1 de diciembre de 2019

MALVINAS, ¿CÓMO SIGUEN LOS TRABAJOS POR RECONOCER LOS RESTOS DE LOS CAÍDOS?

Ya son 113 los reconocidos en el Cementerio de Darwin. Cómo se gestó el Plan Proyecto Humanitario para identificarlos, los detalles del trabajo forense y la palabra del británico Geoffrey Cardozo, el encargado de enterrar los cuerpos tras la guerra. Además, la reflexión de los familiares. “Con las exhumaciones, los muertos hicieron visibles a los vivos. Los familiares somos los grandes olvidados”. Por Patricia Fernández Mainardi.

El respeto a los muertos es parte del derecho humanitario. Identificarlos, inhumarlos e indicar el lugar de las sepulturas es una obligación de las Partes. Casi siete meses después del alto el fuego en las islas Malvinas, en febrero de 1983, se inhumaron 218 restos mortales de soldados argentinos en el cementerio de Darwin. Lamentablemente, en aquel momento quedaron más de 100 cadáveres sin identificar; por lo que, un centenar de familias debieron esperar más de 30 años para llegar a la verdad.

En ese sentido, cabe señalar el importante aporte del británico Geoffrey Cardozo que, cuando era capitán del Ejército inglés, fue el responsable de esa primera tarea de inhumación a los Caídos en Malvinas en el Cementerio de Darwin. "En el caso de Malvinas los restos estaban en muy buenas condiciones. Es una de las cosas que les decimos a los familiares", explica Carlos Rojas Surraco, del Equipo Argentino de Antropología Forense. "Lo que él hizo fue levantar los restos de su tumba primaria y, después, llevarlos al cementerio de Darwin. Él tenía un registro de dónde había encontrado los restos y, además, había puesto los cuerpos en doble bolsa de plástico, lo que permitió una mayor conservación", agrega.

DEF también pudo dialogar con Geoffrey Cardozo durante su actual visita al país: "Había muchos soldados que no tenían placa de identificación. Entonces pasé mucho tiempo buscando entre sus ropas para ver si podía encontrar cartas, permisos de conducir o algo que me dijera quiénes eran.

Geoffrey Cardozo: “Pasé mucho tiempo buscando entre sus ropas algo que me dijera quiénes eran” . Foto: Fernando Calzada.
Geoffrey Cardozo: “Pasé mucho tiempo buscando entre sus ropas algo que me dijera quiénes eran”. Foto: Fernando Calzada.

Fue un desafío para mí. Tenía que saber quiénes eran. Pensaba en sus madres: cómo podía enterrar a alguien que no sabían quién era. Horrible. Busqué por todos lados. Cuando hallábamos una carta con nombre y apellido, una carta que no era de un colegio de Quilmes que decía: 'Querido Soldado Argentino'; sino una carta de su mamá con la dirección de la casa, mi equipo gritaba de satisfacción. Lamentablemente, no pudimos identificar a todos y esa es una deuda que llevo conmigo hasta el día de hoy", explica Cardozo quien, en Malvinas, llegó a bajar desde un helicóptero a un campo minado para rescatar el cuerpo de un caído argentino.

EL PROYECTO HUMANITARIO

Durante el encuentro con DEF, Gabriel Valladares, representante del Comité Internacional de la Cruz Roja para Argentina (CICR), explicó que el 2 de abril de 2012, Argentina envió una nota al CICR en Ginebra, donde solicitaba que se iniciaran las acciones necesarias para comenzar la búsqueda e identificación de los soldados caídos e inhumados en el territorio de las Islas del Atlántico Sur. El Comité estaba dispuesto a prestar sus servicios como intermediario neutral tratando de facilitar la identificación de los soldados sepultados en las islas Malvinas, pero esa acción solo podía emprenderse cuando todas las partes lo hubieran solicitado (no solo Gran Bretaña y Argentina, sino también las familias de los fallecidos).

"Nuestra historia es muy delicada", explica Fernanda Araujo, presidente de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur y hermana del Soldado Elbio Eduardo Araujo. "La Comisión no estaba de acuerdo con la exhumación de las tumbas por falta de información. Llegamos a Claudio Avruj y yo, bastante furiosa, le dije que no quería que tocaran el Cementerio", explica Fernanda, quien perdió a su hermano cuando ella tenía tan solo nueve años.

Reunión mediante, las autoridades les explicaron a los familiares que, en el proceso, también intervendría la Escribanía de la Nación. "Yo le pregunté a mi mamá, porque fue quien tuvo en el vientre a mi hermano, lo parió y lo crió. Me miró y me dijo que ella no tenía necesidad de que lo exhumaran, pero que había otras mamás que sí. Y, para que otras madres supieran que sus hijos estaban ahí, debían tocarlo. Entonces le dije: 'Ya que lo tocan, ¿querés dar tu muestra?'. Me respondió que sí", relata Fernanda con la emoción a flor de piel. Además de los Araujo, muchas familias dieron el consentimiento que habilitaba a los especialistas a comenzar los trabajos de recolección de muestras, que luego serían cotejadas con elementos genéticos forenses necesarios para la identificación.

Así nació el Plan Proyecto Humanitario: "Es un acuerdo entre el Reino Unido y la República Argentina, en el que se le otorga al Comité Internacional de la Cruz Roja la realización del proyecto humanitario. En ese momento todos los forenses trabajan como personal del CICR. Este equipo forense se va a componer de 14 especialistas que van a provenir de Argentina, Australia, Chile, España, México y Reino Unido", explica Gabriel Valladares.

EL TRABAJO FORENSE

En relación al trabajo en el campo, Valladares revela que, si bien los documentos decían que se trataba de 123 tumbas de "Soldados argentinos solo conocidos por Dios", en el recuento solo encontraban 121 lápidas. "En las 121 tumbas encontramos 122 restos mortales: en una había dos cuerpos que hoy ya están identificados", describe.

Entre los especialistas elegidos estaban los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), cuyo laboratorio en Córdoba fue seleccionado para corroborar las muestras extraídas. El EAAF les explicó a los familiares cuál iba a ser el trabajo. Además, los entrevistó para poder obtener información física de los caídos: si tenían fracturas, si era zurdos o diestros, si sabían la altura o si les faltaban piezas dentales. "Toda esa información nos ayuda a tener una hipótesis del cuerpo que se está analizando. Luego, se corrobora con el análisis genético, se hace la comparación y se lleva adelante la identificación o no", describe Rojas Surraco.

Una vez en las Islas, se montaron los laboratorios móviles y se recolectó, de cada tumba, un fragmento de hueso y de diente. "El diente, al ser un hueso duro, es el que puede tener mayor ADN, siempre y cuando esté en condiciones óptimas. Si el diente está muy cariado o roto se dificulta. Por eso, generalmente, tomamos pequeños fragmentos de huesos para enviar al laboratorio y sacar un perfil genético", cuenta Carlos Rojas Surraco.

El cementerio de Darwin en las Islas Malvinas. Foto: NA.
El cementerio de Darwin en las Islas Malvinas. Foto: NA.

El Comité Internacional de la Cruz Roja trabajó también con otros dos laboratorios: uno de España y otro del Reino Unido. Allí, se llevaron muestras para cotejar aleatoriamente y evaluar si los resultados a los que se había llegado en Córdoba eran los correctos. De hecho, explica Valladares: "Los resultados eran certeros. Eso fue una gran alegría porque, a pesar del dolor, estamos hablando de personas fallecidas y familiares dolientes".

Según el Equipo Argentino de Antropología Forense durante su trabajo en el 83, Geoffrey Cardozo, había revisado los bolsillos de los caídos en busca de algo que los identificara. Pero, en el caso de los argentinos, por el frío, llevaban varias capas de ropa y no siempre se había podido alcanzar la totalidad de los bolsillos. "Lo que se hizo en Malvinas fue un estudio de Rayos X a los cuerpos. Tras el escaneo, se pudo determinar si en las prendas había algún tipo de identificación. Se encontraron documentos, chapas y cartas. En esos casos, la hipótesis de identificación se corroboraba con el ADN. Una vez confirmado, se entregaban esas pertenencias a los familiares".

UN CASO PARADIGMÁTICO

Al día de hoy, explican desde el Comité Internacional de la Cruz Roja, hay 113 restos identificados. Solo faltan nueve. "Cada vez es más difícil contactar a los familiares del caído. Hay casos en que fallecieron y hay que solicitar permiso para retirar muestras de los difuntos", explica Valladares.

"Pude ir al segundo viaje humanitario que se organizó este año y fui testigo de cómo llegaron esas madres y de cómo regresaron con tranquilidad, sabiendo que sus hijos estaban ahí. Las placas ya no dicen "Soldado Argentino solo conocido por Dios", sino que tienen el hombre de un hijo o de un hermano. Eso ayuda a cerrar un poco la herida", describe Gabriel Valladares. El representante del CICR en Argentina también explica que, en la mayor parte de los conflictos armados, la identificación no suele ser inmediata. Sin embargo, es un tiempo significativo para una familia que espera. "El año pasado, para noviembre, organizamos un evento que se llamó 'La diplomacia al servicio de los conflictos humanitarios'. Allí quedó claro que el Plan Proyecto Humanitario generó las bases para que, si otros países tuvieran problemas similares, pudieran copiarse del caso y darles unas respuestas a las familias que esperan por su duelo", detalló Valladares.

SECTOR B, FILA 3, TUMBA 16

Allí se encuentra el soldado Elbio Araujo. Durante muchos años, su mamá María del Carmen, lo lloró frente a una placa que rezaba "Soldado Argentino solo conocido por Dios". Hoy, con 83 años, ya sabe dónde está.

"En diciembre de 2017 nos dijeron que estaba en el cementerio de Darwin. Sector B, Fila 3 y Tumba 16", relata Fernanda Araujo. "Nos enteramos que, en realidad no estaba muy lastimado, estaba entero. Tenía lastimaduras en el pecho producto de una bomba", completa. "El día de la notificación, la antropóloga me cuenta que mi hermano estaba tapado con una chaqueta: alguien lo había arropado. En ese momento, mi mamá le agarró las manos, porque ella se dio cuenta que esas mismas manos habían tocado a mi hermano".

La familia Araujo también pudo saber que, cuando cayó, Eduardo llevaba con él algunas pertenencias. "No aguanté, me paré y me fui encima de la caja. Vi una foto 4×4, a color, era la del registro de conducir. Todo envasado al vacío. Mi hermano era muy payaso, muy extrovertido. Donde él estaba había alegría, los mismos jefes nos dicen que no lo podían retar porque era un personaje. En su forma de ser, también lideraba. Tenía carisma", cuenta Fernanda. Y agrega: "Mamá agarró los objetos, los puso sobre su cara y en llanto le habla a mi hermano. Dice que le dio la bienvenida porque lo volvió a tener, como una mamá cuando tiene un bebé".

También encontramos otro sobre con más pertenencias. "Había un recibo de una cuota de escuela, que había pagado para terminar el secundario. Mi hermano era un chanta, había repetido… yo miro a mis dos hijos y les digo: '¡¿Qué hacía el tío con una factura de que había pagado la escuela en la Guerra?!'. Todos reímos a carcajadas, yo creo que ahí estaba él. La miré a la antropóloga y le dije que, si yo hubiese sabido que ese era el final, hubiese traído un champagne", relata Fernanda emocionada.

LOS FAMILIARES, LA DEUDA PENDIENTE

Tras la Guerra, los familiares se encontraron con personas dispuestas a dar una mano a la hora de honrar a los Caídos. "Por ejemplo, teníamos todo lo necesario para hacer el monumento en el Cementerio de Darwin. Nos faltaba un detalle: un millón de dólares. Cuando el embajador inglés en Argentina supo esto, reunió a varios empresarios", dice Fernanda. Durante ese encuentro, Eduardo Eurnekian se ofreció a financiar el proyecto.

Fernanda Araujo, junto a una de las placas, durante el acto por el Día de los Veteranos y Caídos en Malvinas en abril de 2019. Foto: Fernando Calzada.
Fernanda Araujo, junto a una de las placas, durante el acto por el Día de los Veteranos y Caídos en Malvinas en abril de 2019. Foto: Fernando Calzada.

En otra oportunidad, tras los reconocimientos, los Familiares supieron que las placas que rezaban "Soldado argentino solo conocido por Dios" estaban siendo reemplazadas por aquellas que llevaban los nombres de los Caídos. Eran muchas y, por supuesto, inmensa la responsabilidad de su guardado. "Nosotros queríamos todas las placas. Así que, con sumo cuidado, empezaron a traerlas. En la desesperación por el guardado, me reuní con la Fundación Criteria. Ahí intervino la Fundación y el Veterano Mauricio Fernández Funes", relata Fernanda. El resultado: una vez que una placa regresa al país, los familiares pueden elegir un lugar emblemático donde exhibirla para así tener presentes a los 649 argentinos que derramaron su sangre por la Patria en Malvinas.

"El dolor lo tenemos, porque queremos tener a nuestros seres amados con nosotros. Increíblemente con las exhumaciones y localizaciones, los muertos hicieron visibles a los vivos. Ahí aparecieron los familiares, que somos los grandes olvidados. Nunca tuvimos ayuda de ninguna índole, por eso agradezco a todas las personas que mencioné", cierra Fernanda, la hermana del soldado Araujo, quien antes de morir llegó a escribir en una carta: "Quédense tranquilos, que el soldado Araujo monta guardia por la Argentina de todos, próspera y soberana".

Fuente: https://www.infobae.com

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