A las 0.4.42 horas de ese sábado de hace 36 años
los británicos lanzaron 21 bombas de mil libras sobre el aeropuerto de Puerto
Argentino. Fue el primer episodio bélico de una guerra que concluyó el 14 de
junio y que dejó 649 caídos argentinos y 255 británicos. Por qué Galtieri se
creyó "el Julio César de las pampas"
Por Martín Balza
El conflicto duró 74 días
Ese día, los británicos ejecutaron una completa y
costosa operación de bombardeo contra Puerto Argentino. El avión Vulcan XM607,
perteneciente al Escuadrón 101 de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF), había
recorrido los 5600 km que separan la isla Ascensión de las Malvinas en 15 horas,
fue reabastecido en vuelo 17 veces, y a
las 04.42 horas lanzó sobre la península del aeropuerto 21 bombas de mil libras
cada una.
Las bombas hicieron estragos en el terreno y en las
instalaciones, pero la pista quedó operativa durante todo el conflicto. Esa
operación fue la más importante realizada después de la Segunda Guerra Mundial.
En la guerra murieron 649 argentinos, 255 soldados
británicos y 3 civiles isleños
Al amanecer y sobre nuestras posiciones al sur de
Puerto Argentino se repitió otro ataque británico. En esa oportunidad
utilizaron cinco cazabombarderos Sea Harrier que operaron desde dos
portaviones. Emplearon cañones, misiles y bombas de 250 libras. El fuego
antiaéreo propio derribó a tres de ellos. Horas más tarde se produjeron
acciones en las que intervinieron aviones Mirage propios.
El adversario también ejecutó acciones similares
menores en el sector de Darwin-Pradera del Ganso. En horas de la noche del
mismo día, nuestra posición del sector de Puerto Argentino fue sometida a un
intenso fuego naval.
El bombardeo sobre Puerto Argentino
Se materializó así el cerco aéreo y marítimo. Fue
uno de los dos días más largo del conflicto, del bautismo de fuego de la
artillería antiaérea del Ejército y de la Fuerza Aérea Argentina.
Malvinas fue una pequeña gran guerra y la primera
de la era misilística. La recuperación de las irredentas islas,
incuestionablemente argentinas, el 2 de abril, mediante la Operación Rosario,
pudo haberse explotado acatando la resolución 502 del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas del día siguiente, el 3 de abril, que disponía el retiro de
las fuerzas militares, que se podrían remplazar por reducidos efectivos de
nuestras fuerzas de seguridad. No era una decisión totalmente negativa, ya que
se había logrado llamar la atención internacional y podía haberse negociado
tratando de optimizar réditos.
El general Balza
Al continuar con la ocupación se nos consideraría
agresores, como en realidad sucedió. Del touch and go, es decir, ocupar para
negociar, se pasó al "me quedo y vamos a la guerra", sustancial
diferencia y máxima insensatez al descartar lo posible buscando lo
inalcanzable.
La inepta conducción política y diplomática ignoró
que la planificación de un conflicto no puede hacerse de un día para otro.
Tampoco, que el mejor momento de negociar es aquel en que los adversarios
todavía creen en una situación no definida. De haber procedido de acuerdo con
lo señalado, difícilmente el Reino Unido hubiera contado con un importante
apoyo internacional y logrado movilizar la fuerza expedicionaria más importante
desde la Segunda Guerra Mundial, contó con 28 mil hombres, más de cien buques y
algunos submarinos nucleares.
Hasta ese momento, habíamos exhibido
profesionalidad y eficiencia, sin derramamiento de sangre británica, pero, como
dice el Talmud, "la ambición destruye a su poseedor".
2 de abril de 1982: a través de la Operación
Rosario se recuperaban las islas
El intento de recuperar las islas por la fuerza
constituyó el más notable error de apreciación política y militar. Se atribuyó
al Almirante Jorge Anaya el haber sido quien concibió la absurda aventura. Para
ello contó con la aquiescencia del General Leopoldo Galtieri, del Brigadier
Basilio Lami Dozo, del canciller Nicanor Costa Méndez y de un séquito de
incapaces aduladores, con las excepciones del caso.
La apropiación de una causa justa, sentidamente
nacional y de antigua raigambre como lo es Malvinas buscaba galvanizar a la
ciudadanía en torno a ella y perpetuar así la dictadura, que se despeñaba
inexorablemente. Solo la inepcia y el desequilibrio de la cúpula castrense
podían apreciar tan equivocadamente el devenir de los hechos.
Galtieri en su visita a las islas durante el
conflicto
Se tenía la capacidad para recuperar las islas,
defendidas por un pequeño destacamento de infantes de Marina británicos del
orden de cien hombres y un grupo de voluntarios isleños dotados de armamento
liviano, pero se carecía de capacidad para mantenerlas ante la previsible
reacción de un miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), potencia nuclear de segundo orden y aliado privilegiado de los Estados
Unidos.
Nosotros, los argentinos, estábamos alejados del
profesionalismo desde 1955, soportábamos una grave crisis socioeconómica y
política, y el gobierno nacional era sometido a durísimas críticas por parte de
los principales países del mundo por violación a los derechos humanos.
