Ezequiel Martel Barcia trabajó durante siete años
para ubicar en el mapa de las islas el lugar donde cayeron los combatientes
argentinos
Por Fernando Soriano
Ezequiel Martel Barcia, con uno de los mapas de su
autoría detrás (Fotos: Nicolas Stulberg)
Ezequiel Martel Barcia perdió a su papá en la
guerra de Malvinas cuando era apenas un bebé. Sus recuerdos son vagos,
atravesados por las fotos de la época y la ausencia, un peso específico
sostenido en la frase que escuchó toda su vida, como un consuelo: "Los
héroes de Malvinas murieron por Dios y por la Patria".
Pero para él esa idea nunca fue suficiente reparo.
Siempre necesitó materializar la falta de Rubén Héctor Martel, piloto de un
Hércules derribado el 1º de junio de 1982, pisar las islas, buscar rastros,
llenar el vacío con acción. Y un día de 2012, sentado frente a un mapa de las
islas, empezó a marcar en el papel, casi sin pensarlo, como un juego inventado
durante una sumersión al ocio, los datos que tenía en su memoria sobre dónde
fue que murieron su papá y los otros 54 miembros de la Fuerza Aérea caídos en
combate.
Pronto el juego se transformó en un motor cuya
tracción a sangre es la búsqueda de la identidad; la de Ezequiel y la del resto
de los hijos de los 649 muertos en combate. "Para 2011 o 2012, estaba en
mi oficina, tenía un viejo mapa de Malvinas y me puse a sacar la posición donde
cae papá y así empecé con el resto. Cuando me descuidé tenía las 55 posiciones
donde habían muerto todos de Fuerza Aérea. Lo fui chequeando con información de
los libros y pensé qué puedo hacer".
Podía hacer más. Y no sólo con los 55 caídos de la
Fuerza Aérea. Entonces consiguió imágenes digitales de Malvinas y empezó a
trabajar sobre estas con los datos del resto de las fuerzas: Ejército,
Prefectura, Gendarmería, Marina Mercante y Armada.
"El fin es histórico y didáctico. Para muchos
de nosotros, que perdimos a nuestros viejos, esto también es un alivio. Sé que
mi viejo se quedó allá. Si el día de mañana tengo un hijo y me pregunta dónde
se quedó el abuelo tener un mapa puedo mostrarle donde está haciendo
guardia", comenta Ezequiel en los pasillos de la sede Medrano de la
Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que exhibe los mapas, donde él cursa la
tecnicatura en Gestión Aeronáutica.
Martel Barcia (38) hizo un mapa para cada fuerza.
Consultó con ex combatientes de cada una para conocer dónde murieron sus
soldados. "Lo armé con la idea de conservar el rigor histórico. Yo tenía
la zona, me juntaba con los ex combatientes y terminábamos de corregir",
detalla.
Nadie antes en 37 años que pasaron del último
disparo de la guerra, pensó en diseñar estos mapas. Excepto Ezequiel.
"Nunca se hizo. Es extraño, pero cada uno es bueno en algo o tiene
diferentes inquietudes. Y a mí me surgió, tenía algo que me generaba hacerlo y
tuve el apoyo de todos. Me siento reconfortado cuando veo el trabajo en el
rostro de los demás y sé que les gusta", se enorgullece Martel Barcia, que
trabaja como personal civil en la Fuerza Aérea.
Para el caso de los aviadores, el trabajo fue
ubicar tentativamente el lugar donde cayeron. "No podés poner la
coordenada, como en el caso del avión de papá, que es aproximada. Porque desde
el impacto hasta que el avión cae, más el movimiento del mar, puede variar
mucho, son los puntos en las zonas", detalla.
En el caso del Ejército la complejidad fue otra.
Ezequiel no podía plasmar a todos los que murieron en el mapa, porque fueron
muchos: 16 oficiales, 35 suboficiales y 143 soldados conscriptos.
"Entonces puse las zonas donde peleó cada regimiento y a los caídos los
puse a los laterales del mapa. Es un trabajo que se hizo con mucho respeto
hacia todos los héroes, y traté de buscar la forma en que fuera lo más visible
y educativo para todos, sobre todo para las generaciones que vienen, para que
vean que en ese lugar hubo argentinos peleando. Están enterrados en el
cementerio, pero el lugar donde pasaron a ser guardia eterna fue en ese punto
del mapa", explica.
A Martel Barcia le llamó mucho la atención "la
entrega que tuvo cada fuerza". Cuando tuvo confeccionados todos los mapas
superpuso como si fueran capas cada uno y se dio cuenta la enorme distribución
en un territorio que, explica porque estuvo dos veces, es inmenso. "Te
hace generar conciencia: empezaba a ver los puntos y después de la vez que
viajé en 2017, te deja la duda: cómo pudieron haber hecho lo que hicieron contra
uno de los tres ejércitos más importantes del planeta, peleando en lugares muy
jodidos, pensás en la logística, el despliegue y el accionar", dice con
asombro.
El agujero de Malvinas ocupa una gran parte del
corazón de Ezequiel. No es lo primero que activa sobre la Guerra. Dos veces fue
para surfear en las playas cercanas a donde el Hércules que piloteaba su papá
fue derribado. Y también consolidó una amistad con el oficial inglés que tiró
abajo el avión de su padre. Contra todo lo que pueda creerse, Martel Barcia
entabló muy buenas relaciones con los isleños, que lo recibieron con respeto y
afecto.
"De mi parte me sentí muy a gusto con los
kelpers. Si me decís con qué me vine del viaje, te voy a decir que me trataron
muy bien. Yo fui a buscar que me trataran bien. Me puse a disposición de ellos.
Yo quería que me acompañaran. Fui con esa postura. Y ellos sabían y me
sorprendieron todos los gestos que tuvieron conmigo", relata.
El trabajo que hizo sobre los mapas no se lo
guardó. El mapa con los 55 caídos de Fuerza Aérea lo presentó formalmente en
2014 en una jornada de puertas abiertas en la Base de Morón. Al año siguiente
entregó a Gendarmería en un acto de bautismo de fuego, el mapa con los siete
caídos de esta fuerza. "Cuando pasé al frente me presenté y le dije 'soy
hijo de un caído de otra fuerza pero el orgullo es el mismo' y hoy vengo a entregarle
la lámina y estaba el hijo de un caído de Gendarmería y nos emocionamos
juntos", cuenta.
El año pasado hizo lo mismo con el mapa que
localiza los dos caídos de Prefectura Naval y este año entregará los propios a
Ejército, Armada (375 muertos) y Marina Mercante (18).
Para Ezequiel Martel Barcia haber terminado de
ubicar a los 649 héroes de Malvinas es una satisfacción, casi un sueño
cumplido. Pero no el único al respecto. Su tarea no se termina con la
exhibición. Cada mes ahorra dinero extra y manda a imprimir las láminas de
Fuerza Aérea con un fin: "Quiero que en cada unidad de la fuerza esté el
mapa. Ya lo hice en tres unidades: Tandil, Villa Reynolds y Palomar y me falta
el resto. La idea es que el mapa esté en cada brigada. También en los institutos
de formación".
El piloto Rubén Martel, caído el 1º de junio de
1982, cuando Ezequiel tenía 10 meses de edad
Días atrás le pidieron copias de cada uno para
exponer en Aeroparque, lo que lo enorgullece. Pero su objetivo máximo es otro:
"El sueño más grande sería que pudieran estar en todas las escuelas, que
haya un lugar en cada escuela que muestre dónde se quedaron para siempre
nuestros héroes. Y que sea un motivo de orgullo. Ahora sabemos dónde está cada
uno. Sabemos que en esa parte de ese mapa tan grande quedó nuestro ADN".
Fuente: https://www.infobae.com
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