeles Times, 30 de mayo de 1986; «Britain Condemns Argentina for Sea Attack», in The New York Times, 31 de mayo de 1986; «Islands Challenge in the Atlantic:...progress in the Pacific», in The Christian Science Monitor; 14 de noviembre de 1986; «Argentina Rejects British Expansion of Falklands Fish Zone», in Los Angeles Times, 30 de octubre de 1986; «Argentina Angered by Falklands Move», in The New York Times, 31 de octubre de 1986.
[60] WILLETTS, Peter, La pesca en el sudoeste atlántico, in BORÓN, Atilio, FAÚNDEZ, Julio, Malvinas hoy: herencia de un conflicto, Buenos Aires, Puntosur, 1989, pp. 108-110; ESCUDÉ, Carlos, GONZÁLEZ de OLEAGA, Marisa, op. cit., pp. 20-21; BECK, Peter, op.cit. pp. 178-180; GUSTAFSON, Lowell, op.cit., pp. 188-190; OLIVIERI LÓPEZ, Ángel, Malvinas. La clave del enigma, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992, pp. 135-143.  
[61] «Argentina Backed On Falklands», in The Washington Post, 3 de noviembre de 1986; DIUGUID, Lewis, «Reagan, Alfonsin Discuss Falklands Situation», in The Washington Post, 18 de noviembre de 1986; CRICK, Bernard, «The Falklands Factor», in New Statesman & Society, 23 de diciembre de 1988, p. 1; JENKINS, Jolyon, «Crying out for Argentina», in New Statesman & Society, 3 de abril de 1992, p. 5.
[62] «Britain Rejects Argentine Offer on Falklands», in The New York Times, 19 de noviembre de 1986; «No Fishing’ Zone Imposed Off Falklands», in The New York Times, 30 de octubre de 1986.
[63] CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op. cit.; «Tuohy William, Falkland Islands Outlook Founders on Key Item: Sovereignty», in Los Angeles Times, 9 de febrero de 1984; «Britain and Argentina Discussing Future of Falkland Islands», in The New York Times, 3 de febrero de 1984; «Falkland. Plan Rejected», in Los Angeles Times, 2 de febrero de 1984; DALLAS, Roland, «South Atlantic solutions», in World Today, 1 de noviembre de 1985, p. 194; TOWNSEND, Cyril, «The Future of the Falkland Islands», in The Contemporary Review, 1 de diciembre 1984, pp. 289-293; GERMANI, Clara, «Argentine-British ties warm up, though Falklands dispute remains», in The Christian Science Monitor, 21 de febrero de 1986; BECK, Peter, «Falklands or Malvinas? The View from Buenos Aires», in The Contemporary Review, 1 de septiembre de 1985.  
[64] Véase la propuesta del presidente peruano Belaúnde Terry, URL: < http://constitucionweb.blogspot.it/2010/05/propuesta–de–paz–de–peru–por–fernando.html>; URL: < http://elcomercio.pe/mundo/actualidad/peru–conflicto–ajeno–nuestra–actuacion–guerra–malvinas–noticia–
1395667 > [consultado el 3 de enero de 2017].
[65] Un autogobierno con dos príncipes: uno es el presidente de Francia y el otro es el obispo de Urgell, actuando en nombre de España. Andorra manejaba sus intereses, aunque estos dos príncipes tenían bastantes poderes.  
[66] BECK, Peter, op.cit., pp. 188-196; CISNEROS, Andrés, ESCUDÉ, Carlos, op. cit.; GOEBEL, Julius, The Struggle for the Falkland Islands, London, Yale University Press, 1982; FERRER VIEYRA, Enrique, List of British Documents Related to the Falkland (Malvinas) Islands Controversy, Córdoba, El Copista, 1993; LAVER, Roberto, The Falklands/Malvinas Case, Breaking the Deadlock in the Anglo-Argentine Sovereignty Dispute, The Hague, Martinus Nijhoff Publishers, 2001; SCHWARTZ, Ethan, «Britain, Argentina Moving Toward Resuming Relations», in The Washington Post, 19 de agosto de 1989; «Argentina and Britain Move To Restore Diplomatic Ties», in The New York Times, 1 de septiembre de 1989; «Finally, a Falkland Thaw», in The New York Times, 30 de agosto de 1989; LEWIS, Paul, «Argentina Agrees on Talks to Renew Ties With Britain», in The New York Times; 19 de agosto de 1989; «Britain, Argentina to Renew Ties», in Los Angeles Times, 19 de octubre de 1989; TRUELL, Peter, «U.S. Is Attempting to Nudge Argentina And Britain Toward a Reconciliation», in The Wall Street Journal, 28 de agosto de 1989; «Argentina Seeks Normalization of British Ties», in Los Angeles Times, 5 de agosto de 1989; LEWIS, Paul, «Argentine Chief, at U.N., Presses Falklands Stand», in The New York Times, 26 de septiembre de 1989; CHRISTIAN, Shirley, «Argentina is Seeking to Renew Ties With Britain», in The New York Times, 29 de julio de 1989; «Argentine-British Trade», in Los Angeles Times, 2 de agosto de 1989; «Britain, Argentina Plan Improved Ties», in The Washington Post, 19 de agosto de 1989; «Argentina and Britain Opening Consular Ties», in The New York Times, 20 de octubre de 1989; SMITH, James, «Britain, Argentina OK Steps to Normalize Ties: 7 Years After War», in Los Angeles Times, 19 de agosto de 1989.

Fuente: Diacronie. Studi di Storia Contemporanea, 2017


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