Un
artículo pequeño en un diario local dio inicio a lo que terminó con un regreso
histórico. ¿Quién lo halló, cómo se gestó el operativo y qué hay detrás de este
suceso?
Por
Fernando Villa
Mar
del Plata. Buenos Aires. Malvinas. Inglaterra. Roma. Buenos Aires. Una Virgen
llega a la sala de prensa del aeropuerto de Ezeiza y un centenar de cámaras de
fotos y de video se aprietan entre sí para ser testigos de un hecho que
significa algo más que una simple vuelta a casa. Se trata del regreso de la
figura que supo ser el sostén espiritual de los centinelas que combatieron a
sangre y fuego en las islas del Atlántico sur, se trata del retorno de un
símbolo de fe y esperanza. Pero ¿cómo se gestó su regreso, quiénes fueron sus
guardianes, qué se esconde detrás de la foto?
Tras
37 años lejos de Argentina, la imagen de la Virgen regresó y generó mucha
emoción en la gente. Foto: Giovanni Sacchetto.
Una
entrevista en un diario pequeño (La Gaceta Malvinense, 2018) dio origen al
hecho que fue portada de los principales medios nacionales. Nadie podía
imaginar que el testimonio del médico militar inglés James M. Ryan, quien daba
cuenta de que una imagen de la Virgen de Luján, de los tiempos de la guerra, se
encontraba entronizada en la sede del obispado castrense británico, ubicada en
la ciudad de Aldershot (al sureste de Londres), sería el inicio de una aventura
que terminaría con la imagen en suelo nacional. Nadie, a excepción de un
hombre: Daniel Doronzoro.
Doronzoro
es un hombre laico, de pocas palabras y profunda convicción espiritual, y uno
de los 14 integrantes de la “Fe del Centurión”, un grupo de personas que
abrazan la causa Malvinas con un sentir que asombra a propios y extraños, ya
que no son excombatientes, sino personas que creen que esta tierra debe rendir
un homenaje a quienes dieron su vida por la patria.
El
testimonio del médico militar inglés James M. Ryan fue clave para saber que la
Virgen se encontraba entronizada en la ciudad de Aldershot (Inglaterra)
“Nacimos
como un grupo de amigos que querían ayudar, dar una contención y escuchar a
todos aquellos que, de alguna u otra forma, formaron parte del mundo Malvinas”,
dice Daniel y deja en claro que este equipo, que se formó en la diócesis de
Quilmes, no busca otra cosa que poner el hombro ante la realidad y que
considera este retorno como un regalo divino.
Otro
de los centuriones que formó parte de esta historia, Miguel Ángel Rodríguez, se
emociona al explicar cómo fueron los contactos iniciales: “Primero, los
ingleses nos preguntaron para qué la queríamos, qué era lo que motivaba nuestro
pedido, por qué lo hacíamos y, finalmente, nos consultaron si trabajábamos con
alguna persona que hubiera estado en contacto con la Virgen”. Entusiasmado,
agrega que, a pesar de que los británicos no son personas del todo confiadas,
en un momento las negociaciones llegaron a un punto clave en el que solo
aceptarían la entrega, pero con una extraña condición: sería la de contar con
la presencia de uno de los protagonistas de una foto tomada el 8 de mayo de
1982.
La
Virgen retornó al país después de 37 años y se realizaron varias ceremonias en
su honor. Foto: Giovanni Sacchetto.
Los
retratos icónicos, porque, en realidad, son dos, muestran a la figura religiosa
rodeada de soldados y arriba de un jeep. ¿Qué había pasado? El día de la foto,
el capellán Vicente Martínez Torrens organizó una procesión para acompañar a
los hombres que se encontraban en pleno combate y celebrar un hecho muy
particular: cuatro días antes, el soldado Jorge Palacios (protagonista de una
de las imágenes e integrante del Regimiento 25 de Infantería) había sobrevivido
a un bombardeo enemigo; su cuerpo y el de un compañero habían sido sepultados
por una montaña de tierra, y, según dicen, el propio Palacios aquel día rezó e
imploró a Dios por su vida. “¡No quiero morir así! Si lo hago, quiero que mi
muerte sea en el campo de batalla”, pensó con desesperación y, tras unos largos
y eternos minutos, escuchó los primeros movimientos de compañeros que comenzaron
a excavar para rescatarlos sin rasguño alguno.
El
día de la foto histórica, Martínez Torrens organizó una procesión para
acompañar a las tropas y celebrar que, cuatro días antes, unos soldados habían
sobrevivido a un bombardeo enemigo.
“Jorge
fue un eslabón fundamental en todo esto; nuestro primer contacto fue con su
hija, porque él no sabía de nosotros ni de la foto”, relata Rodríguez con
pasión y una sonrisa en la mirada, viviendo esto como una nueva oportunidad
para volver a contar historias como la de Palacios y la de tantos otros que
comienzan a obtener un poco de reconocimiento por los actos de coraje y
valentía que supieron tener. Otros, como Vicente Martínez Torrens, un capellán
que nunca imaginó ser el portador de la otra llave que abrió la posibilidad de
este retorno.
Martínez
Torrens fue uno de los primeros que acompañó a los centuriones en esta
aventura. Fue él quien era el portador de una de las imágenes testimoniales,
que formaba parte de su libro (Dios en las trincheras), un diario de guerra que
escribió en 2012 y en el que volcó las vivencias de aquellos fríos días de
1982. “Cuando lo fuimos a buscar, nos abrió su casa y nos permitió contarle qué
es lo que queríamos hacer como grupo. Él nos dijo que nos iba a apoyar en todo
lo que quisiéramos hacer para acompañar a los veteranos y sus familias; creo
que nadie nunca imaginó que íbamos a terminar con la Virgen en casa”, se
sincera Miguel Ángel.
La
imagen fue confeccionada en Mar del Plata, en 1972, y fue donada por la familia
Benso diez años más tarde. Foto: Giovanni Sacchetto.
Dos
fotos y varios testimonios en primera persona podrían haber sido suficientes para
confirmar la veracidad del relato; sin embargo, este grupo de 14 laicos
creyentes fue un poco más allá y, como parte de la investigación pormenorizada
que debió realizar, dio con los fabricantes de la Virgen. Ahí, en Mar del
Plata, fue el hijo del artesano el que, emocionado con la causa, confirmó que
la figura había sido confeccionada 10 años antes del conflicto armado y que
había pertenecido a una familia (de la que, en la actualidad, se desconoce su
paradero) que la donó en los tiempos de la guerra. Sin embargo, la incógnita
seguía rodeando al relato y aún restaba confirmar cómo fue que llegó a las
islas.
La
Virgen fue confeccionada en Mar del Plata, diez años antes de la guerra, y
donada por una familia de la que no hay registros actuales.
“Fue
el 9 de abril de 1982, a bordo de un C-130, el día en que el capellán de Fuerza
Aérea Roque Manuel Puyelli la llevó y la dejó en la iglesia de Saint Mary, ahí
en Puerto Argentino”, cuentan con exactitud los centuriones sobre el recorrido
santo y explican que ese fue el lugar en el que se mantuvo hasta que Martínez
Torrens la sacó para llevarla a la procesión del 8 de mayo. Finalmente, cuando
llegó el tiempo de la rendición, la imagen quedó en las islas y fue entregada
al prefecto apostólico del territorio, monseñor Dan Spraggon.
El
año 2019 fue determinante para el desenlace final. De la mano del obispo
castrense, monseñor Santiago Olivera, se entregó toda la documentación
recolectada y se llevaron adelante los detalles finales del traspaso. “Para
nuestra grata sorpresa, la Virgen estaba en impecables condiciones y fue
tratada con mucho amor”, cuenta Daniel Doronzoro.
El
padre Vicente Martínez Torrens llevó adelante una misa en el Edificio Cóndor de
la Fuerza Aérea Argentina. Foto: Giovanni Sacchetto.
Doronzoro,
ese creyente de pocas palabras que fue el que encontró la nota que dio inicio a
todo el periplo, viajó a Roma y estuvo presente en el momento en el que el Papa
Francisco bendijo la imagen e intentó poner en palabras los sentimientos que lo
atravesaron en ese momento. “Vi cuando el obispo británico besó a la Virgen y
se la entregó a Francisco. Al presenciar ese hecho, todos mis prejuicios quedaron
a un lado y entendí que era mucho más que una simple ceremonia”, confiesa.
“Vi
cuando el obispo británico besó a la Virgen y se la entregó a Francisco. En ese
momento, todos mis prejuicios quedaron a un lado y entendí que era mucho más
que una simple ceremonia”, confiesa Daniel Doronzoro.
A
37 años de ese momento, Palacios tampoco puede contener la emoción por el
presente sin recordar lo vivido y a sus pares. “Estoy muy orgulloso de haber
formado parte de la comitiva que fue a repatriar a la Virgen”, comenta y agrega
que lo atravesaron sensaciones indescriptibles desde aquel 8 de mayo hasta la
actualidad: “Desde ese día, lloré por ella”.
Daniel
Doronzoro fue el hombre que halló el artículo que motivó el “operativo
retorno”. Foto: Giovanni Sacchetto.
Para
agregarle algo más de épica al relato, el día en que todos debían volver con la
imagen a casa para depositarla en este suelo, el avión que traía a la comitiva
sufrió un desperfecto técnico que pudo terminar en tragedia. La bomba de
combustible falló cuando carreteaba en la pista: “Si Dios no quiere que pasen
las cosas, no pasan”, dice entre risas Daniel, con el objetivo cumplido, al
mismo tiempo que confirma implícitamente su condición de hombre de fe.
Detrás
de la vuelta de la Virgen a casa, existe algo más que la nostalgia de recuperar
una figura que supo cuidar a los soldados en la guerra. En ella, y de forma
intangible, se esconde un símbolo de arduo trabajo colectivo y anónimo, de
colaboración multilateral a nivel países y una nueva oportunidad para volver a
escuchar a esos héroes que son la memoria viva de un hecho que la sociedad no
debe olvidar jamás.
Fuente:
https://www.infobae.com
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