El 21 de mayo se conmemora el Día del Helicopterista, en
homenaje a la primera misión de rescate que completó el Escuadrón de
Helicópteros Malvinas. El Comodoro Mayor VGM Alejandro Roberto Vergara recuerda
las hazañas que junto a sus camaradas de la Fuerza Aérea llevaron a cabo en la
guerra de 1982
Por Hugo Martin
El helicóptero Bell 212, matrícula H-83, que cumplió
misiones de rescate durante la guerra, vuela sobre Malvinas en 1982 (Libro
Palas al rescate, del Comodoro Mayor Alejandro Vergara).
Dice que no, que no quiere regresar a las islas Malvinas.
Justo él, que escribió una de las páginas más gloriosas de la guerra. Al
Comodoro Mayor VGM Alejandro Roberto Vergara (64) se le anuda la garganta y los
ojos se le hacen acuosos. Pero repite: “No, no sueño con volver”.
Desde 1982, el 21 de mayo se conmemora el Día del
Helicopterista. En parte, por lo que él y sus camaradas del Escuadrón de
Helicópteros hicieron en las islas. Vergara explica su negativa: “Cuando el día
3 de abril llegué a Puerto Argentino, lo primero que vi fue el mástil con la
bandera argentina flameando. Me impactó estar allí en ese momento. Me sentí un
privilegiado. La última imagen que tuve de Malvinas, cuando me evacuaron al
continente el 7 de junio (una semana antes del final del conflicto), fue la
misma. Y la llevo guardada en mi corazón. Ver la bandera inglesa en el mismo
lugar donde vi la argentina, en la tierra donde quedaron para siempre muchos
camaradas, los 55 héroes de la Fuerza Aérea entre ellos, no es algo que quiera
vivir. Me invitaron a viajar, pero dije que no. Tengo fe en que las islas se
recuperen por la vía diplomática. Quizás lo vean mis hijas o mis nietos, porque
Malvinas es un derecho y una obligación irrenunciable de todo ciudadano
argentino".
Vergara vio flamear la enseña en la pista de Puerto
Argentino el 3 de abril de 1982. Eran las 02:30 de la madrugada, él tenía el
grado de Teniente. “He tenido el alto honor de ser integrante de esa primera
tripulación de helicópteros que despegara a Malvinas. La misión que nos habían
encomendado era la de búsqueda y rescate de medios aéreos propios”, cuenta
quien descendió esa fría mañana de un avión Hércules C-130 que también
transportaba el primer helicóptero del Escuadrón, un Bell 212, matrícula H-85,
y a ocho camaradas de la Fuerza Aérea: el comandante, Teniente Luis Longar; el
Inspector mecánico, Suboficial Ayudante Jesús Martínez; el Primer mecánico, Cabo
Primero Horacio Carmona; el Segundo Mecánico, Cabo Primero Ernesto Palacios; el
Primer Operador de Carga, Cabo Primero Eulogio Gómez; el Segundo Operador de
Carga, Cabo Primero Sergio Quiñonez; el Instrumentalista, Cabo Primero Eduardo
Gómez y el Radio operador, Cabo Bernardo Dobrenic.
Rescatistas del Escuadrón Helicópteros Malvinas y rescatados
del POA Biguá. Arriba de izq. a der. Teniente Saturnino Sánchez, Alférez
Eduardo Daghero, Teniente Alejandro Vergara y Cabo 1º Sergio Quiñonez, abajo,
Soldados clase 63 Juan Morales y Daniel Coronel. (Foto tomada por el periodista
Nicolás Kasanzew, del libro Palas al rescate, escrito por el Comodoro Mayor VGM
Alejandro Vergara)
Vergara, mendocino, había ingresado en 1975 a la Escuela de
Aviación Militar de la Fuerza Aérea, de donde egresó como piloto cuatro años
después. Fue destinado a la VII Brigada Aérea –que entonces estaba en Morón, y
hoy en Moreno–, y en marzo de 1982 lo designaron comandante de un Bell 212 IFR.
“Los compraron en 1978. Un helicóptero está preparado para volar en forma
visual, pero éste, además, podía hacerlo por instrumentos, como un avión. Era
lo más novedoso de la Fuerza Aérea”.
Él se había enterado que iría a Malvinas apenas dos días
antes. “A mediados de marzo nos habían pedido, sin decirnos para qué, que
elijamos una tripulación reforzada. El 1 de abril a las cinco de la tarde nos
convocaron a una reunión en el Casino de Oficiales de la 1° Brigada Aérea del
Palomar. Seríamos unas 200 personas. Yo estaba con el Teniente Longar, que
sería el comandante del Escuadrón. Encendieron un proyector, y la primera
filmina decía ‘Recuperación de las Islas Malvinas’. Me di cuenta ahí que
seríamos protagonistas de la historia. En un micro, afuera, nos esperaban los
suboficiales. El Suboficial Ayudante Jesús Martínez me preguntó adónde iríamos.
‘Vamos a recuperar las Islas Malvinas’, le respondí. Y me dijo irónico: ‘Qué raro
usted, siempre haciendo bromas’. Entonces me levanté del asiento y les conté
todo el operativo: ‘Señores, despegaremos hacia Comodoro Rivadavia y mañana
vamos seremos parte del operativo de recuperación de las Islas Malvinas’”.
Helicóptero Chinook H-91 que efectuaba el traslado de
heridos (Libro Palas al rescate, del Comodoro Mayor Alejandro Vergara)
Las primeras imágenes del Operativo Rosario del 2 de abril
de 1982 las vio por televisión, en la pantalla de ATC. "Me fui a Malvinas
sin que nadie de mi familia supiera nada. Yo estaba de novio entonces”. Esa
chica, Silvia Mabel Amato, hoy es su esposa. Con ella tienen tres hijas: María
de la Paz, María Laura y María Cecilia y dos nietos, Luca y Siena.
En la pista de Comodoro RIvadavia, el Hércules C-130 que
finalmente los llevó a Puerto Argentino se demoraba, y la ansiedad se hacía
gigante. Cuando aterrizó y se abrió la rampa, salieron los 72 marines
británicos que habían sido hechos prisioneros. Precisamente, la primera misión
de la que participó en Malvinas fue el 6 de abril, cuando a las 10:30 llevaron
a una patrulla del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) a capturar a seis
marines y un sismógrafo que habían escapado el 2 de abril. “No hubo combate
-recuerda-. En dos vuelos los trasladamos a Puerto Argentino”
Los días 07 y 11 de abril, llegaron a Puerto Argentino, en
vuelo directo desde Río Gallegos, dos helicópteros pesados CH- 47 Chinook,
matrículas H-93 y H-91; y el día 10 de abril, el segundo Bell 212, matrícula
H-83, embarcado en un avión Hércules C-130. “De esa manera se conformó el
Escuadrón Helicópteros Malvinas, con dos aeronaves medianas para búsqueda y
rescate (Bell 212) y dos pesadas para traslado de personal y material
(Chinook)”, explica.
El Comodoro Mayor VGM Alejandro Vergara, con sus merecidas
condecoraciones por las acciones de rescate que el Escuadrón que integraba
llevaron a cabo en Malvinas
En los 65 días que Vergara permaneció en Malvinas, voló
exactamente 99 horas y participó en 75 misiones. El Escuadrón I Bell 212, del
que formó parte, rescató a seis pilotos -uno de ellos inglés-, y estuvo
presente en otras acciones, como el auxilio a la patrullera Río Iguazú –que fue
interceptada por una patrulla aérea inglesa el 22 de mayo –. Allí fueron
puestos a salvo 25 tripulantes de la embarcación y 20 efectivos del Ejército
que llevaban a bordo. Su última misión fue el rescate de tres integrantes del
POA (Puesto de Observación Aérea) Biguá.
Y, en cada una de esas misiones, lo perseguía una melodía
que aún recuerda: un tema con la voz de Diana Ross. "La casa donde
vivíamos estaba en Ganso Verde. Y cuando llegamos, vimos que tenía tres
video-casettes. Uno con la canción ‘¿Sabes hacia dónde vas?’. Era nuestra
favorita, y tiene un enorme significado desde entonces para nosotros. Cuando
eludíamos amenazas para ir al rescate de un compañero, siempre estaba presente,
era un código”.
La Base Aérea Militar Cóndor estaba montada en la zona de
Darwin –a unos 100 kilómetros de Puerto Argentino–. Allí trasladaron todo el
material y los soportes logísticos de los helicópteros, el sistema de armas
IA-58 Pucará, seis piezas de Artillería de 20 mm de Fuerza Aérea, una de 35 mm
del Ejército Argentino, la Compañía de Defensa de la Escuela de Aviación Militar,
que conformaría el primer anillo de seguridad del aeródromo, el Escuadrón Base
(Sanidad, Meteorología, Transporte, Comunicaciones, Abastecimiento), el
personal de la Red de Observadores Aéreos y el Regimiento de Infantería 12 del
Ejército, que brindaría el segundo anillo de seguridad.
En celeste, la ubicación del BAM Cóndor en Darwin. (Libro
Palas al rescate, del Comodoro Mayor Alejandro Vergara)
También en los Bell 212 se desplegó al personal y material
de la Red de Observadores Aéreos (ROA), entre ellos a los civiles
radioaficionados de la Provincia de Córdoba que cubrirían los nueve puestos de
despliegue (MIKE) correspondientes a la BAM Malvinas y a los cuatro de la BAM
Cóndor (VASCO, HIENA, ROCA Y BIGUA), con personal militar.
Quedaron establecidas, así, dos bases aéreas: una en Puerto
Argentino y otra en Darwin.
El 1º de mayo comenzaron los ataques ingleses. Y el objetivo
fue precisamente minar el poder aéreo de los argentinos. Como el bombardeo al
aeródromo de Puerto Argentino fue anterior (4 de la madrugada), dio tiempo a
ciertos movimientos en el BAM Cóndor, que recibió el ataque de tres aviones Sea
Harrier cuatro horas y media después. “Nosotros habíamos estacionado los
helicópteros cerca del poblado cercano de Ganso Verde. Y ordenaron que los
Pucará se dispersaran hacia una base alternativa. Pero sólo pudieron despegaron
dos aviones, el tercero quedó atascado en la pista y no salió ninguno más. Allí
murió el Teniente Daniel Jukic y cinco suboficiales, mecánicos y armeros, que
atendían su aeronave. Fue sorpresivo. Nuestro Escuadrón se salvó por el cambio
de posición de los helicópteros. Uno de los aviones bombardeó la posición que
se tenía anteriormente. Para nosotros se hubiera terminado la guerra en ese
mismo momento, nuestras cuatro aeronaves hubiesen sido destruidas”, relata
Vergara.
Croquis de la primera acción del Escuadrón Helicópteros
Malvinas. Fue el 6 de abril y llevaron a efectivos del Grupo de Operaciones
Especiales (GOE) para capturar y trasladar a Puerto Argentino a seis Royal
Marines y un sismógrafo que no habían caído prisioneros luego de los combates
del 2 de abril. (Libro Palas al rescate del Comodoro Mayor Alejandro Vergara)
Un helicóptero Chinook (el H-91) fue designado para llevar a
los 13 heridos de mayor gravedad hacia el Hospital Militar Conjunto en Puerto
Argentino. A minutos de llegar, el poblado estaba siendo atacado nuevamente por
Sea Harrier. El helicóptero descendió en un monte cercano. Allí, uno de los
heridos falleció. El piloto, entonces, decidió continuar el vuelo. Antes de
arribar al hospital, otro herido murió. El día del Bautismo de Fuego para la
BAM Cóndor dejó un oficial y siete suboficiales fallecidos, todos
pertenecientes al Escuadrón Pucará. Ese helicóptero (que regresó a nuestro país
en un vuelo increíble), fue declarado como Tumba de Guerra por ese trayecto del
1º de mayo. Fue el primer vuelo en situación de guerra de los helicópteros de
la Fuerza Aérea en Malvinas.
El 2 de mayo, un Bell 212 tripulado por el Teniente Marcelo
Pinto, el Teniente Ricardo Ludueña como piloto fue designado para buscar al
1er. Teniente José Leónidas Ardiles, derribado un día antes con su Mirage MV
Dagger. Al no hallarlo, después de poco más de tres horas regresaron a la base.
El 12 de mayo, un avión propio fue derribado por la
artillería antiaérea de 35mm. A bordo del Douglas A 4B iba el 1er. Teniente
Fausto Gavazzi, que había atacado a la flota inglesa. El Bell 212 H-85 salió en
su búsqueda. Lamentablemente, sólo encontraron los restos del piloto.
De izq. a der. Teniente Luis Longar, Brigadier Carlos Tomba
y Teniente Gustavo Brea. El rescatado en el medio, los helicopteristas que lo
hallaron a los costados. Por esa acción realizada el 21 de mayo de 1982 se
conmemora el Día del Helicopterista. (Libro Palas al rescate, del Comodoro
Mayor Alejandro Vergara)
El 21 de mayo, un día como hoy, fue el desembarco inglés en
San Carlos. Se envió una escuadrilla de aviones IA-58 Pucará bajo el mando del
Capitán Jorge Benítez. Una sección de dos aviones con él y el Teniente Brest.
Este último regresó por una falla técnica, y a Benítez lo derribó un misil
tierra aire Stinger. La otra sección la integraban el 1er. Teniente Micheloud y
el Mayor Tomba. Ambos fueron sorprendidos por una patrulla y Tomba fue
derribado en la zona de Lafonia pero logró eyectarse.
“Entonces, nuestro Bell 212 H-85, con el Teniente Longar y
el Teniente Brea como pilotos, el Cabo 1º Palacios como mecánico y el Cabo 1º
Quiñónez como operador de carga fueron en su búsqueda. Era de noche cuando
recuperamos al Mayor Tomba, que había efectuado dos disparos de bengalas.
Primero se halló al avión y luego, a varios kilómetros, al piloto, que había
emprendido el regreso a la base Cóndor a pie". Ese rescate sentó un
precedente: el 21 de mayo se instauró el Día del Helicopterista.
Al día siguiente continuaron las misiones. Se recuperaron al
Teniente Héctor Ludueña y al Mayor Gustavo Piuma y al Teniente Senn cerca de
Puerto Howard, en la Gran Malvina. Y en el trayecto de regreso a Darwin fue
subido al helicóptero un piloto inglés que había sido hecho prisionero, el Teniente
Glover.
La felicidad del 1er. Teniente Héctor Luna -piloto de Mirage
M 5 Dagger- luego de ser rescatado por el Bell 212 piloteado por el entonces
Teniente Alejandro Vergara.
A Vergara le tocó el honor dos días después: “El 23 me
ordenaron el rescate de un piloto de M-5 Dagger derribado en la isla Gran
Malvina, el Teniente Héctor “Jote” Luna, al que conocía como instructor del
grupo aéreo. Cruzamos el estrecho de San Carlos, donde divisamos una fragata inglesa.
Pasamos por el llamado “corredor de las bombas”, que era donde volaban los
Harrier. El radar nos alertó de la presencia de una patrulla de combate. Como
indicaba el protocolo, descendimos y abandonamos el helicóptero. Nos
dispersamos hasta que pasaron los aviones. Luego seguimos. Encontramos el avión
y observamos un caserío. Un kelper nos dijo que dentro de la casa había un
piloto argentino muy malherido. En el dormitorio encontré a Luna. Se había roto
una pierna al caer después de eyectarse y tenía el hombro sacado. Debió dormir
a la intemperie y caminar como pudo hasta esa casa. Cuando lo vi, le dije ‘¡Qué
sorpresa, ¿no?!’. Y él me respondió: “Vergara, ¿qué hace acá?”. Llegando a la
zona de la Base, hicimos contacto con la torre de vuelo. ‘Cóndor, ¿trae pájaro
a bordo?’, me preguntó el torrero. “Pájaro a bordo sin novedad” respondí.
‘¡Entonces su ingreso está autorizadísimo!’. Fue una gran satisfacción”.
El libro donde el Comodoro Mayor Alejandro Vergara recopiló
la actuación del Escuadrón Helicópteros Malvinas.
En esos momentos, mientras volaba a 50 o 60 centímetros del
suelo, no había tiempo de pensar en nada más que en las órdenes a cumplir. Ni
siquiera los seres queridos podían ocupar su mente. Cuenta Vergara que, en
vuelo, “no se piensa en la familia, sólo en la misión”. Y a todo eso que fue
quedando en su mente de aviador lo volcó en el libro “Palas al rescate”, que
editó el año pasado.
Los días siguientes, las misiones no mermaron. El 24 se
rescató al Capitán de Corbeta Alberto Philippi, piloto de Avión Douglas A-4 Q
de la Armada Argentina. El 28 de mayo se fue a buscar a una patrulla de 14
hombres Grupo de Operaciones Especiales detrás de las líneas enemigas. Por la
cantidad que eran, tres debieron aguardar ser rescatados hasta el día siguiente
junto a los integrantes de un Puesto de Observación Aérea de la BAM Malvinas
que hacía dos días no realizaba ningún tipo de transmisión radial por el
agotamiento de las baterías de sus equipos. El 31 -que Vergara recuerda como el
rescate más difícil de todos- se recuperó, también tras las filas enemigas, al Alférez
Eduardo Javier Daghero y los soldados José Luis Morales, salteño, y Andrés
Coronel, tucumano. Eran los integrantes del Puesto de Observación Aérea (POA)
Biguá.
La ilustración que refleja la última misión de los
helicópteros de rescate en Malvinas. El 29 de mayo, al hallar a los tres
efectivos del Puesto de Observación Avanzada Biguá tras las líneas enemigas.
(Libro Palas al rescate del Comodoro Mayor Alejandro Vergara)
Para los helicopteristas, volar en las condiciones que
imponía la superioridad militar británica no era sencillo. Sin embargo, las
cuatro aeronaves combatieron hasta que se ordenó su repliegue. “Nuestro
entrenamiento técnico y emocional era óptimo -señala Vergara-. Lo hacíamos en
forma rasante, sin cobertura aérea y con escasa información sobre la posición
del enemigo. Además, debíamos estar muy atentos a las patrullas de comandos del
SAS, porque podíamos ser el blanco de un misil tierra aire. Nuestra única
defensa eran las ametralladoras frontales y la capacidad de mimetizarnos.
Volábamos en forma oculta, aprovechando el cono de sombra que provocaba el sol
en los montes de Malvinas”.
El 7 de junio, Vergara y el resto de sus camaradas fueron
replegados al continente. Eran los estertores de la guerra y ya no era
necesario que los helicópteros -reubicados en el hipódromo de Puerto Argentino-
volaran: las tropas argentinas estaban demasiado próximas a la ciudad. Los Bell
212, lamentablemente, quedaron en Malvinas. Los Chinook lograron regresar. Su
vuelta fue una epopeya: “En su trayecto a Río Grande, en Tierra del Fuego,
debieron evadir a la flota inglesa haciendo una navegación nocturna que las
insumió más combustible del que tenían, porque los tanques suplementarios
habían quedado en Darwin. Tuvieron que abastecerse a puro músculo de los
mecánicos, que lograron la proeza con una bomba manual y diez tambores de 200
litros de combustible cada uno”, recuerda emocionado el Comodoro Mayor.
La ilustración muestra cabalmente la proeza del vuelo de
regreso de los Chinook desde Malvinas al continente. Como debieron eludir a la
flota inglesa y los tanques de combustible suplementarios habían quedado en
Darwin, debieron ser recargados a puro músculo con una bomba manual desde
tanques de 200 litros. (Libro Palas al rescate, del Comodoro Mayor Alejandro
Vergara)
Pero a los helicópteros les quedaba una misión más.
El último vuelo de los Bell 212 lo hizo la unidad que había
quedado en San Julián, provincia de Santa Cruz. Sucedió el 13 de junio, cuando
el piloto de uno de los aviones A-4 que habían atacado posiciones inglesas,
averiado, se dio cuenta de que no llegaría de vuelta al continente por la
pérdida de combustible. El avión abastecedor fue a su encuentro, y en pleno
vuelo le transfirió lo necesario para arribar. Por si el piloto debía eyectarse
y había que rescatarlo, un helicóptero los acompañó todo el trayecto. Como lo
hicieron siempre.
Fuente: https://www.infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario