David
Jackson fue radio operador de los Royal Marines. Hoy es psicólogo de veteranos
y forma parte de “Campo Minado”, la obra que reúne ex combatientes de ambos
países. En una conmovedora carta y en una poesía que estremece le rinde honor a
su antiguo enemigo
Por
Gaby Cociffi
"Nos
habían dicho que todos los argentinos eran jóvenes reclutas que no sabían lo
que hacían y que sus oficiales no eran buenos líderes. A los argentinos les
habían dicho que peleábamos los fines de semana porque pagaban doble y que los
Gurkas eran mercenarios. Al conocernos supimos que todo eso era mentira".
David
Jackson, radio operador de los Royal Marines en 1982, no habla con odio. Lo
hace con la sabiduría de aquel que aprendió de sus heridas.
Tenía
24 años cuando embarcó hacia las islas y de los argentinos solo sabía que eran
buenos jugadores de fútbol. "Argentina era un lejano país en el Sur",
rememora. Nunca creyó que esa travesía por el océano iba a terminar en un
conflicto armado: "Pensé que iban a negociar antes". La orden
"¡Hundan al Belgrano!" de Margaret Thatcher y las bombas de la
aviación argentina sobre el Sheffield le demostraron que se había equivocado.
Ya no había vuelta atrás: iban a la guerra.
"Cuando
regresé a casa, todo el país estaba de fiesta celebrando la victoria. Agitaban
banderitas, hacían sonar las trompetas y organizaban festejos patrióticos.
Agarré mi auto y me fui hasta la pequeña ciudad donde vivo. Encontré a todo el
pueblo esperándome con una alegría que desbordaba. Me alejé del bullicio y me
fui solo hasta un pub. Pedí un vodka. Y después otro, y otro, y otro. En el bar
encontré a un piloto de la Segunda Guerra Mundial. Conversamos y brindamos por
los muertos de las islas y de todas las guerras. ¿Qué estaba celebrando la
gente allá afuera? ¿Acaso no sabían que cargábamos con nuestros muertos? Yo no
podía entender su alegría", recuerda Jackson en la entrevista con Infobae.
David
Jackson (izquierda) en su regreso a casa después de la guerra
"Vamos
a llevar la guerra en el cuerpo por el resto de nuestras vidas", afirma.
Pero él la lleva mucho más que en el cuerpo: la tiene atrapada en el alma. La
guerra aún le duele, está intacta, con sus recuerdos y sus fantasmas.
La
vida después de Malvinas no fue fácil. David sufre de Stress Post Traumático
(PTSD, sus siglas en inglés), un trastorno psicológico que puede afectar a aquellas
personas que han vivido eventos traumáticos como una guerra, huracán,
violaciones, abusos…
Flashbacks,
pesadillas, ansiedad, la sensación de que el evento está sucediendo nuevamente,
explosiones de ira, sentimientos de soledad, tristeza, culpa… "Éramos
soldados profesionales, marines de la Royal Navy, pero eso no quiere decir que
la guerra no nos haya afectado. Todos tuvimos frío, angustia, miedo de
morir…", reflexiona David.
Pero
el marine encontró la forma de enfrentar su pasado. "Estudié psicología. Y
en 2002 terminé mi maestría donde exploré la vida con Stress Post Traumático de
combate. Luego completé mi Doctorado en Educación en la Universidad de Bristol,
presentando una tesis sobre mi experiencia de la guerra y sus secuelas. Esta
fue la primera tesis doctoral de este tipo a nivel internacional".
Hoy
Jackson es un destacado psicólogo que atiende a veteranos de distintos
conflictos y a sus familias. "Sé lo que es vivir con una experiencia
traumática y cómo afecta esto a las familias. Cuando volví de las islas mi
mujer me dejó y se fue con otro hombre. Mi divorcio tuvo mucho que ver con
Malvinas".
David
Jackson en la obra “Campo minado”
El
año pasado aceptó un gran desafío: estar cara a cara con soldados argentinos
para integrar la obra de teatro "Campo Minado", de la directora Lola
Arias. Sobre el escenario, seis ex combatientes exploran los recuerdos del
conflicto. La puesta ya se presentó en Buenos Aires y en Londres y hoy recorre
Europa. "Espero estar de vuelta en tu país antes de fin de año",
dice.
A
35 años de la guerra, Jackson quiere homenajear a sus antiguos enemigos "con honor y respeto". Entrega un
breve documental que realizó en las islas, el que acompaña esta nota de
Infobae. Las imágenes de los desolados campos de batalla y su voz recitando una
poesía, conmueven. "Es para los veteranos argentinos", dice.
-
¿Qué lo impulsa a rendir este homenaje a los soldados argentinos?
-
El año pasado los conocí cara a cara. Y supe que habíamos vivido y sufrido
cosas similares. Eran iguales a mí.
-
¿Qué les diría hoy a sus antiguos enemigos?
-……
David
Jackson quiere responder, pero no le salen las palabras. Se queda en silencio.
Los ojos húmedos, la mirada perdida. De pronto pide: "¿Puedo escribir una
carta? ¿Una carta a un soldado argentino que hoy siento mi hermano? En él veo a
todos los que lucharon en las islas".
Esta
es su conmovedora carta.
Querido
Soldado Argentino
¿Te
das cuenta que ya pasaron treinta y cinco años desde la guerra? El tiempo se
mueve más rápido a medida que envejecemos y espero que ambos seamos más sabios.
Te
conocí recién el año pasado, a pesar del tiempo transcurrido. Y fue interesante
esa reunión porque los "otros", los que no habían estado en la
guerra, parecían estar aterrados por nuestro primer encuentro. Recuerdo subir
los escalones hasta el galpón industrial donde nos íbamos a reunir y notar el
nerviosismo de los que caminaban a nuestro lado. Me pareció que, de alguna
manera, pensaban que otra guerra iba a comenzar cuando nos conociéramos. Se
equivocaban: eso no pasa cuando se encuentran dos soldados.
David
Jackson parado en la orilla de la bahía de San Carlos, donde se hizo el
desembarco ingles
A
través de los años conocí a muchos otros veteranos de guerra. Algo fácil en mi
país porque estuvimos en muchas guerras, conflictos y misiones de paz desde
aquel lejano 1982. Sin embargo, hay algo único sobre haber vivido una
experiencia de guerra, algo que no puedo describir. Intenté durante muchos años
encontrar las palabras correctas, pero lo cierto es que no existen. Y como
veteranos no las necesitamos. Hay un sentimiento único, más allá de las
palabras, cuando los que luchamos en una guerra finalmente estamos cara a cara.
Soldado
argentino quiero decirte que ahora sos como un hermano para mí. El día que nos
reunimos en aquel galpón no hubo necesidad de hablar de nuestras experiencias
individuales. No necesitamos hablar de 1982.
Nunca
te dije, Soldado Argentino, que cuando te conocí fuiste tal cual lo esperaba.
Nos estrechamos las manos con fuerza y cuando te miré a los ojos vi esa
sabiduría que revelaba que vos también
llevabas la guerra dentro de tu cuerpo.
“Campo
minado”: tres veteranos argentinos y tres veteranos ingleses exploran los
recuerdos del conflicto bélico de 1982
El
año pasado, Soldado Argentino, estuvimos dos meses conociéndonos en ese espacio
que a veces era claustrofóbico. Yo, un veterano británico de la guerra de las
Falklands; vos, un veterano argentino de la guerra de Malvinas.
Durante
ese tiempo comencé a darme cuenta que ambos países no son tan diferentes.
Ustedes tuvieron la experiencia de las bombas en Buenos Aires y nosotros
tuvimos la experiencia de las bombas destruyendo nuestras ciudades. Ustedes tuvieron
épocas en donde la sociedad vivió bajo circunstancias históricas polémicas y
nosotros también las tuvimos.
En
tu país los veteranos de guerra sintieron que la nación por la que habían
luchado nos los apoyaba. Eso también pasó en mi país.
Tuve
amigos que se quitaron la vida y en mis momentos más oscuros aparecieron esos
pensamientos, fugaces, porque la angustia era demasiada. Tuve amigos que
murieron prematuramente debido al abuso de alcohol y drogas, como quizás muchos
de tus amigos.
Nos
habían dicho que todos ustedes eran reclutas jóvenes que no sabían lo que
estaban haciendo. Aprendí, mientras estaba con vos, que eso no era verdad
Otra
similitud que encontré es cómo nosotros, los veteranos de guerra, estamos
rodeados por los llamados "expertos". Las personas que piensan que
pueden expresar lo que hemos vivido simplemente porque leyeron libros, vieron
películas, jugaron juegos de computadora o consultaron documentos académicos.
Durante
todos estos años vivimos encorsetados por diferentes estereotipos. Los
estereotipos históricos y culturales que no nos permitieron, durante mucho
tiempo, mostrarnos y conocernos tal cual somos.
Jackson
en la única foto que conserva de la guerra de 1982
Hubo
estereotipos del lado británico y del lado argentino. Nuestro estereotipo de
que todos ustedes eran reclutas jóvenes que no sabían lo que estaban haciendo.
Aprendí, mientras estaba con vos, Soldado Argentino, que eso no era verdad. El
estereotipo de que los oficiales argentinos no eran buenos líderes. Desde que
te conocí supe que esto no siempre fue cierto.
Y
los estereotipos que tenían ustedes de que los Gurkas eran mercenarios a pesar
de que su historia dice lo contrario. De que atacábamos los fines de semana
porque nos pagaban el doble. De que la guerra no tuvo impacto emocional y
psicológico en nosotros, simplemente porque éramos soldados profesionales.
Lo
que más me impactó es que me aceptaste por quién soy, incluso a través de mis
lágrimas por todos los años en que no fui comprendido ni respetado
Ahora
trabajo como psicólogo con muchos veteranos de muchas guerras. Te puedo
asegurar que no es así. Las únicas personas que no tienen respuesta emocional y
psicológica a la guerra son los políticos que nos envían a combatir.
La
experiencia de una guerra la llevaremos en el cuerpo el resto de nuestras
vidas.
La
guerra y sus consecuencias dañan a la gente. Pero no sólo dañan a las personas
que combatieron. Es como tirar una piedra en un estanque: las ondulaciones se
extienden desde el centro y a medida que las ondas se expanden afectan a las
familias, amigos y, en última instancia, a la sociedad en su conjunto.
Soldado
Argentino quiero decirte que ahora sos un hermano para mí.
Placa
en San Andres de Giles en reconocimiento al valor de los soldados argentinos
Lo
que más me impactó es cómo me aceptaste por quién soy, incluso a través de mis
lágrimas y de mi ira por todos los años en que no fui comprendido ni respetado.
También me aceptaron tus amigos veteranos y sus familias, los jóvenes que
conocí en tus escuelas, los trabajadores del hospital infantil al que me
llevaste y, por supuesto, los dueños de los bares donde bebimos juntos.
Hemos
recorrido un largo camino. No fue fácil para nosotros, ¿no es cierto? Pero aquí
estamos juntos, a pesar de todo
No
sería sincero si te dijera que fui aceptado por todos. Recuerdo un día en San
Andrés de Giles cuando una mujer me acorraló y me contó cómo había perdido a su
padre durante la guerra. Me puse de pie y la escuché mientras ella me golpeaba
el pecho con la ira de la pérdida y la tristeza. Sus palabras me sacudían
internamente. Le dije simplemente que no era responsable de haber apretado el
gatillo, y me alejé. Tuve que escapar para buscar algo de aire y un poco de
espacio lejos de las multitudes. Me senté en un banco del parque bajo la
lluvia. Al principio me sentí enojado y luego mi alma se llenó de ansiedad. De
pronto me quebré y lloré por su pérdida mientras pensaba en mis hijas, que podrían
haberme perdido en la guerra y en el dolor que sentirían.
Te
dejo dos experiencias conmovedoras que me pasaron en tu país. El día que tuve
que esforzarme para contener mis lágrimas cuando abracé a la hija de un
veterano, mientras ella me agradecía porque al conocerme había podido
comprender a su padre y todo lo que había pasado en la guerra. Y la tarde en
que lloré sin consuelo cuando tuve entre mis brazos a la madre de un soldado de
Malvinas que murió en la guerra. Estas emociones van a permanecer dentro mío
para toda la vida.
Hemos
recorrido un largo camino. No fue fácil para nosotros, ¿no es cierto? Pero aquí
estamos juntos, a pesar de todo.
Gracias
Soldado Argentino
Con
mucho respeto.
Un
veterano de guerra británico.
Fuente:
https://www.infobae.com
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