Por Rubén DURÁN
Historia del silencioso trabajo que realizó un
grupo de hombres, a bordo de un viejo avión de exploración desarmado, que
localizó y guió un histórico ataque
Mucho se ha hablado y escrito sobre el ataque de la
Aviación Naval contra el destructor HMS Sheffield, el 04 de mayo de 1982. Se ha
puesto énfasis en la efectividad de los aviones Súper Etendard y sus misiles
Exocet y del profesionalismo de sus pilotos. Pero poco se dice del silencioso
trabajo que realizó un grupo de hombres, a bordo de un viejo avión de
exploración desarmado, que localizó y guio aquél histórico ataque. Esta es su
historia.
Después del inicio de las hostilidades del 1 de
mayo de 1982, las cosas habían tomado un cariz angustiante para la Armada
Argentina: El 2 de mayo el crucero ARA General Belgrano había sido torpedeado y
hundido por el submarino HMS Conqueror, el aviso ARA Alférez Sobral había sido
atacado con misiles por helicópteros enemigos y se desconocía su paradero, la
Flota de Mar, con el portaviones ARA 25 de Mayo a la cabeza, no había logrado
montar el ataque programado en contra de la escuadra británica y recibió
órdenes de dirigirse a aguas seguras por el peligro de los submarinos nucleares
enemigos.
La única carta que por el momento le quedaba a la
Armada era la 2ª Escuadrilla de Caza y Ataque con sus novísimos Súper Etendard,
armados con misiles Exocet. Los primeros cinco aviones habían llegado a la
Argentina en noviembre de 1981, y desde esa fecha comenzó el programa de
asimilación de dicho sistema de armas, que preveía la llegada en abril de 1982
de técnicos franceses que debían realizar la puesta a punto del sistema de
disparo del misil. A raíz del desembarco argentino en Malvinas, los expertos
franceses suspendieron el viaje y los integrantes de la Escuadrilla se vieron
obligados a desarrollar técnicas propias para dejar a los Súper Etendard
plenamente operativos, lo que demandó un gran despliegue de imaginación y
trabajo, que rendiría sus frutos en mayo de ese año.
Pero, para alcanzar su objetivo, los pilotos de los
Súper Etendard debían ser guiados hasta las proximidades del mismo por un avión
explorador, quien debía transmitirles información actualizada de la ubicación
de los barcos enemigos que debían atacar.
Exploradores de la Armada
Cuando comenzó el conflicto de Malvinas, la Armada
contaba con la Escuadrilla Aeronaval de Exploración, conformada por sólo dos
veteranos aviones Lockheed Neptune que permanecían en servicio gracias al
enorme trabajo del personal de mantenimiento de la escuadrilla. Estos aparatos
comenzaron a operar en la zona de conflicto a fines de marzo de 1982,
participando en hechos de importancia histórica, como el hallazgo de los
sobrevivientes del ARA General Belgrano, que permitió realizar una de las
operaciones de rescate de náufragos más importantes de la historia de las
guerras modernas.
Estas aeronaves, cuyo diseño databa de fines de la
Segunda Guerra Mundial, también recibieron la peligrosa misión de efectuar
vuelos de exploración antibuque en la zona de Malvinas, para informar a los
aviones de la Fuerza Aérea Argentina si el camino hacia las islas estaba
despejado o no de amenazas.
Así fue como en la noche del 3 de mayo de 1982, el
entonces Capitán de Corbeta Ernesto Proni Leston recibió la orden de realizar
un vuelo de exploración, por lo que en la madrugada del día siguiente despegó a
bordo del Neptune matrícula 2-P-112, lo acompañaban diez tripulantes más:
Capitán de Corbeta Sepetich (copiloto), Teniente de Fragata Pernuzzi (operador
radar), Teniente de Fragata Gatti (navegante), Teniente de Corbeta Meneses, y
los Suboficiales Heredia, Sosa, Del Negro, Saavedra, Yerba y Fernández..
Con un cielo poblado de nubes bajas, el solitario
avión inició su tarea. La misma consistía en volar a escasa altura del mar, para
evitar ser detectado, al llegar a un determinado punto, Proni Leston aceleró
motores y elevó el avión hasta llegar a cerca de los 900 metros de altitud. En
ese momento se activó el radar por unos segundos y luego el avión regresó a la
relativa seguridad del vuelo bajo.
Así estuvo operando por casi una hora y media,
cuando Pernuzzi le comunicó que los cristales del radar se habían quemado.
Proni Leston le ordenó que los cambie, ya que con los cristales rotos la
pantalla de radar se torna difusa y no es posible identificar correctamente los
blancos. A las 7:50 de ese 04 de mayo volvió a elevarse por encima de las
nubes. Esta vez, el radar reparado localizó un objetivo de porte mediano que
emitía señales de contramedidas típicas de un buque de guerra, por lo que
comunicaron de inmediato la novedad al continente.
El Neptune continuó acechando al blanco, esperando
nuevas instrucciones del comando, y a las 8:45 Proni Leston volvió a elevarse,
detectando en esta oportunidad a tres barcos enemigos ¡A sólo 96 km. de
distancia! Es decir, dentro el alcance de las patrullas aéreas de combate de
los Harrier.
Conciente del peligro, Proni Leston volvió a
descender a toda velocidad y se alejó a una distancia prudencial, pero siempre
vigilando a su presa. Después de las 9:00 se produjo otro inconveniente: se
volvieron a quemar los cristales del radar y no quedaban más repuestos.
El último esfuerzo
El piloto avisó a sus superiores de la novedad y
éstos le ordenaron utilizar una vez más el equipo, a pesar de estar averiado. A
las 10:30. Proni Leston cumplió con la orden, pero esta vez, en lugar de
ascender hasta los 900 metros habituales, decidió superar la barrera de los mil
metros, con la intención de lograr una mejor detección con el radar
parcialmente fuera de servicio.
La arriesgada maniobra rindió sus frutos, ya que
permitió localizar correctamente a los tres barcos enemigos.
Ya habían cumplido. Pocos minutos después, Proni
Leston se comunicó con los dos Super Etendard que ya estaban en camino y les
transmitió la valiosa información. A las 11:40 de ese día, un Exocet disparado
por la 2ª Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque impactó en el destructor Clase
42 HMS Sheffield, gracias al heroico trabajo realizado por los tripulantes del
Neptune.
Este fue el último combate de tan noble avión, ya
que al desgaste producido por el paso de los años se sumaron las duras
condiciones climáticas que debió enfrentar. Por ese motivo, los dos Neptune
dejaron de volar operativamente entre junio y julio de 1982. Sus fuselajes permanecieron
al aire libre y expuestos al deterioro, pero gracias al esfuerzo de un grupo de
hombres de la Armada, el 2-P-112 de Proni Leston fue reconstruido y actualmente
se encuentra en exhibición en el Museo de la Aviación Naval, en la Base
Comandante Espora, como tributo a aquellos hombres que no dudaron en enfrentar
al peligro para cumplir con su compromiso con su Patria.
Lamentablemente, el destino fue menos benéfico con
Proni Leston. Si bien fue condecorado por su valiente actuación, una vez
retirado como Capitán de Fragata de la Armada debió trabajar como remisero,
porque la jubilación no le alcanzaba para mantener su hogar.
Trabajando en un remis, precisamente, fue asaltado
y sufrió una herida de arma de fuego. Una vez recuperado, siguió viviendo con
bajo perfil, hasta que el día 16 de septiembre de 2007 su alma emprendió un
último vuelo hacia la eternidad. La noticia de su muerte pasó desapercibida
para la mayoría de los medios nacionales (privados y estatales), al parecer más
interesados en el fallecimiento del comandante inglés Jeremy Moore, ocurrido un
día antes.
Fuente: https://www.elintransigente.com
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