Eduardo Rotondo es un reportero gráfico y corresponsal de
guerra que cubrió el conflicto de Malvinas. Fue el único periodista argentino
que permaneció en las islas luego de la rendición y tomó valiosas fotografías e
imágenes en video, muchas de ellas inéditas
Por Adrián Pignatelli
Eduardo Rotondo, reportero gráfico que registró lo que pasó
en Malvinas posterior a la rendición
Fue el 14 de junio cuando tuvo el primer contacto con un soldado
británico, en plena calle en Puerto Argentino. Aquel lo paró para preguntarle
dónde quedaba la ciudad. “Esto es”, respondió Eduardo Aníbal Rotondo, un
reportero gráfico argentino que, al cubrir la guerra hasta después del alto el
fuego, se transformó en el autor de cientos de fotografías y horas de video, valiosos
testimonios de las horas posteriores a la rendición.
Nacido porteño y radicado en Lomas de Zamora cuando se casó,
comenzó en la profesión tomando fotos para la policía. Trabajaba en una casa de
fotografía y solían convocarlo de la comisaría local para que registrase
accidentes, hechos policiales o actos protocolares. Con el tiempo fue
contratado por la agencia Buenos Aires International Press, que tenía media
docena de fotógrafos desperdigados por todo el mundo, realizando coberturas
periodísticas. Así fue como, a partir de 1978 cubrió los conflictos en
Centroamérica como corresponsal de guerra. Fueron tantos los viajes que debió
hacer a esa zona, que alquiló una casa en Costa Rica donde, durante cuatro
años, vivió con su esposa e hijos.
Eduardo Rotondo, protagonista de esta historia, caminando
por Puerto Argentino el 14 de junio (Gentileza E. Rotondo)
Eran tiempos en los que no existían los teléfonos
inteligentes y el fotógrafo o camarógrafo se movían en un terreno más
artesanal, que incluía proveerse de película virgen, tomar las fotos o los
videos, calculando aspectos técnicos como la luz o la distancia, revelarlos y
enviar el material por lentísimos sistemas de comunicación.
Rotondo tenía 38 años el 2 de abril de 1982 cuando se
produjo la recuperación de las islas. La agencia le encomendó que viajase a
Malvinas, a pesar de que no hablaba inglés. Estuvo tres días en el aeropuerto
de Río Gallegos tratando, infructuosamente, de subirse a un Hércules. Hasta que
el 7 de abril, cuando una empresa de chocolates donó un huevo de Pascua gigante
para los soldados, se ofreció a cuidarlo para que llegase a Puerto Argentino en
una sola pieza. Ese fue su boleto a las islas.
Con una filmadora VHS y una cámara de fotos estuvo tres días
tomando imágenes. A su regreso, la agencia le comunicó que había sido
contratado por la cadena norteamericana ABC y viajó nuevamente por unos pocos
días. Junto al periodista Nicolás Kasanzew efectuaron entrevistas, tanto en
español como en inglés.
Soldados Echave y Benítez en Puerto Argentino. (Gentileza E.
Ritondo)
Cuando emprendió el tercer viaje, el más largo, la agencia
había firmado un acuerdo con la revista Gente, además de la cadena ABC, que le
dio una cámara mucho más moderna. El tiempo del cruce a las islas lo aprovechó
para leer el manual. Su rutina era partir por la mañana del hotel donde se
hospedaba, el Upland Goose, y hacer dedo para que lo llevasen a las afueras del
pueblo. El problema no era tanto ir sino encontrar los medios para regresar,
camino que muchas veces debió hacerlo a pie con su equipo a cuestas.
Cuando su cara comenzó a ser conocida, algunos soldados le
pedían que les sacara una foto, así cuando se publicara, sus familias sabrían
que estaban bien. Ese fue el caso del soldado Horacio Echave, del Regimiento de
Infantería 6, quien moriría en las últimas horas del 13 de junio.
También entrevistó al soldado Carlos Mosto, un entrerriano
de 23 años, estudiante de Medicina, que se enroló como voluntario en la X
Brigada Mecanizada. Murió el 11 de junio y sus restos fueron identificados en
diciembre de 2017.
Cuando el soldado Carlos Mosto fue entrevistado por Rotondo.
Mosto fallecería en los combates del 11 de junio.
Cuando el 1 de mayo comenzaron los ataques ingleses, sólo
permanecieron en la capital de las islas el equipo de la agencia Telam, el de
ATC y él. El material periodístico, antes de embarcarlo en el Hércules, pasaba
por la censura, que ponía el ojo más en lo que se filmaba que en lo que se
decía.
Rotondo estuvo en el funeral del Teniente de Navío Marco
Benítez, aviador de la Armada, quien falleció el 3 de mayo en un accidente al
aterrizar, al regreso de una misión. Había sido enterrado en un sector del
cementerio de Puerto Argentino. Alguien llevó su casco y lo colocó sobre la
cruz de madera.
Horas finales
Dice Rotondo que muchas veces sintió miedo. El 13 de junio
vio de cerca el peligro, cuando tomaba fotografías en las afueras de Puerto
Argentino. En un momento, el reflejo del sol sobre la lente de su cámara lo
delató y los ingleses le dispararon, dañándole una de sus cámaras.
Un soldado argentino caminando por la capital de las islas,
el 14 de junio, captado por la lente de Rotondo
Ese día, el General Mario B. Menéndez reunió a los periodistas
y, luego de explicarles la situación, les dijo que debían abandonar las islas
en el último Hércules, que en momentos más despegaría. Tanto los de Telam como
él mismo no alcanzaron a prepararse. Rotondo se dirigió al hotel a cargar las
baterías, ya que lo que sucedería en las horas siguientes sería importante
registrar. El 13 por la noche, los británicos cortaron la energía y sólo
hicieron funcionar las luces de mercurio de las calles. Eduardo solo pudo
cargar parcialmente sus equipos.
El 14 por la mañana, Rotondo salió a hacer su trabajo.
Recuerda que a las 14 horas se declaró un cese de fuego. Vio a los británicos
cerca del hospital militar. Sin pensarlo, se dirigió hacia allá a filmarlos,
donde también registró la labor de los médicos argentinos.
(Eduardo Rotondo)
El reportero gráfico se sorprendió al ver que fuerzas
argentinas y británicas solo estaban separadas por el pavimento, en una calle
que nace en la costanera y que en una vereda estaba el hospital civil y
enfrente, el militar. Vio también a algunos kelpers con banderas británicas,
vivando a los vencedores.
“¿Dónde está la ciudad?”
También tuvo oportunidad de registrar el momento en que
Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas, descendía de un
helicóptero en la cancha de fútbol, llevando una carpeta de cuero bajo el
brazo. Junto a él caminaba un inglés que cargaba una pesada mochila, una suerte
de teléfono satelital, usado para tener una línea directa con la primera
ministra Margaret Thatcher.
Un soldado británico caminando en Puerto Argentino, luego de
la rendición (Gentileza E. Rotondo)
Rotondo fue interceptado por soldados ingleses que no solo
le preguntaron dónde quedaba la ciudad, sino que además le pidieron que le
tomase algunas fotos. Había tenido la precaución de llevar debajo del brazo su
filmadora encendida, por lo que fueron registrados sin que ellos lo notaran
(como puede verse en el video que acompaña esta nota). Se enteró que la
rendición pudo firmarse 5 minutos antes de que venciese el plazo de alto el
fuego, cuando Menéndez finalmente logró que se tachase la palabra
“incondicional” del texto.
Esa noche, cuando regresó al hotel, ya estaba colmado de
periodistas británicos y se dio cuenta que era el único huésped argentino.
Buscado por los ingleses
El 15 por la mañana le recomendaron que usara el casco de
corresponsal de guerra. En el frente, tenía escrita las iniciales “CG” y en la
nuca la palabra “Prensa”.
Se enteró que los británicos lo buscaban por las fotos y
filmaciones que había tomado el día anterior. Pero él había decidido que haría
todo lo posible por evitar que cayeran en manos inglesas. Sus camarógrafos no
venían en la primera línea y se habían perdido momentos que para ellos eran
valiosos. Con los años, ellos contarían la guerra con material generado por los
argentinos.
Vehículo blindado inglés, en la costanera de Puerto
Argentino, cuando ya todo había terminado. (Gentileza E. Rotondo)
Rotondo desarmó sus equipos, los guardó y se dirigió al
puerto. Debía llegar al rompehielos Irízar, anclado en la bahía, que se había
transformado en un buque hospital. Para el camarógrafo, el embarcadero era un
lugar familiar, donde había tenido la oportunidad de fotografiar al Monsunen,
un buque de carga costero. Sus tripulantes se hacían llamar “los capos del
Monsunen”.
Subió al Yehuin, una embarcación mercante de 50 metros de
eslora que durante el conflicto se ocupó en transportar pertrechos y tropas
entre las dos islas y que con la guerra terminada llevaba los heridos al
Irízar. Le advirtieron a Rotondo que los heridos eran revisados por personal de
la Cruz Roja y que, seguramente, perdería el material fotográfico.
(Eduardo Rotondo)
Mientras pensaba una solución, se vistió con un overall
verde y durante dos días ayudó en la tarea de traslado de heridos. Mientras
tanto, continuó tomando fotos.
Cuando el Irízar estaba por zarpar, se acercó el General
Menéndez. Les dio un baúl y les encargó que lo llevasen al continente. Y les
ordenó que, antes de que cayera en manos británicas, debían arrojarlo al agua.
Pero el Irízar ya había zarpado.
Los ingleses se habían apropiado de la única lancha de
Prefectura y sabían que querían apoderarse del Yehuín. El comandante del buque,
Capitán de Corbeta Eduardo Llambí, y su segundo el Teniente de Navío Horacio
Ferrari, decidieron darle alcance al Irízar. Mientras tanto, por radio,
avisaron al rompehielos que debían subir un baúl y embarcar a gente amiga.
“Pero no puedo detener el barco”, explicó el comandante.
Fotografía del Irízar tomada desde el Yehuín. (Gentileza E.
Rotondo)
Cuando el Yehuín logró ponerse a la par, del Irízar lanzaron
una red y una soga. En medio del bamboleo del oleaje, Rotondo y algunos
efectivos de Prefectura lograron subir a la cubierta. Así, luego de cubrir 518
millas que separan a Puerto Argentino de Comodoro Rivadavia, llegó al
continente el 18 de junio a las 9 y media de la mañana.
Había tomado 620 fotografías y 8 horas de video; mucho de ese
material nunca se vio en el país, sino que se dio a conocer en los Estados
Unidos. Algunas de esas fotos y video son las que ilustran esta nota.
Tumba del Teniente de Navío Marco Benítez, aviador que murió
en un accidente al regresar de una misión, el 3 de mayo.
En 1983 publicó un libro con esas fotografías y también
realizó un documental sobre la guerra. La vida lo llevó por otros destinos
hasta que, ya jubilado, se radicó en Mar del Tuyú donde, por años, tuvo un
programa dedicado a Malvinas. “Historias de héroes y traidores, se llamaba”,
cuenta y aclara que debió dejar de hacerlo por problemas de salud.
(Eduardo Rotondo)
Fue años después que pudo saber, por el propio Menéndez, qué
tenía ese baúl que había que lograr sacar de la isla. Contenía una bandera
argentina de ceremonia, que no debía caer en manos del enemigo.
Cada tanto, un veterano le golpea la puerta de su casa solo
para agradecerle la foto que le tomó en aquel tiempo. Es probable que Rotondo
no recuerde su nombre, aunque probablemente sí la circunstancia del registro.
Gajes del oficio.
(Para ver más material sobre el trabajo de Eduardo Rotondo
en Malvinas, consultar el instagram Malvinas_by_eduardo_rotondo)
Fuente: https://www.infobae.com
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