Por Enrique A Fortini (*)
Eran
las ocho de la mañana del 5 de mayo de 1982, el lugar, la sala de “pilotos
listos” de nuestro portaaviones en navegación por el Atlántico Sur; ultimábamos
los detalles para volar otra de las tantas misiones antisubmarinas que se
realizaban permanentemente desde a bordo para la defensa de nuestra Flota de
Mar.
Observé
las miradas entusiastas, animosas, de nuestros circunstanciales asesores,
aquellos que debían decirnos algo y las de aquellos otros que con respeto y en
silencio también aportaban con su presencia; éste era un gesto que me ligaba a
mis afectos. Así quedamos habilitados para subir a la “cubierta de vuelo”
especulando sobre las probabilidades que teníamos de convertir esta misión en
una cacería exitosa, cazar al cazador por excelencia de los mares, el
submarino, aquello del cazador cazado.
Qué
emoción sentimos los marinos antisubmarinos ante la posibilidad de frustrarles
dramáticamente la elaborada maniobra a los submarinistas, cuya característica
es que ejercen la iniciativa en silencio, con sorpresa. Qué premio a la
constancia, a la persistencia, a los esfuerzos de tantos otros marinos que
trabajaron persuadidos de la necesidad de desarrollar esta capacidad, la
capacidad aeronaval anti-submarina embarcada, diurna y nocturna. Ésta (conocida
por nuestros primeros aviadores navales, argentinos que hace tiempo en el
frente europeo acompañaron a las fuerzas aeronavales de los EEUU durante la
Primera Guerra Mundial) constituye un verdadero lance entre el avión y el
submarino, donde el aviador naval, ante todo conocedor del mar y de la
actividad en un submarino, intenta pensar o suponer cómo el táctico
submarinista está planificando su ataque; es evidente que nosotros nos
desarrollamos profesionalmente conscientes de la gran responsabilidad que
asumimos en cada vuelo tendiente a evitar el ataque submarino; certero y letal
para las unidades navales, es evidente también que el convivir a bordo hora
tras hora, día tras día, nos convierte a todos los integrantes de la
escuadrilla en un apéndice adecuadamente motivado y fiel representante de las
necesidades por todos compartidas.
Mientras
tanto y como era mi costumbre, repasaba mentalmente las sensaciones vividas en
mi anterior catapultaje, en la última misión que habíamos realizado la tarde
del 2 de mayo, cuando acompañado por el Teniente de Navío Rafael “Yeti”
Sgueglia y los Suboficiales Lencina y Paulinkas volamos el Tracker 2-AS-26. Esa
misión nos brindó la satisfacción del deber cumplido en otra disciplina, la
exploración antisuperficie, al poder confirmarle a nuestro Comandante, el Sr.
Contraalmirante Walter Allara, embarcado con su Estado Mayor en el buque
insignia, la posición del grupo del portaaviones inglés al que le presentamos
batalla aquel inolvidable 1º de mayo. Ésta fue la última detección de la flota
inglesa portaaviones vs. portaaviones, y la obtuvimos por sucesivas MAE
(Medidas de Apoyo Electrónicas).
Consistía
el procedimiento elegido en medir con un analizador de espectro de laboratorio
las intensidades de las señales radioeléctricas que emitían los radares control
aire de los ingleses. Estos radares pertenecían a los destructores de la clase
42, HMS Sheffield, HMS Coventry, Glasgow, Exeter… etc., buques escoltas para la
defensa aérea de los grupos de portaaviones.
Volábamos
hasta igualar la intensidad de las señales de los radares ingleses a la
intensidad de los radares propios, pertenecientes a nuestros destructores ARA
Hércules y/o ARA Santísima Trinidad de la misma clase, y así conociendo la
distancia a los nuestros lográbamos deducir la distancia a ellos siempre a
igual intensidad de señal.
