Por
Tamara Lajtman (*) y Luis Wainer (**)
La
“cuestión Malvinas” hace referencia a un conflicto geopolítico que involucra
casi 6 millones de kilómetros cuadrados, es decir, “dos Argentinas” más un océano
rebalsado de recursos.
Hace
un mes, precisamente el Día de la Soberanía Nacional, comenzó a operar el vuelo
que conecta San Pablo con las Islas Malvinas, una nueva ruta comercial
administrada por Latam Airlines Brasil.
No
se trata de un hecho aislado, sino que puede ser concebido como resultado del
acuerdo firmado el 13 de septiembre 2016: el “Acuerdo Foradori-Duncan”. Dicho
acuerdo pretende limitar o evitar las restricciones económicas impuestas por
las leyes argentinas, sancionadas por el Congreso Nacional, sobre protección de
recursos ictícolas y de explotación de hidrocarburos. Entre otras medidas,
incluyó la posibilidad de aumentar el número de vuelos a las islas, con escala
en la Argentina, pero sin aceptación de empresas de transporte aéreo nacionales
ni de vuelos directos desde la Argentina continental. Todo en el marco de la
política sobre Malvinas implementada durante la Presidencia de Mauricio Macri,
destinada a mejorar las condiciones de este enclave neocolonial-militar, como
uno de los pilares para recuperar las relaciones amistosas (subordinadas) con
potencias occidentales.
Malvinas
y el Atlántico Sur: impacto geopolítico global
Vale
destacar que en el Atlántico Sur Occidental -sector correspondiente a Suramérica-
solo dos actores regionales detentan casi la totalidad del litoral marítimo:
Brasil y la Argentina. Por su parte, las potencias extrarregionales con fuerte
presencia son Estados Unidos (EEUU) y el Reino Unido, que detentan la posesión
de la cadena de islas que se encuentran en el centro del Océano Atlántico Sur,
entre América y África, al tiempo que ejercen poder naval de la zona[1].
De este modo, lejos de una disputa de 11 mil kilómetros cuadrados, correspondientes
a las dos islas mayores y al conjunto de islotes que de ellas se desprende, la
“cuestión Malvinas” hace referencia a un conflicto que supone alrededor de 6
millones de kilómetros cuadrados, es decir, ni más ni menos que “dos
Argentinas” continentales más un océano que rebalsa de recursos.
El
Estrecho de Magallanes, los Pasajes de Beagle y Drake, posibilitan la
comunicación interoceánica Atlántico-Pacífico y son fundamentales para el
monitoreo e intervención en el comercio mundial. Se estima que alrededor de
200.000 buques de carga transitan anualmente el Atlántico Sur. El 80% del
petróleo que demanda Europa Occidental y el 40% de las importaciones de los EEUU
representan parte importante de este flujo comercial[2].
Otra dimensión que da cuenta de la importancia geoestratégica de las Malvinas es
la conexión que establece con la Antártida, territorio codiciado por las
potencias hegemónicas por ser reservorio de minerales, biodiversidad, por
almacenar en forma de hielo más de las tres cuartas partes de agua dulce
existente en el planeta y también de suma importancia para la actividad
espacial.
Actualmente,
el enclave militar con la base aérea de Mount Pleasant cuenta con una pista de
2.590 metros y otra de 1.525 que posibilitan el desplazamiento de aviones de
gran porte y helicópteros. A esto se suma el puerto de aguas profundas Mare
Harbour, utilizado por la Marina Real para el amarre de buques y submarinos
(Londres ha enviado submarinos de última generación y de propulsión nuclear).
Incluye silos y rampas para lanzamiento de armas nucleares. Viven allí entre
1.500 y 2.000 efectivos, de los cuales alrededor de 500 residen en forma
permanente mientras que el resto es parte de contingentes rotativos que arriban
para ser sometidos a entrenamiento y posteriormente enviados a escenarios
bélicos donde esté involucrada Gran Bretaña, como fue el caso de Irak o Afganistán[3].
Esta
base cuenta con aviones de última generación, denominados Eurofighter Typhoon,
que reemplazaron a los Harrier que se usaron en la guerra y a los Tornado F3;
ninguna fuerza aérea en Latinoamérica cuenta con este tipo de avión[4].
A esto se suma que en 2017 el Ministerio de Defensa británico resolvió ampliar
el presupuesto de la base en 267 millones de libras para los próximos diez
años, implementando nuevos sistemas de defensa misilísticos que reemplacen al
anterior sistema de defensa de misiles Rapier.
Lo
dicho deja en claro que se trata de un punto geopolítico y geoestratégico de
primera importancia. Por otro lado, los asentamientos coloniales británicos, aún
pendientes de descolonizar en el siglo XXI, sirven para establecer un sistema
interconectado de bases militares que incluyen a Tristán de Acuña, Santa Elena
y Ascensión. Si bien algunas no conforman bases militares clásicas, constituyen
importantes “barreras” en la geopolítica del Atlántico Sur ya que, como Santa
Elena, con una reciente inauguración de una pista aérea, pueden transformarse
rápidamente en bases útiles para el transporte y apoyo logístico; una suerte de
columna vertebral que permite el abastecimiento y traslado de fuerzas de
combate rápidamente[5].
Malvinas
y la disputa “Occidente vs Oriente”
Es
fundamental entender la estrategia del Reino Unido en el Atlántico Sur como
complementaria a la de los EEUU y al esquema de despliegue militar de la OTAN.
En 2004, Londres trasladó la Comandancia Naval del Atlántico Sur a Mare Harbour
y Monte Agradable. Cuatro años más tarde, los EEUU anuncia la reactivación de
la IV Flota para patrullar el Caribe, América Central y América del Sur con
fines “humanitarios”. En 2009 las islas Malvinas, islas del Atlántico Sur y el
Territorio Antártico pretendido por Gran Bretaña fueron incorporadas
unilateralmente como territorios europeos de ultramar a través de la
ratificación del Tratado de Lisboa y la aprobación de la Constitución Europea
por el Parlamento Europeo.
En
agosto de 2018 el secretario de Defensa británico, Gavin Williamson, ante el
grupo de expertos del Atlantic Council, think tank referente del establishment
imperialista fundado en 1961 en el marco de la Guerra Fría, resaltó la
fortaleza de la relación entre el Reino Unido y los EEUU:
“(…)
Estamos listos para responder a cualquier situación en cualquier momento. Hemos
desplegado fuerzas en todo el mundo, podemos recurrir a nuestros territorios de
ultramar en Gibraltar, las Áreas de la Base Soberana en Chipre, la Isla
Ascensión, las Islas Falklands y el Territorio Británico del Océano Índico.
Estos a menudo proporcionan instalaciones clave no solo para nosotros, sino
también para los EEUU[6]”.
En
un informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad EEUU, China del
Congreso de los EEUU, titulado “Acuerdos militares de China con la Argentina:
una posible nueva fase en China Relaciones de defensa de América Latina” hay
una consideración sobre la “Intensificación temporal de la disputa por
Falklands”:
Los
EEUU no adopta ninguna posición sobre la disputa de las islas Falklands que no
sea alentar una resolución diplomática de las diferencias, pero sus intereses
se verán perjudicados por el aumento de las tensiones entre los reclamantes,
ambos aliados de los EEU., y la tensión que esto supondría para los esfuerzos
de estabilidad regional.
Los
potenciales acuerdos de venta de armas y cooperación espacial de China con la Argentina
ya han servido para intensificar marginalmente la disputa, y China apoya
públicamente el reclamo de la Argentina sobre las islas, probablemente viéndolo
como análogo a su propio reclamo sobre Taiwán.
Antes
de que salieran a la luz sus acuerdos oficiales con China, el mero interés de la
Argentina en los cazabombarderos SU-24 rusos llevó al Reino Unido a realizar
una revisión oficial de las defensas de las islas e invertir en pequeñas
mejoras, una medida que Argentina criticó fuertemente.
A
pesar del potencial valor de miles de millones de dólares, estos acuerdos no
proporcionarían activos suficientes para inclinar el equilibrio de poder
militar a favor de la Argentina[7].
Hidrocarburos
Durante
los ’70, Gran Bretaña realizó varias misiones científicas y estudios de
prospección sobre recursos en las islas, especialmente de petróleo. Para
finales de esa década, no fruto de la casualidad, diversos medios comenzaron a
manufacturar consenso en torno a que la Corona británica debía buscar nuevas
fórmulas para el desarrollo de las potencialidades mineras de las islas, así
como la importancia de quitar de la mesa de discusión con la Argentina el
asunto de la soberanía. Al mismo tiempo, desde los EEUU se sentenciaba que “la
única región fuera de la OPEP y de los países comunistas con un potencial
petrolero significativo es la cuenca de las Malvinas, entre la Argentina y las
islas Falkland”[8].
Luego
de la guerra, ya durante el Gobierno de Carlos Menem, Malvinas dejó de ser una
cuestión soberana, en el marco de una política de “acercamientos prácticos”,
favoreciendo a través de tratados y convenios, los intereses económicos y
políticos de Gran Bretaña[9].
Este
marco legal permitió que Gran Bretaña lanzara unilateralmente una licitación
pública para la exploración de petróleo en las islas a mediados de los ’90. Se
perforaron seis pozos en 1998 y en 2010 Ocean Guardian, lideró un nuevo ciclo
de perforaciones.
El
2 de abril de 2015 Premier Oil, Falkland Oil & Gas y Rockhopper Exploration
anunciaron el descubrimiento de reservas de petróleo y gas superando, por
lejos, las expectativas[10].
En septiembre de 2017, durante la Conferencia Capital Oil, el CEO de Rockhopper
Exploration anunció que el pozo denominado “Sea Lion” poseía reservas
certificadas de entre 500 millones y 1.000 millones de barriles de petróleo. Se
estima que la extracción comercial de crudo en Malvinas podría iniciarse en
2020. Para 2022 se proyecta una producción offshore de 75.000 barriles diarios,
volumen que podría alcanzar un máximo de 120.000 en 2025[11].
Es
importante recordar la condición transnacional de las compañías petroleras. En
el caso de Malvinas, existen importantes intereses estadounidenses en alianza
con compañías británicas. Por ejemplo, Rockhopper Exploration y Diamond
Offshore negocian la documentación vinculante a partir de los principios
acordados para la provisión de una unidad de perforación y el financiamiento
del proveedor[12].
Actualmente, las empresas que exploran y explotan el área son: Falkland Oil And
Gas Limited, Borders And Southern Petroleum, Rockhopper Exploration, Diamond
Offshore Driling, BHP Billition y Argos, además de las firmas que brindan
servicios financieros y de accionistas[13].
Un
dato clave es que la ley de hidrocarburos de la Argentina, modificada en 2013,
prevé que ninguna empresa petrolera que haya actuado en Malvinas podrá hacerlo
en la plataforma continental argentina, por tratarse de una explotación
clandestina e ilegal. En octubre de 2018, el Gobierno de Mauricio Macri firmó
el decreto 872 que instruye a la Secretaría de Gobierno de Energía, dependiente
del Ministerio de Hacienda, para que proceda a convocar un Concurso Público
Internacional para la adjudicación de permisos de exploración para la búsqueda
de hidrocarburos offshore.
En
este marco, se adjudicaron áreas a empresas europeas que ya están operando en
Malvinas[14]
al tiempo que se entrega información geológica de la plataforma continental
argentina y se aceptan empresas británicas que operaron en Malvinas bajo la
administración ilegal de las islas. Estos hechos fortalecen la ocupación
colonial británica al conceder explotaciones a estas empresas (que violan la
Constitución Argentina al reconocer el Gobierno kelper)[15].
Es decir, no solo se otorgan estas concesiones ilegales, sino que, además, se
legitima la ocupación colonial.
Recursos
vivos marinos
Después
de la guerra, y como parte del plan para el apoyo económico de las islas y el
mantenimiento de la base militar del Reino Unido, el sostenimiento económico se
concretó por medio del otorgamiento de licencias de pesca en el Mar Argentino.
En la última década, la pesca representa más de la mitad de los ingresos de la
economía de las islas, a partir del sistema de licencias ilegales. Durante
2011, 118 buques con licencia británica pescaron un total de 232.000 toneladas.
Solo por calamar, en 2012 se pescó por un valor superior a los 1600 millones de
dólares, producto de la captura de 50 toneladas por día.
Perspectiva:
la urgencia de una nueva etapa para Malvinas y el Atlántico Sur
Durante
el Gobierno de Macri el “reclamo” por Malvinas y el Atlántico Sur estuvo
supeditado al deseo de relanzar el vínculo comercial con Londres, en tanto
socio clave en la estrategia de “reinserción en el mundo”. En consecuencia,
desatendió el histórico reclamo por la soberanía y el desarrollo del Atlántico
Sur. A la luz del cambio de Gobierno en la Argentina, resulta importante
destacar aspectos clave sobre la cuestión Malvinas, que sería importante
vuelvan a considerarse como punto de partida para el debate y toma de decisión:
- Es clave concebir a Malvinas en el contexto de una política oceánica y antártica. Para eso la Argentina debe pensarse como un país marítimo y antártico.
- La “cuestión Malvinas” implica recursos en disputa como el petróleo, la pesca, los cuantiosos recursos en la plataforma continental o los minerales de fondos marinos oceánicos.
- La Argentina oceánica y antártica debe pensarse como parte política hacia el Atlántico Sur, en tanto desarrollo de la ciencia y una logística para la Patagonia argentina continental e insular.
- Es urgente reactivar las estrategias tendientes a generar un acompañamiento regional e internacional en la cuestión Malvinas.
- Sería conveniente reorientar las negociaciones para impedir la unilateralidad británica en sectores como pesca o hidrocarburos.
(*)
Mg. en Estudios Latinoamericanos (UNAM) (Brasil)
Magíster
en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y licenciada en Ciencias Sociales por la Universidad Federal de Rio de
Janeiro (UFRJ). Actualmente realiza el Doctorado en Ciencias Sociales en la
Universidad de Buenos Aires (UBA) como becaria del Consejo Nacional de
Investigaciones…
(**)
Es Sociólogo (UBA) y Magíster en Estudios Latinoamericanos (UNSAM). Actualmente
coordina y dirige investigaciones sobre América Latina en el Centro Cultural de
la Cooperación y en la UNAHUR, donde además es docente. Ha publicado los libros, como “Los orígenes
del chavismo…” (Ed. Caterva, 2019) y “Por otros medios. Medios y golpes…
Fuente:
https://www.lanacion.com.ar
[1] Altieri, Mariana,
“Regionalización de la Cuestión Malvinas: la construcción de una estrategia de
política exterior desde un posicionamiento frente al mundo”, en Wainer, Luis
(coord.), Malvinas en la geopolítica de América Latina, Ed. CCC-Unsam, 2019 (en
edición).
[2] https://www.vocesenelfenix.com/content/geopol%C3%ADtica-del-atl%C3%A1ntico-sur-desarrollo-e-integraci%C3%B3n-para-defender-la-soberan%C3%ADa-en-el-sigl
[3] Entrevista a la Dra.
Sonia Winer (UBA-CONICET) realizada el 3 de diciembre de 2019
[4] Volpe, Mario,
“Razones e intereses de una soberanía en disputa internacional y cultural”, en
Giordano, C. Malvinas y Atlántico sur: estudios sobre soberanía, UNLP, 2017.
[5] Volpe, Mario, ob.
cit.
[6] https://www.gov.uk/government/speeches/defence-secretary-at-atlantic-council
[7] https://www.uscc.gov/sites/default/files/Research/China’s%20Military%20Agreements%20with%20Argentina.pdf
[8] Álvarez Cardier,
Jorge, La guerra de las Malvinas, enseñanzas para Venezuela, Editorial Enfoque,
Caracas, 1982.
[9] https://www.nodal.am/2018/04/malvinas-entre-un-tiempo-de-recomposicion-neocolonial-y-un-nuevo-ciclo-de-desmalvinizacion-por-luis-wainer/
[10] https://www.theguardian.com/business/marketforceslive/2015/apr/02/premier-falkland-oi-gas-and-rockhopper-announce-oil-discovery
[11] https://www.revistapetroquimica.com/dos-petroleras-norteamericanas-dejan-de-explorar-en-malvinas/
[12] https://www.revistapetroquimica.com/dos-petroleras-norteamericanas-dejan-de-explorar-en-malvinas/
[13] Entrevista a la Dra.
Sonia Winer (UBA-CONICET) realizada el 3 de diciembre de 2019
[14] https://www.perfil.com/noticias/equipo-de-investigacion/nuevo-vuelo-malvinas-vinculo-comercial-petroleo-kelpers.phtml
[15] http://www.oetec.org/nota.php?id=4206&area=1
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