Galtieri impartía órdenes desde el continente;
órdenes reñidas con la más elemental concepción estratégica y táctica
Galtieri, quien se creyó "el Julio César de las
pampas", impartía órdenes desde el continente; órdenes reñidas con la más
elemental concepción estratégica y táctica, órdenes que fueron aceptadas por el
General Mario B. Menéndez, quien durante todas las operaciones ni siquiera se
comportó como un actor de reparto. De esa manera se constituyó en Puerto
Argentino una débil defensa perimétrica (50 km), sin profundidad, carente de
una mínima movilidad, sin reservas ni contrataques planificados y
anárquicamente conducida.
Además, se desbalanceó el apoyo logístico, la
operatividad de las unidades y la moral de la tropa. Una de esas órdenes impuso
una notoria dispersión de esfuerzos: de los nueve regimientos de infantería
(RI), solo cuatro participaron en los combates en forma efectiva (RI 4, RI 7,
RI 12 y el Batallón de Infantería de Marina 5), parcialmente dos (RI 6 y RI
25), y no participaron en las acciones tres de ellos (RI 3, RI 5 y RI 8).
La inteligencia estratégica, nacional y militar,
brilló por su ausencia, y la contrainteligencia, que es la acción que consiste
en negar información al adversario, fue desatendida.
La rendición de Mario Benjamín Menéndez ante el
oficial británico Jeremy Moore
En cuanto al Estado Mayor Conjunto, evidenció,
tanto antes de las operaciones como durante ellas, ser un organismo burocrático
e inoperante. Los Generales Menéndez y Oscar Jofré, influenciados por un
erróneo asesoramiento naval, no le asignaron real importancia a la estratégica
zona de San Carlos para que los británicos conformaran una "cabeza de
playa", a pesar de que un isleño había alertado que era el sitio más
adecuado para el desembarco, que se produjo el 21 de mayo.
El conflicto tuvo dos fases: la primera,
predominantemente aeronaval, entre el 1º y el 20 de mayo; y la segunda,
predominantemente terrestre, entre el 21 de mayo y el 14 de junio. Durante la
fase aeronaval, nuestras fuerzas en tierra fueron sometidas a un desgaste
psicofísico en las húmedas y frías trincheras, esperando el desembarco
británico. La fase terrestre la iniciamos conscientes de nuestras propias
limitaciones, de haber cedido totalmente la iniciativa al enemigo y de la
imposibilidad de recibir apoyo del continente.
Los heroicos pilotos argentinos y la HMS Antelope
en el momento de la explosión de la bomba de 454 kilos.
Nuestro poder de combate fue eliminado por partes:
primero, nuestra flota de superficie, que se auto marginó del conflicto sin
siquiera intentar disputar el espacio marítimo; segundo, la Fuerza Aérea y la
Aviación Naval, debido a las importantes pérdidas sufridas, a pesar de los
reconocidos éxitos iniciales y la excelente profesionalidad evidenciada; por
último, los efectivos terrestres del Ejército y de la Infantería de Marina,
cuando el estrangulamiento terrestre cerró definitivamente el previsible cerco
total que condujo a la inevitable rendición.
Una distorsionada expresión del ser nacional,
exitista y derrotista por antonomasia, no rescató inicialmente en su justa
medida el comportamiento de quienes pelearon por un sentimiento, pero sí lo
hicieron los británicos.
“Es importante señalar que hubo unidades que fueron
conducidas con eficiencia, valor y decisión”, señaló el crítico informe
Rattenbach
Además, el conocido informe Rattenbach expresa:
"Es importante señalar que hubo unidades que fueron conducidas con
eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la espera, en el combate o
en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado. Tal el caso, por ejemplo, de
la Fuerza Aérea Sur, la Aviación Naval, los medios aéreos de las tres fuerzas
destacados en las islas, el Comando Aéreo de Transporte; la Artillería de
Ejército (Grupos de Artillería 3 y 4) y de la Infantería Marina; la Artillería
Antiaérea de las tres Fuerzas Armadas, correcta y eficazmente integradas, al
igual que el Batallón de Infantería de Marina 5, el Escuadrón de Caballería
Blindada 10, las Compañías de Comandos 601 y 602 y el Regimiento de Infantería
25. Como ha ocurrido siempre en las circunstancias críticas, el comportamiento
de las tropas en combate fue función directa de la calidad de sus mandos".
Fin de la guerra: 14 de junio de 1982, luego de 74
días de conflicto
La República Argentina jamás recurrirá nuevamente a
la violencia y mucho menos a su extrema expresión: la guerra. Esta constituye
uno de los actos más trágicos en la vida de los pueblos y, por desgracia,
también una de las más frecuentes maneras en que se han intentado resolver las
disputas en la historia. Es el diálogo, el respeto y la vocación por la paz lo
que debe ser depositado en el corazón de los seres humanos.
Todos los muertos de Malvinas, argentinos y
británicos, siguen viviendo no solo en la turba isleña y en el mar austral,
sino también donde la verdadera humanidad mantiene su alto valor.
Fuente: https://www.infobae.com
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