Por
supuesto que estábamos siendo controlados positivamente por nuestra fuerza y
lógicamente, supongo, también identificados por la fuerza enemiga. Recordaba
que en ese vuelo alcanzamos a visualizar por última vez a nuestro buque de
búsqueda y salvamento el aviso ARA Alférez Sobral, que mantenía una navegación
estable con rumbo Este. Evoco lo fácil que nos fue reconocerlo por su color
gris naval y su pequeña silueta de remolcador oceánico, muy familiar en nuestra
Armada por las múltiples tareas y servicios indispensables que siempre han
realizado en pos de asegurar nuestra soberanía; ellos han dejado su recuerdo
imborrable en la extensa y poco conocida historia naval argentina.
Personalmente
no sabía de qué buque se trataba y tampoco que su Segundo Comandante era mi ex
compañero y amigo el Teniente de Navío Sergio Bazán. Por otra parte, estoy
convencido que el Grupo de Tareas inglés no aceptó el combate que le
presentamos aquel 1º de mayo pues no iban a comprometerse en una batalla
aeronaval y naval que resultara tal vez definitoria. No correrían el riesgo de
enfrentar a las fuerzas más importantes del enemigo, consecuentemente
continuaron con el cumplimiento del objetivo planificado que no era
precisamente el de confrontarse contra una fuerza de portaaviones por primera
vez en la historia desde la guerra del Pacífico, optando por maniobrar (la
maniobra es una verdadera arma en el mar) aumentando la distancia y
protegiéndose por sus submarinos nucleares, interponiéndolos entre ellos y
nosotros gracias a su velocidad y a la información satelital diurna y nocturna
que asumíamos que ya les proporcionaban los EEUU; todos sabíamos que nuestra
oportunidad era efectivizar un ataque aeronaval mientras nos encontráramos en
distancia para ello. Pero también en esta oportunidad, al detectarnos próximos,
era lógico asumir una posible incursión de nuestras fuerzas de igual manera que
lo habían hecho el 1º de mayo, y nosotros estábamos desapareciendo de sus
pantallas radar justo en el área donde navegaba el ARA Alférez Sobral, cuya
misión era ir al rescate de náufragos, en este caso dos pilotos de la Fuerza
Aérea eyectados y perdidos el día anterior, sin saber que esa noche serían
detectados por un helicóptero Sea King británico en función de explorador
antisuperficie y posteriormente atacados por dos helicópteros Sea Linx
misilísticos. Y así, cumpliendo con el alistamiento de nuestro Tracker y casi
sin darnos cuenta, le informábamos al “jefe de cubierta de vuelo” que estábamos
listos para ser catapultados iniciando la misión que sustancia estas líneas.
Tripulaciones
intervinientes
A
las 07:05 hs fue catapultado el avión antisubmarino de exploración y de
búsqueda y rescate, Tracker S2E, 2-AS-23. Estos aviones, fabricados por la
empresa Grumman de los EEUU en la década del cincuenta constituyeron nuestro
pilar antisubmarino embarcado y también el embrión de los principales estudios,
desarrollos y experiencias que la Aviación Naval requiere sobre todos los
aspectos técnico-científicos propios de las características del mar que hacen a
la guerra antisubmarina. Primero fueron los Tracker modelo S2A incorporados al
portaaviones ARA Independencia en 1962 y luego al ARA 25 de mayo en 1970, y que
fueron reemplazados por los más modernos S2E en 1978. Actualmente la
Escuadrilla cuenta con estos mismos aviones S2E modificados en nuestros
talleres a la versión S2T (Turbotracker); son tripulados por piloto,
copiloto/oficial control de operaciones y por dos operadores de sensores
correspondientes a los puestos Nº 3 y Nº 4.
La
tripulación del 2-AS-23 estaba integrada por mi compañero y amigo el Teniente
de Navío Carlos “Charlie” Cal, comandante ASM (antisubmarino), tricenturión
(haber efectuado más de trescientos enganches a bordo) y señalero (aviador
naval que guía los aviones para los enganches a bordo), su copiloto era el
Guardiamarina Gustavo “Gachi” Ferrari, el piloto más joven de la escuadrilla,
el Suboficial Rodolfo Lencina y el Cabo Segundo Enzo Panaritti. Estaba
configurado en versión explorador y tenía la misión de buscar al aviso ARA
Alférez Sobral. Pero a las 07:43 hs, visualiza y detecta un contacto chico en
latitud 44º20’(S) y longitud 64º40’ (W) y al dirigirse a investigarlo,
“Charlie” alcanza a visualizar la estela del periscopio de un submarino yendo a
inmersión con rumbo norte, a quien ataca lanzando un torpedo antisubmarino y se
mantiene vigilante a la espera de la directiva de nuestro control, el
portaaviones, quien le ordena continuar con la búsqueda del Sobral. Éste fue
ubicado más tarde sobrevolado por un helicóptero de la Fuerza Aérea y navegando
precariamente en procura del Puerto de Río Deseado con severas bajas y muy
averiado.
A
las 08:05 en respuesta a la detección del submarino realizada por “Charlie”,
ordenan despegar al helicóptero antisubmarino de guardia, un SH-3 Sea King
provisto con sonar ASQ-13A diseñado para operaciones activas, el 2-H-231,
tripulado por los tocayos Iglesias, Osvaldo y Guillermo, “Tarzán” y “Oaki”,
ambos Tenientes de Navío y comandantes antisubmarinos experimentados. Como
operadores de sus sensores van el Teniente de Fragata García y los Suboficiales
Ponce y Ramos.
El
helicóptero estaba configurado en versión ASM (antisubmarina) y su misión fue
destacarse para realizar todas las operaciones aéreas navales necesarias
tendientes a la reobtención del contacto submarino del Tracker 2-AS-23. A las
08:47 hs despega otro helicóptero Sea King, con similar configuración, para
completar la sección (unidad operativa básica) esta vez el 2-H-232, tripulado
por el Capitán Norberto “Rufo” Barro, Comandante de la Escuadrilla, con el
Teniente Antonio Urbano y lo hacen con la orden de apoyar las acciones del
2-H-231. Y a las 08:48 hs lo hacemos nosotros con el avión Tracker 2-AS-24,
esta vez con el Teniente de Navío Carlos “Chingolo” Ferrer, también comandante
antisubmarino como yo y un querido amigo, los Suboficiales Raimondo y Cufre
como operadores 3 y 4, y fuimos enviados para continuar la explotación del
contacto obtenido por el avión de “Charlie”, por supuesto, configurados en
versión ASM (antisubmarina).
Principales
sucesos de la operación antisubmarina
El
helicóptero 2-H-231, de “Tarzán”, inicia su táctica antisubmarina acústica
pasiva, desarrollada al efecto por la unidad a fin de avenirse a los
requerimientos operativos impuestos para el Grupo de Tareas, arriando su sonar
y efectuando los sucesivos saltos imprescindibles para cubrir el área elegida;
estos tripulantes, dando una sobrada demostración de capacidad profesional
operando en sección reactualizan con tácticas, procedimientos y planes aéreos
en pasivo la posición del blanco llamado el “punto dato” a 09:10 hs,
permitiendo así la prosecución de las acciones con todos los medios en la zona,
dos helicópteros y un avión en latitud 44º27’(S) y longitud 64º19’(W).
El
helicóptero 2-H-232 de “Rufo” se debe mantener en apoyo de las operaciones al
presentársele inconvenientes con su sonar, pero manteniendo listos sus
torpedos, cuestión que retiene en su posición al 2-H-231 y revaloriza la
función del 2-AS-24; nosotros nos incorporamos sembrando 3 sonoboyas en una
trayectoria Alfa, obtenemos rumor hidrofónico de una hélice en las tres
sonoboyas lanzadas (estas sonoboyas tienen una línea sonar compuesta de 8
hidrófonos que transmiten a la aeronave todos los sonidos que captan del océano
a diferentes profundidades a través de emisiones de baja potencia) y luego
logramos, guiados por el helicóptero de “Tarzán” y “Oaki”, 9 contactos MAD
(sigla en inglés correspondiente a Detector de Anomalías Magnéticas), que
calificamos como de “no submarino” y que nos dibujan una derrota coherente con
rumbo sur/sureste. Este instrumento, el MAD, se compensa en función a las
líneas de fuerzas magnéticas terrestres y está diseñado para detectar cualquier
alteración que a estas líneas produce algún otro elemento metálico, que no
necesariamente pertenece a un submarino, ya que pueden ser los restos de un
naufragio, una boya perdida, etc.
Estas
señales magnéticas tienden a ser reducidas artificialmente por el hombre
mediante las compensaciones Degaussing (tendientes a anular los efectos de los
componentes magnéticos) a que son sometidas todas las naves en general y
particularmente las de guerra; esto resulta una característica fundamental en
los submarinos que se denomina su “firma magnética” que, como la huella
digital, es original e identificatoria, ¿cómo sería en 1982 la “firma magnética”
de un submarino clase Oberón considerando que uno de ellos, el HMS Onyx es el
primero en la historia de las construcciones submarinas cuya cubierta y partes
son de fibra de vidrio y aleaciones de plástico? Cada señal MAD va acompañada
por el lanzamiento de una marca de humo que dibuja sucesivos puntos, una línea
sobre el mar, que es la que está navegando ese elemento submarino en inmersión
(como se visualiza en la obra del pintor aeronáutico Carlos A. García).
Es
entonces que llegamos de esta manera a cumplir con los criterios de ataque que
establece la doctrina; estos criterios son necesarios y obligatorios para
habilitar el lanzamiento de las armas. “Chingolo” abre nuestro bombay y
programa un torpedo buscador, MK 44 SW, MOD 1 que lanzamos a las 10:06 en
latitud 44º33’ (S) y longitud 64º16’ (W).
Estos
torpedos, fabricados por los EEUU, poseen una “cabeza inteligente” (llamadas
así porque tenían la posibilidad, en forma autónoma, de ubicar y perseguir un
blanco) que emite con su propio sonar y se auto-guían en búsqueda del blanco.
Nosotros desde la aeronave verificamos que el torpedo efectúe una correcta
entrada al agua, visualizamos su paracaídas de frenado que queda flotando sobre
la superficie del mar, escuchamos sus revoluciones de la hélice y su pin o
emisión sonar, esto nos dice que ya el torpedo ha iniciado su trayectoria de
búsqueda (una espiral descendente) y más tarde escuchamos la duplicación de
este pin sonar junto al aumento en sus revoluciones de hélice. Todo esto
significa que su sistema de guiado ya ha ubicado al blanco sumergido y que se
dirige al mismo. Así esperamos segundo tras segundo la explosión del torpedo
contra el submarino…, pero nada, no sucede lo que ansiosamente esperábamos y
deseábamos; nos sentimos frustrados, no hay ninguna explosión, el torpedo
falló, no obstante, sí se manifestó un cambio notable de las condiciones del
ruido imperantes en el mar hasta el momento.
Por
un lado, el fin del rumor hidrofónico, de las revoluciones de hélice y las
cavitaciones en el sonar del helicóptero y en las tres sonoboyas lanzadas y
monitoreadas por nosotros, y por el otro, el fin simultáneo de todas las
señales del funcionamiento del torpedo en su corrida hacia un blanco (pin sonar
duplicado y revoluciones de hélice); acá, simplemente, los que navegaban por
debajo de la superficie tanto el submarino como el torpedo, dejaron de hacerlo,
entonces… ¿qué pudo haber sucedido? La conclusión lógica e hipotética es que el
submarino al reconocerse detectado y atacado haya efectuado una maniobra
evasiva de emergencia, cambiando su trayectoria, por lo general punta abajo
para intentar evitar el torpedo, pudiendo haber colisionado contra el fondo
dada la poca profundidad en la zona y deteniendo su hélice, o también pudo haber
sucedido que el torpedo impactara contra el casco del submarino, pero sin
detonar su carga explosiva. Sin novedad por nuestra parte damos por finalizadas
las operaciones antisubmarinas y ordenamos el regreso a bordo por autonomía
(escaso combustible remanente en las aeronaves).
Conscientes
que nuestra flota ya evitó la zona del peligro y que ahora debemos protegerla
de una nueva área hacia donde se dirigirá. Así le actualizamos rumbo y
distancia a los helicópteros que inician su regreso al buque. Son más de las
11:00 hs cuando nos recibe la voz del Teniente de Fragata Frogone, nuestro
controlador a bordo, y pasamos a concentrarnos en la maniobra del enganche,
tema que en toda ocasión fascina y exige al aviador naval.
Cronología
de los sucesos antisubmarinos
- 07:43 Visualización y eco en el radar de un chico desapareciendo (2-AS-23).
- 07:45 Visualización de una estela de submarino, determinación del punto dato y lanzamiento de un torpedo buscador antisubmarino, no verificado, (2-AS-23).
- 09:10 Reactualización del punto dato (2-H-231 y 2-H-232).
- 09:15 a 10:00 Rumor hidrofónico, revoluciones de hélices y cavitaciones, 9 contactos MAD “no sub” (2-AS-24, 2-H-231 y 2-H-232).
- 10:00 a 10:05 Traqueo coherente y VEC TAC (2-H- 231 y 2-AS-24).
- 10:06 Lanzamiento de un torpedo buscador, verificado (duplica su emisión sonar y aumenta su velocidad sin explotar), 2-AS- 24. Cese de todos los sonidos subaquos posteriores al ataque (2-AS-24 y 2-H-231).
Síntesis
de las conclusiones alcanzadas
En
el lapso de 2hs 23m, tres elementos aéreos antisubmarinos embarcados, el
2-AS-23 Tte. Cal, el 2-H-231 Tte. Iglesias y el 2-AS-24 Tte. Fortini, logran
alcanzar en dos oportunidades criterios para el lanzamiento de armas
antisubmarinas. Estos criterios se definen por POSSUB Confianza 2 y POSSUB
Confianza 3.
El
funcionamiento de los torpedos con cabezas de combate no fue probado en el país
por no poseer polígono submarino. Sí fueron probados reiteradamente con cabezas
de ejercicio (es decir probados sus sistemas de guiado, pero sin explosivos
contra blancos reales) siendo su funcionamiento normal y siempre controlado por
el Taller de Armas Antisubmarinas de la Base Naval de Puerto Belgrano.
Los
pilotos y operadores de sensores participantes eran idóneos y experimentados ya
que, aproximadamente durante los últimos 10 años, se mantuvieron políticas
institucionales de continuidad en el adiestramiento que convergieron en la
formación de tripulantes muy experimentados y en un desarrollo importante de
flexibilidad y confianza mutua en las operaciones entre diferentes medios,
coincidiendo todos en la creencia de la existencia de un elemento submarino.
Las
condiciones oceanográficas generales del área de operaciones eran favorables.
El fondo del lecho marino era liso y de arena fina.
En
el posvuelo realizado a bordo del portaaviones el mismo 5 de mayo durante el
crepúsculo vespertino con todas las tripulaciones participantes (4 de Sea King
y 2 de Tracker) con los respectivos informes, estuvieron presentes todos los
niveles jerárquicos del
buque y los correspondientes del Grupo Aeronaval Embarcado (GAE), y también
oficiales submarinistas convocados al efecto, el Capitán de Fragata Ricardo
Aumann, 2º Comandante del Portaaviones, y el Capitán de Corbeta Daniel Geraci, oficial
submarinista adjunto al Estado Mayor del Comandante de la Flota de Mar,
ratificando que se clasificaban los contactos obtenidos como POSSUB (posible
submarino), Confianza 2 y 3.
Significado
POSSUB
(posible submarino): significa que por la evidencia existente se cree
efectivamente en la existencia de un elemento submarino, pero no se puede
descartar que no lo sea.
Los
grados de confianza van del 1 a 4 (siendo el 4 el más alto).
Gallegos
con un Embraer 111 “Patrulha” el 2-P-201, aeronave diseñada para el control del
tránsito marítimo alquilada a Brasil, volando en misión de exploración a las
Islas Malvinas, nuestro experimentado operador radar el Guardiamarina en
Comisión Héctor M. Carrizo me alerta de un blanco chico al frente de nuestra
posición, casi a 50 millas náuticas al Este de la ciudad de Río Gallegos, y
observo para mi sorpresa y por instantes la típica silueta del periscopio que
tantas veces vi en nuestro adiestramiento antisubmarino. Lamentablemente esta
aeronave no poseía armas, pero sí estoy seguro que el submarino nos avistó y
que tuvo que actuar en consecuencia para evadir su detección; por nuestra parte
nos elevamos e informamos de la novedad a Río Gallegos continuando con nuestra
misión de circunnavegar las Islas Malvinas hostigando a las unidades de la
flota enemiga con nuestras emisiones electromagnéticas y a veces con nuestra
detección.
Volviendo
al ataque antisubmarino del 5 de mayo, tema central de estos comentarios,
existió una versión oficial de la propaganda británica en 1982 que propalaba
que un submarino convencional inglés había colisionado seriamente contra una
piedra del archipiélago de las Islas Malvinas o de la Isla Grande de la Tierra
del Fuego (hay varias versiones posteriores), mientras intentaban desembarcar
una patrulla SBS (Special Boat Section, sección de embarcaciones especiales),
operación que no nos consta, pero sí sabemos que durante más de dos años este
submarino permaneció fuera de servicio y en reparaciones. Su nombre era HMSub
Onyx (el S-21), un submarino de ataque de la clase Oberon preparado para
operaciones de inteligencia. Una fotografía posterior al conflicto, expuesta en
una exposición restringida en el Reino Unido, lo muestra en un dique seco con
un torpedo propio atravesado en su proa y su calota (recubrimiento del casco
resistente en forma de proa) totalmente destruida. La Armada de la República
Federativa del Brasil experimentó un accidente similar al supuesto (embestir el
fondo) con un submarino de la misma clase y procedencia.
La
comparación de ambas fotografías resulta llamativamente similar. Es extraño
también que los británicos de motu proprio, sin ninguna necesidad, por propia
iniciativa, publiciten una grave impericia en una de sus embarcaciones como es
su colisión, alegando como dato menor y sin importancia que fue contra una roca
por haber utilizado cartografía relevada por el Capitán James Cook, casi 200
años atrás, que le significó dos años de inactividad e importantes erogaciones,
sin tener una segunda intención, o será que a la flota antisubmarina por
excelencia de la OTAN le hayamos detectado y neutralizado un submarino, cuando
ellos no lograron neutralizar el único portaaviones que se les oponía y que,
como contraparte, tampoco nos detectaran a nuestros dos únicos submarinos: el
ARA San Luis, cerca de las Islas Malvinas y el ARA Santa Fe (Clase Guppy y
veterano de la Segunda Guerra Mundial) vulnerando el bloqueo a las islas
Georgias y cumpliendo así su misión de reforzarlas; teniendo entonces como
última solución que “enzonificar” el océano (negarle al submarino el uso de su
sonar, en base a la producción constante de ruidos, en este caso mediante el
lanzamiento indiscriminado de cargas de profundidad) para poder acercarse con
sus unidades de superficie a distancia de tiro de las Malvinas y durante las
noches, cuando no volaba nuestra aviación de ataque. Enzonificación que por
otra parte no los podía proteger de los misiles de los buques Exocet MM38
(Misiles Mar Mar mod. 38) trasladados y adaptados por la Armada para ser
lanzados exitosamente desde carretones que fueron remolcados durante las horas
vespertinas a puntos costeros estratégicamente elegidos (caso del impacto del
MM38 en el HMS Glamorgan).
Creo
entonces estar fundamentado, en parte por los comentarios descriptos, para
opinar cómo mantiene plena vigencia aquella sentencia criolla de ¡En la cancha
se ven los pingos!, y realmente no me quedó duda de esta sentencia algunos años
más tarde cuando, en enero de 1991, fui testigo presencial en Arabia Saudita y
los Emiratos Árabes Unidos, de cómo todos los operadores, argentinos, ingleses
y estadounidenses, aportábamos nuestros esfuerzos y capacidades profesionales,
pero esta vez como aliados en la guerra del Golfo Pérsico. Allí fuimos elegidos
por los norteamericanos para que, junto a los ingleses, escoltáramos y
defendiéramos a sus unidades vitales cuando navegaban hacia las costas de Irak,
en las operaciones tendientes a la liberación del Estado de Kuwait por mandato
de las Naciones Unidas.
Recién
llegados a la Base Aeronaval Comandante Espora procedentes de Río Gallegos, bien
a fines de junio de 1982, fuimos recibidos por el Comandante de Operaciones
Navales, Vicealmirante Juan José Lombardo, a quien acompañaban el Comandante de
la Aviación Naval, Contraalmirante Carlos García Boll, el Comandante de la
Fuerza Aeronaval Nº 2 y del Grupo Aeronaval Embarcado, Capitán de Navío Raúl
Rivero, y el Comandante de la Escuadra Aeronaval Nº 2, Capitán de Fragata Luis
C. Vásquez. La Escuadrilla está presidida por nuestro querido Comandante
durante la guerra, el Capitán de Corbeta Héctor Alfredo Skare.
La
Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina fue la primera unidad aérea de combate de
las Fuerzas Armadas Argentinas en operar orgánicamente en el aeropuerto de
Puerto Argentino, llamado Estación Aeronaval Malvinas. Lo realizó con una
dotación de 23 hombres a cargo de su Segundo Comandante, el Capitán de Corbeta
Julio Covarrubias, desde la operación Rosario hasta el 14 de abril. Las
acciones se complementaban entre los dos Tracker embarcados en el portaaviones
y otros dos Tracker con asiento en Puerto Argentino. Durante toda la guerra
sumó 206 misiones de combate y como Unidad de Tareas realizó 151 misiones de
combate entre el 30 de abril (fecha en que comenzó la detección de la Fuerza de
portaaviones inglesa) y el 13 de junio de 1982; 112 misiones de combate con
Tracker S2E y 39 misiones de combate con Bandeirante 111. En 17 oportunidades
(según información extraoficial inglesa) la Flota Inglesa intentó interceptar a
los Tracker, lanzando aviones Sea Harrier misilísticos; en otras tantas
oportunidades los sistemas de defensa superficie-aire de sus buques fueron
alertados para batir a los Tracker y Bandeirante, que por las características
de sus emisiones eran habitualmente detectados por MAE y por radar, pero nunca
pudieron ejecutar en tiempo los pasos necesarios para el lanzamiento de sus
misiles que sin duda hubiesen producido numerosas bajas a nuestras aeronaves.
La Escuadrilla operó como norma “bajo el lóbulo” de los radares enemigos.
Según
recuerdo, no era un procedimiento reglamentario en la Aviación Naval en ese entonces,
sino que era el producto de nuestra iniciativa, del entusiasmo de todos los
integrantes consustanciados con nuestro prioritario deseo de alcanzar los
objetivos, pero en particular del Teniente de Navío Juan José “Juanjo” Membrana
que sensible a las propuestas de los técnicos del Taller de Electrónica de
Espora concitó el interés de oficiales de las unidades de superficie, de
ingenieros y técnicos integrantes o asesores de nuestros Arsenales Navales y
Aeronavales, logrando así nuestro Comando consensuar y oficializar el uso del
analizador de espectro Techtronix, ventaja y principal figura técnica de
nuestra supervivencia y éxito.
La
UT 80.2.2 incorporó el 21 de mayo por la noche dos aviones brasileños que
fueron alquilados a la fábrica Embraer de Sao José dos Campos, los Bandeirante
111 “Patrulha” P 95, que no son aviones para la guerra sino para el Control
Marítimo en tiempo de paz para zonas tropicales, y el día siguiente, el 22 de
mayo, realizaron sus dos primeras misiones de combate con tripulaciones en
adiestramiento, Cap. Kalauz con el Tte. Fortini y el Tte. Salvador con el Cap.
Goitía. El 23 de mayo se realizó una sola misión (Cap. Kalauz y Tte. Fortini),
en ella fuimos el blanco de los cañones de un Skyhawk A-4B, cuyo piloto nos
identificó como enemigo; era el Cap. Pablo M. Carballo de la Fuerza Aérea,
quién regresaba del estrecho de San Carlos después de atacar a la fragata HMS Antelope,
él decidió no disparar y hoy somos amigos. Este modo de operar continuó hasta
la finalización del conflicto que encontró al Elemento de Tareas Bandeirante
(ET 80.2.2.2) con 4 tripulaciones completas y experimentadas.
La
UT 80.2.2 ayudó a alistar y a mantener un aeródromo de campaña una vez
desembarcada del portaaviones (el ex Comando de la Fuerza de Infantería de
Marina Nº 1, a kilómetros de la ciudad de Río Gallegos, antigua ex Estación
Aeronaval Río Gallegos), desde donde operó de día y de noche con gran riesgo,
mucho esfuerzo y sin inconvenientes hasta finales del mes de junio.
La
UT 80.2.2 no tuvo que lamentar pérdidas de personal ni de material durante el
conflicto y su bandera de guerra recibió la condecoración de la Armada
Argentina Honor al Valor en Combate, al distinguirse por destacadas participaciones
en el cumplimiento de misiones de combate. La condecoración reza: Ejecutar en
forma destacada sucesivas misiones de exploración, proveyendo importante
información, bajo condiciones meteorológicas adversas y excediendo los límites
normales operativos.
En
lo personal, siento que a quienes tuvimos el honor de defender a nuestra patria
de una agresión externa de una dimensión política, económica y militar
excepcional, desde la UT 80.2.2 (36 jefes y oficiales, 70 suboficiales
superiores y subalternos y 12 supervisores y técnicos civiles) nos ha quedado
inalterable una sensación de íntima complacencia, básicamente por el hecho de
haber confrontado en perfecta armonía y con medios tecnológicos comparativamente
precarios, pero con absoluto éxito, contra las más modernas unidades de combate
de la Flota de una potencia bélica de primer orden, que además contaba con el
apoyo irrestricto de la potencia hegemónica de occidente.
Estoy
convencido, asimismo, que el destino del crucero ARA General Belgrano (también
veterano de la Segunda Guerra Mundial) no hubiese sido el que fue de haber
contado la Nación Argentina con la cantidad de medios suficientes para sostener
la capacidad aeronaval antisubmarina embarcada diurna y nocturna en todos sus
grupos de batalla. Cito las palabras del señor Contraalmirante VGM (RE) Héctor
A. Martini, autor del libro Historia de la Aviación Naval Argentina, tomo III,
pág. 615, en donde indica que más del 50% del total del tonelaje naval perdido
por los ingleses durante la guerra (es decir hundidos por las Fuerzas
Argentinas) fue por operaciones concebidas y realizadas por la Armada. Lo cito
porque lo considero una sentencia que sintetiza, en ese logro, el sentimiento,
el deseo y el esfuerzo puestos de manifiesto en la excelente labor bélica
realizada por todos los integrantes de la UT 80.2.2 durante toda la guerra.
(*) El Capitán de Fragata Enrique A. Fortini Uzal-Deheza participó en la Guerra del
Atlántico Sur con el grado de Teniente de Navío. Es
Aviador Naval especializado en Exploración y Guerra Antisubmarina, pertenece a
la Promoción 98 de la Escuela Naval Militar. Fue
convocado para completar las tripulaciones de vuelo de la Escuadrilla Aeronaval
Antisubmarina realizando 15 misiones de combate durante la guerra. Es
Oficial de Comando y Estado Mayor (Grado y Postgrado), realizó el curso de
Estado Mayor Conjunto y ejerció el Comando de Escuadrilla Aeronaval en 1988. Es
licenciado en Sistemas Navales y Aéreos por el Instituto Universitario Naval y
Magíster en Relaciones Internacionales por la Facultad de Estudios para
Graduados de la Universidad de Belgrano. Desde
su retiro voluntario de la Armada Argentina como Capitán de Fragata en 1992
hasta el presente se dedicó al management de empresas privadas de telecomunicaciones
(siendo formado en la conducción de empresas por la Corporación Globo, en la
ciudad de San Pablo) desempeñándose en Brasil, Uruguay, Perú, Paraguay y
España, países en donde residió.
Fuente: TRACKER EN MALVINAS, JUNTOS ALLÍ PELEAMOS. UT de Tareas 80.2.2
Publicado en el Foro Militar Defensa Nacional y del mundo. (Mayo/Agosto 2007)
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