Por
Vicente Martínez Torrens (*)
Personal
militar que solicitó el sacramento de la Confirmación "porque necesitaban
el Don de la Fortaleza", señala el autor de la columna.
Al
aproximarse cada 2 de abril, es recurrente hacer memoria de los hechos vividos
en nuestra Patria en 1982 por la recuperación de nuestras Islas Malvinas.
La
gesta de 74 días hay que enmarcarla en una lucha más profunda: nuestra
soberanía. Por esta razón al referirnos a aquellos acontecimientos se deben
rechazar expresiones como “invasión”, “usurpación”, “loca aventura”, etc.
Fuimos
a recuperar lo nuestro, dado que nos pertenecen desde antes de su
descubrimiento por la Bula “Inter Caetera” de 1493, del Papa Alejandro VI. Las
“tierras descubiertas y a descubrir” se las otorgó el Papa al Reino de España.
Este documento fue ratificado por el Tratado de Tordesillas al año siguiente.
Cabe
destacar que nos encontramos recordando los 500 años, el 1° de abril, de la
primera misa en el hoy territorio nacional y 500 años del descubrimiento de
nuestras Islas por la nave San Antón.
Conforme
el derecho internacional “uti possidentis iuris”, al lograr la Independencia de
España en 1816, las Malvinas quedaron como argentinas.
Otro
argumento de soberanía, desde la mirada eclesiástica, es la presencia
ininterrumpida de más de 100 sacerdotes católicos desde 1767 a 1982 y 14
capellanes durante el conflicto.
Soldados
armados hasta los dientes tomando fuerza frente a una imagen de la Virgen cuyo
nicho fue dañado por una esquirla de bomba y ella no sufrió ningún daño.
LA
CLAVE DE TODO ÉXITO: CREER EN LA CAUSA A LA QUE SE SIRVE Y APOYARSE EN LA FE EN
DIOS.
Para
llegar a cualquier meta la primera condición será creer en su verdad y
posibilidad. El jefe (líder o conductor) que no tiene fe en la causa que sirve
no cumplirá la más elemental de sus funciones: influir y entusiasmar a sus
subordinados. Él deberá creer en lo que se emprende y esperar convencido el
éxito; amar la causa que defiende por encima de su propia vida y hacer
partícipe a sus hombres de su fe y entusiasmo. Al respecto cabe el aforismo “El
soldado es el fiel reflejo de su jefe”.
En
las situaciones límite el hombre recurre a Dios. La guerra es una de esas
situaciones.
Rastreando
algunos hechos históricos, antiguos y recientes, podemos ver que en nuestras
Fuerzas Armadas siempre se ha vivido la fe en Dios como auxilio de la causa en
la que se sirve, porque ésta genera en los hombres sentimientos y virtudes
inigualables. Una de las “muletillas” que se repetía en cada homilía de 1982
era: “Tenés un Dios que te ama, una madre (esposa/novia) que te espera y una
Patria que te necesita”.
La
fe en nuestros próceres. General Manuel del Corazón de Jesús Belgrano. El sólo
nombre nos dice que es el paradigmático hombre de armas y de fe. Consideremos
tan sólo el nombramiento de la Virgen de la Merced como Generala y la
atribución del triunfo de la batalla de Tucumán a Ella.
El
capellán Vicente Martínez Torrens celebrando la santa misa frente al personal
apostado en Goose Green.
José
Francisco de San Martín: El Coronel Manuel A. Pueyrredón lo recuerda en sus
“Memorias”: “Después de la lista de diana se rezaban las oraciones de la
mañana, y el rosario todas las noches en las cuadras, por compañías, dirigido
por el sargento de semana.”
La
fe en “Malvinas”: Dando un gran salto en los años debido a lo acotado del
artículo mencionaremos algunos signos representativos de la fe de los “hombres
de Malvinas”.
En
primer lugar, destacamos la denominación de la gesta: “Operación Rosario” en alusión
a la Virgen del Rosario de la Reconquista y defensa de Buenos Aires. Luego, la
consagración del aeropuerto a la Virgen enterrando un Rosario en la cabecera de
la pista.
Dato
a tener en cuenta: aquella pista de 1200 m. recibió más de 12 toneladas de
explosivos y siempre estuvo operable. También influyó en el personal la fe de
sus jefes, particularmente el del RI Mec 25. Uno de sus dichos: “Entre una
bolsa de arena y la protección de la Virgen prefiero la de la Virgen”. Los
cráteres de 12 metros de diámetro y 4 de profundidad, sin provocar víctimas
fatales, le dio la razón.
Varios
soldados acompañan a dos compañeros extraídos de debajo de 2 metros de turba
fruto del cráter de bomba cuya esquirla muestran victoriosos.
Celebración
de la santa misa en el ex cuartel de los Royal Marines en Moody Brook. Personal
comulgando.
Bunker
en las afueras de Puerto Argentino. Soldados rezando el Rosario. Uno de ellos
pidió “Para que mis padres comprendan el por qué muero”.
A
propósito, últimamente, al retornar al país la imagen de la Virgen de Luján que
nos acompañó en Malvinas y que fuera llevada a Gran Bretaña, tuvo mucha
difusión el testimonio del soldado Palacios que oró: “Dios, quiero morir de un
balazo, pero no así lentamente” y salvó su vida después de haber sido tapado
una hora bajo dos metros de turba. Menos conocido, sólo por sus conferencias,
es el testimonio del entonces Subteniente Marcelo Llambías. Recibida la orden
de repliegue desde monte “Dos Hermanas”, viéndose rodeado por la artillería
británica, en un amanecer de cielo límpido, celeste, queriendo salvar a todos
sus hombres, invocó a la Virgen rezando un Avemaría. El auxilio no se demoró.
Apareció, repentinamente, un banco de niebla que los cubrió y les permitió
salir, ilesos, hacia Tumbledown para seguir combatiendo.
Finalizando
por el espacio y no por falta de hechos, debemos honrar a mi “gremio”. No puedo
yo decirlo por ser parte. Extraigo un párrafo del Informe Oficial del Ejército:
“Los capellanes, auxiliares y voluntarios cumplen sus misiones sacerdotales en
las Islas Malvinas, brindando asistencia espiritual a las tropas y civiles, y
además cumplen otras actividades relacionadas con su función. La labor
desarrollada es encomiable, y los resultados obtenidos en el mantenimiento
espiritual y moral de las fuerzas destacadas a las Islas Malvinas resulta
altamente positivo”.
Todos
los que lucharon y luchan por la Patria, civiles, militares o eclesiásticos, lo
hacen convencidos de que “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila el
centinela”.
Al
celebrar el 2 de abril como DÍA DEL VETERANO DE GUERRA debemos implorar a Dios
para que cesen definitivamente las muertes por mano propia por la falta de
contención.
Rosario
que portaba en el cuello el Teniente Jorge Manuel Vizoso. Una cuenta se adhirió
al proyectil trazante desviando su trayectoria y salvándole la vida
Gobernantes
y gobernados queremos dar el reconocimiento debido a los que regresaron, por
ellos, sus familias, por los que luchan por reivindicarlos.
Veterano:
Honor y Gloria a vos que no vacilaste en el combate, que no sentiste el temblor
del miedo aun sintiendo el silbido agudo de los proyectiles. Gracias a vos
porque ni la sed, ni el hambre, ni la fatiga minaron tu espíritu, aunque sí lo
sintieron tu carne y tus huesos. Gracias porque no rehuiste, ni con la
imaginación siquiera, el primer puesto en el combate, la guardia más dura en la
trinchera ni la misión más difícil en el avance, o el orden en el repliegue.
Finalmente,
un “mea culpa” porque cada uno de nosotros quiso ser el mejor soldado de su
arma y el argentino más amante de su Patria, despreciando al enemigo experto en
este tipo de contienda.
Veteranos
¡Que Dios nos bendiga y la Virgen nos siga protegiendo! y otorgue la corona de
Gloria a nuestros camaradas que dieron todo de sí sin pedir nada.
Muchos
dimos algo, pero ellos lo dieron todo.
Fragmento
de la carta del entonces Mayor Juan José Falconier, donde se palpa que "él
siempre priorizó lo espiritual sobre lo material y en consecuencia ofrendó su
vida por la Patria", escribe el autor de la columna.
Croquis
de los cráteres fruto de bombardeos en la península del aeropuerto. Nunca
sacaron de servicio la pista consagrada a la Virgen con un Rosario enterrado en
su cabecera.
NOTAS:
(1)
MARTÍNEZ TORRENS, Vicente, Dios en las Trincheras. (Ed. Argentinidad) Anexo
(2)
GARCÍA DEL HOYO, FEDERICO, Tesis en el CMN
(3)
BRUNO, CAYETANO, “La Virgen Generala”. Didascalia 1994, p.201
(4)
INFORME OFICIAL DEL EJÉRCITO ARGENTINO. Tomo I, pág. 148
(5)
Salmo 126,1
(*) El padre Vicente Martínez Torrens es sacerdote, docente y asistió a las tropas
en el conflicto de Malvinas desempeñándose como Capellán del RI Mec 25 y
atendiendo otras unidades. Es autor de varios libros, entre ellos su diario de
guerra “Dios en las trincheras”.
Fuente:
https://www.infobae.com
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