La nave participó en innumerables misiones en el Atlántico
Sur y años después fue reparada y utilizada en varias películas de acción. El
testimonio del piloto Francisco Ramírez
Por Adrián Pignatelli
Es idéntico a los que aparecen en las películas de Vietnam,
aunque éste es muy especial, a tal punto que sirvió en la Aviación de Ejército
en la Guerra de Malvinas. Esta es la historia de un helicóptero que participó
en innumerables misiones en el Atlántico Sur, y que años después apareció en
varias escenas de películas de acción, incluida una de James Bond.
Francisco Ramírez era un joven Teniente de 28 años cuando
fue enviado a Malvinas. Volaba helicópteros en el Batallón de Aviación de
Combate 601. Fue desde Comodoro Rivadavia, cuando un 21 de abril cruzó a las
islas en un avión Hércules, que llevaba desarmada su herramienta de trabajo: un
helicóptero Bell, con el indicativo AE 413.
"Los pichos"
En un galpón en Puerto Argentino, con la ayuda de mecánicos
de Ejército, volvieron a armarlo y a calibrarlo. Les esperaba un intenso
trabajo ya que deberían ocuparse del transporte de unidades militares, misiones
especiales, movimiento de material, del despliegue de comandos, así como la
evacuación de heridos.
Eran nueve helicópteros Bell UH 1 H al mando del Capitán
Jorge Svendsen. Ramírez lo describe como "el alma mater de los pilotos, de
una calidad humana excepcional y con una capacidad innata de conducción. Cada
misión que ordenó, siempre era el primero en salir. Con él, nunca tuvimos dudas
de lo que teníamos qué hacer." Como Svendsen era conocido como "Picho",
sus pilotos eran "los Pichos".
UH-1H AE-413 como G-HUEY
"Es una aeronave militar, muy noble y versátil. Cada
helicóptero llevaba un mecánico, en calidad de copiloto y un suboficial que
operaba la ametralladora de puerta, el único armamento con el que contaba cada
nave", describió Ramírez, quien fue padre por segunda vez estando en las
islas.
Su única protección para evitar ser detectado por el enemigo
era realizar vuelos de contorno, esto es, volar a sesenta centímetros del
suelo. Cuando avistaban un avión inglés, el procedimiento era aterrizar, dejar
el motor en marcha, abandonar la nave y esperar que pasase el peligro y volver
a abordar.
Entre sus primeras misiones, a Francisco Ramírez -que su
indicativo en la jerga era el de "Pancho"- le cupo llevar a efectivos
del Regimiento de Infantería 5 a Puerto Howard, en la isla Gran Malvina.
Pronto, ese lugar sería bautizado como Puerto Yapeyú.
También transportó al Regimiento de Infantería 8 a Bahía Fox
y a Darwin, así como al Teniente Primero Esteban y a su compañía a las
proximidades del Estrecho de San Carlos. Posteriormente, también le cupo
rescatarlos.
El rescate del 30 de mayo
El domingo 30 de mayo se le ordenó a la unidad trasladar a
todo el Regimiento de Infantería 4, que ocupaba posiciones en el sur del Monte
Kent hacia el Cerro Dos Hermanas y Harriet. Eran alrededor de 700 hombres con
todo su material que completarían el anillo defensivo de Puerto Argentino.
La artillería británica, desde el norte de Monte Kent, no
demoró en bombardear la zona sobre Dos Hermanas. Svendsen, entonces, ordenó
suspender las operaciones. Debían dirigirse a Moody Brook o al hipódromo, que
estaba cercano a la casa del gobernador.
Tripulación de Aviación de Ejército en Malvinas
El copiloto de Ramírez era el Sargento Carlos Corsini,
"un hombre que tuvo la capacidad de complementarse conmigo"; el
tercer tripulante era el Cabo Primero Sergio Gudiño.
Pero, para Ramírez, la misión aún no había finalizado.
"Yo era el último que estaba entregando el material en
Dos Hermanas. De pronto, veo en dirección a Monte Kent una gran columna de
fuego y mucho humo. O se trataba de una aeronave derribada o un helicóptero,
porque nada podía arder de esa manera", contó Ramírez.
"Consulté a Corsini si se animaba a ir. Si usted está
de acuerdo, yo lo acompaño", respondió el suboficial. Y partieron sin
informar a su jefe.
En medio del fuego de artillería inglés, el AE 413 regresó a
Monte Kent, volando unos 15 kilómetros casi pegados al piso. Cuando llegaron,
vieron que lo que ardía era un helicóptero Puma AE 508 que piloteaba el Capitán
Obregón. La última persona que se había comunicado con Obregón había sido el
propio Ramírez, para advertirle de la presencia de naves enemigas: "Atento
Pirincho, que hay aviones en la zona". Luego, no hubo más comunicación.
Francisco Ramírez
El Puma derribado transportaba a comandos del grupo Alacrán,
de Gendarmería.
El lugar era un verdadero infierno. El helicóptero ardía, en
medio de grandes explosiones por las municiones que transportaba. Siete hombres
habían fallecido. El resto había partido en busca de ayuda.
De pronto, ven a dos comandos que agitan sus manos. Estaban
ilesos, pero señalan a un compañero, el Sargento Rufino Guerrero, que tenía
diez fracturas de tibia y peroné y que su pierna izquierda pendía de un
músculo. Corsini le inyectó morfina, lo cargaron en el helicóptero y lo
llevaron al hospital en Puerto Argentino.
Los que fallecieron del Escuadrón Alacrán ese 30 de mayo
fueron el primer Alférez, Ricardo Sánchez; el Subalférez Guillermo Nasif; el Sargento
Ayudante Ramón Acosta; el Cabo Primero Víctor Guerrero, el Cabo Primero
Marciano Verón; el Cabo Carlos Pereyra y el gendarme Juan Carlos Treppo.
Cuando aterrizó, Svendsen le advirtió: "La próxima vez
avíseme".
Pintados de blanco
A los días, se decidió que los helicópteros 409 y 413 fueran
usados para el transporte de heridos. Ramírez recibió la orden de Svendsen de
pintarlos de blanco. Junto a otro piloto, compraron en una ferretería pintura
blanca, roja para las cruces, una brocha y un rodillo.
Cuando a comienzos de junio llegaron a las islas tres
tripulaciones de refresco, a Ramírez junto a otros pilotos se les ordenó
regresar al continente. En la noche del 7 de junio el joven Teniente, muy a su
pesar, vio por última vez las islas y voló a Río Grande y de ahí a Comodoro
Rivadavia donde, con la misma ropa de piloto, le permitieron abordar un vuelo
comercial de Aerolíneas Argentinas. La emoción de la familia al verlo llegar
fue indescriptible, así como el reproche que recibió de su madre: "Nunca
te voy a perdonar el haberte ido a la guerra sin haberte despedido".
UH-1H AE-413 capturado y exhibido en Finningley
Reencuentro con Rufino Guerrero
Los años pasaron. En 1998, Ramírez fue designado como
integrante de las fuerzas de Naciones Unidas en Chipre. Su jefe le comentó que
en Mendoza había conocido a un miembro del Escuadrón Alacrán que había sido
rescatado por un helicóptero de Ejército, pero que no tenía más datos.
"Esa persona soy yo", respondió Ramírez.
En el 2000, tuvo la oportunidad de llamar por teléfono a
Rufino Guerrero. "Le pregunté si sabía quién lo había rescatado, me dijo
que no, y le dije que era yo".
Se hicieron muy amigos. Ramírez entonces se enteró que
Guerrero había sufrido decena de operaciones y que había perdido la movilidad
de una pierna, por lo que debía asistirse con bastones canadienses. Cuando fue
a la guerra, ya estaba casado y tenía un hijo. Estudió abogacía y recorrió el
mundo, enviado por Gendarmería, como ejemplo de superación.
Ramírez con su amigo Guerrero
Con el tiempo, sería padre de mellizos. Al momento de elegir
los nombres, la esposa le dijo que si era varón uno se llamaría Francisco,
"pero nunca le diremos Pancho", aclaró; y si fuera mujer, Fátima.
"¿Por qué?", le preguntó Rufino. "No lo sé".
"Rufino cumplía años el 3 de agosto, su esposa el 5 de
agosto, y los mellizos el 4. El nene se llama Francisco, como yo, y la nena
Fátima. Yo cumplo años el día 4 de agosto. Cosas de Dios. No tiene
explicación", contó emocionado Ramírez.
Cuando Rufino falleció, en la madrugada del 17 de enero de
2010, de un paro cardíaco, su amigo estaba de viaje. La esposa, quien le dio la
noticia a Ramírez, le dijo que se quedase tranquilo, que no sufriera, porque
ella le agradecía a Dios y a él mismo el haber tenido a su marido, que pudo
verlo desarrollarse como persona y militar, y que no estuviera triste.
Por su acción en Mont Kent, Francisco Ramírez sería
condecorado por Gendarmería en 2002 con la orden al mérito en el grado de
Comendador de la Frontera.
Una de James Bond
Y, cuando llegó el momento de regresar, los ingleses
embarcaron los dos helicópteros y se los llevaron a Gran Bretaña. El 409, que
piloteaba el Teniente Molina está en un museo de aviación, al norte de
Portsmouth.
Si bien el 413 también fue a parar a un museo, en un
traslado el camión que lo transportaba sufrió un accidente y quedó dañado. Un
grupo inversor lo adquirió, lo reparó, respetándole su color original, hasta la
insignia de la aviación del Ejército Argentino que lleva el lema en latín
"Entrenar para destruir".
Fue así como fue alquilado para participar en las películas
007: su nombre es peligro (1987); Kingsman: el servicio secreto (2014) y
Atentado en París (2016) De esta manera, el actual Coronel retirado Ramírez
pudo apreciar, en la pantalla grande, el vuelo de su aeronave, que aún
ostentaba la matrícula original.
A través de un militar inglés con el que trabó amistad años
después que finalizara la guerra, y que dio la casualidad que había combatido
en una unidad logística de helicópteros en Malvinas, Ramírez pudo averiguar que
su viejo helicóptero se encontraba en un aeródromo al norte de Londres. Tenía
otra matrícula, era el G-HUEY, y se usaba para vuelos de paseo y exhibiciones.
Las casualidades continúan. Ramírez, quien se retiró hace 13
años y es docente en instituciones militares, viajará en los próximos días al
norte de Francia por compromisos particulares, consiguió lo que hasta hace un
tiempo era un sueño de 37 años. Ya tiene acordada una cita con su helicóptero,
para mediados de octubre. Y asegura que estarán presentes autoridades locales y
hasta veteranos ingleses que pelearon en Malvinas.
"Supongo que lo volará, ¿no?", preguntó Infobae.
"Sería una inconsciencia de mi parte, ya que no estoy habilitado. Pero si
alguien me lleva, quien le dice…".
Fuente: https://www.infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario