27 de octubre de 2019

LA EMOTIVA HAZAÑA DEL HOMBRE QUE UNIÓ A NADO LAS ISLAS MALVINAS ALENTADO POR UN VETERANO DE LA GUERRA


Ya había unido dos continentes, pero el agua de las islas tenía un componente especial. “El único tema que une a todo el país es Malvinas, ella nos unirá”, dijo a Infobae Agustín Barletti, el hombre que recibió un rosario del Papa y lo dejó en la tumba de un “soldado solo conocido por Dios”

Por Fernanda Jara

 
"La natación fue solo un vehículo que posibilitó conocer de cerca y amar aún más la gesta de Malvinas y a cada uno de los héroes que quedaron en las islas tras entregar sus vidas por la Patria” 

“¡Vamos, mi viejo! ¡Vas a nadar por los héroes que quedaron en las Islas!”, fue el aliento de Pablo Testa, su entrenador y amigo. Poco después, el nadador cumplió una verdadera hazaña: “Con el ánimo de quien recibe agua bendita para santificar el alma ingresé al mar de Malvinas”, describe de Agustín Barletti a Infobae sobre el momento en que inició la proeza que se había propuesto dos años antes.

Era el 9 de noviembre de 2014, cuando después de una noche descompensado, Barletti se sumergió en las aguas. Tenía 53 años y con 2 grados de temperatura en el agua nadó, con el short con la bandera argentina debajo de su traje de neoprene, por el estrecho de San Carlos, “el corredor de las bombas”, donde en 1982 desembarcaron las tropas británicas. La hazaña fue acompañada por sus amigos, la mirada atenta de los lugareños y el ánimo de sentir que así homenajeaba a esa tierra, a los caídos en combate y los veteranos.

“Me tomó cinco años poder escribir lo que viví allí”, dijo Barletti sobre Malvinas, entre brazadas y memorias, el libro en el que deja testimonio de su epopeya. “El tiempo transcurrido me sirvió para comprender que la natación fue solo un vehículo que posibilitó conocer de cerca y amar aún más la gesta de Malvinas y a cada uno de los héroes que quedaron en las islas tras entregar sus vidas por la Patria”, remarcó el hombre que cree que la causa Malvinas unirá a la Argentina.

La carta que lo marcó, su madre, el Estrecho de Gibraltar y la hazaña


“Invité a Malvinas a dos compañeros del colegio primario. Pablo Lima, el único que fue a la guerra y a Guillermo Luder, un eximio fotógrafo. Fue como una aventura de estudiantes”
“Invité a Malvinas a dos compañeros del colegio primario. Pablo Lima, el único que fue a la guerra y a Guillermo Luder, un eximio fotógrafo. Fue como una aventura de estudiantes”

En 1982, una carta le advirtió a Barletti que no se alejara de su residencia porque podría ser convocado para la guerra de Malvinas. “A principios de junio, en pleno conflicto bélico, recibí una notificación del Estado Mayor de la Armada que ordenaba no alejarme más de 40 kilómetros de casa porque como reservista podría ser convocado en cualquier momento”.

Su hermano Pablo recibió la misma carta mientras Martín, el tercero de los hermanos, ya cumplía con el servicio militar en la Prefectura Naval, pero no fue movilizado a combate. Su madre, aterrada por la situación, se acercó al Edificio Libertador, donde está la Armada, para avisar que uno de sus hijos ya estaba “bajo bandera” y preguntar al guardia que la recibió: “¿Es cierto que, además, pueden mandar a otros dos a la guerra?”. “¡Siéntase honrada de poder entregar tres hijos para la defensa de la Patria, señora!”, le contestó el oficial.

“Mi mamá lo agarró del cuello, la tuvieron que separar", recordó Barletti sobre los días en los que su partida a las islas parecía inminente porque unos meses antes fue dado de baja en la Marina, donde cumplió el Servicio Militar.

No fue soldado. No le tocó, pero sí a Pablo Lima, amigo y ex compañero de escuela, a otros de su edad y un poco menores. “Viví la guerra de cerca, en carne viva”, dijo todavía angustiado por el recuerdo.

Su vida siguió. Los años pasaron, las anécdotas fueron otras, llegaron los hijos y la vida adulta. “Hasta los 48 años tenía una vida sedentaria, pesaba casi 100 kilos, no hacía ejercicios, padre de 5 hijos y sentía que era candidato a un ACV... Pensé en qué hacer para revertir esa situación, en algún deporte para mejor mi estado físico, pero en ninguno era bueno y el único que había practicado de chico era natación así que volví a nadar, pero me puse un objetivo: unir dos continentes nadando. Convoqué a Pablo Testa, el mejor entrenador de aguas abiertas de Argentina”, contó el hombre que, tras 19 meses de entrenamiento intenso, nadó por el Estrecho de Gibraltar.

El 23 de octubre de 2011, logró unir Europa y África a nado: nadó más de 20 kilómetros en 6 horas y 7 minutos. Lo hizo junto a delfines y tortugas marinas y tuvo la visita de un tiburón. Pese a eso no se conformó. “Viste cuando estás 19 meses planificando algo, un casamiento, después pasa todo en un segundo y quedás con esa sensación de “¿y ahora qué?”... ¡Así me sentí! Y mi entrenador me dijo: ‘¡Ahora, Malvinas!’ ¡Y acepté el desafío!".

En poco más de dos horas, Agustín Barletti unió a nado las Islas Malvinas
En poco más de dos horas, Agustín Barletti unió a nado las Islas Malvinas

—Desde la idea de ir a las Islas hasta concretarlo pasaron tres años ¿a qué se debió ese tiempo?

—-En abril de 2012 avisé que lo haría en la presentación de mi primer libro, Hazaña en Gibraltar, pero recién pude hacerlo dos años después porque el primer pedido ante las autoridades británicas fue negado. Apelé en el Consejo de las Islas que lo aprobó; luego me pedían el soporte del barco, certificados médicos, el diploma de haber cruzado Gibraltar... Todos los trámites llevaron tiempo y además el tema del pasaporte, que fue un golpe al corazón entrar y que lo pidan para sellar... En el formulario de migraciones nos pedían decir en qué hotel íbamos a parar, pero paramos en el barco y el capitán llegó una semana antes del cruce. Hasta que él no presentó todo no sabíamos si íbamos a poder cruzar.

—Mientras hacían los trámites ¿cómo fue en entrenamiento para nadar en aguas heladas?

—En ese tiempo tuve que hacer un entrenamiento especial porque no soy ni buen nadador ni rápido. Por mi edad y porque comencé de grande; y el agua helada hace que tengas que cruzar muy rápido para evitar la hipotermia, así que tardé dos horas y demoré cuatro en recuperarme.

—Poco antes de partir recibió un regalo especial con un destino especial ¿cuál fue?

—¡Sí! El Papa Francisco se enteró de esta aventura que estábamos por emprender y nos mandó un rosario que bendijo con la sugerencia de que lo coloquemos en la tumba más despojada que viéramos en el Cementerio de Darwin. En ese momento no estaba el proceso de reconocimiento de los cuerpos que luego se hizo. Encontramos una y lo dejamos ahí.

—Llegó el día y el momento de nadar, ¿cuál fue la sensación al entrar en las aguas de Malvinas? ¿Cómo vivió ese “bautismo”?

—¡Fue como entrar en agua bendita! Después de cinco años, me sigo despertando por las noches y pienso: ‘¿Lo viví realmente?’. ¡Fue algo tan increíble! Además, por la naturaleza del lugar. ¡Había delfines que nadaban al lado mío! Y, yo que creo en los milagros, el día que nadé me tocó un día muy lindo tanto que hasta la propia gente de las islas nos decía el buen tiempo que hizo.

—Justamente, en el libro cuenta sobre las inclemencias del clima en noviembre. La guerra fue en pleno otoño ¿pensó en algún momento en lo que vivieron los soldados?

—¡Pensé mucho en ello! Recorriendo el Monte Longdon comenzó a nevar en pleno noviembre y nosotros decíamos: “¡Lo qué habrá sido esto entre abril y junio!", los meses que estuvieron aquí. Eso nos hizo reflexionar mucho. Y lo más triste fue que mientras yo estaba en el agua fue inevitable pensar en cuando se hundía el General Belgrano, cuando tuvieron que evacuarlos... Y que otros tuvieron que salir con lo puesto.

Los veteranos y el recuerdo de los caídos en la guerra que se desató el 2 de abril de 1982 y terminó el 14 de junio de ese año estuvieron presentes durante la semana la que Agustín y sus amigos pasaron en las Islas Malvinas, a las que ingresó con el pasaporte sellado. “Fue un golpe al corazón”, dijo.

 
"Los isleños no quieren ser ingleses ni argentinos. Se sienten isleños, de allí"

En el agua, Barletti mezcló pensamientos y la concentración ante el desafío. Además de lo que tuvo que vencer en aguas desconocidas, pero estudiadas por mapas: “El otro problema, aparte del clima, fue la corriente. En el Estrecho de San Carlos es un embudo por donde pasa una corriente tremenda y hay que buscar la estola de marea, que es el momento en que deja de crecer y empieza a bajar. Ese es el momento de marea neutra. Si no se así la marea te saca. En ese estrecho desembarcó la flota inglesa, ese lugar se conocer como el corredor de las bombas porque ahí les dieron a los ingleses para que tengan y guarden. Cuando yo pasé era un páramo con una paz”.

Luego de dos horas, la hazaña estaba cumplida. La sensación de realizarla se apoderó de su ser. “¡Fue indescriptible!”, resumió sobre el momento que quedó sellado en su memoria y que luego de cinco años pudo traducir en palabras.

“Malvinas. Entre brazadas y brazadas”

“El cruce fue realizado hace cinco años, antes crucé el Estrecho de Gibraltar, y en ese momento escribí un libro casi de inmediato, pero en este caso pasaron 5 años y recién hace 2 meses pude escribirlo... ¡Fue tan fuerte lo que viví allá que necesitaba tiempo para que caigan ideas, para poder ser lo más objetivo posible!”, asumió como si el tiempo necesitara excusas.

 
"La llegada. Momento en que Agustín finaliza el cruce. El reloj marcó las 14:07 del 9 de noviembre de 2014"

—¿Hizo algo relacionado con el proyecto del libro durante esos cinco años?

—Me dediqué a investigar porque tengo el vicio de investigador y porque quería escribir un libro que cuente la historia de la natación, pero también que rescate situaciones heroicas vividas por los veteranos de la guerra de Malvinas. En el libro cuento el infierno vivido durante la última batalla en el Monte Longdon y las increíbles hazañas del Batallón de Infantería de Marina N° 5 y de los marinos mercantes.

—¿Cómo fue esa investigación?

—Tuve acceso a documentación británica, otra de la Cancillería de Argentina, charlé con muchos protagonistas de la gesta Malvinas, tanto ex combatientes de Argentina como británicos, hablé con militares que estuvieron en combate y, mientras estuvimos allá, con muchos isleños porque en Islas, que están lejos del mundo, no pasa nada.

 
"Amanecer malvinero. 9 de noviembre, aproximadamente a las 5 de la mañana. El sol comienza a despuntar un día mágico"

—¿Hasta dónde comparten los recuerdos de la guerra?

—Son personas que no quieren ser ingleses ni argentinos. Se sienten isleños, de allí. Son amables y suelen compartir opiniones en bares, no se cierran al diálogo, pero ellos suelen después de estar en un bar, por ejemplo, seguir la reunión en una casa. A esa invitación no se llega.

—¿Qué le dejó la experiencia de unir Malvinas nadando?

—La natación fue una excusa que me permitió vivir todo lo que viví. Después me quedó la sensación muy linda de esa empatía que generamos en Malvinas e imagino que el camino es por acá. Creo que cuando pasa algo en referencia a las Islas siempre se genera empatía, unión, por eso creo que es el camino para ablandar a nivel país la situación, para lograr como compatriotas un acercamiento. Creo que los gobiernos deberían fomentar y subsidiar viajes de egresados de estudiantes argentinos a Malvinas para que se genere un vínculo entre los jóvenes. Malvinas te obliga a reconocer a un veterano, por eso, si tenés a uno cerca abrazalo porque hacerlo es lo más cercano a abrazar a la Patria.

 “Me tomó cinco años poder escribir lo que viví allí”
“Me tomó cinco años poder escribir lo que viví allí”

Barletti publicó en junio de este año Malvinas. Entre brazadas y memorias, el libro donde relata sus encuentros con él mismo en el agua de las Islas, la experiencia de conocer a los veteranos de San Luis, a los isleños que estuvieron en combate y a los más jóvenes. Además, hace una investigación desde una mirada diferente de lo que fue el conflicto bélico que nos dolerá para siempre.

Algunas fotos de la hazaña de los amigos en Malvinas

 
"Atardecer en San Carlos. 8 de noviembre a las 17:30, el estrecho nos recibe con este atardecer"

A la salida del puerto se encuentra esta típica cabina de teléfono público
A la salida del puerto se encuentra esta típica cabina de teléfono público

"Detenida en el tiempo. En la avenida principal de las islas está la oficina de correos con su típica construcción estilo inglés"

(Foto: Guillermo Aldo Luder)

"Único. En West Store se compra comida, ropa y libros. Es el único lugar donde se compra"

 

Fotos: Gentileza Guillermo Aldo Luder
Fuente: https://www.infobae.com

No hay comentarios: