25 de marzo de 2020

¿CUÁLES FUERON LAS CAUSAS DEL CONFLICTO MALVINAS?


  
Muchas son las preguntas que hoy persisten sobre las causas que lo motivaron. ¿Fue una irresponsable decisión del gobierno argentino? ¿Había intereses internacionales en reforzar la presencia militar británica y necesitaban la excusa?... ¿por qué?

Por Oscar Filippi

Dos Hipótesis:

Todavía, a 38 años de la recuperación de nuestras Islas Malvinas, los debates y discusiones sobre el génesis del conflicto con la Gran Bretaña siguen vivas. Esa polémica marca dos vertientes fundamentales de opinión. Están quienes sostienen que el mismo fue provocado por causas de irresponsabilidad absoluta surgidas del deterioro político de la Junta Militar del Gobierno argentino que necesitaba de un gran hecho “patriótico” para perpetuarse en el poder y por su cuenta tomó la responsabilidad de recuperar las islas. Hecho simple que acredita la escalada diplomática y el inicio de un conflicto internacional a causas de política doméstica. En la segunda vertiente se encuentran quienes relacionan el conflicto con la compleja y peligrosa situación mundial de la época en la que el mundo todavía bipolar, jugaba su estratégico “ajedrez fatal” sobre el mapa del mundo. Atribuyendo así, con mayor y profundo análisis, a causas externas el inicio del conflicto. En otras palabras, desde afuera nos volvieron a usar en beneficio de sus propios intereses hegemónicos. Hipótesis que queda reforzada si agregamos que el “vector” que les facilitó el camino fue precisamente el “militarismo” del gobierno de facto.

La primera de las hipótesis es siempre atacada por una misma razón, ¿por qué el Reino Unido se prestaría al juego del General Galtieri? La segunda es cuestionada por una falsa percepción, que nace en la escuela y tiene que ver con nuestra austral ubicación geográfica, ¿a quién le importamos, si al fin y al cabo vivimos en el fin del mundo?


Falsa Percepción:

La denominada “Guerra Fría” tuvo para nosotros la falsa y simple interpretación de la confrontación de dos grandes potencias, Estados Unidos vs. la Unión Soviética o, a lo sumo, el capitalismo contra el comunismo. Por lo tanto, como no éramos ni capitalistas ni comunistas, el enfrentamiento era “cosa de ellos”, a nosotros, viviendo acá abajo, no nos afectaba.

En el colegio aprendimos a estudiar a Europa, por un lado, Asia por el otro. Nunca nos dejaron ver que Eurasia es en sí misma una gran unidad geoestratégica y sumado a los programas del estudio de la historia, jamás pudimos aprender la dimensión de interrelacionar sus hechos dentro de los marcos geográficos y en sus líneas de tiempo. Por lo tanto, se aseguraron así que de hacer proyecciones geopolíticas y/o estratégicas los argentinos nunca seríamos capaces.

Lo cierto es que ese enfrentamiento, aparentemente tan lejano, no era otra cosa que el peligrosísimo conflicto entre el mundo continental y el mundo marítimo. Con este pequeño cambio de óptica, vemos que el conflicto lo teníamos enfrente porque, aunque no nos hayamos dado cuenta, la Argentina es un país marítimo y como tal, era parte del conflicto. Al menos para ellos.

Dos Mundos:

La ex URSS lideraba el llamado mundo continental, junto a sus aliados comerciales del denominado COMECOM se hallaban unidos para su defensa en lo que conocimos como el Pacto de Varsovia (PV), ocupaban la estratégica posición de dominio del centro de Eurasia y se autoabastecían de energía y de gran parte de los elementos estratégicos vitales (73%). Hasta 1960 permaneció consolidando esta posición estratégico-continental.


Los Estados Unidos de Norteamérica lideraban el llamado mundo marítimo y junto a sus aliados de Europa Occidental (países ribereños), que entre ellos se agrupaban para sus fines comerciales en la Comunidad Económica Europea (CEE, hoy UE) conformaron a los fines de su defensa la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Junto a la alianza de estos con Japón y Corea del Sur, centraban su actividad comercial (Comisión Trilateral), por la vía marítima y por la misma vía el poder naval de los EEUU y la Gran Bretaña, contenían la posible expansión de influencias del mundo continental hacia el resto del mundo. A su vez, con el dominio del mar, se aseguraban de obtener los elementos estratégicos y la energía para sus industrias, solo se autoabastecían del 37%. Europa depende en un 70% del petróleo de Oriente Medio y este solo es transportable por mar (hasta ahora).

Como los Estados Unidos y la Gran Bretaña construyeron, controlaban y dominaban los estratégicos Canales de Panamá y de Suez, fijaron como límite meridional de defensa para la OTAN al Trópico de Cáncer. Para ellos el Sur había dejado de existir, ambos canales nos habían excluido del tránsito marítimo, de la inclusión económica y de los fines estratégicos y de defensa. Negocio redondo y sin preocupaciones, para ellos, claro está.

Continentales y Marítimos:

A mediados de los años ’50, hubo un hombre decidido a expandir la hegemonía de la URSS, el Almirante de la flota roja, Sergey Gorshkov y su política de mostrar la bandera navegando. Firme partidario del aumento del poder naval y llevar la presencia militar soviética a todo el mundo por la vía marítima.


La llamada “Crisis de los Misiles”, basados en Cuba en 1962, potenciaron su decisión y para 1970 la URSS contaba con cuatro agresivas flotas, la del Mar del Norte, la del Pacífico, la del Mar Negro y la del Mar Báltico. Las tranquilas Líneas de Comunicación Marítima (LCM) del mundo marítimo estaban ya amenazadas.

La Guerra Fría comenzó así a “calentarse” y la principal causa de la expansión del poder naval soviético fue el conflicto de Oriente Medio. El apoyo brindado por los EEUU y la Gran Bretaña a Israel, tras la Guerra del Yom Kippur, le facilitaron a la URSS por parte de los países árabes, puertos, bases aeronavales y apoyo logístico y operativo en Egipto, Somalia y Siria.

Previamente (1969), el acercamiento político a países africanos le habían otorgado facilidades operativas navales en Guinea, empleando la Base Naval de Cornakry. El mayor éxito de la proyección naval soviética en África Occidental ocurrió en 1976, cuando Moscú patrocinó en Angola la rebelión que llevó al poder al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) a partir de allí contó con los Puertos de Luanda, Lobito y Mocamedes. Desde ese momento, la URSS amenazaba las rutas comerciales de Occidente en el corazón mismo del Atlántico Sur. Los submarinos nucleares soviéticos navegaban la Ruta del Cabo de Buena Esperanza, al Sur de África..., frente a las narices de Argentina.

La Yugular de Occidente:

La Guerra de los Seis Días (1967), entre Israel y los países árabes de la región, había demostrado que, con un solo barco hundido en el Canal de Suez, este dejaba de ser operativo. Además, los superpetroleros de más de 70 mil toneladas, no podían ya transitarlo. En caso de un enfrentamiento y por 1980 era muy factible, entre ambos bloques, las fuerzas aeronavales soviéticas basadas en Cuba y Nicaragua con el apoyo de submarinos nucleares provenientes de puertos africanos, tendrían como prioridad la destrucción de las esclusas del Canal de Panamá. Para colmo de males, ya en 1981 “asesores militares” cubanos y soviéticos construían un aeropuerto en la estratégica isla caribeña de Grenada, amenazando, una vez operativo, el tráfico de las reservas de petróleo norteamericanas que provenientes de Venezuela, se transportan por el Mar caribe. La estrategia naval soviética había vuelto a colocar al Sur en los mapas del Norte.

El petróleo y materiales estratégicos que alimentaban la costa Este de los EEUU y a toda Europa occidental navegarían así, obligadamente, por las rutas del Cabo de Buena Esperanza, frente a Sudáfrica. Con los Canales de Suez y Panamá activos, el tráfico mercante diario en esa zona era de 55 barcos por día, en caso de ser neutralizados, más de 90 al día..., la aviación naval y los submarinos soviéticos podían clavar sus bombas, misiles y torpedos en la yugular de occidente.

Bastión Estratégico:

Como el lector ya se pudo haber dado cuenta, en enero de 1833, con la ocupación de nuestras Islas Malvinas, el Reino Unido de la Gran Bretaña, no solo se aseguró los beneficios de la pesca y la caza de focas, lobos marinos y ballenas para ellos y sus por entonces, casi aliados norteamericanos. Se aseguró de ocupar militarmente el estratégico bastión marítimo que controla una triple comunicación oceánica: a través del Cabo de Hornos; el Pacífico Sur con el Atlántico Sur y; frente a Malvinas; el Atlántico Sur con el Océano Indico. No incluimos, que es la ruta de control vital de la Antártida (hoy tendríamos que incluirla).


Para 1982, ante la expansión naval soviética en el Atlántico Sur, la OTAN estaba obligada a reforzar la defensa de la vital Yugular de Occidente, (si la URSS atacaba con éxito esa vía marítima, en tres meses, Europa Occidental quedaba desabastecida) para ello, imperiosamente tenía que reforzar la presencia militar en Malvinas. Si lo hacía por “motu propio” la reacción negativa de Latinoamérica ante esta unilateral decisión, podría favorecer aún más la influencia de la URSS en la región, por lo tanto, se necesitaba una excusa para tal propósito.

Que mejor excusa que el intento de recuperación de las islas por parte de República Argentina. Total, el Concejo de Seguridad de la ONU, se encargaría de mostrarnos como país agresor y su propósito estratégico quedaría legitimado ante el mundo.


De lo expuesto hay pruebas más que suficientes, quienes nos visitaron, quienes nos alentaron desde afuera, quienes conspiraron desde adentro y fundamentalmente, la historia del empresario Constantino Davidoff y sus “chatarreros”, detonante de una crisis diplomática que habría de escalar a un conflicto bélico controlado..., al menos eso esperaban los británicos.

De esta parte nos ocupamos en la próxima entrega, lo importante fue demostrar y enterarnos que no vivimos en el fin del mundo..., somos parte de él y estratégicamente, como nación marítima ocupamos un lugar destacado. Solo falta que nos demos cuenta de ello y actuemos en consecuencia, con responsabilidad y de ser posible, una vez en nuestra historia, fijemos un curso de acción en una sola dirección, será bueno demostrar que podemos ser una Nación confiable con una política exterior seria.

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